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Greenberg - 2003 - Rigidez ideológica Final

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MOTIVOS PSICOLÓGICOS Y 
ORIENTACIÓN POLÍTICA: LA 
IZQUIERDA, LA DERECHA Y 
LA RIGIDEZ: COMENTARIOS 
SOBRE JOST ET AL. (2003) 
Jeff Greenberg - Universidad de Arizona Eva Jonas 
Ludwig Maximilians - Universität München 
CATEDRA DE PSICOLOGIA POLITICA II 
TITULAR: JORGE A. BIGLIERI 
Traducción de la Catedra 
 
Psychological Bulletin Copyright 2003 by the American Psychological Association, Inc 
2003, Vol. 129, No. 3, 376–382 0033-2909/03/$12.00 DOI: 10.1037/0033-2909.129.3.376 
 
 
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Motivos psicológicos y orientación política: la izquierda, la 
derecha y la rigidez: comentarios sobre Jost et al. (2003) 
 
Jeff Greenberg - Universidad de Arizona 
Eva Jonas Ludwig Maximilians-Universität München 
 
Presentando un modelo impresionante basado en un gran cuerpo de evidencia, J.T. Jost, 
J.Glaser, A.W.Kruglanski y F.J.Sulloway (2003) propusieron que el conservadurismo 
político atiende únicamente a necesidades epistémicas, existenciales e ideológicas im-
pulsadas por temores e incertidumbres. Los autores ofrecen una visión alternativa ba-
sada en consideraciones conceptuales, eventos históricos, características de la ideología y 
práctica comunistas, e investigaciones adicionales de ciencias sociales no revisadas por 
Jost et.al. (2003). Primero, los autores discrepan con la descripción de Jost et al. (2003) 
de los dos componentes centrales del conservadurismo político. En segundo lugar, 
proponen que los motivos [incluidos] en el modelo están igualmente bien servidos por 
una adhesión rígida a cualquier ideología extrema, independientemente de si es de 
derecha o de izquierda. 
 
Hay mucho que admirar sobre el artículo de Jost, Glaser, Kruglanski y Sulloway 
(2003) sobre el conservadurismo político. Su ambicioso esfuerzo por clarificar las 
fuerzas psicológicas que contribuyen al conservadurismo político es importante 
y provocativo. La idea de la cognición social motivada, de que las creencias y 
actitudes están muy influenciadas por la motivación, ha sido defendida por 
muchos estudiosos influyentes de la naturaleza humana (e.g. Dostoyevsky, 
1880/1956; Freud, 1933/1965; Shakespeare, 1599/1968; Swift, 1714/1971). Esta idea 
también ha sido la piedra angular de muchas teorías en psicología social (por 
ejemplo, Festinger, 1957; Greenwald, 1980; Heider, 1958; Jost, Burgess y Mosso, 
2001; Katz, 1960; Kruglanski, 1980; Solomon, Greenberg, y Pyszczynski, 1991; 
Tesser, 1988) y ha sido ampliamente apoyado por los investigadores (ver, por 
ejemplo, Dunning, 1999; Kunda, 1990; Pyszczynski y Greenberg, 1987). Jost et 
al. (2003) exploraron los motivos que contribuyen al conservadurismo político 
revisando una amplia gama de evidencias y procurando integrar una amplia 
gama de perspectivas teóricas en un modelo convincente. El resultado es una 
contribución muy valiosa al estudio psicológico de la orientación política. Como 
con cualquier revisión a gran escala, uno podría, por supuesto, discutir algunos 
aspectos de la selección, interpretación o tratamiento estadístico de la evidencia 
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empírica por parte de los autores. Sin embargo, preferiríamos, en este espacio 
limitado, centrarnos en el panorama general y sugerir algunas cuestiones que 
ameritan una mayor consideración. Las grandes preguntas a las que apuntó su 
artículo, fueron: “¿Qué es el conservadurismo político?”, y “¿cuáles son los 
motivos psicológicos que contribuyen a ello?” Los autores proporcionaron 
respuestas interesantes a estas preguntas tan difíciles, pero nos gustaría señalar 
algunos problemas con sus respuestas. 
 
El modelo de Jost et al. (2003) propone que la defensa del conservadurismo 
político es en gran parte consecuencia de las necesidades epistémicas, exis-
tenciales e ideológicas enraizadas en el deseo de reducir las incertidumbres y los 
temores. Esta visión es similar a lo que Tetlock (1989) ha llamado la hipótesis de 
rigidez-de-la-derecha, la idea de que una orientación política conservadora está 
asociada de manera única con un conjunto de conceptos como dogmatismo, 
autoritarismo e intolerancia. Aunque la base probatoria revisada por Jost et 
al. (2003) parece sugerir que se puede dar cuenta de una pequeña cantidad de 
variación en el conservadurismo por estos motivos (dado el tamaño de las 
correlaciones informadas), proponemos que tales motivos en realidad son 
atendidos tan bien por las orientaciones políticas de izquierda como por las de 
derecha. Desde nuestro punto de vista, los motivos impulsados por el miedo y la 
incertidumbre pueden ser presentados por Jost et al. (2003) contribuyen a la 
rigidez ideológica independientemente de si la ideología es de derecha o de 
izquierda. Nuestra posición alternativa se basa en una consideración de puntos 
conceptuales, evidencia histórica y algunas investigaciones de ciencias sociales 
no revisadas por Jost et. al. (2003). 
 
¿Qué es el conservadurismo político? 
Jost et al. (2003) reconocieron la complejidad de definir el conservadurismo 
político porque las actitudes y creencias específicas asociadas con él varían con 
el tiempo y el lugar. Por supuesto, la política humana encarna mucha más 
diversidad de lo que sugieren las categorías conservador versus liberal/socialista 
o derecha contra izquierda. Por ejemplo, las categorías liberal y conservador 
significan conjuntos de actitudes políticas bastante diferentes en los Estados 
Unidos que en los países europeos. Sin embargo, supongamos por el momento 
que se puede simplificar el campo de las creencias políticas utilizando este tipo 
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de etiquetas. Dentro de este enfoque, Jost et al. (2003) argumentaron que el 
núcleo del conservadurismo consiste en la resistencia al cambio y la tolerancia a 
la desigualdad. Dada la definición de conservadurismo del diccionario y el 
historial de políticas de los políticos conservadores estadounidenses con respecto 
a las minorías y los pobres, estos parecen componentes centrales razonables. Sin 
embargo, la centralidad de estos componentes entra en problemas muy 
rápidamente cuando consideramos ejemplos del mundo real de 
conservadurismo político. 
 
La resistencia al cambio es inútil como componente central del 
conservadurismo 
En los Estados Unidos, los conservadores políticos claman constantemente por el 
cambio. De hecho, el político favorito de todos los tiempos del estadounidense 
conservador, Ronald Reagan, se postuló para presidente con una plataforma de 
cambio y, de hecho, cambió muchas cosas una vez que estuvo en el poder. Los 
conservadores de Estados Unidos afirman que quieren que el gobierno se les 
quite de encima. Por lo general, abogan por un menor control central del 
gobierno, menos regulación de la seguridad, el medio ambiente y las armas para 
los consumidores, y menos impuestos. De hecho, muchos de ellos argumentarían 
que el núcleo del conservadurismo es el deseo de libertad individual. Los 
presentadores conservadores de programas de entrevistas, como Rush Limbaugh 
y Michael Savage, pintan a los liberales como contrarios a la libertad que abogan 
por la “corrección política” y el "gran gobierno". Este estandarte conservador de 
la libertad es sin embargo bastante engañoso, porque en otros dominios muy 
privados, como el uso de drogas, la expresión y diversidadsexual y artística, y 
los derechos de los niños y las mujeres, los conservadores generalmente abogan 
por una mayor restricción de la libertad. En todos estos dominios, los 
conservadores quieren un cambio, ya sea en la dirección de más libertad, o de 
menos. De hecho, el Religious Right, un potente movimiento conservador, parece 
querer un cambio hasta el punto de hacer del cristianismo la base explícita de 
toda política gubernamental. 
Los conservadores también están actualmente en marcha hacia el cambio en 
muchos otros países, como Gran Bretaña, los Países Bajos y Francia. En el siglo 
XX, dos de los movimientos conservadores más horrorizantes de la historia, el 
nazismo de Hitler y el fascismo de Mussolini, ganaron poder específicamente 
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porque sus líderes prometieron el cambio. Jost et al. (2003) admitieron que existe 
una "paradoja conservadora" (p. 342) de los revolucionarios de derecha, pero, 
citando a Muller (2001), argumentaron que es más "una concepción del pasado 
imaginativamente transfigurada con la que criticar el presente ”(p. 2625). 
Desde nuestro punto de vista, esta es una solución insatisfactoria. Todos los 
movimientos políticos toman prestado del pasado de alguna manera. Como 
mínimo, los izquierdistas confían en Karl Marx, que murió hace mucho tiempo, 
y con frecuencia en un mito del comunalismo igualitario prehistórico. Incluso 
cuando los movimientos de derecha se refieren a los valores del pasado, todavía 
buscan un cambio en el presente, y cuando tienen éxito, a menudo implementan 
nuevas políticas sin precedentes. Por ejemplo, aunque Hitler a veces se refirió a 
un pasado mítico alemán retratado en las óperas de Wagner, su movimiento y su 
régimen nazi tenían poca o ninguna semejanza con esa o cualquier otra sociedad 
alemana pasada. Además, algunos movimientos conservadores incluso carecen 
de la pretensión de remontarse al pasado de una nación. Considérense las 
reformas democráticas y pro-capitalistas en los países de la antigua Unión 
Soviética. En esos países, el pasado ha sido claramente comunista, pero las 
reformas han reflejado lo que pueden describirse como características del 
conservadurismo occidental (i.e., más poder para el mercado privado, menos 
igualitarismo y más aplicación de los principios de equidad). 
Por lo tanto, está claro a partir de los registros de la historia y los acontecimientos 
políticos actuales que los conservadores a menudo quieren un cambio. Es aún 
más claro a partir de estas fuentes que los gobiernos de izquierda a menudo, de 
hecho típicamente, suelen ser muy resistentes al cambio. La antigua Unión 
Soviética y los países que estaban bajo su influencia eran notoriamente represivos 
y duros con respecto a la disidencia, como la República Popular China ha seguido 
siendo. ¿Y cuánto tiempo ha estado Castro en el poder en Cuba? Aunque Jost 
et.al. (2003) reconocieron algunos de estos ejemplos como "excepciones" (p. 343) 
y admitieron que las cifras involucradas podrían considerarse políticamente 
conservadoras y que Stalin parecía "tener mucho en común con los extremistas 
de derecha" (p. 343), nunca explicaron cómo la resistencia al cambio puede 
mantenerse como un núcleo del conservadurismo político a la luz de estos 
ejemplos importantes. No creemos que pueda[n]. 
 
 
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Tolerancia para la desigualdad como núcleo del conservadurismo político 
La idea de desigualdad parece estar en un terreno algo más firme, dada la evi-
dencia proporcionada por Jost et.al. (2003), así como el registro histórico. Los 
conservadores estadounidenses típicamente lo ponen de manera dife-
rente; abogan por la igualdad de oportunidades y parecen favorecer un modelo 
de equidad. La visión conservadora parece enfatizar las diferencias individuales 
entre las personas, como las diferencias en sus esfuerzos, talentos, preferencias y 
disposición para asumir riesgos. Favorecer el sistema de mercado va 
acompañado de otorgar a las personas la libertad de elegir lo que desean con-
sumir, cuánto dinero están dispuestos a gastar en ciertos productos y qué tipo de 
trabajos desean realizar. También acompaña el aliento a las innovaciones, 
proporcionando incentivos para los logros individuales a través de las diferen-
cias en los ingresos y los desincentivos para la baja productividad. Por lo tanto, 
en este sentido, la filosofía conservadora de derecha parece implicar una mayor 
tolerancia hacia la desigualdad de resultados. Sin embargo, un argumento 
importante de los conservadores contra el liberalismo es que los liberales abogan 
por la desigualdad a través de la defensa del trato preferencial a través de 
programas de acción afirmativa y servicios sociales. Ellos, en contraste, quieren 
que todas las personas sean tratadas por igual, es decir, dadas oportunidades 
presumiblemente iguales, sin importar el género o la etnia. Por supuesto, este 
razonamiento se basa en la tendencia conservadora en los Estados Unidos de 
negar la realidad de la discriminación, que, dada la evidencia empírica, solo 
puede verse como ignorancia u otro producto de la cognición social moti-
vada. Por lo tanto, se puede ver este razonamiento conservador como una cortina 
de humo para ocultar una preferencia por la desigualdad. 
 
Sin embargo, el registro histórico parece sugerir que los gobiernos de izquierda 
a muestran también a menudo una notable tolerancia a la desigualdad. Aún 
cuando la filosofía comunista proclama la igualdad social, parece que muchos 
países comunistas desarrollaron sus propias jerarquías de privilegios en domi-
nios como vivienda, recreación, salud, alimentos y otros bienes de consumo (e.g., 
Leonhard, 1957, 1986; Olson, 2000; Schoensee & Lederer, 1991). De este modo, las 
autoridades comunistas han establecido fuertes barreras entre ellas y el público 
en general. También parecen ser bastante tolerantes con el trato desigual hacia 
aquellos que no defienden la línea del partido. La evidencia sugiere que millones 
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de personas en la antigua Unión Soviética fueron asesinadas o institucionalizadas 
debido a sus opiniones políticas (ver, por ejemplo, Courtois, Werth, Paczkowski, 
Bartosek y Margolin, 1999; Leonhard, 1986). Se ha documentado un tratamiento 
desigual similar a aquellos con opiniones diferentes en China y otras naciones 
gobernadas por gobiernos de izquierda (véase, por ejemplo, Amnistía 
Internacional, 2001; Wright, 2001). 
 
Quizás parte de la razón por la cual la alta resistencia al cambio y las graves 
violaciones del igualitarismo se producen de manera tan sistemática en los países 
extremadamente izquierdistas sea porque la necesidad de reducir la incer-
tidumbre y el miedo lleva a los que están en el poder a defender su ideología y 
aplastar la disidencia a pesar de la contradicción inherente con los principios 
asociados a la ideología. Cuando este proceso se combina con una ideología que 
exige un control estricto sobre el comportamiento económico, el resultado común 
parece ser el totalitarismo, que implica un énfasis en la resistencia al cambio, el 
uso del miedo para imponerel control y la minimización de las incertidumbres 
y las libertades individuales (cf. Orwell, 1946). 
 
 
¿Contribuyen ciertos motivos psicológicos únicamente al conservadurismo 
político? 
De acuerdo con su conceptualización de los componentes centrales del con-
servadurismo político como la resistencia al cambio y la tolerancia a la des-
igualdad, la idea fuerza del análisis de Jost et.al. (2003) es que los conservadores 
políticos tienden hacia la rigidez y el dogmatismo y están impulsados por 
temores inspirados en parte por su visión del mundo como un lugar peligroso y 
de las personas como capaces del mal. Más específicamente, declaran que 
una serie de diferentes motivos epistémicos (dogmatismo - 
intolerancia a la ambigüedad; complejidad cognitiva; mentalidad 
cerrada; evitación de la incertidumbre; necesidades de orden, 
estructura y cierre), motivos existenciales (autoestima, manejo del 
terror, el miedo, la amenaza, la ira y el pesimismo) y los motivos 
ideológicos (el auto-interés socioeconómico, la domancia grupal y la 
justificación del sistema) están relacionados con la expresión del 
conservadurismo político. (Jost et al., 2003, p. 351) 
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Continúan diciendo que todos estos motivos "se originan en intentos psicológicos 
para manejar la incertidumbre y el miedo" y "a su vez, están inherentemente 
relacionados con los dos aspectos centrales del pensamiento conservador 
mencionados anteriormente –la resistencia al cambio y el respaldo a la 
desigualdad" (Jost et.al., 2003, p. 351). 
 
Creemos que es un logro sustancial combinar e integrar diferentes motivos so-
ciocognitivos y derivar predicciones convergentes. También estamos de acuerdo 
en que las creencias ideológicas pueden ayudar a reducir la incertidumbre, los 
temores, la ansiedad y "mitigar los sentimientos de amenaza y falta de valor" (Jost 
et.al., 2003, p. 351). Sin embargo, no estamos de acuerdo en que estos motivos 
sólo caracterizan a los conservadores políticos (en el sentido de personas que 
tienen actitudes políticas de derecha) como Jost et.al. (2003) sugirieron. No 
estamos convencidos por el intento de los autores de demostrar que “la variedad 
específica de motivos epistémicos, existenciales e ideológicos. . . únicamente 
[cursivas agregadas] caracterizan al conservadurismo político como un sistema 
de creencias interrelacionadas” (Jost et.al., 2003, p. 342) y pensamos que este 
enfoque es demasiado estrecho. Estamos de acuerdo en que estos motivos son 
impulsados por los deseos de reducir el miedo, la ansiedad y la incertidumbre, 
pero proponemos que las ideologías de izquierda sirvan a estos motivos tan bien 
como los de la derecha. 
 
De hecho, la mayoría de las teorías motivacionales que Jost et.al. (2003) utilizan 
para formular sus hipótesis parecen sugerir que esto sería cierto. La necesidad de 
cierre, el manejo del terror, la reducción de la incertidumbre, la focalización en la 
prevención y la justificación del sistema se explican mejor por la aceptación, la 
adhesión rígida y la defensa de la ideología que prevalece en el entorno 
sociocultural, sea la que sea. La dominancia social parece ser el único motivo que 
puede ser más compatible con un contenido ideológico particular. Sin embargo, 
incluso en este caso, abrazar la ideología que prevalente, incluso si presume 
ostensiblemente una forma de igualitarismo, puede ser la mejor manera 
pragmática de satisfacer las necesidades de dominancia social, ya que hacerlo 
uno se alinea con los poderes existentes. 
 
 
 
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¿Es el conservadurismo político particularmente adecuado para reducir el 
miedo y la incertidumbre? 
La noción de que los conservadores se guían más por el miedo y la incertidumbre 
que los liberales va en contra de una variedad de encarnaciones de la ideología 
de derecha e izquierda en todo el mundo; incluso dentro de los Estados Unidos, 
hay algunas excepciones claras a la caracterización del conservadurismo político 
de Jost et.al. (2003). Aunque hay una larga tradición en la idea de que los liberales 
ven a las personas como buenas y a la sociedad como la que las corrompe, 
mientras que los conservadores consideran que las personas son capaces de hacer 
mal y que la sociedad es necesaria para salvarlas de sí mismas (véase, por 
ejemplo, la discusión en Becker, 1975), hay una inversión interesante de esta idea 
en la política estadounidense contemporánea. Una crítica común que los 
conservadores expresan contra los liberales es que no confían en que las personas 
tomen sus propias decisiones; se quejan de que los liberales siempre quieren el 
control federal sobre los asuntos locales y siempre están tratando de mandar 
sobre el comportamiento de las personas, ya sea en cuanto a usar cinturones de 
seguridad y cascos de motocicleta, regulaciones ambientales, leyes antitabaco y 
antidiscriminación, control de armas, impuestos, etcétera. De hecho, Mehrabian 
(1996) encontró que en una dimensión que va desde el libertarianismo hasta el 
totalitarismo, los conservadores estaban más cerca del polo libertario que los 
moderados o los liberales. 
 
De manera más general, al favorecer un sistema capitalista, la libertad económica 
y una economía de libre mercado, los conservadores parecen ser bastante 
tolerantes a las incertidumbres, mientras que el sistema económico centralmente 
planificado y favorecido por los comunistas sugiere que los sistemas comunistas 
en realidad pueden servir mejor para reducir muchas incertidumbres. Al 
entender la competencia en el mercado como un procedimiento de 
descubrimiento para innovaciones con resultados inciertos e imprevistos (Hayek, 
1975), los conservadores revelan una gran cantidad de confianza en que las 
incertidumbres pueden aportar cosas buenas. Exigir libertad individual en tantas 
áreas diferentes en realidad no apoya la idea de que los conservadores pro 
capitalistas están motivados para reducir la incertidumbre, porque permitir a los 
individuos elegir y ser libres de hacer lo que quieran y crean que es lo mejor –y 
por lo tanto que asciendan o caigan sobre la base de las consecuencias de sus 
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decisiones y esfuerzos– aumenta claramente la incertidumbre. Quizás las 
diferencias entre los conservadores, los liberales y los comunistas no tienen nada 
que ver con los niveles de preocupación por las amenazas, incertidumbres y 
temores, sino que reflejan diferentes formas de hacer frente a estos aspectos 
negativos de la vida, o tal vez reflejan una focalización en diferentes tipos de 
amenazas. e incertidumbresi. 
 
 
Hallazgos empíricos de los países comunistas 
Jost et.al. (2003) señalaron acertadamente que la gran mayoría de las investi-
gaciones de ciencias sociales disponibles apoyan un vínculo entre el conserva-
durismo y los conceptos de asociados al dogmatismo. Sin embargo, con sólo un 
par de excepciones de la políticamente compleja Polonia post-soviética, las 
muestras de los estudios que revisaron son de naciones en las que los gobiernos 
de extrema izquierda claramente ya no tienen lugar. ¿Cómo se han beneficiado 
loscomunistas de línea dura o los marxistas de la antigua Unión Soviética o de 
China y Cuba, o los "rebeldes" izquierdistas de los países sudamericanos de las 
medidas del dogmatismo? Tetlock (1989) señaló de manera similar que un 
problema con la interpretación de la investigación psicológica empírica sobre las 
actitudes políticas y sus correlatos surge del hecho de que 
la extrema derecha ha incluido típicamente defensores de la 
segregación racial, defensores de las principales restricciones a las 
libertades civiles y militaristas radicales. En contraste, la extrema 
izquierda rara vez ha incluido a marxistas o socialistas 
doctrinarios. De hecho, la extrema izquierda a menudo no se ha 
extendido más allá de los defensores del liberalismo del estado de 
bienestar y la democracia social. (p. 132) 
 
Aunque hay menos investigación empírica sobre este extremismo de izquierda, 
la evidencia existente del registro histórico sugiere sin embargo que la adherencia 
rígida, extrema y dogmática es característica de los defensores de todo tipo de 
ideologías políticas extremas, tanto de izquierda como de derecha. Al describir 
“el odio, los prejuicios violentos y la obediencia autoritaria al partido 
revolucionario entre los revolucionarios rusos a fines del siglo XIX” (McFarland, 
Ageyev y Abalakina, 1993, p. 222), la novela de Dostoievski “Los Demonios” 
(1872/1914) es un ejemplo proveniente de la literatura de una representación de 
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tal dogmatismo de izquierda. Los propios Jost et.al. (2003) señalaron que "la 
investigación futura –especialmente si se lleva a cabo en sociedades 
tradicionalmente socialistas o comunistas en las que la adhesión al status quo no 
tiene fundamento con la orientación ideológica de la derecha– aumentaría 
significativamente el conocimiento sobre el conservadurismo político como 
cognición social motivada" (p. 369). Sin embargo, en realidad hay algunas 
investigaciones pertinentes que pasaron por alto. 
Jost et al. (2003) señalaron que 
El autoritarismo a menudo se toma como sinónimo de 
conservadurismo, pero Wilson, quien teoriza que el 
conservadurismo es el factor general que subyace en todas las 
actitudes sociales (Wilson, 1973b; Wilson y Patterson, 1968), sostuvo 
que el autoritarismo no es más que una manifestación del factor más 
general del conservadurismo. (Wilson, 1968). (p. 345) 
 
Además, destacaron que el autoritarismo de derecha de Altemeyer (1981) se 
caracteriza por (a) "un alto grado de sumisión a las autoridades que son perci-
bidas como establecidas y legítimas", (b) "una agresividad general, dirigida 
contra varias personas, que se percibe como aprobada por las autoridades es-
tablecidas", y (c)" un alto grado de adhesión a las convenciones sociales que se 
perciben como respaldadas por la sociedad "(Altemeyer, 1981, p. 148, como se 
cita en Jost et.al., 2003, p. 345). Nos parece que esta descripción se aplica bien a 
las personas que apoyan la ideología comunista de izquierda. 
 
Algunos estudios han examinado el autoritarismo en los países comunistasii. Por 
ejemplo, Larsen, Groberg y Simmons (1993) encontraron que en algunas antiguas 
sociedades socialistas, como Bulgaria y Hungría, los encuestados obtuvieron 
calificaciones más altas en el autoritarismo que las muestras de los Estados 
Unidos (Oregón) y Noruega. Lederer y Kindervater (1995) compararon el 
autoritarismo entre escolares de Alemania Oriental (1990), Alemania Occidental 
(1992) y la Unión Soviética (1991). Encontraron que los niños de la Unión 
Soviética obtuvieron los puntajes más altos, seguidos de los niños de Alemania 
Oriental, siendo los puntajes más bajos los de los niños de Alemania Occidental. 
Sin embargo, en contradicción con esto, McFarland, Ageyev y Abalakina-Paap 
(1992), McFarland et al. (1993), y Altemeyer (1996) encontraron que los 
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participantes de la Unión Soviética en promedio eran menos autoritarios que los 
estadounidenses de los estados seleccionados. 
 
Más importantes son los estudios que comparan a las personas con alta y ba-
jamente autoritarias dentro de un país. Altemeyer (1996) encontró que para 
muestras de Moscú y diferentes lugares en los Estados Unidos, las personas 
autoritarias en ambos países revelaron actitudes nacionalistas similares. Otros 
estudios (McFarland et al., 1992, 1993; McFarland, Ageyev, y Djintcharadze, 1996) 
encontraron que en 1989, 1991 y 1993, el autoritarismo en Rusia se correlacionó 
positivamente con las creencias procomunistas y la oposición al capitalismo 
(aunque esta relación era un poco más débil en 1993), ilustrando de este modo 
que el autoritarismo no está necesariamente vinculado a las ideologías 
conservadoras específicas encontradas en Occidente. Debido a que el 
autoritarismo está vinculado al convencionalismo, puede expresarse apoyando 
todo tipo de normas culturales diferentes. Así, mientras que el autoritarismo 
occidental estaba correlacionado con el anticomunismo, el autoritarismo en Rusia 
correlacionaba con el apoyo del partido comunista, la creencia en los principios 
comunistas y la resistencia al cambio hacia reformas democráticas y ca-
pitalistas; de tal forma, en la Unión Soviética, la orientación de izquierda se co-
rrelacionó positivamente con el autoritarismo. 
 
Además, estos estudios también apoyan la conclusión de Altemeyer (1996) de 
que los autoritarios rusos mostraron muchas similitudes con los conservadores 
occidentales. Más aún, McFarland et.al. (1992) sugireron que 
La personalidad autoritaria en la Unión Soviética, aunque 
procomunista, era la misma psicológicamente que la del 
autoritarismo occidental ... Tanto el autoritarismo soviético como el 
occidental han parecido abarcar un convencionalismo común 
(incluidos los temores de disidencia, pensamiento libre y libertad 
personal), la sumisión autoritaria, y la agresión autoritaria. (p. 1005) 
 
En todos los casos, la lealtad intensificada a las normas culturales fue "par a par 
con la hostilidad dirigida hacia los desviados, descontentos y enemigos de la 
cultura, y con el apoyo para el uso de la fuerza contra quienes son percibidos 
como amenazas al orden aceptado" (McFarland et al. , 1992, p. 1008). 
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12 
Esta evidencia respalda nuestro punto señalado anteriormente, que la resistencia 
al cambio es común entre las personas que tienen actitudes comunistas políticas 
de izquierda, además de serlo entre las que tienen actitudes autoritarias políticas 
de derecha. Los hallazgos de McFarland et.al. (1992) también proyectan una 
duda sobre la idea de que el autoritarismo generalmente está de acuerdo con el 
respaldo a la desigualdad. Aunque las personalidades autoritarias en Rusia eran 
psicológicamente similares a las de Occidente, este no fue el caso con respecto a 
las desigualdades.Mientras que en la muestra estadounidense, el autoritarismo 
se correlacionó negativamente con el igualitarismo y positivamente con el 
individualismo (por ejemplo, en las ideas de que la vivienda debería estar 
determinada por la capacidad de pago de la persona), en la muestra rusa se 
encontró unacorrelación positiva del autoritarismo con el igualitarismo y un 
rechazo del individualismo ( McFarland et.al., 1992). Para complicar aún más las 
cosas, McFarland et.al. (1993) encontraron un aumento en el etnocentrismo, los 
prejuicios y las actitudes discriminatorias hacia los exogrupos entre personas 
autoritarias en la Unión Soviética. Esto sugiere que, en ciertos dominios, las 
actitudes comunistas también pueden acompañar el respaldo a la desigualdad 
(véase también McFarland, 1998, quien demostró que el fundamentalismo 
comunista predijo actitudes discriminatorias entre los miembros del Partido 
Comunista)iii. 
 
Jost et al. (2003) declararon que "la rigidez y la mentalidad cerrada se asociaban 
consistentemente más con estilos de pensamiento conservadores que con sus 
alternativas" (p. 352). Sin embargo, un estudio de Tetlock y Boettger (1989) sobre 
los estilos cognitivos y retóricos de los políticos soviéticos indica lo con-
trario. Esos autores descubrieron que los políticos soviéticos que abogaban por 
la introducción de mecanismos de mercado en la economía soviética solían ser 
más integradores que los que abogaban por las posiciones comunistas tradi-
cionales, incluida la economía de planificación central. Así, en la Unión Soviética, 
los que favorecían los objetivos capitalistas (que son características del 
conservadurismo occidental) mostraron un pensamiento más complejo que los 
que abrazaron más la ideología comunista de izquierda. 
 
En los regímenes comunistas también hay ejemplos claros de políticas guber-
namentales que se ajustan a características que, según Jost et.al. (2003), están 
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13 
conectadas al conservadurismo. Ellos sugirieron que los conservadores pueden 
caracterizarse por tener un deseo de orden y estabilidad, idealización de figuras 
de autoridad, fidelidad a normas sociales preexistentes, aceptación de la pena de 
muerte y promoción de penas severas para criminales y departamentos de policía 
masivos. Sin embargo, la evidencia apoya la idea de que estos correlatos de 
conservadurismo en los países capitalistas también se aplican a las personas 
autoritarias en los sistemas comunistas y en los sistemas mismos. Por ejemplo, 
McFarland et.al. (1992) encontraron que el autoritarismo ruso estaba conectado 
con el apoyo a los líderes comunistas de línea dura. Las organizaciones de 
seguridad del estado en los países socialistas y comunistas, por ejemplo, la "Stasi" 
(Staatssicherheit) en la antigua República Democrática Alemana, que llevó a 
actividades de espionaje entre ciudadanos en todas las diferentes áreas de la vida 
cotidiana, proporcionó ejemplos vívidos de departamentos policiales masivos en 
Países gobernados por gobiernos de izquierda. La agresión y la hostilidad hacia 
las personas que son diferentes se consideran características del 
autoritarismo. Por supuesto, los partidarios de cualquier régimen represivo 
favorecen el castigo severo para los delincuentes (incluida la pena de muerte) y 
favorecen la reducción de la libertad de expresión –ya sea de izquierda comunista 
o de derecha. Además, la dominancia basada en el grupo (clase del partido 
gobernante), la postura sumisa hacia las autoridades y los fenómenos de 
justificación del sistema, como la defensa del sistema social existente contra la 
inestabilidad, la amenaza y el ataque, también se pueden observar en los sistemas 
comunistas (tal vez especialmente porque tienden a asumir un carácter altamente 
autoritario, totalitario). McFarland et al. (1996) incluso encontraron que “los 
rusos, como los autoritarios estadounidenses, tienen actitudes negativas hacia los 
ambientalistas y hacia los que tienen SIDA. Sin embargo, a diferencia de los 
autoritarios estadounidenses, los autoritarios rusos culpan al sistema económico 
por la falta de vivienda y la pobreza ” (p. 215). 
 
 
Actitudes de derecha a izquierda y rigidez ideológica como dimensiones 
ortogonales 
En resumen, creemos que los motivos elegantemente integrados en el modelo de 
Jost et.al. (2003) no contribuyen específicamente al conservadurismo polí-
tico. Más bien, desde nuestro punto de vista, contribuyen a la rigidez ideológica 
y al favoritismo asociado por el endogrupo, un síndrome que se puede encontrar 
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14 
fácilmente entre personas de todo el mundo con actitudes de derecha o de 
izquierda, con polaridad hacia la izquierda o hacia la derecha, dependiendo 
primariamente de a ideología dominante en la cultura a la que pertenece el in-
dividuo. Incluso los estadounidenses que se refieren a sí mismos como liberales 
pueden volverse defensores rígidos de su ideología, como el concepto de 
corrección política sugiere. 
 
Somos conscientes de que los teóricos e investigadores ya han dedicado una gran 
cantidad de pensamiento e investigación a tratar de comprender las dimensiones 
esenciales de las actitudes políticas (para una reseña ver, por ejemplo, Duckitt, 
2001; Tetlock, 1989). Nuestra solución, que reconocemos es un “parche”, 
inspirada en parte por Duckitt (2001), Tetlock (1989) y Altemeyer (1996), es 
sugerir un marco que consiste en una dimensión de contenido y una dimensión 
libre de contenido y verlas como ortogonalesiv. Desde esta perspectiva, una 
dimensión podría llamarse derecha-izquierda, refiriéndose al contenido de la 
ideología. Los derechistas favorecen una economía de libre mercado, la 
responsabilidad individual, teorías de las diferencias individuales basadas en la 
genética o en la voluntad, y principios de equidad. Los izquierdistas prefieren un 
sistema económico socialista o comunista, responsabilidad comunitaria, teorías 
sociales de las diferencias individuales y principios de igualdad. La dimensión 
libre de contenido podría denominarse rigidez ideológica, con su polo variando 
de bajo a alto para describir la fuerza de la orientación hacia una 
ideología. Aquellos que son ideológicamente rígidos, de mente cerrada e 
incuestionable, se aferran a su ideología, la ven como absolutamente correcta y 
las alternativas como absolutamente erróneas. Por lo tanto, están predispuestos 
en contra de otros diferentes y viven seguros en su conocimiento. Las personas 
con baja rigidez ideológica son de mente abierta y tolerantes; ven su ideología 
preferida como una elección personal, pero están abiertas a cuestionarla y 
dispuestas a considerar y reconocer las posibles virtudes de visiones alternativas. 
Son ideológicamente maleables y viven con incertidumbre epistémica. 
Sugerimos que la rigidez ideológica tiene mucho en común con los conceptos 
relacionados con dogmatismo y autoritarismo y que, en nuestro marco, las ac-
titudes autoritarias sumisas, agresivas y convencionales son igualmente proba-
bles entre las personas que tienen actitudes políticas de derecha e izquierda. El 
registro histórico y la investigación que hemos discutido sugieren que las acti-
tudes como creer en líderes fuertes y sumisión, preferir el endogrupo, el etno-
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centrismo y el nacionalismo, la agresión contra disidentes y el control con la 
ayuda de la policía y el ejército son característicascomunes de las personas que 
suscribirse a cualquier gobierno o ideología extrema, ya sea de derecha o de 
izquierda. 
 
Bajo este marco, los comunistas de línea dura serían vistos como de izquierda e 
ideológicamente rígidos. El conservador moderado estadounidense sería visto 
como de derecha pero con poca rigidez. Presumiblemente, los liberales genuinos, 
en la medida en que se caracterizan por una mentalidad abierta y un interés por 
la diversidad, siempre cuestionarán a las autoridades y estarán dispuestos a 
considerar puntos de vista alternativos; por lo tanto, tienden a ser de baja rigidez 
y relativamente de izquierdas en los países capitalistas, pero relativamente de 
derechas en los países comunistas. 
 
Por supuesto, los fenómenos que caen bajo la etiqueta de conservadurismo aún 
justifican una mayor comprensión psicológica. Dicho esto, creemos que las 
normas culturales prevalecientes, las influencias de la socialización y, quizás, 
ciertas predisposiciones genéticas (ver, por ejemplo, Tesser, 1993), en lugar de la 
necesidad de reducir el miedo y la certeza, desempeñan las funciones principales 
para determinar si las se desarrollan actitudes políticas de derecha o de 
izquierda. Sin embargo, si un individuo tiene necesidades particularmente 
fuertes para reducir el miedo y la incertidumbre, lo más probable es que él o ella 
se aferre estrechamente a la ideología prevaleciente –ya sea orientada hacia la 
derecha o hacia la izquierda– a menos que, debido a circunstancias específicas de 
la vida o atributos de personalidad, la ideología prevaleciente no funcione para 
sofocar esas preocupaciones para ese individuo. En ese caso,el individuo se 
aferraría a una ideología contracultural o desviada y, si es impulsado por el 
miedo y la incertidumbre, lo más probable es que lo haga con el mismo 
entusiasmo y rigidez. 
 
Se podría argumentar que en los Estados Unidos y en la mayoría de las demás 
naciones capitalistas no hay muchos defensores de la extrema izquierda o de una 
ideología de izquierda coherente, y que, por lo tanto, como la investigación 
revisada por Jost et.al. (2003) sugiere, puede muy bien ser el caso de que en tales 
naciones, en promedio, los derechistas son más ideológicamente extremos y 
rígidos. Las personas que buscan una ideología política extrema, coherente, no 
compleja y rígida pueden simplemente no sentirse tan atraídas hacia la izquierda 
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16 
en lugares como los Estados Unidos. Sin embargo, en otras partes del mundo, es 
una historia diferente. Dada la otrora vasta influencia de la Unión Soviética, y 
que hay un defensor actual del comunismo aún más vasto, China, pensamos que 
tiene más sentido, cuando miramos la imagen global, ver a la derecha frente a la 
izquierda como una dimensión, y a la rigidez ideológica versus la apertura 
ideológica como una segunda dimensión, bastante independiente [de la 
primera]. 
 
Ciertamente estamos de acuerdo con Jost et.al. (2003) en que es importante para 
los psicólogos sociales dedicar más pensamiento e investigación a esclarecer las 
fuerzas psicológicas detrás de las actitudes y conductas políticas, y admiramos 
su esfuerzo por hacerlo. Sin embargo, según lo sugerido recientemente por 
Redding (2001, véase también 2002), la teorización psicológica y la investigación 
sobre actitudes políticas siempre corren el riesgo de ser guiadas por la cognición 
social motivada de los teóricos e investigadores sobre la base de sus propios 
puntos de vista sociopolíticos. Aunque indudablemente no somos menos 
culpables de esto que Jost et.al. (2003), esperamos que nuestra contribución sirva 
como un pequeño contrapeso hacia el equilibrio y la diversidad en la aplicación 
de la cognición social motivada para comprender los determinantes de la 
orientación política. 
 
 
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Recibido el 22 de junio de 2002 
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Aceptado el 8 de julio de 2002. 
 
 
 
Psychological Bulletin Copyright 2003 by the American Psychological Association, Inc 
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19 
Notas 
 
i Dos ejemplos breves de la literatura sobre el manejo del terror son particularmente relevantes 
aquí. Dechesne, Janssen y van Knippenberg (2000) encontraron que los participantes holandeses que eran 
altos y bajos en la necesidad de cierre participaban en la defensa en respuesta a la saliencia de mortalidad, 
pero las defensas que usaban eran bastante diferentes. Lieberman, Arndt, Personius y Cook (2001), 
utilizando participantes estadounidenses, descubrieron recientemente que la saliencia de la mortalidad 
fomentaba tanto el apoyo a la legislación contra los delitos de odio (una posición liberal) como la 
indulgencia hacia un fanático (una tendencia más conservadora). 
 
ii En los estudios sobre autoritarismo en países comunistas, se modificaron algunos de los ítems de la Escala 
de Autoritarismo de Ala Derecha de Altemeyer. Por ejemplo, una "declaración sobre la libertad de 
expresión que permite a las personas defender el derrocamiento del gobierno se cambió para decir que los 
soviéticos deben tener el derecho de criticar al Partido Comunista y exigir su renuncia al poder" (Altemeyer, 
1996, p. 123). McFarland et al. (1992), por ejemplo, "las personas sustituidas" deberían prestar menos 
atención al marxismo-leninismo. . . porque 'La gente debería prestar menos atención a la Biblia ...' y 'Los 
capitalistas y aquellos que quieren destruir el socialismo. . . para 'comunistas y aquellos que están por 
destruir la religión. . . '. ”(P. 1005). 
 
iii Este cuerpo de investigación podría ayudar a aclarar dos conjuntos de hallazgos Jost et al. (2003) informó 
de estudios en países de Europa del Este. Mencionaron que Golec (2001) encontró en dos muestras polacas 
que la necesidad de cierre se correlacionó negativamente con el "conservadurismo económico, 
probablemente debido a la economía tradicionalmente socialista de Polonia. . . . Sin embargo, cuando ella 
examinó las afiliadas juveniles de varios partidos políticos. . . se observaron las asociaciones más fuertes 
entre la Escala de Necesidad de Cierre (ideológicamente libre) y el conservadurismo político ”(Jost et al., 
2003, p. 360). McFarland et al. (1996) también encontraron que aunque el autoritarismo en Rusia en 1993 
todavía estaba conectado con el comunismo, también predijo el apoyo a los partidos reaccionarios no 
comunistas (véase también la observación de Altemeyer, 1996, de que el autoritarismo de derecha e 
izquierda puede correlacionarse y que la gente quienes tienen altos puntajes en ambos revelan alta hostilidad 
y dogmatismo). Dependiendo del clima individual y político, el autoritarismo puede predecir el apoyo tanto 
para los partidos comunistas como para los de derecha. Jost et al.(2003) se refirió a los hallazgos de 
Alemania Oriental informados por Fay y Frese (2000) como apoyo a la idea de que el conservadurismo de 
la derecha está asociado con la aversión a la incertidumbre y la resistencia a la innovación. Sin embargo, 
creemos que esto no está justificado. Fay y Frese observaron que en Alemania del Este no estaba claro si 
el conservadurismo-autoritarismo estaba asociado a una derecha o a una orientación política marxista-
socialista. Por lo tanto, Fay y Frese se abstuvieron de medir el conservadurismo al evaluar la orientación 
política de la derecha y, en cambio, solo evaluaron la hostilidad hacia los extranjeros y la preferencia por 
una autoridad fuerte, reglasestrictas y castigos. De hecho, señalaron que la Escala de Conservadurismo no 
era aplicable a su muestra y que, para medir el conservadurismo en los países de Europa del Este,"Es más 
apropiado evaluar las orientaciones marxistas o socialistas" (Fay y Frese, 2000, p. 179). 
 
iv Duckitt (2001, p. 47), por ejemplo, resumió el trabajo anterior al sugerir dos dimensiones de las actitudes 
políticas. Una dimensión involucra el autoritarismo / conservadurismo social / tradicionalismo / fortaleza 
nacional / orden versus liberalismo / apertura / libertad / tolerancia. La segunda dimensión involucra el 
conservadurismo económico / distancia de poder / jerarquía / desigualdad versus igualitarismo / humanismo 
/ bienestar social / preocupación social.

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