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394 CAPÍTULO © 2017. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Derrame pleural infeccioso INTRODUCCIÓN La infección de la cavidad pleural es un cuadro clínico frecuente, que puede acompañar a una gran variedad de enfermedades. El derrame pleural (DP) infeccioso suele ser secundario a una infección del pulmón y casi siempre, por ello, de origen para- neumónico o tuberculoso. También puede deberse a otras cau- sas, como las intervenciones quirúrgicas torácicas y abdomina- les, los traumatismos torácicos, la mediastinitis y las infecciones subdiafragmáticas o las de origen yatrógeno (cuadro 48.1). El DP paraneumónico se presenta en el 20 al 60% de las neumonías adquiridas en la comunidad o nosocomiales, en el 5 al 10% de las cuales se desarrolla un empiema. La aparición de este derrame infeccioso aumenta la morbilidad y la mortali- dad de la neumonía, por lo que su diagnóstico es una urgencia médica que obliga a realizar una toracocentesis inmediata, lo cual condiciona el tratamiento que ha de instaurarse. La tuberculosis pleural es la manifestación extrapulmonar de la tuberculosis más común y coexiste con una tuberculosis pulmonar en el 34 al 50% de los casos. En España, el 23,3% de los pacientes tuberculosos tiene afectada la pleura, por lo que la tuberculosis es una de las causas de exudados pleurales más habitual en los enfermos inmunocompetentes. DEFINICIONES Se denomina pleuresía a la inflamación de la pleura. Puede deberse a distintos microorganismos o a causas no infecciosas. Esta inflamación puede ocasionar un DP o no (pleuritis seca), y solo producir un dolor torácico coincidiendo con los movi- mientos respiratorios, dolor que se conoce como pleurodinia. El DP paraneumónico se define como el que se origina en el curso de una neumonía, un absceso pulmonar, la sobreinfec- ción de unas bronquiectasias homolaterales o un embolismo pulmonar séptico. Este derrame se llama complicado cuando hay gérmenes en el líquido pleural (LP), lo que determina la necesidad de evacuar completamente el derrame. El empiema es un DP caracterizado por la presencia de pus en la cavidad pleural. Un DP loculado es el que no está libre en el espa- cio pleural, como consecuencia de la existencia de tabiques de fibrina en su interior. La loculación puede ser única o múltiple, con más de un compartimento. FACTORES DE RIESGO El DP paraneumónico complicado y el empiema son más frecuentes en las edades extremas de la vida. Dos tercios de los pacientes con este tipo de derrame tienen algún factor de riesgo (cuadro 48.2). En otras ocasiones, la especial virulencia del germen o la respuesta del sistema inmunitario hacen que un derrame infeccioso se complique. FISIOPATOLOGÍA El DP paraneumónico puede evolucionar en cuatro fases secuenciales, como se expone a continuación (fig. 48.1): 1. Fase de pleuritis seca. Se refiere al momento en el que el proceso inflamatorio parenquimatoso se extiende a la pleura vecina y causa una reacción local. Esta reacción no necesariamente se acompaña de la producción de un fluido pleural, pero al afectar a las terminaciones nerviosas sensitivas de la pleura produce una pleurodinia. 2. Fase exudativa. En un segundo estadio aparece líquido en el espacio pleural de una manera más o menos rápida, lo que constituye el DP paraneumónico o estadio exudativo. La formación de un líquido pleural estéril es la consecuen- cia de la migración de los neutrófilos, que se acumulan en el endotelio adyacente a la neumonía, tras la aspiración de los microorganismos en los alvéolos subpleurales. Los neutrófilos y las células mesoteliales activadas dan lugar a la liberación de citocinas proinflamatorias, como las inter- leucinas IL-6 e IL-8, el factor de necrosis tumoral α (TNF-α) y el factor estimulador del endotelio vascular (VEGF, del inglés vascular endothelial growth factor). Estas moléculas son las responsables del aumento de la permeabilidad capilar, con acumulación de un líquido estéril, que aumen- ta el gradiente de presión entre la pleura y el intersticio pulmonar. Si la tasa de producción de líquido excede a la capacidad de aclaramiento linfático pulmonar, el fluido se deposita en el espacio pleural. El líquido resultante tiene las características de un exudado, con escasos neutrófilos, unos niveles de lactato deshidrogenasa (LDH) por debajo de 1.000 UI/L, un pH mayor de 7,2 y una glucosa mayor de 60 mg/dL. 48 Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 48 Derrame pleural infeccioso 395 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 3. Fase fibrinopurulenta. Se define por la presencia de bacte- rias, circunstancia que puede demostrarse con la tinción de Gram o por un cultivo, además de por la acumulación en el líquido pleural de gran cantidad de neutrófilos y detri- tus celulares. En esta fase las células polimorfonucleares tienen mucha mayor actividad, como consecuencia de la intensificación de la fagocitosis. Este hecho, junto con el metabolismo bacteriano, da lugar a un incremento de la glucólisis, situación que hace que los niveles de glucosa estén por debajo de 40 mg/dL, que el pH sea menor de 7,2 y que la LDH aumente por encima de 1.000 UI/L. En raras ocasiones el pH puede ser normal o incluso alto, como Cuadro 48.2 FACTORES DE RIESGO DE UN DERRAME PLEURAL INFECCIOSO Enfermedades pulmonares: ● Bronquiectasias ● Enfermedad pulmonar obstructiva crónica ● Cáncer de pulmón ● Lesiones residuales tuberculosas ● Enfermedad reumatoidea pleuropulmonar Síndrome de inmunodeficiencia adquirida Diabetes mellitus Mala higiene bucal Uso de fármacos sedantes Alcoholismo crónico Reflujo gastroesofágico FIGURA 48.1 Esquema de la patogenia del derrame pleural infeccioso. Cuadro 48.1 CAUSAS DE DERRAME PLEURAL INFECCIOSO Infección pulmonar: ● Neumonía adquirida en la comunidad ● Neumonía nosocomial ● Absceso de pulmón ● Sobreinfección de bronquiectasias ● Embolismo pulmonar séptico Derrame posquirúrgico: ● Cirugía torácica ● Cirugía cardíaca ● Cirugía esofágica Traumatismo torácico Mediastinitis: ● Absceso dental ● Epiglotitis ● Perforación esofágica Infección abdominal: ● Infección/absceso subdiafragmático ● Peritonitis Neumotórax espontáneo Toracocentesis Sepsis Hidrotórax con infección espontánea Complicación de una pleuritis reumatoidea Derrame infeccioso de origen desconocido Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN V Infecciones respiratorias 396 ocurre en la infección por Proteus spp. Al mismo tiempo, la fibrina se deposita en las hojas pleurales por dos motivos. Por un lado, por la llegada de grandes concentraciones de proteínas plasmáticas al espacio pleural y por la pérdida de la actividad fibrinolítica por la lesión inflamatoria, lo que rompe el equilibrio local entre la coagulación y la fibrinólisis. Aunque no se conocen con exactitud los mecanismos íntimos, se sabe que en estos derrames se pro- duce un aumento del IFN-α, que estimula la liberación del inhibidor del activador del plasminógeno (PAI-1 y PAI-2) desde las células mesoteliales y que disminuye el activador tisular del plasminógeno (tPA). Por otro lado, el depósito de fibrina también es secundario a la secreción de gluco- saminoglucanos y de colágeno por los fibroblastos des- plazados al espacio pleural. La fibrina y el colágeno tienden a compartimentalizar el DP en loculaciones, que dificultan el drenaje y reducen la elasticidad pleural, disminuyen la función pulmonar y producen un deterioro gasométrico y por ello, ocasionalmente,disnea más o menos intensa. 4. Fase organizativa. La evolución natural de este estadio es a la formación de una corteza pleural, originando el llamado pulmón atrapado (fig. 48.2A). En esta fase se deposita gran cantidad de colágeno y fibrina en ambas hojas pleurales, sustancias que proceden de la hiper- proliferación de fibroblastos, por el denominado fac- tor transformador del crecimiento β (TGF-β, del inglés transforming growth factor). Se provoca así un importante engrosamiento pleural (fibrotórax o pulmón atrapado), que compromete la función pulmonar. Si no se resuelve quirúrgicamente, queda siempre un engrosamiento pleu- ral residual. Si no se evacúa, el líquido que permanece atrapado puede persistir en la cavidad pleural durante un tiempo, aislado por la coraza fibrótica, o puede evo- lucionar hacia la formación de un trayecto fistuloso, con drenaje del líquido a la vía aérea (fístula broncopleural) (fig. 48.2B). A veces se produce una fístula a través de la pared torácica, con drenaje del líquido hacia el exterior (empiema necessitatis) (fig. 48.3A). El DP tuberculoso puede aparecer durante una tuberculosis primaria, una posprimaria o una reactivación, con presencia o ausencia de bacilos en el líquido pleural. Sin embargo, la principal forma de llegada de Mycobacterium tuberculosis a la cavidad pleural es la rotura de un foco caseoso subpleural unas semanas después de una infección primaria. La presencia del antígeno micobacteriano provoca una respuesta local de hipersensibilidad retardada mediada por linfocitos CD4 posi- tivos. Esta intensa respuesta inmune, iniciada por neutrófilos y macrófagos, seguida luego por linfocitos T colaboradores (helper) de tipo 1, convierte al DP en un exudado de predo- minio linfocítico. Estos linfocitos se reclutan hacia el fluido plural por el interferón γ (IFN-γ). La intensa respuesta inmune justifica el que, con frecuencia, los cultivos del líquido sean negativos o escasamente bacilares. Otros mediadores que también participan en estas reacciones inmunes, no cono- cidas en su totalidad, son distintas quimiocinas, como la proteína quimiotáctica de los monocitos 1 (MCP-1, del inglés monocyte chemoatactic protein 1) y la proteína inflamatoria de macrófagos (MIP, del inglés macrophage inflammatory pro- tein), además de la IL-1, la IL-6 y el TNF-α. El IFN-γ también interviene, en un estadio posterior, en la formación de los granulomas. Otras formas de aparición del DP tuberculoso, aunque menos habituales, son el pseudoquilotórax, cuando es de larga evolución, y el empiema. FIGURA 48.2 A. Radiografía posteroanterior de tórax en la que se observa un pulmón atrapado después de drenar un empiema de larga evolución. Se aprecia un engrosamiento de las pleuras visceral y parietal. B. Tomografía computarizada torácica en la que se observa una fístula broncopleural en un empiema. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 48 Derrame pleural infeccioso 397 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. ESTUDIO Y CLASIFICACIÓN Una vez demostrada la existencia de un DP en un enfermo con una neumonía o con un cuadro febril, debe realizarse, inme- diatamente, una toracocentesis para determinar las caracterís- ticas del líquido pleural y poder instaurar así un tratamiento adecuado. La toracocentesis debe efectuarse en todo DP que tenga un grosor mayor de 10 mm en una radiografía de tórax realizada en decúbito homolateral o en una ecografía toráci- ca. En el fluido pleural obtenido deben analizarse el color, la apariencia y el olor. La toracocentesis permite saber si se trata de un empiema y el olor pútrido del líquido debe llevar a la sospecha de que se trata de una infección por microorganismos anaeróbicos. Las determinaciones que han de solicitarse de la muestra obtenida son las variables bioquímicas, el recuento celular, la fórmula leucocitaria y el cultivo microbiológico. Las variables bioquímicas que pueden ayudar en el estudio de un DP son la glucosa, el pH medido en un analizador de gases, las proteínas y la LDH. Si se sospecha una tuberculosis, la adenosina desami- nasa (ADA) y el IFN-γ también son útiles. La sensibilidad del ADA en estos derrames es del 90 al 96%, cuando el punto de corte es de 47 UI/L, mientras que el IFN-γ tiene una mayor espe- cificidad, del 98 al 100%, para un punto de corte de 3,7 UI/mL. Además, el IFN-γ se eleva en el líquido pleural de los pacientes tuberculosos infectados con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), mientras que esto no ocurre en el caso del ADA. El recuento leucocitario no tiene valor diagnóstico, pero pueden observarse cifras superiores a las 10.000 células/mL, con predominio de los neutrófilos, en los DP paraneumónicos y en las fases iniciales de los derrames tuberculosos. El líqui- do suele ser fundamentalmente linfocítico en los derrames tuberculosos ya establecidos. El estudio microbiológico debe incluir las tinciones de Gram y de Ziehl-Neelsen, el cultivo de bacterias, en medios aeróbicos y anaeróbicos, y para M. tuberculosis, así como el cultivo de hongos. Los resultados de la amplificación del ácido desoxirribonucleico de la micobacteria mediante una reacción en cadena de la polimerasa (PCR) faci- litan un diagnóstico rápido, pero los resultados dependen del número de bacilos existentes en la muestra que se analiza. Su sensibilidad varía entre el 20 y el 81% y su especificidad entre el 78 y el 100%, y es máxima cuando el cultivo es positivo. La biopsia pleural debe realizarse cuando se sospecha un derrame tuberculoso. La presencia de granulomas necrotizantes en dicha biopsia es diagnóstica y tiene una rentabilidad del 80%, que aumenta hasta el 86% si parte de la muestra se envía para su estudio microbiológico, y hasta el 98% si la biopsia se hace por toracoscopia. Con el fin de ayudar en el estudio de los DP paraneumóni- cos, Light y Lee propusieron una clasificación en siete catego- rías, basada en la cantidad de líquido pleural, en sus caracterís- ticas analíticas y en la existencia de tabicaciones (tabla 48.1). En el año 2000 un comité de expertos del American College of Chest Physicians (ACCP) desarrolló un consenso, con carácter pronóstico, que se basaba en las características anatómicas del derrame, los datos bacteriológicos del líquido pleural y los hallazgos bioquímicos encontrados (tabla 48.2). ANÁLISIS MICROBIOLÓGICO Los microorganismos que pueden hallarse en un líquido pleu- ral infeccioso han variado en las últimas décadas debido a factores diversos, como la introducción de nuevos antibióticos, los cambios que se han producido en la flora bacteriana, la aparición de gérmenes más resistentes y las distintas formas en las que se presentan las bacterias. Además, porque en muchas ocasiones los pacientes estudiados y los medios diagnósticos utilizados no son uniformes. A su vez, la frecuencia con la que se aíslan los diferentes microorganismos es muy variable. En efecto, la identificación solo se logra en alrededor del 54% de FIGURA 48.3 A. Orificio de salida de un empiema necessitatis en el dorso del hemitórax derecho de un enfermo. B. Tomografía computarizada torácica del mismo enfermo en la que se observa la acumulación de pus en la cavidad pleural y en la pared torácica. (V. lámina en color al final del libro.) Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN V Infecciones respiratorias 398 los casos, más en el DP complicado y en el empiema que en el DP simple. Otro factor que influye en la consecución de losaislamien- tos es el germen responsable de la infección. En la neumonía de la comunidad, los microorganismos más habituales son los aeróbicos grampositivos (Streptococcus milleri, S. pneumoniae y Staphylococcus aureus) y los anaeróbicos. Más raros son otros tipos de Streptococcus, Haemophilus influenzae, enterobacterias y Nocardia. En los DP asociados con una neumonía nosocomial las bacterias más habituales son Staphylococcus aureus, que en dos terceras partes de los casos son resistentes a la meticilina, y las bacterias gramnegativas. La presencia de microorganismos patógenos en el líquido pleural, como S. milleri o algunos gérmenes anaeróbicos, habla de la heterogeneidad microbio- lógica de la infección pleural y parenquimatosa, lo que indica que la primera no suele ser siempre una complicación de una infección pulmonar previa. Existen, además, factores predisponentes que pueden modi- ficar los agentes etiológico. En los enfermos predispuestos a la aspiración broncopulmonar, la causa más común es la infección polimicrobiana por bacterias anaeróbicas y gramne- gativas. Klebsiella pneumoniae es el germen más frecuente en los pacientes alcohólicos y en los individuos en fases de prediálisis. En los sujetos con una cirrosis hepática y un hidrotórax que desarrollan un empiema espontáneo no paraneumónico, los microorganismos más habituales son E. coli, los estreptococos y el enterococo. En general las personas inmunodeprimidas están más predispuestas a las infecciones por micobacterias y por hongos (Aspergillus fumigatus y Candida albicans). En los enfermos infectados por el VIH se ha observado que las bacte- riemias son más frecuentes que en los no infectados. Además, la infección por S. aureus es la más habitual, seguida por la debida a S. pneumoniae. Otros agentes menos comunes en estos casos son Pneumocystis jiroveci, M. tuberculosis, Pseudomonas aeruginosa y Rhodococcus equi. En los individuos trasplantados, el DP infeccioso no es raro y el microorganismo responsable depende del órgano trasplantado y, sobre todo, del tipo de inmunodepresión al que se somete el paciente. MANIFESTACIONES CLÍNICAS Las manifestaciones del DP infeccioso o del empiema son en general inespecíficas, por lo que es difícil distinguirlas de las que se derivan del proceso de origen. Dependen de diversos factores, como el mecanismo patogénico, el germen implicado, el volumen del líquido pleural y el estado general e inmunológico del sujeto. TABLA 48.1 Clasificación del derrame pleural paraneumónico y su correspondencia terapéutica Clase Tipo Características del líquido pleural Tratamiento 1 No significativo < 1 cm de grosor en la radiografía de tórax realizada en decúbito ipsolateral o en la ecografía torácica Toracocentesis no necesaria Antibióticos 2 Derrame pleural paraneumónico típico > 1 cm de grosor en la radiografía de tórax realizada en decúbito ipsolateral o en la ecografía torácica pH > 7,2 Glucosa > 40 mg/dL Tinción de Gram y cultivo negativos Antibióticosa 3 Derrame pleural casi complicado 7 < pH < 7,2 Glucosa > 40 mg/dL LDH > 1.000 UI/L Tinción de Gram y cultivo negativos Antibióticos Toracocentesis evacuadoras seriadasb 4 Derrame pleural complicado simple pH < 7 Glucosa < 40 mg/dL Tinción de Gram y/o cultivo positivos No es loculado ni hay pus Antibióticos Tubo de drenaje Fibrinolíticos 5 Derrame pleural complicado complejo pH < 7 Glucosa < 40 mg/dL Tinción de Gram y/o cultivo positivos Multiloculado Antibióticos Tubo de drenaje Fibrinolíticos Incluso toracoscopiac 6 Empiema simple Pus franco Libre o uniloculado Antibióticos Tubo de drenaje Fibrinolíticos Toracoscopia 7 Empiema complejo Pus franco Múltiples loculaciones Antibióticos Tubo de toracostomía Fibrinolíticos Toracotomía con decorticaciónd LDH, lactato deshidrogenasa. aConsiderar la toracocentesis terapéutica. bLa experiencia clínica sugiere que hay que colocar un tubo de drenaje y considerar la adición de fibrinolíticos. cCon objeto de romper los tabiques de fibrina y limpiar la cavidad pleural. dEn el 10-29% de las ocasiones se requiere una toracotomía de rescate. Tomado de Light, 2001. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 48 Derrame pleural infeccioso 399 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Los síntomas no son diferentes de los del episodio agudo que tienen los enfermos con una neumonía que cursa sin DP y consisten en disnea, fiebre, sensación de malestar y oca- sionalmente dolor pleurítico. Además, las manifestaciones clínicas tampoco ayudan a distinguir entre un derrame no complicado de uno complicado. Por ello, la persistencia de una fiebre alta a las 48 horas de iniciar la antibioticoterapia, el dolor pleurítico y los datos semiológicos de un DP en la auscultación pulmonar deben sugerir la posibilidad de que la neumonía se ha complicado con un derrame infeccioso. En los DP poco sintomáticos, los síntomas pueden confundirse con los de un proceso neoplásico (sudoración, pérdida de peso, anorexia, etc.). En los pacientes con factores de riesgo como el alcoholismo o el uso de drogas intravenosas, o con facilidad para sufrir episodios de broncoaspiración existe una clara predisposición para que aparezca un DP infeccioso. Algunos datos sirven para predecir la posibilidad de que surja una infección pleural, como una tasa de albúmina sérica menor de 30 g/L, una trom- bocitosis (recuento superior a 400.000 plaquetas/µL), una proteína C reactiva sérica mayor de 100 mg/L y un sodio sérico menor de 130 mmol/L. El pronóstico de los pacientes con un DP infeccioso depende de la edad del individuo, de la purulencia del fluido pleural, de la causa de la infección y de la repercusión de la enfermedad en el estado del sujeto. El diagnóstico temprano, la caracterización pronóstica y la instauración de un tratamiento adecuado pue- den disminuir la mortalidad casi un 50% en los pacientes de alto riesgo y en un 5% en los de bajo riesgo. Derrame pleural tuberculoso El DP tuberculoso tiene su mayor incidencia en los adultos jóvenes de alrededor de 35 años de edad, aunque se observa un desplazamiento progresivo en su aparición hacia la quinta década de la vida, lo que coincide con los casos de reactivación tuberculosa. La presentación clínica puede cursar de forma aguda, subaguda —que es la más frecuente—, crónica o pau- cisintomática, que ocurre sobre todo en las personas ancianas y en los enfermos inmunodeprimidos. El intervalo desde que se detectan los síntomas hasta que se llega al diagnóstico puede ser hasta de un mes o más. Las manifestaciones clínicas, sobre todo en los jóvenes, son semejantes a las que se aprecian en una neumonía y suelen consistir en tos, dolor torácico y fiebre más o menos alta. Otros síntomas, como el malestar general, el adelgazamiento y la sudoración nocturna, se observan más en las formas subagudas. DIAGNÓSTICO En la evaluación de una neumonía debe considerarse la posibi- lidad de que exista un DP paraneumónico. Al hacer el diagnós- tico deben valorarse, esencialmente, las imágenes radiológicas y las ecográficas, así como los resultados de la toracocentesis. Imágenes radiológicas Las imágenes radiológicas que pueden verse en un DP infec- cioso son múltiples, desde la simple obliteración de un seno costofrénico, más manifiesta en la proyección lateral de la TABLA 48.2 Clasificación y recomendaciones en los pacientes con un derrame pleural paraneumónico según el riesgo de mala evolución existente Anatomía del espacio pleural Bacteriología del líquido pleural Características bioquímicas del líquido pleurala Categoría Riesgo de mala evolución Drenajeb Mínimo (< 1 cm en una radiografía de tórax en decúbito lateral) y Tinciónde Gram y cultivo desconocidos y pH desconocido 1 Muy bajo Noc Pequeño-moderado (> 1 cm y < mitad del hemitórax) y Tinción de Gram y cultivo negativos y pH ≥ 7,2 2 Bajo Nod Grande (≥ mitad del hemitórax), loculadoe o con engrosamiento de la pleura parietal en la tomografía computarizada torácicaf o Tinción de Gram y cultivo positivos o pH < 7,2 3 Moderado Sí Pus 4 Alto Sí aEl pH es el test de elección si se determina en un analizador de gases. Si este no existe, se puede valorar la cifra de glucosa en el líquido pleural (≥ 60 o < 60 mg/dL). En cualquier caso, los puntos de corte idóneos para el pH y la glucosa no están bien establecidos. bSiempre debe incluirse un antibiótico para el tratamiento de la infección subyacente. cLa experiencia clínica sugiere que los derrames de este tamaño no requieren toracocentesis. Si se realiza una toracocentesis en esta categoría y la bacteriología es positiva, la experiencia clínica sugiere que puede ser un falso positivo. En esta situación, si el derrame aumenta o la situación clínica del paciente empeora, debe considerarse la repetición de la toracocentesis. dSi la situación clínica del paciente se deteriora, se debe repetir la toracocentesis y valorar la colocación de un drenaje. eEl derrame pleural loculado sugiere un peor pronóstico. fEl engrosamiento pleural en la tomografía computarizada torácica con contraste sugiere la presencia de un empiema. Tomado de Colice et al., 2000. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN V Infecciones respiratorias 400 radiografía de tórax, hasta un derrame moderado, con o sin infiltración parenquimatosa. Otras veces se evidencia un derra- me subpulmonar, que puede no apreciarse con seguridad en la proyección posteroanterior de tórax y precisar, por ello, de una radiografía de tórax tomada en decúbito ipsolateral con rayo horizontal o de una exploración ecográfica. La tomografía computarizada (TC) torácica puede ayudar a diferenciar un DP de una consolidación parenquimatosa, especialmente si se realiza con contraste intravenoso, ya que la consolidación capta dicho contraste mientras que el DP permanece hipodenso. Las loculaciones se visualizan mejor con una ecografía que con una TC torácica. Sin embargo, esta última es muy útil para localizar las colecciones interlobulares, las ubicadas en la pleura mediastínica y las de pequeño tamaño situadas en la región paravertebral. El empiema tiende a engrosar de la misma manera las dos hojas pleurales, disponiéndose entre la visceral y la parietal, lo que se expresa en la TC torácica como un signo que se deno- mina de la pleura escindida (fig. 48.4). Los empiemas pueden ser libres o estar encapsulados y adquirir una forma redonda, en media luna, elíptica o lenticular. El empiema no drenado tiende a permanecer durante un tiempo aislado por la coraza pleural o busca drenarse espontáneamente, a través de una fís- tula broncopleural o de la pared torácica (empiema necessitatis). En estos dos últimos casos se encuentra aire en el interior del empiema y en el empiema necessitatis se observa, además, una acumulación de baja densidad en el interior de la pared toráci- ca (fig. 48.3B). Ante la aparición de un empiema necessitatis debe sospecharse la existencia de gérmenes como micobacterias, Actinomyces o Nocardia. Otro motivo que explica la presencia de aire en el interior de un DP puede ser el crecimiento de un germen formador de gas. En el diagnóstico diferencial entre un absceso de pulmón y un empiema, la TC torácica es muy útil, especialmente si se administra un contraste intravenoso (tabla 48.3). Ecografía torácica Es útil para identificar los DP pequeños y loculados. En los derrames paraneumónicos complicados pueden apreciarse bandas de material ecogénico que se mueven con los ciclos respiratorios. La demostración de estos septos es importante porque sirve para saber que, además de un drenaje prolongado, va a requerirse un tratamiento con fibrinolíticos. También la existencia de pus puede sospecharse ante la observación de densidades fuertemente ecogénicas que se mueven con la respiración. Pero, sin duda, para lo que es más útil la eco- grafía torácica es para servir como guía para elegir el mejor punto para efectuar la toracocentesis y para colocar el drenaje. Se mejora así el rendimiento del procedimiento y disminuye el riesgo de complicaciones. Toracocentesis diagnóstica Es muy importante la realización de una toracocentesis diag- nóstica ante todo DP que aparece en el transcurso o después de una neumonía. El drenaje debe hacerse siempre que el derrame se considere como complicado. Si su grosor en la radiografía de tórax, hecha en decúbito ipsolateral con rayo horizontal, o en la ecografía torácica, es inferior a 10 mm, pue- de catalogarse como clínicamente no significativo. Es entonces cuando debe llevarse a cabo una toracocentesis. Esta última también ayuda a distinguir entre un derrame no complicado, cuyo tratamiento es antibiótico, y uno complicado, que requie- re, además, un drenaje torácico. Es muy importante recordar que el paso de un tipo a otro puede ocurrir en menos de 12 horas, por lo que la vigilancia clínica ha de ser muy estrecha. Cualquier derrame tiene que revalorarse ante la persistencia de la fiebre o si se produce un empeoramiento clínico. Se extraen de 30 a 50 mL de líquido, se examinan el color, la turbidez y el olor, y el fluido extraído se reparte luego en frascos distintos FIGURA 48.4 Tomografía computarizada torácica en la que se observa un empiema encapsulado en la cisura mayor del hemitórax izquierdo, que muestra el signo de la pleura escindida. TABLA 48.3 Diferencias entre el empiema y el absceso pulmonar en la tomografía computarizada torácica Tipo de hallazgo Empiema Absceso de pulmón Bordes Bien definidos Mal definidos Pared Grosor uniforme y regular Irregular Morfología Elipsoide Redondeada Forma Signo de la pleura escindida* Múltiples cavidades Ángulos Agudos y obtusos Agudos Desplazamiento de los vasos Con desplazamiento Sin desplazamientos *En la tomografía computarizada torácica realizada con contraste se observan las pleuras visceral y parietal engrosadas. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 48 Derrame pleural infeccioso 401 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. para determinar la glucosa, la LDH, la amilasa, las proteínas totales y el pH, así como para hacer un recuento diferencial de leucocitos, una tinción de Gram y un cultivo bacteriano. En los pacientes inmunodeprimidos debe incluirse el estudio de virus y hongos. El aspecto del líquido pleural, su turbidez o purulencia, o un olor pútrido pueden sugerir ya el diagnóstico. Si el flui- do es de aspecto seroso, hay que cuantificar con urgencia el pH y la glucosa y realizar una tinción de Gram. La exis- tencia de microorganismos o de un pH inferior a 7,2 habla de la necesidad de colocar un drenaje pleural. Una glucosa superior a 60 mg/dL (3,4 mmol/L) se asocia con una mejor evolución. Cuando se trata de un DP paraneumónico no complicado, debe vigilarse la evolución por la posibilidad de que se convierta en uno complicado o en un empiema que luego se organiza. Una medida de prudencia, no obligatoria, es la evacuación del derrame en todo caso, excepto si se sos- pecha un origen tuberculoso. Si es así se recomienda efectuar antes una biopsia pleural y esperar el resultado de la deter- minación de la ADA y del IFN-γ antes de drenar el derrame, por si se precisan otros estudiosdel líquido o una nueva biopsia por toracoscopia. La ADA puede estar elevada en los DP paraneumónicos en los que predominan los neutrófilos, en el empiema y en algunos derrames no infecciosos, como en la pleuritis reumatoidea. Sin embargo, si el fluido es de predominio linfocítico, una ADA alta sugiere la existencia de un derrame tuberculoso en las áreas en las que la prevalencia de la tuberculosis es elevada. TRATAMIENTO Los objetivos del tratamiento del DP paraneumónico y del empiema son, en primer lugar, controlar la infección y, en segundo lugar, drenar el líquido. Es importante no solo iniciar precozmente el tratamiento antibiótico sino también conocer la naturaleza del fluido pleural para prevenir la progresión hacia un empiema. En ocasiones es necesario colocar un sis- tema de drenaje para evacuar el líquido y hacer un tratamiento fibrinolítico (fig. 48.5). El DP tuberculoso puede resolverse espontáneamente sin tratamiento. Sin embargo, existe entonces una probabilidad aproximada del 65% de desarrollar una tuberculosis pulmonar o extrapulmonar durante los 5 años siguientes. Tratamiento antibiótico La antibioticoterapia debe iniciarse lo antes posible una vez obtenidas las muestras para el estudio microbiológico. El tratamiento empírico inicial debe considerar si la neumonía es de origen comunitario u hospitalario, seguir las normativas publicadas por las guías científicas, sobre todo las locales, y ajustarse al resultado de los cultivos. Con frecuencia se recomienda añadir un antibiótico para gérmenes anaeróbicos, puesto que suelen ser causa de una coinfección. En el empie- ma debido a una neumonía adquirida en la comunidad está indicado el tratamiento con amoxicilina-ácido clavulánico o una combinación de una cefalosporina de tercera generación (ceftriaxona o cefotaxima) con clindamicina o metronidazol. Una alternativa para los pacientes con alergia a la penicilina es la tigeciclina. En los enfermos con un empiema de origen nosocomial, postraumático o posquirúrgico, el tratamiento debe incluir cloxacilina, vancomicina o linezolid, además de una cefalosporina de tercera generación. Si hay factores de riesgo para Pseudomonas aeruginosa, las cefalosporinas han de sustituirse por un carbapenem (meropenem o doripenem) o por una penicilina antipseudomónicas (piperacilina-tazo- bactam). El tratamiento del DP tuberculoso se basa en la combi- nación de distintos fármacos, para reducir la población de micobacterias, sin riesgo de crear resistencias, y para esterilizar las lesiones específicas. Debe comenzarse en una primera fase con cuatro fármacos (isoniacida, rifampicina, etambutol y pira- cinamida) durante 2 meses, para continuar con dos fármacos (isoniacida y rifampicina) durante 4 meses más. El etambutol puede retirarse cuando se sepa que el aislamiento es sensible a estos fármacos. Una vez iniciado el tratamiento, hasta en un 16% de los casos puede aumentar, de manera paradójica, el derrame. A veces se han utilizado los corticoesteroides al objeto de reducir la inflamación y la fibrosis. Sin embargo, los resultados que se obtienen en el DP tuberculoso no respaldan su uso habitual. Toracocentesis evacuadora La toracocentesis tiene dos finalidades. La primera, diagnóstica, inmediata si se mide el pH o se obtiene pus, y la segunda, tera- péutica, si se lleva a cabo una evacuación del líquido pleural. La toracocentesis evacuadora es la técnica menos agresiva en el tratamiento de los derrames paraneumónicos. Para algunos autores este procedimiento es igual de eficaz que la colocación de un tubo de drenaje. Debe realizarse siempre que el derrame sea moderado, el pH mayor de 7,2 y no se trate de un empiema. En ocasiones debe repetirse, si no puede drenarse de una sola vez o si se reproduce al inicio del tratamiento. Los derrames tuberculosos han de evacuarse para evitar un engrosamiento pleural residual, que puede ocurrir hasta en el 50% de los enfer- mos. Sin embargo, no se ha demostrado que las toracocentesis repetidas y el tratamiento con corticoesteroides disminuyan la frecuencia del engrosamiento pleural. Drenaje torácico El drenaje torácico está indicado en todos los DP complicados (pH < 7,2, derrame loculado o presencia de gérmenes en el líquido pleural) y en el empiema. El objetivo es controlar la sepsis de origen pleural y reexpandir el pulmón adyacente, para restablecer la función respiratoria y prevenir el engrosa- miento pleural residual. El drenaje debe efectuarse antes de que comience la fase organizativa. La colocación de drenajes intercostales se lleva a cabo con tubos flexibles que tienen varios orificios y que son de calibres gruesos o finos. El tubo se ensambla con un sistema de recolección, al que puede conec- tarse una aspiración. Se prefieren los tubos de calibre grueso (18-22 French) para los empiemas y los de pequeño calibre (10-14 French), del tipo pig-tail, implantados con la técnica de Seldinger, para los líquidos serosos. En los DP loculados la ecografía torácica facilita la ubicación del drenaje, sobre todo si se requiere más de un tubo, secuencialmente o al mismo Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN V Infecciones respiratorias 402 tiempo, para vaciar las distintas cavidades. Debe efectuarse un control radiológico o ecográfico a las 24 horas de completarse la técnica, para demostrar la eficacia del drenaje. Se considera que el procedimiento ha fracasado cuando, a pesar de un tratamiento antibiótico correcto y de un drenaje en posición adecuada, persiste el estado séptico. Este fracaso puede deberse a la existencia de múltiples loculaciones en el espacio pleural, por haberse iniciado tarde el tratamiento, o a la presencia de una fístula broncopleural. Instilación intrapleural de fibrinolíticos Debe iniciarse la instilación de fibrinolíticos de manera pre- coz cuando la cavidad pleural y el empiema tienen locula- ciones. El DP paraneumónico complicado y el empiema se caracterizan por asociarse con un estado procoagulante en las hojas pleurales, que favorece el que se organicen capas y tabiques de fibrina. Con la fibrinólisis se trata de facilitar el drenaje de los líquidos más espesos y de prevenir la formación FIGURA 48.5 Algoritmo útil para el tratamiento de un derrame pleural infeccioso. ADA, adenosina desaminasa. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 48 Derrame pleural infeccioso 403 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. de esos tabiques en la cavidad pleural. Se hace a través del tubo intercostal y, en la actualidad, se usan dos tipos de sustancias, la estreptocinasa y la urocinasa, cuyos efectos beneficiosos son similares (tabla 48.4). Las diferencias entre ambas son el menor coste de la primera y los menores efectos secundarios de la segunda. Se ha demostrado que es un tratamiento seguro, con apenas consecuencias adversas, que mejora la evolución radiológica y que disminuye el número de días de drenaje y de estancia hospitalaria que se precisan. La única contraindicación de esta técnica es la presencia de una fístula broncopleural. Recientemente se ha publicado la experiencia obtenida con la combinación de la desoxirribonucleasa (DNasa) y el tPA. Este tratamiento se asocia, cuando se compara con cualquiera de las dos sustancias mencionadas por separado o con un placebo, con una más rápida mejoría radiológica, una menor necesidad de recurrir a la intervención quirúrgica y una disminución de la estancia hospitalaria. Toracoscopia La toracoscopiaprecoz es una opción en los enfermos que tienen un DP infeccioso tabicado que no se ha vaciado comple- tamente con el drenaje pleural. Permite el desbridamiento de las hojas pleurales con la consiguiente reexpansión pulmonar y evacuación del pus. Además, permite dejar un drenaje para evacuar el resto del líquido pleural. Tratamiento quirúrgico La intervención quirúrgica está indicada en diferentes momen- tos de la evolución de un DP infeccioso. En la fase subaguda el objetivo de la toracotomía es controlar la sepsis cuando falla el tratamiento médico, el drenaje con fibrinolíticos —ante la ausencia de una reducción en el tamaño de la cavidad pleural— e, incluso, la toracoscopia. Consiste en la apertura de la cavidad pleural, con desbridamiento y limpieza de la zona, con pos- terior cierre del tórax, y con la colocación de uno o varios tubos de drenaje. La retirada de esos drenajes debe ser gradual. El último proceso puede durar, a veces, hasta 2 o 3 meses. La decorticación se realiza en una fase tardía, con la finalidad de restaurar la mecánica ventilatoria a un pulmón enclaustrado por una coraza fibrosa. Implica una toracotomía, con escisión de todo el tejido fibroso de la pleura, evacuación del pus que pueda quedar y limpieza de la cavidad pleural. En ocasiones se combina con una resección pulmonar cuando el tejido necrótico es abundante. Este procedimiento tiene una morbimortalidad que llega hasta un 10%. Cuando el DP se acompaña de una fístula broncopleural se tiene que recurrir, si fracasa el drenaje, al tratamiento quirúrgico. Bibliografía Bhatnagar R, Maskell NA. Treatment of complicated pleural effusions in 2013. Clin Chest Med 2013;34:47-62. Cameron R, Davies HR. Intrapleural fibrinolytic therapy versus con- servative management in the treatment of adult parapneumonic effusions and empyema. Cochrane Database Syst Rev 2008;2: CD002312. Chalmers JD, Singanayagam A, Murray MP, Scally C, Fawzi A, Hill AT. 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TABLA 48.4 Dosis habituales de los fibrinolíticos en el tratamiento del derrame pleural infeccioso Fibrinolítico Dosis Medio de instilación* Duración Estreptocinasa 250.000 UI/L 50-100 mL de suero salino Diariamente hasta un total de 7 días o drenaje < 100 mL/día Urocinasa 100.000-125.000 UI/L 20-100 mL de suero salino Cada 12-24 horas hasta un total de 3 días o drenaje < 100 mL/día *Una vez introducido el fibrinolítico lentamente por el tubo de drenaje, se pinza entre 2 y 4 horas. Posteriormente se deja que el fluido drene libremente o ayudado con una aspiración. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org Botón1:
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