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Las plantas regulan sus estomas Luz. Cuando incide luz sobre pigmentos especiales conte- nidos en las células oclusivas, se inicia una serie de reaccio- nes que hacen que se transporte activamente potasio al interior de esas células. El agua lo sigue por ósmosis y los estomas se hinchan y se abren. De noche, el bombeo de po- tasio cesa. El potasio “sobrante” dentro de las células oclu- sivas sale por difusión, por lo que los estomas se cierran, conservando agua. • Dióxido de carbono. Las concentraciones bajas de CO2 (como las que se presentan durante el día cuando la foto- síntesis excede la respiración celular) estimulan el trans- porte activo de potasio a las células oclusivas. Esto hace que se abran los estomas y entre CO2 a las hojas por difu- sión. De noche, la respiración celular en ausencia de foto- síntesis eleva los niveles de CO2, lo que detiene el transporte de potasio al interior de las células oclusivas y permite que éstas se cierren. • Agua. Si una hoja pierde agua con mayor rapidez de la que puede reponerla, comienza a marchitarse. En estas condi- ciones, las células del mesófilo excretan una hormona (lla- mada ácido abscísico, que se describirá en el capítulo 44), la cual inhibe intensamente el transporte activo de potasio a las células oclusivas (aun cuando la luz es adecuada). Al La distribución de las plantas en el planeta está limitada por fac- tores ambientales y por las adaptaciones de las plantas. Tal vez el factor ambiental más importante que afecta la distribución de las plantas sea el agua. Los cactus habitan en los desiertos por- que pueden resistir la sequía; las orquídeas y las caobas nece- sitan los frecuentes aguaceros de la selva tropical. Sin embargo, esta relación funciona en ambos sentidos: las plantas, mediante la transpiración, ayudan a regular la cantidad y la distribución de la precipitación pluvial, el agua en el suelo e incluso el flujo de los ríos. Consideremos la selva tropical del Amazonas (FIGURA E42- 2). Un acre de suelo (unos 4000 m2) sustenta cientos de árboles gigantes, cada uno de los cuales tiene millones de hojas. El área superficial de las hojas es inconmensurablemente mayor que la del suelo, así que el 75 por ciento de toda el agua que se eva- pora del acre de bosque proviene de la transpiración de las ho- jas. Esta transpiración eleva la humedad del aire. De hecho, casi la mitad del agua transpirada por las hojas vuelve a caer en for- ma de lluvia. Así que cerca de un tercio de la precipitación to- tal es agua reciclada por transpiración. En un sentido muy real, la elevada humedad y los frecuentes aguaceros que la selva necesita para sobrevivir en parte son creados por la selva mis- ma. En la actualidad, continúa la tala inmoderada de la selva amazónica. Los árboles, al ser quemados, liberan CO2 y son remplazados por cultivos que servirán de alimento a la crecien- te población y, en los últimos tiempos, para cultivar soya y pro- ducir combustibles biodiésel. Los cultivos agrícolas no son ni cercanamente tan eficientes para atrapar la humedad y transpi- rar como los árboles que remplazan. En consecuencia, aumen- tan las aguas de escurrimiento, la humedad se reduce y las lluvias disminuyen. La menor cantidad de lluvia no sólo frena la reforestación de los bosques y las selvas después de que los campos son abandonados, sino también daña a las zonas cer- canas, cambiando gradualmente su tipo de vegetación. Aun- que es posible proteger partes de las selvas tropicales de la tala, el ecosistema entero es susceptible a los efectos del cam- bio climático provocado por la pérdida de árboles en las áreas deforestadas. El bosque neblinoso de Monteverde, que cubre las zonas más elevadas de la Cordillera de Tilarán en Costa Rica, es ente- ramente dependiente de un manto de niebla casi constante. La transpiración de las selvas bajas de Costa Rica aportan hume- dad a los vientos que fluyen hacia arriba por las pendientes de las montañas; esta humedad se condensa y forma neblina a me- dida que el aire se enfría. Los científicos que estudian el bosque neblinoso de Monteverde han notado una alarmante tendencia: las nubes están subiendo. Las poblaciones de ranas y sapos han declinado considerablemente en algunas áreas y las aves que normalmente no se encuentran en los bosques neblinosos es- tán invadiendo las tierras bajas en las que antes había nubes. ¿Por qué? Un siglo de tala inmoderada ha eliminado el 80 por ciento de las selvas de tierras bajas en Costa Rica. El ecólogo Robert Lawton y sus colaboradores, utilizando imágenes sateli- tales, encontraron que las áreas deforestadas tenían una cober- tura de nubes relativamente baja en comparación con las selvas cercanas. Como los vientos que suben por las pendientes mon- tañosas obtienen agua de las tierras bajas, los investigadores piensan que la transpiración reducida ha disminuido el conteni- do de humedad del aire, así que éste debe subir más alto an- tes de que se formen las nubes. Las condiciones libres de niebla se están volviendo más comunes, y los científicos advierten que si las nubes desaparecen por varios días de manera simultánea, el frágil ecosistema podría colapsar. Estos ejemplos muestran que las plantas influyen considera- blemente sobre las propiedades de la biosfera, como la hume- dad, la precipitación pluvial, el agua del suelo y el caudal de los ríos. Tales factores, a la vez, influyen en todas las formas de vi- da de la región. Las actividades humanas que alteran las plan- tas pueden tener un importante efecto sobre los ecosistemas. Las plantas ayudan a regular la distribución del aguaGUARDIÁN DE LA TIERRA FIGURA E42-2 La selva tropical amazónica La comunidad selvática ayuda a producir y conservar su propio ambiente.
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