Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
778 © 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 83Nematodos Un niño de 10 años acude a consulta con su padre por cólicos abdominales, náuseas y diarrea leve de aproximadamente 2 semanas de evolución. El día anterior a la exploración, el niño comentó a sus padres que había visto un gusano muy grande en la deposición. tiró de la cisterna antes de que los padres pudieran ver el parásito. La exploración física no mostró hallazgos significativos. El niño no presentaba fiebre, tos ni exantema, y tampoco refería prurito anal. Además, carecía de antecedentes de viajes relevantes desde el punto de vista epidemiológico. El examen de una muestra de las heces permitió llevar a cabo el diagnóstico. 1. ¿Qué parásitos del intestino humano son nematodos? 2. ¿Qué nematodo es probable que esté implicado en este caso? ¿Qué microorganismos se pueden encontrar en las heces? 3. ¿Cuál es el mecanismo de adquisición más frecuente de este parásito? 4. ¿Experimenta este paciente riesgo de autoinfección? 5. Describa el ciclo vital del parásito. 6. ¿Puede causar este parásito síntomas extraintestinales? ¿Qué otros órganos podría invadir y qué factores podrían estimular la invasión extraintestinal? Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es Los helmintos más comunes en EE.UU. son los nemato-dos intestinales, aunque en otros países las infecciones de la sangre y de los tejidos por nematodos pueden causar enfermedades devastadoras. Los nematodos son los pa- rásitos intestinales más fáciles de reconocer por su gran tamaño y su cuerpo cilíndrico no segmentado (fig. 83-1). Estos parásitos viven sobre todo como adultos en el tubo digestivo y las infecciones se suelen confirmar mediante detección de los huevos característicos en las heces. Para la identificación de los huevos se debe emplear una metodolo- gía sistemática, teniendo en cuenta el tamaño y la forma, el grosor de la cáscara y la presencia o ausencia de estructuras especializadas, como tapones polares, protuberancias, es- pinas y opérculos. También son datos útiles la presencia de larvas en el interior de los huevos y sus características. La tabla 83-1 enumera los nematodos más comunes con importancia médica. Las filarias son nematodos finos y largos que son parásitos de la sangre, la linfa y los tejidos subcutáneos y conjuntivos. Todos esos helmintos se transmiten a través de mosquitos o moscas picadoras. La mayoría dan lugar a larvas llamadas microfilarias que se encuentran en la sangre, el tejido subcu- táneo o las biopsias cutáneas. enteroBiuS vermiculariS Fisiología y estructura Enterobius vermicularis, conocido también como oxiuro, es un gusano pequeño blanco con el que están familiarizados los padres que lo encuentran en los pliegues perianales o la vagina de sus hijos infectados. La infección se inicia con la ingesta de los huevos embrionados (fig. 83-2). Las larvas salen de ellos en el intestino delgado, donde maduran hasta transformarse en adultos al cabo de 2-6 semanas. Después de la fecundación por el macho, el gusano hembra produce los característicos huevos asimétricos. Los huevos son depo- sitados en los pliegues perianales por las hembras migratorias. Se pueden depositar en la piel perianal hasta 20.000 huevos, que maduran rápidamente y adquieren la capacidad infecciosa en cuestión de horas. Epidemiología E. vermicularis se distribuye en todo el mundo, aunque es más común en las regiones templadas; la diseminación de una persona a otra se facilita en condiciones de hacina- miento, como en los centros de día, los colegios y las ins- tituciones para enfermos mentales. En todo el mundo se declaran alrededor de 500 millones de casos de infección por oxiuros; es la infección por helmintos más frecuente en Norteamérica. La infección se contrae como consecuencia de la ingesta de huevos y las larvas se desarrollan en la mucosa intestinal. Los huevos pueden transmitirse por vía mano-boca cuando el niño se rasca los pliegues perianales como respuesta a la irritación causada por las hembras migratorias o a través de prendas de vestir y juguetes en los centros de día. También pueden sobrevivir durante períodos prolongados en el polvo acumulado en las puertas, las cortinas y bajo las camas de las habitaciones de personas infectadas. El polvo con huevos puede ser inhalado o deglutido y producir la infección. También es posible la autoinfección («retro- infección»): los huevos hacen eclosión en los pliegues perianales y las larvas migran hacia el recto y el intestino grueso. Los individuos infectados que manipulan alimentos pueden actuar como fuentes de infección. No se conocen reservorios animales de Enterobius. El médico debe saber que la epidemiología de la infección por Dientamoeba fra gilis guarda relación con la producida por E. vermicularis, puesto que D. fragilis es transportado en la cáscara de los huevos de oxiuros. NEMAtODOS 779 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Enfermedades clínicas Muchos niños y adultos infectados no presentan síntomas y actúan como portadores. Los pacientes alérgicos a las se- creciones de los gusanos migratorios experimentan prurito intenso, insomnio y cansancio. El prurito puede provocar un rascado repetido de la zona irritada con riesgo de infección bacteriana secundaria. Los gusanos que migran hacia la vagina pueden provocar trastornos genitourinarios y conducir a la formación de granulomas. Los gusanos adheridos a la pared intestinal pueden causar inflamación y granulomas alrededor de los huevos. Aunque los parásitos adultos a veces invaden el apéndice, no se ha demos- trado la existencia de ninguna relación entre la invasión por oxiuros y la apendicitis. Rara vez se ha descrito la penetración a través de la pared intestinal hacia la cavidad peritoneal, el hígado y los pulmones. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico de sospecha de enterobiasis está determinado por las manifestaciones clínicas y se confirma al detectar los huevos característicos en la mucosa anal. A veces, el personal de laboratorio observa los gusanos adultos en las muestras de heces, pero el método de elección para el diagnóstico exige el uso de una torunda anal con superficie adhesiva a la que se peguen los huevos (fig. 83-3) para así examinarlos al micros- copio. Las muestras se pueden obtener con una cinta adhesiva o con las torundas comercializadas. Se deben recoger cuando se despierta el niño y antes del baño o de la defecación con el propósito de recuperar los huevos depositados por las hembras migratorias durante la noche. Los padres pueden recoger la muestra y entregarla al médico para su examen microscópico inmediato. Quizá sea necesario tomar mues- tras durante 3 días consecutivos para encontrar huevos y establecer el diagnóstico. Es raro encontrar huevos en las heces. Los signos sistémicos de infección, como, por ejemplo, eosinofilia, son poco frecuentes. Tratamiento, prevención y control El fármaco de elección es albendazol o mebendazol. El pamoato de pirantel y la piperazina son eficaces, pero es frecuente la reinfección. Para evitar la reintroducción del microorganismo y la reinfección del entorno familiar, se suele tratar simultáneamente a todos los miembros de la familia. Aunque las tasas de curación son altas, resulta frecuente la reinfección. La repetición del tratamiento a las 2 semanas puede tener utilidad para prevenir la reinfección. La higiene personal adecuada, el cuidado de las uñas, el la- vado cuidadoso de la ropa de cama y el tratamiento inmediato de los individuos infectados son medidas que contribuyen al Figura 83-1 Ascaris lumbricoides adulto. (De Matthews BE, Croll NA: Comparative stereoscan electron micrographs of nematode heads, J Nematol 6:131-134, 1974; figura 5.) Figura 83-2 Ciclo vital de Enterobius vermicularis. Tabla 83-1 Nematodos con importancia médica Parásito Nombre común Enfermedad Enterobiusvermicularis Oxiuro Enterobiasis Ascaris lumbricoides Áscaris Ascariasis Toxocara canis Áscaris del perro Larva migratoria visceral Toxocara cati Áscaris del gato Larva migratoria visceral Baylisascaris procyonis Áscaris del mapache Larva migratoria neurológica Trichuris trichiura tricocéfalo trichuriasis Ancylostoma duodenale Anquilostoma del Viejo Mundo Infección por anquilostoma Necator americanus Anquilostoma del Nuevo Mundo Infección por anquilostoma Ancylostoma braziliense Anquilostoma del perro o del gato Larva migratoria cutánea Strongyloides stercoralis triquina Estrongiloidiosis Trichinella spiralis Gusano del cerdo triquinosis Wuchereria bancrofti Filaria de Bancroft Filariasis Brugia malayi Filaria malaya Filariasis Loa loa Gusano africano del ojo Loiasis Género Mansonella Filariasis Onchocerca volvulus Oncocercosis, ceguera de los ríos Dirofilaria immitis Gusano del corazón del perro Dirofilariasis Dracunculus medinensis Gusano de Guinea Dracunculosis 780 MICROBIOLOGÍA MÉDICA control. Al limpiar el hogar de una familia infectada, se debe eliminar el polvo de debajo de las camas, de las cortinas y de la parte superior de las puertas con un paño húmedo a fin de evitar la inhalación de los huevos infecciosos. aScariS lumBricoideS Fisiología y estructura Ascaris lumbricoides son gusanos grandes (20-35 cm de lon- gitud) y de color rosa (v. fig. 83-1) que tienen un ciclo vital más complejo que el de E. vermicularis, pero por lo demás son típicos de los nematodos intestinales (fig. 83-4). El huevo infeccioso ingerido libera una larva que atra- viesa la pared duodenal, entra en el torrente sanguíneo, es transportada hasta el hígado y el corazón y después pasa a la circulación pulmonar. Las larvas quedan libres en los alvéolos pulmonares, donde crecen y experimentan mudas. Al cabo de unas 3 semanas son expulsadas del sistema respiratorio con la tos y deglutidas para regresar de nuevo al intestino delgado. Cuando los gusanos macho y hembra maduran en el intes- tino delgado (sobre todo en el yeyuno), la fecundación de las hembras por los machos llega a producir hasta 200.000 hue- vos diarios durante 1 año. En ausencia de machos, las hembras pueden producir también huevos no fecundados. Los huevos empiezan a encontrarse en las heces 60-75 días después de la infección inicial. Los huevos fecundados adquieren capaci- dad infecciosa tras permanecer aproximadamente 2 semanas en el suelo. Epidemiología A. lumbricoides es prevalente en áreas con condiciones sa- nitarias deficientes y cuando se emplean las heces humanas como fertilizantes. Puesto que tanto los alimentos como el agua se contaminan con los huevos, este parásito afecta más que cualquier otro a la población mundial. No se conocen reservorios animales de A. lumbricoides, pero una especie casi idéntica de los cerdos, A. suum, puede infectar al ser humano. Esta especie se encuentra en individuos que trabajan con cerdos, y la infección puede deberse al uso de excrementos de cerdo como abono de jardinería. Los huevos de Ascaris son muy resistentes y pueden soportar temperaturas extremas y sobrevivir durante meses en las heces y las aguas residuales. La ascariasis es la infección por helmintos más común en el mundo y se estima que existen 1.000 millones de personas infectadas. Enfermedades clínicas (caso clínico 83-1) Las infecciones debidas a la ingesta de un pequeño número de huevos pueden no producir síntomas; sin embargo, incluso un solo gusano adulto resulta peligroso, dada su capacidad para migrar hasta el conducto biliar y al hígado y provocar daño tisular. Además, puesto que el parásito tiene un cuerpo fuerte y flexible, en ocasiones perfora el intestino y origina peritonitis con infección bacteriana secundaria. Los gusanos adultos no se adhieren a la mucosa intestinal, sino que de- penden del movimiento constante para mantener su posición en el interior de la luz intestinal. En caso de infección por muchas larvas, la migración de los gusanos hasta los pulmones puede producir una neumonitis que recuerda a la crisis asmática. La afectación pulmonar guarda relación con el grado de hipersensibilidad inducida por infecciones previas y con la intensidad de la exposición actual, y puede cursar con eosinofilia y desatu- ración de oxígeno. Además, una maraña de gusanos adultos en el intestino puede provocar obstrucción, perforación y oclusión del apéndice. Como se ha indicado anterior- mente, la migración hacia el conducto biliar, la vesícula y el hígado puede inducir una lesión tisular importante. A veces, esa migración se produce en respuesta a la fiebre o al empleo de fármacos distintos de los que se emplean en el tratamiento de la ascariasis o de anestésicos. Los pa- cientes que albergan un elevado número de larvas pueden experimentar también dolor abdominal, fiebre, distensión del abdomen y vómitos. Diagnóstico de laboratorio El examen del sedimento de heces concentradas revela la presencia de huevos fecundados y no fecundados con Figura 83-3 Huevo de Enterobius vermicularis. Los huevos de paredes finas miden 50-60 mm × 20-30 mm, tienen forma oval y están aplanados en un lado (no porque el niño se siente sobre ellos, aunque eso sea una forma fácil de correlacionar la morfología del huevo con la epidemiología de la enfermedad). Figura 83-4 Ciclo vital de Ascaris lumbricoides. NEMAtODOS 781 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. protuberancias y teñidos por la bilis. Los huevos son ovalados y tienen una longitud de 55-75 mm y una anchura de 50 mm. La cubierta externa de pared gruesa puede perderse de ma- nera parcial (huevo decorticado). En ocasiones se elimi- nan gusanos adultos con las heces, lo que suele constituir un episodio bastante espectacular dado su gran tamaño (25-30 cm de longitud) (v. fig. 83-1). El radiólogo también puede visualizar los gusanos en el intestino y la colangiografía revela con frecuencia su presencia en las vías biliares. La fase pulmonar de la enfermedad se puede diagnosticar por el hallazgo de larvas y eosinófilos en el esputo. Tratamiento, prevención y control El tratamiento de la infección sintomática es muy eficaz. El fármaco de elección es mebendazol y como alternativas se emplean pamoato de pirantel y piperazina. Los pacientes con diversos parásitos en las heces (A. lumbricoides, otros helmintos, Giardia lamblia y Entamoeba histolytica) deben recibir primero tratamiento para la ascariasis con el fin de no provocar la migración de Ascaris con posible perforación intestinal. La formación, la mejora de las condiciones sanita- rias y la no utilización de heces procedentes del ser humano como fertilizantes son medidas de gran importancia. Se ha sugerido el empleo de un programa de tratamiento masivo en áreas con altas tasas de endemicidad, aunque quizá resulte imposible aplicarlo por su elevado coste. Además, los huevos pueden persistir en el suelo contaminado durante 3 años o más. Con toda certeza, la mejora en la higiene personal en las personas que manipulan alimentos representa un aspecto importante en el control de esta parasitosis. toxocara y BayliSaScariS Fisiología y estructura Toxocara canis, Toxocara cati y Baylisascaris procyonis son gusanos de tipo áscaris que son parásitos naturales de los intestinos de los perros, los gatos y los mapaches, respecti- vamente. Estos microorganismos pueden infectar de forma accidental a las personas provocando cuadros conocidos como larva migratoria visceral (LMV), larva migratoria neural (LMN) y larva migratoria ocular (LMO). Cuando se ingie- ren, los huevos de estos gusanos pueden madurar a formas larvarias que no pueden seguir el ciclo de desarrollo normal que tienen en su hospedador natural. Pueden penetrar en el intestino humano y alcanzar el torrente sanguíneo y después migrar en forma de larva a distintos tejidos humanos. Las especies de Toxocara sonla causa más frecuente de LMV y LMO, mientras que B. procyonis se reconoce cada vez más como causa de LMN mortal. Aunque las especies de Toxo cara no superan la fase de larva migratoria, las larvas de B. procyonis siguen creciendo hasta alcanzar un gran tamaño en el hospedador humano. Epidemiología Siempre que existen perros y gatos infectados, los huevos suponen una amenaza para las personas. El contacto con ma- paches o sus heces también supone un riesgo de infección por B. procyonis. Esto afecta de forma especial a los niños, que pueden ingerir los huevos como consecuencia de su tendencia a llevarse los objetos y la tierra a la boca. Enfermedades clínicas (caso clínico 83-2) Las manifestaciones clínicas de la LMV, la LMN y la LMO en el ser humano se deben a la migración de las larvas a través de los tejidos. Cualquier tejido puede resultar afectado, con el consiguiente sangrado, formación de granulomas eosinófilos y necrosis. Aunque los pacientes pueden estar asintomáticos o presentar únicamente eosinofilia, también pueden presentar una entidad grave dependiendo de la cantidad y la localización de las lesiones producidas por las larvas y del grado de sensibilización CASO CLÍNICO 83-1 Ascariasis hepática Hurtado y cols. (N Engl J Med 2006;354:1295-1303) describieron el caso de una paciente de 36 años que consultó por dolor abdominal de repetición en el cuadrante superior derecho (CSD). Un año antes había presentado dolor en el CSD, alteraciones de las pruebas de función hepática y serología positiva para la hepatitis C. La ecografía abdominal mostró dilatación biliar y la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE) permitió observar múltiples cálculos en el colédoco, el conducto hepático izquierdo y el conducto intrahepático izquierdo. Se consiguió extraer la mayor parte de estos cálculos. El estudio de las muestras de aspiración del conducto biliar fue negativo para huevos y parásitos. Un mes antes del ingreso actual la paciente sufrió dolor de repetición en el CSD con ictericia. La nueva CPRE realizada mostró múltiples cálculos en los conductos colédoco y hepático izquierdo, que se extrajeron de forma parcial. Un mes más tarde la paciente fue ingresada con dolor epigástrico intenso y fiebre. La paciente era natural de Vietnam y había emigrado a EE.UU. a principios de la tercera década de su vida. No refería viajes recientes. La TC abdominal con contraste mostró alteraciones de la perfusión en el lóbulo hepático izquierdo con dilatación de las radiculares biliares izquierdas en las que existían múltiples defectos de repleción. La CPRE mostró una obstrucción parcial del conducto hepático principal izquierdo, con algunos cálculos pequeños y bilis purulenta. La resonancia magnética mostró un aumento difuso de la captación en el lóbulo izquierdo y la vena porta izquierda, sugestivos de inflamación. En los hemocultivos se identificó Klebsiella pneumoniae y el estudio de una muestra de heces identificó algunas larvas rabditiformes de Strongyloides stercoralis. Se colocaron endoprótesis biliares y la paciente recibió levofloxacino. A las 2 semanas fue ingresada en el hospital para someterse a una hepatectomía parcial para tratar una colangitis piógena de repetición. El estudio macroscópico del lóbulo hepático izquierdo mostró conductos biliares ectásicos que contenían cálculos teñidos de bilis. El estudio microscópico de los cálculos mostró colecciones de huevos de parásitos y un nematodo degenerado y fragmentado. En el laboratorio de microbiología se identificaron especies de Klebsiella en el cultivo. Estos hallazgos eran compatibles con una colangiohepatitis piógena de repetición por una infección por Ascaris lumbricoides y especies de Klebsiella. Además de los antibióticos para la infección bacteriana, la paciente recibió ivermectina para la infección por Strongyloides y albendazol para Ascaris. La migración aberrante de A. lumbricoides hacia el árbol pancreatobiliar, con la consiguiente puesta de huevos, seguida de la muerte y degeneración tanto del parásito como de los huevos, generó un nido para la formación de cálculos y la sobreinfección bacteriana secundaria. Aunque es poco frecuente en EE.UU., la ascariasis hepática es responsable de más del 35% de los casos de enfermedades biliares y pancreáticas en el subcontinente indio y en regiones del sudeste asiático. 782 MICROBIOLOGÍA MÉDICA del hospedador frente a los antígenos larvarios. Los órganos más frecuentemente afectados son los pulmones, el corazón, el riñón, el hígado, los músculos esqueléticos, los ojos y el sis- tema nervioso central (SNC). La LMN es una secuela frecuente de la infección por B. procyonis y se atribuye a la extensa mi- gración somática de las larvas de esta especie. El crecimiento continuado y la migración por el SNC producen un extenso daño mecánico tisular. Entre los signos y síntomas secundarios a la larva migratoria se incluyen tos, sibilancias, fiebre, exantema, anorexia, convulsiones, fatiga y dolor abdominal. La exploración física puede revelar hepatoesplenomegalia y lesiones cutáneas nodulares pruriginosas. Puede sobrevenir la muerte como consecuencia de insuficiencia respiratoria, arritmias cardíacas o lesión cerebral. Puede también producirse una enfermedad ocular por el desplazamiento de las larvas a través del ojo y confundirse con un retinoblastoma maligno; se requiere el diag- nóstico preciso para evitar una enucleación innecesaria del ojo. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico de la LMV, la LMN y la LMO está basado en la clínica, la presencia de eosinofilia, la exposición previa a gatos, perros y mapaches y la confirmación serológica. El análisis de inmunoadsorción ligada a enzimas constituye el mejor marcador serológico disponible. El examen de las heces de los pacientes infectados no resulta de utilidad, ya que las formas adultas productoras de huevos no están presentes. Sin embargo, el examen de las heces de los animales infectados confirma a menudo el diagnóstico. El examen histológico para llevar a cabo la detección de larvas puede proporcionar el diagnóstico definitivo, aunque podría resultar negativo a causa de un error en la toma de la muestra. Tratamiento, prevención y control El tratamiento es sobre todo sintomático, ya que los agentes antiparasitarios no ofrecen ningún efecto beneficioso. Se suele administrar tratamiento con antihelmínticos, como albendazol, mebendazol, dietilcarbamazina o tiabendazol. El mebendazol es también una alternativa aceptable. La corticoterapia puede resultar imprescindible en el paciente con afectación pulmonar, miocárdica o neurológica grave, ya que un componente impor- tante de la infección es la respuesta inflamatoria al microorga- nismo. Hasta la fecha, a pesar del tratamiento antihelmíntico de los casos de larva migratoria neural por B. procyonis, no se han descrito supervivientes que no hayan tenido secuelas. Esta zoonosis puede reducirse de forma espectacular si los dueños de los animales erradican de manera consciente los gusanos de dichos animales y recogen en los jardines y los patios de juego los restos fecales de sus animales. Las zonas recreativas y los campos de arena donde juegan los niños deben ser cui- dadosamente vigilados. No se debe permitir que los mapaches acudan a los domicilios o parques en busca de comida y se debe desaconsejar tener a estos animales como mascotas. trichuriS trichiura Fisiología y estructura Conocido en lengua inglesa como «gusano látigo» (whipworm) debido a que remeda el asidero y el látigo de una fusta (fig. 83-5), Trichuris trichiura tiene un ciclo vital sencillo (fig. 83-6). Las larvas procedentes de los huevos ingeridos nacen en el intestino delgado y migran hacia el ciego, donde penetran en la mucosa y maduran hasta convertirse en gusanos adultos. Tres meses después de la exposición, las hembras fecundadas comienzan a poner huevos en cantidades de hasta 3.000 a 10.000 aldía. La vida de las hembras se puede prolongar hasta 8 años. Los huevos se eliminan con las heces, maduran en el suelo y adquieren capa- cidad infecciosa a las 3 semanas. Los huevos son característicos del parásito y presentan una tinción biliar oscura, tienen forma de barril y poseen tapones en los polos de la cáscara (fig. 83-7). Epidemiología De modo similar a A. lumbricoides, la distribución de T. trichiura es universal y su prevalencia guarda relación directa CASO CLÍNICO 83-2 Baylisascariasis Gavin y cols. (Pediatr Infect Dis J 21:971-975, 2002) describieron el caso de un niño de 2 años y medio, previamente sano, que ingresó en el hospital con fiebre y encefalopatía de reciente aparición. Sus antecedentes no tenían interés salvo por la existencia de pica y geofagia y haber sido tratado con sulfato ferroso por una anemia con deficiencia de hierro. El niño había estado sano hasta 8 días antes del ingreso, cuando presentó una temperatura de 38,5 °C y tos leve. Tres días antes del ingreso sufrió una obnubilación progresiva con intensa somnolencia. Estaba irritable, confuso y atáxico. La familia residía en un suburbio de Chicago y no tenía contactos con enfermos o mascotas en casa. Tampoco refería viajes previos. Al ingreso el niño estaba obnubilado y febril, pero irritable y agitado cuando se le molestaba. Se encontró rigidez de nuca con hipertonía generalizada, hiperreflexia y respuestas extensoras plantares bilaterales. Existía leucocitosis y eosinofilia. El estudio del líquido cefalorraquídeo (LCR) mostró un aumento de las proteínas y los leucocitos con un 32% de eosinófilos. La técnica de Gram, la tinción para microorganismos ácido-alcohol resistentes y la tinta china y los antígenos bacterianos y criptocócicos fueron todos negativos. Se inició tratamiento empírico con antibacterianos y antivirales de amplio espectro; sin embargo, el paciente entró en coma con opistótonos, postura de descerebración, hipertonía y temblor. La resonancia magnética craneal mostró áreas de aumento de la señal en los dos hemisferios cerebelosos. Los cultivos para bacterias, hongos, micobacterias y virus del LCR y la sangre fueron negativos. También lo fueron las serologías de virus y la determinación de anticuerpos frente a Toxocara, cisticercosis, coccidioidomicosis, blastomicosis e histoplasmosis. Una anamnesis epidemiológica detallada indicó que 18 días antes del ingreso la familia había acudido a un picnic en un suburbio próximo. En las proximidades se veían de forma regular numerosos mapaches y se vio al paciente jugar con ellos y también comer tierra del suelo entre los árboles. Se identificaron anticuerpos en LCR y suero frente al tercer estadio de Baylisascaris procyonis mediante inmunofluorescencia indirecta (IFI), con títulos que aumentaron de 1/4 a 1/1.024 en un período de 2 semanas. El paciente recibió tratamiento con albendazol y corticoides durante 4 semanas, pero ha mantenido una afectación grave con espasticidad generalizada importante y ceguera cortical. El análisis posterior del suelo y los restos del campo de juegos infantil mostró miles de huevos de B. procyonis infecciosos. Este caso ilustra los devastadores efectos de la larva migratoria neural. En muchas regiones de América del Norte, hay grandes poblaciones de mapaches con tasas elevadas de infección endémica por B. procyonis (p. ej., 60-80%) que viven cerca de las personas, lo que parece indicar un riesgo notable de infección humana. NEMAtODOS 783 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. con las condiciones sanitarias deficientes y el uso de las heces procedentes del ser humano como fertilizantes. No se cono- cen reservorios en otros animales. Enfermedades clínicas En general, las manifestaciones clínicas de la trichuriasis dependen de la carga de gusanos. La mayoría de las infeccio- nes están producidas por un número pequeño de parásitos y son asintomáticas, aunque se pueden producir infecciones bacterianas secundarias debido a que las cabezas de estos helmintos penetran hasta porciones profundas de la mucosa intestinal. La infección por numerosas larvas puede ocasionar dolor y distensión abdominal, diarrea sanguinolenta, debi- lidad y pérdida de peso. Puede sobrevenir una apendicitis cuando los gusanos obstruyen la luz, y en los niños se observa prolapso rectal debido a la irritación y el esfuerzo durante la defecación. Las infecciones graves pueden cursar también con eosinofilia y anemia. Diagnóstico de laboratorio El examen de las heces muestra los característicos huevos teñidos de bilis y dotados de tapones polares (v. fig. 83-7). Puede ser difícil detectar las infecciones leves debido a la escasez de huevos en las muestras de heces. Tratamiento, prevención y control El fármaco de elección es mebendazol o albendazol. Como en el caso de A. lumbricoides, la prevención se basa en la formación, una buena higiene personal, unas condiciones sanitarias adecuadas y no usar las heces procedentes del ser humano como fertilizantes. AnquilostomAs Ancylostoma duodenale y Necator americanus Fisiología y estructura Los dos anquilostomas que infectan al ser humano son Ancylos toma duodenale (anquilostoma del Viejo Mundo) y Necator americanus (anquilostoma del Nuevo Mundo). Únicamente se diferencian en la distribución geográfica, la estructura de las piezas bucales (fig. 83-8) y el tamaño, por lo que ambas especies se expondrán de manera conjunta. La fase del ciclo vital que se desarrolla en el ser humano se inicia cuando una larva filariforme (forma infecciosa) penetra a través de la piel intacta (fig. 83-9). La larva pasa posteriormente al torrente circulatorio, es transportada hasta los pulmones y, al igual que A. lumbricoides, sale del árbol respiratorio a través de la tos, se deglute y se transforma en gusano adulto en el intes- tino delgado. El gusano adulto de N. americanus posee una cabeza en forma de gancho. Cada hembra pone de 10.000 a 20.000 huevos diarios que se liberan con las heces. La puesta de huevos comienza 4-8 semanas después de la exposición inicial y puede persistir durante 5 años. En contacto con el suelo, las larvas rabditiformes (no infecciosas) salen de los huevos y, tras un período de 2 semanas, se transforman en larvas filariformes, capaces de atravesar la piel expuesta (p. ej., cuando se anda descalzo) e iniciar un nuevo ciclo de infección en el ser humano. Ambas especies poseen piezas bucales diseñadas para suc- cionar sangre del tejido intestinal lesionado. A. duodenale posee dientes quitinosos, mientras que N. americanus exhibe placas cortantes de quitina (v. fig. 83-8).Figura 83-6 Ciclo vital de Trichuris trichiura. Figura 83-7 Huevo de Trichuris trichiura. Los huevos tienen forma de barril, miden 50 × 24 mm y muestran una pared gruesa y dos tapones pro- minentes en los extremos. En el interior existe un óvulo no segmentado. Figura 83-5 Macho adulto de Trichuris trichiura. (De John DT, Petri WA Jr: Markell and Vogés medical parasitology, 9.ª ed., Filadelfia, 2006, Elsevier.) 784 MICROBIOLOGÍA MÉDICA Epidemiología La transmisión de la infección requiere que las heces con huevos se depositen en suelos sombreados y bien drenados, y se ve favorecida por el clima húmedo y cálido (tropical). Las infecciones por anquilostomas se encuentran en todo el mundo, en zonas donde el contacto directo con el suelo contaminado puede provocar la enfermedad en el ser huma- no, pero son más frecuentes en regiones cálidas tropicales y subtropicales, así como en el sur de EE.UU. Se estima que más de 900 millones de personas están infectadas por anquilostomas en todo el mundo, incluyendo 700.000 en EE.UU. Enfermedades clínicas Las larvas capaces de atravesar la piel pueden producir una reacción alérgica con exantema en el punto de entrada y su migración a los pulmones puede originar neumonitis y eosinofilia. Los gusanos adultos producen síntomas gas-trointestinales, como náuseas, vómitos y diarrea. La pérdida de sangre originada por los gusanos al alimentarse puede provocar anemia hipocrómica microcítica. Se estima que esta pérdida diaria es de 0,15-0,25 ml por cada A. duodenale adulto y de 0,03 ml por cada N. americanus adulto. En las in- fecciones crónicas y graves se puede encontrar degeneración y retraso del desarrollo mental y físico como consecuencia de la anemia hemorrágica y de las deficiencias nutricionales. Además, el intestino puede sufrir una infección secundaria por bacterias cuando los gusanos migran a través de la mu- cosa intestinal. Diagnóstico de laboratorio El examen de heces muestra los característicos huevos segmentados y no teñidos de bilis (v. fig. 83-10). No hay larvas en las muestras de heces, a menos que la muestra se deje a temperatura ambiente durante 1 día o más. No es posible distinguir los huevos de A. duodenale de los de N. americanus. Resulta necesario examinar las larvas para poder identificar cada especie, aunque la distinción carece de utilidad clínica. Figura 83-9 Ciclo vital de anquilostomas humanos. Figura 83-10 Huevo de anquilostoma humano. Los huevos miden 60-75 mm de largo y 35-40 mm de ancho, tienen una cáscara fina y contie- nen una larva en desarrollo. Figura 83-8 Microscopia electrónica de barrido de las bocas de anquilostomas adultos. A, Ancylostoma duodenale (×630). B, Necator america- nus (×470). (De Peters W, Pasvol G: Atlas of tropical medicine and parasitology, 6.ª ed., Filadelfia, 2007, Elsevier.) NEMAtODOS 785 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Tratamiento, prevención y control Los fármacos de elección son mebendazol y albendazol y como alternativa se emplea pamoato de pirantel. Ade- más de la erradicación de los gusanos para detener la pérdida de sangre, está indicada la administración de hierro con el fin de corregir la anemia resultante. En los casos de anemia grave pueden ser necesarias transfusiones sanguíneas. La educación, la mejora de las condiciones sanitarias y la elimi- nación controlada de las heces procedentes del ser humano son medidas de gran importancia. El simple hecho de usar calzado en las áreas endémicas ayuda a reducir la prevalencia de la infección. Ancylostoma braziliense Fisiología y estructura Ancylostoma braziliense, una especie de anquilostoma, es un parásito intestinal natural de perros y gatos que infecta de modo accidental al ser humano. Produce una enfermedad llamada apropiadamente larva migratoria cutánea, aunque también se conoce como erupción reptan- te. Las larvas filariformes de este anquilostoma penetran a través de la piel intacta, pero no pueden desarrollarse más en el ser humano. Las larvas permanecen atrapadas en la piel del hospedador equivocado durante semanas o meses; vagan por el tejido subcutáneo y originan túneles serpenteados. Epidemiología De modo similar a lo que sucede con los áscaris, el peligro de infección es mayor para los niños que entran en contac- to con tierra o arena contaminadas por heces de animales portadores de huevos de anquilostomas. Las infecciones son frecuentes durante todo el año en las playas y las regiones subtropicales y tropicales. Durante el verano se producen algunos casos en zonas situadas en regiones muy septen- trionales, como la frontera entre Canadá y EE.UU. Enfermedades clínicas Las larvas migratorias pueden provocar una grave reacción eritematosa y vesicular. El prurito y el rascado de la piel irritada facilitan la infección bacteriana secundaria. Aproxi- madamente la mitad de los pacientes desarrollan infiltrados pulmonares transitorios con eosinofilia periférica (síndrome de Löffler), probablemente por migración de las larvas a través de los pulmones. Diagnóstico de laboratorio A veces se observan larvas en la biopsia cutánea o tras la congelación de la piel, pero la mayoría de los diagnósticos se basan en el aspecto clínico de los túneles y los antecedentes de contacto con heces de gatos o perros. Rara vez se detectan larvas en las muestras de esputo. Tratamiento, prevención y control El fármaco de elección es albendazol. Otras alternativas son ivermectina y tiabendazol. Los antihistamínicos pueden tener utilidad para controlar el prurito. Esta zoonosis, como la infección por áscaris de animales, se puede reducir concien- ciando a los propietarios de animales de compañía para que traten las infecciones helmínticas de los mismos y recojan las heces depositadas en parques, playas y campos de arena. En las áreas endémicas se deben utilizar zapatos o sandalias para prevenir la infección. StrongyloideS StercoraliS Fisiología y estructura Aunque la morfología de estos gusanos y la epidemiología de sus infecciones son semejantes a las de los anquilostomas, el ciclo vital de Strongyloides stercoralis (fig. 83-11) difiere en tres aspectos: 1) las larvas nacen en el intestino antes de que los huevos salgan al exterior con las heces; 2) las larvas pueden madurar hasta la fase filariforme y causar autoinfección, y 3) es posible un ciclo no parasitario de vida libre fuera del hospedador humano. En el ciclo vital directo, similar al de los anquilostomas, una larva de S. stercoralis penetra a través de la piel, pasa a la circulación y llega a los pulmones. Es expulsada con la tos y deglutida, y los parásitos adultos se desarrollan en el intestino delgado. Las hembras adultas se entierran en la mucosa del duodeno y se reproducen por partenogenia. Cada hembra deposita alrededor de una docena de huevos diarios, que hacen eclosión dentro de la mucosa y liberan larvas rabditiformes en la luz del intestino. Las larvas rabditiformes se diferencian de las de los anquilostomas por la cápsula bucal corta y el primordio genital grande. Se eliminan con las heces y pueden continuar el ciclo directo para transformarse en larvas filariformes o bien iniciar el ciclo indirecto al convertirse en gusanos adultos de vida libre. Durante el ciclo vital indirecto, las larvas presentes en el suelo se transforman en adultos de vida libre que producen huevos y nuevas larvas. Son posibles varias generaciones de vida no parasitaria antes de que las nuevas larvas adquieran nuevamente la capacidad de atravesar la piel intacta. Por último, en los casos de autoinfección, las larvas rab- ditiformes del intestino no salen al exterior con las heces, sino que se convierten en larvas filariformes. Estas formas atraviesan la mucosa intestinal o la piel perianal y siguen el ciclo a través de la circulación y las estructuras pulmonares, se eliminan con la tos y posteriormente son deglutidas; en este momento se convierten en adultos, produciendo más larvas dentro del intestino. Este ciclo se puede repetir durante Figura 83-11 Ciclo vital de Strongyloides stercoralis. 786 MICROBIOLOGÍA MÉDICA años y puede producir hiperinfección e infección masiva o diseminada, con frecuencia mortal. Epidemiología Similar a los anquilostomas en cuanto a requerimientos de temperatura cálida y un grado alto de humedad, S. stercoralis tiene una prevalencia baja, pero con una distribución geo- gráfica algo más amplia, que incluye el norte de EE.UU. y Canadá. También se produce transmisión sexual. Los animales de compañía actúan de reservorios. Enfermedades clínicas Los individuos con estrongiloidiosis sufren frecuentemente neumonitis por migración de las larvas, de modo similar a lo que sucede en las infecciones por áscaris y anquilostomas. La infección intestinal suele ser asintomática. Sin embargo, cuando el número de gusanos es muy grande se pueden ver afectados los conductos biliares y pancreáticos, todo el in- testino delgado y el colon, con inflamación y formación de úlceras que provocan dolor e hipersensibilidad en el epigas- trio, vómitos, diarrea (a veces con sangre) e hipoabsorción. Síntomas similares a los de la úlcera péptica, junto con eo- sinofilia periférica, son muy sugestivosde estrongiloidiosis. La autoinfección puede conducir a estrongiloidiosis cró- nica, que a veces persiste durante años incluso en áreas no endémicas. Aunque muchas de esas infecciones crónicas cur- san sin síntomas, hasta dos terceras partes de los pacientes ex- perimentan episodios sintomáticos atribuibles a la afectación de la piel, los pulmones y el tubo digestivo. Los individuos con una estrongiloidiosis crónica tienen riesgo de sufrir un síndrome por hiperinfección grave cuando el equilibrio entre el hospedador y el parásito se altera por cualquier fármaco o enfermedad que modifica el estado inmunitario del primero (caso clínico 83-3). El síndrome de hiperinfección se ve con mayor frecuencia en individuos inmunodeprimidos por enfer- medades neoplásicas (en especial neoplasias hematológicas) y/o tratamiento con corticoides. El síndrome de hiperinfec- ción se ha observado también tras un trasplante de órganos sólidos y en individuos desnutridos. La pérdida de la función inmunitaria celular se puede asociar a la conversión de las larvas rabditiformes en filariformes, seguida de disemina- ción a través de la circulación hasta prácticamente cualquier órgano. La mayoría de las veces la infección extraintestinal afecta a los pulmones y provoca broncoespasmo, infiltrados difusos y, en ocasiones, cavitación. No es rara la diseminación generalizada con invasión de ganglios linfáticos abdominales, hígado, bazo, riñones, páncreas, tiroides, corazón, cerebro y meninges. Entre los síntomas intestinales del síndrome de hiperinfección se incluyen diarrea intensa, hipoabsorción y alteraciones electrolíticas. Hay que destacar que este sín- drome de hiperinfección se asocia a una elevada mortalidad, cercana al 86%. Son frecuentes la septicemia bacteriana, la meningitis, la peritonitis y la endocarditis secundarias a la diseminación de las larvas desde el intestino, entidades que muchas veces presentan una evolución mortal. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico de estrongiloidiosis puede ser difícil dado que la eliminación del parásito es intermitente y se efectúa en pequeño número de larvas junto con las heces. El examen del sedimento concentrado de las heces revela la presencia de los parásitos (fig. 83-12), pero, a diferencia de lo que sucede en las infecciones por anquilostomas, no se suelen observar huevos en las infecciones por S. stercoralis. Al igual que en el caso de Giardia lamblia, se recomienda recoger una muestra diaria durante 3 días consecutivos, ya que las larvas de S. stercoralis pueden ser muy numerosas un deter- minado día y estar ausentes al siguiente. Varios autores han recomendado el método del embudo con gasa de Baermann CASO CLÍNICO 83-3 Hiperinfección por Strongyloides Gorman y cols. (Infect Med 23:480, 2006) describieron un caso de miositis necrosante complicado con una hemorragia alveolar difusa y sepsis tras el tratamiento con corticoides. El paciente era un varón de 46 años de origen camboyano con antecedentes de fenómeno de Raynaud. Consultó en reumatología por el agravamiento de los síntomas del síndrome de Raynaud con mialgias difusas. Trabajaba como camionero y había emigrado de Camboya 30 años antes. Los estudios de laboratorio demostraron un aumento importante de la creatina cinasa y la aldolasa. Las pruebas de función pulmonar indicaron una reducción de la capacidad vital forzada, del volumen espiratorio forzado y de la capacidad de difusión de monóxido de carbono. Una tomografía computarizada (TC) torácica de alta resolución demostró leves cambios en vidrio esmerilado en ambas bases pulmonares con engrosamiento de los tabiques interlobulillares. La biopsia muscular mostró necrosis de miocitos de distribución aleatoria, pero sin células inflamatorias. La broncoscopia no encontró alteraciones y todos los cultivos fueron negativos. Se empezó el tratamiento con prednisona por una sospecha de miopatía necrosante secundaria a una enfermedad del tejido conjuntivo indiferenciada. Al mes fue ingresado en el hospital con debilidad muscular intensa y disnea, que mejoraron tras la administración de metilprednisolona e inmunoglobulinas intravenosas. A las 3 semanas, el paciente fue ingresado de nuevo por fiebre, náuseas, vómitos, dolor abdominal y artralgias difusas. En la TC abdominal parecía existir una intususcepción del intestino delgado con colitis, pero los síntomas mejoraron sin tratamiento. Otra TC torácica de alta resolución demostró un patrón en panal de abeja inicial con empeoramiento de los infiltrados intersticiales. Se programó una biopsia pulmonar, pero mientras esperaba la realización de la biopsia, el paciente experimentó un deterioro abrupto y fulminante con hemoptisis e insuficiencia respiratoria hipoxémica, que exigieron intubación y ventilación mecánica. La radiografía de tórax mostró nuevos infiltrados difusos bilaterales. El paciente desarrolló un abdomen agudo con púrpura en la parte inferior del tronco. La TC abdominal indicó una pancolitis. A continuación presentó un shock séptico refractario causado por una bacteriemia por Escherichia coli y acidosis láctica. La broncoscopia mostraba una hemorragia alveolar difusa y la tinción de un aspirado de las secreciones endotraqueales identificó numerosas larvas de Strongyloides stercoralis. La serología fue positiva para los anticuerpos frente a Strongyloides. A pesar del tratamiento con ivermectina, albendazol, cefepima, vancomicina, vasopresores, corticoides y diálisis, el paciente falleció. Este caso de síndrome por hiperinfección por Strongyloides recuerda la importancia de detectar y tratar a las personas con riesgo de sufrir una infección latente por S. stercoralis (endémica en regiones tropicales y subtropicales) antes de iniciar el tratamiento con inmunodepresores. Se deben adoptar precauciones de contacto en pacientes con síndrome de hiperinfección porque los profesionales sanitarios y las visitas pueden desarrollar la infección por la exposición a las larvas infecciosas en las heces y secreciones de los pacientes. NEMAtODOS 787 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. para concentrar las larvas de S. stercoralis vivas en las mues- tras de heces. Se emplea un embudo con una llave de paso y un forro de gasa. El embudo se llena de agua templada hasta un nivel situado inmediatamente por encima de la gasa y la muestra de heces se coloca en la gasa parcialmente en contacto con el agua. Las larvas migran a través de la gasa hacia el agua y después se depositan en el cuello del embudo, donde es posible visualizarlas mediante microscopio de bajo aumento. Cuando no se detectan en las heces, las larvas se pueden detectar en los aspirados duodenales o en el esputo si la infección tiene carácter masivo. Por último, es posible el cultivo de las larvas fecales utilizando medios de carbón o una placa de agar, aunque la mayoría de los laboratorios no emplean de forma habitual esas técnicas. La demostración de anticuerpos frente a Strongyloides en la sangre puede ser útil como herramienta de detección selectiva o complemento para el diagnóstico. Tratamiento, prevención y control Todos los pacientes infectados deben ser tratados para prevenir la autoinfección y la posible diseminación (hiper- infección) del parásito. La ivermectina es el fármaco de elección; como alternativa estarían el albendazol o el me- bendazol. En pacientes de áreas endémicas en tratamiento inmunodepresor se deben examinar al menos tres muestras de heces para descartar la infección por S. stercoralis y evitar el riesgo de síndrome de hiperinfección. Se aplicarán medidas de control estrictas en la asistencia a pacientes con síndrome de hiperinfección, ya que las heces, la saliva, los vómitos y los líquidos corporales pueden contener larvas filariformes infecciosas. De modo similar a lo indicado para los anquilostomas, el control de S. stercoralis requiere for- mación, higieneadecuada y tratamiento sin dilación de las infecciones existentes. trichinella SpiraliS Fisiología y estructura Trichinella spiralis es la causa más importante de enfermedad en el ser humano, aunque otras especies, como T. pseudo spiralis o T. britovi, también pueden causar triquinosis. La forma adulta de este parásito vive en la mucosa duodenal y yeyunal de mamíferos carnívoros de todo el mundo. Las larvas infecciosas se encuentran en los músculos estriados de mamíferos tanto carnívoros como omnívoros. El cerdo es el animal doméstico que se afecta con mayor frecuencia. La figura 83-13 ilustra el ciclo vital simple y directo, que finaliza en la musculatura del ser humano, donde las larvas mueren y se calcifican. La infección comienza al ingerir carne que contiene larvas enquistadas. Las larvas son liberadas en el intestino delgado, donde se transforman en gusanos adultos en el plazo de 2 días. Una sola hembra fecundada produce más de 1.500 larvas en 1-3 meses. Esas larvas pasan desde la mucosa intestinal hasta el torrente sanguíneo y son transportadas con la circulación hacia diversos músculos de todo el cuerpo, donde se enrollan en las fibras musculares estriadas y se convierten en quistes (fig. 83-14). Entre los músculos invadidos con una frecuen- cia mayor se encuentran músculos extraoculares; la lengua; el deltoides, el pectoral y los intercostales; el diafragma, y el gastrocnemio. Las larvas enquistadas permanecen viables durante muchos años y transmiten la infección al ser ingeridas por un nuevo hospedador animal. Las larvas musculares de T. pseudospiralis no inducen la formación de un quiste y provocan menos inflamación que T. spiralis. Epidemiología La triquinosis se produce en individuos de todo el mundo y la prevalencia guarda relación con el consumo de carne de cerdo. Además de la transmisión por el cerdo, muchos carní- voros y omnívoros albergan el microorganismo y representan fuentes potenciales de infección para el ser humano. Cabe señalar que los osos polares y las morsas del Ártico causan brotes epidémicos en poblaciones del ser humano, especial- mente por una cepa de T. spiralis (T. natira) más resistente a la congelación que las cepas halladas en EE.UU. y en otras regiones templadas. Se estima que más de 1,5 millones de estadounidenses albergan quistes vivos de Trichinella en sus Figura 83-13 Ciclo vital de Trichinella spiralis. Figura 83-12 Larva de Strongyloides stercoralis. Las larvas miden 180-380 mm de largo y 14-24 mm de ancho. Se diferencian de las larvas de anquilostomas por la longitud de la cavidad bucal y del esófago, así como por la estructura del primordio genital. 788 MICROBIOLOGÍA MÉDICA músculos y que entre 150.000 y 300.000 se infectan por primera vez cada año. Enfermedades clínicas La triquinosis es una de las pocas parasitosis tisulares que se hallan todavía en EE.UU. Como en otras infecciones por parásitos, la mayoría de los pacientes padecen síntomas es- casos o nulos. El cuadro clínico depende en gran parte de la carga de microorganismos en los tejidos y de la localización de las larvas migratorias. Los pacientes con 10 larvas o me- nos por gramo de tejido suelen permanecer asintomáticos; aquellos con 100 o más microorganismos suelen presentar enfermedad significativa, y los que tienen entre 1.000 y 5.000 padecen un cuadro grave que puede provocar la muer- te. En las infecciones leves con pocas larvas migratorias, los pacientes pueden experimentar un síndrome seudogripal con fiebre y diarrea leves. En los casos con mayor número de larvas se observa fiebre persistente, molestias gastrointes- tinales, eosinofilia acusada, mialgias y edema periorbitario. También son un hallazgo común las hemorragias «en astilla» debajo de las uñas, atribuidas a vasculitis por las secreciones tóxicas de las larvas migratorias. En las infecciones con gran carga parasitaria pueden aparecer síntomas neurológicos graves, como psicosis, meningoencefalitis y accidente cere- brovascular. Los pacientes que sobreviven a la migración, la destrucción muscular y el enquistamiento de las larvas en los casos de infecciones moderadas experimentan mejoría de los síntomas clínicos a las 5 o 6 semanas. En los casos de triquinosis grave, la muerte se debe a una combinación de miocarditis, encefa- litis y neumonitis, y el paciente fallece entre 4 y 6 semanas después de la exposición. La invasión extensa y la destrucción del diafragma conducen, con frecuencia, a una parada res- piratoria. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico se suele establecer a partir del cuadro clínico, sobre todo en el contexto de un brote epidémico que se pueda atribuir al consumo de carne de cerdo u oso poco cocinada. La confirmación en el laboratorio se fundamenta en la demostración de la presencia de larvas enquistadas en la carne implicada o en las biopsias musculares. La eosinofilia marcada es característica de los pacientes con triquinosis. También se dispone de pruebas serológicas de confirmación. No se suelen encontrar títulos de anticuerpos significativos antes de la tercera semana de enfermedad, pero después pueden persistir durante años. Tratamiento, prevención y control El tratamiento de la triquinosis es sobre todo sintomático puesto que no existen fármacos eficaces frente a las larvas tisulares. El tratamiento de la infección intestinal por gusa- nos adultos con mebendazol puede detener la producción de nuevas larvas. Se recomiendan los corticoides para los síntomas graves, junto con tiabendazol o mebendazol. En las infecciones causadas por T. pseudospiralis puede ser eficaz el albendazol. Es esencial la formación acerca de la trans- misión a través de carne de cerdo y de oso, por lo que se debe recomendar cocinar estas carnes hasta que el interior de las piezas adquiera una coloración grisácea. La cocción en el microondas, el ahumado y la desecación no comportan la destrucción de las larvas. Las leyes que regulan el uso de basura como alimento para los cerdos ayudan a controlar la transmisión; también se debería regular la alimentación de los osos en depósitos de basuras y en parques forestales. La congelación de la carne de cerdo, según las normas federales para las plantas de en- vasado, ha reducido la transmisión. La congelación rápida del cerdo a −40 °C es eficaz para destruir los microorganismos; lo mismo sucede con el almacenamiento a −15 °C durante 20 días o más. wuchereria BancroFti y Brugia malayi Fisiología y estructura Dadas sus semejanzas, se estudiarán a la vez los parásitos Wuchereria bancrofti y Brugia malayi. La infección en el ser humano comienza con la transmisión de larvas infeccio- sas presentes en la saliva de los mosquitos a través de una picadura por estos vectores (fig. 83-15). Se considera que varias especies de mosquitos Anopheles, Aedes y Culex son vectores de las filariasis de Bancroft y malaya. Las larvas mi- gran desde la zona de la picadura hasta los linfáticos, sobre todo en los brazos, las piernas o las ingles, donde maduran hasta transformarse en parásitos adultos. Entre 3 y 12 meses después de la exposición inicial, los machos adultos fecun- dan a las hembras y éstas producen microfilarias envainadas que se abren camino hasta la circulación. La presencia de microfilarias en la sangre es diagnóstica de la parasitosis en el ser humano y esa fase puede infectar a nuevos mos- quitos que se alimentan de sangre. En el mosquito, las larvas pasan por el estómago y los músculos torácicos mientras van madurando y migran finalmente a la probóscide del insecto. Allí se convierten en larvas infecciosas de tercera fase y son transmitidas con la picadura del vector. La forma adulta puede persistir en el ser humano durante 10 años. Estos microorganismos albergan endosimbiontes bacterianos del género Wolbachia y dependen de estos endosimbiontes para sus actividades metabólicas y reproductivas normales. Este aspecto suscita la posibilidad de utilizar fármacos anti-bacterianos comunes, como la doxiciclina, para atacar a los gusanos filariásicos adultos. Epidemiología La infección por W. bancrofti se registra en áreas tropicales y subtropicales y es endémica en África Central, a lo largo Figura 83-14 Larva enquistada de Trichinella spiralis en una biopsia muscular. (De CDC Public Health Image Library.) NEMAtODOS 789 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. de la costa mediterránea y en muchas partes de Asia (como China, Corea, Japón y Filipinas). También existe en Haití, Trinidad, Surinam, Panamá, Costa Rica y Brasil. No se han identificado reservorios animales. B. malayi se distribuye sobre todo en Malasia, India, Tailandia, Vietnam y zonas de China, Corea, Japón y muchas islas del Pacífico. Se conocen reservorios animales, como gatos y monos. Enfermedades clínicas Algunos pacientes no muestran signos de enfermedad, a pe- sar de presentar una alta concentración de microfilarias en las muestras de sangre. Otros casos se manifiestan con síntomas agudos precoces, como fiebre, linfangitis, linfadenitis, es- calofríos y crisis febriles recurrentes. Se cree que el cuadro agudo está causado por la respuesta inflamatoria frente a la presencia de gusanos adultos en fase de muda y de parásitos muertos o moribundos en el interior de los vasos linfáticos. Conforme progresa la infección, los ganglios linfáticos se hipertrofian, quizás con afectación de diversas partes del cuerpo, entre las que figuran las extremidades, el escroto y los testículos, a veces con formación de abscesos. Esto se debe a la obstrucción física de los vasos linfáticos causada por la presencia de gusanos adultos y por la reacción del hospedador. El proceso se puede complicar por infecciones bacterianas recurrentes que contribuyen al daño tisular. El engrosamiento y la hipertrofia de los tejidos infectados por los parásitos pueden conducir a un aumento del tamaño de dichos tejidos, sobre todo en las extremidades, que pro- gresan hacia la elefantiasis filariásica. Este tipo de filariasis representa una parasitosis crónica que causa debilidad y desfiguración y requiere diagnóstico y tratamiento inme- diatos. En ocasiones se observa ascitis y derrames pleurales por rotura de los linfáticos distendidos en las cavidades perito- neal o pleural. Diagnóstico de laboratorio Durante los episodios inflamatorios agudos suele existir eosi- nofilia; sin embargo, es necesario demostrar las microfilarias en la sangre para establecer el diagnóstico definitivo. Al igual que en el paludismo, las microfilarias se pueden hallar en las extensiones sanguíneas teñidas con Giemsa en infecciones producidas por W. bancrofti y B. malayi (figs. 83-16 y 83-17). La concentración de las muestras de sangre anticoagu- lada y de orina representa también una técnica con valor diagnóstico. Las extensiones de la capa sobrenadante sirven para concentrar los leucocitos y son útiles para la detección de microfilarias. La presencia de un pequeño número de microfilarias en la sangre se puede detectar mediante una técnica de filtración con membrana, para la cual la sangre anticoagulada se mezcla con solución salina y se hace pasar a través de un filtro de membrana con poros de 5 mm. Tras varios lavados con solución salina o agua destilada, el filtro puede examinarse al microscopio con el fin de visualizar las Figura 83-16 tinción con Giemsa de una microfilaria de Wuchereria bancrofti recubierta en un frotis de sangre; 245-295 mm de longi- tud × 7-10 mm de anchura. Figura 83-17 tinción con Giemsa de una microfilaria de Brugia malayi recubierta en un frotis de sangre; 180-230 mm de longitud × 5-6 mm de anchura. Figura 83-15 Ciclo vital de Wuchereria bancrofti. 790 MICROBIOLOGÍA MÉDICA microfilarias vivas, o bien se seca, se fija y se tiñe como se hace con la extensión sanguínea fina. Tanto W. bancrofti como B. malayi muestran tanto pe- riodicidad nocturna como periodicidad subperiódica en la producción de microfilarias. La periodicidad nocturna da lugar a un gran número de microfilarias en las muestras de sangre que se obtienen durante la noche, mientras que en la forma subperiódica, las microfilarias están presentes en todo momento, con un máximo por la tarde. W. bancrofti, B. malayi y Loa loa presentan una vaina en el estadio de microfilaria. Éste puede ser el primer paso para identificar los tipos específicos de filarias. La identifi- cación más exacta se basa en el estudio de las estructuras de la cabeza y la cola (fig. 83-18). Desde el punto de vista clínico, la identificación exacta de la especie no reviste una excesiva importancia puesto que el tratamiento de todas las filariasis es idéntico, con la excepción de Onchocerca volvulus. En los laboratorios de referencia se dispone también de pruebas serológicas para el diagnóstico. La detección de los antígenos de las filarias circulantes es prometedora, pero no se dispone de ella en todos los centros. Tratamiento, prevención y control El tratamiento proporciona escasos efectos beneficiosos en la mayoría de los casos de filariasis linfática crónica debido a la cicatrización y al linfedema. En la actualidad, el tratamien- to va dirigido contra la fase de microfilaria. El descubrimiento del endosimbionte bacteriano Wolbachia suscita la posibili- dad de utilizar antibióticos como la doxiciclina para combatir al gusano adulto. Esto es importante porque hasta la fecha no existen fármacos eficaces para tratar la fase adulta de estos gusanos parasitarios. El fármaco de elección para tratar las infecciones por microfilarias de W. bancrofti y B. malayi es la dietilcarbamazina (DEC). Se puede emplear también ivermectina y albendazol, a menudo combinados con DEC. La terapia de soporte y la cirugía para la obstrucción linfática pueden tener alguna utilidad estética. La formación sobre las infecciones filariásicas, el control de los mosquitos, el uso de prendas protectoras y de repelentes de insectos y el tratamiento de las infecciones para prevenir la transmi- sión son medidas esenciales. El control de las infecciones por B. malayi resulta más difícil debido a la presencia de la entidad en los reservorios animales. loa loa Fisiología y estructura El ciclo vital de Loa loa es similar al ilustrado en la figura 83-15, excepto por la participación como vector de una mosca picadora llamada Chrysops, la mosca del mango. Aproximada- mente 6 meses después de la exposición comienza la produc- ción de microfilarias, que puede persistir durante 17 años o más. Los gusanos adultos pueden migrar a través de los tejidos subcutáneos, los músculos y la parte anterior del ojo. Epidemiología L. loa se limita a la selva tropical ecuatorial de África y es endémico en las regiones tropicales de África occidental, la cuenca del Congo y ciertas zonas de Nigeria. Los monos de esas áreas actúan como reservorios en el ciclo vital y la mosca del mango funciona como vector del parásito. Enfermedades clínicas Los síntomas no suelen aparecer hasta aproximadamente un año después de la picadura de la mosca, ya que los gusanos tardan mucho tiempo en llegar a la fase adulta. Uno de los primeros signos de infección son los llamados edemas de Calabar o fugitivos. Esas tumefacciones son transitorias y suelen aparecer en las extremidades, y se producen cuando los gusanos migran a través de los tejidos subcutáneos para dar lu- gar a extensas áreas nodulares, dolorosas y pruriginosas. Dada la presencia de eosinofilia (50-70%), se cree que los edemas de Calabar son una consecuencia de las reacciones alérgicas frente a los gusanos o frente a sus productos metabólicos. Los gusanos L. loa adultos pueden migrar también bajo la conjuntiva y producir irritación, congestión dolorosa, edema de los párpados y trastornos de la visión. Como es natural, la presencia de un gusano en el ojo puede causar una ansiedad considerable en el paciente. Es posible que la infecciónse prolongue durante mucho tiempo y en algunos casos cursa sin síntomas. Diagnóstico de laboratorio La observación clínica de edemas de Calabar o la migración de los gusanos en el ojo, combinada con eosinofilia, deben alertar al médico para que considere la posibilidad de infección por Loa loa. Se pueden hallar microfilarias en la sangre (fig. 83-19). A diferencia de otras filarias, L. loa se puede detectar en la sangre, en especial durante las horas diurnas. Las pruebas serológicas pueden ser útiles para confirmar el diagnóstico, aunque su disponibilidad es escasa. Tratamiento, prevención y control La DEC es eficaz tanto frente a los gusanos adultos como frente a las microfilarias; sin embargo, la destrucción de los parásitos puede inducir reacciones alérgicas graves que exigen tratamiento con corticoides. Se ha demostrado que el alben- dazol o la ivermectina son eficaces para reducir la carga de microfilarias. Es posible conseguir la eliminación quirúrgica de los gusanos que migran a través del ojo o el puente nasal tras inmovilizarlos mediante la instilación de unas cuantas gotas de cocaína al 10%. Se considera esencial la formación res- pecto a la infección y su vector, sobre todo en los individuos que llegan a zonas con endemicidad conocida. La protección frente a las picaduras de moscas con mosquiteros, prendas de Figura 83-18 Diferenciación de las microfilarias. La identificación se basa en la presencia de una vaina que cubre la larva, así como en la dis- tribución de los núcleos en la región de la cola. A, Wuchereria bancrofti. B, Brugia malayi. C, Loa loa. D, Onchocerca volvulus. E, Mansonella perstans. F, Mansonella streptocerca. G, Mansonella ozzardi. NEMAtODOS 791 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. vestir apropiadas y repelentes de insectos, junto con el trata- miento de los individuos infectados, son también fundamen- tales para reducir la incidencia de la infección. Sin embargo, la presencia del parásito en reservorios animales (p. ej., monos) limita la posibilidad de controlar la enfermedad. GénEro ManSonella Las infecciones filariásicas por parásitos pertenecientes al género Mansonella son menos importantes que las ya des- critas, pero los médicos deben conocerlas, ya que existe la posibilidad de encontrar pacientes con estas infecciones. En numerosas ocasiones cursan sin síntomas, pero también pueden manifestarse con dermatitis, linfadenitis, hidrocele y, rara vez, obstrucción linfática con elefantiasis. Todas las especies de Mansonella tienen un estadio en su desarrollo de microfilarias sin vainas que se pueden encontrar en la sangre y en los tejidos subcutáneos, y se transmiten a través de moscas del agua (género Culicoides) o moscas ne- gras (género Simulium). La ivermectina es el tratamiento de elección para M. ozzardi y M. streptocerca, mientras que la DEC se emplea para M. perstans. La identificación a nivel de especie, si se desea hacer, puede obtenerse con extensiones sanguíneas, teniendo en cuenta la estructura de las microfila- rias (v. fig. 83-18). También se dispone de pruebas serológicas. La prevención y el control de la infección requieren medidas basadas en el uso de repelentes de insectos, mos- quiteras y otras precauciones, al igual que ocurre con otras enfermedades transmitidas por insectos. manSonella perStanS M. perstans se distribuye sobre todo en ciertas partes de Áfri- ca tropical y en América Central y del Sur. Puede producir reacciones cutáneas alérgicas y edemas de Calabar similares a los originados por L. loa. Los chimpancés y los gorilas actúan como reservorios. manSonella ozzardi M. ozzardi se distribuye básicamente en América Central y del Sur y en las Antillas. Puede producir hipertrofia de los ganglios linfáticos y, en algunos casos, hidrocele. No se conoce ningún hospedador reservorio de este parásito. manSonella Streptocerca M. streptocerca se distribuye sobre todo en África, especial- mente en la cuenca del río Congo. Puede producir edema cutáneo y, rara vez, una forma de elefantiasis. Los monos actúan como reservorios. onchocerca volvuluS Fisiología y estructura La infección es consecuencia de la transmisión de larvas de O. volvulus a través de la piel durante la picadura del vector Simulium o mosca negra (fig. 83-20). Las larvas migran desde la piel hasta el tejido subcutáneo y se trans- forman en machos y hembras adultos. Los gusanos adultos se encapsulan en nódulos subcutáneos fibrosos, en cuyo interior pueden permanecer viables hasta 15 años. La hem- bra, después de ser fecundada por el macho, comienza a producir hasta 2.000 microfilarias sin vaina diarias. Las microfilarias salen de la cápsula y migran hasta la piel, el ojo y otros tejidos corporales. Esas microfilarias sin vaina presentes en la piel son infecciosas para las mos- cas negras que pican a una persona portadora. Hay que destacar que todos los gusanos individuales y todas las etapas del ciclo vital contienen los endosimbiontes bac- terianos Wolbachia. En la actualidad se conoce que la eliminación de los endosimbiontes mediante tratamiento antibiótico produce inhibición del desarrollo de los gu- sanos, bloquea la embriogénesis y la fertilidad y reduce la viabilidad de los gusanos. Se piensa que diversas vías bioquímicas que se encuentran intactas en Wolbachia, pero ausentes o incompletas en el nematodo, incluyendo la biosíntesis de cofactores enzimáticos, nucleótidos y hemo, pueden ser la contribución de la bacteria a la biología del nematodo. Figura 83-20 Ciclo vital de Onchocerca volvulus. Figura 83-19 tinción con Giemsa de una microfilaria de Loa loa recubierta en un frotis de sangre; 230-250 mm de longitud × 6-9 mm de anchura. 792 MICROBIOLOGÍA MÉDICA Epidemiología O. volvulus es endémico en muchas partes de África, sobre todo en las cuencas de los ríos Congo y Volta. En el hemis- ferio occidental también se distribuye en numerosos países de América Central y del Sur. La oncocercosis afecta a más de 18 millones de individuos en todo el mundo y causa cegue- ra en aproximadamente el 5% de los infectados. Actúan como vectores varias especies de moscas negras del género Simulium, pero ninguna tiene un nombre tan apro- piado como el vector principal Simulium damnosum («mosca negra dañina»). Esta mosca negra, o mosca de los búfalos, cría en riachuelos de aguas rápidas, lo que hace casi imposible el control o la erradicación mediante insecticidas puesto que las sustancias químicas son arrastradas rápidamente de los huevos y las larvas. La prevalencia de infección es mayor en los varones en las zonas endémicas debido a que suelen trabajar cerca de ríos donde crían las moscas negras. Los estudios en áreas endémicas de África han demostrado que el 50% de los varones sufren ceguera total antes de los 50 años de edad. Esto explica el nombre común de ceguera del río, con el que se conoce a la oncocercosis. El temor a la enfermedad ha creado un problema adicional en muchas partes de África, pues aldeas completas abandonan las tierras fértiles próximas a los ríos que podrían producir una cantidad considerable de alimentos. Al huir de la enfermedad, las poblaciones migratorias se asientan a continuación en áreas donde se enfrentan a hambrunas. Enfermedades clínicas (caso clínico 83-4) La oncocercosis clínica se caracteriza por la afectación de la piel, el tejido subcutáneo, los ganglios linfáticos y los ojos. Las manifestaciones clínicas de la infección se deben a la reacción inflamatoria aguda y crónica frente a los antígenos liberados por la microfilaria conforme migra a través de los tejidos. El período de incubación desde las larvas infecciosas hasta los gusanos adultos varía entre algunos meses y 1 año. La pa- rasitosis se manifiesta con fiebre, eosinofilia y urticaria. Cuan- do los gusanos maduran, copulan y producen microfilarias, comienzan a aparecer nódulos subcutáneos que pueden encontrarse en cualquierparte del cuerpo. Esos nódulos son más peligrosos cuando aparecen en la cabeza y el cuello debido a que las microfilarias pueden migrar hasta los ojos y causar daños tisulares graves con riesgo de ceguera. Se cree que la enfermedad ocular se debe a una combinación de la invasión directa por microfilarias y al depósito de com- plejos antígeno-anticuerpo en el seno de los tejidos oculares. En la actualidad se sabe que el endosimbionte bacteriano Wolbachia desempeña un papel importante en la patogenia inflamatoria de la oncocercosis. La liberación de Wolbachia en la córnea tras la muerte de la microfilaria produce edema y opacidad corneal al inducir la infiltración y la activación de neutrófilos y macrófagos en el estroma corneal. El cuadro clínico evoluciona desde la conjuntivitis con fotofobia hasta la queratitis puntiforme y esclerosante. También es posible la enfermedad ocular interna, con uveítis anterior, coriorretinitis y neuritis óptica. En la piel, el proceso inflamatorio conduce a pérdida de elasticidad y áreas de despigmentación, engrosamiento y atrofia. Diversas alteraciones cutáneas guardan relación con la presencia del parásito, entre las que cabe citar prurito, hiperqueratosis y engrosamiento mixedematoso. Una forma de elefantiasis, conocida como ingle colgante, aparece cuando los nódulos que albergan al parásito se localizan en la proxi- midad de los genitales. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico de oncocercosis se establece mediante la demostración de la presencia de las microfilarias en pre- paraciones de piel tomada de la región infraescapular o glútea. La muestra se obtiene elevando la piel con una aguja y afeitando la capa epidérmica con una cuchilla. La muestra se incuba en solución salina durante varias horas y después se inspecciona con un microscopio de disección para visualizar microfilarias sin vaina (fig. 83-21). En los pacientes con enfermedad ocular, el microorganismo se puede observar también en la cámara anterior con la ayuda de una lámpara de hendidura. Los métodos serológicos que utilizan antígenos recombinantes, igual que la reacción en cadena de la polimerasa, han sido útiles para detectar el ácido desoxirribonucleico (ADN) de oncocerca en biopsias cutáneas. Tratamiento, prevención y control Muchas veces se procede a la extirpación quirúrgica del nódulo encapsulado para eliminar los gusanos adultos y detener la producción de microfilarias (fig. 83-22). Además, se recomienda el tratamiento con ivermectina. Una única dosis oral de ivermectina (150 mg/kg) reduce considera- blemente el número de microfilarias en la piel y los ojos, disminuyendo así la posibilidad de desarrollar un cuadro de oncocercosis incapacitante. En las zonas endémicas se puede repetir la dosis de ivermectina cada 6-12 meses para mantener la supresión de las microfilarias dérmicas y oculares. La supresión de las microfilarias en la piel re- duce la transmisión del parásito al vector, por lo que el tratamiento masivo puede representar una estrategia útil para la prevención de la oncocercosis. Actualmente no se dispone de ningún indicio de peso acerca de la adquisición de resistencia a ivermectina por O. volvulus; no obstante, es conveniente considerar la posibilidad de aparición de resis- tencia cuando se emplee un único fármaco para controlar CASO CLÍNICO 83-4 Oncocercosis Imtiaz y cols. (Infect Med 22:187-189, 2005) describieron el caso de un varón de 21 años que emigró de Sudán a EE.UU. Un año antes de presentar un exantema maculopapuloso con prurito importante. El exantema y el prurito tenían 3-4 años de evolución. Previamente, el paciente había recibido múltiples tratamientos por este trastorno, incluidos corticoides, pero sin mejorar. El paciente no refería síntomas sistémicos, aunque tenía visión borrosa. A la exploración física, la piel estaba algo engrosada en distintas regiones corporales y presentaba lesiones maculopapulosas dispersas con aumento de la pigmentación; algunas lesiones tenían nódulos queloideos y estaban arrugadas. No se palpaban adenopatías. El resto de la exploración era normal. Dada la presencia de un intenso prurito que no respondía al tratamiento, con visión borrosa, y la prevalencia de oncocercosis en su país de origen, se obtuvieron muestras de biopsia de la piel de la región escapular. El estudio histológico identificó microfilarias de Onchocerca volvulus. Se recetó ivermectina y el paciente respondió al tratamiento. La oncocercosis, aunque es rara en EE.UU., se debe tener en consideración en inmigrantes y expatriados con síntomas sugestivos cuando proceden de regiones en las que esta enfermedad es endémica. NEMAtODOS 793 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. la parasitosis con dosis variables a lo largo de un período prolongado. Ensayos clínicos realizados en humanos con fármacos frente a Wolbachia, como la doxiciclina, han demostrado actividad esterilizante y macrofilaricida. Por tanto, se recomienda la administración de 200 mg/día de doxiciclina durante 6 semanas a los pacientes en los que se desea la mayor actividad macrofilaricida posible y que se han desplazado de las áreas endémicas con transmisión de la enfermedad persistente. Es esencial la formación acerca de la enfermedad y la transmisión por la mosca negra. La protección frente a las picaduras mediante el uso de prendas protectoras, mosqui- teros y repelentes de insectos, así como el diagnóstico y el tratamiento rápidos de las infecciones para prevenir la nue- va transmisión, son medidas importantes. Aunque el control de la reproducción de las moscas negras resulta complicado debido al arrastre de los in- secticidas por el agua de los ríos, es posible que algún método de control biológico del vector comporte la dis- minución de la reproducción de las moscas y la transmisión de la parasitosis. diroFilaria immitiS Varias filarias transmitidas por mosquitos infectan a perros, gatos, mapaches y linces en la naturaleza y, en ocasiones, al ser humano. Dirofilaria immitis, el gusano del corazón del perro, es notorio por formar una bola con consecuen- cias mortales en el corazón de los perros. Este nematodo puede infectar también al ser humano, produciendo un nódulo subcutáneo o una lesión numular en el pulmón. Sólo muy rara vez se han encontrado esos gusanos en el corazón humano. La lesión numular en el pulmón plantea un problema diagnóstico tanto para el radiólogo como para el cirujano, ya que remeda un tumor maligno que ha de ser eliminado con cirugía. No obstante, ninguna de las pruebas de labo- ratorio disponibles en la actualidad puede proporcionar un diagnóstico exacto de dirofilariasis. La eosinofilia pe- riférica es rara y las características radiográficas resultan insuficientes para distinguir entre dirofilariasis pulmonar y carcinoma broncógeno. Las pruebas serológicas no son suficientemente específicas o sensibles como para evitar la intervención quirúrgica. El diagnóstico definitivo se establece cuando se examina al microscopio la muestra quirúrgica, lo que revela las típicas secciones transversales del parásito. La transmisión de las infecciones por filarias se puede controlar mediante la lucha contra los mosquitos y el uso profiláctico de ivermectina en los perros. dracunculuS medinenSiS El nombre Dracunculus medinensis significa «pequeño dragón de Medina». Se trata de una infección muy antigua que, según algunos autores, correspondería a la «serpiente ardiente» descrita por Moisés durante el paso de los israelitas por el mar Rojo. Fisiología y estructura D. medinensis no es un gusano filariásico, sino un nema- todo tisular con importancia médica en muchas partes del mundo. Estos gusanos tienen un ciclo vital muy simple que requiere agua dulce y un microcrustáceo (copépodo) del género Cyclops (fig. 83-23). Cuando los copépodos que albergan larvas de D. medinensis son ingeridos con el agua por el ser humano
Compartir