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Fármacos antiparasitarios

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737© 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos
80 Fármacos antiparasitarios
El abordaje quimioterapéutico del tratamiento de las en-fermedades infecciosas ha transformado de forma clara la 
medicina. No obstante, pocos de los fármacos o compuestos 
antiinfecciosos que han demostrado tener éxito frente a los 
patógenos bacterianos han sido eficaces frente a los pará-
sitos. En numerosas circunstancias, los médicos continúan 
confiando en los fármacos antiparasitarios de la era preanti-
biótica. Estos y algunos de los nuevos fármacos siguen siendo 
limitados en eficacia y son relativamente tóxicos. Numero-
sos fármacos antiparasitarios precisan una administración 
parenteral o prolongada y muchos pueden ser únicamente 
eficaces en ciertos estados patológicos. Afortunadamente, a lo 
largo de los últimos 5-10 años han aparecido varios compues-
tos nuevos que constituyen un importante adelanto en el 
tratamiento de las enfermedades parasitarias. En cada caso, 
los fármacos disponibles con anterioridad eran tóxicos y, con 
frecuencia, ineficaces.
En general, la complejidad que entraña el tratamiento 
de las enfermedades parasitarias se debe a que los pará-
sitos son microorganismos eucariotas y, por este motivo, 
son más similares al hospedador humano que los patógenos 
bacterianos procariotas que son tratados con resultados más 
satisfactorios. Además, la evolución crónica y prolongada 
de la infección y los complejos ciclos vitales y diversos es-
tadios de desarrollo por los que pasan numerosos parásitos 
incrementan aún más las dificultades del tratamiento farma-
cológico eficaz. Otros factores de complicación en los países 
en vías de desarrollo, donde se registran la mayoría de las 
enfermedades parasitarias, son: 1) presencia de múltiples 
infecciones y una elevada probabilidad de reinfección; 
2) gran número de individuos con alteraciones inmunológicas
debidas a la desnutrición y la infección por el virus de la
inmunodeficiencia humana, y 3) abrumadora influencia de
la pobreza y deficientes recursos sanitarios, lo que facilita la
transmisión de numerosas parasitosis. Aunque los abordajes
terapéuticos pueden ser utilizados eficazmente para tratar y
evitar muchas de estas infecciones, ciertos fármacos presen-
tan efectos adversos o, finalmente, comportan el desarrollo de
resistencia (microbiana y social). La mayoría de los fármacos
antiparasitarios son excesivamente caros para ser utilizados
de manera amplia en los países en vías de desarrollo. De esta
forma, el abordaje global de prevención y tratamiento de las
enfermedades parasitarias debe implicar diversas medidas,
como mejora de las condiciones higiénicas y sanitarias, con-
trol del vector de la enfermedad, utilización de vacunas, si
se encuentran disponibles (ampliamente no disponibles para
las enfermedades parasitarias), y administración profiláctica
y terapéutica de compuestos quimioterapéuticos seguros y
eficaces. Hay que destacar que la administración a gran escala
de quimioterapia entre una y tres veces al año en regiones
endémicas ha reducido la transmisión y la morbimortalidad
por determinadas infecciones, como la filariasis linfática, la
oncocercosis, la esquistosomiasis y los nematodos intestinales.
Estas estrategias deben incluir también en la actualidad un
esfuerzo para disminuir la transmisión de la infección por el 
virus de la inmunodeficiencia humana.
diAnAs de lA Acción de los fármAcos 
AntiPArAsitArios
Como se ha mencionado previamente, los parásitos son mi-
croorganismos eucariotas, por lo que presentan más simi-
litudes que diferencias con el hospedador humano. Como 
consecuencia, numerosos fármacos antiparasitarios actúan 
sobre rutas (síntesis de ácidos nucleicos, metabolismo de 
carbohidratos) o dianas (función neuromuscular) comparti-
dos tanto por el parásito como por el hospedador. Por este 
motivo, el desarrollo de fármacos antiparasitarios seguros 
y eficaces basados en las diferencias bioquímicas entre el 
parásito y el hospedador ha sido difícil. La toxicidad dife-
rencial se consigue frecuentemente mediante la captación 
preferente, la alteración metabólica del fármaco por parte 
del parásito o las diferencias en la sensibilidad de dianas 
funcionalmente equivalentes en el parásito y el hospedador. 
Afortunadamente, la mejor comprensión de la biología y la 
bioquímica básicas de los parásitos y del mecanismo de acción 
de los compuestos antimicrobianos lograda a lo largo de los 
últimos años se ha traducido en una ampliación de las posibles 
dianas específicas de los parásitos para el tratamiento antipa-
rasitario. Cada vez más investigadores están explotando los 
proyectos genómicos recién completados sobre los parásitos 
protozoos para identificar posibles dianas farmacológicas para 
la detección selectiva de alto rendimiento. Los ejemplos de 
estrategias quimioterapéuticas que aprovechan las diferencias 
existentes entre el parásito y el hospedador se relacionan en la 
tabla 80-1. Estas estrategias se expondrán con mayor detalle 
al describir cada uno de los compuestos.
resistenciA fArmAcológicA
La resistencia frente a los fármacos antimicrobianos es un as-
pecto importante que hay que tener en cuenta al tratar las in-
fecciones provocadas por patógenos bacterianos y por hongos 
y, definitivamente, desempeña un papel en el tratamiento de 
las enfermedades parasitarias. Sin embargo, la comprensión 
de los fundamentos moleculares y genéticos de la resisten-
cia a la mayoría de los fármacos antiparasitarios es bastante 
limitada. El mayor conocimiento de la epidemiología y los 
mecanismos de resistencia farmacológica puede proporcionar 
una información valiosa para un mejor uso de los fármacos 
existentes y para el desarrollo de fármacos nuevos. La utili-
zación de marcadores moleculares de resistencia farmacoló-
gica ha supuesto una mejoría en las tareas de vigilancia y ha 
ayudado a comprender la extensión global de la resistencia 
farmacológica tanto en protozoos como en helmintos. Se han 
identificado marcadores moleculares de resistencia de Plas­
modium falciparum a cloroquina, sulfadoxina-pirimetamina, 
738 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
atovacuona-proguanil y, en menor grado, a otros antipalúdi-
cos. En el caso de la cloroquina y la sulfadoxina-pirimetamina, 
la resistencia consiste en polimorfismos de un solo nucleótido 
en genes que codifican una proteína transportadora de mem-
brana vacuolar y enzimas implicadas en la síntesis de folato, 
respectivamente. Los parásitos que han desarrollado resisten-
cia a cloroquina y sulfadoxina-pirimetamina y posteriormente 
desarrollan resistencia a un tercer fármaco se denominan 
«multirresistentes» (MDR, por sus siglas en inglés). Se ha 
observado que los pacientes infectados con plasmodios que 
contienen un número elevado de copias de pfmdr1 (gen 
MDR 1 de P. falciparum), que codifica Pfgh1, una supues-
ta bomba transportadora, presentaban menor respuesta a 
la mefloquina, la quinina, la lumefantrina y combinaciones 
de artemisinina con estos fármacos. Más recientemente, el 
gen pfmrp (proteína asociada a MDR) se ha asociado con 
la eliminación de fármacos en los parásitos cultivados y se 
han observado polimorfismos de un solo nucleótido en el 
gen pfmrp en infecciones recurrentes tras tratamiento con 
artemeter-lumefantrina. La resistencia de P. falciparum a 
la atovacuona de la combinación atovacuona-proguanil se 
localiza en el mismo locus que determina la resistencia a 
atovacuona en Pneumocystis jirovecii. Estos esfuerzos han 
llevado a realizar nuevos estudios y han ampliado los conoci-
mientos sobre los mecanismos de resistencia farmacológica 
en Trichomonas (metronidazol), Leishmania (antimoniales 
pentavalentes), tripanosomas africanos (melarsoprol, penta-
midina) y esquistosomas (oxamniquina). Se necesitan más 
conocimientos sobre los mecanismos de acción y resistencia a 
los compuestos antiparasitarios para optimizar la eficacia del 
tratamiento antiparasitario.
fármAcos AntiPArAsitArios
Aunque el número de compuestos antiparasitarioseficaces 
es reducido en relación con el amplio abanico de fármacos 
antibacterianos, la lista se está ampliando (tabla 80-2). En nu-
merosos casos, de forma evidente, el objetivo del tratamien-
to antiparasitario es similar al de la terapia antibacteriana: 
erradicar el microorganismo de manera rápida y completa. 
Sin embargo, con frecuencia los fármacos y los regímenes 
terapéuticos utilizados para las enfermedades parasitarias 
pretenden simplemente disminuir la carga parasitaria y/o evi-
tar las complicaciones sistémicas de las infecciones crónicas. 
De este modo, los objetivos del tratamiento antiparasitario, 
aplicado principalmente en las áreas endémicas, pueden ser 
bastante diferentes de los considerados normalmente para 
el tratamiento de la infección microbiana en EE.UU. u otros 
países desarrollados. Dada la significativa toxicidad de mu-
chos de estos compuestos, debe valorarse en cada caso la 
necesidad del tratamiento frente a la toxicidad del fármaco. 
La decisión de prescindir del tratamiento puede ser a menudo 
correcta, principalmente cuando el fármaco pueda provocar 
efectos adversos graves.
Los individuos inmunodeprimidos plantean un problema 
especial con relación al tratamiento antiparasitario. Por otra 
parte, la profilaxis, como la administrada en el caso de la to-
xoplasmosis, puede ser eficaz en la prevención de la infección. 
Sin embargo, una vez que se ha establecido la infección, la cu-
ración radical puede no ser posible y podría estar indicado un 
tratamiento supresor a largo plazo. En ciertas enfermedades, 
como la criptosporidiosis y la microsporidiosis, no se dispone 
con facilidad de ningún tratamiento eficaz (curativo), por lo 
que es preciso evitar una toxicidad innecesaria al proporcionar 
un tratamiento de soporte al paciente.
El resto de este capítulo ofrece una visión general de las 
principales clases de fármacos antiprotozoarios y antihel-
mínticos. La tabla 80-2 describe estos y otros compuestos 
antiparasitarios, sus mecanismos de acción y sus indicacio-
nes clínicas. El tratamiento de las infecciones específicas se 
expone en los capítulos que tratan sobre cada uno de los 
parásitos. La bibliografía de este capítulo proporciona diversas 
revisiones excelentes con una información más completa y 
acerca de los compuestos antiparasitarios disponibles.
Fármacos antiprotozoarios
De manera semejante a los fármacos antibacterianos y anti-
fúngicos, los fármacos antiprotozoarios actúan generalmente 
frente a células jóvenes en fase de proliferación relativamen-
te rápida. Con mayor frecuencia, estas moléculas se dirigen 
contra la síntesis de ácidos nucleicos, la síntesis de proteínas 
o ciertas rutas metabólicas (p. ej., el metabolismo del folato) 
exclusivas de los parásitos protozoos.
Metales pesados
Entre los metales pesados utilizados en el tratamiento de las 
parasitosis figuran los compuestos de arsénico (melarsoprol) y 
de antimonio (estibogluconato sódico, antimoniato de meglu-
mina). Se considera que estos compuestos oxidan los grupos 
sulfhidrilo de enzimas que son catalizadores esenciales en el 
metabolismo de los carbohidratos. El compuesto melarsoprol 
inhibe la piruvato cinasa del parásito, lo que provoca una 
disminución de las concentraciones de adenosina trifosfa-
to (ATP), piruvato y fosfoenolpiruvato. Los compuestos de 
arsénico inhiben también la sn-glicerol-3-fosfato oxidasa, que 
es necesaria para la regeneración de nicotinamida adenina 
dinucleótido en los tripanosomas, aunque no se observa en 
las células de los mamíferos. Los compuestos de antimonio, 
estibogluconato sódico y antimoniato de meglumina, inhiben 
la enzima glucolítica fosfofructocinasa y ciertas enzimas del 
Tabla 80-1 Estrategias quimioterapéuticas que aprovechan las diferencias entre el parásito y el hospedador
Sitio único de ataque Fármaco Microorganismo
Mecanismo de concentración del fármaco exclusivo del parásito Cloroquina Género Plasmodium
Vía del ácido fólico (incapacidad del parásito para utilizar folato 
exógeno)
Pirimetamina o 
trimetoprima-sulfametoxazol
Género Plasmodium o género Toxoplasma
Inhibidor del mecanismo dependiente de tripanotión para la 
reducción de los grupos tiol oxidados
Compuestos de arsénico, 
difluorometilornitina
tripanosomas
Interferencia con neuromediadores exclusivos del parásito Pamoato de pirantel, dietilcarbamazina Género Ascaris
Interacciona con los canales de cloro, lo que determina 
una hiperpolarización de las células, parálisis y muerte 
de los parásitos
Ivermectina Filaria
Interacción con la tubulina exclusiva de los parásitos Bencimidazoles Numerosos helmintos
Inhibición de la topoisomerasa II Pentamidina tripanosomas
Inhibición de la piruvato ferredoxina oxidorreductasa Nitazoxanida Cryptosporidium y Giardia
FÁRMACOS ANtIPARASItARIOS 739
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Tabla 80-2 Mecanismos de acción e indicaciones clínicas en los principales agentes antiparasitarios
Clase de fármaco Mecanismo de acción Ejemplos Indicaciones clínicas
Agentes antiprotozoarios
Metales pesados: compuestos del 
arsénico y derivados del antimonio
Inactivación de los grupos sulfhidrilo. 
Alteración de la glucólisis
Melarsoprol, estibogluconato 
sódico, antimoniato de 
meglumina
tripanosomiasis, leishmaniasis
Análogos de la aminoquinolina Se acumulan en las células parasitadas. 
Interfieren en la replicación del ADN. 
Se unen a la ferroprotoporfirina IX. 
Aumentan el pH intravesicular
Interfieren en la digestión de la 
hemoglobina
Cloroquina, mefloquina, quinina, 
primaquina, halofantrina, 
lumefantrina
Profilaxis y tratamiento del 
paludismo
Cura radical (exoeritrocitario 
únicamente primaquina)
Antagonistas del ácido fólico Inhiben la dihidropteroato sintetasa y 
la dihidrofolato reductasa
Sulfamidas, pirimetamina, 
trimetoprima
toxoplasmosis, paludismo, 
ciclosporiosis
Inhibidores de la síntesis proteica Bloquean la síntesis peptídica en los 
ribosomas
Clindamicina, espiramicina, 
paromomicina, tetraciclina, 
doxiciclina
Paludismo, babesiosis, 
amebiasis, criptosporidiosis, 
leishmaniasis, oncocercosis
Diamidinas Se unen al ADN
Interfieren en la captación y función de 
las poliaminas
Pentamidina Neumocistosis, leishmaniasis, 
tripanosomiasis
Nitroimidazoles Incierto
Interaccionan con el ADN
Inhiben el metabolismo de la glucosa e 
interfieren en la función mitocondrial
Metronidazol, benznidazol, 
tinidazol
Amebiasis, giardiasis, 
tricomoniasis, tripanosomiasis 
americana (enfermedad de 
Chagas)
Nitrofuranos Deplecionan glutatión, tripanotiona y 
metalotioneína. Estrés oxidativo
Nifurtimox Enfermedad de Chagas, estados 
tardíos de tripanosomiasis 
africana (T. b. gambiense)
Sesquiterpenos Reaccionan con el grupo hemo, 
provocando la lesión por radicales 
libres en las membranas del parásito 
(artemisininas)
Inhiben la metionina aminopeptidasa 
tipo 2 (fumagilina). Inhiben la 
síntesis de ARN y ADN (fumagilina)
Artemisinina, artemeter, 
artesunato
Fumagilina
Paludismo (artemisininas)
Esquistosomiasis
Microsporidiosis ocular y 
gastrointestinal (fumagilina)
Análogo de la ornitina Inhibe la ornitina decarboxilasa
Interfiere en el metabolismo de las 
poliaminas
Difluorometilornitina tripanosomiasis africana
Análogo de la fosfocolina Alteración del metabolismo lipídico Miltefosina Leishmaniasis
Acetanilida Desconocido Furoato de diloxanida Amebiasis intestinal
Naftilamina sulfato Inhibe la sn-glicerol-3-fosfato oxidasa y 
la glicerol-3-fosfato deshidrogenasa, 
provocando un descenso en la 
síntesis de AtP
Suramina tripanosomiasis africana
tiazólidos Inhiben la piruvato-ferredoxina 
oxidorreductasa
Nitazoxanida Criptosporidiosis, giardiasis
Agentes antihelmínticos
Bencimidazoles Inhiben la fumarato reductasa. Inhiben 
el transporte de glucosa. Alteran la 
función de los microtúbulos
Mebendazol, tiabendazol, 
albendazol
Antihelmínticos de amplio 
espectro: nematodos, 
cestodos
tetrahidropirimidina Bloquea la acción neuromuscular.Inhibe la fumarato reductasa
Pamoato de pirantel Ascariasis, oxiuros, 
anquilostomas
Piperazinas Provocan parálisis neuromuscular. 
Estimulan las células fagocitarias
Piperazina, dietilcarbamazina Infecciones por Ascaris y oxiuros
Avermectinas Bloquean la acción neuromuscular
Hiperpolarizan las células musculares 
y nerviosas
Inhiben la reproducción de las filarias
Ivermectina Infecciones por filarias, 
estrongiloidiosis, ascariasis, 
sarna
Pirazinoisoquinolina Es un agonista del calcio.
Provoca contracciones musculares 
tetánicas
Produce rotura de tegumentos. 
Presenta sinergismo con las 
defensas del hospedador
Prazicuantel Antihelmínticos de amplio 
espectro: cestodos, 
trematodos
Fenol Desacopla la fosforilación oxidativa Niclosamida tenias intestinales
Quinolona Alquila el ADN
Inhibe la síntesis de ADN, ARN y 
proteínas
Bitionol, oxamniquina Paragonimiasis, esquistosomiasis
Organofosfatos Anticolinesterasa
Bloquean la acción neuromuscular
Metrifonato Esquistosomiasis
Naftilamidina sulfato Inhibe la glicerolfosfato oxidasa 
y deshidrogenasa
Suramina Oncocercosis
ADN, ácido desoxirribonucleico; ARN, ácido ribonucleico; ATP, adenosina trifosfato.
740 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
ciclo de Krebs en parásitos pertenecientes al género Leish­
mania. También se ha demostrado que interfieren en el 
metabolismo del glutatión y la tripanotiona, lo que aumenta 
la sensibilidad de estos microorganismos al estrés oxidativo. 
En cada caso, la inhibición del metabolismo del parásito es 
parasiticida. Desgraciadamente, los compuestos de meta-
les pesados no solamente resultan tóxicos para el parásito, 
sino también para el hospedador. La toxicidad es mayor en 
las células que son metabólicamente más activas, como las 
células neuronales, las células tubulares renales, las células 
intestinales y las células progenitoras de la médula ósea. Su 
toxicidad diferencial y su valor terapéutico están ampliamen-
te relacionados con la captación aumentada por parte del 
parásito y su intensa actividad metabólica.
El melarsoprol es el fármaco de elección para la tripa-
nosomiasis que afecta al sistema nervioso central. Puede 
atravesar la barrera hematoencefálica y es eficaz en todos los 
estadios de la tripanosomiasis. Los compuestos de antimonio 
se encuentran restringidos al tratamiento de la leishmaniasis. 
Los compuestos antimoniato de meglumina y estibogluconato 
sódico son fármacos destacados en el tratamiento de la leish-
maniasis y son activos frente a todas las formas de la enfer-
medad. Normalmente, la leishmaniasis diseminada precisa 
un tratamiento prolongado y las recaídas son frecuentes. 
A pesar de que en todo el mundo se utilizan antimoniales 
para el tratamiento de las leishmaniasis desde hace más de 
seis décadas con pocas pruebas de resistencias, la resistencia 
adquirida se ha convertido en una amenaza clínica en estos 
últimos 10 años. La resistencia hasta ahora sólo afecta a Leish­
mania donovani, responsable de la leishmaniasis visceral en 
la región hiperendémica de Bihar, India. No se conoce por 
completo el mecanismo de resistencia, aunque se cree que 
implica la activación de una bomba de eflujo de la membrana 
plasmática del microorganismo con extracción del fármaco 
del interior de la célula.
Análogos de la aminoquinolina
Entre los análogos de la aminoquinolina se incluyen las 
4-aminoquinolinas (cloroquina), los alcaloides de la cinchona 
(quinina, quinidina), las 8-aminoquinolinas (primaquina) y 
las quinolinas sintéticas (mefloquina, halofantrina, lumefan-
trina). Todos estos compuestos presentan actividad frente al 
paludismo y se acumulan preferentemente en los eritrocitos 
parasitados. Se han propuesto diversos mecanismos de acción, 
entre los que figuran: 1) unión al ácido desoxirribonucleico 
(ADN) e interferencia en la replicación del ADN; 2) unión 
a la ferroprotoporfirina IX liberada de la hemoglobina en los 
eritrocitos infectados, lo que genera un complejo tóxico, y 
3) elevación del pH de las vesículas ácidas intracelulares del 
parásito, lo que interfiere con su capacidad de degradar la 
hemoglobina. La quinina, la quinidina, las 4-aminoquinolinas 
y las quinolinas sintéticas destruyen rápidamente el estadio 
eritrocitario del paludismo, por lo que pueden ser utilizados 
como tratamiento profiláctico para eliminar la enfermedad 
clínica o de forma terapéutica para interrumpir un episo-
dio agudo. Las 8-aminoquinolinas (p. ej., primaquina) se 
acumulan en las células tisulares y destruyen los estadios 
extraeritrocitarios (hepáticos) del paludismo, lo que da como 
resultado una resolución radical de la infección.
La cloroquina continúa siendo el fármaco de elección para 
la profilaxis y el tratamiento de las cepas sensibles de plas-
modio. La cloroquina es activa frente a las cinco especies de 
Plasmodium (P. falciparum, P. knowlesi, P. vivax, P. ovale, 
P. malariae) y es tolerada satisfactoriamente, es económica y 
eficaz por vía oral. No obstante, la resistencia de P. falciparum 
frente a la cloroquina se encuentra extendida en Asia, África y 
Sudamérica, lo que limita enormemente la utilización de este 
fármaco. De igual forma, se ha descrito la presencia de resis-
tencia de P. vivax frente a este fármaco en Papúa Nueva 
Guinea, las islas Salomón, Indonesia y Brasil.
La quinina se utiliza principalmente para tratar la infección 
por P. falciparum resistente a cloroquina. Presumiblemente 
también es un fármaco activo frente a las raras cepas de 
P. vivax resistentes a cloroquina. La quinina se utiliza por vía 
oral únicamente para el tratamiento de los episodios leves 
y, de forma endovenosa, para tratar los episodios agudos de 
infección por P. falciparum MDR. La quinina y la quinidina 
son bastante tóxicas y no son parasiticidas de forma rápida; 
por este motivo nunca se utilizan en monoterapia, sino que se 
usan con frecuencia asociadas a un antibiótico con actividad 
antipalúdica, como sulfamida o tetraciclina.
La mefloquina es un fármaco antipalúdico derivado del 
4-quinolinmetanol que se utiliza para la profilaxis y el trata-
miento del paludismo producido por P. falciparum. Propor-
ciona un elevado grado de actividad frente a la mayoría de 
los parásitos resistentes a cloroquina. Sin embargo, se han 
descrito cepas de P. falciparum resistentes a mefloquina en 
el sudeste asiático y en África.
La halofantrina es un compuesto fenantreno-metanol 
sintético de eficacia demostrada para el tratamiento del pa-
ludismo por P. vivax y P. falciparum. No se recomienda para 
la profilaxis del paludismo debido a su toxicidad. La halofan-
trina es más activa que la mefloquina; sin embargo, existen 
resistencias cruzadas entre estos fármacos. Se considera un 
fármaco de segunda línea en el tratamiento del paludismo 
debido a su elevado coste y a su toxicidad.
La lumefantrina también es un compuesto fenantreno- 
metanol disponible sólo como formulación fija, combinado 
con artemeter. Estudios recientes realizados en Camboya han 
suscitado la posibilidad de que la combinación artemeter-
lumefantrina esté perdiendo eficacia, con tasas de fracaso 
terapéutico del 15-30% en el tratamiento de infecciones por 
P. falciparum. Se están efectuando estudios para determinar 
los factores causantes de este fenómeno.
Antagonistas del ácido fólico
Los parásitos protozoarios, al igual que otros microorganis-
mos, precisan de ácido fólico para llevar a cabo la síntesis de 
ácidos nucleicos y, en última instancia, de ADN. Los proto-
zoos son incapaces de absorber el folato exógeno y, por este 
motivo, son sensibles a los fármacos que inhiben la síntesis 
de folato. Entre los antagonistas del ácido fólico que son 
útiles para tratar las infecciones por protozoos se incluyen 
las diaminopirimidinas (pirimetamina y trimetoprima) y las 
sulfamidas. Estas moléculas inhiben pasos diferentes de la 
ruta del ácido fólico. Las sulfamidas inhiben la conversión del 
ácido aminobenzoico en ácido dihidropteroico. Las diamino-
pirimidinas inhiben la dihidrofolato reductasa, lo que bloqueade forma eficaz la síntesis de tetrahidrofolato, un precursor 
necesario para la formación de purinas, pirimidinas y ciertos 
aminoácidos. Estos fármacos son eficaces a concentraciones 
muy inferiores a las necesarias para inhibir la enzima de los 
mamíferos, por lo que puede conseguirse la selectividad. 
Cuando se utiliza una diaminopirimidina junto con una sul-
famida se consigue un efecto sinérgico por bloqueo de dos 
pasos de una misma ruta metabólica, lo que da lugar a una 
inhibición muy eficaz del desarrollo protozoario.
La diaminopirimidina trimetoprima se utiliza junto con 
sulfametoxazol para el tratamiento de la toxoplasmosis. Otra 
diaminopirimidina, la pirimetamina, presenta una elevada 
afinidad por la dihidrofolato reductasa de los esporozoos y ha 
sido muy eficaz, en combinación con las sulfamidas, para el 
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tratamiento del paludismo y la toxoplasmosis. La resistencia 
a los compuestos antifolato se debe a mutaciones puntuales 
específicas en el centro activo de la dihidrofolato reductasa 
del parásito y se encuentra restringida, en gran medida, a 
distintas especies de plasmodios.
Inhibidores de la síntesis de proteínas
Diversos antibióticos que inhiben la síntesis de proteínas 
en las bacterias muestran también actividad antiparasitaria 
in vitro e in vivo. Entre ellos se encuentran la clindamicina, 
la espiramicina, la tetraciclina y la doxiciclina.
La clindamicina y las tetraciclinas son activas frente al 
género Plasmodium, el género Babesia y diversas amebas. La 
doxiciclina se utiliza para la quimioprofilaxis del paludismo 
provocado por P. falciparum resistente a cloroquina, mientras 
que la tetraciclina puede utilizarse junto con quinina para el 
tratamiento de la infección por P. falciparum resistente a 
cloroquina. La clindamicina puede ser útil en el tratamien-
to de la toxoplasmosis del sistema nervioso central. La es-
piramicina se recomienda como alternativa a los fármacos 
antifolato en el tratamiento de la toxoplasmosis. Aunque la 
espiramicina parece disponer de actividad in vitro frente al 
género Cryptosporidium, no se ha demostrado que sea eficaz 
clínicamente frente a la criptosporidiosis humana. Algunos 
estudios recientes sugieren que la paromomicina, un amino-
glucósido clásico, puede ser al menos parcialmente eficaz en 
el tratamiento de la criptosporidiosis. La paromomicina, que 
no se absorbe de forma sistémica, se utiliza también como 
fármaco de segunda elección en el tratamiento de la ame-
biasis y la giardiasis. Recientemente se ha demostrado que el 
tratamiento de la filaria Onchocerca volvulus con doxiciclina 
inhibe el desarrollo del gusano, bloquea la embriogénesis y la 
fertilidad y reduce la viabilidad. La actividad de la doxiciclina 
en este microorganismo se debe a su acción sobre el simbionte 
bacteriano Wolbachia, que es fundamental para la biología del 
parásito y la patogenia de la enfermedad.
Diamidinas
La pentamidina, una diamidina, es un fármaco relativamente 
tóxico. Se trata de un policatión que puede interaccionar con 
el ADN o bien interferir en la captación y el funcionamiento 
de las poliaminas.
La pentamidina es eficaz para tratar las formas tisulares de 
leishmania y las formas precoces (antes de afectar al sistema 
nervioso central) de la tripanosomiasis africana. Este fármaco 
no penetra en el sistema nervioso central y, por tanto, no es 
útil en los estadios tardíos de la infección por Trypanosoma 
brucei gambiense. La pentamidina puede inhibir la actividad 
topoisomerasa II del cinetoplasto y puede actuar frente a los 
tripanosomas en parte mediante este mecanismo.
Nitroimidazoles
Entre los nitroimidazoles se incluyen el bien conocido com-
puesto antibacteriano metronidazol, así como el benznidazol 
y el tinidazol. El mecanismo de acción de estos compuestos 
es incierto. Se ha sugerido que inhiben la síntesis de ADN 
y de ácido ribonucleico (ARN), así como el metabolismo 
de la glucosa, e interfieren en la función mitocondrial. El 
metronidazol se une a los residuos de guanina y citosina del 
parásito, lo que provoca la pérdida de la estructura helicoidal 
y la rotura de las cadenas de ADN.
Los nitroimidazoles presentan una excelente penetración 
en los tejidos corporales y son, por este motivo, particu-
larmente eficaces para el tratamiento de la amebiasis dise-
minada. El metronidazol es el fármaco de elección para la 
tricomoniasis y es eficaz en el tratamiento de la giardiasis. El 
benznidazol se utiliza para el tratamiento de la enfermedad de 
Chagas aguda y también puede ser beneficioso en las formas 
crónicas. El tinidazol parece ser más eficaz y menos mutagéni-
co que el metronidazol, y ha sido aprobado recientemente por 
la Food and Drug Administration (FDA) estadounidense para 
el tratamiento de la amebiasis, la giardiasis y la tricomoniasis 
vaginal.
Sesquiterpenos
Los sesquiterpenos son fármacos antimicrobianos represen-
tados por las artemisininas artemeter y artesunato. Estos 
fármacos reaccionan con el grupo hemo y originan lesiones 
por radicales libres en las membranas de los parásitos. Las ar-
temisininas conforman el grupo de fármacos antipalúdicos 
más activos y disponibles y originan una reducción fraccional 
de la biomasa del parásito de aproximadamente 104 por ciclo 
asexual. Las artemisininas son eficaces frente a pequeñas 
formas anulares y esquizontes en proceso de maduración de 
P. vivax y P. falciparum, estadios que presentan una menor 
sensibilidad a las quinolonas o la quinina. Las formas anulares 
de un estadio más precoz se eliminan de inmediato (a las 6-12 h) 
tras la exposición a las artemisininas. Los derivados de 
las artemisininas también son capaces de reducir el transporte 
de gametocitos y, por tanto, la transmisión. Estos fármacos 
son muy eficaces cuando se emplean en combinación con 
mefloquina, halofantrina o lumefantrina en el tratamiento 
del paludismo grave, incluyendo el ocasionado por P. fal­
ciparum MDR. Los tratamientos combinados basados en 
la artemisinina se consideran actualmente la mejor opción 
para el paludismo falciparum, ya que combinan compues-
tos no relacionados con distintas dianas moleculares (y, por 
tanto, mecanismos de resistencia distintos), lo que retrasa 
la aparición de resistencias. Hay que destacar la aparente 
eficacia de la mefloquina-artesunato en el tratamiento de una 
infección helmíntica, la esquistosomiasis.
Atovacuona-proguanil
La atovacuona es una hidroxinaftoquinona y el proguanil 
es un antifolato. La combinación de estos dos fármacos se 
utiliza como profilaxis y tratamiento del paludismo. La ato-
vacuona inhibe el sistema de transporte de electrones en la 
mitocondria de los parásitos, por lo que bloquea la síntesis de 
ácidos nucleicos e inhibe la replicación. El proguanil inhibe 
de forma selectiva la dihidrofolato reductasa del plasmodio; 
sin embargo, cuando se combina con atovacuona reduce de 
forma directa la concentración eficaz a partir de la cual la 
atovacuona provoca el colapso del potencial de membrana 
de la mitocondria. La combinación atovacuona-proguanil 
resulta eficaz frente a todos los estadios del desarrollo de 
P. falciparum y se recomienda para la profilaxis y el tratamiento 
del paludismo falciparum. También es activa frente a los es-
tadios eritrocitarios de P. vivax y P. ovale y muestra buena 
eficacia como tratamiento de las infecciones por P. malariae. 
Se han publicado pocos casos de fracaso y resistencia de 
P. falciparum frente a esta combinación de fármacos en relación 
con la mutación de un solo gen.
Miltefosina
La miltefosina es un análogo oral de la fosfocolina empleado 
como tratamiento de las leishmaniasis viscerales. Cada vez es 
más importante dadas las crecientes resistencias de las cepas 
de Leishmania a los antimoniales pentavalentes. La miltefo-
sina tiene actividad antiparasitaria directa y parece actuar 
sobre enzimas claves implicadas en el metabolismode los 
lípidos éter presentes en la superficie de los parásitos, aunque 
se ignora el mecanismo exacto de su actividad parasiticida. 
742 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
La miltefosina es activa frente a las cepas de L. donovani 
resistentes y sensibles a los antimoniales pentavalentes y se 
han publicado tasas de curaciones del 94-97% a los 6 meses 
en pacientes con una leishmaniasis visceral. La resistencia se 
debe a una menor captación del fármaco. Además de frente 
a especies de Leishmania, la miltefosina también es activa 
frente a Trypanosoma cruzi, T. brucei, Entamoeba histolytica 
y especies de Acanthamoeba.
Nitazoxanida
La nitazoxanida es un nuevo derivado 5-nitrotiazol con 
una actividad de amplio espectro frente a múltiples pro-
tozoos y helmintos intestinales. La nitazoxanida inhibe la 
piruvato-ferredoxina oxidorreductasa, una enzima esencial 
para el metabolismo energético anaerobio en los protozoos y 
en las bacterias anaerobias. El mecanismo de acción de este 
fármaco frente a los helmintos se desconoce. La nitazoxanida 
está autorizada en EE.UU. como tratamiento de la criptos-
poridiosis y la giardiasis en pacientes inmunocompetentes de 
más de 1 año de vida. También se ha demostrado su eficacia 
in vitro y/o in vivo frente a las infecciones provocadas por 
muchos protozoos y helmintos entéricos, como Ascaris lum­
bricoides, Balantidium coli, Blastocystis, Cyclospora caye­
tanensis, especies de Echinococcus, E. histolytica, Fasciola 
hepatica, Ancylostoma duodenale, Hymenolepis nana, Cystoi­
sospora belli, especies de microsporidios, Taenia saginata, 
Trichomonas vaginalis y Trichuris trichiura.
Otros fármacos antiprotozoarios
Se utilizan diversos fármacos en el tratamiento; sus mecanis-
mos de acción (si se conocen) y sus aplicaciones clínicas se 
describen en la tabla 80-2.
Fármacos antihelmínticos
La estrategia para la utilización de los fármacos antihelmínticos 
es bastante diferente de la utilizada en los fármacos para el 
tratamiento de la mayoría de las infecciones protozoarias. 
La mayoría de los fármacos antihelmínticos actúan frente a 
microorganismos adultos no proliferativos, mientras que las 
dianas suelen ser células más jóvenes y rápidamente prolifera-
tivas en el caso de los protozoos. El ciclo vital de los helmintos 
suele ser bastante complejo, y la adaptación a la supervivencia 
en el hospedador humano depende en gran medida de: 1) la 
coordinación neuromuscular para los movimientos de nutrición 
y el mantenimiento de una localización favorable del gusano en 
el interior del hospedador; 2) el metabolismo de los carbohi-
dratos como principal fuente de energía, siendo la glucosa el 
sustrato primordial, y 3) la integridad microtubular, ya que la 
puesta y eclosión del huevo, el desarrollo larvario, el transporte 
de glucosa y la secreción y actividad enzimática se encuentran 
alterados cuando se modifican los microtúbulos. La mayoría 
de los fármacos antihelmínticos actúan frente a una de estas 
funciones bioquímicas en el microorganismo adulto.
Los mecanismos de acción y las indicaciones clínicas de 
los fármacos antihelmínticos más frecuentes se enumeran 
en la tabla 80-2.
Bencimidazoles
Los bencimidazoles son fármacos antihelmínticos de amplio 
espectro entre los que figuran el mebendazol, el tiabendazol, 
el triclabendazol y el albendazol. La estructura básica de estos 
fármacos se compone de anillos de benceno e imidazol unidos 
entre sí. Se han propuesto tres mecanismos de acción para 
los bencimidazoles: 1) inhibición de la fumarato reductasa; 
2) inhibición del transporte de glucosa, lo que provoca el 
agotamiento de las moléculas de glucógeno, la detención 
de la formación de ATP y la parálisis o la destrucción, y 
3) alteración de la función microtubular. Los bencimidazoles 
inhiben el ensamblaje de los dímeros de tubulina en polí-
meros de tubulina de manera semejante a la colchicina, un 
potente fármaco antimitótico y embriotóxico. Debido a que 
la tubulina desempeña una función clave para la motilidad 
del parásito, se considera que los fármacos como los bencimi-
dazoles, que se unen a la tubulina parasitaria, actúan frente a 
parásitos nematodos reduciendo o eliminando su motilidad.
Los bencimidazoles presentan un amplio espectro de acti-
vidad que abarca nematodos intestinales (especies de Ascaris, 
Trichuris, Necator y Ancylostoma, y Enterobius vermicularis) 
y diversos cestodos (Taenia, Hymenolepis y Echinococcus). 
El triclabendazol es el fármaco de elección para la fascioliasis 
y es una alternativa al prazicuantel en el tratamiento de la 
paragonimiasis y frente a otros trematodos intestinales. El 
mebendazol es activo frente a los nematodos intestinales y los 
cestodos descritos previamente. El tiabendazol es activo frente 
a una variedad de nematodos, pero sus efectos secundarios 
frecuentes y graves han limitado su uso sistémico primario 
al tratamiento de la estrongiloidiosis. El albendazol presenta 
un espectro similar al del mebendazol y podría tener una 
actividad mayor frente al género Echinococcus. Además de 
su actividad antihelmíntica de amplio espectro, el albendazol es 
activo frente al género Giardia y parece constituir un fármaco 
prometedor en el tratamiento de la microsporidiosis intestinal 
causada por Encephalitozoon intestinalis (no por Enterocytozoon 
bieneusi) en los pacientes con síndrome de inmunodeficiencia 
adquirida. El albendazol se usa cada vez más combinado con 
dietilcarbamazina o ivermectina para el tratamiento de las 
filariasis o loiasis; resulta especialmente útil como tratamiento 
de estas infecciones como parte de un régimen de dosis única 
en programas de quimioterapia en masa.
Tetrahidropirimidinas
El pamoato de pirantel, una tetrahidropirimidina, es un ago-
nista colinérgico que presenta un potente efecto sobre las 
células musculares de los nematodos al unirse a los recepto-
res colinérgicos, lo que provoca una despolarización celular 
y contracción muscular. Esta acción paralizante sobre los 
nematodos intestinales conduce a la expulsión del gusano del 
tubo digestivo del hospedador.
El pamoato de pirantel no se absorbe fácilmente por el 
intestino y es activo frente al género Ascaris, oxiuros y an-
quilostomas. El oxantel, un análogo del pirantel, puede ser 
utilizado junto con éste para proporcionar un tratamiento 
eficaz para los tres principales nematodos del suelo: Ascaris, 
anquilostomas y Trichuris.
Piperazinas
El antihelmíntico de tipo piperazina más empleado es la die-
tilcarbamazina (DEC). La DEC es sobre todo microfilaricida 
mediante la estimulación de los receptores colinérgicos y la 
despolarización de las células musculares, con la consiguiente 
parálisis de los gusanos. Sin embargo, otros indicios señalan 
que este fármaco potencia la adherencia de los leucocitos a las 
microfilarias, por lo que puede actuar alterando la membrana 
de superficie del parásito o estimulando de forma directa las 
células fagocitarias.
La DEC es activa frente a las filarias que provocan la ce-
guera de los ríos u oncocercosis (O. volvulus) y la filariasis 
linfática (Wuchereria bancrofti y Brugia malayi). No obs-
tante, la destrucción de las microfilarias en los tejidos puede 
aumentar la patología debido a la respuesta inflamatoria del 
hospedador frente a los antígenos parasitarios liberados por 
el contacto con la DEC. Los datos recientes indican que el 
FÁRMACOS ANtIPARASItARIOS 743
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tratamiento con dosis única con dietilcarbamazina puede 
producir efectos antiparasitarios similares a los obtenidos 
con ciclos de 14 a 21 días sin los efectos secundarios graves 
observados en los regímenes con dosis múltiples. Además de 
su uso como tratamiento individual para las infecciones por 
filarias, la DEC se utiliza como parte de los programas de 
quimioterapia comunitaria en masa sola o en combinación 
con ivermectina o albendazol.
Avermectinas
La ivermectina, una avermectina, actúa mediante la interac-ción con un canal para el cloro en las membranas de las células 
nerviosas y musculares, lo que conduce a la hiperpolarización 
de las células afectadas, con la consiguiente parálisis y muer-
te de los parásitos. El fármaco inhibe también la función 
reproductora de la hembra adulta de O. volvulus y altera 
la capacidad de las microfilarias de esta especie de eludir el 
sistema inmunitario del hospedador.
Aunque la ivermectina se utiliza ampliamente para con-
trolar las infecciones por nematodos residentes en el intes-
tino en animales domésticos y de granja, su utilización en 
el ser humano se limita principalmente al tratamiento de 
las filariasis linfática y ocular. La ivermectina es eficaz en 
el tratamiento de la estrongiloidiosis, así como frente a 
diversos parásitos nematodos intestinales frecuentes, co-
mo especies de Ascaris, Trichuris y Enterobius. Cuando 
se utiliza para el tratamiento de la filariasis, la ivermectina 
presenta menos efectos secundarios que la DEC y una 
dosis única puede eliminar las microfilarias durante hasta 
6 meses. La ivermectina presenta un notable efecto sobre 
las microfilarias de O. volvulus residentes en los tejidos 
y reduce la gravedad de la patología ocular observada en 
la oncocercosis. Debido a su capacidad para reducir drás-
ticamente el número de microfilarias presentes en la piel 
de los individuos con oncocercosis, la ivermectina ha sido 
eficaz en la reducción de la transmisión de la oncocercosis 
en las áreas endémicas.
Pirazinoisoquinolinas
El prazicuantel, una pirazinoisoquinolina, es un antihelmín-
tico activo frente a un amplio espectro de trematodos y ces-
todos. El fármaco es captado rápidamente por los helmintos 
sensibles, en los que actúa como agonista del calcio. La en-
trada de calcio en diversas células comporta una elevación 
de las concentraciones intracelulares de este catión, lo que 
origina una contracción muscular tetánica y la destrucción del 
tegumento. El prazicuantel parece actuar de manera conjunta 
con el sistema inmunológico del hospedador para producir un 
efecto antihelmíntico sinérgico. El fármaco produce la rotura 
de la superficie y el tegumento del parásito, lo que permite a 
los anticuerpos atacar los antígenos del parásito que normal-
mente no se encuentran expuestos en la superficie (fig. 80-1). 
Es probable que los daños irreversibles ocasionados al parásito 
tengan lugar cuando el complemento o los leucocitos del hos-
pedador son reclutados hacia los lugares donde se han unido 
los anticuerpos.
El prazicuantel presenta una actividad de espectro muy 
amplio frente a los trematodos, como especies de los géneros 
Fasciolopsis, Clonorchis, Opistorchis, Paragonimus y Schis­
tosoma. Es también activo frente a cestodos como Echinococ­
cus, Taenia y Dipylidium. Constituye el fármaco de elección 
para el tratamiento de la esquistosomiasis, la clonorquiasis, la 
opistorquiosis y la neurocisticercosis. En la actualidad existen 
indicios fiables de que el prazicuantel reduce la hepatoes-
plenomegalia y la hipertensión portal en la esquistosomiasis. 
La mayor parte de las infecciones por tenias responden al 
prazicuantel. Este fármaco se emplea también para tratar 
la neurocisticercosis y las infecciones por equinococos y se 
puede administrar solo o combinado con albendazol.
Fenoles
La niclosamida, un fenol, es un antihelmíntico no absorbible 
con una actividad selectiva frente a las tenias intestinales. 
El fármaco es absorbido por los cestodos residentes en el 
intestino, aunque no por los nematodos. Actúa a través del 
desacoplamiento de la fosforilación oxidativa en la mitocon-
dria, lo que provoca una pérdida de ATP en el helminto; esto 
finalmente inmovilizará al parásito para ser expulsado con las 
heces. La niclosamida es eficaz en el tratamiento de las tenias 
intestinales en el ser humano y los animales.
Otros fármacos antihelmínticos
La tabla 80-2 describe otros fármacos antihelmínticos como 
la oxamniquina, el metrifonato y la suramina. Estos fármacos 
generalmente se consideran secundarios para el tratamiento 
de las infecciones por trematodos (oxamniquina y metrifo-
nato) y filarias (suramina).
PREGUNtAS
1. ¿Cuáles son los obstáculos para el tratamiento y la profilaxis 
eficaces de las enfermedades parasitarias en los países 
en vías de desarrollo?
2. ¿Cuáles son los objetivos del tratamiento antiparasitario 
y en qué se diferencia del tratamiento antibacteriano?
Figura 80-1 Previamente a la exposición a prazicuantel, el esquistosoma 
es capaz de evitar los numerosos anticuerpos dirigidos frente a antígenos 
de superficie e internos. A, Corte transversal de la superficie dorsal de 
un esquistosoma macho normal. Entre 1 y 2 segundos después de la 
exposición a prazicuantel, los músculos del esquistosoma se contraen 
debido al flujo hacia el interior de iones calcio hacia el tegumento del es-
quistosoma inducido por el fármaco. B, El cambio en la permeabilidad de 
la superficie del esquistosoma frente a los iones externos inicia la aparición 
de pequeños agujeros y estructuras similares a globos, haciendo que el 
parásito sea vulnerable a la adhesión de los leucocitos del hospedador 
mediada por los anticuerpos, lo que destruye al helminto. (De Wingard LB Jr 
y cols.: Human Pharmacology: Molecular to Clinical, St. Louis, 1991, Mosby).
744 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
3. ¿Por qué son importantes los análogos de la aminoquinolina?
4. ¿En qué se diferencia la estrategia de utilización de fármacos 
antihelmínticos de la de los fármacos administrados en las 
infecciones por protozoos?
Las respuestas a estas preguntas están disponibles en 
www.StudentConsult.es
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