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Las mujeres menstruantes y parturientas y Homicidas tabuados

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“Las mujeres menstruantes y parturientas” y “Homicidas tabuados” del Cap. XX de La rama dorada
Dentro del primer apartado correspondiente al ciclo menstrual de la mujer, podemos encontrar que grupos tribales de regiones como Uganda, Australia o costa Rica consideraban un tabú el hecho de que las mujeres estuvieran en su periodo, pues es considerado de mala suerte, ya sea la prenda utilizada en estos días, cualquier vasija utilizada que debe ser destruida, y si violan estas tradiciones algunas son objetos de pena de muerte ritual en sacrificio. Para dicha protección d eella tampoco era permitido verla y estaba cubierta con trapos como en el caso de los reyes, sólo que por una razón completamente distinta.
	Como es de esperarse, si existen tabús hacia el periodo menstrual de una mujer, también tenemos que existe el tabú hacia el periodo de gestación o en puerperio, pues igual se cree que algún tipo de contaminación va a emanar del contacto con ellas, siempre y cuando sea un hombre el que lo haga, en tanto sea una mujer la que establezca relación con ella nada está fuera de lo “normal”, pues esto es permitido. Asimismo, está prohibido tocar al recién nacido hasta superar su ceremonia de purificación, no tan similar, pero asemejándose un poco al bautizo cristiano. 
	Por otro lado, en lo que respecta al apartado de los homicidas, se reconoce que los miedos dentro del campo de batalla al conseguir la victoria, lejos de disiparse, pueden o mantenerse o acrecentarse; es decir, ya no el miedo a los vivos, sino a los espíritus de los muertos que les fue arrancada la vida en combate. Existen tribus que, habiendo derrotado, toman partes del cuerpo para ofrendarlos o usarlos en ceremonias, tal como podemos recordar a los aztecas en nuestras tierras; sin embargo sin confundir que estas tribus de las que hablo se encuentran, principalmente en África, o partes de Australia, en regiones donde sobreviven tribus, incluso en partes como Alaska. De modo que este tipo de rituales con una suerte de ofrenda para apaciguar el alma del derrotado. 
	Entre las ceremonias purificadoras para limpiar el alma del homicida, se cuentan el golpeteo de tablas en el suelo, aislarse en chozas, como las mujeres en menstruación o embarazadas, prender fuego, limpiar la sangre y, como podemos comprobar la coherencia entre todos los tabús, evitar todo contacto con novias, esposas o gente que no haya participado de la batalla.

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