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debe a la selección del repertorio de linfocitos T que ocurre en el timo, por la cual se seleccionan aquellos tipos que reco- nocen moléculas de MHC propias; de manera que el recono- cimiento de antígeno por el TcR se realiza de manera con- junta de la molécula de MHC de clase II, más el péptido antigénico, en los linfocitos T CD4+, y de MHC de clase I, más el péptido antigénico, en los linfocitos T CD8+. Normalmente, este sistema es capaz de distinguir entre las células propias sanas y las propias infectadas o las extra- ñas, para cuya eliminación pone en marcha la respuesta inmunitaria. No obstante, existe un notable y creciente catá- logo de enfermedades autoinmunitarias, que se desencade- nan cuando, por error, el sistema inmunitario reconoce célu- las propias como extrañas (son ejemplos la diabetes mellitus de tipo I en el Recuadro 31-1 o la fiebre reumática). Asimismo, se pueden desencadenar respuestas inmunitarias desproporcionadas frente a antígenos inocuos, dando lugar a las reacciones de hipersensibilidad, como es el caso de las alergias que pueden desencadenar respuestas asmáticas, der- matitis por contacto, etcétera. 31.10 EL VIH Y LA NEUTRALIZACIÓN DE LA RESPUESTA INMUNITARIA Dado el papel central que desempeñan los linfocitos T CD4+ en el desarrollo de la respuesta inmunitaria, es evi- dente que su neutralización supondrá un grave problema La respuesta inmunitaria | 555 Recuadro 31-1. UNA ENFERMEDAD AUTOINMUNITARIA: LA DIABETES MELLITUS DE TIPO I Es la forma más grave de diabetes y, aunque afecta ya a un número conside- rable de personas (casi un 0.3% de la población mundial), tiende a extender- se. La enfermedad, que era mortal a principios del siglo XX, se puede tratar mediante la inyección, varias veces al día de por vida, de insulina exógena. A la larga, suelen aparecer ciertas secue- las, debidas al daño que sufren los vasos sanguíneos, lo que origina cardiopatías, parálisis, ceguera, disfunciones renales, entre otras afecciones. Otro aspecto relevante de esta enfermedad es que la mayor parte de las personas a las que se les diagnostica son jóvenes menores de 30 años, razón por la que se ha llamado diabetes juvenil. La dolencia la origina un ataque autoinmunitario a las células β de los islotes de Langerhans, dispersos por todo el páncreas, que vienen a suponer una de cada cuatro células de dichos islotes. Al destruirse estas células, que son las que producen insulina, la hormona no se fabrica, se acumula glucosa en la sangre y el organismo se deshidrata, como con- secuencia del esfuerzo renal realizado para expulsar el exceso en la orina. Las células del cuerpo ayunan, en un auténti- co mar de abundancia de glucosa; degra- dan incontroladamente sus reservas de lípidos y proteínas para proveerse de la energía que precisan, lo que origina una intensa cetogénesis hepática, y un nivel elevadísimo de cuerpos cetónicos en san- gre, que puede desembocar en el coma y la muerte. Inyectando insulina, el círculo vicioso se detiene, aunque la inyección periódica no puede sustituir perfecta- mente al modelo normal de secreción de la hormona por el páncreas, por lo que se pueden producir desarreglos que van deteriorando los vasos de los tejidos. La enfermedad se incuba silencio- samente, incluso durante años, en los que el sistema inmunitario va destru- yendo progresivamente las células β. Los síntomas sólo aparecen cuando se ha destruido más del 80% de las mis- mas; el resto, se destruirán en los 2 ó 3 años siguientes. Los linfocitos T citotóxicos son los principales causantes de la muerte celu- lar. ¿Por qué? La teoría más verosímil es que la autoinmunidad la provoca un pro- ceso de mimetismo molecular: un antí- geno extraño, de un virus u otro microor- ganismo, con una conformación o una composición química gemela a la de algún componente de las células β, que podría desencadenar un ataque del siste- ma inmunitario contra ese antígeno pro- pio, al mismo tiempo que contra el ajeno. Así pues, cuando algún agente mi- mético dispara la respuesta inmunitaria (¿mediada por células?) contra las célu- las β, el ataque se mantiene en el tiem- po como si estuviesen infectadas por un virus; por otro lado, dicho ataque es incluso mucho más agresivo de lo habi- tual, porque las células β tienden a exponer, cuando están dañadas, un número excesivo de antígenos de histo- compatibilidad de clase I y porque, ade- más, parece fallar el mecanismo de supresión natural de respuestas autoin- munitarias. Se trabaja intensamente para diluci- dar qué proteína de las células β es la que activa el ataque autoinmunitario. Hace algunos años se propuso que la en- zima glutamato descarboxilasa (GAD) podría ser tal molécula y, recientemente, investigadores trabajando con ratones diabéticos manipulados genéticamente para no producir GAD, han logrado con- trolar la aparición de diabetes en dichos animales. En cuanto al tratamiento, ya se ha apuntado la posibilidad de tras- plantar células β carentes de la enzima GAD, así como la de aplicar determina- dos tratamientos que «acostumbren» a los linfocitos Tc a tolerar a esta molécu- la, incluso en presencia del antígeno mimético extraño. Estos trabajos, y otros similares, son prometedores porque van en la dirección de explicar esta enfermedad por la presencia de una sola molécula, lo que abre nuevos horizontes para el tratamiento de tan grave enfermedad. 31 Capitulo 31 8/4/05 15:10 Página 555 BIOQUÍMICA Y BIOLOGÍA MOLECULAR (...) CONTENIDO PARTE III EL NIVEL MOLECULAR EN BIOMEDICINA 31 LA RESPUESTA INMUNITARIA 31.10 EL VIH Y LA NEUTRALIZACIÓN DE LA RESPUESTA INMUNITARIA
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