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El declive del oro Negro

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¿Son las sanciones las culpables del declive de los ingresos por el Oro Negro?
Yayre Carrasquero/ECS
La mayoría de las personas y altos dirigentes sostienen la bandera de que las sanciones impuestas por Estados Unidos generaron el desplome en cuanto a las ganancias obtenidas por el petróleo. Y, sí, es cierto, pero no podemos achacarle toda la culpa.
Para nadie es un secreto que desde el descubrimiento del Oro Negro en nuestro país, éste se convirtió en la principal mina de ingreso y, desde el 2014, ya presentaba disminuciones en el flujo de divisas. Si hacemos memoria, las sanciones fueron aplicadas hasta el siguiente año, y aquellas que perjudicaron específicamente al sector petrolero, llegaron en 2019. 
En un abrir y cerrar de ojos, pasamos de ser un país con las reservas de petróleo más grandes del mundo, a uno en completa decadencia y con una calidad de vida bastante precaria. ¿Por qué hubo tan radical cambio de escenario? Fácil, por las malas políticas aplicadas y el notorio abandono de la estructura petrolera. Los dirigentes encargados olvidaron que toda maquinaria requiere un mantenimiento para poder estar operativa; el trabajo y el dinero invertido fue echado por tierra al dejar perder su operatividad, haciendo aún más complicado la recuperación del sector. 
En tan solo tres años, desde 2016 a 2019, el número de taladros en funcionamiento (equipos que permiten la extracción el crudo desde los pozos), pasó de 58 a 25. En este periodo de tiempo los barriles diarios extraídos descendieron de 2.5 millones a 769 mil; los ingresos petroleros de 48.002 millones de dólares a 6.115 millones de dólares, provocando, a su vez, posicionarnos en el décimo lugar como productores de crudo en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
A esto debemos sumar que, para deshacerse de la cúpula heredada en el gobierno de Chávez y obtener el control de la empresa y sus ingresos, en 2014, Maduro destituyó de sus cargos a cientos de directores, gerentes y trabajadores activos en el ministerio de Petróleo y PDVSA, sustituyéndolos por operadores sin conocimiento ni experiencia.
Los antecedentes nos obligaron a vivir la inevitable caída de la producción de crudo, ocasionando con ello convertirnos en los actores secundarios de la gran obra de la que alguna vez fuimos los protagonistas: La OPEP. Creamos la puesta en escena y formamos parte del liderazgo entre todos los países participantes para luego descender hasta los últimos puestos y, aunque nos pese, ahí seguimos.
La suma de todos los contras nos llevaron a un resultado inminente: el declive de los ingresos. Hace una década ganábamos 90.000 millones de dólares al año, en 2020, 5.174 millones de dólares. La lucha por aumentar las cifras se ha mostrado ardua y compleja, más aún si contamos con que la industria petrolera está muy frágil, con poca provisión de diluyentes y que, además, las sanciones impuestas a Rusia ennegrece el panorama. 
Las sanciones simplemente aceleraron la caída de una producción que ya venía descendiendo. Antes de éstas, se venía registrando una disminución acumulada de -48,5% como consecuencia de los malos manejos y la falta de inversión.
El colosal sector petrolero de Venezuela, aquel que dio forma al país y al mercado energético internacional durante un siglo, se ha detenido casi por completo. La producción reducida a un goteo debido a la mala gestión, dejaron una economía destruida y un ambiente devastado que según varios analistas, significa el fin a la era de Venezuela como un petroestado.

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