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36Capítulo Alberto Gómez Priego Jorge Luis de la Rosa Arana Contenido ■ Introducción ■ Características generales del parásito ■ Ciclo biológico ■ Mecanismos patogénicos ■ Manifestaciones clínicas ■ Respuesta del huésped ante la infección ■ Mecanismos de evasión ■ Diagnóstico ■ Tratamiento ■ Prevención, control, eliminación y erradicación ■ Epidemiología grande extensión geográfi ca y mayor prevalencia de la en- fermedad se encuentra en África, aunque existen peque- ños focos endémicos en seis países latinoamericanos y en la República de Yemen, en la península arábiga. Características generales del parásito Los gusanos adultos de O. volvulus son fi liformes y tienen estriaciones transversales. Las hembras miden 20 a 70 cm 270 a 400 μm, y los machos de 5 a 6 cm 130 a 210 μm; por lo general se encuentran en nódulos subcutáneos. Las micro- fi larias (Mf) miden de 150 a 287 μm de largo y se distribuyen desde los nódulos a la piel y a los tejidos oculares. A diferen- cia de las Mf de otras fi larias linfáticas que infectan al hu- mano (Wuchereria bancroft i, Brugia timori, Loa loa), las de O. volvulus carecen de vaina, poro excretor y núcleos en el extremo caudal. Algunos datos clínicos, bioquímicos, gené- ticos y de otra índole hacen pensar en la presencia de varias cepas, especies o variantes de Onchocerca que causan grados diferentes de enfermedad. Por ejemplo, el padecimiento ocu- lar es menos grave en la zona biogeográfi ca de la selva que en la sabana africana. Los dípteros Simulium damnosum en Introducción Es una enfermedad parasitaria que produce el nematodo Onchocerca volvulus y es exclusiva del humano. La trans- miten insectos hematófagos de la familia Simuliidae. El padecimiento afecta piel y ojos y llega a producir ceguera irreversible, manifestaciones sistémicas y cambios psicoló- gicos que repercuten en la conducta del paciente. La más Oncocercosis Agradecimientos: A todo el personal del laboratorio de helmintos tisulares por su apoyo permanente. A las autoridades de la Secretaría de Salud, tanto federales como del estado de Chiapas y, en especial, a su personal de campo (brigadas) que nos apoyaron durante muchos años para obtener la información presentada aquí. Preguntas de evaluación inicial 1. ¿Por qué se considera a la oncocercosis como una enferme- dad transmitida por artrópodos? 2 . ¿Dónde se presentan las manifestaciones clínicas de la onco- cercosis? 3 . ¿Cuáles serían las formas más infectivas del parásito para el humano y el vector? 4 . Indique dos procedimientos actuales de diagnóstico y dos para el tratamiento de la oncocercosis. 5 . Describa el razonamiento en el que se basan las actividades actuales de eliminación de la oncocercosis en México. África, S. ochraceum en Centroamérica, S. metallicum, S. exiguum y S. guianense en Sudamérica son las especies que transmiten la enfermedad. Estos insectos tienen desarrollo holometábolo, es decir, hay huevos, larvas y pupas con hábi- tat acuático y adultos que vuelan. La caracterización de la información genética de O. volvulus señala la existencia de tres genomas. El primero, nuclear, tiene 1.5 108 pares de bases arregladas en cuatro pares de cromosomas con alrededor de 4 000 genes. Varios de ellos, de 150 pares de bases, son repeticiones acomodadas en tándem, interrumpidas a menudo por pequeños intro- nes. Una gran cantidad de estos segmentos ya fue clonada y se identifi caron los péptidos que codifi can y su respectiva función; varios se han relacionado con el metabolismo del parásito y muchos otros con la producción de péptidos anti- génicos. De hecho, las clonas llamadas Ov-33 y Ov-150 co- difi can algunos péptidos que fueron muy útiles para mejo- rar la especifi cidad del serodiagnóstico. El segundo genoma es el mitocondrial; es más compacto, con cuatro pares de genes superpuestos y sin regiones intergénicas. El tercer ge- noma que se identifi có corresponde al de una rickettsia en- dosimbiótica llamada Wolbachia, la cual se encontró en los tejidos reproductores femeninos, así como en los cordones laterales de las hembras y Mf, y se transmite a la descenden- cia de manera transovárica. Al parecer, la rickettsia es indis- pensable para la vida del parásito, ya que el tratamiento con desoxiciclinas induce muerte o infertilidad temporal a la hembra de O. volvulus hasta por 18 meses. Ciclo biológico El ciclo de vida de O. volvulus requiere de un hospedador defi nitivo para las formas sexualmente maduras (el ser hu- mano) y de otro intermediario para las etapas larvarias (un insecto hematófago, el simúlido). Al alimentarse, los simúli- dos se infectan con las Mf que recogen de la piel de seres humanos que portan al parásito, y éstos se infectan con las larvas de tercer estadio (L3) depositadas por un simúlido infectado, a través de la herida que produce su mordedura durante la alimentación. El ciclo se inicia cuando la hembra hematófaga de un simúlido se alimenta de un individuo in- fectado (fi gura 36-1). El insecto desgarra la piel con sus partes bucales y pro- duce un “pozo” al romper la epidermis, la dermis y capilares sanguíneos. Las Mf caen al pozo, se mezclan con la sangre y la saliva del simúlido, la cual contiene anticoagulantes, anestésicos y sustancias quimiotácticas para las Mf. El ar- trópodo succiona las Mf, llegan al intestino medio del vec- tor y de ahí pasan a los músculos torácicos, donde mudan tres veces y se transforman en larvas de primer y segundo estadios (L1 y L2) en un periodo de 6 a 12 días. Las L3 aban- donan los músculos torácicos y se desplazan hasta las partes bucales del vector donde maduran y luego son depositadas con la saliva en la piel lacerada de otro ser humano en la si- guiente alimentación. Ya en el humano, emigran por la piel, el tejido linfático o por ambos, mudan dos veces, alcanzan la etapa juvenil y el estadio adulto entre 12 y 15 meses des- pués, lo que representa el periodo prepatente de la infección. Es entonces cuando los parásitos son encapsulados en nó- dulos fi brosos donde viven entre 8 y 16 años, pero su etapa reproductora se limita a 9 o 12 años. En los nódulos ocurre la cópula y la fecundación y, du- rante este tiempo las hembras fértiles son fecundadas varias veces por los machos que se pueden desplazar hacia otros nódulos y repetir su función reproductora. Las hembras producen entre 500 y 3 800 Mf diariamente y en cuatro se- Nódulo Mf en piel PIEL Tercer estadio L3 Cuarto estadio L4 Quinto estadio L5 Adultos hembras y machos Desarrollo a adulto Humano Fase lenta 6-24 meses Tercer estadio L3 Mf de piel ingeridas Segundo estadio L2 Primer estadio L1 Desarrollo larval Simúlido Fase rápida 6-12 días Figura 36-1 Ciclo de vida de Onchocerca volvulus. El parásito requiere de un hospedador defi nitivo (el ser humano) donde se lleva a cabo la fase lenta del ciclo (6 a 24 meses) hasta alcanzar el estadio adulto (hembras y machos) y producir la fase infectiva para el simúlido, la microfi laria (Mf) en piel. También requiere de un hospedador intermediario (el simúlido), en el que se efectúa la fase rápida del ciclo (6 a 12 días) hasta llegar al es- tadio de L3, que es la forma infectiva para el ser humano. Las fases del ciclo del parásito en las que se presenta la interrupción y la reanudación del desarrollo se indican con fl echas horizontales. Capítulo 36 Oncocercosis274 manas ya hay embriones alargados (Mf libres) que primero abandonan el útero de la hembra y luego el nódulo; las Mf se diseminan por la piel para estar disponibles para la alimen- tación de los vectores (periodo patente de la infección). Es claro que el ciclo de vida de O. volvulus tiene un periodo de desarrollo lento en el ser humano y otro rápido en el vector. Además, en el ciclo de vida de esta fi laria exis- ten dos momentos de regulación en el desarrollo del parási- to. Desde la eclosión del huevo, el desarrollo de las Mf se interrumpe un tiempo y sólo se reanuda cuando las ingiereun simúlido. Si esto no ocurre en 18 meses, las Mf mueren y son fagocitadas. Las fi larias linfáticas y algunos nematodos que no son transmitidos por vectores (Trichinella spp y Toxocara spp) comparten con Onchocerca esta característi- ca biológica de la interrupción temporal del desarrollo. Aunque los mecanismos no están bien defi nidos, se cree que el desarrollo de la Mf está bajo control de genes reguladores de la diferenciación celular, los cuales son activados mediante señales de transducción que generan moléculas aún descono- cidas, pero que estarían presentes en el útero de la hembra y en la saliva o en el sistema digestivo del vector. Al parecer, la interrupción temporal y la reanudación posterior del desa- rrollo son indispensables en el ciclo y explican la intervención necesaria del vector en el ciclo biológico del parásito, lo que explica que sea una enfermedad transmitida por artrópodos. Mecanismos patogénicos La oncocercosis es una enfermedad casi exclusivamente es- tética, ya que la piel es la más afectada, pero la infección ocular puede producir ceguera. También hay alteraciones renales, neurológicas y de conducta (psicológicas). Aunque el nódulo es uno de los signos más evidentes de este padeci- miento, su contribución a la patogenicidad es mínima compa- rada con lo atribuido a las Mf. No hay duda que la enfermedad se produce como consecuencia de la muerte y destrucción de las Mf en la piel y los ojos y se acompaña de procesos infl ama- torios derivados de la respuesta inmunitaria; en esta última la cepa del parásito desempeña una función preponderante. Recientemente se sugirió una intervención importante de la rickettsia Wolbachia en la patogenicidad de O. volvu- lus. De hecho, cuando este endosimbionte se elimina por tratamiento con desoxiciclinas, se libera la endotoxina (li- popolisacárido) que desencadena una potente respuesta in- fl amatoria, integrada entre otras células por macrófagos y neutrófi los. Se arguye que esta respuesta es la que ocasiona los daños cutáneos y oculares, los cuales alcanzan su máxi- ma expresión cuando el hospedador es incapaz de regular la infl amación. Aunque existe información clara al respecto, falta aún precisar los mecanismos. Manifestaciones clínicas Onchocerca volvulus induce un amplio espectro de manifes- taciones oculares, cutáneas y en menor medida linfáticas, las cuales tienden a la cronicidad, se agravan con el tiempo y dependen de la cepa e intensidad de la transmisión del parásito, de la respuesta del hospedador y del control ejerci- do por éste sobre la respuesta infl amatoria. Se han identifi - cado dos formas de la enfermedad; la más común, llamada oncocercosis generalizada, cursa con un número variable pero notable de Mf y nódulos, un nivel bajo de infl amación cutánea y una marcada incapacidad para eliminar Mf. La otra, menos frecuente y más grave es la oncodermatitis hi- perreactiva, llamada Sowda en Yemen, la cual cursa con po- cos nódulos, respuesta inmunitaria muy efectiva pero in- controlable y exacerbada para eliminar Mf, cuyo resultado es la presentación de alteraciones cutáneas y oculares mu- cho más graves. Los primeros síntomas de la oncocercosis son cutáneos, hay irritación, prurito, edema e hipertermia localizados y de intensidad variable (cuadro 36-1). La piel se engruesa y hay erupciones papilares por los abscesos intraepiteliales y lige- ros cambios en la pigmentación (erisipela de la costa). Al evolucionar, el prurito se intensifi ca y el rascado produce excoriaciones que más tarde se infectan; puede haber hiper- pigmentación (mal morado) o despigmentación irregular (piel de leopardo). Hay liquenifi cación (epidermis engrosa- da con formas nodulares y descamación). La migración continua y prolongada de las Mf origina la pérdida de elas- ticidad cutánea y explica la fascies leonina. La paquidermi- tis se debe al engrosamiento de la piel más la pérdida de elasticidad. Las Mf se pueden encontrar en el humor vítreo y en el acuoso, y podrían afectar las regiones anterior y posterior de ambos ojos. Las lesiones oculares son producto de infeccio- nes microfi larianas repetitivas, masivas o de larga duración; dependen de la cepa del parásito, de la intensidad de la trans- misión y de la cercanía de los nódulos en la cabeza. Sin embargo, la principal causa de las lesiones es la infl amación generada como respuesta inmunitaria contra las endotoxi- nas liberadas por Wolbachia, así como por la respuesta gene- rada cuando los polimorfonucleares destruyen a las Mf. En la córnea se presenta queratitis punteada, que son lesiones de corta evolución y que se inician a partir de la abertura pupilar y se dirigen a la periferia. Se producen al fi nal del periodo prepatente y se relacionan con fragmentos de Mf que los fagocitos están eliminando y al fi nal se resuelven sin dejar secuelas. Por lo contrario, en la queratitis esclerosan- te las lesiones se originan en los bordes pupilares, confl uyen hacia el centro de la abertura pupilar, no desaparecen con el parásito y afectan de manera permanente la córnea. De esta manera, paulatinamente se reduce la visión periférica y se limita la función visual. También se observan iridociclitis y uveítis, atrofi a del nervio óptico y otras alteraciones en la retina que, en conjunto, causan ceguera irreversible. Se sabe que hay alteraciones sistémicas (renales y neu- rológicas) de origen yatrogénico, especialmente causadas por el citrato de dietilcarbamacina (DEC) y hay escasas des- cripciones de alteraciones linfáticas en la región crural Manifestaciones clínicas 275 (ingle colgante), así como trastornos psicológicos y disfun- ción familiar que ocasiona la marginación familiar y comu- nitaria debido a la enfermedad. Respuesta del huésped ante la infección La respuesta inmunitaria en el ser humano es fundamen- talmente del tipo Th 2. Se ha atribuido participación notoria de células T con receptores del tipo γ-δ y la producción de interleucinas (IL): IL-2, IL-4, IL-5, IL-8, IL-10, además de IFN-α, factor β de transformación del crecimiento (TGF-β) y posiblemente TNF-α. Además, hay importante participa- ción de los neutrófi los en la respuesta infl amatoria que se acompaña de las IL mencionadas. Debido al bajo estímulo antigénico, es preciso que transcurran dos meses después de la infección para detectar anticuerpos circulantes contra antígenos del parásito; pasado el tiempo se incrementa la variedad de los isotipos y su concentración. Las inmunoglo- bulinas predominantes son de la clase IgG, aunque también se detecta IgE e IgM. Los anticuerpos IgG persisten durante muchos años, pero la IgG4 tiende a desaparecer 5 o 10 años después de exitosos tratamientos semestrales con ivermectina. También hay respuesta Th 1 con células citotóxicas activadas y citotoxicidad dependiente de anticuerpos (ADCC), pero esta respuesta no elimina al parásito adulto, ni parece proteger con- tra nuevas infecciones, aunque existen evidencias que señalan lo contrario, por lo que continúan los esfuerzos para encontrar y defi nir antígenos o epítopos que promuevan inmunopro- tección. Mecanismos de evasión Al parecer, la respuesta inmunitaria no afecta a los gusanos adultos ni a las Mf que están en los nódulos; sin embargo, los datos existentes son controversiales sobre una posible inmunosupresión local y específi ca que favorezca la sobre- vivencia de los gusanos adultos durante más de 10 años en los nódulos. Tampoco hay evidencias convincentes que ex- pliquen la sobrevivencia de las Mf, aunque se reconoce que diario mueren varios miles en la piel. No se ha descrito una respuesta Th 1 contra la L3 in vivo; la respuesta de este tipo que se observa en los nódulos no parece sufi ciente para ma- tar, inactivar o destruir al parásito. Por lo contrario, tal pa- rece que lo benefi cia al proporcionarle un hábitat apropiado a través de una intrincada red vascular. Algunas evidencias in vitro señalan que la ADCC podría destruir las Mf deO. volvulus. Sin embargo, como esto no se ha confi rmado ple- namente in vivo, se cree que hay interferencia o inactivación del proceso. Diagnóstico Para el diagnóstico de la oncocercosis se debe considerar como base el antecedente de estancia por periodos de al me- nos seis meses en las zonas de transmisión y apoyarse en diversos métodos directos (clínicos o parasitoscópicos) e in- directos, como los inmunológicos (cuadro 36-2). Las prue- bas rutinarias de laboratorio sólo indican la presencia de eosinofi lia, aunque suele no ser constante. La detección del parásito adulto en nódulos o de Mf en piel u ojos proporcio- na el diagnóstico de certeza y confi rma el diagnóstico clíni- Cutáneas Oculares Afectan Enfermedad Afectan Enfermedad Cara Tronco Antebrazos Brazos Glúteos Muslos Piernas Erisipela de la costa Hiperpigmentación Piel de leopardo Liquenifi cación Facies leonina Paquidermitis Humor vítreo Humor acuoso Córnea Retina Nervio óptico Ambos ojos Queratitis punteada Queratitis esclerosante Iridociclitis Uveítis Atrofi a del nervio óptico Signos y síntomas generales Irritación Prurito Edema Hipertermia Irritación Prurito Visión borrosa Reducción de campos visuales Enfermedad Oncocercosis generalizada Oncodermatitis hiperreactiva (Sowda) Sistémica (renal y neurológica) Linfática (ingle colgante) Psicológica (disfunción familiar) • Cuadro 36-1 Lesiones y enfermedad oncocercosa Capítulo 36 Oncocercosis276 co; este último se establece por identifi cación de lesiones oculares o cutáneas, así como de nódulos subcutáneos por palpación, pero se requiere experiencia para no confundir las lesiones cutáneas con defi ciencias vitamínicas o con se- cuelas de picaduras de insectos. Asimismo, los nódulos de- ben diferenciarse de otras tumoraciones subcutáneas (quistes sebáceos, cisticercos). La prueba terapéutica o reacción de Mazzotti para el diagnóstico ya no es recomendada debido al riesgo de pro- vocar alteraciones irreversibles en el nervio óptico. El diag- nóstico parasitoscópico directo comprende la detección de Mf en piel por biopsia o en cámara anterior del ojo con lám- para de hendidura, la palpación de nódulos subcutáneos y la identifi cación de los gusanos adultos en los nódulos extirpa- dos quirúrgicamente. Si bien dos biopsias tomadas con instrumento oft al- mológico (esclerocorneótomo) de la región escapular son sufi cientes para establecer la carga parasitaria, también pue- den ayudar a propagar en forma accidental infecciones vira- les como hepatitis y VIH al usar el instrumento de manera secuencial sin adecuada esterilización. Se ha propuesto la reacción en cadena de la polimerasa para individuos con biopsia negativa, pero sólo en los que hay alguna evidencia clínica de oncocercosis, como problemas cutáneos, ocula- res, o ambos, sin asociación a otros padecimientos. Los nó- dulos subcutáneos son duros a la palpación, de consistencia fi rme, por lo regular indoloros y contienen casi siempre dos hembras de O. volvulus por cada macho. En México, ya es difícil encontrar pacientes con más de un nódulo palpable. En México y Guatemala los nódulos se localizan en ca- beza y cintura escapular, aunque no es raro encontrarlos en otras partes del tronco. En África y Sudamérica se detectan con mayor frecuencia en cintura pélvica y extremidades in- feriores. Entre otras evidencias, esta distribución sugiere la existencia de cepas diferentes de O. volvulus. Los nódulos obtenidos de pacientes mexicanos, morfológicamente son lenticulares, ovoides o esféricos, más largos que anchos y que de alto miden en promedio 9 7 4 mm o más, pesan alrededor de 215 mg, desplazan 166 μl de agua y su densi- dad es de 1.09 g/ml, lo que confi rma la homogeneidad del contenido nodular. Aunque es un suceso muy raro, en la ac- tualidad es posible encontrar gusanos calcifi cados en su in- terior en México. Desde el punto de vista histológico, los adultos de O. volvulus están rodeados por eosinófi los, neu- trófi los, linfocitos, mononucleares y células gigantes, los cuales se encuentran en forma irregular. También se obser- van en el seno del parénquima nodular. Según el nivel de endemicidad y de las actividades de control en México y desde el año 2000, se ha registrado en el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, un prome- dio anual de 150 casos de oncocercosis con sospecha clínica; comparado con la década de 1980-1989, cuando la prevalen- cia de la enfermedad llegaba hasta 70% en localidades endé- micas, es evidente el éxito de las actividades de control. Los métodos inmunológicos para el diagnóstico sero- lógico son varios (cuadro 36-2), pero los de uso actual son los de tipo inmunoenzimático como ELISA. La sensibilidad y especifi cidad diagnósticas han mejorado con la aplicación • Cuadro 36-2 Métodos de diagnóstico en la oncocercosis Clínicos Palpación Lesiones Cutáneas Oculares Parasitológico (microfi larias) Parasitológico (nódulos) Biopsia de piel Examen oftalmológico Disección Digestión Palpación Ultrasonido Pruebas cutáneas Intradermorreacción Reacción de Mazzotti* DEC† en parche DEC en tabletas Detección de Ag Radioinmunoprecipitación Radioinmunoensayo ELISA Serológico (varios) Fijación del complemento Hemaglutinación indirecta Precipitación Floculación con bentonita Inmunofl uorescencia Detección de DNA PCR Sondas de DNA Serológico Radiométricos Radioinmunoensayo Radioinmunoprecipitación Serológico (inmunoenzimáticos) ELISA con Ag crudos ELISA con Ag recombinantes DIG-ELISA TIA-ELISA‡ ICT-Oncho * No se recomienda por inducir posibles alteraciones del nervio óptico. † Citrato de dietilcarbamacina. ‡ Actualmente en evaluación. Diagnóstico 277 de métodos de evaluación estandarizados, así como con el uso de antígenos purifi cados o recombinantes y la detección del isotipo IgG4, ya que esta combinación correlaciona bien con la infección actual. Una prueba inmunocromatográfi ca reciente, muy útil para trabajo en el campo (ICT-ONCHO), ha sido discontinuada de manera prematura por el fabrican- te. En México, sólo hace poco se informó de resultados si- milares con la prueba ELISA usando antígenos crudos de O. volvulus; no obstante la poca especifi cidad por reactivi- dad cruzada con los antígenos de otras fi larias, a menudo se menciona como problema en las zonas endémicas de África. Por fortuna, esta limitación tiene poco impacto en México y Guatemala, donde no se han descrito otras fi lariasis linfáti- cas en el ser humano. La concentración de anticuerpos y la positividad serológica se incrementan con la probabilidad relativa de padecer oncocercosis (fi gura 36-2). Por último, la detección de antígenos en suero o en orina ha tenido poco éxito debido, quizá, a las características del nódulo y a la localización intradérmica de las Mf, la cual facilita que an- tes de su incorporación al plasma sanguíneo o de su fi ltra- ción en riñón y eliminación ulterior en la orina, los antíge- nos sean retirados de los tejidos por fagocitosis en el momento de su liberación. Tratamiento El tratamiento de la oncocercosis se vincula estrechamente con las acciones de control en las zonas endémicas (cuadro 36-3). La suramina es efectiva contra el parásito adulto pero muy nefrotóxica, por lo que es más útil la nodulectomía (ex- tirpación quirúrgica de nódulos subcutáneos). Las Mf se eliminan de piel y ojos sólo con microfi laricidas, como DEC, algunos bencimidazoles o ivermectina; esta última es una lactona macrocíclica que es una mezcla de dos avermectinas (B1a y B1b) originalmente producidas por un hongo y que ahora se fabrica en forma sintética. Los efectos secundarios del DEC, entre ellos el choque terapéutico, motivaron a que se abandonara su uso. No obstante la actividad embriostáti- ca que muestran los bencimidazoles y el largo tiempo nece- sario para el tratamiento (14 días) los hace imprácticos en condiciones de trabajo de campo. Por lo contrario, la admi- nistración de ivermectina (150 μg/kg en una sola toma) esel tratamiento de elección, pues aunque es inefi caz contra los gusanos adultos del parásito, mata a las microfi larias en la piel y en los ojos, genera pocos efectos secundarios, es bien tolerada, aceptada por la población y, lo más importante, in- terrumpe el desarrollo embrionario de las Mf al menos du- rante ocho meses. Se ha propuesto utilizar desoxiciclinas (antibiótico) para matar a la rickettsia endosimbionte Wolbachia, cuya eliminación provoca infertilidad en las hembras de O. vol- vulus o incluso su muerte, pero el tiempo muy prolongado que se requiere para la administración del antibiótico de manera que sea efi caz (seis meses), lo hace del todo imprác- tico para utilizarlo en campañas masivas. Prevención, control, eliminación y erradicación Aunque la Organización Mundial de la Salud ha mantenido desde 1976 un programa muy satisfactorio de control de la oncocercosis en África occidental, basado en la aspersión de larvicidas en los ríos del área para eliminar al vector, en América las acciones de este tipo para la prevención de en- fermedades transmitidas por artrópodos en general han re- sultado en extremo costosas y complicadas desde el punto de vista técnico. Se sabe que con muy bajas densidades de Mf en la piel, pierde importancia la densidad de población de los vectores para reducir la intensidad de la transmisión. De acuerdo con esto, la estrategia actual se orienta a eliminar las Mf del Antiparasitario Dosis pediátrica Dosis en adultos Ivermectina 150 μg/kg una sola vez, y repetir cada 6 meses hasta asintomatología 150 μg/kg una sola vez, y repetir cada 6 meses hasta asintomatología • Cuadro 36-3 Fármaco para el tratamiento de la oncocercosis 100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 Po si tiv id ad s er ol óg ic a (% ) Normal no endémico Normal endémico 0.25 0.50 0.75 1.00 Probabilidad relativa de padecer oncocercosis Figura 36-2 Porcentaje de reactividad serológica en ELISA de acuerdo con la probabilidad relativa de padecer oncocercosis (PRO). La PRO se calcula dividiendo el número de características presentes entre el total de características (cuatro). + o − = presencia o ausencia de la caracte- rística. PRO = 0 (R −, H −, N −, Mf −: normal no endémico, n = 60 y normal endémico, n = 147); PRO = 0.25 (R +, H −, N −, Mf −: n = 301); PRO = 0.50 (R +, H +, N −, Mf −: n = 101); PRO = 0.75 (R +, H +, N +, Mf −: n = 216) y PRO = 1.0 (R +, H +, N +, Mf +: n = 267). R, residencia en la zona endémica; H, antecedentes de oncocercosis (cicatrices pos- nodulectomía, reacción de Mazzotti positiva); N, nódulos palpables; Mf, microfi larias en piel detectadas mediante biopsia. Capítulo 36 Oncocercosis278 parásito mediante la administración de tratamientos se- mestrales con ivermectina a la mayor parte de la población (enferma, infectada y en riesgo) de las zonas endémicas du- rante al menos 20 años (tiempo superior al estimado para la vida reproductiva de las hembras de O. volvulus), lo que im- pediría fi nalmente la transmisión del parásito por los vectores. Desde principios de 1990 se lleva a cabo un programa de eliminación de la oncocercosis con la donación del fabrican- te de las dosis necesarias de ivermectina para todos los focos endémicos de América; a través de este programa se espera interrumpir la transmisión del parásito y eliminar la enfermedad en 2010 (fi gura 36-3). Con la idea de acortar el tiempo requerido para la interrupción de la transmisión, se propuso complementar el tratamiento de ivermectina con antibióticos, pero como se mencionó antes, se prevén grandes difi cultades para la administración masiva del antibiótico durante el tiempo tan largo que se requiere, con la posibilidad adicional de la aparición de resistencia de O. volvulus a la ivermectina o de Wolbachia a la desoxiciclina. Hay que seña- lar que la oncocercosis, como enfermedad de la pobreza, es un padecimiento que difícilmente se eliminará sin cambios so- cioeconómicos adicionales que benefi cien a los pobladores de las zonas endémicas. Epidemiología La oncocercosis afecta a casi 18 millones de personas en las áreas endémicas del mundo (fi gura 36-4 A y B) situadas en las planicies de casi toda África ecuatorial y en algunas zo- nas de Yemen; en especial son importantes las riberas de los ríos más o menos caudalosos y con velocidad de corriente sufi ciente para disolver el oxígeno atmosférico necesario para que se desarrollen las formas acuáticas inmaduras del vector (huevos, larvas y pupas). Por lo contrario, las zonas endémicas americanas, especialmente de México y Guatema- la, se caracterizan por ser zonas montañosas con altitudes superiores a 1 500 metros sobre el nivel del mar (msnm), con sinuosidades y pendientes fuertes que permiten la formación de numerosos arroyos más o menos temporales de corriente rápida. La transmisión se efectúa entre las 07:00 y las 09:00 h y su intensidad se incrementa al fi nalizar las lluvias (septiem- bre y octubre) y al principio de la época seca (noviembre y diciembre). En México ocurre en altitudes mayores a los 600 msnm, dentro y fuera de las habitaciones y es más intensa cerca de los criaderos de simúlidos, aunque también ocurre en las casas-habitación. Para que se lleve a cabo la transmisión tienen que coinci- dir en tiempo y espacio altas densidades de simúlidos y de po- blación humana infectada (Mf en la piel) y susceptible en las cercanías de los criaderos, buenas condiciones en el ambiente físico (temperatura, humedad, velocidad del viento, entre otros factores), así como malas condiciones sanitarias en el ambiente, bajos ingresos, desnutrición, poca educación, po- cos adelantos tecnológicos para la agricultura y otros aspec- tos más. Se estima que, por sus características, la cepa del parásito que se encuentra en México está más relacionada con la del tipo de la selva que con el de la sabana africana. En Latinoamérica se han detectado más de 140 000 in- dividuos infectados con O. volvulus y alrededor de 4.7 mi- llones se encuentran bajo condiciones de riesgo para con- traer la enfermedad. En México existen tres focos endémicos muy bien delimitados: uno en el estado de Oaxaca y dos en el estado de Chiapas: el foco Soconusco (el más extenso geo- gráfi camente hablando y con la mayor concentración de en- fermos) y el foco Chamula, más reducido en extensión y en el número de enfermos. En todos los casos, la extensión no ha cambiado desde su delimitación original entre 1928 y 1931, pero la prevalencia ha disminuido desde el inicio de las operaciones del Programa Nacional de Eliminación de la Figura 36-3 Esquema del proceso de certifi cación para eliminación de la oncocercosis en América, inicia- do en 1991-1992 y que aún continúa en México con el nombre de Programa Nacional para la Eliminación de la Oncocercosis. El programa se efectúa con base en la administración semestral de ivermectina, con una co- bertura de más de 85% de la población en función del tiempo y quizá se termine en 2010. En la etapa de preinterrupción (dos años), se espera que el potencial anual de transmisión disminuya a cifras muy por deba- jo de cero y en la etapa de transinterrupción (12 años, línea discontinua) la transmisión sea nula. Los adultos de O. volvulus, aunque vivos y reproductivos, desapa- recerán en forma paulatina. Se certifi cará la interrup- ción de la transmisión al confi rmar la ausencia de DNA de la L3 en simúlidos por PCR, la desaparición de queratitis punteada en ojos y la ausencia de IgG4 contra antígenos recombinantes en suero detectada con pruebas inmunoenzimáticas. Delimitación del área endémica Pre- interrupción Trans- interrupción Interrupción consolidada Vigilancia epidemiológica Pretratamiento sin tiempo límite Tratamiento: 14 años Postratamiento sin tiempo límite Simúlidos infectados Población de gusanos adultos Pre- intervención Transmisión disminuida Transmisión muy disminuida Pre- certificación Certificación Epidemiología 279 BibliografíaBradley JE, Trenholme KR, Gillespie AJ et al. A sensitive serodiag- nostic test for onchocerciasis using a cocktail of recombi- nant antigens. Am J Trop Med Hyg, 1993;48:198-204. Bradley JE, Unnasch TR. Molecular approaches to the diagnosis of onchocerciasis. Adv Parasitol, 1996;37:57-106. Brattig NW, Buttner DW, Hoerauf A. Neutrophil accumulation around Onchocerca worms and chemotaxis of neutrophils are dependent of Wolbachia endobacteria. Microbes In- fectious, 2001;3:439-446. Cuarto informe del Comité de expertos de oncocercosis. Serie de Informes Técnicos 796. Organización Mundial de la Sa- lud. 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El Programa de Control de la Oncocercosis (OCP) en el oeste de África se señala en violeta oscuro. Las líneas rojas que cruzan ambos mapas, representan al ecuador. América África ecuatorial Mar Caribe Océano Pacífico Océano Atlántico A B Oncocercosis. Aunque el foco Chamula, en Chiapas, no se considera una zona de transmisión, sino de concentración de enfermos que se infectaron sobre todo en el Soconusco, a donde van a trabajar en la cosecha del café durante la época de mayor intensidad en la transmisión (Programa Nacional de Eliminación de la Oncocercosis, México, datos no publica- dos, 2001), hay evidencias serológicas, entomológicas y mo- leculares recientes de infección autóctona (local). Capítulo 36 Oncocercosis280 Las actuales actividades de eliminación de la oncocercosis en México tienden a interrumpir la transmisión del parásito; por tanto: 1. ¿Qué impacto tendría en la morbilidad del padecimiento? 2. ¿Cuenta el país con la infraestructura y el recurso humano califi cado para confi rmar la interrupción de la transmisión? 3. ¿Se puede alcanzar la meta de eliminación sin considerar otros aspectos biológicos, económicos, sociales y culturales de la población humana afectada? ¿Por qué? 4. ¿Cuáles podrían ser las limitaciones en el uso de la ivermec- tina para la eliminación? Preguntas para refl exionar 1. Porque, en primer lugar, interviene un artrópodo hematófago en la dinámica de transmisión y, en segundo lugar, porque el vector es indispensable para que el parásito complete su ciclo vital. 2 . Ojos, piel, no pocas veces en algunos órganos internos y tam- bién se manifi esta en algunos aspectos de la conducta del enfermo (alteraciones psicológicas). 3 . Para el humano, la larva L3 que le transmite el insecto, y para el vector la microfi laria que se encuentra en la piel del individuo infectado. 4 . De diagnóstico: la prueba ELISA con antígenos recombinantes; en resultados negativos de individuos con alto grado de sospe- cha, la reacción en cadena de la polimerasa. De tratamien- to: nodulectomía y la administración de ivermectina. 5 . El tratamiento con ivermectina elimina a las microfi larias de la piel durante ocho meses. Si el medicamento se adminis- tra cada seis meses y durante un periodo mayor a la vida reproductora del parásito (14 a 16 años), no importa que el vector exista en grandes densidades de población y se alimente del individuo bajo tratamiento, puesto que el si- múlido no se infecta porque no hay Mf disponibles. De esta manera se interrumpe la transmisión. Respuestas a las preguntas de evaluación inicial OEPA. XI Conferencia Interamericana sobre oncocercosis, IACO. Relatoría. Programa para la eliminación de la oncocercosis en las Américas (OEPA). México, Noviembre 27-29, 2001. Parkhouse RME, Bofi ll M, Gómez-Priego A, et al. Human ma- crophages and T-lymphocyte subsets infi ltrating nodu- les of Onchocerca volvulus. Clin Exper Immunol, 1985; 62:13-18. Rodríguez-Pérez, MA. Herramientas moleculares para el combate de la oncocercosis en México. Rev. Latinoam. Microbiol., 2005:47:112-119. Unnasch TR, Williams SA. Th e genomes of Onchocerca volvulus. Parasitol Today, 1999;15:437-442. Respuestas a las preguntas de evaluación inicial 281 Capítulo 36. Oncocercosis
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