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¿CÓMO SE REGULA EL CRECIMIENTO DE LAS POBLACIONES? 523 crías en función de la abundancia de lemmings. El búho nival llega a tener hasta 13 polluelos cuando los lemmings abun- dan, pero no se reproduce durante los años en que éstos esca- sean. En ciertos casos, un incremento en el número de depredadores causaría una reducción brusca de la población de la presa, la cual a la vez daría como resultado una disminu- ción en la población de depredadores. Este comportamiento origina ciclos de población desfasados, tanto de depredadores como de presas (véase la sección “Investigación científica: Ci- clos en las poblaciones de presas y depredadores”). En ciertos casos, los depredadores mantienen a sus presas muy por debajo de la capacidad de carga. Un ejemplo espec- tacular de este fenómeno es el nopal de tuna, oriundo de América Latina e introducido en Australia. Por falta de de- predadores naturales, el nopal creció exponencialmente y se propagó de forma incontrolable, destruyendo millones de hectáreas de pastizales y praderas valiosas. Finalmente, en la década de 1920 se importó de Argentina una palomilla del no- pal (depredadora de su fruto, la tuna) y se dejó en libertad pa- ra que se alimentara de los cactos. En unos pocos años los nopales quedaron prácticamente eliminados. En la actualidad la palomilla continúa manteniendo su presa cactácea en den- sidades de población bastante reducidas, muy por debajo de la capacidad de carga del ecosistema. Algunos depredadores contribuyen a mantener saludable a la población de sus presas seleccionando aquellas que son genéticamente débiles o que están adaptadas de manera ina- decuada. Si la población de presas excede la capacidad de car- ga de su ambiente, quizás algunos individuos se debiliten por la falta de alimento o sean incapaces de encontrar un refugio apropiado. En tales casos la conducta depredatoria manten- dría a la población de presas cercana a una densidad que pue- da sostenerse con los recursos del ecosistema. Los parásitos se extienden más rápidamente entre poblaciones densas En contraste con los depredadores, los parásitos se alimentan de organismos más grandes, sus huéspedes, a menudo causán- doles daño, aunque sin matarlos de inmediato o directamente. Son ejemplos de parásitos todos los organismos que producen enfermedades, como ciertas bacterias, hongos, lombrices in- testinales, garrapatas y protistas como el parásito de la mala- ria. Los insectos que se alimentan de plantas sin matarlas también son parásitos, como la polilla gitana que se alimenta de los árboles. En su mayoría, los parásitos tienen una movi- lidad limitada y se propagan más fácilmente de un huésped a otro cuando su densidad de población es grande. Por ejemplo, las enfermedades de las plantas y las plagas de insectos se ex- panden sin dificultad en grandes terrenos cultivados densa- mente, y las enfermedades infantiles se propagan con rapidez en escuelas y guarderías infantiles. Los parásitos influyen en el tamaño de las poblaciones porque debilitan a sus huéspedes y los hacen más proclives a morir por otras causas, como condi- ciones climáticas inclementes. Los organismos debilitados por los parásitos también son menos capaces de combatir otras in- fecciones, huir de depredadores o reproducirse. Los parásitos y los depredadores tienden a destruir las pre- sas menos aptas y a permitir la reproducción de las presas me- jor adaptadas. El resultado de esto es un equilibrio en el que se regula, pero no se elimina, la población de presas. El equi- librio de población de los ecosistemas se destruye cuando se introducen parásitos (o depredadores) en regiones donde las especies de presas locales no han tenido la oportunidad de crear defensas contra ellos. El virus de la viruela, transporta- do inadvertidamente por los viajeros europeos, causó estragos en la población nativa de Estados Unidos (incluyendo Ha- wai), Sudamérica y Australia. Traído desde Asia, el hongo que causa el chancro del castaño casi eliminó los castaños silves- tres de los bosques estadounidenses. Las ratas y las mangos- tas que se introdujeron en Hawai han exterminado muchas de las poblaciones de aves nativas del archipiélago. La competencia por los recursos contribuye a regular las poblaciones Los recursos que determinan la capacidad de carga (espacio, energía y nutrimentos) suelen ser insuficientes para sostener a todos los organismos que los necesitan. La competencia, de- finida como la interacción entre individuos que intentan utili- zar el mismo recurso limitado, restringe el tamaño de la población de un modo dependiente de la densidad. Existen dos formas principales de competencia: la competencia inte- respecífica (entre individuos de especies diferentes) y la com- petencia intraespecífica (entre individuos de la misma especie). Debido a que las necesidades de los miembros de una misma especie, en términos de agua y nutrimentos, refu- gio, lugares para reproducirse, luz y otros recursos son casi idénticas, la competencia intraespecífica es más intensa que la competencia interespecífica. Los organismos han perfeccionado varias formas de hacer frente a la competencia intraespecífica. Algunos de ellos, co- mo la mayoría de las plantas y muchos insectos, practican la competencia por invasión, que es una especie de batalla cam- pal por obtener los recursos como trofeo. Por ejemplo, cada hembra de polilla gitana pone una cantidad de hasta 1000 huevecillos en los troncos de los árboles del este norteameri- cano. Cuando se depositan los huevecillos, ejércitos de orugas reptan por el árbol (FIGURA 26-11). FIGURA 26-11 Competencia por invasión Polillas gitanas se reúnen en el tronco de un árbol para depositar grandes cantidades de huevecillos, los cuales producen cientos de orugas (recuadro).
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