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nes ya que supone que la Tierra es suma- mente antigua. Antes de la publicación del trabajo de Lyell en apoyo al uniformitarismo en 1830, algunos científicos pensaban que la Tierra podría tener tan sólo unos cuantos miles de años de antigüedad. Si se cuen- tan las generaciones en el Antiguo Testa- mento, por ejemplo, se obtiene una edad máxima de 4000 a 6000 años. Un planeta de esta corta edad pone obstáculos a la idea de que la vida evolucionó. Por ejem- plo, escritores tan antiguos como Aristó- teles describieron lobos, ciervos, leones y otros organismos que eran idénticos a los que existían en Europa más de 2000 años después. Si los organismos habían cam- biado tan poco durante ese periodo, ¿cómo era posible que especies comple- tamente nuevas hubieran surgido si la Tierra fue creada tan sólo unos 2000 años antes de la época de Aristóteles? Si, como pensaba Lyell, las capas de roca con un grosor de cientos de metros se formaron mediante procesos naturales y lentos, entonces la Tierra debía ser realmente antigua, con una edad de varios millones de años. De hecho, Lyell conclu- yó que la Tierra era eterna. (Los geólogos modernos estiman que la Tierra tiene una antigüedad de 4500 millones de años; véase “Investigación científica: ¿Cómo sabemos qué tan anti- guo es un fósil?” en el capítulo 17). Lyell (y Hutton, su predecesor intelectual) demostraron que había suficiente tiempo para que ocurriera la evolución. Pero, ¿cuál era el mecanismo? ¿Qué proceso pudo desenca- denar la evolución? Algunos biólogos anteriores a Darwin propusieron mecanismos de evolución Uno de los primeros científicos en proponer un mecanismo de evolución fue el biólogo francés Jean Baptiste Lamarck (1744-1829). A Lamarck le impresionó la progresión de las formas en las capas de roca. Observó que los fósiles más anti- guos tienden a ser más simples, en tanto que los fósiles más re- cientes tienden a ser más complejos y más parecidos a los organismos actuales. En 1801 Lamarck propuso la hipótesis de que los organismos evolucionan mediante la herencia de características adquiridas cuello se alargaba un poco. Sus descendientes habrían hereda- do este cuello más largo y se habrían estirado aún más para alcanzar hojas todavía más altas. Con el tiempo, este proceso pudo haber dado origen a las jirafas modernas, con un cuello en verdad muy largo. En la actualidad sabemos cómo funciona la herencia y que el proceso evolutivo no es como el que propuso Lamarck. Las características adquiridas no se heredan. El hecho de que un futuro padre levante pesas no significa que sus hijos se pare- cerán a Arnold Schwarzenegger. Recordemos que en tiempos de Lamarck aún no se habían descubierto los principios de la herencia. (Mendel nació unos cuantos años antes de que La- marck muriera). De cualquier forma, la idea de Lamarck de que la herencia desempeña un papel importante en la evolu- ción fue una importante influencia en los biólogos posterio- res, quienes descubrieron la clave del mecanismo de evolución. Darwin y Wallace describieron un mecanismo de evolución Hacia mediados del siglo XIX a) Pinzón grande de tierra, con pico que le permite comer semillas grandes b) Pinzón pequeño de tierra, con pico idóneo para comer semillas pequeñas c) Pinzón gorjeador, con pico que le permite comer insectos d) Pinzón arbóreo vegetariano, con pico adecuado para comer hojas FIGURA 14-5 Los pinzones de Darwin, resi- dentes de las islas Galápagos Cada especie se alimenta de un tipo distinto de comida y tiene un pico con un tamaño y forma característicos porque la selección na- tural ha favorecido a los individuos más aptos para explotar eficientemente cada fuente de alimento. Más allá de las diferencias en sus pi- cos, los pinzones son muy parecidos.
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