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Biologia la Vida en La Tierra-comprimido-624

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La sabana africana contiene probablemente la colección
más variada e impresionante de grandes mamíferos de todo el
planeta. Entre estos mamíferos hay numerosos herbívoros,
como el antílope, el ñu, el búfalo de agua, el elefante y la jira-
fa, además de carnívoros como el león, el leopardo, la hiena y
el perro salvaje.
Efectos de las actividades humanas 
La población humana de África, en rápida expansión, consti-
tuye una amenaza para la flora y fauna de la sabana. La cace-
ría furtiva ha llevado al rinoceronte negro al borde de la
extinción (FIGURA 29-12) y pone en peligro al elefante africa-
no, una especie clave en ese ecosistema. Los abundantes pas-
tos que hacen de la sabana un hábitat idóneo para tantos
animales salvajes también la hacen adecuada para el pastoreo
de ganado doméstico. Cada vez en mayor medida, las cercas
constituyen un obstáculo para la migración de grandes mana-
das de herbívoros en busca de alimento y agua. Los ecólogos
han descubierto que los herbívoros autóctonos son mucho
592 Capítulo 29 LOS DIVERSOS ECOSISTEMAS DE LA TIERRA
FIGURA 29-12 La caza furtiva es una amenaza para la fauna afri-
cana
Los cuernos de rinoceronte que, según creen algunos, tienen pro-
piedades afrodisíacas, alcanzan precios exorbitantes y fomentan la
caza furtiva. El rinoceronte negro ya está prácticamente extinguido.
más eficientes que el ganado para transformar el pasto en car-
ne. Quizás en el futuro la sabana africana brinde sustento a
manadas de antílopes y a otros animales nativos grandes que
se alimentan de pasto, los cuales serán domesticados en vez
de criar ganado.
Desiertos
Incluso los pastos resistentes a la sequía necesitan al menos
de 250 a 500 mm de lluvia al año, de acuerdo con su distribu-
ción estacional y la temperatura media. Cuando caen menos de
250 mm de lluvia, se crean biomas de desierto. Aunque tende-
mos a pensar que los desiertos son calientes, en realidad se
definen en función de la falta de lluvia, no de sus temperatu-
ras. En el desierto de Gobi de Asia, por ejemplo, las tempera-
turas promedio están por debajo del punto de congelación
durante la mitad del año, en tanto que el promedio de las tem-
peraturas veraniegas fluctúa entre 41 y 43°C. Hay biomas de
desierto en todos los continentes, por lo regular entre los 20 y
los 30° de latitud norte y sur, y también en la sombra orográ-
fica de las principales cordilleras.
Al igual que todos los biomas, los desiertos comprenden
diversos ambientes. En un extremo se encuentran ciertas re-
giones del desierto del Sahara y del desierto de Atacama en
Chile, donde prácticamente nunca llueve y no crece vegeta-
ción (FIGURA 29-13a). Es más común que los desiertos se ca-
ractericen por una vegetación muy espaciada y grandes áreas
de suelo desnudo (FIGURA 29-13b). En muchos casos, las
plantas perennes son arbustos o cactáceas con sistemas de raí-
ces grandes pero poco profundas. Las raíces superficiales ab-
sorben rápidamente la humedad del suelo después de las
tormentas poco frecuentes del desierto. El resto de la planta
está cubierto, por lo regular, de una capa cérea e impermea-
ble que impide la evaporación del agua tan preciada. El agua
se almacena en los gruesos tallos de las cactáceas y otras plan-
tas suculentas. Las espinas de las cactáceas son hojas modifi-
cadas con fines de protección y conservación de agua que
prácticamente no presentan superficie de evaporación. En
muchos desiertos toda la lluvia cae durante unas cuantas tor-
mentas, y las flores silvestres anuales especializadas aprove-
chan el breve periodo de humedad para germinar, crecer,
florecer y producir semillas a toda prisa, en cuestión de un
mes o menos (FIGURA 29-14).
a) b) c)
FIGURA 29-13 Bioma de desierto
a) En las condiciones más extremas de calor y sequía, los desiertos están casi desprovistos de vida, como estas dunas de arena
del desierto del Sahara, en África. b) En gran parte de los estados de Utah y Nevada, el desierto de la Gran Cuenca presenta un
paisaje monótono de arbustos, como la artemisa y las quenopodiáceas, muy espaciados entre sí. Estos arbustos suelen secretar
un inhibidor del crecimiento a través de sus raíces, lo que impide la germinación de plantas cerca de ellos y, por consiguiente, re-
duce la competencia por el agua.

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