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Oncocercosis

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36Capítulo
Alberto Gómez Priego 
Jorge Luis de la Rosa Arana
Contenido
■ Introducción
■ Características generales del parásito
■ Ciclo biológico
■ Mecanismos patogénicos
■ Manifestaciones clínicas
■ Respuesta del huésped ante la infección
■ Mecanismos de evasión
■ Diagnóstico
■ Tratamiento
■ Prevención, control, eliminación y 
erradicación
■ Epidemiología
grande extensión geográfi ca y mayor prevalencia de la en-
fermedad se encuentra en África, aunque existen peque-
ños focos endémicos en seis países latinoamericanos y en 
la República de Yemen, en la península arábiga. 
Características generales 
del parásito
Los gusanos adultos de O. volvulus son fi liformes y tienen 
estriaciones transversales. Las hembras miden 20 a 70 cm 
270 a 400 μm, y los machos de 5 a 6 cm 130 a 210 μm; por 
lo general se encuentran en nódulos subcutáneos. Las micro-
fi larias (Mf) miden de 150 a 287 μm de largo y se distribuyen 
desde los nódulos a la piel y a los tejidos oculares. A diferen-
cia de las Mf de otras fi larias linfáticas que infectan al hu-
mano (Wuchereria bancroft i, Brugia timori, Loa loa), las de 
O. volvulus carecen de vaina, poro excretor y núcleos en el 
extremo caudal. Algunos datos clínicos, bioquímicos, gené-
ticos y de otra índole hacen pensar en la presencia de varias 
cepas, especies o variantes de Onchocerca que causan grados 
diferentes de enfermedad. Por ejemplo, el padecimiento ocu-
lar es menos grave en la zona biogeográfi ca de la selva que 
en la sabana africana. Los dípteros Simulium damnosum en 
Introducción
Es una enfermedad parasitaria que produce el nematodo 
Onchocerca volvulus y es exclusiva del humano. La trans-
miten insectos hematófagos de la familia Simuliidae. El 
padecimiento afecta piel y ojos y llega a producir ceguera 
irreversible, manifestaciones sistémicas y cambios psicoló-
gicos que repercuten en la conducta del paciente. La más 
Oncocercosis
Agradecimientos: A todo el personal del laboratorio de helmintos tisulares por su apoyo permanente. A las autoridades de la Secretaría 
de Salud, tanto federales como del estado de Chiapas y, en especial, a su personal de campo (brigadas) que nos apoyaron durante muchos 
años para obtener la información presentada aquí. 
Preguntas de evaluación inicial
 1. ¿Por qué se considera a la oncocercosis como una enferme-
dad transmitida por artrópodos?
 2 . ¿Dónde se presentan las manifestaciones clínicas de la onco-
cercosis?
 3 . ¿Cuáles serían las formas más infectivas del parásito para el 
humano y el vector?
 4 . Indique dos procedimientos actuales de diagnóstico y dos 
para el tratamiento de la oncocercosis.
 5 . Describa el razonamiento en el que se basan las actividades 
actuales de eliminación de la oncocercosis en México.
África, S. ochraceum en Centroamérica, S. metallicum, 
S. exiguum y S. guianense en Sudamérica son las especies que 
transmiten la enfermedad. Estos insectos tienen desarrollo 
holometábolo, es decir, hay huevos, larvas y pupas con hábi-
tat acuático y adultos que vuelan.
La caracterización de la información genética de 
O. volvulus señala la existencia de tres genomas. El primero, 
nuclear, tiene 1.5 108 pares de bases arregladas en cuatro 
pares de cromosomas con alrededor de 4 000 genes. Varios 
de ellos, de 150 pares de bases, son repeticiones acomodadas 
en tándem, interrumpidas a menudo por pequeños intro-
nes. Una gran cantidad de estos segmentos ya fue clonada y 
se identifi caron los péptidos que codifi can y su respectiva 
función; varios se han relacionado con el metabolismo del 
parásito y muchos otros con la producción de péptidos anti-
génicos. De hecho, las clonas llamadas Ov-33 y Ov-150 co-
difi can algunos péptidos que fueron muy útiles para mejo-
rar la especifi cidad del serodiagnóstico. El segundo genoma 
es el mitocondrial; es más compacto, con cuatro pares de 
genes superpuestos y sin regiones intergénicas. El tercer ge-
noma que se identifi có corresponde al de una rickettsia en-
dosimbiótica llamada Wolbachia, la cual se encontró en los 
tejidos reproductores femeninos, así como en los cordones 
laterales de las hembras y Mf, y se transmite a la descenden-
cia de manera transovárica. Al parecer, la rickettsia es indis-
pensable para la vida del parásito, ya que el tratamiento con 
desoxiciclinas induce muerte o infertilidad temporal a la 
hembra de O. volvulus hasta por 18 meses.
Ciclo biológico
El ciclo de vida de O. volvulus requiere de un hospedador 
defi nitivo para las formas sexualmente maduras (el ser hu-
mano) y de otro intermediario para las etapas larvarias (un 
insecto hematófago, el simúlido). Al alimentarse, los simúli-
dos se infectan con las Mf que recogen de la piel de seres 
humanos que portan al parásito, y éstos se infectan con las 
larvas de tercer estadio (L3) depositadas por un simúlido 
infectado, a través de la herida que produce su mordedura 
durante la alimentación. El ciclo se inicia cuando la hembra 
hematófaga de un simúlido se alimenta de un individuo in-
fectado (fi gura 36-1). 
El insecto desgarra la piel con sus partes bucales y pro-
duce un “pozo” al romper la epidermis, la dermis y capilares 
sanguíneos. Las Mf caen al pozo, se mezclan con la sangre y 
la saliva del simúlido, la cual contiene anticoagulantes, 
anestésicos y sustancias quimiotácticas para las Mf. El ar-
trópodo succiona las Mf, llegan al intestino medio del vec-
tor y de ahí pasan a los músculos torácicos, donde mudan 
tres veces y se transforman en larvas de primer y segundo 
estadios (L1 y L2) en un periodo de 6 a 12 días. Las L3 aban-
donan los músculos torácicos y se desplazan hasta las partes 
bucales del vector donde maduran y luego son depositadas 
con la saliva en la piel lacerada de otro ser humano en la si-
guiente alimentación. Ya en el humano, emigran por la piel, 
el tejido linfático o por ambos, mudan dos veces, alcanzan 
la etapa juvenil y el estadio adulto entre 12 y 15 meses des-
pués, lo que representa el periodo prepatente de la infección. 
Es entonces cuando los parásitos son encapsulados en nó-
dulos fi brosos donde viven entre 8 y 16 años, pero su etapa 
reproductora se limita a 9 o 12 años. 
En los nódulos ocurre la cópula y la fecundación y, du-
rante este tiempo las hembras fértiles son fecundadas varias 
veces por los machos que se pueden desplazar hacia otros 
nódulos y repetir su función reproductora. Las hembras 
producen entre 500 y 3 800 Mf diariamente y en cuatro se-
Nódulo
Mf en piel
PIEL
Tercer
estadio L3
Cuarto
estadio L4
Quinto
estadio L5
Adultos
hembras
y machos Desarrollo
a adulto
Humano
Fase lenta
6-24 meses
Tercer
estadio L3
Mf de piel
ingeridas
Segundo
estadio L2
Primer
estadio L1
Desarrollo
larval
Simúlido
Fase rápida
6-12 días
Figura 36-1 Ciclo de vida de Onchocerca volvulus. El parásito requiere de un hospedador defi nitivo (el ser humano) donde se lleva a cabo la fase 
lenta del ciclo (6 a 24 meses) hasta alcanzar el estadio adulto (hembras y machos) y producir la fase infectiva para el simúlido, la microfi laria (Mf) 
en piel. También requiere de un hospedador intermediario (el simúlido), en el que se efectúa la fase rápida del ciclo (6 a 12 días) hasta llegar al es-
tadio de L3, que es la forma infectiva para el ser humano. Las fases del ciclo del parásito en las que se presenta la interrupción y la reanudación del 
desarrollo se indican con fl echas horizontales.
Capítulo 36 Oncocercosis274
manas ya hay embriones alargados (Mf libres) que primero 
abandonan el útero de la hembra y luego el nódulo; las Mf se 
diseminan por la piel para estar disponibles para la alimen-
tación de los vectores (periodo patente de la infección).
Es claro que el ciclo de vida de O. volvulus tiene un 
periodo de desarrollo lento en el ser humano y otro rápido 
en el vector. Además, en el ciclo de vida de esta fi laria exis-
ten dos momentos de regulación en el desarrollo del parási-
to. Desde la eclosión del huevo, el desarrollo de las Mf se 
interrumpe un tiempo y sólo se reanuda cuando las ingiereun simúlido. Si esto no ocurre en 18 meses, las Mf mueren y 
son fagocitadas. Las fi larias linfáticas y algunos nematodos 
que no son transmitidos por vectores (Trichinella spp y 
Toxocara spp) comparten con Onchocerca esta característi-
ca biológica de la interrupción temporal del desarrollo. 
Aunque los mecanismos no están bien defi nidos, se cree que 
el desarrollo de la Mf está bajo control de genes reguladores 
de la diferenciación celular, los cuales son activados mediante 
señales de transducción que generan moléculas aún descono-
cidas, pero que estarían presentes en el útero de la hembra y 
en la saliva o en el sistema digestivo del vector. Al parecer, la 
interrupción temporal y la reanudación posterior del desa-
rrollo son indispensables en el ciclo y explican la intervención 
necesaria del vector en el ciclo biológico del parásito, lo que 
explica que sea una enfermedad transmitida por artrópodos.
Mecanismos patogénicos
La oncocercosis es una enfermedad casi exclusivamente es-
tética, ya que la piel es la más afectada, pero la infección 
ocular puede producir ceguera. También hay alteraciones 
renales, neurológicas y de conducta (psicológicas). Aunque 
el nódulo es uno de los signos más evidentes de este padeci-
miento, su contribución a la patogenicidad es mínima compa-
rada con lo atribuido a las Mf. No hay duda que la enfermedad 
se produce como consecuencia de la muerte y destrucción de 
las Mf en la piel y los ojos y se acompaña de procesos infl ama-
torios derivados de la respuesta inmunitaria; en esta última la 
cepa del parásito desempeña una función preponderante.
Recientemente se sugirió una intervención importante 
de la rickettsia Wolbachia en la patogenicidad de O. volvu-
lus. De hecho, cuando este endosimbionte se elimina por 
tratamiento con desoxiciclinas, se libera la endotoxina (li-
popolisacárido) que desencadena una potente respuesta in-
fl amatoria, integrada entre otras células por macrófagos y 
neutrófi los. Se arguye que esta respuesta es la que ocasiona 
los daños cutáneos y oculares, los cuales alcanzan su máxi-
ma expresión cuando el hospedador es incapaz de regular la 
infl amación. Aunque existe información clara al respecto, 
falta aún precisar los mecanismos.
Manifestaciones clínicas
Onchocerca volvulus induce un amplio espectro de manifes-
taciones oculares, cutáneas y en menor medida linfáticas, 
las cuales tienden a la cronicidad, se agravan con el tiempo 
y dependen de la cepa e intensidad de la transmisión del 
parásito, de la respuesta del hospedador y del control ejerci-
do por éste sobre la respuesta infl amatoria. Se han identifi -
cado dos formas de la enfermedad; la más común, llamada 
oncocercosis generalizada, cursa con un número variable 
pero notable de Mf y nódulos, un nivel bajo de infl amación 
cutánea y una marcada incapacidad para eliminar Mf. La 
otra, menos frecuente y más grave es la oncodermatitis hi-
perreactiva, llamada Sowda en Yemen, la cual cursa con po-
cos nódulos, respuesta inmunitaria muy efectiva pero in-
controlable y exacerbada para eliminar Mf, cuyo resultado 
es la presentación de alteraciones cutáneas y oculares mu-
cho más graves.
Los primeros síntomas de la oncocercosis son cutáneos, 
hay irritación, prurito, edema e hipertermia localizados y de 
intensidad variable (cuadro 36-1). La piel se engruesa y hay 
erupciones papilares por los abscesos intraepiteliales y lige-
ros cambios en la pigmentación (erisipela de la costa). Al 
evolucionar, el prurito se intensifi ca y el rascado produce 
excoriaciones que más tarde se infectan; puede haber hiper-
pigmentación (mal morado) o despigmentación irregular 
(piel de leopardo). Hay liquenifi cación (epidermis engrosa-
da con formas nodulares y descamación). La migración 
continua y prolongada de las Mf origina la pérdida de elas-
ticidad cutánea y explica la fascies leonina. La paquidermi-
tis se debe al engrosamiento de la piel más la pérdida de 
elasticidad.
Las Mf se pueden encontrar en el humor vítreo y en el 
acuoso, y podrían afectar las regiones anterior y posterior de 
ambos ojos. Las lesiones oculares son producto de infeccio-
nes microfi larianas repetitivas, masivas o de larga duración; 
dependen de la cepa del parásito, de la intensidad de la trans-
misión y de la cercanía de los nódulos en la cabeza. Sin 
embargo, la principal causa de las lesiones es la infl amación 
generada como respuesta inmunitaria contra las endotoxi-
nas liberadas por Wolbachia, así como por la respuesta gene-
rada cuando los polimorfonucleares destruyen a las Mf.
En la córnea se presenta queratitis punteada, que son 
lesiones de corta evolución y que se inician a partir de la 
abertura pupilar y se dirigen a la periferia. Se producen al 
fi nal del periodo prepatente y se relacionan con fragmentos 
de Mf que los fagocitos están eliminando y al fi nal se resuelven 
sin dejar secuelas. Por lo contrario, en la queratitis esclerosan-
te las lesiones se originan en los bordes pupilares, confl uyen 
hacia el centro de la abertura pupilar, no desaparecen con el 
parásito y afectan de manera permanente la córnea. De esta 
manera, paulatinamente se reduce la visión periférica y se 
limita la función visual. También se observan iridociclitis y 
uveítis, atrofi a del nervio óptico y otras alteraciones en la 
retina que, en conjunto, causan ceguera irreversible.
Se sabe que hay alteraciones sistémicas (renales y neu-
rológicas) de origen yatrogénico, especialmente causadas 
por el citrato de dietilcarbamacina (DEC) y hay escasas des-
cripciones de alteraciones linfáticas en la región crural 
Manifestaciones clínicas 275
(ingle colgante), así como trastornos psicológicos y disfun-
ción familiar que ocasiona la marginación familiar y comu-
nitaria debido a la enfermedad.
Respuesta del huésped 
ante la infección
La respuesta inmunitaria en el ser humano es fundamen-
talmente del tipo Th 2. Se ha atribuido participación notoria 
de células T con receptores del tipo γ-δ y la producción de 
interleucinas (IL): IL-2, IL-4, IL-5, IL-8, IL-10, además 
de IFN-α, factor β de transformación del crecimiento (TGF-β) 
y posiblemente TNF-α. Además, hay importante participa-
ción de los neutrófi los en la respuesta infl amatoria que se 
acompaña de las IL mencionadas. Debido al bajo estímulo 
antigénico, es preciso que transcurran dos meses después 
de la infección para detectar anticuerpos circulantes contra 
antígenos del parásito; pasado el tiempo se incrementa la 
variedad de los isotipos y su concentración. Las inmunoglo-
bulinas predominantes son de la clase IgG, aunque también 
se detecta IgE e IgM. Los anticuerpos IgG persisten durante 
muchos años, pero la IgG4 tiende a desaparecer 5 o 10 años 
después de exitosos tratamientos semestrales con ivermectina. 
También hay respuesta Th 1 con células citotóxicas activadas y 
citotoxicidad dependiente de anticuerpos (ADCC), pero esta 
respuesta no elimina al parásito adulto, ni parece proteger con-
tra nuevas infecciones, aunque existen evidencias que señalan 
lo contrario, por lo que continúan los esfuerzos para encontrar 
y defi nir antígenos o epítopos que promuevan inmunopro-
tección.
Mecanismos de evasión
Al parecer, la respuesta inmunitaria no afecta a los gusanos 
adultos ni a las Mf que están en los nódulos; sin embargo, 
los datos existentes son controversiales sobre una posible 
inmunosupresión local y específi ca que favorezca la sobre-
vivencia de los gusanos adultos durante más de 10 años en 
los nódulos. Tampoco hay evidencias convincentes que ex-
pliquen la sobrevivencia de las Mf, aunque se reconoce que 
diario mueren varios miles en la piel. No se ha descrito una 
respuesta Th 1 contra la L3 in vivo; la respuesta de este tipo 
que se observa en los nódulos no parece sufi ciente para ma-
tar, inactivar o destruir al parásito. Por lo contrario, tal pa-
rece que lo benefi cia al proporcionarle un hábitat apropiado 
a través de una intrincada red vascular. Algunas evidencias 
in vitro señalan que la ADCC podría destruir las Mf deO. 
volvulus. Sin embargo, como esto no se ha confi rmado ple-
namente in vivo, se cree que hay interferencia o inactivación 
del proceso.
Diagnóstico
Para el diagnóstico de la oncocercosis se debe considerar 
como base el antecedente de estancia por periodos de al me-
nos seis meses en las zonas de transmisión y apoyarse en 
diversos métodos directos (clínicos o parasitoscópicos) e in-
directos, como los inmunológicos (cuadro 36-2). Las prue-
bas rutinarias de laboratorio sólo indican la presencia de 
eosinofi lia, aunque suele no ser constante. La detección del 
parásito adulto en nódulos o de Mf en piel u ojos proporcio-
na el diagnóstico de certeza y confi rma el diagnóstico clíni-
Cutáneas Oculares
Afectan Enfermedad Afectan Enfermedad
Cara
Tronco
Antebrazos
Brazos
Glúteos
Muslos
Piernas
Erisipela de la costa
Hiperpigmentación
Piel de leopardo
Liquenifi cación
Facies leonina
Paquidermitis
Humor vítreo
Humor acuoso
Córnea
Retina
Nervio óptico
Ambos ojos
Queratitis punteada
Queratitis esclerosante
Iridociclitis
Uveítis
Atrofi a del nervio óptico
Signos y síntomas generales
Irritación
Prurito
Edema
Hipertermia
Irritación
Prurito
Visión borrosa
Reducción de campos visuales
Enfermedad
Oncocercosis generalizada
Oncodermatitis hiperreactiva (Sowda)
Sistémica (renal y neurológica)
Linfática (ingle colgante)
Psicológica (disfunción familiar)
• Cuadro 36-1 Lesiones y enfermedad oncocercosa
Capítulo 36 Oncocercosis276
co; este último se establece por identifi cación de lesiones 
oculares o cutáneas, así como de nódulos subcutáneos por 
palpación, pero se requiere experiencia para no confundir 
las lesiones cutáneas con defi ciencias vitamínicas o con se-
cuelas de picaduras de insectos. Asimismo, los nódulos de-
ben diferenciarse de otras tumoraciones subcutáneas (quistes 
sebáceos, cisticercos).
La prueba terapéutica o reacción de Mazzotti para el 
diagnóstico ya no es recomendada debido al riesgo de pro-
vocar alteraciones irreversibles en el nervio óptico. El diag-
nóstico parasitoscópico directo comprende la detección de 
Mf en piel por biopsia o en cámara anterior del ojo con lám-
para de hendidura, la palpación de nódulos subcutáneos y la 
identifi cación de los gusanos adultos en los nódulos extirpa-
dos quirúrgicamente. 
Si bien dos biopsias tomadas con instrumento oft al-
mológico (esclerocorneótomo) de la región escapular son 
sufi cientes para establecer la carga parasitaria, también pue-
den ayudar a propagar en forma accidental infecciones vira-
les como hepatitis y VIH al usar el instrumento de manera 
secuencial sin adecuada esterilización. Se ha propuesto la 
reacción en cadena de la polimerasa para individuos con 
biopsia negativa, pero sólo en los que hay alguna evidencia 
clínica de oncocercosis, como problemas cutáneos, ocula-
res, o ambos, sin asociación a otros padecimientos. Los nó-
dulos subcutáneos son duros a la palpación, de consistencia 
fi rme, por lo regular indoloros y contienen casi siempre dos 
hembras de O. volvulus por cada macho. En México, ya es 
difícil encontrar pacientes con más de un nódulo palpable.
En México y Guatemala los nódulos se localizan en ca-
beza y cintura escapular, aunque no es raro encontrarlos en 
otras partes del tronco. En África y Sudamérica se detectan 
con mayor frecuencia en cintura pélvica y extremidades in-
feriores. Entre otras evidencias, esta distribución sugiere la 
existencia de cepas diferentes de O. volvulus. Los nódulos 
obtenidos de pacientes mexicanos, morfológicamente son 
lenticulares, ovoides o esféricos, más largos que anchos y 
que de alto miden en promedio 9 7 4 mm o más, pesan 
alrededor de 215 mg, desplazan 166 μl de agua y su densi-
dad es de 1.09 g/ml, lo que confi rma la homogeneidad del 
contenido nodular. Aunque es un suceso muy raro, en la ac-
tualidad es posible encontrar gusanos calcifi cados en su in-
terior en México. Desde el punto de vista histológico, los 
adultos de O. volvulus están rodeados por eosinófi los, neu-
trófi los, linfocitos, mononucleares y células gigantes, los 
cuales se encuentran en forma irregular. También se obser-
van en el seno del parénquima nodular. 
Según el nivel de endemicidad y de las actividades de 
control en México y desde el año 2000, se ha registrado en el 
Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, un prome-
dio anual de 150 casos de oncocercosis con sospecha clínica; 
comparado con la década de 1980-1989, cuando la prevalen-
cia de la enfermedad llegaba hasta 70% en localidades endé-
micas, es evidente el éxito de las actividades de control.
Los métodos inmunológicos para el diagnóstico sero-
lógico son varios (cuadro 36-2), pero los de uso actual son 
los de tipo inmunoenzimático como ELISA. La sensibilidad 
y especifi cidad diagnósticas han mejorado con la aplicación 
• Cuadro 36-2 Métodos de diagnóstico en la oncocercosis
Clínicos Palpación
Lesiones
 Cutáneas
 Oculares
Parasitológico (microfi larias)
Parasitológico (nódulos)
Biopsia de piel
Examen oftalmológico
Disección
Digestión
Palpación
Ultrasonido
Pruebas cutáneas Intradermorreacción
Reacción de Mazzotti*
 DEC† en parche
 DEC en tabletas Detección de Ag Radioinmunoprecipitación
Radioinmunoensayo
 ELISA
Serológico (varios) Fijación del complemento
Hemaglutinación indirecta
Precipitación
Floculación con bentonita
Inmunofl uorescencia
Detección de DNA PCR
Sondas de DNA
Serológico
Radiométricos
Radioinmunoensayo
Radioinmunoprecipitación
Serológico (inmunoenzimáticos) ELISA con Ag crudos
ELISA con Ag recombinantes
 DIG-ELISA
 TIA-ELISA‡
 ICT-Oncho
* No se recomienda por inducir posibles alteraciones del nervio óptico.
† Citrato de dietilcarbamacina.
‡ Actualmente en evaluación.
Diagnóstico 277
de métodos de evaluación estandarizados, así como con el 
uso de antígenos purifi cados o recombinantes y la detección 
del isotipo IgG4, ya que esta combinación correlaciona bien 
con la infección actual. Una prueba inmunocromatográfi ca 
reciente, muy útil para trabajo en el campo (ICT-ONCHO), 
ha sido discontinuada de manera prematura por el fabrican-
te. En México, sólo hace poco se informó de resultados si-
milares con la prueba ELISA usando antígenos crudos de 
O. volvulus; no obstante la poca especifi cidad por reactivi-
dad cruzada con los antígenos de otras fi larias, a menudo se 
menciona como problema en las zonas endémicas de África. 
Por fortuna, esta limitación tiene poco impacto en México y 
Guatemala, donde no se han descrito otras fi lariasis linfáti-
cas en el ser humano. La concentración de anticuerpos y la 
positividad serológica se incrementan con la probabilidad 
relativa de padecer oncocercosis (fi gura 36-2). Por último, la 
detección de antígenos en suero o en orina ha tenido poco 
éxito debido, quizá, a las características del nódulo y a la 
localización intradérmica de las Mf, la cual facilita que an-
tes de su incorporación al plasma sanguíneo o de su fi ltra-
ción en riñón y eliminación ulterior en la orina, los antíge-
nos sean retirados de los tejidos por fagocitosis en el 
momento de su liberación.
Tratamiento
El tratamiento de la oncocercosis se vincula estrechamente 
con las acciones de control en las zonas endémicas (cuadro 
36-3). La suramina es efectiva contra el parásito adulto pero 
muy nefrotóxica, por lo que es más útil la nodulectomía (ex-
tirpación quirúrgica de nódulos subcutáneos). Las Mf se 
eliminan de piel y ojos sólo con microfi laricidas, como DEC, 
algunos bencimidazoles o ivermectina; esta última es una 
lactona macrocíclica que es una mezcla de dos avermectinas 
(B1a y B1b) originalmente producidas por un hongo y que 
ahora se fabrica en forma sintética. Los efectos secundarios 
del DEC, entre ellos el choque terapéutico, motivaron a que 
se abandonara su uso. No obstante la actividad embriostáti-
ca que muestran los bencimidazoles y el largo tiempo nece-
sario para el tratamiento (14 días) los hace imprácticos en 
condiciones de trabajo de campo. Por lo contrario, la admi-
nistración de ivermectina (150 μg/kg en una sola toma) esel 
tratamiento de elección, pues aunque es inefi caz contra los 
gusanos adultos del parásito, mata a las microfi larias en la 
piel y en los ojos, genera pocos efectos secundarios, es bien 
tolerada, aceptada por la población y, lo más importante, in-
terrumpe el desarrollo embrionario de las Mf al menos du-
rante ocho meses.
Se ha propuesto utilizar desoxiciclinas (antibiótico) 
para matar a la rickettsia endosimbionte Wolbachia, cuya 
eliminación provoca infertilidad en las hembras de O. vol-
vulus o incluso su muerte, pero el tiempo muy prolongado 
que se requiere para la administración del antibiótico de 
manera que sea efi caz (seis meses), lo hace del todo imprác-
tico para utilizarlo en campañas masivas. 
Prevención, control, eliminación 
y erradicación
Aunque la Organización Mundial de la Salud ha mantenido 
desde 1976 un programa muy satisfactorio de control de la 
oncocercosis en África occidental, basado en la aspersión de 
larvicidas en los ríos del área para eliminar al vector, en 
América las acciones de este tipo para la prevención de en-
fermedades transmitidas por artrópodos en general han re-
sultado en extremo costosas y complicadas desde el punto 
de vista técnico.
Se sabe que con muy bajas densidades de Mf en la piel, 
pierde importancia la densidad de población de los vectores 
para reducir la intensidad de la transmisión. De acuerdo 
con esto, la estrategia actual se orienta a eliminar las Mf del 
Antiparasitario Dosis pediátrica Dosis en adultos
Ivermectina 150 μg/kg una sola vez, y repetir cada 6 meses hasta 
asintomatología
150 μg/kg una sola vez, y repetir cada 6 meses hasta 
asintomatología
• Cuadro 36-3 Fármaco para el tratamiento de la oncocercosis
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Po
si
tiv
id
ad
 s
er
ol
óg
ic
a 
(%
)
Normal
no endémico
Normal
endémico
0.25 0.50 0.75 1.00
Probabilidad relativa de padecer oncocercosis
Figura 36-2 Porcentaje de reactividad serológica en ELISA de acuerdo 
con la probabilidad relativa de padecer oncocercosis (PRO). La PRO se 
calcula dividiendo el número de características presentes entre el total 
de características (cuatro). + o − = presencia o ausencia de la caracte-
rística. PRO = 0 (R −, H −, N −, Mf −: normal no endémico, n = 60 y 
normal endémico, n = 147); PRO = 0.25 (R +, H −, N −, Mf −: n = 301); 
PRO = 0.50 (R +, H +, N −, Mf −: n = 101); PRO = 0.75 (R +, H +, N +, 
Mf −: n = 216) y PRO = 1.0 (R +, H +, N +, Mf +: n = 267). R, residencia 
en la zona endémica; H, antecedentes de oncocercosis (cicatrices pos-
nodulectomía, reacción de Mazzotti positiva); N, nódulos palpables; 
Mf, microfi larias en piel detectadas mediante biopsia.
Capítulo 36 Oncocercosis278
parásito mediante la administración de tratamientos se-
mestrales con ivermectina a la mayor parte de la población 
(enferma, infectada y en riesgo) de las zonas endémicas du-
rante al menos 20 años (tiempo superior al estimado para la 
vida reproductiva de las hembras de O. volvulus), lo que im-
pediría fi nalmente la transmisión del parásito por los vectores. 
Desde principios de 1990 se lleva a cabo un programa de 
eliminación de la oncocercosis con la donación del fabrican-
te de las dosis necesarias de ivermectina para todos los focos 
endémicos de América; a través de este programa se 
espera interrumpir la transmisión del parásito y eliminar la 
enfermedad en 2010 (fi gura 36-3). Con la idea de acortar el 
tiempo requerido para la interrupción de la transmisión, se 
propuso complementar el tratamiento de ivermectina con 
antibióticos, pero como se mencionó antes, se prevén grandes 
difi cultades para la administración masiva del antibiótico 
durante el tiempo tan largo que se requiere, con la posibilidad 
adicional de la aparición de resistencia de O. volvulus a la 
ivermectina o de Wolbachia a la desoxiciclina. Hay que seña-
lar que la oncocercosis, como enfermedad de la pobreza, es un 
padecimiento que difícilmente se eliminará sin cambios so-
cioeconómicos adicionales que benefi cien a los pobladores de 
las zonas endémicas.
Epidemiología
La oncocercosis afecta a casi 18 millones de personas en las 
áreas endémicas del mundo (fi gura 36-4 A y B) situadas en 
las planicies de casi toda África ecuatorial y en algunas zo-
nas de Yemen; en especial son importantes las riberas de los 
ríos más o menos caudalosos y con velocidad de corriente 
sufi ciente para disolver el oxígeno atmosférico necesario 
para que se desarrollen las formas acuáticas inmaduras del 
vector (huevos, larvas y pupas). Por lo contrario, las zonas 
endémicas americanas, especialmente de México y Guatema-
la, se caracterizan por ser zonas montañosas con altitudes 
superiores a 1 500 metros sobre el nivel del mar (msnm), con 
sinuosidades y pendientes fuertes que permiten la formación 
de numerosos arroyos más o menos temporales de corriente 
rápida.
La transmisión se efectúa entre las 07:00 y las 09:00 h y 
su intensidad se incrementa al fi nalizar las lluvias (septiem-
bre y octubre) y al principio de la época seca (noviembre y 
diciembre). En México ocurre en altitudes mayores a los 600 
msnm, dentro y fuera de las habitaciones y es más intensa 
cerca de los criaderos de simúlidos, aunque también ocurre 
en las casas-habitación.
Para que se lleve a cabo la transmisión tienen que coinci-
dir en tiempo y espacio altas densidades de simúlidos y de po-
blación humana infectada (Mf en la piel) y susceptible en las 
cercanías de los criaderos, buenas condiciones en el ambiente 
físico (temperatura, humedad, velocidad del viento, entre 
otros factores), así como malas condiciones sanitarias en el 
ambiente, bajos ingresos, desnutrición, poca educación, po-
cos adelantos tecnológicos para la agricultura y otros aspec-
tos más. Se estima que, por sus características, la cepa del 
parásito que se encuentra en México está más relacionada 
con la del tipo de la selva que con el de la sabana africana.
En Latinoamérica se han detectado más de 140 000 in-
dividuos infectados con O. volvulus y alrededor de 4.7 mi-
llones se encuentran bajo condiciones de riesgo para con-
traer la enfermedad. En México existen tres focos endémicos 
muy bien delimitados: uno en el estado de Oaxaca y dos en 
el estado de Chiapas: el foco Soconusco (el más extenso geo-
gráfi camente hablando y con la mayor concentración de en-
fermos) y el foco Chamula, más reducido en extensión y en 
el número de enfermos. En todos los casos, la extensión no 
ha cambiado desde su delimitación original entre 1928 y 
1931, pero la prevalencia ha disminuido desde el inicio de 
las operaciones del Programa Nacional de Eliminación de la 
Figura 36-3 Esquema del proceso de certifi cación 
para eliminación de la oncocercosis en América, inicia-
do en 1991-1992 y que aún continúa en México con el 
nombre de Programa Nacional para la Eliminación de 
la Oncocercosis. El programa se efectúa con base en la 
administración semestral de ivermectina, con una co-
bertura de más de 85% de la población en función del 
tiempo y quizá se termine en 2010. En la etapa de 
preinterrupción (dos años), se espera que el potencial 
anual de transmisión disminuya a cifras muy por deba-
jo de cero y en la etapa de transinterrupción (12 años, 
línea discontinua) la transmisión sea nula. Los adultos 
de O. volvulus, aunque vivos y reproductivos, desapa-
recerán en forma paulatina. Se certifi cará la interrup-
ción de la transmisión al confi rmar la ausencia de 
DNA de la L3 en simúlidos por PCR, la desaparición 
de queratitis punteada en ojos y la ausencia de IgG4 
contra antígenos recombinantes en suero detectada 
con pruebas inmunoenzimáticas.
Delimitación del
área endémica
Pre-
interrupción
Trans-
interrupción
Interrupción
consolidada
Vigilancia
epidemiológica
Pretratamiento
sin tiempo límite Tratamiento: 14 años
Postratamiento
sin tiempo límite
Simúlidos
infectados
Población
de gusanos
adultos
Pre-
intervención
Transmisión
disminuida
Transmisión
muy disminuida
Pre-
certificación
Certificación
Epidemiología 279
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Figura 36-4 Distribución de la oncocercosis en América, África y Yemen. En América (A), las zonas en-
démicas están delimitadas en focos muy bien defi nidos, en tanto que en África (B), varias zonas confl u-
yen por su extensión formando una gran área, aunque también se observan focos aislados. El Programa 
de Control de la Oncocercosis (OCP) en el oeste de África se señala en violeta oscuro. Las líneas rojas 
que cruzan ambos mapas, representan al ecuador.
América
África ecuatorial
Mar
Caribe
Océano Pacífico
Océano Atlántico
A
B
Oncocercosis. Aunque el foco Chamula, en Chiapas, no se 
considera una zona de transmisión, sino de concentración 
de enfermos que se infectaron sobre todo en el Soconusco, a 
donde van a trabajar en la cosecha del café durante la época de 
mayor intensidad en la transmisión (Programa Nacional 
de Eliminación de la Oncocercosis, México, datos no publica-
dos, 2001), hay evidencias serológicas, entomológicas y mo-
leculares recientes de infección autóctona (local).
Capítulo 36 Oncocercosis280
Las actuales actividades de eliminación de la oncocercosis en 
México tienden a interrumpir la transmisión del parásito; por 
tanto:
 1. ¿Qué impacto tendría en la morbilidad del padecimiento?
 2. ¿Cuenta el país con la infraestructura y el recurso humano 
califi cado para confi rmar la interrupción de la transmisión?
 3. ¿Se puede alcanzar la meta de eliminación sin considerar 
otros aspectos biológicos, económicos, sociales y culturales 
de la población humana afectada? ¿Por qué?
 4. ¿Cuáles podrían ser las limitaciones en el uso de la ivermec-
tina para la eliminación?
Preguntas para refl exionar
 1. Porque, en primer lugar, interviene un artrópodo hematófago en 
la dinámica de transmisión y, en segundo lugar, porque el vector 
es indispensable para que el parásito complete su ciclo vital.
 2 . Ojos, piel, no pocas veces en algunos órganos internos y tam-
bién se manifi esta en algunos aspectos de la conducta del 
enfermo (alteraciones psicológicas).
 3 . Para el humano, la larva L3 que le transmite el insecto, y para el 
vector la microfi laria que se encuentra en la piel del individuo 
infectado.
 4 . De diagnóstico: la prueba ELISA con antígenos recombinantes; 
en resultados negativos de individuos con alto grado de sospe-
cha, la reacción en cadena de la polimerasa. De tratamien-
to: nodulectomía y la administración de ivermectina.
 5 . El tratamiento con ivermectina elimina a las microfi larias de 
la piel durante ocho meses. Si el medicamento se adminis-
tra cada seis meses y durante un periodo mayor a la vida 
reproductora del parásito (14 a 16 años), no importa que 
el vector exista en grandes densidades de población y se 
alimente del individuo bajo tratamiento, puesto que el si-
múlido no se infecta porque no hay Mf disponibles. De esta 
manera se interrumpe la transmisión.
Respuestas a las preguntas de evaluación inicial
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Respuestas a las preguntas de evaluación inicial 281
	Capítulo 36. Oncocercosis

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