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FIBROSIS QUISTICA

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CAPÍTULO
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Fibrosis quística
CONCEPTO Y EPIDEMIOLOGÍA
La fibrosis quística (FQ) es la enfermedad genética letal más 
frecuente en la población caucasiana. Es una enfermedad mul-
tisistémica que afecta a las glándulas exocrinas y se transmite 
con carácter autosómico recesivo. Su incidencia es de 1 caso por 
cada 4.500 nacidos vivos, aunque es variable según las razas 
y el país de origen (tabla 39.1). Se estima que el 3-4% de las 
personas de raza blanca son portadoras del gen anómalo. La 
enfermedad es más rara en los sujetos de raza negra y en los 
individuos asiáticos. Aunque puede afectar al tracto digestivo, a 
las glándulas sudoríparas y al sistema reproductor, entre otros, 
la mayor morbimortalidad de esta enfermedad depende del 
progresivo deterioro que sufre el aparato respiratorio con el 
paso de los años.
Desde la primera publicación referida a la FQ realizada por 
Andersen en 1938 —momento en el que menos del 50% de 
los pacientes superaba el año de vida—, la supervivencia ha 
ido mejorando claramente. En los años sesenta la media de 
la supervivencia era de 4 años, alcanzó los 28 años en 1990 y 
actualmente se sitúa en torno a los 37 años. Este espectacular 
aumento en la expectativa de vida de los enfermos se debe, sin 
lugar a dudas, a múltiples factores, que en esencia se relacio-
nan, por un lado, con la puesta en marcha de unidades de FQ 
especializadas en el cuidado de los pacientes que padecen este 
trastorno y, por otro, con la utilización de nuevas modalidades 
terapéuticas.
GENÉTICA
El gen CFTR (del inglés cystic fibrosis transmembrane conduc-
tance regulator) se localiza en el brazo largo del cromosoma 7 
(7q31.2) y contiene una secuencia genómica de 230 kb, que 
se organiza en 27 exones. Este gen codifica una proteína de 
1.480 aminoácidos y 170 kDa y de él se conocen, hasta la 
fecha, más de 1.600 mutaciones. De todas ellas, la mutación 
F508 fue la primera identificada y es la de mayor prevalencia. 
Se produce por la pérdida del triplete CTT (citosina, timina, 
timina) en el exón 10, lo que ocasiona la ausencia de una 
fenilalanina en la posición 508 de la proteína transportadora. 
En la población mundial, alrededor de dos tercios de los genes 
CFTR mutados presentan esta deleción. El análisis molecular 
de la población española ha puesto de manifiesto que existe 
un amplio espectro de mutaciones, aunque de las más de 100 
detectadas hasta la actualidad solo 12 se han hallado con una 
frecuencia superior al 1%.
La proteína reguladora de la conductancia transmembrana 
(CFTR) pertenece a la familia de los transportadores ABC (del 
inglés ATP-binding cassette), compuesta por proteínas locali-
zadas en la membrana celular y cuya función es el transporte 
de sustancias a través de dicha membrana mediante procesos 
que requieren consumo de energía. La CFTR tiene un dominio 
regulador (R), que une dos dominios transmembrana de seis 
segmentos (TM1, TM2) y dos dominios de unión (NBD1 y 
NBD2) a la adenosina trifosfato (ATP) (fig. 39.1). Esta proteína 
funciona como un canal de cloruro regulado por la adenosina 
monofosfato cíclico (AMPc), pero también participa en el flujo 
de otros iones al interaccionar con otras proteínas. Existen, 
asimismo, otros tipos de canales de cloro y de sodio, que 
también tienen un papel importante en la patogenia de la 
enfermedad.
El metabolismo de la CFTR se inicia en el retículo endoplás-
mico, en el que un polipéptido glucosilado se rodea por una 
membrana lipídica y se traslada al aparato de Golgi. Allí se 
glucosila de nuevo para poder desplazarse a la zona apical de 
la membrana plasmática. Tanto en el retículo endoplásmico 
como en las ubicaciones intracelulares siguientes, hasta llegar 
al aparato del Golgi, la CFTR interactúa con unas proteínas 
denominadas chaperonas.
Las mutaciones causantes de la FQ se agrupan en cinco cla-
ses o tipos diferentes, que tienen las siguientes características:
●	 Las de tipo I dan lugar a una iniciación anómala de la trans-
cripción y, por tanto, a la producción defectuosa de una
proteína truncada afuncional.
●	 Las de tipo II ocasionan problemas durante el procesamien-
to y maduración de la proteína CFTR, lo que provoca un
plegamiento anormal de esta en el retículo endoplásmico;
de esta forma, al no ser reconocida por las chaperonas,
termina siendo degradada antes de llegar a la membrana
apical de la célula.
●	 Las de tipo III alteran la regulación del canal CFTR.
●	 Las de tipo IV originan una conducción anómala del flujo
del cloro (Cl–).
●	 Las de tipo V se relacionan con una escasa expresión de la
proteína en la membrana apical, debido a una reducción
en la síntesis de esa proteína o a un procesado defectuoso
de una CFTR normal.
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●	 Recientemente se ha descrito un tipo VI, que condiciona 
la pérdida del extremo COOH– terminal, determina una 
menor estabilidad de la molécula y conlleva un incremento 
en el recambio del canal. Las mutaciones de clase I, II y III 
se reconocen como mutaciones graves, mientras que las de 
clase IV y V se estiman como leves.
PATOGENIA
Los pacientes que padecen una FQ muestran, en todas sus glán-
dulas exocrinas, una relativa impermeabilidad de la membrana 
apical al cloro —consecuencia del defecto existente en la aper-
tura del canal en respuesta al AMPc— y una hiperabsorción del 
sodio desde la luz glandular, con la consecuente hiperabsorción 
pasiva de agua. Además, el ácido desoxirribonucleico (ADN), 
procedente de la destrucción de los leucocitos polimorfonu-
cleares —migrados ahí por la infección bronquial crónica—, 
y el trastorno en la producción de moco por las glándulas 
submucosas de las vías aéreas, junto con la disminución de 
agua, sodio y cloro, explican el importante incremento de la 
viscosidad que experimentan las secreciones y la consiguiente 
obstrucción bronquial que se observa en estos enfermos. Como 
resultado se deshidrata la superficie de la mucosa y se altera el 
aclaramiento mucociliar, lo que dificulta la eliminación de los 
agentes patógenos. La infección respiratoria propicia la infla-
mación y la posterior obstrucción bronquial. Sin embargo, cabe 
pensar que la inflamación ya debe estar presente en las fases 
más precoces de la enfermedad y que esto se deba a la propia 
anomalía de la proteína CFTR, que es el trastorno principal.
De hecho, en estos casos se han detectado acúmulos de 
neutrófilos y un aumento de la interleucina (IL) 8, lo que 
sugiere que la respuesta inmune se ha amplificado y es inde-
pendiente de la presencia o ausencia de gérmenes en la vía 
aérea. La IL-8 atraería a los neutrófilos hacia la membrana basal 
y estos migrarían precozmente, en el momento de la infección, 
hacia la luz bronquial. De forma similar, la IL-17 también se 
relacionaría con este reclutamiento neutrofílico. Entre todas 
las sustancias liberadas por los neutrófilos, la elastasa es la que 
más daño ocasiona al tejido pulmonar. También las células epi-
teliales de las vías aéreas actuarían modulando la producción 
de la IL-1, del factor de necrosis tumoral α (TNF-α) y de otros 
mediadores, que atraerían nuevos neutrófilos, macrófagos e 
inmunocitos, elementos celulares que perpetuarían la reacción 
inflamatoria. Además, los linfocitos T podrían intervenir, asi-
mismo, en el desequilibrio inmune existente en estos enfermos, 
potenciando aún más la respuesta inflamatoria. Por otra parte, 
también ha podido comprobarse que el glutatión, la mayor 
sustancia antioxidante del pulmón, y la IL-10 (una citocina 
antiinflamatoria) se encuentran disminuidos en la FQ.
A continuación se describenlas diferentes teorías, quizás 
algunas complementarias entre sí, que intentan explicar la 
predisposición a la infección que tienen los enfermos que 
padecen una FQ.
Hipótesis del déficit en la inmunidad innata
La disminución en la concentración de la proteína sérica 
denominada mannose-binding lectin parece importante para 
mantener la inmunidad innata frente a las bacterias y los virus. 
Esta proteína, al unirse a la manosa y a la N-acetilglucosamina 
de la superficie de los microorganismos, activa el complemento 
y favorece la fagocitosis.
Hipótesis del receptor celular
La infección inicial puede tener relación con un incremento en 
la capacidad de adherencia de las bacterias (fundamentalmente 
FIGURA 39.1
Esquema de la proteína reguladora de la conductancia transmembrana 
(CFTR), que consta de dos dominios transmembrana (TM), dos dominios 
de unión (NBD1 y NBD2) de la adenosina trifosfato (ATP) y un dominio 
regulador (R).
TABLA 39.1 Incidencia de la fibrosis quística 
estimada para distintos países europeos 
y para diferentes regiones españolas
País Incidencia
Noruega 1/6.500 nacimientos
Suecia 1/4.000 nacimientos
Dinamarca 1/4.700 nacimientos
Finlandia 1/25.000 nacimientos
Francia 1/4.000 nacimientos
Italia 1/2.700 nacimientos
Suiza 1/2.000 nacimientos
Holanda 1/3.600 nacimientos
Irlanda 1/1.461 nacimientos
Reino Unido 1/2.500 nacimientos
España*
● Cataluña 1/6.496 nacimientos (11 años)
● Castilla y León 0,25/500 nacimientos (11 años)
● Islas Baleares 1/6.189 nacimientos (9 años)
● Galicia 0,25/430 nacimientos (6 años)
● Murcia 1/5.376 nacimientos (4 años)
● Islas Canarias 0,25/500 nacimientos (3 años)
● País Vasco 1/6.000 nacimientos (2 años)
● Aragón 0,25/800 nacimientos (2 años)
*En el caso de España, se indican también los años de cribado 
entre paréntesis.
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SECCIÓN V
Infecciones respiratorias
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de Pseudomonas aeruginosa) a receptores situados en la superficie 
luminal de las células epiteliales del aparato respiratorio de 
los pacientes que tienen una FQ. Se ha sugerido, asimismo, 
que la proteína CFTR no alterada podría servir como receptor 
para P. aeruginosa en el proceso de internalización, fagocitosis 
y eliminación por descamación del epitelio de la vía aérea. En 
la FQ las CFTR anómalas serían deficientes en este cometido, 
lo que permitiría la libre multiplicación de P. aeruginosa.
Hipótesis de la alteración de las defensinas
En la FQ el líquido de la superficie de la vía aérea tendría una 
mayor concentración de sal que el fluido bronquial de los indi-
viduos no afectados. Esto condicionaría la inactivación de las 
defensinas (péptidos naturales con actividad antimicrobiana) 
y se facilitaría así el inicio de la colonización bacteriana.
Hipótesis del moco anóxico
Esta teoría propone que la concentración isotónica de sal 
conduce a la deshidratación del líquido periciliar. La pérdida 
de agua incrementaría la viscosidad del moco, dificultaría su 
aclaramiento mucociliar y ocasionaría tanto la persistencia de 
una hipersecreción como el aumento de la altura de la capa 
mucosa. Todo esto generaría un excesivo consumo de oxíge-
no por parte de las células epiteliales y, como consecuencia, 
se produciría un gradiente de hipoxia en una capa de moco 
tan engrosada. P. aeruginosa, al llegar a esta superficie mucosa 
hipóxica, penetraría activa o pasivamente, adaptándose a este 
medio ambiente. Sería así capaz de potenciar la expresión del 
alginato (cambio a un fenotipo mucoide, mucho más frecuen-
te en la FQ) y de formar microcolonias, que posteriormente 
evolucionarían a biopelículas.
ESTUDIOS MICROBIOLÓGICOS
Los agentes patógenos bacterianos que colonizan la vía aérea 
de los enfermos que tienen una FQ siguen con frecuencia 
una secuencia en su aparición, más o menos establecida, que 
depende de la edad del individuo (cronoinfección). La mayor 
parte de los pacientes se coloniza inicialmente por Staphy-
lococcus aureus y por Haemophilus influenzae, microorganismos 
que se encuentran también en los niños con enfermedades 
crónicas y en los adultos con bronquiectasias no debidas a 
una FQ. S. aureus es, a menudo, la primera bacteria que se 
aísla en los niños pequeños que tienen una FQ, aunque su 
significado en la patogenia de la infección pulmonar sigue 
siendo motivo de debate. Mientras que la colonización por 
S. aureus decrece a medida que aumenta la edad de los enfer-
mos, la debida a P. aeruginosa se incrementa de manera gradual, 
hasta convertirse en el agente patógeno más habitual (fig. 39.2). 
La colonización crónica por P. aeruginosa se relaciona con una 
mayor morbimortalidad, por lo que las estrategias terapéuticas, 
FIGURA 39.2
Porcentaje de pacientes colonizados por diferentes microorganismos en relación con la edad del enfermo, según los datos del American Cystic Fibrosis 
Registry de 2011.
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con intención de erradicar, dirigidos a evitar la colonización 
inicial por este microorganismo son muy importantes para 
mejorar el pronóstico a largo plazo de esta enfermedad. Por 
ello, la detección precoz de esta bacteria es fundamental.
Actualmente, ante la mayor expectativa de vida de los 
pacientes y el hecho de que se utilicen ciclos repetidos de anti-
bióticos para tratar las exacerbaciones, se ha favorecido que se 
produzcan colonizaciones por otras bacterias patógenas opor-
tunistas multirresistentes, como Burkholderia cepacia, Achromo-
bacter xylosoxidans o Stenotrophomonas maltophilia. Asimismo, 
en los últimos años se ha observado que están aumentando 
los aislamientos de S. aureus resistente a la meticilina (SARM).
No es raro encontrar en el tracto respiratorio hongos como 
Aspergillus spp., diversas especies de Candida y Scedosporium, 
así como micobacterias atípicas (fundamentalmente Mycobac-
terium avium). Otros microorganismos, como micoplasmas, 
virus respiratorios y Chlamydophila spp., pueden aparecer sin 
que su papel en la enfermedad pulmonar se haya aclarado aún 
adecuadamente.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
La instauración de los programas de vigilancia o cribado neo-
natal de la enfermedad ha hecho que se haya producido un 
gran cambio en la manera en la que actualmente se detecta 
la FQ en los niños en los que aún no han aparecido, gracias 
a este diagnóstico precoz, síntomas ni signos evidentes de su 
padecimiento. La actuación clínica puede ser así muy diferen-
te. No obstante, sigue siendo esencial el saber reconocer las 
manifestaciones respiratorias de la enfermedad, al objeto de 
poner en marcha, lo antes posible, las medidas preventivas y 
terapéuticas que sean necesarias. Con ello se consigue que la 
progresión sea más lenta y que, por consiguiente, se frene el 
ineludible deterioro pulmonar que siempre ocasiona la FQ.
Desde un punto de vista clínico, la enfermedad puede cursar 
con distintas manifestaciones. Antes de que se instaurase el 
cribado neonatal, la afectación respiratoria y la malabsorción 
intestinal eran las formas en las que, clásicamente, aparecía la 
FQ, sin olvidar que una proporción de pacientes podía debutar 
con una deshidratación hiponatrémica. La edad de comienzo 
de los síntomas era muy variable. Algunos pacientes inicia-
ban el cuadro clínico durante la lactancia, mientras que otros 
podían permanecer asintomáticos hasta la adolescencia o la 
etapa de adultos jóvenes.
Si la detección precoz no se ha producido, las manifes-
taciones respiratorias pueden comenzar,en el caso del lactante, 
como una tos seca que, a veces, se acompaña de dificultad 
respiratoria y sibilancias. Estos síntomas quizá sugieren el 
diagnóstico de una bronquiolitis que, en muchas ocasiones, 
se observa fuera de la estación epidémica y no se debe al virus 
respiratorio sincitial. Se trata de procesos que no responden 
bien al tratamiento habitual y que se hacen persistentes o 
recurrentes. Los niños preescolares pueden aquejar una tos 
blanda, toz emetizante, y episodios de broncoespasmo. Al 
aumentar la edad, las manifestaciones respiratorias se van 
haciendo más llamativas, sobre todo cuando se desarrollan 
unas bronquiectasias. Aparece entonces una tos productiva 
con una expectoración amarillenta, verdosa y viscosa, y empe-
zar ya a aislarse los microorganismos característicos de esta 
enfermedad. Del 25 al 50% de los enfermos pueden tener una 
hiperreactividad bronquial.
El cribado neonatal ha conseguido, gracias a la precocidad 
del diagnóstico y a las enérgicas medidas terapéuticas que 
pueden instaurarse, que se modifique el curso clínico señalado, 
con los consiguientes beneficios para el enfermo. Las acropa-
quias aparecen al progresar la enfermedad y muchas veces se 
relacionan con su gravedad. La pansinusitis (90-100% de los 
casos) es un hallazgo muy común, y en algunos niños, sobre 
todo si son mayores, puede desarrollarse una poliposis nasal 
(6-36% de los casos).
La exacerbación respiratoria se define como un cambio en 
los síntomas que son habituales para el paciente. Se caracteriza 
por un aumento en la frecuencia o en la intensidad de la tos, 
generalmente con alguna modificación en las propiedades del 
esputo (volumen, color, viscosidad). Puede observarse también 
un incremento en la disnea o el inicio de una dificultad respira-
toria, con alteraciones en la auscultación pulmonar o fiebre. 
Síntomas como la disminución en la tolerancia al ejercicio, la 
pérdida de apetito o el estancamiento ponderal pueden pre-
ceder a los demás y deben ser una importante señal de alarma 
para el médico. Igualmente, el descenso de un 10% o más en el 
volumen espiratorio forzado en el primer segundo (FEV
1), con 
respecto a su valor previo, puede ser un dato de gran utilidad 
para detectar precozmente una exacerbación. La hemoptisis 
casi siempre indica que existe una exacerbación. Como en 
cualquier infección pulmonar pueden encontrarse anomalías 
en los datos de laboratorio o en las técnicas de imagen, pero no 
tienen mucha relevancia a la hora de establecer el diagnóstico 
de una exacerbación en un enfermo con una FQ.
En lo que se refiere a la afectación pancreática, aproximada-
mente el 85% de los pacientes con una FQ tiene una insuficien-
cia glandular, que cursa con una llamativa esteatorrea (deposi-
ciones abundantes, pálidas, fétidas y aceitosas). El 15% restante 
es «suficiente» desde un punto de vista pancreático, aunque 
algunos niños terminan haciéndose insuficientes durante el 
primer año de vida. La insuficiencia pancreática determina la 
malnutrición, la falta de crecimiento y el déficit de vitaminas 
liposolubles, si no se instaura el tratamiento adecuado, que 
sufren los pacientes. En los niños mayores y en los adultos 
jóvenes puede haber una disfunción de los islotes pancreáticos, 
lo que da lugar a una intolerancia a la glucosa e, incluso, a 
una diabetes mellitus. La pancreatitis aguda y la pancreatitis 
recurrente son complicaciones raras, aunque a veces son la 
forma en la que inicialmente se presenta la enfermedad, sobre 
todo en los individuos que mantienen una buena suficiencia 
pancreática.
La afectación intestinal puede aparecer al nacer o incluso 
en el período intrauterino. En tal caso, del 10 al 15% de los 
lactantes afectos sufre un íleo meconial, en la mayoría de las 
ocasiones con una insuficiencia pancreática concomitante. En 
los niños mayores o en los adultos jóvenes puede observarse 
un cuadro similar, denominado síndrome de obstrucción intes-
tinal distal, que se manifiesta con dolores cólicos abdominales 
y un acúmulo de heces en la fosa ilíaca derecha. El prolapso 
rectal es un hallazgo clínico que suele apreciarse durante los 
primeros 5 años de vida y que se asocia con desnutrición y 
esteatorrea. Otras posibles alteraciones digestivas que no deben 
olvidarse son la invaginación intestinal, el ulcus duodenal, la 
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apendicitis aguda, la atresia del intestino delgado y algunas 
otras anomalías causantes de una obstrucción intestinal congé-
nita. En la evolución de estos pacientes también hay que tener 
en cuenta la posible existencia de un reflujo gastroesofágico 
significativo.
La afectación hepatobiliar puede aparecer como una ictericia 
neonatal prolongada de tipo colestásico. Más adelante puede 
evidenciarse una alteración bioquímica, un hígado graso, una 
cirrosis biliar focal o una cirrosis multinodular con hiperten-
sión portal. También pueden detectarse otras anomalías, como 
una microvesícula, una colecistitis o una colelitiasis.
En cuanto a la participación de las glándulas sudoríparas 
cabe señalar que uno de los signos más importantes de la enfer-
medad es la eliminación de sodio y cloro por el sudor. La pér-
dida crónica de sal hace que el individuo sufra una reducción 
en los niveles de diferentes electrólitos. Puede producirse, por 
ello, un síndrome pseudo-Bartter o, incluso, una franca des-
hidratación hiponatrémica. Esta circunstancia es más frecuente 
en los primeros años de vida y coincidiendo con las estaciones 
más calurosas del año.
Las alteraciones que implican al aparato reproductor tam-
bién pueden ser la forma de expresión inicial de la enfermedad 
en los varones, por la infertilidad que origina el anómalo desa-
rrollo del sistema ductal de Wolff, con unos vasos deferentes 
ausentes o anormales, o con un epidídimo atrófico o ausente. 
Las mujeres tienen disminuida su fertilidad al aumentar la 
viscosidad del moco cervical y por la mayor frecuencia de la 
poliposis uterina.
Otros procesos que pueden aparecer en el transcurso de 
la evolución de una FQ son la vasculitis leucocitoclástica por 
inmunocomplejos y ciertas artropatías, como la osteoartropatía 
pulmonar hipertrófica y la artropatía episódica y poliarticular. 
No debe olvidarse la eventual afectación del metabolismo óseo, 
que da lugar a una osteopenia con osteoporosis. Tampoco la 
posibilidad de una amiloidosis, de complicaciones relacio-
nadas con el trasplante pulmonar, de la mayor incidencia de 
los tumores gastrointestinales o de importantes problemas 
psicosociales.
Los sistemas de evaluación clínico-radiológica que sirven 
para estimar la gravedad general de la enfermedad y predecir 
el pronóstico son muy diversos. Entre ellos destacan el de Bras-
field y el de Shwachman-Kulczycki, modificado recientemente 
por Doershuk (tablas 39.2 y 39.3). La radiografía de tórax no 
es útil en el diagnóstico precoz de la FQ. Por el contrario, la 
tomografía computarizada (TC) torácica puede emplearse 
tanto para el diagnóstico precoz como para el seguimiento 
de la enfermedad. En cuanto a la evolución, las pruebas fun-
cionales respiratorias son fundamentales, ya que permiten 
valorar la extensión y la progresión de la FQ y su respuesta a 
las intervenciones terapéuticas que se pongan en marcha. La 
espirometría es esencial en el seguimiento de estos pacientes. El 
FEV
1 refleja muy bien la progresión de la afectación pulmonar y 
se relaciona con la mortalidad. La anamnesis es poco sensible 
en la detección del deterioro respiratorio en un porcentaje alto 
de casos. El examen físico tampoco permite descubrir cambios 
en la situación pulmonar hasta que esos cambios son ya la 
expresión de una enfermedad muy avanzada. De reciente intro-
ducción, peromuy sensible para el diagnóstico precoz de la 
FQ, es el estudio de la distribución de la ventilación mediante 
el lavado de un gas en circuito abierto y con una técnica de 
TABLA 39.2 Sistema de puntuación radiológica de Brasfield para valorar la gravedad 
de una fibrosis quística
Tipo Definición Puntuación
Atrapamiento aéreo Hiperinsuflación pulmonar generalizada expresada 
como un abombamiento esternal, un aplanamiento 
diafragmático o una cifosis dorsal
0 = Ausente
1
2 = Gravedad progresiva
3
4
Marcas lineales Densidades lineales debidas a un engrosamiento 
bronquial; pueden verse como líneas paralelas 
ramificadas o como densidades redondeadas 
con un engrosamiento de la pared bronquial
0 = Ausente
1
2 = Gravedad progresiva
3
4
Lesiones nodulares 
y quísticas
Pequeñas y múltiples densidades redondeadas de 
0,5 cm de diámetro o mayores, con un centro 
radiopaco o radiotransparente (no definidas como 
marcas lineales); los nódulos confluentes no deben 
clasificarse como lesión extensa
0 = Ausente
1
2 = Gravedad progresiva
3
4
Lesiones extensas Atelectasia o condensación lobular o segmentaria; 
incluye la neumonía aguda
0 = Ausente
3 = Atelectasia lobular o segmentaria
5 = Atelectasias múltiples
Gravedad general Impresión de gravedad global en la radiografía de tórax 0 = Ausente
1
2 = Gravedad progresiva
3
4
5 = Complicaciones
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respiración múltiple. La fibrobroncoscopia permite la toma de 
muestras (broncoaspirado, lavado broncoalveolar) útiles para 
el análisis microbiológico de las secreciones respiratorias. Esto 
es especialmente importante en los pacientes que evolucionan 
mal y en los que se sospechan determinados agentes patógenos 
no evidenciados en los cultivos convencionales.
DIAGNÓSTICO
El cribado neonatal de la enfermedad, actualmente implantado 
en casi toda España, puede llevarse a cabo siguiendo diversas 
estrategias. Las principales son la determinación de la tripsina 
inmunorreactiva (que debe repetirse si los valores se encuen-
tran elevados), el estudio genético y la prueba del sudor efec-
tuada en una unidad especializada en FQ. El cribado neonatal 
se dirige, desde que se puso en marcha, al diagnóstico precoz 
de la enfermedad, lo que se basa en un seguimiento clínico 
estricto, la realización de estudios de imagen y funcionales 
respiratorios seriados, la evaluación de marcadores serológi-
cos e inflamatorios, y la detección rápida de la presencia de 
gérmenes. Y todo ello con el fin de instaurar racional y rápida-
mente un tratamiento antimicrobiano agresivo. En realidad, 
puede decirse que, en las últimas décadas, la FQ ha pasado de 
ser una enfermedad infantil caracterizada por una afectación 
TABLA 39.3 Sistema de puntuación clínica de Shwachman-Kulczycki, modificado por Doershuk, 
para valorar la gravedad de una fibrosis quística
Grado Puntos Actividad general Exploración física Nutrición Radiografía de tórax
Excelente 
(86-100)
25 Completa: juega, 
va regularmente 
a la escuela, 
etc.
Normal: no tose, pulso y 
respiración normales, 
pulmones limpios, 
postura adecuada
Peso y talla por encima 
del percentil 25
Heces bien moldeadas
Masa y tono musculares 
normales
Campos pulmonares 
limpios
Bueno 
(71-85)
20 Carece de 
resistencia
Cansado al final 
del día
Buena asistencia 
escolar
Pulso y respiración 
normales en reposo, 
tos y carraspera 
infrecuentes, sin 
deformación digital; 
pulmones limpios; 
enfisema pulmonar 
mínimo
Peso y talla entre el 
percentil 10 y el 25
Heces ligeramente 
anómalas
Tono y masa 
musculares 
adecuados
Mínimo 
engrosamiento 
de las imágenes 
broncovasculares; 
se inicia un 
enfisema pulmonar
Leve 
(56-70)
15 Reposa 
voluntariamente 
durante el día
Se cansa con 
facilidad 
después de los 
esfuerzos
Asistencia irregular 
a la escuela
Tos ocasional por la 
mañana; respiraciones 
ligeramente 
aumentadas; enfisema 
pulmonar leve, 
respiración ruidosa; 
raras veces estertores 
localizados; se inicia 
una deformidad digital 
en palillo de tambor
Peso y talla entre el 
percentil 3 y el 10
Heces generalmente 
anómalas, 
abundantes y poco 
moldeadas
Si existe, distensión 
abdominal escasa
Tono y masa 
musculares 
disminuidos
Enfisema pulmonar 
leve con 
atelectasias 
parcheadas; 
incremento de 
las imágenes 
broncovasculares
Moderado 
(41-55)
10 Recibe las clases 
en su casa
Disneico después 
de un paseo 
corto; descansa 
mucho
Tos frecuente y, por lo 
general, productiva; 
tiraje; enfisema 
pulmonar moderado; 
posible deformidad 
torácica; estertores 
frecuentes; acropaquias 
marcadas
Peso y talla por debajo 
del percentil 3
Heces poco moldeadas, 
abundantes, grasas y 
fétidas
Músculos flácidos y 
masas musculares 
disminuidas
Distensión abdominal 
leve o moderada
Enfisema pulmonar 
moderado; 
zonas difusas 
de atelectasia 
con áreas 
superpuestas 
sugerentes 
de infección; 
dilatación 
bronquial mínima
Grave 
(< 41)
5 Ortopneico; 
limitado a la 
cama o a la silla
Tos muy frecuente en 
accesos; taquipnea 
con taquicardia y 
cambios pulmonares 
importantes; posibles 
signos de insuficiencia 
cardíaca derecha; 
acropaquias muy 
marcadas
Malnutrición importante
Gran distensión 
abdominal
Prolapso rectal
Heces grasas, fétidas, 
frecuentes y 
abundantes
Alteraciones 
extensas con 
signos de 
obstrucción 
de la vía aérea 
e infección; 
atelectasia lobular; 
bronquiectasias
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SECCIÓN V
Infecciones respiratorias
316
digestivo-nutricional y respiratoria a ser un proceso complejo 
y multisistémico, que debe atenderse en la edad adulta en 
muchos casos.
El diagnóstico de la FQ puede establecerse, por lo general, 
cuando el paciente reúne una o más de las características clí-
nicas compatibles con el fenotipo propio de la enfermedad 
(cuadro 39.1), cuando tiene un familiar de primer grado que 
padece una FQ o cuando el cribado prenatal ha sido positivo 
y se demuestra un funcionamiento anormal de la proteína 
CFTR. Y esto último, bien por la positividad, al menos en 
dos ocasiones, de la prueba del sudor o por la existencia de 
una anómala diferencia del potencial transnasal, o bien si 
se establece la presencia de dos mutaciones causantes de la 
enfermedad.
El análisis del sudor sigue siendo el método diagnóstico 
principal de la FQ. Usado como test de escrutinio se basa en 
el análisis de la conductividad del sudor mediante el sistema 
Macroduct®. Unos valores iguales o superiores a 90 mmol/L 
indican que debe cuantificarse el cloro y el sodio en el labora-
torio para confirmar el diagnóstico. Una concentración de cloro 
en el sudor mayor de 60 mmol/L distingue a casi todos los 
pacientes que padecen la enfermedad, aunque la prueba tiene 
falsos positivos y falsos negativos. Es muy importante que el 
test se lleve a cabo en centros con experiencia en realizarlo y en 
los que se cumpla con los procedimientos que están validados. 
En el algoritmo diagnóstico que se muestra en la figura 39.3 se 
indica cuál debe ser la norma de actuación.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El índice de sospecha debe ser muy alto en los sujetos adultos 
que tienen alteraciones respiratorias crónicas de causa des-
conocida, infecciones recurrentes de las vías bajas (que deben 
diferenciarse de las propias de una enfermedad pulmonar obs-
tructiva crónica), tos crónica de causa no filiada, asma atípica 
o trastornos en otros órganos o sistemas (afectación hepática, 
pancreatitis, síndromede obstrucción intestinal distal o inferti-
lidad), asociados o no con alguna anomalía broncopulmonar.
Mención especial merecen los llamados procesos relaciona-
dos con la proteína CFTR (CFTR-related disorders). Se trata de 
auténticas entidades clínicas (p. ej., poliposis nasal, rinosinusi-
tis, aspergilosis broncopulmonar alérgica [ABPA], azoospermia 
por agenesia congénita bilateral de los conductos deferentes, 
pancreatitis crónica idiopática, pancreatitis aguda recurrente 
o hipertripsinogenemia neonatal) que se asocian con muta-
ciones en el gen CFTR, pero en las que no puede establecerse 
el diagnóstico de FQ según los criterios actualmente vigentes. 
En la actualidad se desconoce cuál puede ser su pronóstico a 
largo plazo.
EVOLUCIÓN
La evolución clínica de la FQ es variable, probablemente por 
serlo la acción de la proteína CFTR y por la intervención de 
otros factores, como los genéticos, los ambientales, los psico-
sociales, los relacionados con el cumplimiento terapéutico y 
los que se derivan de la atención médica que se presta a cada 
caso. El pronóstico de la enfermedad ha cambiado de manera 
radical desde que se puso en marcha el programa de cribado 
neonatal, que ha sido capaz de modificar sustancialmente la 
progresión de la FQ en los pacientes en los que se hace un 
diagnóstico precoz.
COMPLICACIONES
Las complicaciones cardiorrespiratorias que pueden surgir a lo 
largo de la evolución de la enfermedad son las siguientes: asma, 
sinusitis, poliposis nasal, atelectasias, hemoptisis, neumotórax, 
insuficiencia respiratoria crónica, ABPA y aspergilosis pulmonar 
invasiva, que es muy infrecuente.
La hemoptisis suele ser un signo de exacerbación res-
piratoria y se relaciona, la mayoría de las veces, con un trata-
miento previo con fármacos antiinflamatorios no esteroideos 
(AINE), un déficit de vitamina K o la administración de sus-
tancias en aerosol. El neumotórax aparece en los individuos 
que padecen una enfermedad pulmonar avanzada y se asocia 
Cuadro 39.1 CARACTERÍSTICAS 
FENOTÍPICAS QUE SUGIEREN 
LA EXISTENCIA DE UNA FIBROSIS 
QUÍSTICA
Sinusopatía o bronconeumopatía crónica:
●	 Colonización o infección persistente por gérmenes 
encontrados habitualmente en los pacientes con una 
fibrosis quística: Staphylococcus aureus, Haemophilus 
influenzae, Pseudomonas aeruginosa y Burkholderia 
cepacia
●	 Tos y producción crónica de esputos purulentos
●	 Alteraciones persistentes en la radiografía de 
tórax (bronquiectasias, atelectasias, infiltrados, 
hiperinsuflación)
●	 Obstrucción de las vías aéreas manifestada por 
sibilancias y atrapamiento aéreo
●	 Poliposis nasal o alteraciones de los senos 
paranasales en la radiografía convencional o en la 
tomografía computarizada de los senos paranasales
●	 Acropaquias
Alteraciones gastrointestinales y nutricionales:
●	 Intestinales: íleo meconial, síndrome de obstrucción 
intestinal distal, prolapso rectal
●	 Pancreáticas: insuficiencia pancreática, pancreatitis 
aguda recurrente, pancreatitis crónica, alteraciones 
pancreáticas evidenciadas por técnicas de imagen
●	 Hepáticas: ictericia neonatal prolongada, hepatopatía 
sugerida por el cuadro clínico o por las características 
histopatológicas de una cirrosis biliar focal o 
multilobular
●	 Nutricionales: retraso del crecimiento (malnutrición 
proteico-calórica), hipoproteinemia y edema, 
complicaciones secundarias a un déficit de vitaminas 
liposolubles
Síndrome pierdesal: pérdida aguda de sal, alcalosis 
metabólica crónica
Alteraciones urogenitales en el varón causantes de 
azoospermia obstructiva
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CAPÍTULO 39
Fibrosis quística
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o. con un incremento de la mortalidad. La atelectasia puede 
suceder con ocasión de una exacerbación o en el curso de 
una ABPA. La insuficiencia respiratoria crónica con hipo-
xemia e hipercapnia se observa en las etapas finales de la 
FQ y precisa de un tratamiento respiratorio y nutricional 
intenso, así como de la oportuna oxigenoterapia y el corres-
pondiente soporte ventilatorio, como pasos previos al tras-
plante pulmonar.
La ABPA es una enfermedad inmune debida a diversas espe-
cies del hongo Aspergillus. Aparece en el 5 al 15% de los pacien-
tes que tienen una FQ. Los síntomas habituales son similares 
a los de una exacerbación respiratoria. Evoluciona en cinco 
estadios, aunque no siempre pueden detectarse todos ellos: 
fase aguda, remisión, exacerbación, estadio corticodependiente 
y fibrosis pulmonar. Los criterios diagnósticos actuales son los 
clásicos de la ABPA, en concreto los siguientes: a) deterioro 
clínico agudo o subagudo no atribuible a otra causa; b) inmu-
noglobulina (Ig) E sérica total superior a 1.000 UI/mL, sin que 
exista corticoterapia sistémica previa; c) reactividad cutánea 
inmediata a Aspergillus, con una induración mayor de 3 mm 
de diámetro y sin que se hayan dado agentes antihistamínicos 
con anterioridad; d) IgE sérica específica frente a Aspergillus 
positiva; e) precipitinas o IgG sérica específica frente a Aspergi-
llus positivas, y f) anomalías en las pruebas de imagen, que 
no se modifican tras un tratamiento con antibióticos ni con 
fisioterapia. No obstante, en algunos pacientes en los que se 
sospecha el diagnóstico los hallazgos son menos claros y no 
es posible confirmar los criterios mencionados. En estos casos, 
la presencia de anticuerpos frente a antígenos recombinantes 
específicos de Aspergillus puede facilitar mucho el diagnóstico, 
aunque en la actualidad no existen evidencias claras acerca de 
la utilidad de esta técnica.
FIGURA 39.3
Algoritmo diagnóstico de la fibrosis quística. WHO, World Health Organization. Tomado de De Boeck et al., 2006.
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SECCIÓN V
Infecciones respiratorias
318
PRONÓSTICO
La mediana de supervivencia de la FQ ha mejorado espec-
tacularmente con el paso de los años, sobre todo gracias al 
empleo de tratamientos más precoces e intensos en unidades 
especializadas multidisciplinares. El pronóstico, por tanto, 
ha cambiado mucho, lo que ha llevado a un incremento de 
la supervivencia y, consiguientemente, a que se produzca un 
aumento en la prevalencia de la enfermedad en la edad adulta. 
En efecto, mientras que en 1970 solo el 18% de los pacientes 
tenía más de 18 años, este porcentaje pasó al 38% en 1999 y 
al 48,3% en 2011 (fig. 39.4).
TRATAMIENTO
El tratamiento debe ser precoz e intenso. Se basa en cua-
tro pilares fundamentales: a) una nutrición ajustada; 
b) el tratamiento de la obstrucción, de la inflamación y de la 
infección de la vía aérea (cuadro 39.2); c) una rehabilitación 
FIGURA 39.4
A. Obsérvese la diferencia existente en el aspecto de un enfermo con 
fibrosis quística en la década de los setenta u ochenta respecto a otro en 
la de los noventa y la primera del siglo xxi. B. Mediana de supervivencia 
de los enfermos con una fibrosis quística en comparación con la de la 
población general. FEV
1
, volumen espiratorio forzado en el primer segundo.
Cuadro 39.2 TRATAMIENTO 
DE LA AFECCIÓN RESPIRATORIA DEL 
PACIENTE CON UNA FIBROSIS QUÍSTICA
A. Tratamiento de la obstrucción al flujo aéreo:
1. Fisioterapia respiratoria:
●	 Técnicas manuales:
● Técnicas espiratorias lentas para depurar 
las secreciones de las vías aéreas medias: 
espiración lenta prolongada (ELP), bombeo 
traqueal espiratorio (BTE), drenaje autógeno 
(DA), drenaje autógeno y asistido (DAA) 
y espiración lenta total con la glotis abierta 
en infralateral (ELTGOL)
● Técnicas espiratoriasforzadas para depurar 
las vías aéreas proximales: técnica de la 
espiración forzada (TEF), de la tos dirigida 
(TD) y de la tos provocada (TP)
● Técnicas inspiratorias lentas para depurar las 
secreciones de las vías aéreas periféricas: 
espirometría incentivada (EI) y ejercicios de 
débito inspiratorio controlado (EDIC)
●	 Técnicas instrumentales:
● Presión positiva oscilante: Flutter®, Acapella®, 
Cornet®
● Presión espiratoria positiva (PEP): 
PEP-mask®, TheraPEP®, PariPEP®
● Inspiración incentivada: volumétrico, de flujo
● Resistometría: threshold, POWERbreathe®
● Compresión torácica de alta frecuencia: Vest® 
Airway Clearance (chaleco)
● Ventilación intrapulmonar percusiva: 
Percusionarie® (IPV)
● Insuflación/aspiración: Cough Assist®, 
in-Exsuflator®
2. Ejercicio físico
3. Fármacos broncodilatadores
4. Sustancias mucolíticas e hipertónicas:
● Desoxirribonucleasa recombinante
● Suero salino hipertónico
B. Tratamiento de la inflamación:
1. Corticoesteroides orales o inhalados
2. Ibuprofeno
3. Macrólidos
(Continúa)
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respiratoria adecuada, con la apropiada realización de ejer-
cicio físico, y d) una correcta actuación sobre los aspectos 
psicosociales.
La inflamación es un factor importante por su clara 
capacidad para influir sobre el deterioro pulmonar. Los 
corticoesteroides orales o inhalados y el ibuprofeno solo 
deben prescribirse en casos seleccionados. Sin embargo, la 
azitromicina, como agente antiinflamatorio-inmunomo-
dulador, se usa cada vez más en los enfermos crónicamente 
colonizados por P. aeruginosa, siempre que haya podido 
descartarse previamente la existencia de una infección por 
micobacterias.
El tratamiento de la hiperviscosidad de las secreciones se 
basa en una buena hidratación y en la fisioterapia respiratoria. 
Para ello se emplea el suero salino hipertónico al 7% y, más 
recientemente, aunque aún no comercializado en España, el 
manitol. Esta sustancia debe administrarse tras la inhalación 
de un broncodilatador y siempre después de haber realizado 
una prueba de tolerancia, ya que puede inducir un broncoes-
pasmo. La desoxirribonucleasa (DNasa) humana recombi-
nante también es una opción posible, tras haberla probado 
y haber valorado la respuesta terapéutica, ya que tiene una 
cierta capacidad para reducir la viscosidad de las secreciones 
respiratorias.
La antibioticoterapia es uno de los factores determinantes 
de la mejoría que se ha producido en el pronóstico de la 
FQ y que más ha influido en la más favorable evolución 
que se observa en la actualidad. Se utiliza para atacar la pri-
mocolonización, con la intención de erradicar las bacterias 
patógenas, de combatir la infección bronquial crónica y de 
tratar las exacerbaciones. La administración puede ser por 
vía oral, inhalada o intravenosa, dependiendo del germen 
habitual o actual y de la gravedad del cuadro clínico. Es 
muy importante el tratamiento de la primoinfección por 
P. aeruginosa. En las tablas 39.4 a 39.6 y en el cuadro 39.3 
se reseñan las recomendaciones antibióticas actuales en 
atención a los microorganismos presentes y a las posibles 
situaciones clínicas.
También deben tratarse las complicaciones que surjan a lo 
largo de la evolución de la enfermedad. En los pacientes más 
graves a veces tiene que recurrirse a la ventilación mecánica 
no invasiva, como medida de soporte puente hasta que pueda 
realizarse un trasplante pulmonar (cuadro 39.4).
Desde el punto de vista digestivo y nutricional debe ins-
taurarse una dieta hipercalórica sin restricción de grasas, con 
suplementos dietéticos orales o batidos caseros —si el peso o 
la talla son bajos, se han estacionado o están en descenso—, 
o con una nutrición enteral a débito continuo, por sonda o gas-
trostomía —si se asocia una malnutrición importante resistente 
al tratamiento habitual—. Además, han de añadirse vitaminas 
y enzimas pancreáticas con una cubierta entérica, si existe una 
insuficiencia pancreática. A veces se produce una inactivación 
de las enzimas por la secreción ácida gástrica o por el descenso 
del pH duodenal, por lo que deben prescribirse antagonis-
tas de los receptores histamínicos H
2 o agentes procinéticos 
TABLA 39.4 Antibióticos con actividad frente a Staphylococcus aureus y Haemophilus influenzae
Agente patógeno Antibiótico
Dosis pediátrica 
(mg/kg/día)
Dosis en adultos 
(g/dosis) Intervalo (horas)
Staphylococcus 
aureus
Amoxicilina/ácido clavulánico 40-80 1-2 8
Cloxacilina 50-100 0,5-1 6
Cefalexina 25-50 0,5-1 6
Claritromicina 7,5-15 1 12
Azitromicina 10-15 0,5 24
Clindamicina 25-40 0,6-1,2 6-8
Cotrimoxazol 8-10 160-800 12
Haemophilus 
influenzae
Amoxicilina/ácido clavulánico 40-80 1-2 8
Cefuroxima axetilo 100-150 1-2 12
Cefixima 8 0,2-0,4 12
C. Tratamiento de la infección:
1. Tratamiento de la colonización inicial 
por Pseudomonas aeruginosa
2. Tratamiento crónico de mantenimiento
3. Tratamiento de las exacerbaciones
D. Tratamiento de la insuficiencia respiratoria 
crónica:
1. Oxigenoterapia
2. Ventilación mecánica no invasiva 
(«puente» de espera al trasplante)
3. Trasplante pulmonar
E. Tratamiento de las complicaciones:
1. Atelectasia: fisioterapia, fármacos 
broncodilatadores, agentes mucolíticos, 
sustancias hipertónicas, antibióticos, 
fibrobroncoscopia
2. Hemoptisis: reposo, suspensión de la 
fisioterapia y de los aerosoles, antibioticoterapia, 
fibrobroncoscopia, embolización de las arterias 
bronquiales
3. Aspergilosis broncopulmonar alérgica: 
corticoesteroides, itraconazol, omalizumab 
(algunos casos)
4. Neumotórax: reposo, drenaje pleural 
(tamaño > 20%), pleurodesis quirúrgica 
(si persiste > 15 días)
Cuadro 39.2 (cont.)
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SECCIÓN V
Infecciones respiratorias
320
TABLA 39.5 Antibióticos frente a Pseudomonas aeruginosa utilizados en la fibrosis quística
Antibiótico Vía Pauta
Niños (< 50 kg) Adultos (≥ 50 kg)
β-lactámicos
Penicilinas
Ticarcilina Intravenosa 50-100 mg/kg/6 horas 3 g/6 horas
Piperacilina Intravenosa 50-100 mg/kg/6-8 horas 2-3 g/6-8 horas
Piperacilina-tazobactam Intravenosa 50-100 mg/kg/6-8 horas 4 g/6-8 horas
Cefalosporinas
Ceftacidima Intravenosa 50-100 mg/kg/6-8 horas 2 g/8 horas
Cefepima Intravenosa 50-100 mg/kg/8 horas 2 g/8 horas
Otros
Aztreonam Intravenosa 50-100 mg/kg/8 horas 2 g/8 horas
Imipenem Intravenosa 15-25 mg/kg/6 horas 1 g/8 horas
Meropenem Intravenosa 20-40 mg/kg/8 horas 2 g/8 horas
Aminoglucósidos
Gentamicina Intravenosa 5-10 mg/kg/24 horas 5-10 mg/kg/24 horas
Tobramicina Intravenosa 5-10 mg/kg/24 horas 5-10 mg/kg/24 horas
Amikacina Intravenosa 15-22 mg/kg/24 horas 15-20 mg/kg/24 horas
Quinolonas
Ciprofloxacino Oral/intravenosa 15-20 mg/kg/12 horas 750 mg/12 horas o 400 mg/12 horas
Levofloxacino Oral/intravenosa No disponible 500 mg/12 horas
Otros
Colistina Intravenosa 20.000 UI/kg/8 horas 2.000.000 UI/8 horas
TABLA 39.6 Recomendaciones respecto al tratamiento antibiótico frente a Pseudomonas aeruginosa
Ante un primer cultivo positivo de Pseudomonas aeruginosa
Situación clínica Tratamiento de elección Alternativa Comentarios
Sin clínica Ciprofloxacino (3-4 semanas) 
VO + antibioticoterapia inhalada 
(TSI en 1-2 ciclos —20 on/ 
28 off— o Colimicina®* durante 
3-6 meses)
Tratamiento IV Realizar un cultivo al mes del tratamiento:
● Si es negativo, mantener el tratamiento 
inhalado de 6 a 12 meses
● Si es positivo, nuevo ciclo de tratamiento 
VO e inhalado o iniciar un tratamientoIV
Infección aguda Tratamiento IV durante 14-21 días Iniciar la antibioticoterapia inhalada durante 
el tratamiento IV o al final del mismo
Adecuar el tratamiento al perfil de sensibilidad
En la exacerbación frente a Pseudomonas aeruginosa
Tratamiento de elección Comentarios
Ceftacidima o cefepima + tobramicina 
o amikacina durante 2-3 semanas
Prolongar el tratamiento intravenoso si no hay mejoría
En las multirresistencias adecuar el tratamiento al perfil 
de sensibilidad o en función de la respuesta clínica
Antibióticos nebulizados frente 
a Pseudomonas aeruginosa Dosis cada 12 horas Preparación
Colimicina®* 1-2 M 1 M + 4 mL de suero fisiológico
2 M + 2 mL de suero fisiológico + 2 mL de agua destilada
Colimicina®* I-nebulizada 1 M 1 M + 2 mL de suero fisiológico (1 mL/12 horas)
2 M 1 M + 1 mL de suero fisiológico (1 mL/12 horas)
TSI (TOBI/Bramitob®) 300 mg Sin diluir (5 mL/4 mL)
TOBI podhaler 112 mg (4 cápsulas de 28 mg) Polvo seco (T-326)
Aztreonam-lisina (Cayston®)
Sin diluir (e-flow Altera®)
75 mg (3 veces al día)
IV, vía intravenosa; M, millón; TOBI, tobramicina en solución para nebulización; TSI, tobramicina en solución para inhalación; VO, vía oral.
*Colimicina®: colistina metasulfonato sódico.
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como la cisaprida, si se confirma la existencia de un reflujo 
gastroesofágico.
En el momento actual, se encuentran en estudio nuevas 
estrategias terapéuticas antimicrobianas (antibióticos y vías 
de administración), antiinflamatorias y nutricionales, así 
como fármacos con capacidad para conservar o restaurar la 
hidratación del fluido que tapiza la superficie de la vía aérea. 
También se están investigando otras formas de tratamiento, 
como las terapias génicas, reparadoras (VX-661 y VX-809) o 
potenciadoras (VX-770-Kalydeco® o ivacaftor) de la proteína 
CFTR. Este último compuesto ya se ha comercializado y se 
ha empleado, con muy buenos resultados, en los enfermos 
portadores de la mutación G551D. Además, también se está 
ensayando, asociado con otras sustancias VX, en los individuos 
homocigóticos para la mutación F508del. Es probable que el 
tratamiento futuro de la FQ sea una combinación de fármacos 
capaces de actuar sobre la CFTR y sobre los diferentes canales 
iónicos del epitelio de la vía aérea. Se abre así una esperanza 
para mejorar la supervivencia de estos pacientes y para, en un 
día no lejano, curar la enfermedad (cuadro 39.5).
Cuadro 39.5 TRATAMIENTOS EN FASE 
DE INVESTIGACIÓN EN LA FIBROSIS 
QUÍSTICA
Agentes moduladores de la proteína reguladora de la 
conductancia transmembrana (CFTR):
●	 Kalydeco® (ivacaftor, antes Vertex potenciador VX-770, 
ya disponible para los pacientes portadores de la 
mutación G551D)
●	 Ataluren® (antes PTC-124) (en fase 3 para las 
mutaciones nonsense)
●	 Vertex corrector VX-809 + Kalydeco® (en fase 2 para 
los individuos homocigóticos para el gen F508del)
●	 Vertex corrector VX-661 + Kalydeco® (en fase 2 para 
los individuos homocigóticos para el gen F508del)
●	 N6022 (en fase 1; ↑ S-nitroso-glutatión)
Sustancias hipertónicas:
●	 Manitol (en fase 3)
Compuestos antiinflamatorios:
●	 α1-antitripsina (en fase 2)
●	 Sildenafilo (en fase 2)
●	 KB-001A (en fase 2) (anticuerpo monoclonal para 
prevenir o tratar Pseudomonas aeruginosa)
●	 PUR-118 (en fase 1) (inhalador en polvo seco con 
efecto antiinflamatorio y capacidad para mejorar 
el aclaramiento mucociliar)
Antibióticos para inhalación:
●	 Colobreathe (colistina para inhalación en polvo seco; 
pendiente de comercialización)
●	 Levofloxacino (en fase 3)
●	 Amikacina (en fase 3)
●	 Ciprofloxacino para inhalación en polvo seco (en fase 3)
●	 Vancomicina (en fase 1)
Terapias nutricionales:
●	 Liprotamasa (preparados de enzimas pancreáticos 
no animales)
Cuadro 39.4 INDICACIONES 
Y CONTRAINDICACIONES 
DEL TRASPLANTE PULMONAR
Indicaciones generales del trasplante pulmonar:
●	 Edad < 65 años
●	 Enfermedad pulmonar avanzada sintomática 
(clase funcional III-IV)
●	 Esperanza de vida < 2 años
●	 Ausencia de contraindicaciones
Contraindicaciones generales del trasplante pulmonar:
●	 Disfunción de otros órganos vitales (riñón, corazón, 
hígado, sistema nervioso central)
●	 Infección por el virus de la inmunodeficiencia humana
●	 Enfermedad maligna activa en los últimos 2-5 años
●	 Serología positiva para el antígeno de superficie del 
virus de la hepatitis B
●	 Serología positiva para el virus de la hepatitis C 
con evidencia de enfermedad hepática
Indicaciones del trasplante pulmonar en la fibrosis quística:
●	 FEV1 posbroncodilatación ≤ 30%
●	 Rápido deterioro del FEV1 en pacientes con valores > 30%
●	 Hospitalizaciones frecuentes
●	 Caquexia progresiva
●	 PaCO2 > 50 mm Hg o PaO2 < 55 mm Hg
●	 Hemoptisis masiva
FEV1, volumen espiratorio forzado en el primer segundo; PaO2, presión 
arterial de oxígeno; PaCO2, presión arterial de anhídrido carbónico.
Cuadro 39.3 TRATAMIENTO 
ANTIBIÓTICO RECOMENDADO 
FRENTE A LOS AGENTES PATÓGENOS 
MULTIRRESISTENTES
Pseudomonas aeruginosa multirresistente:
●	 Tobramicina inhalada (300 mg/12 horas) + meropenem 
o piperacilina/tazobactam o ciprofloxacino
●	 Meropenem + ciprofloxacino o tobramicina o cefepima
Stenotrophomonas maltophilia:
●	 Cotrimoxazol, minociclina, doxiciclina, moxifloxacino, 
levofloxacino
Burkholderia cepacia:
●	 Minociclina o doxiciclina o cotrimoxazol
●	 Meropenem + minociclina o amikacina o ceftacidima 
o cotrimoxazol + TSI u otro antibiótico intravenoso 
según las sinergias
Achromobacter xylosoxidans:
●	 Minociclina, doxiciclina, moxifloxacino, levofloxacino
●	 Piperacilina-tazobactam/imipenem + un 
aminoglucósido
Staphylococcus aureus resistente a meticilina:
●	 Cotrimoxazol, rifampicina, ácido fusídico, fosfomicina 
o linezolid
●	 Vancomicina/teicoplanina/tigeciclina
TSI, tobramicina en solución para inhalación.
Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016.
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