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LA PSIQUIS Y SU PAPEL EN LA DETERMINACIÓN DE LA SALUD. Lic. Ada Casal Sosa. Tomado de: Psicología General y Salud Material Complementario La psiquis humana, como ya sabemos, es un reflejo subjetivo del mundo objetivo, con un carácter individual, específico para cada individuo, y refleja fundamentalmente las relaciones sociales en las cuales se desenvuelve el individuo. Su carácter individual, concreto, se debe a las complejidades internas propias que surgen ante determinadas condiciones como: 1- Diferencias genotípicas: que distinguen a un individuo de otro. 2- Diferencias originadas por la cultura en que el individuo se ha desarrollado (recordar la importancia del desarrollo sociohistórico en la personalidad). 3- Diferencias originadas por el momento histórico concreto en que el sujeto vive. 4- Características de la personalidad, específicas y únicas e irrepetibles en cada individuo. 5- El resultado de la propia actividad de la personalidad en su autocomprensión, su superación y su autocrítica. La interrelación soma-psiquis está presente en el hombre sano o enfermo. En el hombre se integran (no se suman) la actividad biológica, la actividad psíquica y la actividad social, de lo cual se desprende que la interrelación entre lo biológico y lo psicológico en el proceso salud-enfermedad no existe al margen de lo social, sino que en última instancia está condicionada por la sociedad en la cual interactúan, y que una alteración en cualquiera de los niveles (biológico, psicológico o social) lo desequilibra o enferma como un todo. El cerebro, como centro de control del pensamiento, la conducta, la vida psíquica en general y del funcionamiento orgánico, constituye el vínculo esencial entre los factores psicológicos y las reacciones fisiológicas, lo que explica la íntima relación entre los problemas psicológicos y el funcionamiento de nuestro cuerpo. Debemos destacar que los problemas de salud tienen una influencia vital para todos los seres humanos, por incidir fuertemente en la vida psíquica del individuo, por lo que la no consideración o rechazo del aspecto psicológico puede llevar a la deshumanización de la medicina. 1- Papel de la psiquis en la determinación de la salud. El papel de la psiquis en la determinación de la salud puede abordarse de dos formas: una que circunscribe la relación psiquis-salud a la propia salud del aparato de regulación psíquica, y por tanto, se circunscribe al estudio y tratamiento de las enfermedades propiamente psíquicas, tales como psicosis, neurosis, lesiones cerebrales, etc. (la mal llamada salud mental, ya que la salud es una). La otra forma de abordarlo es más amplia y en ella la psiquis aparece como un eslabón en la determinación de la salud en general. La interrelación soma-psiquis en el proceso salud enfermedad se da en dos direcciones: las alteraciones somáticas repercuten en la psiquis (somatopsìquicas) y las alteraciones psíquicas en el funcionamiento somático total del organismo (psicosomáticas). La corteza cerebral es la estructura más externa del cerebro humano, que le sirve de base material a su actividad intelectual y sus relaciones sociales. La actividad de los órganos internos manifiesta dependencia respecto a la actividad de la corteza cerebral: si se altera el estado funcional de la corteza a su vez se altera el funcionamiento de los órganos internos, ya que existe una relación anatómico- funcional entre la corteza cerebral y los órganos, aparatos y sistemas, tales como: cardiovascular, respiratorio, digestivo, urogenital, sistema inmunológico-defensivo, etc. La interacción entre la vida social del hombre y el estado de los órganos internos o su equilibrio funcional se realiza a través del sistema nervioso vegetativo. Quiere decir que lo que suceda en la conciencia y en los procesos afectivos puede trasmitirse a través de éste sistema al soma. Se puede establecer un modelo esquematizado del sistema de interacciones donde la psiquis desempeña un papel específico en la determinación de la salud. Dicho modelo estaría constituido por las siguientes instancias: I - Instancia central de regulación: LA PERSONALIDAD, de la cual se derivan: - 1) La toma de decisiones. - 2) Necesidades y motivos individuales. - 3) Imagen del mundo, las relaciones, las normas y los valores sociales. - 4) Reflejo de sí mismo. - 5) Reacciones emocionales. II - Instancia del conjunto de RELACIONES SOCIALES en que participa el individuo (relaciones laborales, familiares, etc.), en la cual se incluyen las relaciones específicas del individuo con los servicios de salud. III - Instancia representativa del ESTADO DE SALUD DEL INDIVIDUO. Estas instancias interaccionan entre sí. La interacción entre la personalidad y sus relaciones sociales es activa de parte del sujeto, y se manifiesta como actividad del mismo. Esta actividad consiste en gran medida en intercambio de información, o sea, en la comunicación, y se da en dependencia de las características individuales de la personalidad, y del estado de salud del individuo. Analizaremos brevemente los elementos que se derivan de la instancia central de regulación, la personalidad. Las necesidades y motivaciones individuales se reflejan a nivel psíquico generalmente de tres formas: En forma de objetivos de la actividad, en forma de deseos y en forma de vivencias afectivas, que significan la relación entre los motivos de la actividad y la propia actividad que procura lograrlos. Los motivos le dan el sentido individual a la personalidad y determinan los objetivos que la personalidad decide lograr. De esta forma, ésta instancia desempeña un papel en la determinación de la salud a partir del lugar que ocupan los motivos relacionados con la salud, desde los aspectos de prevención, que se manifiestan en el estilo de vida (hábito de fumar, alcoholismo, sedentarismo, etc.) hasta los aspectos curativos (asistencia o no a los servicios de salud, utilización o no de los medicamentos que le son prescritos, etc.). Estos aspectos motivacionales actúan siempre a través de la toma de decisiones de la persona (actividad volitiva), y no de modo directo, salvo en los casos en que el sujeto pierda el dominio de sí mismo y actúe de manera impulsiva. Las motivaciones no pasan de ser un elemento que el individuo toma en consideración al decidir sobre cual conducta debe seguir, pues es obvio que ha de tener en consideración también, entre otras cosas, el conjunto de relaciones sociales en que está inmerso, sin lo cual la conducta es torpe, impulsiva y generalmente poco eficaz. Las motivaciones pueden tener poca o ninguna importancia práctica cuando existen “barreras”, como por ej. Situaciones económicas que le impiden al sujeto manifestar una actividad adecuada en los aspectos preventivos y curativos, poca disponibilidad de los servicios de salud o un costo excesivo de los mismos en dependencia del sistema social imperante. Dentro de la escala de motivos de cada individuo se encuentran sus motivaciones de salud. Estas motivaciones, como todas, surgen de la necesidad, en este caso de la necesidad de salud, las que pueden ser objetivas y subjetivas. La necesidad objetiva es la real, la que existe tengamos conciencia o no de ella. La necesidad subjetiva es la que el individuo siente y la hace consciente, es la que puede despertar en él motivaciones y desencadenar acciones de salud para satisfacer esa necesidad. Es ésta la que hace que el individuo se convierta en sujeto de su propia salud. Imagen del mundo, las relaciones y normas sociales. En la imagen del mundo que todos poseemos, hay aspectos sensoriales, conceptuales y afectivos. En el plano de la determinación de la salud, dicha imagen del mundo tiene una serie de elementos que pueden influir en determinadas tomas de decisiones al respecto de cuestiones que tienen que ver con la salud, como son:- La imagen que tiene la persona de la relación médico-paciente (y la que tiene del médico como médico y como persona). Esto es un caso particular de la “percepción del hombre por el hombre”. Pudiera ser que una persona no acepte las explicaciones que su médico le proporciona, por la valoración que hace del mismo, y como consecuencia, desconfíe de la eficacia del tratamiento impuesto, no siguiéndolo. - La imagen de lo que deben ser los servicios de salud (de gran importancia en la valoración individual de la sociedad en que vive). - La definición interna del individuo sobre cuáles fenómenos tienen que ver o no con la salud, y de qué forma. Por ej. Lograr que algunas personas interioricen que el ejercicio físico es imprescindible para mantener la salud resulta en ocasiones muy difícil y hasta imposible, ya que la mayor parte de las personas fácilmente califica a los microbios como agentes patógenos, pero les cuesta trabajo calificar como tales a elementos de su propio estilo de vida. - La imagen de como son determinadas enfermedades (el llamado “cuadro interno” de la enfermedad). En este aspecto es determinante la valoración de la enfermedad por el individuo, por ej. La mayoría considera al cáncer como incurable, y por tanto todo lo que se haga por tratarlo no tendrá éxito. También en ocasiones resulta difícil para algunas personas entender que algo, al parecer enteramente orgánico, como por ej. una úlcera gástrica o el aumento de la tensión arterial (hipertensión), puede ser modificado por factores psicológicos. - La imagen que se tenga de lo que son o no son determinados tratamientos (cruentos, dolorosos, inocuos, etc.). - La imagen de las normas sociales que existen con respecto a todo lo relacionado con la salud. (La salud como valor social, importancia que la sociedad le confiere, valoración social de determinadas enfermedades, ej. Tuberculosis, gonorrea, etc.). Estas imágenes se reflejan de manera indirecta a través de la toma de decisiones de la persona. La imagen de sí mismo (reflejo de sí mismo), desempeña un papel importante en ciertas circunstancias. Dicho papel puede ser tanto positivo como negativo: el temor a que cierta enfermedad dañe el aspecto físico, (la imagen corporal), puede conducir a que se tomen decisiones con respecto a la prevención o al tratamiento, y al contrario, el temor a que determinado tratamiento desfigure el cuerpo puede impedir que se tomen a tiempo medidas quirúrgicas oportunas (ej. El hombre que no permitió que se le amputara la pierna pues no quería verse inválido, una mujer que no acepta que la sometan a una radical de mama a pesar de tener un cáncer de mama localizado). Otro aspecto, más importante incluso que la imagen corporal, lo constituye la imagen que tiene el sujeto de sus cualidades humanas más generales, su AUTOVALORACIÒN, la cual además de su función valorativa posee una función reguladora. Desde el punto de vista de la toma de decisiones, es comúnmente conocido que muchas personas no adoptan las conductas adecuadas al criterio estrictamente médico en lo que respecta a tratamientos físico-químicos de determinadas enfermedades que exigen cambios en el estilo de vida indispensables para mantener la salud, por el hecho de que tales cosas (tomar los medicamentos a su hora, no ingerir determinadas comidas o alcohol, asistir a una consulta especializada, aprender relajación, etc.) están, según su autoconcepto, por debajo de su dignidad o de lo que ellos merecen. También es posible observar el caso contrario, la proyección futura que una persona realice sobre sí misma la compele fuertemente a preocuparse sobre su salud, llegando en algunos casos a conductas exageradas muy semejantes a la hipocondría. Además, las fuentes de frustración están en función de la autovaloración del individuo y de sus perspectivas futuras. Un hecho que para una persona puede resultar intrascendente, para otra puede convertirse en causa de una frustración quizás definitiva. El peor de los casos es cuando se frustra la posibilidad de desarrollo futuro de la personalidad, lo que puede suceder no sólo en casos dramáticos de ocurrencia de sucesos extraordinarios e imprevistos,(ej. Invalidez a causa de un accidente), sino también por la toma de conciencia que se produce de la incompatibilidad entre los sueños y objetivos vitales y la realidad de la existencia (crisis de la mediana edad, crisis existenciales, etc.). Es muy posible que las grandes frustraciones de la vida adulta desempeñen determinado papel en la etiología de muchas enfermedades, tanto las producidas directamente por la ansiedad y la depresión derivadas de la frustración, como las causadas por determinados excesos en los que puede caer el sujeto para compensar su frustración (hipererotismo, alcoholismo, drogadicciòn, etc.). La emoción como reacción del organismo desempeña un papel directo en la determinación de la salud. Ya sabemos que una excitación emocional fuerte con determinada distribución en el tiempo o una brusca o profunda caída de la actividad emocional producen cambios patológicos en el organismo. Además, la reacción emocional crónica que lleva a patologías orgánicas se manifiesta en personalidades que se caracterizan por determinada estrategia de enfrentar la vida. Estas personalidades se caracterizan por reaccionar ante las tensiones escapando a la situación tensionante y procurando ayuda ajena, más que adaptándose o tratando de resolverla, y cuando actúan para resolver las tensiones eso les crea sentimientos de culpa o ansiedad, los que pueden adquirir un carácter crónico. Recordemos que la angustia, el aislamiento afectivo, las situaciones vividas como una amenaza, los largos períodos de tensión, las dificultades para expresar los sentimientos o para comunicarse pueden derivar en un tipo especial de enfermedad. Analizando el papel de las emociones, determinada toma de decisiones generalizada en forma de cierta estrategia personal es la que hace que determinadas situaciones que pueden ser tolerables para algunos se conviertan para otros en fuente de patología orgánica (ej. El cambio de actividad laboral a una màs compleja que requiera mayor responsabilidad, la enfermedad invalidante y/o muerte de un familiar allegado, etc.). La toma de decisiones desempeña prácticamente el papel central del modelo, y constituye el primer eslabón interno en la determinación de la enfermedad psicosomática. Existe una capacidad de tomar decisiones que se forma en el desarrollo ontogenètico de la personalidad, se cristaliza en el ser humano adulto de las formas más disímiles y es comunmente conocido que existen personas muy decididas, poco decididas y hasta completamente indecisas. Esto desempeña un papel en la determinación de la salud, pues el hecho de que la persona lleve realmente a cabo lo que le dictan sus motivaciones, imagen del mundo y de sí mismo, etc. , depende también en gran medida de su capacidad de tomar decisiones obligatorias para sí misma. Es en la toma de decisiones donde mejor puede ejemplificarse la interrelación dialéctica entre las instancias del modelo. Resumiendo, los modos más generales en que la psiquis participa en la determinación de la salud serían: • Como parte del mecanismo interno de la producción y/o evolución de las enfermedades de determinados tipos (cardiovasculares, digestivas, etc.). • Como mecanismo interno de regulación de las actividades que pueden favorecer u obstaculizar la salud, que pueden ser desde el no dejarse operar por temor a una posible desfiguración hasta la actividad dirigida a lograr un mejor servicio de salud, o sea, todo lo relacionado con la regulación de la toma de decisión del sujeto que influye sobre su salud, y que conforma un estilo de vida sano o insano. La psiquis interviene en la determinación del estado de salud individual: el estado de salud individual influye sobre el conjunto derelaciones sociales en que participa el individuo, y esto a su vez modifica el modo y estilo de vida individual modificando el mecanismo interno de regulación de éste, el mecanismo psíquico. El estado de salud del individuo es reflejado subjetivamente por la personalidad, lo que produce también cambios en el estilo de vida y en las instancias, lo que a su vez repercute en las relaciones sociales del individuo. La psiquis como elemento participante en la etiología y evolución de algunas enfermedades. Según han demostrado numerosos experimentos, el sistema inmunológico, encargado de detectar, aislar, y destruir bacterias, virus y otras sustancias extrañas nocivas para el organismo, es influido por los sistemas nervioso y endocrino. Esto supone que una grave alteración en el funcionamiento de dichos sistemas puede motivar fallos que permitan o activen el desarrollo de diversas enfermedades infecciosas, alergias o cáncer. Las características psicológicas llegan a tener una gran importancia en la salud, hasta el punto de demorar la evolución de procesos infecciosos tan graves como el SIDA. Por esta razón, uno de los campos de investigación abiertos en torno al virus de inmunodeficiencia humana (VIH) se ha orientado por la OMS hacia las características de personalidad y las reacciones emocionales de las personas infectadas, si bien hasta ahora no se han obtenido resultados decisivos. Es evidente que nuestra salud depende del estado físico de nuestro organismo, pero, sin duda, se ve también influida en gran medida por lo que hacemos y dejamos de hacer. Si fumamos o bebemos en exceso, si dejamos de hacer ejercicios físicos con regularidad, si consumimos drogas, si conducimos el auto (o la bicicleta o moto) arriesgadamente, si eliminamos de nuestra dieta frutas y vegetales, estamos tomando decisiones que afectan a nuestra salud, asumiendo factores de riesgo o “patógenos comportamentales”. Contra estas conductas de riesgo, se han descrito los “inmunógenos comportamentales”, o conductas que realizamos y nos ayudan a prevenir las enfermedades, a mantenernos sanos. Es la persona la que debe tomar decisiones con respecto a su salud. Analizaremos brevemente el papel de la psiquis en la etiología y/o evolución de algunas enfermedades. 1- Enfermedades cardiovasculares. Primera causa de muerte en la mayoría de los países del mundo. Entre sus factores de riesgo se plantean: - Factores hereditarios. - Consumo excesivo de sodio. - Insuficiente consumo de potasio. - Agitación de la vida (ESTRÉS). - Patrón A de conducta coronaria. Con relación a la hipertensión, científicos de todo el mundo han reportado que las malas condiciones de vida y el estrés psicológico, son causantes o coadyuvantes de la enfermedad hipertensiva. Además, es de todos conocido que cada vez que nos enojamos nuestro cuerpo se prepara para “luchar”. Sucede entonces que los vasos sanguíneos se estrechan (alta tensión) para facilitar la rápida circulación de la sangre hacia aquellas partes del organismo que más lo necesitan en ese momento (los músculos y el cerebro). De esta forma, las personas que se irritan con facilidad por cualquier cosa son muy propensas a padecer hipertensión. 2- Diabetes. Mientras la enfermedad está compensada, el paciente suele olvidarse que es diabético y comienza a abandonar las medidas terapéuticas y la dieta hasta caer en una nueva descompensación. Al diabético hay que convencerlo de que los cuidados más importantes para su enfermedad son los que puede aplicar él mismo: diagnóstico del nivel de azúcar en la orina, control estricto de la dieta, aplicación del tratamiento vigente, y régimen de ejercicios físicos indicados (todos elementos comportamentales o del estilo de vida). El médico está en el deber de llevar al diabético a la comprensión y a una valoración correcta de su enfermedad, en la cual, además de los factores hereditarios y/o genéticos, influye notablemente el estrés emocional. 3- Síndrome de hiperventilación. Entre las funciones somatovegetativas que guardan una estrecha relación con las emociones, se encuentra la respiración. Las emociones alteran de forma importante la respiración, modificando su frecuencia y su profundidad. La hiperventilación es un síndrome fisiológicamente asociado a situaciones de miedo, ira o angustia. El paciente siente que le falta el aire, y que se ahoga. Lo que más llama la atención son los profundos suspiros unidos a la sensación de no poder llenar los pulmones. Cuando la persona intenta solucionar su situación, respira con más intensidad y rapidez y agrava la crisis. Normalmente la hiperventilación está asociada a estados de ansiedad o angustia. 4- Asma. Se trata de un proceso bronquial obstructivo como consecuencia, la mayoría de las veces, de una alergia, pero en el que los factores psicosociales claramente agravan o modifican la respuesta fisiológica. Suele afectar más a los niños que a los adultos. Algunos investigadores plantean que entre las características del asmático ésta la necesidad de protección y una fuerte dependencia psicológica. También se plantea que pueden ser niños inseguros, ansiosos, tímidos y dependientes, como consecuencia de un medio familiar sobreprotector, lo cual unido a una debilidad inmunológica en relación con la fisiología de la respiración, puede desencadenar la enfermedad al recibir una emoción. El asmático es propenso a la depresión y en muchos casos una reacción depresiva aparece como precedente, actuando como factor desencadenante de la crisis. Durante mucho tiempo se han lanzado hipótesis sobre la existencia de una personalidad específica del paciente asmático, no obstante, hasta el momento no se ha demostrado ningún rasgo especial que caracterice a estos pacientes. En estas, y en múltiples enfermedades crónicas, los aspectos psicológicos y psicosociales evidentemente tienen una gran importancia. (Nota: Existen otras muchas enfermedades donde se observa la relación soma- psiquis, como la colitis ulcerativa y/o otras afecciones del aparato digestivo). Conclusiones: Hemos visto como la psiquis puede regular el estilo de vida, en dependencia de la personalidad, fomentando la salud o propiciando la enfermedad. A modo de conclusión podemos señalar que las funciones de la psiquis en la determinación de la salud son: 1- Servir de eslabón en la toma de decisiones con respecto a la salud. 2- Participar en el proceso de establecimiento y detección de las necesidades y motivos que tienen que ver con la salud. 3- Participar en el proceso de formación de la imagen del mundo y de sí mismo. 4- Servir de eslabón en la cadena multicausal de la enfermedad. Bibliografía: Pérez Lovelle, R. La Psiquis en la Determinación de la Salud. Edit. C. Técnica, 1989. Nuñez de Villavicencio y Cols. Psicología Médica, Tomo 1. Edit. Pueblo y Educ. 1991. Enciclopedia de la Psicología. Edit. Océano, Cap. 24, Medicina Psicosomática. Madrid, España, 1998. Nuñez de Villavicencio y cols. Psicología y Salud, libro de Texto de la asignatura, Editorial Ciencias Médicas, 2001 (Parte II, La personalidad como sistema regulador de la conducta.
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