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que los trans, y éstos, menores que los saturados. Por ello, las grasas animales ricas en ácidos grasos satura- dos son normalmente sólidas a temperatura ambiente, mientras que los aceites y las grasas vegetales, por su mayor riqueza en ácidos grasos insaturados, suelen ser líquidos. Esta propiedad está relacionada con el grado de empaquetamiento entre las moléculas, que es mayor entre las cadenas saturadas que entre las insa- turadas con dobles enlaces cis. 4. Los ácidos grasos insaturados son fácilmente oxida- bles por el oxígeno atmosférico, formando peróxidos, sobre todo en caliente, lo que explica su tendencia al enranciamiento y a la pérdida de su calidad y fluidez. Los alcoholes grasos, de forma semejante a los ácidos gra- sos, son compuestos con cadenas hidrocarbonadas lineales de longitud variable y que contienen, al menos, una función alcohol en uno de sus extremos. Según su abundancia como constituyentes de los lípidos se pueden clasificar en dos gran- des grupos: 1. Alcoholes muy ubicuos: existen dos, el glicerol (Fig. 6-1a), también llamado glicerina o 1,2,3-propanotriol, que es el alcohol básico en los acilglicéridos y fos- foacilglicéridos, y la esfingosina, alcohol básico de la estructura de los derivados de las ceramidas. 2. Alcoholes de menor abundancia relativa: este grupo incluye, en primer lugar, la serie de alcoholes de cade- na larga y número par de carbonos, semejantes en tama- ño a los ácidos grasos y que se encuentran normalmen- te en las ceras animales (abejas, cerumen del oído) o vegetales. Entre ellos, cabe destacar el alcohol cetílico, saturado y de 16 carbonos (Fig. 6-1b), pero existen algunos mucho más largos, como el alcohol melísico, Lípidos | 77 Recuadro 6-1. GRASAS, DIETA Y NECESIDADES NUTRICIONALES HUMANAS Mucho se ha escrito sobre las necesida- des nutricionales de grasas, las ventajas de los ácidos grasos insaturados sobre los saturados, y dentro de los primeros las bondades de los ω3, siendo frecuen- te encontrar con el mercado alimentos enriquecidos con este tipo de ácidos grasos. En principio, el único requisito nutricional absoluto respecto a los lípi- dos es la necesidad de ingerir una pequeña proporción de ácidos grasos esenciales (principalmente linoleico y linolénico), que en una dieta con un balance lipídico normal suponen menos del 1% de la ingesta total de lípidos. Las grasas animales contienen entre 40-60% de ácidos grasos saturados, un 30-50% de insaturados y menos del 5% de poliinsaturados, con sólo trazas de los ω3. Las vegetales, excepto alguna excepción como el aceite de cacao, con alto contenido en saturados, tienen entre 10-20% de saturados y el resto insatura- dos, con predominio variable. El aceite de oliva tiene 79% de oleíco, mientras el de girasol posee un 76% de linoleico. Pero los vegetales tienen también poco contenido de los ω3, y sólo el de soja puede llegar a un contenido cercano al 5%. Los aceites de pescado, como sal- món, sardina o arenque, son los únicos que contienen hasta un 25% de ácidos grasos ω3. ¿Pero cuáles son las razones científi- cas que justifican la necesidad de los esenciales y la bondad de los insaturados, especialmente los ω3? En primer lugar, la deficiencia de los esenciales produce a medio plazo dermatitis, mala cicatriza- ción de las heridas y coagulación sanguí- nea dificultosa. Las razones están basadas en su carácter precursor para formar PG, TX y LT, compuestos importantes para muchos procesos. Las PG de la serie 2 necesitan un precursor ω6 para formarse (directamente araquidónico e indirecta- mente linoleico), y las de la serie 3 nece- sitan un ω3 como el EPA (Ácido EicosaPentaenoico, C20:5, ∆5,8,11,14,17). Otro hecho directamente relacionado con los ω3 es el DHA (Ácido DocosaHexaenoico, C22:6, ∆54,7,10,13,16,19) que está presente en la retina y en algunas membranas neurona- les del cerebro, por lo que se propone que este ácido graso podría ser necesario para mejorar la visión o el funcionamiento cerebral. En general, los ácidos grasos insa- turados parece que reducen el riesgo de trombosis, no sólo los esenciales ni los ω3, debido al efecto sobre el nivel plas- mático de lipoproteínas, especialmente sobre la ApoE. Además, de forma opuesta a los saturados, aceleran la ubi- quitinación y el recambio intracelular de proteínas (véase el Cap. 16) mejo- rando el metabolismo celular. Por otra parte, es muy aceptada la idea de que las dietas ricas en ácidos grasos insaturados rebajan el nivel de colesterol y triacilglicéridos en plasma. Es cierto que dietas ricas en ácidos gra- sos saturados aumentan la colesterole- mia, y dietas ricas en insaturados la bajan, pero no se conoce ningún meca- nismo molecular riguroso que relacione estos dos parámetros. Algunos investi- gadores creen que se trata de una rela- ción coyuntural basada en la asociación: las grasas animales tienen más ácidos grasos saturados y más contenido en colesterol, mientras que las grasas vege- tales más insaturadas no tienen coleste- rol, sino que contienen fitosteroles (principalmente β-sitosterol), un esterol que se absorbe mal en el intestino y en gran parte se excreta. Por tanto, los dos parámetros serían independientes, y la asociación en la fuente nutricional explicaría la correlación inversa entre ácidos grasos insaturados y bajo coles- terol. 06 Capitulo 06 8/4/05 09:50 Página 77
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