Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
La competencia por los recursos limitados se da en todos los ambientes. Si los competidores de una especie logran me- jores adaptaciones por evolución, y si la especie no evoluciona con la rapidez suficiente para seguirles el paso, podría extin- guirse. Un ejemplo particularmente notable de extinción por competencia se presentó en América del Sur y comenzó hace aproximadamente 2.5 millones de años. En esa época, el istmo de Panamá se elevó por encima del nivel del mar y formó un puente de tierra entre los territorios que hoy conforman Amé- rica del Norte y América del Sur. Una vez que los continentes antes separados quedaron comunicados, las especies de mamí- feros que habían evolucionado en condiciones de aislamiento en cada continente pudieron mezclarse. Muchas especies ex- pandieron en efecto sus dominios, a medida que los mamíferos de América del Norte emigraron hacia el sur y viceversa. Con- forme avanzaba, cada especie encontraba residentes que ocupa- ban las mismas clases de hábitat y que explotaban los mismos tipos de recursos. El resultado final de la competencia que si- guió fue que las especies de América del Norte se diversificaron y experimentaron una radiación adaptativa que desplazó a la mayoría de las especies del sur del continente, muchas de las cuales se extinguieron. Es evidente que la evolución había conferido a las especies de Norteamérica algún conjunto de adaptaciones (aún desconocido) que permitió a sus descen- dientes explotar con más eficiencia y eficacia los recursos que sus competidores del sur del continente. El cambio y la destrucción del hábitat son las causas principales de la extinción El cambio del hábitat, tanto en la actualidad como en la pre- historia, es la causa individual más importante de las extincio- nes. La destrucción actual de los hábitat, provocada por las actividades humanas, avanza a un ritmo sin precedentes. Mu- chos biólogos piensan que actualmente nos encontramos en medio del episodio más acelerado y generalizado de extinción de especies de toda la historia de la vida. La pérdida de selvas tropicales resulta especialmente devastadora para la diversi- dad de las especies. Hasta la mitad de las especies que actual- mente habitan la Tierra podrían desaparecer en los próximos 50 años, conforme las selvas donde habitan son taladas para obtener madera y tierras para el cultivo agrícola y la cría de ganado. En el capítulo 17 analizaremos las extinciones que provocaron los cambios en los hábitat durante la prehistoria. CONEXIONES EVOLUTIVAS Los científicos no ponen en duda la evolución En la prensa no especializada, los conflictos entre los biólogos evolucionistas suelen describirse como conflictos acerca de la evolución misma. En ocasiones leemos declaraciones según las cuales las nuevas teorías están echando abajo la de Dar- win y poniendo en duda la realidad de la evolución. Nada po- dría estar más lejos de la verdad. Pese a ciertas discrepancias acerca de los detalles del proceso evolutivo, los biólogos coin- ciden de manera unánime en que en el pasado hubo evolu- ción y que ésta todavía se realiza en nuestros días. Lo único que se debate es la importancia relativa de los diversos meca- nismos de cambio evolutivo en la historia de la vida en la Tie- rra, su ritmo, y cuáles fueron las fuerzas más importantes que dirigieron la evolución de una especie determinada. Mientras tanto, los lobos siguen intentando atrapar al caribú más lento, las poblaciones reducidas experimentan deriva genética y los hábitat cambian o desaparecen. La evolución sigue adelante, generando, en palabras de Darwin,“un sinfín de formas bellas y maravillosas”. En algunos casos, nuevas especies surgen casi instantáneamen- te a causa de las mutaciones que modifican el número de cro- mosomas en las células de un organismo. La adquisición de múltiples copias de cada cromosoma se conoce como poliploi- día y ha sido una causa frecuente de especiación simpátrica en plantas (FIGURA E16-2). Como vimos en el capítulo 11, la mayoría de las plantas y animales tienen cromosomas que se aparean, a los que se describe como diploides. Ocasionalmen- te, sobre todo en las plantas, un óvulo fecundado duplica sus cromosomas, pero no se divide en dos células hijas. La célula resultante se vuelve tetraploide, con cuatro copias de cada cro- mosoma. Si todas las divisiones celulares posteriores son nor- males, este cigoto tetraploide dará origen a una planta con células tetraploides. La mayoría de las plantas tetraploides son vigorosas y sanas, y muchas de ellas completan con éxito la meiosis para formar gametos viables. Sin embargo, los game- tos son diploides (la meiosis normalmente produce gametos haploides a partir de células diploides). Estos gametos diploi- des se fusionan con otros gametos diploides para producir des- cendientes tetraploides, de manera que estos últimos no tienen dificultad para cruzarse con otros tetraploides de esa especie ni para autofecundarse (como hacen muchas plantas). Sin embargo, si un tetraploide se cruza con un individuo di- ploide de la especie “progenitora”, el resultado no es tan afor- tunado. Por ejemplo, si un espermatozoide diploide de una planta tetraploide fecunda un óvulo haploide de la especie pro- genitora, la descendencia será triploide, con tres copias de ca- da cromosoma. Muchos individuos triploides tienen problemas durante su crecimiento y desarrollo. Incluso si la descendencia triploide se desarrolla normalmente, será estéril: cuando una célula triploide intenta realizar la meiosis, el número impar de cromosomas hace imposible el apareamiento de los cromoso- mas. La meiosis fracasa y no se forman gametos viables. Puesto que la descendencia resultante de los apareamientos diploide- tetraploide es siempre estéril, las plantas tetraploides y sus progenitores diploides forman distintas comunidades reproduc- tivas que no logran cruzarse con éxito. Así, se forma una nueva especie en una sola generación. ¿Por qué la especiación por poliploidía es común en las plantas pero no en los animales? Muchas plantas pueden auto- fecundarse o reproducirse asexualmente, o presentar ambas modalidades. Si una planta tetraploide se autofecunda, enton- ces sus descendientes también serán tetraploides. Los descen- dientes asexuales, por supuesto, son genéticamente idénticos al progenitor y también son tetraploides. En cualquier caso, la nueva planta tetraploide podría perpetuarse y formar una nue- va especie. En cambio, la mayoría de los animales no pueden autofecundarse ni reproducirse asexualmente. Por consiguien- te, si un animal tuviera un descendiente tetraploide, éste ten- dría que aparearse con un miembro de la especie diploide progenitora, para producir descendientes triploides, los cuales seguramente serían estériles. La especiación mediante poliploi- día es sumamente común en las plantas; de hecho, casi la mi- tad de todas las especies de las plantas con flor son poliploides y muchas de ellas son tetraploides. Especiación por mutaciónDE CERCA
Compartir