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Biologia la Vida en La Tierra-comprimido-801

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¿CÓMO SE ORGANIZAN LOS SISTEMAS NERVIOSOS? 769
Es muy probable que conozcas a alguien que tiene una adicción.
¿Cómo es posible que sustancias como la nicotina, al alcohol o
la cocaína influyan tan profundamente en la vida de las perso-
nas? Una buena parte de la respuesta radica en los efectos que
estos fármacos tienen sobre los neurotransmisores y en la forma
en que el sistema nervioso se adapta a tales efectos insidiosos.
Las drogas adictivas activan el “circuito de recompensa” del
cerebro, generando sensaciones de intenso placer. La cocaína es
un buen ejemplo. Las sinapsis del cerebro que usan los neuro-
transmisores dopamina, serotonina o noradrenalina contribuyen
a nuestro nivel de energía y a nuestra sensación general de bie-
nestar. Normalmente, la neurona presináptica, después de libe-
rar uno de estos neurotransmisores, comienza a reabsorberlos
inmediatamente por bombeo, lo que limita sus efectos. Los in-
vestigadores han descubierto que la cocaína bloquea este meca-
nismo de bombeo. ¿El resultado? Cuando una persona consume
cocaína, estos neurotransmisores permanecen en sus sinapsis
mucho más tiempo y alcanzan niveles más altos de concentra-
ción, lo que intensifica sus efectos. El usuario se siente eufórico y
lleno de energía. Sin embargo, en algún momento el cerebro in-
tenta restablecer su estado normal. Durante el uso repetido de la
cocaína, las neuronas postsinápticas reducen el número de re-
ceptores para esos neurotransmisores. Al estar presentes menos
receptores, los elevados niveles de neurotransmisor causados
por la cocaína se vuelven indispensables para que el usuario se
sienta normal. Cuando se retira la cocaína, las neuronas postsi-
nápticas reciben un estímulo insuficiente y el usuario experimen-
ta una “caída” emocional que sólo puede aliviarse con más
cocaína. Cada vez se requiere mayor cantidad de la droga ape-
nas para sentirse bien y, desde luego, para sentirse eufórico; en-
tonces, el usuario se ha convertido en adicto (FIGURA E38-6).
El alcohol estimula receptores del neurotransmisor GABA
(ácido gamma-aminobutírico), lo que intensifica las señales neu-
ronales de inhibición y bloquea receptores de glutamato, lo
cual, a la vez, reduce las señales de excitación. Cuando una per-
sona bebe a menudo, el cerebro la compensa reduciendo el nú-
mero de receptores de GABA y aumentando los receptores de
glutamato. Sin el alcohol, un alcohólico se siente inquieto y ner-
vioso: en pocas palabras, sobreestimulado. En casos extremos,
la abstinencia del alcohol puede causar convulsiones. La nicotina
y otros componentes del humo del cigarrillo también interfieren
en la transmisión sináptica normal y producen una serie de efec-
tos adictivos. Para superar una adicción, los usuarios de drogas
deben experimentar el sufrimiento causado por un sistema ner-
vioso privado de un fármaco al que se ha adaptado. Aunque 
finalmente los receptores regresan a sus niveles normales, es
común que el ansia por la droga recurra periódicamente, por
causas que todavía se desconocen.
Es posible también que conozcas a una persona con mal de
Parkinson o mal de Alzheimer. Ambos son resultado de la muer-
te de neuronas específicas del cerebro y de la pérdida de 
sus neurotransmisores, que normalmente las comunican con
otras neuronas. En el mal de Parkinson, mueren neuronas del
mesencéfalo que liberan dopamina y esto interfiere en el com-
plejo sistema de control que da suavidad a los movimientos.
Quienes padecen este mal experimentan temblores y tienen 
dificultad para iniciar movimientos. En el mal de Alzheimer, neu-
ronas de los lóbulos temporales que producen el neurotransmi-
sor acetilcolina mueren en grandes cantidades. La pérdida de
memoria es un síntoma prominente del mal de Alzheimer.
El neurotransmisor serotonina actúa en el encéfalo y la mé-
dula espinal. Una insuficiencia de serotonina provoca depre-
sión. El antidepresivo Prozac® bloquea selectivamente la reab-
sorción de serotonina en las neuronas presinápticas, lo que in-
tensifica los efectos del neurotransmisor. Quizás hayas
escuchado hablar del Éxtasis (MDMA), un pariente de las anfe-
taminas. Esta droga provoca un aumento masivo temporal de la
serotonina en las sinapsis. Los usuarios reportan sentimientos
de placer, aumento en la energía, elevada conciencia sensorial
y mejores relaciones con otras personas. Creciente evidencia
proveniente de investigaciones no sólo con animales sino tam-
bién con seres humanos sugiere que los usuarios del Éxtasis po-
drían sufrir en el largo plazo daño en las neuronas productoras de
serotonina, así como deficiencias en la capacidad de aprendizaje
y la memoria. Nuevos estudios con primates sugieren que el
MDMA también daña las neuronas productoras de dopamina; si
esto también es cierto para los humanos, los usuarios de MDMA
podrían ser particularmente vulnerables al mal de Parkinson más
adelante en la vida.
Los efectos analgésicos (que alivian el dolor) de los opiáceos
vegetales, como la morfina, el opio, la codeína y la heroína, se
conocen desde hace siglos. Puesto que el cerebro tiene recep-
tores para estas moléculas, los investigadores pensaron que
quizá esos opiáceos vegetales se parecerían a sustancias (en-
tonces) desconocidas, producidas por el cerebro, que atenúan
la percepción del dolor. La búsqueda de tales sustancias rindió
frutos en 1975 con el descubrimiento de los opioides (sustan-
cias parecidas al opio); las endorfinas son un grupo de opioides.
Ciertos opioides suprimen el dolor en momentos de extrema
tensión, como en un campo de batalla o en uno de fútbol ame-
ricano. Los opioides que se liberan durante el ejercicio vigoro-
so podrían explicar la conocida “euforia de corredor”. 
Drogas, enfermedades y neurotransmisoresGUARDIÁN DE LA SALUD
FIGURA E38-6 Adicción
Un adicto experimenta sufrimiento físico y emocional extremos
cuando se ve privado de la droga porque su sistema nervioso
se ha adaptado a ella.

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