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HUESOS DEL MIEMBRO INFERIOR

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Variantes anatómicas
 Procedimientos diagnósticos
 Ciclo vital
 Procedimientos quirúrgicos
 Traumatismo
 Patología
Los miembros (extremidades) inferiores están especializados en la locomoción, el
sostén del peso corporal y el mantenimiento del equilibrio. Los miembros inferiores
están conectados al tronco mediante la cintura pélvica, un anillo óseo compuesto por
el sacro y los huesos coxales derecho e izquierdo, los cuales están unidos
anteriormente por la sínfisis del pubis. El miembro inferior tiene seis partes
principales o regiones (fig. 7-1):
1. La región glútea es la transición entre el tronco y los miembros
inferiores libres. Esto incluye las nalgas y la cadera o región de la
cadera, que se encuentran alrededor de la articulación coxofemoral y el
trocánter mayor del fémur.
2. La región femoral o muslo contiene el fémur y conecta la cadera y la
rodilla.
3. La rodilla o región de la rodilla, que contiene la porción distal del
fémur, las porciones proximales de tibia y fíbula (peroné), junto con la
patela (rótula), así como las articulaciones entre estas estructuras óseas;
el hueco, relleno de grasa, posterior a la rodilla se denomina fosa
poplítea.
4. La pierna o región de la pierna, que conecta la rodilla y el tobillo y
contiene la tibia y la fíbula; la pantorilla es el relieve posterior de la
pierna. Es frecuente la alusión incorrecta a todo el miembro inferior
como «la pierna».
5. El tobillo o región talocrural, que incluye la porción distal estrecha de
la pierna y la articulación talocrural (del tobillo).
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6. El pie o región del pie, la parte distal del miembro inferior, que
contiene el tarso (que conecta el tobillo y el pie), el metatarso y las
falanges (huesos de los dedos); la superficie superior es el dorso del
pie, y la superficie inferior, que contacta con el suelo, es la planta o
región plantar. El dedo gordo (en latín, hallux) tiene solo dos
falanges, mientras que los otros dedos tienen tres.
FIGURA 7-1. Miembro inferior. A) Regiones y huesos del miembro inferior. B y
C) Centro de gravedad en posición de bipedestación relajada.
HUESOS DEL MIEMBRO INFERIOR
El peso corporal se transfiere desde la columna vertebral, a través de las
articulaciones sacroilíacas, hacia la cintura pélvica, y desde la cintura pélvica, a
través de cada articulación coxofemoral, hacia el fémur y luego a través de los
fémures hasta las articulaciones de las rodillas. A continuación el peso se transfiere
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desde la articulación de la rodilla hacia la articulación talocrural por medio de la tibia.
La fíbula no se articula con el fémur y no soporta peso. En el tobillo, el peso se
transfiere hacia el talus. El talus es la piedra angular de un arco longitudinal formado
por los huesos del tarso y el metatarso de cada pie, que distribuye el peso
uniformemente entre el talón y el antepié en bipedestación. Para soportar mejor la
postura erguida, en bipedestación, los fémures se disponen oblicuamente (dirigidos
inferomedialmente) dentro de los muslos, de manera que en la bipedestación las
rodillas están adyacentes y se sitúan directamente por debajo del tronco, reorientando
el centro de gravedad hacia los ejes verticales de piernas y pies (figuras 7-1 y 7-2 A y
E). Los fémures de las mujeres son ligeramente más oblicuos que los de los hombres,
debido a la mayor anchura de sus pelvis.
Hueso coxal
Cada hueso coxal definitivo está formado por la fusión de tres huesos primarios:
ilion, isquion y pubis (fig. 7-3 A). En la pubertad, estos huesos están todavía
separados por un cartílago trirradiado. El cartílago desaparece y los huesos
empiezan a fusionarse a los 15-17 años de edad; la fusión es completa entre los 20 y
25 años de edad.
El ilion, la parte superior y más grande del hueso coxal, contribuye a la
porción superior del acetábulo (fig. 7-3), la cavidad en forma de copa
situada en la cara lateral del hueso coxal para la articulación con la cabeza
del fémur. El ilion consta de un cuerpo, que se une al pubis e isquion en el
acetábulo, y un ala, que está limitada superiormente por la cresta ilíaca.
El isquion forma la parte posteroinferior del acetábulo y del hueso coxal.
El isquion consta de un cuerpo, al que se unen el ilion y la rama superior del
pubis para formar el acetábulo. La rama del isquion se une a la rama
inferior del pubis para formar la rama isquiopubiana (fig. 7-3 C).
El pubis forma la porción anterior del acetábulo y la parte anteromedial
del hueso coxal. El pubis derecho tiene un cuerpo que se articula con el del
pubis izquierdo en la sínfisis del pubis. También tiene dos ramas, superior e
inferior.
Para colocar el hueso coxal en la posición anatómica (figura 7-3 B y C)
hay que situarlo así:
La espina ilíaca anterior superior (EIAS) y la cara anterosuperior del pubis
se sitúan en el mismo plano frontal.
La superficie de la sínfisis del pubis se dispone vertical, paralela al plano
sagital.
La cara interna del cuerpo del pubis se orienta casi directamente superior.
El acetábulo se orienta inferolateralmente, con la incisura acetabular
dirigida inferiormente.
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El foramen (agujero) obturado se sitúa inferomedial al acetábulo.
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Fracturas del hueso coxal
Las fracturas del hueso coxal se denominan frecuentemente «fracturas
pélvicas». El término fractura de la cadera se suele aplicar (de forma
inadecuada) a las fracturas de la cabeza del fémur, el cuello del fémur o
los trocánteres.
Las fracturas por avulsión del hueso coxal pueden producirse durante
la práctica de deportes que requieren fuerzas de aceleración o
desaceleración súbitas. En estos casos, una pequeña parte del hueso,
junto con una porción de tendón o ligamento unido a él, es
«avulsionado» (arrancado), por ejemplo, las espinas ilíacas anteriores
superior o inferior, la rama isquiopubiana y la tuberosidad isquiática. En
los adultos mayores, las fracturas pélvicas suelen incluir al menos dos
fracturas del anillo óseo, formado por el pubis, las ramas del pubis y el
acetábulo. Un solo rasgo de fractura no afecta a la continuidad de este
anillo óseo.
Fémur
El fémur es el hueso más largo y pesado del cuerpo. Consta de un cuerpo y dos
extremos, superior (o proximal) e inferior (o distal) (fig. 7-2). La mayor parte del
cuerpo es ligeramente redondeada, excepto por una cresta prominente con dos bordes
en su cara posterior, la línea áspera, que diverge inferiormente. El extremo proximal
del fémur consta de una cabeza, un cuello y dos trocánteres (mayor y menor). La
cabeza del fémur está cubierta con cartílago articular, excepto en una depresión o
fosita situada medialmente, la fosita de la cabeza del fémur (para el ligamento de la
cabeza del fémur). El cuello del fémur es trapezoidal; el extremo estrecho sostiene la
cabeza y su base ancha se continúa con el cuerpo.
Donde el cuello se une al cuerpo hay dos grandes elevaciones romas, los
trocánteres. El trocánter menor, cónico y con su vértice redondeado, se
extiende medialmente desde la parte posteromedial de la unión del cuello y
el cuerpo femorales (fig. 7-2 A). El trocánter mayor es una masa grande,
situada en posición lateral, que se proyecta superomedialmente donde el
cuello se une al cuerpo. La línea intertrocantérea es un relieve rugoso en el
aspecto anterior del hueso que corre desde el trocánter mayor al menor. Un
relieve similar pero más prominente, la cresta intertrocantérea, une los
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trocánteres posteriormente (fig. 7-2 B).
El extremo distal del fémur termina en dos cóndilos femorales (medial y
lateral) curvados en espiral. Los cóndilos del fémur se articulan con los
cóndilos de la tibia para constituir la articulación de la rodilla.
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FIGURA 7-3. Hueso coxal. A y B) Partes del hueso coxal de un muchacho de13
años de edad. C y D) Hueso coxal derecho de un adulto en posición anatómica. En
esta posición, la espina ilíaca anterior superior y la cara anterior del pubis se sitúan en
el mismo plano vertical (indicadas en azul).
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FIGURA 7-4. Ángulo de inclinación y ángulo de torsión del fémur.
La parte proximal del fémur está doblada (en forma de L) de manera que
el eje de la cabeza y el cuello se proyectan superomedialmente en un ángulo
oblicuo respecto al cuerpo (fig. 7-4). Este ángulo de inclinación obtuso es
de 115-140° en el adulto, con un promedio de 126°. El ángulo es menor en
las mujeres, debido al aumento de la anchura entre los acetábulos y la mayor
oblicuidad del cuerpo del fémur. El ángulo de inclinación permite una mayor
movilidad del fémur al nivel de la articulación coxofemoral, ya que sitúa la
cabeza y el cuello más perpendiculares al acetábulo. Esta disposición
favorece la marcha bípeda; no obstante, impone considerables tensiones
sobre el cuello del fémur. Las fracturas del cuello pueden ocurrir en personas
ancianas como resultado de un ligero tropiezo si el cuello se encuentra
debilitado por la osteoporosis.
Cuando se observa el fémur superiormente, donde el extremo proximal
está superpuesto sobre el extremo distal (fig. 7-4 D), puede apreciarse que el
eje de la cabeza y el cuello del fémur y el eje transversal de los cóndilos
femorales se cruzan en el eje longitudinal del cuerpo del fémur, formando el
ángulo de torsión o ángulo de declinación, cuyo valor es de 7° en el
hombre y de 12° en la mujer. El ángulo de torsión, combinado con el ángulo
de inclinación, permite los movimientos rotatorios de la cabeza del fémur
dentro del acetábulo, situado oblicuamente, para convertirlos en
movimientos de flexión y extensión, de abducción y aducción, y de rotación
del muslo.
Patela (rótula)
La patela es un hueso sesamoideo grande, formado intratendinosamente después del
nacimiento. Este hueso triangular, que se localiza anterior a los cóndilos femorales, se
articula con la cara patelar del fémur (fig. 7-2 A y C). La cara anterior subcutánea
de la patela es convexa; la gruesa base (borde superior) se inclina
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inferoanteriormente; los dos bordes, lateral y medial, convergen inferiormente para
formar el vértice puntiagudo, y la cara articular (cara posterior) es lisa, cubierta por
una gruesa capa de cartílago articular, y está dividida en carillas articulares mediante
una cresta vertical (fig. 7-2 C y D).
Tibia
La tibia, el hueso grande que soporta el peso, se articula superiormente con los
cóndilos del fémur, inferiormente con el talus y lateralmente con la fíbula en sus
extremos proximal y distal (fig. 7-2). El extremo distal de la tibia es más pequeño que
el extremo proximal y tiene caras articulares para la articulación con la fíbula y el
talus. El maléolo medial es una proyección dirigida inferiormente desde el lado
medial del extremo distal de la tibia (fig. 7-5 A). El gran foramen nutricio de la tibia
se localiza en la cara posterior del tercio proximal del hueso (fig. 7-5 B). Desde este,
el conducto nutricio discurre inferiormente por la tibia antes de desembocar en el
interior de la cavidad medular. Para otras características óseas, véase la figura 7-5.
Fíbula
La delgada fíbula se sitúa posterolateral a la tibia y permite, principalmente, la
inserción de músculos (figs. 7-2 y 7-5). En su extremo proximal, la fíbula consta de
una cabeza aumentada de tamaño, superior a un cuello estrecho. El extremo distal
aumenta de tamaño para formar el maléolo lateral, más prominente y posterior que el
maléolo medial y que se sitúa 1 cm más distal aproximadamente. La fíbula no está
implicada directamente en el soporte del peso; su maléolo lateral forma la parte
lateral de la cavidad de la tróclea del talus. Los cuerpos de la tibia y la fíbula están
conectados por una membrana interósea a lo largo de toda su longitud.
Huesos del pie
Los huesos del pie incluyen el tarso, el metatarso y las falanges (figs. 7-1 A y 7-6).
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FIGURA 7-5. Tibia y fíbula derechas. Los cuerpos están conectados por la densa
membrana interósea, compuesta de fuertes fibras oblicuas.
TARSO
El tarso consta de siete huesos: calcáneo, talus, cuboides, navicular y tres
cuneiformes (cuñas). Solo el talus se articula con los huesos de la pierna. El talus
tiene una cabeza, un cuello y un cuerpo (fig. 7-6 C). La cara superior del cuerpo, la
tróclea del talus, soporta el peso del cuerpo transmitido desde la tibia y se articula
con los dos maléolos (fig. 7-6 A). La mayor parte de su superficie está cubierta con
cartílago articular y, por tanto, no hay músculos ni tendones adheridos a él. El talus
descansa sobre los dos tercios anteriores del calcáneo. La cabeza del talus, con
forma redondeada, se apoya de manera parcial en el sustentáculo tali del calcáneo y
se articula anteriormente con el navicular (fig. 7-6 B y F).
El calcáneo (hueso del talón) es el mayor y más fuerte de los huesos del
pie. Se articula con el talus superiormente y con el cuboides anteriormente
(fig. 7-6 A). El calcáneo transmite la mayor parte del peso corporal desde el
talus hacia el suelo. El sustentáculto tali, que se proyecta desde el borde
superior de la cara medial del calcáneo, ayuda a sostener la cabeza del talus
(fig. 7-6 B y D). La porción posterior del calcáneo posee una gran
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prominencia, la tuberosidad del calcáneo, que presenta los procesos
(tubérculos) medial y lateral en su cara plantar. Más anteriormente hay una
pequeña prominencia, el tubérculo del calcáneo (fig. 7-6 B).
El navicular, un hueso aplanado con forma de barco (navis, en latín), se
localiza entre la cabeza del talus y los cuneiformes. La cara medial del
navicular se proyecta inferiormente como tuberosidad del navicular. Si la
tuberosidad es muy prominente, puede comprimir la parte medial de la planta
y causar dolor plantar.
El cuboides es el hueso más lateral de la fila distal del tarso. Anterior a la
tuberosidad del cuboides (fig. 7-6 B), sobre las caras lateral y plantar del
hueso, hay un surco para el tendón del músculo fibular largo (fig. 7-6 B y C).
Hay tres huesos cuneiformes (cuñas): medial (1.er), intermedio (2.°) y
lateral (3.°). Cada cuneiforme se articula con el navicular, posteriormente, y
la base de su correspondiente metatarsiano, anteriormente. Además, el
cuneiforme lateral se articula con el cuboides.
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FIGURA 7-6. Huesos del pie. Azul, cartílagos articulares.
METATARSO
El metatarso consta de cinco huesos metatarsianos (metatarsos), que conectan el
tarso y las falanges. Se los numera a partir del lado medial del pie (fig. 7-6 B y C). El
1.er metatarsiano es más corto y fuerte que los otros. El 2.° metatarsiano es el más
largo. Cada metatarsiano consta de base (proximal), cuerpo y cabeza (distal). Las
bases de los metatarsianos se articulan con los huesos cuneiformes y cuboides. Las
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bases del 1.er y 5.° metatarsianos tienen grandes tuberosidades; la tuberosidad del 5.°
metatarsiano se proyecta sobre el borde lateral del cuboides (fig. 7-6 C y E). Las
cabezas se articulan con las falanges proximales.
FALANGES
Hay 14 falanges. El 1.er dedo (dedo gordo) tiene dos falanges (proximal y distal); los
otros cuatro dedos tienen tres falanges cada uno: proximal, media y distal (fig. 7-6 A
y B). Cada falange consta de base (proximal), cuerpo y cabeza (distal).
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Fracturas del fémur
El cuello del fémur se fractura con bastante frecuencia, en especial en
mujeres secundariamente a la osteoporosis. Las fracturas de la porción
proximal del fémur pueden ocurrir en diferentes localizaciones, por
ejemplo, transcervicales e intertrocantéreas (fig. C7-1 A y B). El cuerpo del
fémur es grande y fuerte; sin embargo, un traumatismodirecto violento, como los
que se producen en un accidente de automóvil, puede fracturarlo, causando, por
ejemplo, una fractura espiroidea (fig. C7-1 C). Las fracturas de la porción distal
del fémur pueden complicarse por la separación de los cóndilos, que provocan
una desalineación de la articulación de la rodilla.
Coxa vara y coxa valga
El ángulo de inclinación varía con la edad, sexo y desarrollo del fémur
(p. ej., como consecuencia de un defecto congénito en la osificación del
cuello del fémur). También puede cambiar debido a cualquier proceso
patológico que debilite el cuello del fémur (p. ej., raquitismo).
Cuando el ángulo de inclinación disminuye, el proceso se denomina coxa
vara (fig. C7-2 A); cuando este aumenta, se conoce como coxa valga (fig. C7-2
B). La coxa vara causa una ligera abducción pasiva de la cadera.
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FIGURA C7-1. Fracturas del fémur.
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FIGURA C7-2. Coxa vara y coxa valga.
Fracturas de la tibia y la fíbula
El cuerpo de la tibia es más estrecho en la unión de sus tercios inferior y
medio, por lo que es el lugar de fractura más frecuente. Como su cara
anterior es subcutánea, el cuerpo de la tibia es la localización más
frecuente de fracturas abiertas, en las que se perfora la piel y se desgarran los
vasos sanguíneos (fig. C7-3 A), o de una fractura diagonal (fig. C7-3 C). La
fractura de la tibia a través del conducto nutricio predispone a la no unión de los
fragmentos óseos, como resultado de la lesión de la arteria nutricia. Las fracturas
de la fíbula suelen ocurrir justo proximales al maléolo lateral y a menudo están
asociadas con fracturas-luxaciones de la articulación talocrural (fig. C7-3 D).
Cuando una persona resbala y fuerza el pie hacia una posición invertida
exagerada, se desgarran los ligamentos del tobillo, forzando al talus a inclinarse
contra el maléolo lateral, lo que provoca el cizallamiento de este.
Injertos óseos
La fíbula es una fuente corriente de hueso para injertos. Incluso después de
haberse extirpado una porción del cuerpo de la fíbula, la marcha, la carrera o el
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salto pueden ser normales. Se han utilizado injertos libres de fíbula
vascularizada para restaurar la integridad esquelética de miembros en los
que existían anomalías congénitas óseas y para reemplazar segmentos de
hueso tras un traumatismo o la escisión de un tumor maligno. Generalmente, con
el fragmento de hueso se extirpan el periostio y la arteria nutricia, de manera que
el injerto permanecerá vivo y crecerá cuando se trasplante a otra localización.
Con el tiempo, la pieza trasplantada de fíbula, una vez asegurada en su nueva
localización, restaura la irrigación del hueso al cual se la ha unido.
Fracturas que afectan a las láminas epifisarias
El centro de osificación primario del extremo superior de la tibia
aparece poco después del nacimiento, y une el cuerpo de la tibia
durante la adolescencia (generalmente a los 16-18 años). Las
fracturas de la tibia en los niños son más graves cuando afectan a las láminas
epifisarias, porque puede verse afectado el crecimiento normal continuo del
hueso. Todas las fracturas de este tipo en un esqueleto inmaduro se caracterizan
normalmente por la clasificación de Salter-Harris que describe el patrón de
afectación. La tuberosidad de la tibia suele formarse por el crecimiento óseo
inferior a partir del centro epifisario superior, aproximadamente a la edad de 10
años, pero puede aparecer un centro aparte para la tuberosidad de la tibia
aproximadamente a los 12 años. La rotura de la lámina epifisaria en la
tuberosidad de la tibia puede causar inflamación de esta y dolor crónico
recidivante durante la adolescencia (enfermedad de Osgood-Schlatter), en
especial en los deportistas jóvenes (fig. C7-4).
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FIGURA C7-3. Fracturas de la tibia y la fíbula.
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FIGURA C7-4. Enfermedad de Osgood-Schlatter. Tuberosidad de la tibia
(flechas pequeñas) alargada y fragmentada (centro de osificación flecha grande),
con inflamación de los tejidos suprayacentes.
Fracturas de los huesos del pie
Las fracturas del calcáneo ocurren en personas que caen sobre los talones
(p. ej., desde una escalera). Normalmente, el hueso se rompe en varios
fragmentos (fractura conminuta) que interrumpen la articulación
talocalcánea, donde el talus se articula con el calcáneo (fig. C7-5 A). Las
fracturas del cuello del talus pueden ocurrir durante fuertes flexiones dorsales del
tobillo, por ejemplo cuando una persona ejerce una presión extremadamente
fuerte sobre el pedal del freno en una colisión frontal de un vehículo (fig. C7-5
B). Las fracturas de los metatarsianos y las falanges son lesiones habituales en
los atletas de resistencia y también pueden ocurrir al caer un objeto pesado en el
pie. Las fracturas de los metatarsianos también son frecuentes entre los
bailarines, especialmente en las bailarinas de ballet que utilizan la técnica de
demi-pointe. La «fractura del bailarín» acostumbra a ocurrir cuando el bailarín, al
perder el equilibrio, apoya todo el peso corporal sobre el metatarsiano, con lo que
se fractura el hueso (fig. C7-5 C).
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FIGURA C7-5. Fracturas del pie.
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HUESOS DEL MIEMBRO INFERIOR
Cintura pélvica y fémur
Cuando situamos las manos en las caderas, descansan sobre las crestas ilíacas,
los bordes superiores curvos del ala de cada ilion (fig. A7-1). El tercio anterior de
la cresta es fácilmente palpable ya que es subcutáneo. El punto más alto de la
cresta se encuentra al nivel del disco intervertebral (IV) entre las vértebras L4 y
L5. La cresta ilíaca termina anteriormente en la redondeada espina ilíaca
anterior superior (EIAS), que se puede palpar con facilidad, sobre todo en las
personas delgadas, ya que es subcutánea y a menudo visible (fig. A7-1 A y B). La
EIAS se usa como el punto proximal para medir la longitud de la pierna hasta el
maléolo medial de la tibia. La cresta ilíaca termina posteriormente en la espina
ilíaca posterior superior (EIPS), cuya palpación puede exigir mayor esfuerzo
(fig. A7-1 C). Su posición es fácil de localizar, pues se sitúa en el fondo de un
hoyuelo cutáneo, lateral unos 4 cm a la línea media que delimita la articulación
sacroilíaca. El hoyuelo existe porque la piel y la fascia se unen a la EIPS.
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FIGURA A7-1. Proyección superficial y características palpables de los
huesos del miembro inferior. Verde, características palpables.
La tuberosidad isquiática es fácilmente palpable en la parte inferior de la
nalga cuando el muslo está flexionado. Sostiene el peso del cuerpo cuando
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estamos sentados. El grueso músculo glúteo mayor y la grasa subcutánea cubren
la tuberosidad cuando el muslo está extendido. El pliegue glúteo, un prominente
pliegue cutáneo que contiene grasa, coincide con el borde inferior del músculo
glúteo mayor.
El trocánter mayor del fémur es fácilmente palpable en la cara lateral de la
cadera, unos 10 cm inferior a la cresta ilíaca (fig. A7-1 B y C). Como se sitúa
junto a la piel, el trocánter mayor provoca molestias si nos apoyamos en decúbito
lateral sobre una superficie dura. En posición anatómica, una línea que una los
vértices de los trocánteres mayores pasa normalmente por el centro de las cabezas
femorales y los tubérculos del pubis. Los cóndilos medial y lateral del fémur
son subcutáneos y fácilmente palpables cuando la rodilla está flexionada o
extendida. Durante la flexión y extensión de la articulación de la rodilla, la patela
se desliza sobre la cara patelar del fémur (tróclea femoral). Los bordes lateral y
medial de la cara patelar pueden palparse cuando la piernaestá flexionada. El
tubérculo del aductor, un pequeño relieve del hueso, puede palparse en la parte
superior del cóndilo medial del fémur.
Tibia y fíbula
La tuberosidad de la tibia, una elevación oval en la cara anterior de la tibia, es
palpable a unos 5 cm distal (inferior) al vértice de la patela (fig. A7-1 B). El
borde anterior y la cara medial de la tibia, subcutáneos, son también palpables
con facilidad. La piel que los recubre se mueve libremente. La prominencia en el
tobillo, el maléolo medial, es también subcutáneo y su extremo inferior es romo.
Los cóndilos medial y lateral de la tibia pueden palparse anteriormente a los
lados del ligamento patelar, especialmente cuando la rodilla está flexionada. La
cabeza de la fíbula puede palparse con facilidad al nivel de la parte superior de
la tuberosidad de la tibia, pues su cabeza, semejante a una protuberancia
redondeada, es subcutánea en la cara posterolateral de la rodilla. El cuello de la
fíbula puede palparse justo distal a la cabeza de la fíbula. Solo es palpable la
cuarta parte distal del cuerpo de la fíbula. Al palpar su maléolo lateral, apreciará
que es subcutáneo y que su extremo inferior es agudo. Observe que el vértice del
maléolo lateral se extiende más distal y posterior que el vértice del maléolo
medial.
Huesos del pie
La cabeza del talus es palpable anteromedialmente a la porción proximal del
maléolo lateral cuando el pie está invertido, y anteriormente al maléolo medial
cuando el pie está evertido. La eversión del pie hace que la cabeza del talus sea
más prominente a medida que se separa del navicular. La cabeza del talus ocupa
el espacio entre el sustentáculo tali y la tuberosidad del navicular. Cuando el pie
está en flexión plantar, la cara superior del cuerpo del talus puede palparse en la
cara anterior del tobillo, anterior al extremo inferior de la tibia (fig. A7-1 D).
El proceso medial de la tuberosidad del calcáneo, que soporta el peso
corporal, es ancha y grande en la cara plantar del pie, pero no es palpable debido
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al espesor de la piel y al tejido subcutáneo en los que descansa (fig. A7-1 E). El
sustentáculo tali es la única parte de la cara medial del calcáneo que puede
palparse como una pequeña prominencia justo distal al vértice del maléolo
medial.
La tuberosidad del navicular es fácilmente visible y palpable en la cara
medial del pie, inferoanterior al vértice del maléolo medial. En general, la
palpación de los relieves óseos en la cara plantar del pie es difícil debido al
espesor de la piel, la fascia y las almohadillas de grasa. El cuboides y los
cuneiformes son difíciles de identificar individualmente por palpación. El
cuboides puede palparse en la cara lateral del pie, posterior a la base del 5.°
metatarsiano. El cuneiforme medial puede palparse vagamente entre la
tuberosidad del navicular y la base del 1.er metatarsiano.
La cabeza del 1.er metatarsiano forma un relieve en la cara medial del pie.
Los sesamoideos, medial y lateral, inferiores a la cabeza de este metatarsiano
pueden palparse cuando se deslizan al mover pasivamente el dedo gordo. La
tuberosidad del 5.° metatarsiano forma un relieve de referencia en la cara lateral
del pie, y puede palparse con facilidad en el punto medio del borde lateral del pie.
Los cuerpos de los metatarsianos y falanges pueden palparse en el dorso del
pie entre los tendones extensores.
FASCIAS, VASOS Y NERVIOS DEL MIEMBRO
INFERIOR
Tejido subcutáneo y fascias
El tejido subcutáneo (fascia superficial) se sitúa profundo a la piel y está formado
por tejido conectivo laxo que contiene una cantidad variable de grasa, nervios
cutáneos, venas superficiales, vasos linfáticos y nódulos linfáticos (fig. 7-7). El tejido
subcutáneo de la cadera y el muslo se continúa con el de la parte inferior de la pared
anterolateral del abdomen y el de las nalgas. En la rodilla, el tejido subcutáneo pierde
su grasa anterior y lateralmente, y se mezcla con la fascia profunda, pero la grasa está
presente posteriormente en la fosa poplítea y otra vez distal a la rodilla en el tejido
subcutáneo de la pierna.
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