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describe en la sección “Investigación científica: El descu- brimiento de las vacunas”. En cada uno de estos casos, una exposición posterior al antígeno hace que las células de memoria —que llevan anti- cuerpos específicos para esta enfermedad— entren en acción, como si el sujeto hubiera contraído la enfermedad.Al proliferar más rápidamente que la primera vez, las células inmunitarias destruyen los organismos patógenos antes de que produzcan síntomas (véase la figura 36-12). En la actualidad, muchas enfermedades —incluidas polio- mielitis, difteria, fiebre tifoidea, paperas y sarampión— pue- den controlarse mediante la vacunación. La viruela, la más mortal de todas ellas, se erradicó por completo en 1980 gra- cias a los programas de vacunación masiva patrocinados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).Ahora sólo exis- ten dos lugares donde se conservan los virus de la viruela de manera legal en almacenes fríos, contra la remota posibilidad de que “bioterroristas” posean lotes de virus de viruela, razón por la que se necesitarían más vacunas en el futuro. Los antibióticos frenan la reproducción microbiana Cualquier infección desata una carrera entre los microbios in- vasores y la respuesta inmunitaria. Si la infección inicial es ma- respuesta inmunitaria (cantidad de anticuerpos producidos) tiempo a partir de la exposición (semanas) 0 1 2 3 2 30 1 segunda exposición intervalo entre exposiciones (puede ser de meses o años) primera exposición FIGURA 36-12 Células de memoria refuerzan la respuesta inmu- nitaria El sistema inmunitario responde de manera lenta y no muy intensa a la primera exposición a un organismo patógeno, pues las células B y T deben seleccionarse y multiplicarse. Una segunda exposición activa las células de memoria que se formaron durante la primera respuesta, por lo que la segunda respuesta es más rápida e intensa. La humanidad ha temido a la viruela desde la antigüedad. En el pasado esta enfermedad sumamente contagiosa provocaba la muerte del 30 por ciento de sus víctimas y dejaba a muchas otras desfiguradas con profundas cicatrices en la piel. Las cica- trices eran causadas por las erupciones llenas de pus antes de formar costras. Documentos de la India fechados en tiempos tan antiguos como el año 1100 a. de C. describen que la gen- te se protegía de la viruela exponiendo a sujetos saludables al pus de las erupciones de las víctimas de viruela. Aunque algu- nos de ellos morían, muchos receptores de esta primitiva forma de vacunación desarrollaban sólo síntomas leves y eran capaces de resistir la exposición posterior a la enfermedad. Para el siglo XIX la gente de Inglaterra había observado que las víctimas de vaccinia o viruela vacuna (una enfermedad relacionada pero mucho menos grave) no enfermaban de viruela. En 1796 el ci- rujano británico y biólogo experimental Edgard Jenner obtuvo líquido de las erupciones de viruela vacuna en las manos de una mujer que ordeñaba vacas e inoculó a un niño de ocho años con este material cargado de bacterias (FIGURA E36-1). Unos meses después, en un experimento atrevido y arriesgado, Jen- ner inoculó al niño con material de una lesión de viruela huma- na. Por fortuna, el niño siguió sano. Después de repetir estos resultados, Jenner publicó sus hallazgos en 1798. Esta forma inicial de vacunación se adoptó rápidamente en Europa y final- mente en todo el mundo, lo que redujo drásticamente el núme- ro de muertes provocadas por viruela. De manera sorprendente, casi pasó un siglo antes de que el procedimiento de vacunación se aplicara a otras enfermedades infecciosas. Louis Pasteur fue quien logró esto a finales del si- glo XIX, por lo que se le considera como uno de los científicos más distinguidos en la historia y como uno de los primeros en reconocer el papel de los microbios como causantes de enferme- dades. Como sucede a menudo en los experimentos científicos, los sucesos producto del azar, en combinación con cuidadosas observaciones, guiaron el trabajo inicial de Pasteur en torno a las vacunas. Pasteur logró hacer crecer la bacteria causante del cóle- ra de las aves en un medio de cultivo, y descubrió que causaba la enfermedad mortal cuando se inyectaba en pollos. La historia cuenta que cuando Pasteur inyectó a los pollos con la bacteria de un viejo cultivo que se había dejado en el laboratorio durante las vacaciones de verano, los pollos enfermaron, pero sobrevi- vieron. Luego, hizo crecer un cultivo fresco y necesitó pollos pa- ra inocular, así que utilizó algunos de los que sobrevivieron al experimento anterior. Para su sorpresa, los pollos siguieron sa- ludables. De esta forma, Pasteur planteó la hipótesis de que las bacterias debilitadas podían proteger contra posteriores infec- ciones provocadas por bacterias saludables, y acuñó el término “vacuna” (que proviene de la palabra latina “vaca”) en memo- ria del trabajo pionero de Jenner con la viruela vacuna. Pasteur aplicó después la técnica al ántrax en las ovejas y luego a la ra- bia, lo que le permitió salvar a un niño que había sido mordido varias veces por un perro rabioso. Aunque Pasteur no tenía co- nocimiento del sistema inmunitario, sus experimentos marcaron el comienzo de la ciencia de la inmunología. Como el mismo Pasteur afirmó: “La casualidad favorece a las mentes prepara- das”. Este conocimiento es tan relevante para la investigación científica como lo fue hace un siglo. El descubrimiento de las vacunasINVESTIGACIÓN CIENTÍFICA FIGURA E36-1 Jenner expone a un niño a la viruela que ata- ca al ganado vacuno como una forma de vacunación contra la viruela humana
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