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Biologia la Vida en La Tierra-comprimido-764

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describe en la sección “Investigación científica: El descu-
brimiento de las vacunas”.
En cada uno de estos casos, una exposición posterior al 
antígeno hace que las células de memoria —que llevan anti-
cuerpos específicos para esta enfermedad— entren en acción,
como si el sujeto hubiera contraído la enfermedad.Al proliferar
más rápidamente que la primera vez, las células inmunitarias
destruyen los organismos patógenos antes de que produzcan
síntomas (véase la figura 36-12).
En la actualidad, muchas enfermedades —incluidas polio-
mielitis, difteria, fiebre tifoidea, paperas y sarampión— pue-
den controlarse mediante la vacunación. La viruela, la más
mortal de todas ellas, se erradicó por completo en 1980 gra-
cias a los programas de vacunación masiva patrocinados por
la Organización Mundial de la Salud (OMS).Ahora sólo exis-
ten dos lugares donde se conservan los virus de la viruela de
manera legal en almacenes fríos, contra la remota posibilidad
de que “bioterroristas” posean lotes de virus de viruela, razón
por la que se necesitarían más vacunas en el futuro.
Los antibióticos frenan la reproducción microbiana
Cualquier infección desata una carrera entre los microbios in-
vasores y la respuesta inmunitaria. Si la infección inicial es ma-
respuesta
inmunitaria
(cantidad de
anticuerpos
producidos)
tiempo a partir de la exposición (semanas)
0 1 2 3 2 30 1
segunda
exposición
intervalo
entre
exposiciones
(puede ser
de meses
o años)
primera
exposición
FIGURA 36-12 Células de memoria refuerzan la respuesta inmu-
nitaria
El sistema inmunitario responde de manera lenta y no muy intensa
a la primera exposición a un organismo patógeno, pues las células
B y T deben seleccionarse y multiplicarse. Una segunda exposición
activa las células de memoria que se formaron durante la primera
respuesta, por lo que la segunda respuesta es más rápida e intensa.
La humanidad ha temido a la viruela desde la antigüedad. En el
pasado esta enfermedad sumamente contagiosa provocaba la
muerte del 30 por ciento de sus víctimas y dejaba a muchas
otras desfiguradas con profundas cicatrices en la piel. Las cica-
trices eran causadas por las erupciones llenas de pus antes de
formar costras. Documentos de la India fechados en tiempos
tan antiguos como el año 1100 a. de C. describen que la gen-
te se protegía de la viruela exponiendo a sujetos saludables al
pus de las erupciones de las víctimas de viruela. Aunque algu-
nos de ellos morían, muchos receptores de esta primitiva forma
de vacunación desarrollaban sólo síntomas leves y eran capaces 
de resistir la exposición posterior a la enfermedad. Para el siglo
XIX la gente de Inglaterra había observado que las víctimas de
vaccinia o viruela vacuna (una enfermedad relacionada pero
mucho menos grave) no enfermaban de viruela. En 1796 el ci-
rujano británico y biólogo experimental Edgard Jenner obtuvo
líquido de las erupciones de viruela vacuna en las manos de una
mujer que ordeñaba vacas e inoculó a un niño de ocho años
con este material cargado de bacterias (FIGURA E36-1). Unos
meses después, en un experimento atrevido y arriesgado, Jen-
ner inoculó al niño con material de una lesión de viruela huma-
na. Por fortuna, el niño siguió sano. Después de repetir estos
resultados, Jenner publicó sus hallazgos en 1798. Esta forma
inicial de vacunación se adoptó rápidamente en Europa y final-
mente en todo el mundo, lo que redujo drásticamente el núme-
ro de muertes provocadas por viruela.
De manera sorprendente, casi pasó un siglo antes de que el
procedimiento de vacunación se aplicara a otras enfermedades
infecciosas. Louis Pasteur fue quien logró esto a finales del si-
glo XIX, por lo que se le considera como uno de los científicos
más distinguidos en la historia y como uno de los primeros en
reconocer el papel de los microbios como causantes de enferme-
dades. Como sucede a menudo en los experimentos científicos,
los sucesos producto del azar, en combinación con cuidadosas
observaciones, guiaron el trabajo inicial de Pasteur en torno a las
vacunas. Pasteur logró hacer crecer la bacteria causante del cóle-
ra de las aves en un medio de cultivo, y descubrió que causaba la
enfermedad mortal cuando se inyectaba en pollos. La historia
cuenta que cuando Pasteur inyectó a los pollos con la bacteria de
un viejo cultivo que se había dejado en el laboratorio durante
las vacaciones de verano, los pollos enfermaron, pero sobrevi-
vieron. Luego, hizo crecer un cultivo fresco y necesitó pollos pa-
ra inocular, así que utilizó algunos de los que sobrevivieron al
experimento anterior. Para su sorpresa, los pollos siguieron sa-
ludables. De esta forma, Pasteur planteó la hipótesis de que las
bacterias debilitadas podían proteger contra posteriores infec-
ciones provocadas por bacterias saludables, y acuñó el término
“vacuna” (que proviene de la palabra latina “vaca”) en memo-
ria del trabajo pionero de Jenner con la viruela vacuna. Pasteur
aplicó después la técnica al ántrax en las ovejas y luego a la ra-
bia, lo que le permitió salvar a un niño que había sido mordido
varias veces por un perro rabioso. Aunque Pasteur no tenía co-
nocimiento del sistema inmunitario, sus experimentos marcaron
el comienzo de la ciencia de la inmunología. Como el mismo
Pasteur afirmó: “La casualidad favorece a las mentes prepara-
das”. Este conocimiento es tan relevante para la investigación
científica como lo fue hace un siglo.
El descubrimiento de las vacunasINVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
FIGURA E36-1 Jenner expone a un niño a la viruela que ata-
ca al ganado vacuno como una forma de vacunación contra
la viruela humana

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