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I. CONSIDERACIONES GENERALES 1. Definiciones y planteamiento general La depresión es una enfermedad mental cuya preva- lencia se estima entre el 3 y el 5 % y cuya morbilidad a lo largo de la vida puede llegar a ser del 10 %. En la depre- sión predominan una serie de síntomas, como pérdida de interés por las actividades usuales, fatiga, sentimientos de inutilidad, falta de concentración, deseos de muerte, pér- dida de apetito o de peso, insomnio, agitación o retraso psicomotor, etc., acompañados de somatizaciones más o menos pronunciadas. Toda o parte de esta sintomatolo- gía depresiva forma parte, evidentemente, de manera más o menos intensa, de las fluctuaciones de humor propias de cualquier individuo. Sin embargo, cuando varios de estos síntomas se mantienen presentes de forma constante, la depresión debe ser tratada. El aumento de pacientes con depresión es continuo de varios años a esta parte, aunque no parece fácil delimitar con rigor si realmente van au- mentando estos trastornos o se van diagnosticando cada vez más. En general, se estima que cerca del 90 % de los pacientes depresivos jamás son vistos por un médico y por consiguiente no pueden ser diagnosticados y tratados. Del restante 10-12 %, la gran mayoría son tratados por un mé- dico general, representando un porcentaje muy bajo los que alguna vez en su vida acuden al psiquiatra. Los trastornos depresivos son muy heterogéneos y su clasificación no es fácil. Se continúan utilizando las divi- siones dicotómicas de depresión reactiva o endógena se- gún se puedan identificar o no, respectivamente, las cau- sas que han desencadenado la depresión. La división entre depresión neurótica o psicótica hace referencia, en el se- gundo caso, más que a la aparición de delirios o alucina- ciones, al grado de gravedad e incapacitación que produce un cuadro depresivo concreto. La alternativa primaria/se- cundaria se refiere a la existencia de causas somáticas de- sencadenantes o no. Se distingue entre depresión unipo- lar o bipolar según exista sólo un síndrome depresivo o se alterne éste con fases de exaltación (manía o hipomanía). La manía representa casi exactamente el extremo opuesto de la depresión y se caracteriza por actitudes exultantes, entusiasmo no relacionado con las circunstancias y con- 32 Fármacos antidepresivos y an J. del Río fianza excesiva en sí mismo. Para la clasificación de los dis- tintos síndromes depresivos, se aceptan en la actualidad en una buena medida las directrices del Manual diagnós- tico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders: DSM-IV) de la Asociación Psiquiátrica Norteamericana, en el que se distinguen tres subtipos de depresión: trastorno depresivo mayor (unipolar o bipolar), trastornos ciclotímicos/dis- tímicos y trastornos depresivos atípicos (unipolares o bipolares). Con todo, continúa existiendo bastante con- fusión terminológica y categorías diagnósticas como «de- presión neurótica» o «depresión atípica», que son suscep- tibles de interpretarse de forma muy distinta. 2. Mecanismos patogénicos 2.1. Factores genéticos en la depresión Se han aplicado las técnicas de la genética molecular al estudio de las posibles anomalías cromosómicas res- ponsables de distintos trastornos neurológicos y psiquiá- tricos. Es sabido que los lugares de restricción dentro de las cadenas de ADN no ocurren al azar sino que son he- redados y proporcionan un medio de identificar una mu- tación ligada a una enfermedad determinada. El polimorfismo de los fragmentos de restricción permite disponer de marcadores que son utilizables para asociar un lugar de la cadena de ADN a un trastorno de- terminado. Estos estudios han sido aplicados a las en- fermedades maníaca y depresiva (trastorno bipolar) por distintos grupos de trabajo. Un análisis realizado en una familia de la comunidad de los Amish, grupo de gran homogeneidad genética radicado en Pensilvania, ha mos- trado que existe una secuencia en el brazo corto del cromosoma 11 que predispone al trastorno bipolar. La localización en la misma región au- tosómica del gen para la tirosina-hidroxilasa, la enzima que determina la velocidad de síntesis de noradrenalina (v. cap. 15, I), ha llevado a re- lacionar este hallazgo con la hipótesis noradrenérgica de la depresión (v. más adelante). Sin embargo, este estudio no ha podido ser replicado en investigaciones realizadas con otras familias norteamericanas o is- landesas, lo que ha llevado a sugerir la posibilidad de que existan dis- tintos genes que predisponen a la depresión. Es posible, incluso, que esta heterogeneidad se dé no sólo entre familias de razas distintas, sino incluso dentro de la misma comunidad de los Amish. Otros estudios 549 timaníacos 550 Farmacología humana realizados con familias israelitas y del norte de Europa sugieren que la alteración genética en el trastorno bipolar está ligada al brazo largo del cromosoma X, lo que abunda en la posible heterogeneidad genética. Independientemente de la dificultad que presentan estos análisis en una enfermedad como la depresión, que no puede diagnosticarse obje- tivamente, y del posible origen multifactorial de los trastornos depresi- vos, quizás estos análisis de ligamiento genético sirvan no sólo para con- firmar la existencia, tanto tiempo perseguida, de factores genéticos en la depresión, sino que además revelen las alteraciones bioquímicas cru- ciales en todos o en algunos de los subtipos de esta enfermedad. 2.2. Teorías monoaminérgicas de la depresión Las hipótesis sobre la etiología de la depresión se han inspirado en las acciones de los fármacos utilizados en su tratamiento, que tradicionalmente han estado divididos en dos grandes categorías: inhibidores de la monoami- nooxidasa (MAO) y antidepresivos tricíclicos (v. 3), de los que los primeros representantes fueron, respectiva- mente, la iproniazida y la imipramina. Los inhibidores de la MAO inhiben la degradación oxidativa de noradrena- lina y de serotonina y, por lo tanto, originan un mayor aporte de estos neurotransmisores a sus correspondien- tes receptores (v. caps. 15 y 24). Los antidepresivos tricí- clicos inhiben los procesos de recaptación de estas ami- nas y determinan igualmente una mayor concentración de ellas en la sinapsis (v. cap. 15). A la inversa, la reser- pina, un fármaco que impide el almacenamiento de mo- noaminas en las vesículas sinápticas, puede provocar un cuadro depresivo. En función de estos estudios iniciales, la depresión se interpretó durante varios años como un estado de hipofuncionalidad de los sistemas centrales de neurotransmisión por noradrenalina y serotonina. La importancia relativa de los sistemas noradrenérgicos o seroto- nérgicos centrales en la etiología de la depresión ha sido objeto de nu- merosos estudios, tanto experimentales como clínicos. Desde esta úl- tima perspectiva se ha insistido mucho en la búsqueda de marcadores en plasma, orina o LCR de pacientes que reflejaran la hipofuncionali- dad de alguno de estos dos sistemas. En lo que se refiere a la noradre- nalina y sus metabolitos, sobre todo el 3-metoxi-4-hidroxifenilglicol (MHPG) (v. fig. 15-4), no hay evidencia clara de aumentos o disminu- 120 100 80 60 40 20 0 0 20 40 60 80 100 120 Fi ja d o/ lib re 3H-DHA fijado Control ES IMI Fig. 32-1. Representación de Scatchard de la disminución en el número de receptores b-adrenérgicos marcados con 3H-dihi- droalprenolol en corteza cerebral de rata, tras administración crónica de imipramina (IMI) o electroshock (ES). ciones constantes en enfermos o en controles. En algunos estudios, pero no en todos, se ha observado también un aumento de adrenocepto- res a2 presinápticos en la corteza cerebral de pacientes depresivos. La hipótesis de la implicación de los sistemas serotonérgicos continúa siendo objeto de atención continua. Se ha medido repetidamente en distintos cuadros depresivos la concentración de serotonina y de su me-tabolito principal, el ácido 5-hidroxiindolacético (5-HIAA), en el LCR, y quizás uno de los hallazgos más constantes y más abundantemente re- plicados sea la preponderancia de intentos de suicidio en pacientes de- presivos con niveles bajos de 5-HIAA. Sin embargo, no todos los fármacos antidepresivos in- crementan el tono aminérgico central. Por ejemplo, el iprindol es un antidepresivo tricíclico con eficacia clínica, aunque ya en desuso, que no afecta prácticamente los pro- cesos de recaptación de aminas biógenas. La tianeptina es otro ejemplo de antidepresivo tricíclico que no sólo no bloquea la recaptación de serotonina sino que la incre- menta. Además, es importante tener en cuenta que los datos experimentales que apoyan la idea de la hipofun- cionalidad monoaminérgica en la depresión se han obte- nido a partir de experimentos agudos, cuando es sabido que deben transcurrir al menos 10-15 días de administra- ción de un antidepresivo para que se manifieste su efecto terapéutico. Por ello, la investigación se ha centrado, de un tiempo a esta parte, en el análisis en animales de los cambios que ocurren en la bioquímica cerebral tras la ad- ministración crónica de antidepresivos. Se ha encontrado que tras la administración diaria, durante unas 2 semanas, de numerosos antidepresivos, incluyendo fármacos como el iprindol, hay una disminución en la sensibilidad de la adenililciclasa sensible a la noradrenalina, que se acompaña de una reducción en la densidad de b-adrenoceptores corticales (fig. 32-1). Un hecho intere- sante adicional es que estos cambios se observan también tras otro tratamiento antidepresivo no farmacológico bien establecido, como es el electroshock. Estos cambios no son debidos a la mayor concen- tración sináptica de noradrenalina que pueda producir el tratamiento antidepresivo puesto que, por ejemplo, no sólo es efectivo el iprindol sino que se consigue una disminución adicional en el número de b-adrenoceptores con el agonista b, la isoprenalina. Tampoco influye la afinidad de los antidepresivos hacia los b-adrenoceptores, que es prácticamente nula (v. II, 2.5). Estos cambios adaptativos se deben a alteraciones moleculares a nivel postsináptico cuyos mecanismos no están totalmente claros. La importancia real de estos cambios no pa- rece, sin embargo, tan clara hoy en día, al haberse encontrado que va- rios de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (v. II, 1.2) no son capaces de reducir la densidad de receptores b-adre- noceptores. Además de la disminución en la densidad de receptores b-adrenér- gicos, el tratamiento antidepresivo crónico en animales produce alte- raciones en la densidad de varios otros receptores cerebrales, si bien los resultados obtenidos son en algunos casos contradictorios. Se ha des- crito frecuentemente una disminución en la densidad de receptores serotonérgicos del subtipo 5-HT2A. Se ha encontrado también en ge- neral una disminución de receptores a2-adrenérgicos presinápticos mientras que la acción sobre los postsinápticos a1 ha sido inconstante. Los receptores dopaminérgicos no se modifican en estas condiciones, pero distintos experimentos sugieren que aumenta su sensibilidad frente a los agonistas. El sistema GABAérgico también ha sido implicado y se ha descrito un aumento en la densidad de receptores GABAB tras el tratamiento antidepresivo crónico. Una atractiva hipótesis reciente trata de explicar la lenta instaura- ción del efecto antidepresivo en función de cambios adaptativos en los receptores serotonérgicos 5-HT1A localizados en los núcleos mesence- 32. Fármacos antidepresivos y antimaníacos 551 fálicos del rafe. La administración aguda de un antidepresivo con acción bloqueante de la recaptación de 5-HT produce un aumento de la con- centración extracelular de 5-HT en la región de los núcleos del rafe, donde están localizados los cuerpos de las neuronas serotonérgicas, pero no en la región de los terminales serotonérgicos de corteza o hipocampo. La concentración aumentada de 5-HT en los núcleos del rafe estimula los receptores 5-HT1A y esto se traduce en una inhibición de la activi- dad de las células serotonérgicas (v. fig. 19-5). La administración repe- tida de antidepresivos está provocando una desensibilización de los re- ceptores somatodendríticos 5-HT1A, con lo que se va consiguiendo un aumento de la concentración extracelular de 5-HT en las áreas de pro- yección. Según esta hipótesis, en la medida en que se produzca antes una desensibilización de los receptores somatodendríticos 5-HT1A, se lo- grará un efecto antidepresivo más rápido. Estudios clínicos iniciales pu- sieron de manifiesto una respuesta más rápida al tratamiento con fluo- xetina en pacientes que recibieron además pindolol, un antagonista b-adrenérgico que es también antagonista de receptores presinápticos 5-HT1A. Otros estudios clínicos posteriores no confirmaron, sin embargo, estos hallazgos. Es posible que pueda resolverse esta controversia cuando se disponga de antagonistas 5-HT1A específicos para uso clínico. La importancia de las interacciones entre los distintos sistemas de neurotransmisión también ha sido analizada a menudo y se sabe, por ejemplo, que mediante manipulaciones farmacológicas en las que se produce una lesión serotonérgica, se previene la subsensibilidad a la noradrenalina de la adenililciclasa o la disminución de b-adrenocep- tores provocada por el tratamiento antidepresivo crónico. A partir de estos datos, se puede razonar que lo que ocurre realmente en la de- presión es una hiperactividad monoaminérgica que se contrarresta con el tratamiento antidepresivo. En este sentido revisten interés los estu- dios post mortem en cerebros de suicidas, demostrativos de una mayor densidad cortical de adrenoceptores a2 y b, y serotonérgicos 5-HT2A. La correlación, sin embargo, no es clara cuando se consideran sólo ce- rebros de suicidas con una historia clínica de depresión bien estable- cida. Las proteínas transportadoras de noradrenalina y de serotonina se han clonado y secuenciado hace algunos años y, como era de es- perar, existe una buena correlación entre la afinidad de los antide- presivos hacia estas proteínas y su potencia bloqueante de la recap- tación de estas aminas. Con anterioridad a la caracterización de la proteína transportadora de serotonina, la fijación de antidepresivos marcados isotópicamente, sobre todo 3H-imipramina, a regiones ce- rebrales y a plaquetas llevó a especular, a principios de la década de los ochenta, con la posibilidad de que existiera un ligando endógeno de estos sitios de fijación que regulara el estado de ánimo, de igual manera que los estudios de fijación de opioides precedieron el des- cubrimiento de los opioides endógenos. Parece que la 3H-imipramina se fija en realidad al transportador de serotonina, que hoy día puede marcarse más adecuadamente con 3H-paroxetina o 3H-citalopram, y la correlación entre el bloqueo por antidepresivos de la recaptación de serotonina y su potencia desplazante de la fijación de cualquiera de estos tres radioligandos a corteza cerebral es satisfactoria en todos los casos. En relación con estos estudios, parece de interés señalar que se ha encontrado de manera bastante consistente una disminu- ción en la densidad de estos sitios de fijación en las plaquetas de pa- cientes depresivos. 2.3. Otras teorías Con independencia de la medida en líquidos orgáni- cos de los metabolitos de las aminas biogénicas, sobre todo MHPG y 5-HIAA, se ha tratado de encontrar otros marcadores biológicos de la depresión. El test de supre- sión de la secreción de cortisol por dexametasona es pro- bablemente el ensayo biológico que más ampliamente se ha usado en psiquiatría por su sencillez y bajo costo. Sólo requiere la inyección nocturna de una pequeña dosis del glucocorticoide dexametasona y la obtención de mues- tras de plasma al día siguiente para la determinación de cortisol, cuya secreción se considera «no suprimida» si la concentración plasmática excede de un valor previa- mente establecido,entre 110-165 nM. En los pacientes con depresión, el porcentaje de «no supresión» es mucho mayor que en individuos normales o con otras enferme- dades mentales, como ansiedad, trastornos fóbicos o es- quizofrenia. La distinción entre las diversas formas de depresión no resulta ya tan sencilla. Parece importante, asimismo, el hecho de que la respuesta al tratamiento antidepresivo tiende a ser más favorable en los pacien- tes en que el test es positivo, mientras que el pronóstico es malo en los que continúan dando positivo tras el tratamiento. Es también relevante señalar que en los pacientes que no responden a la acción supresora de la dexametasona la inyección de hormona liberadora de corticotropina (CRH) produce una liberación de cortisol mucho mayor que en los con- troles, lo que al parecer indica una actividad aumentada del eje hipo- tálamo-hipófiso-suprarrenal en la depresión. En este sentido, se ha en- contrado que el tratamiento antidepresivo aumenta la expresión de receptores para mineralocorticoides y glucocorticoides, lo que deter- mina que el cortisol pueda producir entonces una retroalimentación ne- gativa (v. cap. 52). El tiempo necesario para que puedan observarse cambios en la expresión génica puede ser determinante de la lenta ins- tauración de la acción antidepresiva. Otros estudios recientes apuntan igualmente a que el tratamiento antidepresivo crónico puede provocar modificaciones en distintos factores de transcripción que producirán cambios a largo plazo en la expresión de distintos genes, entre los que cabe citar los correspondientes a algunos factores neurotróficos. Parece de interés citar a este respecto que el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, v. cap. 24) ha mostrado actividad antidepresiva en mo- delos animales. En resumen, después de muchos años de utilización en terapéutica de los fármacos antidepresivos, sigue sin co- nocerse con exactitud cuál es el mecanismo determinante de su efecto clínico. También siguen sin conocerse los me- canismos patogénicos —uno o varios— de los trastornos depresivos. Ha habido quizás una obsesión excesiva por asignar una etiología común a todos los subtipos de de- presión y, por consiguiente, un mecanismo de actuación común a todos los antidepresivos. Esto no tiene mucha razón de ser, pues se puede llegar a un mismo resultado final por medios distintos, como ocurre, por ejemplo, en el tratamiento de la hipertensión arterial. A estos pro- blemas se une la carencia de modelos animales de de- presión con validez suficiente, que permitan la caracteri- zación inequívoca de la potencialidad antidepresiva de nuevos compuestos de síntesis. En función de estas con- sideraciones, los progresos en el tratamiento de la de- presión son muy lentos y se continúan manejando de forma cíclica conceptos repetidamente utilizados y desa- rrollando nuevos fármacos que, si bien en algunos casos representan la ventaja clara de unos efectos secundarios menores, no suelen aportar nada radicalmente nuevo al tratamiento del fondo de la depresión. 3. Clasificación de los fármacos antidepresivos Para el tratamiento de los distintos subtipos de de- presión existe una amplia gama de fármacos desarrolla- 552 Farmacología humana dos a partir de los años cincuenta. En esta década se pu- so de manifiesto que la iproniazida, fármaco pensado inicialmente como tuberculostático, inhibía la enzima MAO y elevaba el estado de ánimo. Poco después se es- tudia la imipramina, un compuesto tricíclico inspirado en la estructura de las fenotiazinas y concebido como neuroléptico, en el que se encontró casualmente una ac- ción antidepresiva. Estos fármacos fueron los primeros representantes de los dos grandes grupos de antidepre- sivos: a) Antidepresivos tricíclicos, que bloquean en mayor o menor grado la recaptación de las aminas biógenas nor- adrenalina y serotonina, de los que el prototipo es la imi- pramina o la amitriptilina. b) Inhibidores de la MAO como, por ejemplo, la ipro- niazida o la fenelzina. El término antidepresivo tricíclico tuvo un gran éxito a pesar de que implicaba asociar una estructura química con unas acciones farmacológicas concretas. Con poste- rioridad se han ido desarrollando nuevos compuestos en los que no se mantiene la estructura de tres ciclos con- densados sino que pueden ser desde monocíclicos hasta tetracíclicos, pero que bloquean también más o menos se- lectivamente la recaptación de alguna de las aminas bió- genas. Otros antidepresivos (iprindol o tianeptina) son tricíclicos, pero no bloquean la recaptación de aminas. Para todos estos compuestos se utilizó el término anti- depresivo atípico, que recibe distintas acepciones, pues puede referirse simplemente, por ejemplo, a la falta de acción anticolinérgica, un efecto secundario típico de los tricíclicos clásicos. Se utiliza también la designación de antidepresivos de segunda y tercera generación para estos antidepresivos desarrollados más recientemente; según esto, los de tercera generación serían los inhibidores se- lectivos de la recaptación de serotonina. Utilizando esta terminología, quizá debería hablarse actualmente de an- tidepresivos de cuarta generación, que serían los denomi- nados inhibidores selectivos de la recaptación de seroto- nina y noradrenalina, que en realidad difieren de los antidepresivos tricíclicos en su escasa o nula afinidad ha- cia receptores muscarínicos o receptores a1-adrenérgi- cos, que son determinantes de algunos de los efectos ad- versos más importantes de los antidepresivos clásicos. Siendo forzado mantener el grupo terapéutico de los an- tidepresivos tricíclicos, parece conveniente destacar, en- tre los fármacos que no inhiben la MAO, otro grupo bas- tante homogéneo en términos generales, que son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. Puesto que el término antidepresivo atípico se ha utili- zado de forma ambigua, como se comentó anteriormente, parece conveniente huir de esta denominación y consi- derar un tercer grupo en que se reúnen todos los antide- presivos restantes, señalando sus características diferen- ciales. No obstante, debe aclararse que en el grupo de los antidepresivos tricíclicos, que bloquean en mayor o me- nor grado la recaptación tanto de serotonina como de noradrenalina, se ha incluido, en función de su similitud estructural, un fármaco como la tianeptina, cuya eficacia terapéutica ha sido discutida, que parece que estimula la recaptación de serotonina. Además de todos estos fármacos, la terapia electro- convulsiva (electroshock) continúa teniendo su papel en el tratamiento de la depresión, en los casos que más ade- lante se indican. La manía se trata específicamente con sales de litio y se utilizan asimismo fármacos neurolépticos y algunos an- tiepilépticos. II. ANTIDEPRESIVOS TRICÍCLICOS Y FÁRMACOS RELACIONADOS Se incluyen en este apartado todos los antidepresivos que no inhiben la MAO. 1. Características químicas 1.1. Antidepresivos tricíclicos Las características estructurales comunes a los antide- presivos tricíclicos clásicos se indican en la figura 32-2, utilizando la estructura del prototipo: imipramina. En función de la naturaleza del ciclo central, de siete esla- bones, se clasifican en: a) Ciclo sin heteroátomos: amitriptilina, nortripti- lina, butriptilina, protriptilina (derivados de dibenzo- ciclohepteno); amineptina, noxiptilina (derivados de dibenzocicloheptenamina) y melitraceno (ciclo central hexagonal). b) Ciclo con un heteroátomo, que preferentemente es nitrógeno: imipramina, desipramina, clomipramina, lofepramina, trimipramina, opipramol (derivados de dibenzoazepina), o también oxígeno: doxepina, o azufre: dosulepina. c) Ciclo con más de un heteroátomo: dibenzepina (una diazepina), amoxapina (una oxazepina) y tianepti- na (una tiazepina). En todos estos compuestos, la distancia entre el ciclo y la amina es usualmente de tres carbonos, aunque pue- den existir cadenas laterales atípicas (metapramina, ami- neptina y tianeptina). Las cadenas usuales pueden ser lineales (imipraminay protriptilina) o ramificadas (tri- mipramina y butriptilina) y puede existir un doble enlace (amitriptilina y doxepina). En cuanto a la amina termi- nal, puede ser terciaria (imipramina y amitriptilina), se- cundaria (desipramina y nortriptilina) o puede formar parte de un ciclo (amoxapina y opipramol). La desipra- mina y la nortriptilina son metabolitos activos de la imi- pramina y la amitriptilina, respectivamente. 32. Fármacos antidepresivos y antimaníacos 553 1.2. Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina Los inhibidores selectivos de la captación de seroto- nina (denominados en ocasiones antidepresivos de ter- cera generación), como fluoxetina, fluvoxamina, paro- xetina, sertralina y citalopram, pueden considerarse un grupo aparte, también heterogéneo desde el punto de vista químico (fig. 32-3), pero con efectos terapéuticos muy próximos a los de los tricíclicos. De hecho, la clo- mipramina es también un inhibidor relativamente selec- tivo de la recaptación de serotonina, si bien su metabo- lito desmetilado es un potente inhibidor de la recaptación de noradrenalina. Otros inhibidores selectivos de la re- captación de serotonina, como trazodona y nefazodo- na (fig. 32-3), muestran algunos efectos farmacológicos diferenciales, que justifican su inclusión en un grupo distinto. 1.3. Otros antidepresivos Se incluyen en este caso una serie de compuestos de estructura química diversa, que inicialmente fueron en- globados dentro de la denominación de antidepresivos atípicos. Entre ellos cabe destacar viloxazina, maproti- lina, mianserina, iprindol y bupropión. El término «atí- pico» alude a alguna acción farmacológica diferencial con respecto al perfil general de los antidepresivos clásicos. Algunas de sus estructuras químicas se recogen en la fi- gura 32-3. También cabría incluir en este caso los antide- presivos trazodona y nefazodona, el segundo, desarro- llado recientemente, que inhiben preferentemente la recaptación de serotonina, como se indicó en el apartado anterior, pero que además son antagonistas de los recep- tores serotonérgicos 5-HT2A. Los denominados inhibi- dores selectivos de la captación de serotonina y noradre- nalina constituyen otro grupo en desarrollo, que incluye la venlafaxina (fig. 32-3) y también otros compuestos cuyo desarrollo clínico aún debe completarse, como son la du- N N 1 2 3 456 7 8 9 10 11 CH2 CH2 CH2 CH3 CH3 Núcleo tricíclico Cadena lateral Amina terminal Fig. 32-2. Características estructurales de los antidepresivos tricíclicos, tomando como modelo la molécula de imipramina. loxetina y el milnaciprán. La venlafaxina es un inhibidor algo más potente de la recaptación de serotonina que de la de noradrenalina y carece virtualmente de afinidad so- bre receptores muscarínicos o a1-adrenérgicos, lo que de- terminará una ausencia de efectos secundarios anticoli- nérgicos o hipotensores (v. II, 4). Si bien algunos estudios clínicos al parecer indican una más rápida instauración del efecto antidepresivo con este fármaco, aún es nece- saria mayor experiencia clínica para establecer conclu- siones inequívocas al respecto. Otra serie de compuestos, desde hace varios años en fase de desa- rrollo clínico, son los antagonistas selectivos de los receptores a2-nor- adrenérgicos, de los que el idazoxán puede considerarse el prototipo (v. cap. 16). Otros antagonistas a2 —mirtazapina, setiptilina— están em- parentados estructuralmente con la mianserina, que también es un po- tente antagonista a2. 2. Acciones farmacológicas de los antidepresivos 2.1. Acción antidepresiva La mayoría de los fármacos antidepresivos no modi- fican el estado de ánimo en individuos normales. No producen, en general, efectos euforizantes y, por consi- guiente, no son fármacos capaces de crear adicción. En pacientes depresivos deben transcurrir, salvo contadas excepciones, al menos 10-15 días de tratamiento para que se empiece a manifestar el efecto antidepresivo. Este efecto no se manifiesta como euforizante sino más bien como supresor de las ideas o los sentimientos depresivos. No obstante, el tratamiento puede conducir a una fase de excitación maníaca en algunos pacientes. Los fármacos psicoestimulantes, del tipo anfetamina, carecen de efecto antidepresivo. El espectro de la acción antidepresiva o la rapidez de esta acción no presentan diferencias acusadas entre los distintos fármacos, sino que son más claras las diferencias en la aparición y la gravedad de los efectos secundarios. Todos los antidepresivos continúan siendo referibles al prototipo, imipramina, que, junto con la amitriptilina y la clorimipramina, continúan siendo los antidepresivos más utilizados en la práctica clínica. Existen subtipos de depresión que pueden responder más satisfactoriamente a los IMAO (v. más adelante). El electroshock se utiliza todavía en depresiones refracta- rias a todo tratamiento farmacológico. 2.2. Mecanismo de la acción antidepresiva En el apartado I, 2.2 se comentaron las distintas teo- rías monoaminérgicas de la depresión, con todas las li- mitaciones que éstas tienen. Independientemente de las consideraciones indicadas, se continúa estimando que un antidepresivo debe bloquear la recaptación de noradre- nalina o de serotonina y, salvo excepciones, los antide- presivos son eficaces en este sentido. La tabla 32-1 mues- tra la potencia relativa de los distintos antidepresivos. 554 Farmacología humana II CH I CH2 –CH2 –N CH3 CH3 Amitriptilina C C Prot N I CH2 –CH2 –CH2 –NH–CH3 Desipramina C C C Trimip INHIBIDORES RECAPTACIÓN 5-HT ANTIDEPRESIVOS TRICÍCLICOS F3C O–CH–CH2 –CH2 –NH–CH3 Fluoxetina F N N H3C Mianserina CH2 I CH2 –CH Maprotilina N N N–CH2 –CH2 –CH2 –N II O N CI Trazodona OTROS ANTIDEPRESIVOS H3CO OH CH2N(CH3)2 Venlafaxina CH2– Fene INHIBIDOR Fig. 32-3. Estructura química de algunos I H2 I H2 –CH2 –NH–CH3 riptilina N I CH2 I CH2 –CH2 –N CH3 CH3 Clomipramina CH3 CH3 N I H2 I H–CH2 –N I H3 ramina CH3 CH3 O II CH I CH2 –CH2 –N Doxepina N–H OCH2 O O Paroxetina NHCH3 CI CI Sertralina 2 –NH–CH3 O O N H CH2 –O CH2 –CH3 Viloxazina N–(CH2)3 –N CI N N O II CH2CH3 (CH2)2O Nefazodona CH2–NH–NH2 lzina CH–CH–NH2 CH2 Tranilcipromina CI CO–NH–CH2 –CH2 –N O Moclobemida Cl ES DE LA MAO fármacos antidepresivos representativos. 32. Fármacos antidepresivos y antimaníacos 555 Entre los tricíclicos, los que contienen una cadena de amina secundaria son bloqueantes de la recaptación de noradrenalina más potentes que los que contienen una amina terciaria. Entre los derivados no tricíclicos, la ma- protilina y, en menor grado, la viloxazina son también bloqueantes selectivos de la recaptación de noradrena- lina. El bloqueo de la recaptación de dopamina no es una propiedad inherente a los antidepresivos. El más potente en este sentido, nomifensina, fue retirado por las nume- rosas reacciones de hipersensibilidad que producía. El bupropión es un bloqueante bastante selectivo de la re- captación de dopamina, si bien su principal metabolito es, sobre todo, un bloqueante de la recaptación de sero- tonina. Otros antidepresivos, de los que el prototipo es el iprindol, que se emplea en algunos países, pero no en España, no bloquean de forma aguda la reincorporación de noradrenalina o serotonina, pero provo- can, tras administración crónica, algunos efectos típicos de los antide- presivos clásicos, como puede ser la subsensibilidad de los b-adreno- ceptores. Sin embargo, este efecto tampoco es común a todos los antidepresivos pues, por ejemplo, no se observa con la tianeptina o el bupropión y sólo aparece en determinadas condiciones experimentales Tabla 32-1. Actividad inhibidora in vitro de la recaptación de monoaminas y potencia anticolinérgica de diversos antidepre- sivos Recaptación Recaptación Potencia de 5-HT de NA anticolinérgica Tricíclicos Aminasterciarias Imipramina ++ ++ ++ Trimipramina 0 + ++ Clomipramina +++ ++ ++ Amitriptilina ++ ++ +++ Doxepina + + ++ Aminas secundarias Desipramina + +++ + Nortriptilina + ++ + Protriptilina + +++ +++ Bloqueantes de recaptación 5-HT Fluoxetina +++ + 0 Fluvoxamina ++ 0 0 Paroxetina +++ + ± Sertralina +++ 0 0 Citalopram +++ 0 0 Otros antidepresivos Viloxazina 0 + 0 Iprindol 0 ± 0 Mianserina ± ++ 0 Maprotilina 0 ++ + Amoxapina ++ + Bupropión 0 ± 0 Trazodona ++ 0 0 Nefazodona ++ 0 0 Venlafaxina ++ + 0 con mianserina. Debe volver a insistirse en este caso en la incertidum- bre existente sobre los mecanismos responsables de la acción antide- presiva. Algunos antidepresivos han pasado al ensayo clínico sólo en función de los resultados en distintos modelos animales de depresión —inversión reserpínica, potenciación de la yohimbina, desesperación conductual, indefensión aprendida, etc.—, los cuales no cumplen ente- ramente en ningún caso los criterios de validez que serían exigibles a un modelo animal. No es infrecuente, asimismo, que la proyección te- rapéutica inicial de un fármaco antidepresivo fuese otra distinta. Por ejemplo, la trazodona, de igual forma que el ansiolítico buspirona o la imipramina antes citada, fue un fármaco estudiado originalmente como antipsicótico. 2.3. Acción ansiolítica y sedante La distinción entre trastornos de ansiedad y depresión no siempre es muy neta y existe un grupo importante de pacientes en los que se superponen ambos síndromes hasta el punto de que algunos manuales de clasificación psiquiátrica adoptan una categoría de estados mixtos de ansiedad-depresión. De hecho, los trastornos de pánico (ansiedad intensa con síntomas vegetativos) tienden hoy día a considerarse trastornos afectivos que responden a menudo a los antidepresivos. En el tratamiento de las neurosis de ansiedad, de la agorafobia y otras fobias, de la bulimia y de los trastornos obsesivo-compulsivos tam- bién se emplean con éxito varios antidepresivos. En general, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina al parecer son algo más eficaces que los tri- cíclicos en el tratamiento de los componentes de ansie- dad de la depresión. La acción sedante se ha asociado tradicionalmente al bloqueo de los receptores a1-adrenérgicos centrales y existen antidepresivos, por ejemplo, amitriptilina, amo- xapina y trazodona, en los que esta propiedad es impor- tante (tabla 32-2). La acción sedante determina que al- gunos antidepresivos se utilicen como hipnóticos, efecto que puede ser de interés en pacientes con depresión que presenten insomnio. En este sentido se ha propuesto que la nefazodona, que es además un potente bloqueante de los receptores 5-HT2, puede resultar de particular interés en el tratamiento de pacientes con depresión unipolar grave e insomnio. 2.4. Acción analgésica Varios antidepresivos, como amitriptilina, clomipra- mina o trimipramina, se emplean con frecuencia en el tra- tamiento de distintas formas de dolor crónico, sea éste de índole neurogénica o no. Su acción es independiente del efecto antidepresivo o sedante y se utilizan tanto solos como en combinación con otros analgésicos, incluidos los opioides. Obviamente, también son de gran utilidad en situaciones en las que el dolor forma parte de la somati- zación de la depresión. En relación con el mecanismo de esta acción analgésica, se considera que una parte im- portante debe estar mediada por la potenciación de las acciones de las vías serotonérgicas que descienden desde los núcleos del rafe hasta el asta dorsal de la médula, las 556 Farmacología humana cuales tienen un papel muy importante en los meca- nismos endógenos de antinocicepción (v. fig. 25-3). No existe, sin embargo, una correlación directa entre la po- tencia bloqueante de la recaptación de serotonina por los antidepresivos y su potencia analgésica. Algunos resul- tados experimentales sugieren que los antidepresivos po- tencian los sistemas de opioides endógenos, lo que daría una base racional a su utilización conjunta con analgési- cos opioides, aunque esta sinergia no es siempre demos- trable en la clínica. 2.5. Otras acciones farmacológicas Pueden ser muy variadas y están determinadas por la afinidad de los antidepresivos por distintos receptores. Los antidepresivos no muestran afinidad por los re- ceptores b-adrenérgicos. Como puede verse en la ta- bla 32-2, la actividad bloqueante de receptores a1-adre- nérgicos cerebrales es pronunciada en el caso de ami- triptilina, clomipramina, doxepina y mianserina. Esta acción se correlaciona más o menos con la actividad se- dante. A nivel periférico, el bloqueo a1 determinará un efecto simpaticolítico y, como consecuencia, efectos se- cundarios, de los que el más importante es la hipotensión ortostática. El bloqueo de receptores adrenérgicos presi- nápticos a2 es potente con mianserina y también con ami- triptilina. Esta acción tenderá a reforzar el efecto blo- queante de la recaptación de noradrenalina. El bloqueo de los receptores dopaminérgicos D2 se observa funda- mentalmente con amoxapina, lo que determinará la po- sible aparición de efectos secundarios de tipo neurolép- tico con este compuesto. La mayoría de los antidepresivos tricíclicos clásicos tie- nen un efecto anticolinérgico bastante pronunciado, lo que determinará la aparición de los efectos secundarios Tabla 32-2. Afinidad de algunos antidepr Acetilcolina Noradrenalina Muscarínicos a1 a2 Amitriptilina +++ +++ ++ Nortriptilina ++ ++ + Imipramina ++ ++ + Desipramina + + + Clomipramina ++ +++ + Doxepina ++ +++ + Mianserina + +++ +++ Maprotilina + + + Iprindol 0 0 + Amoxapina ± ++ 0 Trazodona 0 ++ 0 Nefazodona 0 ++ Fluoxetina 0 0 0 Paroxetina + 0 0 Sertralina + + Venlafaxina 0 0 0 derivados del bloqueo muscarínico. Este efecto suele ser de menor importancia con los bloqueantes selectivos de la recaptación de serotonina. La acción antihistamínica (receptores H1) es variable, siendo importante, por ejem- plo, en el caso de doxepina y de amitriptilina. La acción sobre receptores serotonérgicos no ha sido suficiente- mente estudiada de forma sistemática, a la luz de la mul- tiplicidad de subtipos de receptores que en la actualidad se conocen. Cabe destacar en este sentido la potente ac- ción bloqueante de los receptores 5-HT2 de la mianse- rina. 3. Características farmacocinéticas Los antidepresivos tricíclicos son fármacos que se ab- sorben bien por vía oral, si bien el efecto de primer paso suele ser intenso y la biodisponibilidad es generalmente baja (tabla 32-3). Se fijan fuertemente, en el 80-95 %, a las proteínas plasmáticas. El fármaco libre alcanza con ra- pidez los distintos tejidos y su volumen aparente de dis- tribución es alto (10-50 l/kg). La alta liposolubilidad de los antidepresivos determina que atraviesen también la barrera placentaria y que pasen a la leche materna, donde pueden alcanzar concentraciones elevadas. La semivida de eliminación es alta y, si bien usualmente se sitúa entre 10 y 20 horas, puede llegar a alcanzar las 80 horas (pro- triptilina) o incluso más en pacientes de edad avanzada. En función de esta alta semivida, suelen ser suficientes 1- 2 administraciones diarias de fármaco para conseguir un efecto terapéutico. Las concentraciones plasmáticas de antidepresivos tricíclicos a las que se manifiesta un efecto terapéutico suelen estar comprendidas entre 50 y 300 ng/ml, y generalmente empiezan a aparecer efectos tóxicos a partir de concentraciones de 0,5-1 µg/ml. Aun- que la monitorización de los niveles plasmáticos no suele esivos por diversos receptores cerebrales 5-Hidroxitriptamina Dopamina Histamina 5-HT1 5-HT2 D2 H1 ± ++ ± +++ ± ± + 0 0 ++ 0 0 0 0 + + ± ++ +++ ± +++ 0 +++ 0 + ++ 0 0 ++ ++ 0 0 ++ 0 0 0 0 + 0 0 0 0 0 0 0 32. Fármacos antidepresivos y antimaníacos 557 ser de gran utilidad para predecir la respuesta terapéutica o los efectos adversos en la práctica habitual, puede ser necesaria en ocasiones para asegurar que los niveles plas- máticos se encuentran en el intervalo terapéutico, máxime si setiene en cuenta que los tricíclicos presentan la deno- minada ventana terapéutica, lo cual significa que estos fár- macos carecen de eficacia tanto si los niveles están por de- bajo como por encima del intervalo terapéutico. El metabolismo de los tricíclicos se produce por dos vías fundamentales, N-desmetilación e hidroxilación del anillo aromático, dando lugar a metabolitos que, en ge- neral, retienen toda la actividad biológica o parte de ella. La inactivación se lleva a cabo por glucuronidación de los metabolitos oxidados para dar origen a derivados que se excretan por vía renal. En cuanto a los inhibidores selec- tivos de la recaptación de serotonina, sólo la fluoxetina, la sertralina y el citalopram dan lugar a metabolitos que mantienen la actividad biológica. La norfluoxetina, me- tabolito desmetilado de la fluoxetina, tiene una semivida de 7-15 días. 4. Reacciones adversas e interacciones Los efectos adversos de los antidepresivos pueden lle- gar a manifestarse con reacciones de cierta importancia hasta en el 5 % de los pacientes. Como se ha comentado, varios antidepresivos tienen acciones potentes sobre dis- tintos receptores centrales o periféricos (tabla 32-2), de donde derivan muchos de los efectos secundarios de es- tos fármacos. En general, los antidepresivos que blo- quean selectivamente la recaptación de serotonina mues- tran menos efectos secundarios que los más clásicos. Tabla 32-3. Características farmacocinéticas de los antidepre- sivos Biodispo- Semi- Intervalo Nivel nibilidad vida de dosis terapéutico (%) (h) (mg/día) (ng/ml) Imipramina 19-35 11-25 50-300 100-300 Desipramina 50 17-27 50-300 40-160 Clomipramina 40-60 17-28 50-260 Amitriptilina 37-60 16-26 50-300 60-220 Nortriptilina 46-56 18-44 30-200 50-150 Protriptilina 77-93 67-89 15-60 100-200 Doxepina 17-73 11-23 50-300 110-250 Viloxazina 2-5 150-300 Maprotilina 37 50-250 Amoxapina 8-30 50-600 Bupropión 5-20 7-20 200-450 10-50 Trazodona 6-10 50-600 Nefazodona 2-5 100-600 Fluoxetina 24-72 20-40 Fluvoxamina 15 100-300 Paroxetina 50 20 20-50 Sertralina 25 50-150 10-60 Citalopram 100 33 20-40 Venlafaxina 3-4 50-350 4.1. Efectos anticolinérgicos Numerosos antidepresivos bloquean los receptores co- linérgicos muscarínicos, lo que provocará sequedad de boca, retención urinaria, estreñimiento y visión borrosa, en función de la dosis y de la edad y la susceptibilidad del paciente. El síndrome anticolinérgico central, con des- orientación, delirios y alucinaciones, depende de la ac- ción bloqueante más o menos pronunciada de los anti- depresivos sobre los receptores muscarínicos centrales. Puesto que a veces la depresión puede cursar con al- guno de los síntomas periféricos antes indicados, en oca- siones es difícil distinguir entre los síntomas somáticos de la depresión y los efectos secundarios de los antide- presivos. 4.2. Efectos cardiovasculares Los más frecuentes son la hipotensión postural, las pal- pitaciones y la taquicardia, aunque también puede apa- recer depresión directa del miocardio. La hipotensión postural deriva del bloqueo de los receptores a1-adre- nérgicos, mientras que la taquicardia se produce como consecuencia del bloqueo de la captación de noradrena- lina y del efecto antimuscarínico. La hipotensión postural y la producción de arritmias pueden limitar seriamente el uso de antidepresivos, so- bre todo en pacientes con trastornos cardíacos. Son pre- feribles en estos casos los bloqueantes selectivos de la re- captación de serotonina con los que, en principio, los efectos secundarios de índole cardiovascular son mucho menos graves. Los efectos secundarios gastrointestinales de estos últimos fármacos suelen ser, sin embargo, más pronunciados. 4.3. Otros efectos La sedación es un efecto central que puede ser bene- ficioso o indeseable, según el caso, y que se considera, como ya se comentó, en función de la acción bloqueante sobre receptores al-adrenérgicos. La aparición de reac- ciones extrapiramidales no es usual, excepto con aque- llos antidepresivos, como la amoxapina, que presentan una gran potencia bloqueante de receptores dopaminér- gicos. Se ha descrito con cierta frecuencia la aparición de un temblor persistente de manos y cabeza, que responde en ocasiones al propranolol. Los antidepresivos también pueden llegar a producir crisis convulsivas al rebajar el umbral necesario para que tenga lugar la descarga; con bupropión y maprotilina el riesgo puede ser alto. La pre- cipitación de la fase maníaca en enfermos con depresión bipolar es, además, relativamente frecuente en el trata- miento antidepresivo. También aparecen con cierta fre- cuencia estados de confusión y problemas de pérdida de memoria, sobre todo en personas de edad. Se ha descrito asimismo aumento de peso, exceso de sudación y otras reacciones más específicas, como hepatitis alérgica, erup- 558 Farmacología humana ciones dérmicas, fotosensibilidad o priapismo. Por úl- timo, los inhibidores específicos de la recaptación de serotonina producen en general anorexia y mayor into- lerancia gastrointestinal, así como trastornos en la eya- culación, si bien carecen de otros efectos secundarios. 4.4. Intoxicación Dada la tendencia al suicidio de algunos enfermos de- presivos, la frecuencia de intoxicación por sobredosifica- ción es elevada, por lo que es conveniente que el enfermo depresivo grave no disponga libremente de grandes can- tidades de medicamento. Los síntomas de la intoxicación representan una exacerbación de los efectos secundarios antes comentados. La toxicidad cardiovascular se mani- fiesta con taquicardia sinusal o supraventricular, extra- sístoles, taquicardia y fibrilación ventricular, que pue- de producir muerte súbita. La toxicidad neurológica se manifiesta por excitación, convulsiones, movimientos co- reoatetoides, depresión respiratoria y coma. Los sínto- mas derivados del bloqueo muscarínico son también pro- nunciados. En el tratamiento de la intoxicación se utiliza fenitoína para la co- rrección de las alteraciones cardíacas y de las convulsiones. Los blo- queantes b-adrenérgicos y la lidocaína también están indicados. La fi- sostigmina, inhibidor de la colinesterasa, puede aliviar muchos de los síntomas asociados a la intoxicación por antidepresivos, lo que resulta indicativo de la importancia de los efectos atropínicos de éstos. El dia- zepam se utiliza para controlar las convulsiones. 4.5. Interacciones En la medida en que los antidepresivos inhiben la re- captación de noradrenalina, potencian las acciones far- macológicas de esta amina biógena. Bloquean, sin em- bargo, la acción de aquellos compuestos que para ejercer sus efectos farmacológicos deben incorporarse a la ter- minación presináptica utilizando el mismo mecanismo de transporte que la noradrenalina. Entre estos compuestos figuran simpaticomiméticos indirectos, como la tiramina, o bloqueantes de neuronas adrenérgicas, como la guane- tidina. También potencian lógicamente la acción de los IMAO y se han descrito alguna vez efectos neurotóxicos, si bien pueden administrarse en forma conjunta, contro- lando adecuadamente el desarrollo del tratamiento. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, so- bre todo paroxetina y fluoxetina, son los más problemá- ticos ya que inhiben sistemas oxidativos de los microso- mas hepáticos, sobre todo el citocromo P-450 (CYP2D6), que interviene en el metabolismo de varias otras clases de fármacos que incluyen no sólo los antidepresivos tri- cíclicos sino también antiarrítmicos, bloqueantes b-adre- nérgicos, etc. Desde un punto de vista farmacocinético, varios fármacos (feni- toína, aspirina, fenotiazinas, etc.) pueden desplazar la fijación de los an- tidepresivos a las proteínas plasmáticas. A su vez, los antidepresivos pueden desplazar la fijación de los anticoagulantes orales o inhibir su metabolismo, con riesgo de producción de hemorragias. Los niveles plasmáticos de antidepresivos tricíclicos se afectan por el tratamiento conjunto con fármacos que activan los sistemas oxidativos hepáticos (p. ej.,fenobarbital) o que los inhiben (p. ej., cimetidina). Por mecanismos no bien conocidos, los antidepresivos tricíclicos po- tencian fuertemente los efectos del alcohol y se han llegado a registrar muertes por depresión respiratoria tras la ingestión de cantidades nor- males de una bebida alcohólica. 5. Aplicaciones terapéuticas 5.1. Síndromes depresivos Se estima que alrededor del 40 % de las depresiones remiten espontáneamente. Mediante la utilización de fár- macos antidepresivos, es posible llegar a alcanzar el 70- 85 % de remisiones. El tratamiento puede complemen- tarse con una psicoterapia adecuada. Los antidepresivos tricíclicos han constituido durante mucho tiempo el tratamiento más usual de los distintos síndromes depresivos, fueran éstos unipolares o bipola- res, endógenos o reactivos, típicos o atípicos y estuvieran acompañados de otra sintomatología ajena al núcleo del síndrome depresivo o no. Si bien los antidepresivos tricí- clicos continúan siendo muy utilizados, en la actualidad se tiende a iniciar el tratamiento con alguno de los inhi- bidores selectivos de la recaptación de serotonina, de acuerdo con la menor incidencia de reacciones adversas que suelen presentar. La utilización del tricíclico suele re- presentar una segunda opción cuando la eficacia del in- hibidor de recaptación de serotonina no es suficiente. La elección del fármaco debe hacerse, en cualquier caso, en función del cuadro clínico que se pretenda tratar y tam- bién de la posible gravedad en cada situación concreta de los efectos secundarios previsibles. Por ejemplo, la ami- triptilina o la mianserina pueden ser fármacos de elección cuando se quiere conseguir además un efecto sedante, mientras que la viloxazina y la fluoxetina tienen un per- fil estimulante. Las cardiopatías o la hipertrofia prostá- tica representarán, entre otras, contraindicaciones serias al uso de los tricíclicos. La pauta posológica también debe individualizarse. En general, durante la primera semana se aumenta gradual- mente la dosis hasta alcanzar la dosis mínima eficaz (ta- bla 32-3). En la segunda semana se sigue aumentando la dosis hasta llegar a la que se considere en cada caso do- sis media, que se mantiene o se va disminuyendo paula- tinamente durante 2-3 meses. Si transcurridas 3-4 sema- nas no se ha observado mejoría alguna, debe llegarse a la dosis máxima. En el caso concreto de la imipramina, pro- totipo de antidepresivo al que se refieren los demás fár- macos, el tratamiento se empieza con 50 mg diarios, para llegar usualmente a los 150 mg y sólo en circunstancias excepcionales se alcanza la dosis máxima de 300 mg. Cuando se ha obtenido ya una buena respuesta al trata- miento, conviene continuar manteniendo la medicación durante algunos meses para evitar en la medida posibles recaídas. 32. Fármacos antidepresivos y antimaníacos 559 Si a pesar del buen cumplimiento del tratamiento por el paciente no se observa mejoría, debe cambiarse de an- tidepresivo o utilizar la asociación de un tricíclico con un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina. Al- ternativamente puede recurrirse a un IMAO, o bien in- corporar el IMAO a una dosis previamente establecida de tricíclico. Otra estrategia para aumentar la eficacia an- tidepresiva consiste en incorporar al tratamiento una pe- queña dosis de hormona tiroidea (T3). En algunos casos se recurre al electroshock. 5.2. Utilización en situaciones especiales La depresión se presenta también frecuentemente en ancianos, si bien en menor grado que en adultos más jóvenes. Las diferencias más importantes asociadas a la edad en respuesta al tratamiento antidepre- sivo son debidas a la disminución en el aclaramiento hepático y renal, que da lugar a niveles plasmáticos mayores y a semividas de elimina- ción prolongadas. La reacción adversa más peligrosa de los antidepre- sivos en individuos de edad avanzada es la cardiotoxicidad: alteracio- nes en la conducción derivadas de la formación de metabolitos hidroxilados cuya excreción depende de la función renal. La hipoten- sión ortostática a que pueden dar lugar algunos de los antidepresivos tricíclicos clásicos (p. ej., amitriptilina o imipramina; v. II, 4.2) sugiere la conveniencia de prescindir de estos fármacos en personas de edad avanzada. Las acciones anticolinérgicas de algunos antidepresivos pue- den conducir a una pérdida de concentración y memoria, con el consi- guiente deterioro de un posible estado de demencia que coexista con el cuadro depresivo. Con estas salvedades, tampoco cabe hablar de que algún antidepresivo concreto resulte particularmente recomendable en ancianos. Los niños parecen especialmente sensibles a los efectos cardiotóxi- cos de los antidepresivos. Debe evitarse, asimismo, la administración a niños de aquellos antidepresivos capaces de producir crisis convulsivas (v. II, 4.3). Por lo que se refiere a la administración de antidepresivos durante el embarazo, parece claro que los antidepresivos tricíclicos más clási- cos no son teratógenos. Debe actuarse con precaución en el caso de los restantes antidepresivos. Una atención particular debe prestarse al tratamiento de la depre- sión consecutiva a un infarto de miocardio. En este caso, debe evitarse en la medida de lo posible la utilización de la mayoría de los antide- presivos tricíclicos. 5.3. Síndromes de ansiedad Los antidepresivos se utilizan también ampliamente en el tratamiento de trastornos o ataques de pánico (ansie- dad intensa con signos autónomos), de agorafobia y otras fobias, y de la bulimia. 5.4. Síndromes de hiperactividad Una aplicación relativamente reciente de los antide- presivos tricíclicos, imipramina y otros es el tratamiento de los trastornos hipercinéticos con déficit de atención en niños, para los que usualmente se han estado empleando psicoestimulantes como el metilfenidato (v. cap. 34). 5.5. Dolor Varios antidepresivos tricíclicos (imipramina, clomi- pramina y amitriptilina) se emplean con éxito en el tra- tamiento de dolores neurogénicos (neuralgia postherpé- tica, dolor de miembro fantasma, etc.), en el dolor on- cológico, en el dolor artrítico y en cefaleas (v. II, 2.4). En esta indicación se utilizan tanto por vía oral como pa- renteral, IV o IM, a dosis que, en el caso de la imipra- mina, pueden llegar a los 150 o 200 mg/día, respectiva- mente. 5.6. Otras aplicaciones La enuresis nocturna constituye una indicación usual de la imipramina, administrada a dosis bajas antes de acostarse, y también de otros antidepresivos. Igualmente es útil la imipramina en los pacientes de edad con incon- tinencia urinaria. III. INHIBIDORES DE LA MAO 1. Características químicas Los inhibidores de la MAO se han dividido tradicio- nalmente en dos grandes grupos: a) Derivados hidrazínicos: iproniazida, isocarboxa- zida, fenelzina y nialamida. b) Derivados no hidrazínicos: tranilcipromina y par- gilina. Todos los compuestos anteriores inhiben de forma no selectiva las dos formas enzimáticas, A y B, de la MAO. Existen también inhibidores selectivos de una u otra forma enzimática; los más conocidos son la clorgilina, para la forma A de la MAO, y la selegilina (o depreni- lo), para la forma B. Tanto los inhibidores selectivos como los no selectivos antes citados inhiben de forma irreversible la enzima. Re- cientemente se han desarrollado otros inhibidores selec- tivos de la forma A de la MAO que, a diferencia de los anteriores, determinan una inhibición reversible de la en- zima. El más utilizado hasta la fecha es la moclobemida; otros inhibidores reversibles de la MAO A son la brofa- romina y la toloxatona. 2. Acciones farmacológicas 2.1. Acción antidepresiva Los inhibidores de la MAO fueron los primeros fár- macos de reconocida utilidad en el tratamiento de la de- presión. Más tarde cayeron en desuso, en parte debido a su supuesta menor eficacia en comparación con los tricí- clicos y en parte debido al peligro, quizás exagerado, de hepatotoxicidad o de crisis hipertensivas en pacientes que consumieran alimentos ricos en tiramina («efectodel 560 Farmacología humana queso»). En la actualidad ha vuelto a aumentar la utili- zación de los inhibidores de la MAO para el tratamiento de la depresión. La MAO existe en dos formas funcionales (v. cap. 15). La forma A desamina preferentemente noradrenalina y serotonina, y es inhibida por clorgilina, mientras que la bencilamina y la feniletilamina son sustratos preferentes de la forma B enzimática, que es inhibida selectivamente por la selegilina; la pargilina a dosis bajas también se com- porta como inhibidor selectivo de esta forma. La tiramina es un sustrato común para ambas formas enzimáticas, mientras que la dopamina es igualmente sustrato común en distintas especies animales, pero al parecer es sustrato preferente de la forma B en el cerebro humano. La gran mayoría de los tejidos, incluyendo el hígado y el cerebro, contienen las dos formas enzimáticas. Los inhibidores irreversibles de la MAO inhiben com- pletamente la enzima tras pocos días de administración, aunque los efectos terapéuticos pueden tardar 2 semanas o más en aparecer, al igual que ocurre con los antidepre- sivos tricíclicos. Para que se restauren los niveles enzi- máticos normales deben transcurrir alrededor de 2 se- manas tras la retirada del fármaco, pues debe volver a sintetizarse la proteína enzimática. Los efectos inhibido- res de la tranilcipromina son algo menos duraderos. Este fármaco, que estructuralmente es un análogo cíclico de la anfetamina, tiene un espectro peculiar ya que, al igual que la anfetamina, libera catecolaminas. La anfetamina, por su parte, es también un inhibidor de la MAO, si bien muy débil. En principio, teniendo en cuenta la implicación prefe- rente de la noradrenalina y de la serotonina en la depre- sión, los inhibidores selectivos de la forma A deberían utilizarse con preferencia a los de la B en el tratamiento de la depresión. Sin embargo, la clorgilina nunca se ha llegado a utilizar mucho en psiquiatría. Los nuevos inhi- bidores reversibles de la forma A, sobre todo la moclo- bemida, parecen fármacos de interés en el tratamiento de varios síndromes depresivos. Con independencia de la se- guridad que puede proporcionar la inhibición reversible de la enzima, la moclobemida es un antidepresivo útil y con efectos secundarios no muy importantes, aunque quizá menos eficaz que los antidepresivos tricíclicos. Su semivida es muy corta, inferior a 2 horas. Los inhibidores de la MAO producen inicialmente una fuerte su- bida de los niveles de aminas biógenas que, sin embargo, vuelven a sus valores normales tras algunas semanas de tratamiento debido a procesos reguladores sobre las enzimas determinantes de la veloci- dad de síntesis, tirosina-hidroxilasa y triptófano-hidroxilasa. Al igual que en el caso de los antidepresivos tricíclicos, existe una falta de correlación entre la rapidez de aparición de los efectos agudos y la lentitud de la acción terapéutica. Asimismo, los efectos de la admi- nistración crónica de inhibidores de la MAO a animales de experi- mentación sobre distintos receptores (b-adrenérgicos, serotonérgicos 5-HT2, etc.) son sustancialmente iguales que los producidos por los antidepresivos tricíclicos. Por consiguiente, las mismas incertidum- bres existentes en cuanto al mecanismo responsable de la acción te- rapéutica de los antidepresivos tricíclicos se dan en el caso de los in- hibidores de la MAO. 2.2. Otras acciones centrales Suprimen el sueño paradójico, lo que puede represen- tar un efecto secundario o una propiedad de interés en el tratamiento de la narcolepsia. En el paciente depresivo suele ocurrir que un componente de la acción terapéutica de los inhibidores de la MAO es su efecto corrector de los trastornos del sueño, independientemente de la di- rección en que éstos ocurran. La acción ansiolítica es también importante y, con in- dependencia de los problemas diagnósticos siempre pre- sentes, se utilizan en el tratamiento de neurosis de ansie- dad y de diversos trastornos fóbicos. 3. Características farmacocinéticas Los inhibidores irreversibles se absorben bien por vía oral y se metabolizan abundantemente en el hígado. Las hidrazinas se metabolizan por acetilación del grupo hi- drazínico, pero esta reacción es muy variable de un indi- viduo a otro (acetiladores lentos y rápidos). La tranil- cipromina sufre metabolismo oxidativo para formar un derivado N-acetilado. En cuanto a la moclobemida, se absorbe bien por vía oral, pero el fenómeno de primer paso muestra saturabi- lidad, por lo que el aumento de dosis puede representar un fuerte aumento en la concentración plasmática; su semivida es de 1-2 horas (v. datos sobre selegilina en cap. 30). 4. Reacciones adversas Algunos inhibidores de la MAO, por ejemplo la par- gilina, se han utilizado en el pasado para el tratamien- to de la hipertensión arterial. Como mecanismo posi- ble se sugirió que los niveles altos de noradrenalina podían frenar, por una reacción de retroalimentación, la síntesis del neurotransmisor y desviar el proceso ha- cia la b-hidroxilación de tiramina para dar octopami- na, que podría actuar como falso neurotransmisor. Este mismo mecanismo se invoca, entre otros, para ex- plicar la hipotensión ortostática, que puede obligar a reducir la medicación o incluso a suprimir el trata- miento. La hepatotoxicidad fue una reacción tóxica muy alar- mante producida por algunos inhibidores de la MAO ini- cialmente utilizados, sobre todo la iproniazida, que puede ser transformada in vivo en isopropilhidrazina, un meta- bolito altamente hepatotóxico. Con los inhibidores más utilizados en la actualidad, el riesgo de hepatotoxicidad es bajo. Pueden producir episodios de agitación e incluso de hipomanía y, muy raramente, alucinaciones y convulsio- nes. Se han señalado en ocasiones otros efectos adversos: neuropatía periférica, aturdimiento, cefaleas, debilidad y fatiga, sequedad de boca y estreñimiento. 32. Fármacos antidepresivos y antimaníacos 561 5. Interacciones La reacción tiramínica es la interacción de los inhibi- dores de la MAO más popular. La tiramina es un simpa- ticomimético indirecto (v. cap. 15) contenido en alta con- centración en quesos fermentados («reacción del queso») y en otros alimentos y bebidas: hígado, salchichas, embu- tidos, higos, chocolate, vinos, cerveza, etc. La inhibición del metabolismo de la tiramina puede determinar mayor liberación de catecolaminas y la producción de una crisis hipertensiva. Son menos peligrosos en este sentido los in- hibidores selectivos de la MAO puesto que, al ser la tira- mina un sustrato común para ambas formas enzimáticas, la amina simpática siempre podrá ser desaminada por una de las dos formas no afectadas. No obstante, debe man- tenerse siempre cierta precaución con los alimentos consumidos, aun en el caso de los inhibidores selectivos, puesto que esta selectividad puede ser menor o incluso lle- gar a perderse tras la administración repetida del fármaco. Los simpaticomiméticos de acción indirecta, incluidos a menudo en preparaciones anticatarrales, como efedrina o fenilpropanolamina, constituyen un peligro serio de in- teracción farmacodinámica. Los inhibidores de la MAO inhiben las reacciones de oxidación metabólica de varios grupos de fármacos, en- tre los que se incluyen anestésicos generales, sedantes, alcohol, antihistamínicos, anticolinérgicos, analgésicos opioides (en particular, petidina), etc. La posible poten- ciación del efecto de otros fármacos debe sopesarse cui- dadosamente en pacientes depresivos tratados con inhi- bidores de la MAO. La asociación de estos inhibidores con antidepresivos tricíclicos puede hacerse en ciertos casos siempre que se empiece el tratamiento con el tricíclico y posteriormente se incorpore el inhibidor; si se hace a la inversa, es nece- sario dejar transcurrir unos 7 días antes de cambiar de tra- tamiento. 6. Aplicaciones terapéuticas La utilización de los inhibidores de la MAO ha au- mentado bastante en los últimos años, en parte por el convencimiento de que sus efectos adversos no son tan serios comoen un tiempo se pensó y en parte por el de- sarrollo de nuevos inhibidores reversibles, selectivos para la forma A de la enzima, que han mostrado eficacia te- rapéutica. En cualquier caso, estos fármacos se utilizan en general cuando falla el tratamiento con los antidepre- sivos tricíclicos u otros antidepresivos. No obstante, son también medicamentos de primera elección en el trata- miento de depresiones atípicas y, sobre todo, de depre- siones u otros trastornos psíquicos en los que el com- ponente de ansiedad es importante: agorafobia y otras fobias, ataques de pánico, trastornos obsesivo-compulsi- vos y disforia histeroide. Las indicaciones anteriores se refieren a los inhibido- res no selectivos o selectivos para la forma A de la en- zima. Los inhibidores selectivos de la forma B, sobre todo deprenilo, no han sobrepasado prácticamente la fase de ensayo clínico en el tratamiento de la depresión. En cam- bio, la selegilina se utiliza cada vez más, en general aso- ciada a L-dopa, en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson (v. cap. 30), y se está ensayando en la enfer- medad de Alzheimer. IV. OTROS ANTIDEPRESIVOS El alprazolam, una triazolobenzodiazepina (v. cap. 26), se utiliza mucho en pacientes con síntomas mixtos de an- siedad y depresión. En la depresión endógena también su eficacia supera la que cabría esperar del espectro ansio- lítico-hipnótico de las benzodiazepinas. Tiene el incon- veniente de que, a diferencia de los antidepresivos, el riesgo de dependencia es serio. Otras benzodiazepinas utilizadas en la depresión son el adinazolam y el clona- zepam. En línea con la hipótesis serotonérgica de la depresión, se han em- pleado el L-triptófano y el 5-hidroxitriptófano, que elevan los niveles plasmáticos y cerebrales de serotonina y pueden potenciar la respuesta a los antidepresivos convencionales. Los agonistas parciales de los receptores serotonérgicos 5-HT1A, como la ipsapirona, están siendo evaluados clínicamente desde hace años en cuanto a su potencialidad antidepresiva. La ademetionina (S-adenosilmetionina) es un donador endógeno de grupos metilo, que puede aumentar la síntesis de serotonina. Algunos estudios han demostrado un efecto antidepresivo rápido tras su admi- nistración IV, con escasos efectos secundarios. Otros no han podido po- ner de manifiesto claramente su eficacia. Se ha señalado también recientemente que el antihipertensivo cap- topril, inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina (v. cap. 39), puede tener además propiedades antidepresivas. V. ANTIMANÍACOS: SALES DE LITIO Se introdujeron en psiquiatría en 1949 para el trata- miento de la manía y para la profilaxis de las enfermeda- des maníaca y depresiva. Para las crisis agudas de manía se utilizan sobre todo los neurolépticos. Los anticonvul- sivantes carbarmazepina y valproato se emplean también en el tratamiento de la manía. 1. Acciones farmacológicas y mecanismo de acción El litio es un metal alcalino monovalente, del que se utilizan varias sales, sobre todo el carbonato y el citrato. Las sales de litio constituyen el tratamiento más espe- cífico de la manía, así como la profilaxis más adecuada de la depresión bipolar. El mecanismo de acción de estas sa- les no está bien definido. A diferencia de los demás fár- macos psicotropos, su administración a animales de ex- perimentación, incluso a dosis altas, no produce signos aparentes. 562 Farmacología humana Los mecanismos que se han invocado para explicar la acción tera- péutica del litio son muy variados. A continuación se citan los que han sido más generalmente aceptados, tanto según su efecto profiláctico en la depresión bipolar como según su acción antimaníaca: a) El litio es capaz de pasar por los canales de sodio dependientes del voltaje, pero no por los de potasio y puede alterar procesos de tra- siego iónico. Se ha descrito que en los eritrocitos de pacientes con tras- torno bipolar es más baja la velocidad máxima de transporte activo de Li+-Na+. Se ha asociado también el tratamiento con litio a un aumento en la actividad de la ATPasa-Na+/K+ sensible a digoxina de eritrocitos de pacientes maníacos y depresivos. Se ha sugerido igualmente que el Li+ podría competir con los sitios de fijación del calcio y afectar la li- beración calcio-dependiente de neurotransmisores. b) La potenciación de los sistemas serotonérgicos centrales ha re- cibido también mucha atención a la hora de explicar los mecanismos de acción del litio. Este ion aumenta la velocidad de recambio de seroto- nina en animales de experimentación y además hay estudios clínicos de- mostrativos de que potencia algunas de las respuestas al precursor de serotonina 5-hidroxitriptófano. De hecho, se ha encontrado en algunos casos que el litio puede acelerar la respuesta al tratamiento con tricí- clicos de la depresión unipolar. c) Hay numerosos estudios demostrativos de que en animales el desarrollo de las manifestaciones conductuales de supersensibilidad de receptores dopaminérgicos tras tratamiento crónico con neurolépticos puede ser bloqueado con litio. El mecanismo de esta acción del litio no ha sido establecido. d) Gracias al litio se pudo bloquear el ciclo de los fosfatidilinosi- toles y llegar a conocer el papel de segundos mensajeros del IP3 y otros inositolfosfatos, así como del diacilglicerol (v. cap. 3). El litio inhibe la mioinositol-1-fosfatasa, enzima que transforma el mioinositol-1-fosfato en mioinositol (fig. 3-17). Esta enzima, que ha sido recientemente pu- rificada y secuenciada, es crucial para el mantenimiento de inositol des- tinado a la síntesis de los correspondientes fosfolípidos. El litio inhibe esta monofosfatasa a concentraciones (0,5-1 mM) que están dentro del intervalo terapéutico y, además, la inhibición es mayor con concentra- ciones crecientes de sustrato. Esta propiedad confiere una selectividad para la acción del litio en función de la intensidad del estímulo sobre el receptor asociado, que dará lugar a mayor o menor producción de ino- sitolfosfatos. Así, neuronas sometidas a un alto nivel de estimulación, situación concebible en la manía, serán muy sensibles a la acción del li- tio, mientras que otros sistemas en reposo no serán afectados. No obs- tante, no ha podido precisarse aún si estas acciones también se produ- cen tras la administración in vivo de litio y, por encima de esto, la ubicuidad del sistema de fosfatidilinositoles hace dudar de que un fár- maco de acción tan específica tenga un mecanismo de acción asociado a un sistema de segundos mensajeros tan ampliamente utilizado en dis- tintos sistemas de neurotransmisión. 2. Características farmacocinéticas Las sales de litio se absorben satisfactoriamente por vía gastrointestinal y alcanzan un tmáx en plasma al cabo de 2-4 horas. Con los preparados de liberación lenta se consiguen niveles plasmáticos más estables. El volumen de distribución final es algo mayor que el total de agua corporal. El paso a través de la barrera hematoencefálica es lento. La semivida de eliminación está en torno a las 20-24 horas. Los problemas de la terapéutica con litio se derivan de que su índice terapéutico es muy bajo (2-3) y de que exis- ten amplias diferencias interindividuales en la absorción. Por lo tanto, para obtener una respuesta satisfactoria sin la aparición de reacciones adversas de importancia es im- prescindible la monitorización de sus niveles plasmáticos. La dosis diaria inicial de carbonato de litio suele ser 600 mg, 3 veces al día, para posteriormente bajar a la mi- tad, de forma que se alcance una concentración plasmá- tica de 0,6-1 mEq/l. Por encima de 1 mEq/l suelen empe- zar a aparecer los efectos secundarios que más adelante se indican. 3. Reacciones adversas Cuando los niveles plasmáticos de litio son superiores a 1 mEq/l, suelen presentarse trastornos intestinales y anorexia. Por encima de 1,5 mEq/l aparecen sacudidas musculares, hiperreflexia, ataxia, somnolencia, alteracio- nes electroencefalográficas e incluso convulsiones. Estos efectos adversos son más probables en pacientescon in- suficiencia renal o en pacientes con dieta sin sodio o so- metidos a tratamiento con diuréticos que provoque una depleción de este ion. En estos casos, la eliminación uri- naria del litio será menor o bien aumentará su reabsor- ción, con lo que el riesgo de intoxicación será mayor. El litio también puede alterar la función tiroidea y producir bocio. Reduce la acción de la vasopresina y pueden apa- recer los síntomas de la diabetes insípida. Un aspecto muy debatido es su posible acción teratógena al administrarlo en los primeros meses del embarazo (v. cap. 7). Los efectos secundarios suelen tratarse con diuréticos osmóticos. En ocasiones debe recurrirse incluso a la he- modiálisis. 4. Aplicaciones terapéuticas El litio es el tratamiento de elección en la profilaxis de las enfermedades maníaca y depresiva. Reduce sig- nificativamente la frecuencia de las crisis, tanto manía- cas como depresivas, así como su gravedad. El efecto profiláctico es generalmente mejor frente a la recurren- cia de las crisis maníacas que de las depresivas. También se utiliza en el tratamiento agudo de la manía, si bien el efecto tarda en instaurarse y además existe siempre un porcentaje de pacientes refractarios al tratamiento. Re- cientemente se ha extendido el uso del litio asociado a antidepresivos en el tratamiento de la enfermedad uni- polar. VI. OTROS FÁRMACOS ANTIMANÍACOS Los neurolépticos haloperidol y otros constituyen el tratamiento más usual de los ataques agudos de manía (v. cap. 31). En ocasiones se utilizan asociados al litio. También se emplean los antiepilépticos carbamaze- pina y valproato sódico (v. cap. 29). La carbamazepina es un fármaco que, además de su utilización en crisis con- vulsivas y en la neuralgia del trigémino, representa una alternativa de interés para los pacientes maníacos y de- presivos que no mejoran con litio. La eficacia de la car- bamazepina en el tratamiento de los episodios agudos de 32. Fármacos antidepresivos y antimaníacos 563 manía es comparable a la de los neurolépticos, con la ven- taja de que los efectos adversos suelen ser menores. Sin embargo, como profiláctico de las recurrencias de crisis maníacas, parece menos eficaz que el litio. El valproato ha sido hasta ahora menos utilizado, pero también produce remisión de la sintomatología maníaca en los pacientes (más del 30 %) que no responden al li- tio o bien que presentan una intolerancia acusada. El efecto suele observarse a los 1-4 días de alcanzarse una concentración plasmática mínima de 50 µg/l. Otros fármacos que se han estudiado para el trata- miento de la manía son: clonazepam, oxcarbazepina, L-triptófano, verapamilo, propranolol y clonidina. BIBLIOGRAFÍA American Psychiatric Association. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 4.ª ed. Washington: APA Press, 1994. Artigas F. 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Acción antidepresiva 2.2. Mecanismo de la acción antidepresiva 2.3. Acción ansiolítica y sedante 2.4. Acción analgésica 2.5. Otras acciones farmacológicas 3. Características farmacocinéticas 4. Reacciones adversas e interacciones 4.1. Efectos
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