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Adenomas hipofisarios

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Adenomas hipofisarios
Ana Laura Espinosa de los Monteros Sánchez, 
Paola Arias Rodríguez
Los adenomas de la hipófisis son los tumores intracra-
neales más frecuentes y se originan a partir de células 
productoras de hormonas de la hipófisis anterior. En 
condiciones normales, la hipófisis controla la secreción 
de hormonas producidas por otras glándulas endocrinas 
por efecto de TSH (hormona tirotrópica o tirotropina), 
ACTH (hormona adenocorticotrópica), LH (hormona 
luteinizante), FSH (hormona foliculoestimulante), GH 
(hormona de crecimiento) y prolactina. Por lo general, 
la secreción hormonal se mantiene en concentraciones 
adecuadas a través de mecanismos que condicionan inhi-
bición o estimulación para su liberación. Este control se 
logra mediante asas de retroalimentación entre los ejes 
hipotálamo-hipófisis-órgano diana.
EPIDEMIOLOGÍA
Los tumores hipofisarios representan entre 10 y 15% de 
las neoplasias intracraneales, su prevalencia varía entre 
19 y 28 casos en Reino Unido y 94 casos en Bélgica por 
cada 100 000, con una incidencia de 0.4 a 8.2 al año; son 
raros en niños y su incidencia aumenta con la edad. En 
autopsias se ha reportado una prevalencia de microade-
nomas hasta de 25% y en estudios radiológicos se detec-
tan pequeñas lesiones en al menos 10% de las personas 
sin enfermedad hipofisaria conocida.
ETIOLOGÍA
Los adenomas de la hipófisis son de origen monoclonal, 
es decir, se forman como consecuencia de una mutación 
somática que confiere ventaja selectiva del crecimiento 
de la célula. En la oncogénesis hipofisaria se presentan 
mutaciones causantes de alteraciones en la expresión 
de genes supresores de tumores. La inactivación de estos 
genes supresores (principalmente Rb y p53) la origina 
mecanismos genéticos y epigenéticos que promueven 
aumento de la metilación. La transformación y multi-
plicación celular es resultado de varios factores, como 
trastornos en la regulación hormonal y en los receptores 
de hormonas, estimulación por factores de crecimiento, 
alteraciones en los reguladores del ciclo celular, interac-
ción entre célula-estroma (figura 7-1).
CLASIFICACIÓN
El comportamiento biológico de los tumores de la hi-
pófisis es diferente en lo que respecta a la producción 
hormonal y a su capacidad de invasión, lo que depende 
de su citodiferenciación, de ahí que existan diferentes ti-
pos de tumores. Se pueden clasificar según su tamaño en: 
macroadenomas (mayores de 10 mm) y microadenomas 
(menores de10 mm).
Cerca de 75% de los tumores de hipófisis secretan 
hormonas de forma autónoma, es decir que no se en-
cuentran bajo el control que normalmente ejercen las 
asas de retroalimentación negativa, y por lo tanto, pro-
ducen exceso de hormonas; por el tipo de hormona que 
producen se clasifican en: prolactinoma, somatotropi-
noma, corticotropinoma y tirotropinoma. Estos tumo-
res funcionantes se relacionan con condiciones clínicas 
que resultan del exceso de producción de cada hormona. 
También existe otro tipo de tumores conocidos como no 
funcionantes en los que no hay sobreproducción hormo-
nal (cuadro 7-1). Conforme los tumores crecen pueden 
destruir las células de la hipófisis productoras de otras 
hormonas, generando síntomas relacionados con la falta 
de producción de las mismas o efecto de masa, con inva-
sión de estructuras vecinas como los senos cavernosos, con 
riesgo de parálisis de nervios craneales, cefalea o pérdida 
visual por compresión del quiasma óptico (figura 7-2). 
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70  •  Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 7)
Prolactinoma
Los prolactinomas son los tumores hipofisarios funcio-
nantes más frecuentes y corresponden a cerca de 40% 
de los casos. Aparecen con más frecuencia en mujeres 
entre los 20 y 50 años de edad, con una relación de géne- 
ro femenino:masculino de 10:1. Se caracterizan por ex-
ceso en la producción de prolactina la cual, en condi-
ciones normales, se encuentra inhibida por la dopamina 
(figura 7-3).
Cuadro clínico
La hiperprolactinemia puede causar hipogonadismo hi-
pogonadotrópico en hombres y mujeres, debido al efec-
to inhibitorio de las altas concentraciones de prolactina 
en la hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH), 
así como en las hormonas hipofisarias LH y FSH que 
inhiben la esteroidogénesis gonadal. Los síntomas más 
frecuentes son: oligoamenorrea y galactorrea en muje-
res, y disminución de la libido y disfunción eréctil en los 
hombres.
Los pacientes con macroprolactinoma pueden pre-
sentar además, síntomas compresivos por el tamaño del 
tumor, como trastornos visuales por afectación del quias-
ma óptico, cefalea e hipopituitarismo.
Los microprolactinomas se diagnostican de manera 
más frecuente en mujeres que en hombres. Una posible 
explicación de este fenómeno es la presentación clínica 
más evidente en las primeras, mientras que los hombres 
ignoran sus síntomas y se diagnostican de manera tardía 
por los signos de compresión del tumor.
Diagnóstico
El diagnóstico de prolactinoma se sospecha al demostrar 
concentraciones elevadas de prolactina, sin embargo, es 
importante descartar causas secundarias como embara-
zo, hipotiroidismo, insuficiencia renal y uso de algunos 
medicamentos. La inhibición en la acción de la dopami-
na debido a interrupción de la vía dopaminérgica por 
compresión del tallo hipofisario ocasionada por tumores 
hipofisarios no funcionantes o por lesiones del hipotála-
mo, también ocasionan hiperprolactinemia. Una concen-
tración de prolactina mayor de 200 ng/mL casi siempre 
será por un prolactinoma, sin embargo, en el caso de los 
microprolactinomas, la cifra de prolactina puede estar 
sólo moderadamente elevada. Es frecuente observar que 
existe correlación entre la concentración de prolactina y 
el tamaño del tumor.
La confirmación del diagnóstico de prolactinoma 
requiere de la evidencia radiográfica del adenoma hipo-
fisario, por lo que debe realizarse resonancia magnética 
(RM) contrastada con gadolinio.
Tratamiento
Debido a que el curso natural de los microprolactinomas 
es benigno, el tratamiento dependerá de si hay o no ma-
nifestaciones clínicas, tomando en cuenta si hay datos de 
hipogonadismo y si se desea normalizar la fertilidad. En 
90 a 95% de los casos los microadenomas no aumentan 
su tamaño, de ahí que la supresión del crecimiento no sea 
un objetivo del tratamiento. En estudios a largo plazo en 
los que se ha dado seguimiento a pacientes asintomáticos 
con microprolactinomas no tratados, se ha confirmado 
que no hay progresión en el tamaño del tumor, no obs-
tante, se sugiere mantener vigilancia ante la probabilidad 
de que se trate de un macroprolactinoma. El objetivo del 
tratamiento en pacientes con microprolactinomas será 
restaurar la función gonadal y sexual; en los pacientes 
con macroadenomas también es importante el control y 
reducción del tamaño tumoral.
Figura 7-1. Mecanismo de formación de tumores hipofisarios.
Cuadro 7-1. Clasificación de adenomas hipofisarios 
de acuerdo al tipo de hormona 
y enfermedad que ocasionan
Prolactina Prolactinoma Amenorrea, galacto-
rrea, esterilidad
Hormona de creci-
miento (GH)
Somatotropinoma Acromegalia
Cortisol Corticotropinoma Enfermedad de 
Cushing
Tirotropina (TSH) Tirotropinoma Hipertiroidismo, 
bocio
Luteinizante (LH) 
Foliculoestimulante 
(FSH)
 Gonadotropinoma Síntomas compre-
sivos (macroade-
noma)
Activación 
de oncogenes
Inactivación de genes 
supresores de tumores
Alteración de la regulación 
del ciclo celular
Factores humorales
Factores de crecimiento
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Adenomas hipofisarios 71
Figura 7-2.Presentación clínica de los tumores hipofisarios.
Figura 7-3. Regulación del eje de la prolactina.
Tumor hipofisario
Patogénesis
Fenotipo
Terapéutica Reemplazo
hormonal
Disminuir tamaño
tumoral
Cirugía
Tratamiento médico
Radioterapia
Hipersecreción
hormonal
Efecto de masa Insuficiencia hipofisaria
por compresión
Hipogonadismo
Hipotiroidismo
Hipocortisolismo
Defecto del campo visual
Cefalea
Parálisis de nervio craneal
Invasión paraselar
Gigantismo o acromegalia
Enfermedad de Cushing
Prolactinoma
Hipertiroidismo
Hipófisis sana Prolactinoma
Hipotálamo
Dopamina THR
Hipófisis
Prolactina
Hipotálamo
Hipófisis
Prolactina
La mayoría de los pacientes con prolactinoma que 
requieren tratamiento se pueden tratar de forma efec-
tiva y segura con agonistas dopaminérgicos y se deben 
considerar como la primera opción, incluso, cuando se 
trate de prolactinomas invasivos que ocasionen síntomas 
compresivos. Los agonistas dopaminérgicos actúan en 
los receptores tipo D2, son muy eficaces para reducir las 
concentraciones de prolactina y restaurar la función go-
nadal, además de que en 75% de los casos pueden lograr 
disminución significativa del tamaño del tumor. Entre 
estos medicamentos están la bromocriptina y la caber-
golina. La bromocriptina se puede administrar una o dos 
veces al día, en una dosis inicial de 7.5 mg/día, pero tiene 
el inconveniente de que en algunos casos no es bien to-
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72  •  Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 7)
lerada por sus efectos en el nivel gástrico. La cabergoli-
na tiene un efecto más prolongado y es mejor tolerada, 
puede iniciarse en dosis de 0.5 a 1 mg una o dos veces 
por semana. Estudios comparativos entre bromocriptina 
y cabergolina han demostrado la superioridad de caber-
golina en términos de tolerabilidad, reducción de la se-
creción de prolactina, restauración de la función gonadal 
y disminución del volumen tumoral.
La resección quirúrgica de los prolactinomas debe 
considerarse como opción en los casos en los que no exis-
ta respuesta al tratamiento médico, o bien, si el medica-
mento no es tolerado; de igual forma, debe considerarse 
en los casos en los que exista alguna urgencia como apo-
plejia hipofisaria o trastornos visuales de rápida progre-
sión, sin embargo, deberá tomarse en cuenta que los ín-
dices de recurrencia después del tratamiento quirúrgico 
son elevados.
Enfermedad de Cushing
Esta enfermedad fue descrita por primera vez en 1912 
por Harvey Cushing en ocho pacientes con obesidad, 
diabetes, hirsutismo e hiperplasia suprarrenal. Al mo-
mento de la autopsia, en seis de ellos fue evidente la 
presencia de un adenoma basofílico en la hipófisis. En 
la actualidad, como parte de la oncogénesis, se reconoce la 
participación de ciertos genes, como ciclina 1, AIP (aryl 
hydrocarbon receptor interacting protein), BMP-4 (bone 
morphogenic protein 4), CDH1 (cadherina 1), y SOCS1 
(suppressor of cytokine signaling 1). Se ha propuesto tam-
bién una probable resistencia a la inhibición de la retroa-
limentación negativa ejercida por el cortisol. BRg es una 
proteína involucrada en la expresión de proopiomelano-
cortina (POMC) y regulada por el efecto de los gluco-
corticoides. Se encuentra anormalmente expresada en 
los tumores corticotropos. También pueden estar invo-
lucrados ciertos polimorfismos de receptores de factores 
de crecimiento como FGFR4 que causan problemas en 
el crecimiento y en la sensibilidad a la retroalimentación 
negativa de los glucocorticoides.
La enfermedad de Cushing (EC) es consecuencia de 
la producción autónoma de ACTH, que al interactuar 
con los receptores MCR2 en las glándulas suprarrenales 
estimula la producción excesiva de cortisol con afecta-
ción de prácticamente todos los órganos y sistemas.
Cuadro clínico
La enfermedad de Cushing se reconoce con facilidad 
cuando el cuadro clínico es notorio. La gravedad del cua-
dro dependerá del tiempo de exposición al hipercorti-
solismo y de la magnitud de las concentraciones de esta 
hormona en sangre. En el cuadro 7-2 se describe el cua-
dro clínico. 
Existen algunos casos en los que los signos y síntomas 
no son tan graves (Cushing leve) y podrían sobreponer-
se a los de enfermedades diferentes, como el síndrome 
metabólico y el síndrome de ovarios poliquísticos. En al-
gunas condiciones, como el alcoholismo, la obesidad y la 
depresión hay sobreactivación del eje hipotálamo-hipófi-
sis-suprarrenal (HHS), lo que ocasiona hipercortisolismo 
clínico y bioquímico leve sin que se trate de enfermedad 
de Cushing, estado que se conoce como seudocushing.
Diagnóstico
Las pruebas para el estudio del paciente con sospecha 
de EC se dividen en: pruebas de escrutinio y pruebas de 
localización (figura 7-4). Durante el escrutinio se debe 
confirmar la presencia de hipercortisolismo, es decir, ex-
ceso en la producción de cortisol, después, con las prue-
bas de localización, el objetivo será diferenciar si la causa 
del hipercortisolismo es un tumor hipofisario (EC) o una 
lesión suprarrenal (adenoma, carcinoma o hiperplasia), o 
un tumor ectópico productor de ACTH.
Pruebas de escrutinio. La elevación de cortisol libre 
urinario (medido en dos ocasiones en orina de 24 h), jun-
to con la ausencia de supresión del cortisol sérico matuti-
no a menos de 1.8 μg/dL, medido a las 8:00 a.m. después 
de haber administrado 1mg de dexametasona VO la no-
che previa (a las 23:00 h), confirman el diagnóstico de 
hipercortisolismo (figura 7-4). La medición de cortisol 
nocturno en sangre o en saliva (a las 24:00 h) permite 
hacer el diagnóstico de hipercortisolismo con una mayor 
sensibilidad en comparación con las pruebas anteriores.
 Sin embargo, cuando se mide en sangre tiene el in-
conveniente de que se debe realizar con el paciente hos-
pitalizado y libre de estrés, por lo que es una prueba poco 
práctica y sólo se recomienda en caso de discordancia 
en las pruebas de escrutinio antes mencionadas o ante la 
sospecha de seudocushing (la prueba será positiva cuan-
do la concentración sea mayor de 1.8 μg/dL, o mayor 
de 7.5 μg/dL). La medición en saliva es sencilla ya que 
Cuadro 7-2. Datos clínicos en la enfermedad 
de Cushing
Obesidad central 79 a 97% Estrías abdomina-
les rojas
51 a 71%
Plétora facial 50 a 94% Edema maleolar 27 a 60%
Intolerancia a la 
glucosa o diabetes
39 a 90% Lumbalgia, colapso 
vertebral o fractura
40 a 50%
Debilidad, miopatía 
proximal
29 a 90% Displidemia 25 a 60%
Hipertensión 
arterial
74 a 87% Litos renales 15 a 19%
Cambios psicoló-
gicos
31 a 86% Hiperpigmentación 4 a 16%
Fragilidad capilar 23 a 84% Cefalea 0 a 47%
Hirsutismo 64 a 81% Exoftalmos 0 a 33%
Oligomenorrea o 
amenorrea
55 a 80% Tiña versicolor 0 a 30%
Impotencia 55 a 80% Acné o seborrea 26 a 80%
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Adenomas hipofisarios 73
se colecta con facilidad en el domicilio del paciente y el 
cortisol es estable en este medio. El inconveniente es que, 
el criterio de normalidad difiere entre los estudios y no es 
apropiado para todos los ensayos comerciales, además de 
que en ocasiones no se encuentra disponible.
Pruebas de localización. Durante las pruebas bio-
químicas de localización, el paciente con enfermedad 
de Cushing tiene concentraciones normales o altas de 
ACTH, sin embargo, esta hormona puede encontrarse 
también elevada en los pacientes con síndrome de Cus-
hing ectópico, por lo que se requiere de los siguientes 
estudios para su diferenciación:
• Prueba de supresión con dosis alta de dexametasona 
(DXM): su fundamento radica en la capacidad de la 
dexamentasona (administrada en dosis de 8 mg) de 
actuar sobre los receptores glucocorticoides en el tu-
mor hipofisario, suprimiendo la producción de ACTH 
Figura7-4. Protocolo de estudio del síndrome de Cushing. PSDBD = prueba de supresión dosis baja de dexametasona; DXM = dexametasona; 
NL = normal; MSPI = muestreo de los senos petrosos inferiores.
Sospecha clínica 
de hipercortisolismo
> 15 pg/mL
< 1.8 μg/dL > 7.5 μg/dL 1.8 - 7.5 μg/dL
Cortisol en orina 24 h (x 2)
+
PSDBD
Cortisol en
orina NL
+
cortisol PSDBD
< 1.8 μg/dL
Cortisol en
orina alto
+
cortisol PSDBD
> 1.8 μg/dL
Cortisol en
orina alto
+
cortisol PSDBD
< 1.8 μg/dL
Cortisol en
orina NL
+
cortisol PSDBD
> 1.8 μg/dL
Cortisol en
orina alto
+
cortisol PSDBD
> 1.8 μg/dL
+
sospecha de
pseudocushing
Cortisol sérico PM
Descarta
Cushing
Descarta
Cushing
Pseudocushing
Cushing
Cushing
suprarrenal
ACTH
< 5 pg/mL
Cushing
hipofisario
Supresión > 68%
cortisol sérico
post 8 mg DXM DU
+
tumor en IRM
Supresión > 68%
cortisol sérico
post 8 mg DXM DU
+
no tumor en IRM
Supresión < 68%
cortisol sérico
post 8 mg DXM DU
MSPI
ACTH > 3:1 ACTH < 3:1
Cushing
ectópico
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74  •  Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 7)
y, por lo tanto, de cortisol, en tanto que en los casos 
de Cushing ectópico se presenta resistencia a esta su-
presión. Según los criterios tradicionales, se considera 
que una supresión de cortisol mayor de 50% sugiere 
enfermedad de Cushing, pero con este criterio, la es-
pecificidad de la prueba es baja. Cuando se utiliza un 
criterio mayor de supresión (> 68 o > 80%) la especi-
ficidad de prueba puede ser de 100%. 
• Prueba de estimulación con hormona liberadora de 
corticotropina (CRH): algunos consideran esta prueba 
más confiable que la de supresión con dexametasona, 
pero la CRH no está disponible en todos los sitios ni 
tampoco es capaz por sí sola de diferenciar entre to-
dos los casos de Cushing hipofisario y ectópico.
Cuando la prueba de supresión con dosis alta de 
dexametasona y la de estimulación con CRH, o am-
bas, son positivas y existe evidencia de tumor en la 
RMN de hipófisis, se confirma el diagnóstico de en-
fermedad de Cushing.
• Muestreo bilateral de senos petrosos. Es un estudio de 
alta especificidad que permite diferenciar la causa del 
síndrome de Cushing dependiente de ACTH (hipofi-
sario vs ectópico). Su principal indicación es cuando 
el resultado de las pruebas dinámicas y de RMN, o 
ambas, no son concluyentes para enfermedad de Cus-
hing. Consiste en la colocación de catéteres en ambos 
senos petrosos inferiores (central) y en una vena peri-
férica (periférico) para la medición de ACTH antes y 
después de la administración de CRH o desmopresina 
y el cálculo del gradiente central: periferia. Un gra-
diente de ACTH mayor o igual a 2 en las mediciones 
basales o mayor o igual a 3 después de la estimulación 
será indicativo de enfermedad de Cushing. Cabe acla-
rar que al ser un estudio invasivo supone cierto riesgo 
para los pacientes y es de costo elevado (figura 7-4).
Tratamiento
El tratamiento de elección de los pacientes con enferme-
dad de Cushing es la resección del tumor hipofisario. Los 
índices de curación reportados van de 40 a 90%, depen-
diendo de las características del tumor y de la experien-
cia del neurocirujano. El seguimiento a largo plazo de 
los pacientes operados ha permitido observar que de 5 a 
25% de los casos presenta recaída, aún cuando se había 
identificado curación inicial.
Entre las alternativas de tratamiento secundario está 
la radioterapia, la suprarrenalectomía bilateral y los fár-
macos (cuadro 7-3). La radioterapia es una opción para 
los pacientes a quienes no se puede practicar una cirugía 
y para los que persisten con actividad de la enfermedad 
después de cirugía de hipófisis. Los índices de remisión 
con radioterapia van de 40 a 70% y su inconveniente 
es el tiempo que se requiere para lograr una respuesta, 
que puede ser de algunos meses hasta varios años, ade-
más del riesgo de hipopituitarismo hasta en 50% de los 
casos. La suprarrenalectomía bilateral es un tratamiento 
altamente eficaz y resulta en remisión del hipercortisolis-
mo de manera rápida, pero los pacientes requerirán tra-
tamiento sustitutivo de por vida con glucocorticoides y 
mineralocorticoides. En algunos casos puede presentarse, 
a mediano o largo plazo, síndrome de Nelson, en el que 
se observa crecimiento del tumor hipofisario otra vez, 
acompañado de hiperpigmentación y concentraciones al-
tas de ACTH por pérdida de retroalimentación negativa 
previamente ejercida por el cortisol. 
Las opciones actuales del tratamiento farmacológi-
co de la enfermedad de Cushing actúa en tres niveles: 
1) hipófisis; 2) suprarrenales; 3) receptores de cortisol. 
Ya que los tumores corticotropos expresan receptores 
dopaminérgicos (tipo 2) y somatostatinérgicos (tipo 5), 
la cabergolina (agonista dopaminérgico) y el pasireótido 
(agonista somatostatinérgico) disminuyen la producción 
de ACTH y, por lo tanto, del cortisol. Sin embargo, am-
bos medicamentos tienen un alto costo. El pasireótido 
tiene una eficacia limitada y puede ocasionar hiperglu-
cemia hasta en 73% de los casos (cuadro 7-3). Los fár-
macos que actúan en la suprarrenal inhiben la actividad 
de diferentes enzimas esteroidogénicas. Entre estos están 
ketoconazol, metirapona, mitotano, etomidato y, en estu-
dio, el compuesto LCI699. El ketoconazol ha sido el más 
utilizado. Un estudio multicéntrico reciente, realizado en 
Cuadro 7-3. Opciones de tratamiento en Cushing persistente o recurrente
Opción Tiempo de reacción Éxito (%) Eventos adversos
Cirugía Inmediato 50 Hipopituitarismo
Radioterapia Años 40 a 70 Hipopituitarismo, complicaciones cerebrales
Cabergolina Semanas 40 Tolerabilidad
Pasireotide Semanas 26 Diabetes
Inhibidores suprarrenales 
Ketoconazol
Metirapona
Inmediato 50 Escape, tolerabilidad
Pruebas de función hepática
Defecto andrógenos
Exceso andrógenos / mineralocorticoides
Suprarrenalectomía Inmediato 100 Insuficiencia suprarrenal
Síndrome de Nelson
Mifepristone Inmediato 60 Náusea, fatiga, hipopotasemia, engrosamiento endome-
trial, hipertensión
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Adenomas hipofisarios 75
200 pacientes tratados en 15 centros de Francia, mostró 
normalización del cortisol urinario en 49% de los casos. 
El antagonista del receptor glucocorticoide mefiprestone 
está autorizado en pacientes con diabetes que logra una 
mejoría de ésta y de la hipertensión arterial en 60 y 38% 
de los casos.
Acromegalia
La acromegalia es una enfermedad rara que se manifies-
ta como consecuencia del aumento en la producción de 
GH por un tumor hipofisario. Tiene una prevalencia 
de entre 40 y 60 casos por cada 1 000 000 de habitan-
tes. El promedio de edad al diagnóstico es de entre 40 y 
50 años.
Cuadro clínico
Las manifestaciones clínicas pueden ser sutiles y apare-
cer en forma insidiosa, por lo que el tiempo que transcu-
rre entre el comienzo de los síntomas y la detección de la 
enfermedad es de cerca de nueve años. Los signos y sín-
tomas incluyen crecimiento acral, cefalea, hiperhidrosis, 
acrocordones, artralgias, disestesias, trastornos menstrua-
les, disfunción eréctil, disminución de la libido, apnea del 
sueño, depresión, trastornos visuales y fatiga. Las comor-
bilidades más notorias son la diabetes mellitus o intole-
rancia a carbohidratos y la hipertensión arterial, además 
de alteraciones ecocardiográficas que revelan crecimien-
to de ventrículo izquierdo y en casos extremos, cardio-
miopatía acromegálica, disfunción diastólica y disminu-
ción en la fracción de eyección. Cuando la acromegalia 
no se trata puede resultar en una alta tasa de mortalidad 
por causas cardiovasculares, disminuyendo la esperanza 
de vida de los pacientes que la padecen.
Diagnóstico
La evaluación diagnóstica de la acromegalia incluye la 
confirmaciónbioquímica de la hipersecreción de GH y 
del factor de crecimiento tipo 1 o IGF-1, el cual refleja la 
secreción de GH durante 24 h. El diagnóstico se estable-
ce cuando las concentraciones de IGF-1, ajustados para 
la edad y género del paciente, están elevados y la GH 
no suprime a menos de 1 ng/mL después de administrar 
una carga oral de 75 g de glucosa. Una vez confirmado 
el diagnóstico, debe solicitarse una resonancia magnética 
nuclear (RMN) de hipófisis para establecer las caracte-
rísticas del tumor.
Tratamiento
La cirugía transesfenoidal de hipófisis, ya sea sublabial 
o transnasal, es el tratamiento de elección en la mayor 
parte de los casos de acromegalia. En circunstancias idea-
les posibilita la curación bioquímica en cerca de 80% de 
los microadenomas y de los macroadenomas pequeños 
confinados a la silla turca, y en cerca de 50% de los ma-
croadenomas con extensión extraselar. Debido a que los 
índices de curación no son de 100%, cierto número de 
pacientes requerirá alguna forma complementaria de tra-
tamiento con fármacos, radioterapia o ambos.
Dentro de las alternativas del tratamiento médico de 
la acromegalia se dispone de los análogos de la somatos-
tina (octreótido y lanreótido), del agonista dopaminér-
gico cabergolina y del antagonista del receptor de GH, 
pegvisomant. Estos fármacos están indicados cuando 
existe contraindicación quirúrgica debido a un alto ries-
go cardiovascular, cuando el tumor no es resecable (ade-
nomas invasores con muy poco componente intraselar) y 
cuando hay persistencia de la enfermedad después de la 
cirugía de hipófisis. La somatostatina es un péptido que 
se sintetiza y secreta en varios tejidos dentro y fuera del 
sistema nervioso central y que desde el aspecto hormonal 
se considera el “inhibidor universal”. El octreótido LAR 
y el lanreótido de depósito-autogel son análogos de lar-
ga acción de la somatostatina y tienen alta especificidad 
para los receptores tipo 2 y 5; las tasas de normalización 
de IGF-1 con estos análogos es de 35%. La cabergolina 
es útil en 30% de los casos y su uso está indicado sobre 
todo cuando hay elevaciones moderadas de GH e IGF-1 
o en combinación con los análogos de la somatostatina 
cuando existe respuesta incompleta a estos. El pegviso-
mant es un antagonista del receptor de GH que impide 
la dimerización funcional del receptor de GH y, por lo 
tanto, la generación de IGF-I. Entre 95 y 100% de los 
pacientes tratados con pegvisomant logran normalizar las 
concentracione de IGF-I y mejoran clínicamente en for-
ma sustancial, sin embargo es un fármaco de alto costo.
La radioterapia está indicada para el tratamiento se-
cundario de los pacientes en los que existe remanente 
tumoral después de la cirugía y cuando el tratamiento 
médico no está disponible, no es existoso o no es tole-
rado. Existen varias modalidades, como la convencional 
y estereotáctica (gamma-knife, Cyber Knife y acelerador 
lineal); aunque la eficacia de ambas es similar, el tiempo 
de remisión es más corto con la radioterapia estereotácti-
ca. Después de administrada, las concentraciones de GH 
e IGF-1 tardan en descender a límites normales, o segu-
ros, por lo menos dos años y en ocasiones más de cinco; 
los índices de remisión en pacientes seguidos por casi 15 
años van de 10 a 60%. El hipopituitarismo es un efecto 
que puede ser consecuencia de la radiotarapia en cierto 
número de pacientes. 
Tumores hipofisarios no funcionantes
Entre 25 y 30% del total de los tumores hipofisarios son 
desde el punto de vista clínico no funcionantes o “silen-
tes”; la mayoría son gonadotropinomas. Por sus efectos 
compresivos, estos tumores pueden ocasionar cefalea y 
trastornos visuales o deficiencias hormonales, como hi-
pocortisolismo, hipotiroidismo, hipogonadismo o hipo-
somatotropismo, o bien, ser por completo asintomáticos 
y detectados por primera vez de manera incidental.
Como parte del estudio, además de la RMN, es im-
portante hacer una evaluación hormonal de las concen-
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76  •  Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 7)
traciones de prolactina, T4 libre, TSH, cortisol, estradiol o 
testosterona, LH, FSH, GH e IGF-1, así como campime-
tría computarizada.
Tratamiento
La cirugía de hipófisis (por lo habitual transesfenoidal) 
está indicada cuando existen síntomas compresivos o evi-
dencia de crecimiento. Cuando el tumor no se ha reseca-
do en forma completa puede considerarse la observación 
o radioterapia (cada caso deberá ser individualizado).
El estudio y seguimiento de los pacientes con ade-
nomas hipofisarios debe llevarse a cabo por un grupo 
multidisciplinario que incluya al endocrinólogo, radiólo-
go y neurocirujano. En vista de que en todos los tipos de 
tumores de hipófisis pueden presentarse recurrencias, es 
necesario mantener vigilancia periódica de por vida.
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