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32Capítulo Yolanda García Yánez Contenido ■ Introducción ■ Características generales del parásito ■ Ciclo biológico ■ Mecanismos patogénicos ■ Manifestaciones clínicas ■ Respuesta del huésped ante la infección ■ Mecanismos del parásito para evadir la respuesta del huésped ■ Diagnóstico ■ Tratamiento ■ Prevención ■ Epidemiología ■ Caso clínico una fase larvaria fi lariforme. Por lo tanto, para que ocurra la infección humana tiene que presentarse en regiones rurales donde la gente tiene contacto con la tierra. Características generales del parásito Ancylostoma duodenale Es un gusano cilíndrico, de color blanquecino o rosado, con curvatura cervical, que hace que la porción anterior se diri- ja hacia el dorso. La cápsula bucal es fuerte, quitinosa y de contorno oval; tiene borde ventral o superior; posee dos pa- res de dientes en forma de ganchos, y en el borde inferior un par de dientes rudimentarios. En el fondo de la cápsula bu- cal hay un par de placas pequeñas, triangulares y quitinosas (fi gura 32-1). Es un nematodo seudocelomado en el que el esófago está muy desarrollado, al cual sigue el intestino, que termi- na en ano posterior. La hembra mide 10 a 13 mm de largo por 0.6 mm de diámetro. Su vulva se abre a la altura del tercio medio ventral; tiene un par de ovarios tubulares y fl exuosos que miden tres veces la longitud del parásito. El útero es corto; después de éste sigue la vagina, que se abre en la vulva. Preguntas de evaluación inicial 1. ¿Qué vía emplean las uncinarias para infectar al humano? 2 . ¿En qué sitio se establecen dentro de una persona? 3 . ¿Qué especie de uncinaria afecta en el Nuevo Mundo? 4 . ¿Qué características morfológicas de la cápsula bucal distin- guen a Necator americanus de Ancylostoma duodenale? 5 . ¿Cuál es la principal razón por la que las uncinarias ocasio- nan palidez en personas infectadas? Introducción Son padecimientos que se manifi estan como infección in- testinal producida por nematodos de la familia Ancylosto- midae. Los agentes etiológicos son Ancylostoma duodenale y Necator americanus. Ambas especies se conocen en forma coloquial como uncinarias, y a la parasitación por las mis- mas se le conoce como uncinariasis. Su sinonimia es Doch- mius duodenalis y Ankylostomun duodenale para uncinaria del Viejo y del Nuevo Mundo. También se considera geohel- mintiasis, pues los parásitos requieren estar en la tierra para adquirir la fase infectante para el humano; en este caso es Uncinariasis El macho es un poco más pequeño que la hembra: mide 8 a 11 mm de longitud por 0.4 a 0.5 mm de diámetro. En su porción posterior presenta una bolsa copulatriz (fi gura 32-1) que contiene la cloaca; en ésta desemboca el recto y el conducto genital. El testículo tubular es único. Las dos espículas copulatorias miden 1 mm de longitud y están reguladas por músculos y el gubernáculo. Durante la cópu- la, el macho adhiere su bolsa copulatriz alrededor de la vul- va e inserta las espículas. Los huevos que ponen las hembras son ovoides, miden 60 μm de largo por 40 μm de ancho, con extremos redondea- dos y cápsula hialina y delgada. Por lo general, están segmen- tados cuando se eliminan con la materia fecal; presentan de 2 a 8 blastómeros. Los huevos que caen en suelos cálidos y húmedos continúan su evolución y dan origen a larvas rab- ditoides que miden 250 a 300 μm de longitud por 17 μm de diámetro, y cuya cápsula bucal es larga y estrecha; el esófago es largo y musculoso. La larva crece y origina el segundo estado rabditoide, y éste, al mudar, da lugar a la larva fi lari- forme o forma infectiva (fi gura 32-2), en la cual la faringe se ha alargado y la cutícula se desprende o queda como cubier- ta protectora. Ya en migración en su nuevo huésped, sufre otras dos mudas hasta alcanzar la forma adulta en el tubo digestivo. Necator americanus También recibe el nombre de uncinaria del Nuevo Mundo; fue descrita por Stiles en 1902. Su distribución es mundial, Figura 32-1 Uncinarias. pero predomina en el sur de África, Asia, Polinesia y Ocea- nía. Algunos autores opinan que no existía en América, sino que fue traída desde África a la mayor parte de los países americanos, donde es más frecuente que A. duodenale. En algunas provincias de China se encuentra en mayor o igual proporción que A. duodenale. Es un gusano cilíndrico de color blanquecino o rosa. La porción anterior tiene una cur- vatura hacia la región dorsal. La cápsula bucal es pequeña y está provista con un par de placas semilunares cortantes en el borde ventral y otro par en el dorsal. En el fondo de la cápsula existen dos pares de lancetas triangulares, una dor- sal y otra ventral. El esófago es largo y musculoso, y efectúa contracciones que le permiten succionar sangre y conducir- la al intestino del parásito (fi gura 32-1). Las glándulas excre- toras secretan anticoagulante que favorece el fl ujo de sangre a través del intestino del parásito, y la contracción del esófa- go actúa como bomba succionadora de sangre. La hembra es más grande que el macho, mide 10 a 13 mm de longitud por 0.4 mm de diámetro. Su extremidad posterior termina en punta. La vulva se abre en la parte media del cuerpo y hacia la porción ventral. El macho mide 7 a 9 mm de largo por 0.3 mm de diámetro; la bolsa copulatriz es larga y an- cha, y el lóbulo dorsal está dividido (bilobulado). El par de espículas copulatorias son de alrededor de 900 μm de largo con un doblez o espolón terminal que le da el aspecto de anzuelo. Los huevos son semejantes a los de A. duodenale y es difícil hacer la diferenciación, aunque son ligeramente más grandes (70 por 40 μm). Las formas larvarias pasan por las mismas etapas evolutivas que A. duodenale y sólo se di- ferencian por su tamaño y ciertos rasgos morfológicos ob- servables al microscopio. Ciclo biológico Es igual para A. duodenale que para N. americanus. Los ne- matodos atraviesan por las fases de huevo, cuatro larvarias (la primera y segunda son rabditoides, la tercera fi lariforme y la cuarta nuevamente rabditoide), y la fase adulta (macho o hembra), el ciclo puede iniciar cuando los adultos se en- cuentran alojados en la mucosa del intestino delgado. Los adultos copulan y una vez que la hembra es fecundada ocu- rre la oviposición. Los huevos son ovoides, de cápsula hiali- na y delgada, de 40 a 70 μm de diámetro de acuerdo con el género y especie de uncinaria, y presentan, por lo regular, dos a ocho divisiones blastoméricas. La oviposición puede durar varios años, y en el caso de la hembra de Necator ame- ricanus es de 5 000 a 10 000 huevos/día y hasta 30 000 en Ancylostoma duodenale. Dado que los huevos de ambas especies de parásitos se encuentran en la luz intestinal, son arrastrados con el bolo fecal y se eliminan junto con las heces de la persona parasi- tada. Si esta última practica el fecalismo a ras del suelo, en- tonces pueden nacer sobre la tierra. Si se depositan en suelos sombreados, cálidos, húmedos y con temperatura adecua- da, los huevos eclosionan en 24 a 48 horas y dan origen a Ancylostoma duodenale Necator americanus 2 pares de dientes Láminas cortantes Bolsa copulatriz Huevo Capítulo 32 Uncinariasis242 I a - c Ancylostoma duodenale II a - c Necator americanus a b c a b cIII e III 1a 1b 2a 2b 3 4 5 6 Figura 32-2 Ancylostoma duodenale, Creplin, 1845, y Necator americanus, Stiles, 1902. Ciclo biológico 243 una larva rabditoide de 250 a 300 μm, la cual es muy activa y se alimenta de partículas orgánicas en descomposición y bacterias. Tres días después muda y se transforma en larva del segundo estadio rabditoide, y entre el quinto y octavo días se cierra su boca y pasa al tercer estadio larvario que se conoce como fi lariforme, que es la fase infectiva para el hu- mano, la cual permanece viable durante varias semanas. La larva fi lariforme, al ponerse en contacto con la piel del hu- mano, casi siempre en los espacios interdigitales de los pies o en cualquier otrositio expuesto, penetra hasta alcanzar vasos sanguíneos. Desde allí se deja arrastrar por el torrente circulatorio hasta la parte derecha del corazón; de ahí pasa a los vasos pulmonares, atraviesa la membrana alveolocapi- lar y asciende por bronquiolos, bronquios, tráquea, laringe y epiglotis, donde es deglutida. Por último, esta larva de ter- cer estadio, y algunos piensan que ya de cuarto estadio, pasa a su hábitat fi nal, que es el duodeno, para que al cabo de 5 a 7 semanas alcance su estado sexual maduro, y macho y hembra realicen la cópula e inicie la postura de huevos, con lo cual se cierra el ciclo biológico (fi gura 32-2). Mecanismos patogénicos El grado de infección por uncinarias se mide por el número de huevos por gramo de heces que se eliminan durante un día, lo que permite inferir el número de gusanos presentes en el intestino y la cantidad de sangre que extrae cada indi- viduo. El parásito produce lesiones tanto en su estadio lar- vario y de migración, como en su ubicación intestinal. Las larvas fi lariformes penetran la piel de los pies o de las ma- nos, y en ese sitio se presenta eritema y a veces vesículas, lesiones que pueden infectarse con bacterias piógenas. Durante la migración de las larvas y según el número de éstas y de la sensibilidad del huésped, se suelen observar lesiones en los alvéolos pulmonares, desde pequeñas hemo- rragias hasta infi ltrados celulares con fi broblastos y leucoci- tos, que pueden llegar a producir neumonitis. También suele observarse eosinofi lia. En el periodo intestinal, las lesiones en este sitio de- penden, sobre todo, del número de gusanos, pero también tiene importancia la existencia de otras helmintosis, lesio- nes previas y estado nutricional del huésped. Se considera que menos de 100 gusanos producen poco daño, pero no sucede lo mismo, obviamente, cuando la parasitosis llega a ser de 500 gusanos. Las lesiones intestinales consisten en pérdida de la mucosa intestinal y pequeñas ulceraciones en los lugares donde se adhieren las uncinarias mediante la cápsula bucal, provista de dientes o placas cortantes. En es- tas zonas hay hemorragia causada por la acción directa de los parásitos debido a la herida que producen, y porque po- seen unas glándulas secretoras de sustancias anticoagulan- tes que determinan que la hemorragia continúe, incluso después de haberse desplazado el parásito a otro sitio. Ade- más de las ulceraciones, hay infl amación de la mucosa y en- teritis, lo cual puede impedir una buena absorción intesti- nal. Al efectuar la observación microscópica se observa intensa eosinofi lia de mucosa y submucosa. La hemorragia intestinal y el consumo de sangre por parte de los gusanos, que se calcula en 0.05 ml por gusano al día, lleva a anemia microcítica, hipocrómica y ferropénica después de unos meses de que se produjo la infección. La persistencia de la anemia determina trastornos generales en los órganos hematopoyéticos; hay hiperplasia medular, y en ocasiones eritropoyesis extramedular en bazo e hígado. En pacientes graves hay insufi ciencia cardiaca con degene- ración grasa del corazón, así como degeneración celular del hígado con hiperplasia de las células de Kupff er. Si la concen- tración de hierro en el suero está por debajo de lo normal, entonces la anemia por la uncinariasis se agrava o mejora de acuerdo con las disponibilidades de hierro en la dieta o en las reservas del organismo. En el suero de pacientes se detectaron anticuerpos contra extractos de A. duodenale y N. americanus, lo mismo que reacciones cutáneas a los mismos. Se atribuye a la IgA alguna función en la respuesta inmune local intestinal ante la presencia de gusanos. Manifestaciones clínicas En el periodo de invasión se observa dermatitis en el sitio de penetración, edema eritematoso que evoluciona a erupción papular, y luego vesicular y pruriginosa, la cual puede durar hasta dos semanas. Este fenómeno, en las zonas endémicas, se conoce con el nombre de “prurito del suelo” o “comezón de culi”. Los sitios que más se afectan son las partes interdi- gitales de pies o manos; la contaminación piógena que se presenta hace que pueda confundirse esta invasión con otros cuadros dérmicos. A las dos semanas el paciente puede presentar tos con síntomas pulmonares y bronquiales escasos, pero en sujetos hipersensibles podría ocasionar síndrome de Löffl er, que cons- tituye la expresión del paso de las larvas por los pulmones. Cuando se encuentran en el intestino, los síntomas va- rían según la cantidad de gusanos presentes y el estado nutri- cional del huésped. Al comienzo se observa sintomatología digestiva como dispepsia, náuseas y molestias epigástricas; luego se manifi esta la anemia. También hay diarrea, a veces estreñimiento y geofagia o “pica”. No existen síntomas diges- tivos ni anemia en individuos con buen estado nutricional y escaso número de gusanos en el intestino. En las infecciones moderadas, la anemia constituye el síntoma general de mayor importancia. Se trata de una ane- mia microcítica, hipocrómica, similar a la que se observa en las hemorragias crónicas. Cuando la enfermedad es avanza- da, la hemoglobina en la sangre puede llegar a 1 g/100 ml, y en las infecciones graves hay, además, mala absorción intes- tinal que se manifi esta por disminución de proteínas, vita- minas, etc., en la sangre. Asimismo, puede haber anemia megaloblástica secundaria a carencia de ácido fólico e hi- poalbuminemia. Capítulo 32 Uncinariasis244 Como consecuencia de la anemia, los síntomas que el paciente presenta son palidez, cansancio y fatiga. En los ca- sos de mediana gravedad, la hemoglobina disminuye hasta 50% de su valor normal; los enfermos se quejan de palpita- ciones, vértigo, depresión mental y física. En los casos gra- ves hay edema maleolar, e incluso generalizado. El edema no cede ante los diuréticos ordinarios, pero sí responde al tratamiento antihelmíntico. En infecciones crónicas, esta parasitosis deteriora el crecimiento y desarrollo de los niños. Se ha señalado que en mujeres con estos parásitos pue- de haber amenorrea y partos prematuros, e impotencia en los varones. El examen clínico cardiovascular suele detectar soplos funcionales, taquicardia, y en ocasiones cardiome- galia e insufi ciencia cardiaca. En las etapas fi nales de un pa- rasitismo grave hay debilidad, edema generalizado, ascitis y caquexia, y la muerte puede ocurrir por insufi ciencia car- diaca o infecciones concomitantes (bronconeumonía, tu- berculosis, entre otras). En las mujeres embarazadas se observan afecciones re- nales y albuminuria. Las cifras de infección puerperal y de mortalidad perinatal suelen ser más elevadas en las gesta- ciones de madres con uncinariasis graves que en las mujeres sanas. En las zonas endémicas puede predominar una de las dos especies importantes para el humano, pero en muchas ocasiones las infecciones llegan a ser mixtas. Las observa- ciones clínicas en los infectados por sólo uno de los dos agentes etiológicos hacen pensar que en el caso de infección por A. duodenale, a igual número de parásitos, mayor inten- sidad en los síntomas, y que en el caso de infección por N. americanus la respuesta es menos efectiva al tratamiento. Respuesta del huésped ante la infección En personas infectadas por varios helmintos es muy difícil la caracterización del parásito con base en la respuesta in- mune que se genera debido a que se activan Th 1 y Th 2, como en el caso de Necator americanus, que provoca como consecuencia una respuesta infl amatoria y enteropatógena. También N. americanus tiene la propiedad de producir qui- miocina y MIP-�-1, y estimula la producción de interleuci- na 5 (IL-5), que aumenta la producción de eosinófi los. A partir de adultos de N. americanus se aisló una calreticulina que actúa como alergeno y que, al parecer, produce concen- traciones altas de IgE, pero aún no está clara su función en la relación huésped-parásito. Hay estudios para el serodiag- nósticocon Oesophagostomum bifurcum y N. americanus con IgG4 e IgE, donde IgG4 es específi ca para O. bifurcum e IgE para N. americanus. La vacunación de ratones BALB/c con la proteína re- combinante Ac-ASP-1 de A. caninum provocó protección específi ca. Al desafi arlos con larvas de A. duodenale y N. americanus se produjo protección parcial. Esta investiga- ción se refl ejó, en parte, en el título de anticuerpos que reco- noce Ac-ASP-1, por lo que se propone el diseño de vacunas basadas en las cadenas peptídicas de las proteínas ASP. La piel posee colágenas tipos I, III, IV y V, fi bronectina y elastina a las que hidrolizan complejos enzimáticos, como aspergilproteinasa, pepstatina A, metaloproteínas y se- rinproteinasas secretadas por N. americanus; la aspergil- proteinasa es la de mayor actividad enzimática durante el proceso de penetración en la piel. Mecanismos del parásito para evadir la respuesta del huésped A fi n de identifi car estos mecanismos se efectuaron estudios con Ancylostoma caninum, en los que se identifi caron protea- sas que favorecían la sobrevivencia del parásito y su patogenia (AceKI-1). Ancylostoma caninum secreta una cisteinoprotea- sa que inhibe la respuesta del huésped desde el momento en que entra la larva. También se identifi có una metaloendo- peptidasa (Ac-meP-1), tanto en A. caninum como en Cae- norhabditis elegans. Esta enzima es muy activa en el estadio de parásito adulto; se localiza en las microvellosidades del intestino y desempeña funciones importantes, porque ayu- da a la digestión de la sangre que ingirió el parásito. Otro producto de secreción que se estudió es una proteína rela- cionada con las distintas fases del desarrollo en A. caninum; esta proteína se monitoreó con concentraciones más altas en la fase infectiva, por lo que se supone que desempeña un papel importante en la dinámica de la infección. Hace poco se observó la capacidad de sintetizar una catepsina en Necator americanus; esta catepsina tiene pro- piedades anticoagulantes similares a la aspártico proteasa de otros organismos, como Aedes aegypti y Schistosoma ja- ponicum, lo que le permite inhibir la respuesta del huésped. Por otra parte, en A. caninum se caracterizó un péptido espe- cífi co inhibidor del factor de coagulación Xa, que prolonga el tiempo de protrombina, y en parte el tiempo de tromboplas- tina, lo que favorece la acción parasitaria. En Necator americanus se codifi caron proteasas inhi- bidoras de proteínas que se unen a lípidos (lectinas tipo C), un factor antibacteriano y otros genes de interés para el de- sarrollo de vacunas. Necator americanus, en su relación huésped-parásito, sintetiza proteínas de secreción que blo- quean los canales del potasio. Diagnóstico Mediante la práctica de coproparasitoscópicos de concen- tración cuantitativos se observan los huevos característicos de estos parásitos; dichos huevos son idénticos para ambos géneros. Se recomiendan los métodos de Stoll y de Ferreira en serie de tres, ya que al ser cuantitativos, el resultado per- mite correlacionarlos con la intensidad de la parasitosis. El coprocultivo por el método de Harada-Mori es útil tanto para el diagnóstico como para la identifi cación de es- Diagnóstico 245 pecies. El sondeo duodenal puede ser de utilidad en deter- minadas ocasiones. Cuando se aíslan parásitos de materia fecal se debe observar la cápsula bucal para identifi car la especie. Es importante investigar el antecedente epidemio- lógico. En algunos casos debe efectuarse diagnóstico dife- rencial con tricocefalosis en su fase caquéctica. Para el diagnóstico inmunológico se utilizaron antíge- nos que se están estandarizando, sobre todo para estudio epidemiológico, usando PCR (reacción en cadena de la poli- merasa) e Immunoblot. La confi rmación del diagnóstico clínico de la uncina- riasis se efectúa al encontrar huevos de los helmintos en las heces. Son útiles el examen directo y los métodos de concen- tración. Mediante las técnicas cuantitativas de Stoll-Haus- heer, Kato-Katz y otras más, es posible contar los huevos por gramo de heces, que se utilizan para estimar la intensidad de la infección, así como para evaluación terapéutica. En el examen rutinario de las heces es difícil distinguir los huevos de A. duodenale de los de N. americanus; por ello, cuando hay necesidad de hacer dicha diferenciación se recurre al método de Harada-Mori, que permite el desarro- llo de los huevos hasta los estadios larvarios. La observación morfológica de las larvas L2 y L3 permite determinar la espe- cie. Por otra parte, las heces de individuos con estreñimiento y las que se examinan después de algún tiempo pueden con- tener larvas de uncinarias; estas larvas deben diferenciarse de las de Strongyloides stercoralis. Ya existen pruebas inmunológicas, como la intrader- morreacción, y pruebas serológicas, pero no son de utilidad práctica. Con la utilización de la PCR para identifi cación del gen que codifi ca la oxidasa de citocromo oxidasa I se identi- fi caron cepas de N. americanus en los distintos estadios del parásito. Dicha técnica ofrece buenos resultados en infec- ciones mixtas. Otro método es el empleo de una membrana de inmu- notransferencia unida a una enzima (EITB) que se aplica a sueros de pacientes infectados por A. caninum, y como re- sultado se tiene la presencia de dos bandas inmunodomi- nantes de 42 y 55 kDa. También se puede usar la determinación de compues- tos proteínicos y precursores de los mismos como método diagnóstico. Tal es el caso de las proteínas de secreción Ac- ASP-1 que se sintetizan en todo el ciclo de vida del parásito y son precursoras de la Ac-ASP-2, que sólo se sintetiza en la fase L3 de Ancylostoma caninum. Mediante la PCR se iden- tifi ca también el RNA mensajero en todo el ciclo de vida, por el acomodo en secuencia de diversos fragmentos de DNA. A partir de A. duodenale y N. americanus es posible identifi car proteinasas dependientes de cAMP, con lo cual se puede diferenciar el DNA de diversas especies en infec- ciones mixtas; con dichos fragmentos se puede ampliar el DNA a partir de un solo huevo. Otro método de diagnóstico es la identifi cación de marcadores genéticos, como las dos especies de transcrip- ción interna (ITS-1 y ITS-2) presentes en el RNA ribosó- mico. Esta técnica aumenta la especifi cidad en la diferencia- ción de huevos presentes en heces. Dicha diferenciación lleva a la aplicación correcta de antihelmínticos que sean efectivos. Tratamiento Se debe considerar de manera simultánea el tratamiento di- rigido a eliminar el agente etiológico que produce la parasi- tosis, así como recuperar el estado general saludable del in- dividuo. Tratamiento específi co El tiabendazol es adecuado en dosis de 50 mg/kg/día por 3 días; sin embargo, es difícil conseguirlo, aunque todavía se usa en algunos países de Centroamérica y Sudamérica. Otra opción es el albendazol; se administran 400 mg en dosis única por vía oral. Por último, el pirantel, en dosis de 20 mg/kg/día por 3 días. Tratamiento complementario La anemia se corrige mediante la administración de sulfato ferroso y hematopoyéticos. En caso de anemia grave, lo ade- cuado es la transfusión de paquetes de eritrocitos. Para evaluar la efectividad del tratamiento se reco- mienda una serie de tres coproparasitoscópicos cuantitati- vos en días sucesivos, dos semanas después de terminado el esquema terapéutico. Prevención Consiste en evitar la contaminación fecal del suelo. Para ello es indispensable mejorar el sistema de saneamiento del ambiente mediante letrinas y red de alcantarillado. Como medida complementaria debería considerarse la aplicación general de tratamiento en comunidades cuidadosamente estudiadas usando medicamentos que sean tolerados, de alta efi cacia y bajo costo. Cuando sea posible, también se debe impulsar el uso de calzado. En ésta, como en otras parasitosis, es funda- mental la educación sanitaria individual y de grupo. Epidemiología El humano es laúnica fuente de infección humana. La cade- na epidemiológica depende de la interacción de tres facto- res: a) ambiente adecuado para el desarrollo de huevos y larvas; b) contaminación fecal del suelo con huevos de los parásitos, y c) contacto del humano con el suelo contaminado. En las zonas tropicales, los factores mencionados se conjugan principalmente en el campo. La vegetación abundante, favo- recida por la lluvia, permite la humedad, sombra y riqueza Capítulo 32 Uncinariasis246 de detritos orgánicos. Estas condiciones, junto con la tem- peratura alta de esas zonas, resultan propias para la evolu- ción de huevos y larvas. En los países con clima templado, la ancilostomosis se propaga en los túneles o en las galerías de minas de carbón. En las zonas endémicas, la población más susceptible de contraer la infección es la infantil, por- que lactantes y niños juegan en el suelo contaminado, y a la vez contribuyen a la contaminación de los alrededores, como ocurre en las zonas rurales y tropicales de América Latina. El hábito de andar descalzo favorece la propagación de la infección. Además, la desnutrición y la carencia de hie- rro en la alimentación agravan los cuadros clínicos de la enfermedad en las zonas endémicas. En América Latina fa- llecen cada año alrededor de 5 000 personas por cuadros graves de uncinariasis o por sus complicaciones. La ancilostomosis existe en todos los continentes, aun- que es más frecuente y grave en las zonas tropicales. Se en- cuentra en una extensa región, entre los paralelos 38° de la- titud norte y 34° de latitud sur; sin embargo, la distribución no es uniforme debido a la variedad ecológica regional. Se calcula que en América Latina hay 40 millones de personas infectadas. En Chile, hasta 1950, existía en las minas de car- bón de la provincia de Concepción. Hay relación evidente entre la prevalencia alta de la ancilostomosis y la pobreza, el analfabetismo y el defi ciente saneamiento ambiental de las poblaciones. En México, la especie que predomina es Neca- tor americanus. Caso clínico Niño de seis años de edad, originario de la Huasteca vera- cruzana, que acude a consulta por presentar disentería de tres semanas de evolución; más tarde se presenta melena. Llega en malas condiciones generales, hipoactivo, palidez extrema, tiraje intercostal, obnubilación, hipotensión arte- rial, con distensión abdominal, peristaltismo disminuido por lo que se infi ere una hipovolemia al borde del choque. Se ingresa a la unidad de terapia intensiva (UTI) con los diagnósticos de choque hipovolémico por hemorragia di- gestiva, anemia severa y prechoque. Se añade difi cultad res- piratoria y signología sugestiva a neumonía. La radiología de abdomen muestra asas intestinales dilatadas con edema de pared, por lo que se sospecha edema intestinal y se inicia tratamiento con cefotaxima. La evolución se mantiene estacionaria, por lo que se le realiza una endoscopia digestiva en la que se encuentra gas- tritis aguda, duodenitis erosiva y presencia masiva de pará- sitos, que por su morfología sugieren que se trata de Necator americanus, sospecha que se confi rmó por estudio parasito- lógico. Se da tratamiento con albendazol, habiendo mejoría. Bibliografía Atías-Neghme. Parasitología clínica. 4ª ed., Publicaciones Técni- cas Mediterráneo, Santiago de Chile 1999. Brown A, Girod N, Billett EE et al. 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