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745© 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 81 Protozoos intestinalesy urogenitales Una veterinaria de 31 años refirió diarrea de 2 semanas de evolución. La diarrea fue descrita como leve, líquida y no sanguinolenta. La paciente describió de 10 a 14 deposiciones diarreicas por día, cuya frecuencia no fue alterada por diversas medicaciones antidiarreicas de venta sin receta médica. La exploración física reveló una mujer normalmente desarrollada y con un buen estado nutricional que parecía algo fatigada y ligeramente deshidratada. Los resultados de las exploraciones diagnósticas incluyeron una prueba serológica negativa para VIH, una exploración sigmoidoscópica normal y un cultivo de heces negativo para patógenos bacterianos. El examen microscópico de las heces no diagnosticó la presencia de leucocitos, y la prueba para la toxina de Clostridium difficile arrojó igualmente resultados negativos. Se remitió una muestra fecal para el examen de huevos y parásitos y, posteriormente a las medidas de concentración adecuadas, se observaron ovoquistes ácido-alcohol resistentes. 1. ¿Qué parásito se observó en las heces de la paciente? 2. ¿Cuál es la probable fuente de infección de esta mujer? 3. Si fuese VIH-positiva, ¿qué otros patógenos intestinales deberían considerarse? 4. ¿Qué otros métodos, además de la microscopia óptica, podrían utilizarse para el diagnóstico de la infección? 5. ¿Debería esta paciente recibir algún tratamiento antimicrobiano específico? En caso afirmativo, ¿qué tratamiento podría prescribirse? En caso negativo, ¿por qué no? Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es Los protozoos pueden colonizar e infectar la bucofaringe,el duodeno y el intestino delgado, el colon y el aparato urogenital del ser humano. La mayoría de estos parásitos pertenecen a las amebas y los flagelados; sin embargo, tam- bién pueden observarse infecciones por parásitos ciliados, coccidios o microsporidios (tabla 81-1). Estos microorganis- mos se transmiten por vía fecal-oral. En EE.UU., la trans- misión de los protozoos intestinales es particularmente problemática en las escuelas infantiles, donde se han des- crito diversas epidemias de diarrea provocada por especies de Giardia o Cryptosporidium. En otras zonas del mundo, la extensión o la diseminación de las infecciones protozoarias intestinales puede controlarse, en parte, por la mejora de la sanidad y por la cloración y el filtrado de los suministros de agua; sin embargo, estas medidas pueden ser difíciles o imposibles de conseguir en numerosos países en vías de desarrollo. AmeBAs Las amebas son microorganismos unicelulares primitivos. Su ciclo vital es relativamente sencillo y se divide en dos fases, la fase de crecimiento con movilidad activa (trofozoí- to) y la fase quiescente resistente e infecciosa (quiste). La replicación se realiza mediante fisión binaria (división del trofozoíto) o mediante el desarrollo de numerosos trofo- zoítos en el interior del quiste multinucleado maduro. La motilidad se logra a través de la extensión de un seudópodo («falso pie») con la extrusión del ectoplasma celular y el posterior arrastre del resto de la célula, en un movimiento semejante al de un caracol, para reunirse con el seudópodo. Los trofozoítos amebianos permanecen móviles de forma activa tanto tiempo como el entorno sea favorable. La forma quística se desarrolla cuando la temperatura ambiente o la humedad descienden. La mayoría de las amebas observadas en el ser humano son microorganismos comensales (Entamoeba coli, Entamoeba hartmanni, Entamoeba dispar, Entamoeba moshkovskii, Enta moeba gingivalis, Endolimax nana, Iodamoeba bütschlii). Sin embargo, Entamoeba histolytica es un importante patógeno para el ser humano. Otras amebas, principalmente Entamoeba polecki, pueden provocar enfermedad en el ser humano, aunque se aíslan de manera infrecuente. La patogenicidad de las especies de Blastocystis es todavía controvertida. Ciertas amebas de vida libre (Naegleria fowleri, especies de Acantha moeba) se encuentran presentes en el suelo y en charcas de agua dulce templada o en piscinas y pueden ser patógenos oportunistas en el ser humano y provocar meningoencefalitis o queratitis. Entamoeba histolytica Fisiología y estructura Las formas quísticas y los trofozoítos de E. histolytica se detectan en las muestras fecales procedentes de pacientes infectados (fig. 81-1). También pueden observarse trofozoí- tos en las criptas del intestino grueso. En heces recientes pueden observarse trofozoítos móviles, mientras que en las heces formadas los quistes constituyen, con frecuencia, las únicas formas que se reconocen. La distinción entre tro- fozoítos y quistes de E. histolytica y los de amebas comen- sales reviste importancia en el diagnóstico de la amebiasis. Patogenia Después de ser ingeridos, los quistes pasan a través del estómago, donde la exposición al ácido gástrico estimula 746 MICROBIOLOGÍA MÉDICA la liberación del trofozoíto patógeno en el duodeno. Los trofozoítos se dividen y provocan una extensa necrosis local en el intestino grueso. No se conoce adecuadamente el fundamento de esta destrucción tisular, aunque se atribuye a la producción de citotoxinas. La unión de los trofozoítos de E. histolytica a las células del hospedador mediante una proteína de adhesión inhibida por la galactosa es necesaria para que se produzcan la citólisis y la necrosis. La lisis de las células epiteliales colónicas, los neutrófilos, los linfocitos y los monocitos humanos por parte de los trofozoítos se asocia con una alteración letal de la permeabilidad de mem- brana de las células del hospedador, lo que provoca un aumento irreversible de las concentraciones intracelulares de calcio. La liberación de los constituyentes tóxicos de los neutrófilos como consecuencia de la lisis de estos neutró- filos puede contribuir a la destrucción tisular. Se observan úlceras en forma de matraz de la mucosa intestinal junto con inflamación, hemorragia e infección bacteriana secun- daria. Puede producirse una invasión de la mucosa más profunda con extensión hacia la cavidad peritoneal. Esto puede conllevar la afectación secundaria de otros órganos, principalmente el hígado, aunque también los pulmones, el cerebro y el corazón. La amebiasis extraintestinal se asocia a la forma de trofozoíto. Las amebas se encuentran únicamente en los ambientes donde existe una presión de oxígeno reducida debido a que los protozoos son destruidos por las concentraciones ambientales de oxígeno. Se ha empleado la unión a lectina, el análisis de cimo- demo, el análisis genómico del ácido desoxirribonucleico (ADN) y la tinción con anticuerpos monoclonales específicos como marcadores para identificar las cepas invasivas de E. histolytica. En la actualidad se sabe que la ameba identifi- cada morfológicamente como E. histolytica representa, en realidad, dos especies distintas. La especie patógena es E. histolytica y las especies no patógenas son E. dispar y E. moshkovskii. Los perfiles de cimodemo, así como las diferencias bioquímicas, moleculares e inmunológicas, son estables y refrendan la existencia de tres especies. Hay que destacar que estas tres especies resultan indistinguibles entre sí a nivel morfológico. Epidemiología E. histolytica presenta una distribución mundial. Aunque se encuentra en áreas frías como Alaska (EE.UU.), Canadá y Europa oriental, su incidencia es máxima en las regiones tropicales y subtropicales que presentan deficiencias sa- nitarias y aguas contaminadas. La prevalencia media de la infección en estas áreas es del 10-15% y de hasta el 50% de la población en algunas zonas. Muchos de los individuos infectados son portadores asintomáticos, lo que representa un reservorio para la diseminación de E. histolytica a otros individuos. La prevalencia de infección en EE.UU. es del 1-2%. Los pacientes infectados por E. histolytica eliminan tro-fozoítos no infecciosos y quistes infecciosos en sus heces. Los trofozoítos no pueden sobrevivir en el ambiente externo ni ser transportados a través del estómago si son ingeridos. Por este motivo, la principal fuente de contaminación de los alimentos y el agua es el portador asintomático que transmite los quistes. Éste es un problema especialmente preocupante en los hospitales psiquiátricos y militares, así como en campos de refugiados, prisiones y centros de asis- tencia con exceso de pacientes. Las moscas y las cucarachas pueden actuar también como vectores para la transmisión de los quistes de E. histolytica. Las aguas residuales que contienen quistes pueden contaminar los sistemas de dis- tribución del agua, manantiales, pozos y regadíos donde los excrementos humanos se utilizan como fertilizantes. Finalmente, los quistes pueden ser transmitidos por prác- ticas sexuales anales-orales y la amebiasis es prevalente en las poblaciones homosexuales. La transmisión directa de trofozoítos en los contactos sexuales puede provocar amebiasis cutánea. Enfermedades clínicas El resultado de la infección puede provocar un estado de portador, amebiasis intestinal o amebiasis extraintestinal. Si la cepa de E. histolytica tiene escasa virulencia, el inóculo es reducido o el sistema inmunitario del paciente se encuen- tra intacto, los microorganismos pueden reproducirse y los quistes pueden ser eliminados en las muestras fecales sin síntomas clínicos. Aunque las infecciones por E. histolytica Figura 81-1 Ciclo vital de Entamoeba histolytica. Tabla 81-1 Identificación morfológica de Entamoeba histolytica y Entamoeba coli E. histolytica* E. coli Tamaño (diámetro; mm) trofozoíto 12-50 mm 20-30 mm Quiste 10-20 mm 10-30 mm Patrón de cromatina nuclear periférica Anillo fino y disperso Irregular, en grumos Cariosoma Central, nítido Excéntrico, irregular Eritrocitos ingeridos Presentes Ausentes Estructura quística N.° de núcleos 1-4 1-8 Barras cromatoidales Extremos redondeados Extremos deshilachados, en esquirlas *E. histolytica resulta indistinguible desde el punto de vista morfológico de las especies comensales Entamoeba dispar y Entamoeba moshkovskii. PROtOzOOS INtEStINALES y UROGENItALES 747 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. pueden ser asintomáticas, la mayoría de los individuos asin- tomáticos se encuentran infectados por la formas no invasivas E. dispar y E. moshkovskii, como ponen de relieve los perfiles de isoenzimas específicas (cimodemos), las pruebas basadas en ADN, su sensibilidad para la lisis mediada por el com- plemento y su incapacidad para aglutinarse en presencia de lectina concanavalina A. La detección de los portadores de E. histolytica en áreas con escasa endemicidad es importante desde el punto de vista epidemiológico. Los pacientes con amebiasis intestinal desarrollan síntomas clínicos relacionados con la destrucción tisular localizada en el intestino grueso. Los síntomas comprenden dolor abdominal, cólicos y colitis con diarrea. La enfermedad más grave se caracteriza por la eliminación de numerosas heces sangui- nolentas durante el día. Los signos sistémicos de infección (fiebre, leucocitosis, escalofríos) se encuentran presentes en los pacientes con amebiasis extraintestinal. El hígado se encuentra afectado de forma predominante debido a que los trofozoítos en sangre son retirados del torrente sanguíneo a medida que pasan por este órgano para ser eliminados. La formación de abscesos es frecuente (v. caso clínico 81-1). El lóbulo hepático derecho se encuentra afectado con una mayor frecuencia. Se observa dolor en la región hepática con hepatomegalia y elevación del diafragma. Diagnóstico de laboratorio La identificación de los trofozoítos de E. histolytica (fig. 81-2), de los quistes en las heces y de los trofozoítos en los tejidos es diagnóstica de una infección amebiana. Debe prestarse atención para distinguir entre estas amebas y las amebas comensales, así como entre estas amebas y los leucocitos polimorfonucleares. El examen microscópico de las mues- tras fecales es poco sensible debido a que los protozoos no suelen distribuirse en la muestra de forma homogénea, y los parásitos se concentran en las úlceras intestinales y en los márgenes de los abscesos. Por este motivo, deben reco- gerse múltiples muestras fecales. La amebiasis extraintestinal se diagnostica en ciertas ocasiones mediante la utilización de técnicas de diagnóstico por imagen del hígado u otros órganos. Las pruebas serológicas específicas, junto con el examen microscópico del material del absceso, pueden confirmar el diagnóstico. Virtualmente, todos los pacientes con amebiasis hepática y la mayoría (más del 80%) de los que tienen una variante intestinal presentan hallazgos serológicos positivos en el momento de la presentación clínica. Este hecho puede CASO CLÍNICO 81-1 Virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y abscesos hepáticos amebianos Liu y cols. (J Clin Gastroenterol 33:64-68, 2001) describieron el caso de un varón homosexual de 45 años que desarrolló una amebiasis hepática e intestinal. El paciente consultó inicialmente por fiebre intermitente seguida de dolor en el hipocondrio derecho con diarrea. En el momento del ingreso estaba afebril y presentaba leucocitosis y alteraciones de las pruebas de función hepática. Los análisis de heces demostraron sangre oculta y leucocitos. Se realizó una colonoscopia y se detectaron múltiples úlceras bien definidas en el recto y el colon. El diagnóstico de colitis amebiana se confirmó mediante la identificación de numerosos trofozoítos en la biopsia del colon. El estudio ecográfico del abdomen demostró una gran masa heterogénea en el hígado, compatible con un absceso. El drenaje percutáneo del mismo obtuvo pus de aspecto achocolatado y el estudio de una biopsia del margen del absceso sólo mostró material necrótico sin presencia de amebas. La amplificación mediante reacción en cadena de la polimerasa del ARN ribosómico 16S de la ameba fue positiva en el aspirado, lo que sugiere infección por Entamoeba histolytica. El paciente recibió metronidazol seguido de yodoquinol para erradicar las amebas de la luz. La anamnesis obtenida con posterioridad indicó que había viajado a Tailandia 2 meses antes de manifestarse la enfermedad. La serología para VIH era también positiva. El paciente mejoró rápidamente con tratamiento antiamebiano y fue dado de alta con antirretrovirales. Aunque los quistes de las amebas se detectan con frecuencia en las heces de varones homosexuales, los estudios previos en países occidentales sugerían que casi todos los microorganismos identificados eran especies no patógenas, Entamoeba dispar, y se consideraba que la amebiasis invasiva era poco frecuente en individuos VIH-positivos. Este caso ilustra que la amebiasis invasiva, como este absceso hepático con colitis por amebas, se puede asociar a la infección por VIH. La posible asociación entre una amebiasis invasiva y la infección por VIH se debería recordar en pacientes con antecedentes de viajes o que residen en áreas endémicas para E. histolytica. Figura 81-2 trofozoíto (A) y quiste (B) de Entamoeba histolytica. Los trofozoítos son móviles y presentan un tamaño variable entre 12 y 60 mm (promedio, 15 a 30 mm). El único núcleo de la célula es redondo con un punto central (cariosoma) y una distribución uniforme de gránulos de cromatina alrededor de la membrana nuclear. Los eritrocitos ingeridos pueden observarse en el citoplasma. Los quistes tienen un tamaño inferior (10 a 20 mm con un promedio de 15 a 20 mm) y contienen entre uno y cuatro núcleos (normalmente cuatro). En el citoplasma pueden observarse barras cromatoidales redondeadas. (De CDC Public Health Image Library.) 748 MICROBIOLOGÍA MÉDICA ser menos útil en las áreas endémicas, donde la prevalencia de resultados serológicos positivos es superior. Lasexploraciones de las muestras fecales de pacientes con enfermedad ex- traintestinal arrojan, a menudo, resultados negativos. Además de las pruebas serológicas y de microscopia convencional, los investigadores han desarrollado diversas pruebas inmunológi- cas para la detección de antígenos fecales, así como estudios basados en la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) y en sondas de ADN para la detección de cepas patógenas de E. histolytica (frente a cepas no patógenas de E. dispar y E. moshkovskii). Estos nuevos métodos diagnósticos son prometedores y están disponibles en la actualidad. Tratamiento, prevención y control La amebiasis aguda fulminante se trata con metronidazol, se- guido de yodoquinol, furoato de diloxanida o paromomicina. El estado de portador asintomático puede erradicarse con yodoquinol, furoato de diloxanida o paromomicina. Como se ha destacado en párrafos precedentes, la infección en el ser humano se contrae por consumo de alimentos o agua contaminados con heces humanas o como consecuencia de prácticas sexuales específicas. La eliminación del ciclo de infección precisa la introducción de medidas sanitarias adecuadas y la formación acerca de las vías de transmisión. La cloración y el filtrado de los suministros de agua pueden limitar la extensión de estas y otras infecciones por protozoos, aunque no constituye una posibilidad real en numerosos países en vías de desarrollo. Los médicos deben alertar a las personas que viajen a países en vías de desarrollo sobre los riesgos asociados al consumo de agua (incluyendo cubitos de hielo), frutas sin pelar y vegetales crudos. El agua debe ser hervida y las frutas y vegetales deben lavarse de manera exhaustiva antes de consumirse. Otras amebas intestinales Otras amebas que pueden parasitar el tubo digestivo son E. coli, E. hartmanni, E. polecki, E. nana, I. bütschlii y especies de Blastocystis. E. polecki, una ameba que es principalmente un parásito de cerdos y monos, puede provocar enfermedad en el ser humano en forma de una diarrea leve y transitoria. El diagnóstico de la infección por E. polecki se confirma me- diante la detección microscópica de quistes en las muestras fecales. El tratamiento es idéntico al empleado frente a las infecciones por E. histolytica. Las especies de Blastocystis, consideradas previamente como levaduras no patógenas, en la actualidad son el centro de una considerable controversia sobre su posición taxonómica y su patogenicidad. Recientemente se ha incluido a Blas tocystis dentro del reino Stramenopila (antes conocido como Chromista), en función de los análisis del ácido ribonucleico ribosómico (ARNr) 18S y otras pruebas moleculares. Clí- nicamente existen al menos nueve subtipos (genotipos) de Blastocystis. Estudios recientes han demostrado que no existe un grupo exclusivo que afecte al ser humano y que todos los subtipos han sido detectados en las heces humanas. Por tanto, los aislados humanos Blastocystis que en el pasado se deno- minaban Blastocystis hominis deberían denominarse especies de Blastocystis, ya que ningún subtipo es específico del ser humano. El microorganismo se encuentra tanto en las mues- tras fecales de individuos asintomáticos como en individuos con diarrea persistente. Se ha sugerido que la presencia de grandes cantidades de estos parásitos (cinco o más por campo microscópico de aceite de inmersión), en ausencia de otros patógenos intestinales, es indicativa de enfermedad. Otros in- vestigadores estiman que la «blastocistosis sintomática» se puede atribuir a un patógeno no detectable o a problemas intestinales funcionales. El microorganismo puede ser de- tectado en preparaciones en fresco o en frotis teñidos con tricromo de muestras fecales. El tratamiento con yodoquinol o metronidazol ha obtenido resultados satisfactorios en la erradicación de los microorganismos del intestino y en el alivio de los síntomas. Sin embargo, no se ha determinado aún el papel definitivo de este microorganismo en la enfermedad. Las amebas intestinales no patógenas son importantes debido a que deben distinguirse de E. histolytica, E. polecki y especies de Blastocystis. Esta afirmación es especialmente cierta para E. coli, bacteria que se detecta con frecuencia en las muestras fecales recogidas de los pacientes expuestos a alimentos o agua contaminados. La identificación exacta de las amebas intestinales exige un cuidadoso examen micros- cópico de las formas quísticas y de los trofozoítos presentes en las muestras fecales teñidas o no teñidas (v. tabla 81-1). De la misma forma, en la actualidad E. dispar y E. mosh kovskii puede ser diferenciada de E. histolytica por medio de reactivos inmunológicos específicos. flAgelAdos Entre los flagelados con importancia clínica figuran Giardia lamblia (duodenalis/intestinalis), Dientamoeba fragilis y Trichomonas vaginalis. También pueden observarse flage- lados comensales no patógenos, como Chilomastix mesnili (entérico) y Trichomonas tenax (oral). Los microorganismos de tipo Giardia, como E. histolytica, presentan estadios de quiste y de trofozoíto en sus ciclos vitales. Sin embargo, no se ha descrito el estadio de quiste en especies pertenecientes a los géneros Trichomonas o Dientamoeba. A diferencia de las amebas, la mayoría de los flagelados se mueven al batir los fla- gelos que empujan a los microorganismos a través de los medios líquidos. Las enfermedades producidas por flagelados son principalmente el resultado de la irritación e inflamación mecánicas. Por ejemplo, G. lamblia (duodenalis/intestinalis) se une a las vellosidades intestinales mediante un disco ad- hesivo y provoca una lesión tisular localizada. La invasión de los tejidos con extensa destrucción tisular, como se observa en el caso de E. histolytica, es infrecuente en los flagelados. Giardia lamblia (G. duodenalis; G. intestinalis) La literatura científica se refiere a este microorganismo como G. lamblia, G. duodenalis y G. intestinalis, lo que refleja la ambigüedad acerca de la clasificación y nomenclatura de este flagelado. Se necesitan más estudios para determinar grupos o nombres de las especies; sin embargo, en EE.UU. se emplea predominantemente el término G. lamblia, que será el utilizado en este capítulo. Fisiología y estructura Tanto la forma de quiste como de trofozoíto de G. lamblia se detectan en las muestras fecales de los pacientes infectados (fig. 81-3). Patogenia La infección por G. lamblia se inicia mediante la ingesta de quistes (fig. 81-4). La dosis infecciosa mínima para el ser hu- mano está estimada en 10-25 quistes. El ácido del estómago estimula la rotura del quiste, con la liberación de trofozoítos en el duodeno y el yeyuno, donde los microorganismos se multiplican por fisión binaria. Los trofozoítos pueden unir- se a las vellosidades intestinales mediante una prominente ventosa ventral en forma de disco. Aunque las puntas de las PROtOzOOS INtEStINALES y UROGENItALES 749 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. vellosidades pueden aparecer aplanadas y se puede observar una inflamación de la mucosa con hiperplasia de los folículos linfoides, no se presenta una necrosis tisular franca. Además, la extensión metastásica de la enfermedad más allá del tubo digestivo es muy infrecuente. Epidemiología El género Giardia está presente por todo el mundo con una distribución selvática o en «entornos salvajes» en numerosos riachuelos, lagos y zonas montañosas. Esta distribución agres- te se mantiene en los animales que actúan como reservorio, como los castores y las ratas almizcleras. La giardiasis se ad- quiere por el consumo de agua contaminada no tratada ade- cuadamente, el consumo de vegetales o frutas contaminados y no cocinados o mediante el contagio de persona a persona vía fecal-oral o anal-oral. El estadio de quiste es resistente a las concentraciones de cloro (1 a 2 partes por millón) que se utilizan enla mayoría de las instalaciones de tratamiento del agua. Así pues, el tratamiento adecuado del agua debe incluir productos químicos y procesos de filtración. Como factores de riesgo asociados a las infecciones por Giardia figuran las condiciones sanitarias deficientes, los viajes a áreas endémicas conocidas, el consumo de agua tratada inadecuadamente (p. ej., de riachuelos de montaña contaminados), los centros de día y las prácticas sexuales anales-orales. Las infecciones pueden presentarse como for- mas epidémicas o endémicas en las escuelas infantiles y en otras instituciones y entre los familiares de niños infectados. Es fundamental mantener una escrupulosa atención al lavado de manos y al tratamiento de todos los individuos infectados para el control de la diseminación de la infección en estos contextos. Enfermedades clínicas La infección por Giardia puede dar lugar a un estado de portador asintomático (observado en aproximadamente el 50% de los individuos infectados) o bien a una enfermedad sintomática que comprende desde la diarrea leve hasta un sín- drome de malabsorción grave (caso clínico 81-2). El período de incubación antes de que se desarrolle la enfermedad varía entre 1 y 4 semanas (promedio, 10 días). El inicio de la enfer- medad es súbito y se manifiesta con diarrea líquida y fétida, espasmos abdominales, flatulencia y esteatorrea. Rara vez se observa sangre o pus en las muestras fecales, una caracterís- tica compatible con la ausencia de destrucción tisular. La recuperación espontánea generalmente se presenta después de 10-14 días, aunque puede desarrollarse una enfermedad más crónica con múltiples recaídas. La enfermedad crónica es sobre todo un problema para los pacientes con deficiencia de inmunoglobulina A o divertículos intestinales. Diagnóstico de laboratorio Las muestras fecales deben ser examinadas con el inicio de la diarrea y los espasmos abdominales en busca de quistes y trofozoítos (v. fig. 81-3). Los microorganismos pertenecientes al género Giardia pueden presentarse en «chaparrones», es decir, pueden observarse numerosos microorganismos en las heces obtenidas un día determinado y observarse muy pocos Figura 81-3 trofozoíto (A) y quiste (B) de Giardia lamblia. Los trofo- zoítos tienen una longitud de 9 a 12 mm y una anchura de 5 a 15 mm. Se observan flagelos, así como dos núcleos con extensos cariosomas centrales, una amplia ventosa en forma de disco ventral para la unión del flagelado a las vellosidades intestinales y dos cuerpos parabasales oblongos por debajo del núcleo. La morfología da la impresión de que los trofozoítos se encuentran «volviendo la cabeza» hacia el observador. Los quistes presentan un tamaño menor, de 8 a 12 mm de longitud y 7 a 10 mm de anchura. Se observan núcleos y cuatro cuerpos parabasales. (De CDC Public Health Image Library.) Figura 81-4 Ciclo vital de Giardia lamblia. 750 MICROBIOLOGÍA MÉDICA o ninguno en las muestras obtenidas al día siguiente. Por este motivo, el médico nunca debe aceptar los resultados negativos de una única muestra fecal como prueba de que el paciente no presenta parásitos intestinales. Debe recogerse una muestra fecal al día durante 3 días. Si los resultados del examen de las heces son permanentemente negativos en un paciente en el que se sospecha con gran probabilidad la presencia de giardiasis, pueden recogerse muestras adicionales mediante aspirado duodenal, Entero-Test o prueba del cordón o biopsia de la porción proximal del intestino delgado. Además de la microscopia convencional, se han comercializado ya diversas pruebas inmunológicas para la detección de antígenos fecales. Entre estas pruebas se incluye la contrainmunoelectroforesis, el enzimoinmunoanálisis, una prueba inmunocromatográfica y la tinción con inmunofluorescencia indirecta. Las sensibi- lidades descritas son del 88-98% y las especificidades, del 87-100%. Numerosas publicaciones han documentado la mayor sensibilidad de los métodos de inmunoanálisis sobre el estudio microscópico rutinario de las heces para la detección de Giardia. Tratamiento, prevención y control Es importante erradicar los microorganismos de Giardia tanto de los portadores asintomáticos como de los que pa- decen enfermedad. El fármaco de elección es el metroni- dazol o la nitazoxanida, si bien la furazolidona, el tinidazol, la paromomicina, el albendazol o la quinacrina constituyen también alternativas aceptables. La prevención y el control de la giardiasis implican evitar el consumo de agua y alimentos contaminados, especialmente en viajeros y aficionados a las actividades al aire libre. La ebullición del agua potable que se recoja en riachuelos y lagos o en los países con elevada inci- dencia de enfermedad endémica confiere protección frente a la infección. También se precisa mantener funcionando de forma adecuada los sistemas de filtración de los suministros de agua debido a que los quistes son resistentes a los procesos de cloración estándar. Deben realizarse campañas de salud pública para identificar el reservorio de la infección con el fin de evitar la diseminación de la enfermedad. Además, debe evitarse la conducta sexual de alto riesgo. Dientamoeba fragilis Fisiología y estructura D. fragilis fue clasificada inicialmente como una ameba; sin embargo, las estructuras internas del trofozoíto son típicas de los flagelados. No se ha descrito el estadio de quiste. Epidemiología D. fragilis presenta una distribución mundial. La transmisión del delicado trofozoíto no se conoce totalmente. Ciertos profesionales consideran que el microorganismo puede ser transportado de una persona a otra en el interior del capara- zón protector de los huevos de gusano, como los del oxiuro Enterobius vermicularis. También se transmite por las vías fecal-oral y anal-oral. Enfermedades clínicas La mayoría de las infecciones por D. fragilis son asintomá- ticas, con colonización del ciego y el colon ascendente. Sin embargo, algunos pacientes pueden desarrollar enfermedad sintomática, que consiste en molestias abdominales, flatu- lencia, diarrea intermitente, anorexia y pérdida de peso. No existen pruebas de invasión tisular con este flagelado, aunque se produce irritación de la mucosa intestinal. Diagnóstico de laboratorio La infección se confirma mediante el examen microscópico de las muestras de laboratorio en las que se observen los típicos trofozoítos. El trofozoíto es pequeño (5-12 mm) y tiene uno o dos núcleos. El cariosoma central se compone de cuatro a seis gránulos pequeños. La excreción del parási- to puede fluctuar notablemente de un día a otro, por lo que puede ser necesaria la recogida de diversas muestras fecales. El examen de una muestra fecal tras la administración de un laxante también puede ser útil. Tratamiento, prevención y control Para el tratamiento de la infección por D. fragilis se han empleado múltiples antimicrobianos diferentes con dife- rente grado de éxito. Entre ellos se encuentran la doxici- clina, el yodoquinol, el metronidazol y el secnidazol. Sin embargo, no existe un consenso general acerca de cuál es el mejor abordaje para tratar las infecciones por este mi- croorganismo. El reservorio de este flagelado y el ciclo vital del microorganismo son desconocidos. Por este motivo, las recomendaciones específicas para la prevención y el control son difíciles. Sin embargo, pueden evitarse las infecciones manteniendo unas condiciones sanitarias adecuadas. La erradicación de las infecciones por microorganismos Ente robius puede reducir también la transmisión de la infección por Dientamoeba. Trichomonas vaginalis Fisiología y estructura T. vaginalis no es un protozoo intestinal, sino la causa de infecciones urogenitales. Los cuatro flagelos de este flagelado y la corta membrana ondulante son los responsables de su motilidad. T. vaginalis existe únicamente en la forma trofo- zoíto y se observa en la uretra y la vagina de mujeres y en la uretra y la próstatade varones. Epidemiología El parásito presenta una distribución mundial; las relaciones sexuales son el principal modo de transmisión (fig. 81-5). Ocasionalmente, las infecciones se transmiten mediante CASO CLÍNICO 81-2 Giardiasis resistente a fármacos Abboud y cols. (Clin Infect Dis 32:1792-1794, 2001) describieron un caso de giardiasis resistente a metronidazol y albendazol que se trató con éxito con nitazoxanida. El paciente era un varón homosexual de 32 años con síndrome de inmunodeficiencia adquirida que ingresó en el hospital por una diarrea intratable. El estudio de las heces mostró numerosos quistes de Giardia duodenalis (Giardia lamblia). El paciente fue tratado sin resultados cinco veces con metronidazol y albendazol sin observar mejoría de la diarrea o de la eliminación de quistes. Aunque se le administró también tratamiento antirretroviral combinado, no resultó eficaz, y el análisis del genotipo del virus mostró mutaciones asociadas a una elevada resistencia frente a la mayor parte de los antirretrovirales. El paciente fue posteriormente tratado de la giardiasis con nitazoxanida y la diarrea se resolvió y el estudio de eliminación de quistes en las heces fue negativo. La resistencia de la cepa infectante de G. lamblia a metronidazol y albendazol se confirmó con estudios in vivo e in vitro. La nitazoxanida se considera un tratamiento alternativo útil para las giardiasis resistentes. PROtOzOOS INtEStINALES y UROGENItALES 751 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. fómites (artículos de aseo, ropa), aunque este tipo de trans- misión está limitado por la labilidad de los trofozoítos. Los niños pueden infectarse al atravesar el canal del parto de la madre. Se ha descrito que la prevalencia de este flagelado en los países desarrollados es de un 5-20% en mujeres y de un 2-10% en varones. Enfermedades clínicas La mayoría de las mujeres infectadas están asintomáticas o presentan un escaso y acuoso flujo vaginal. La vaginitis puede presentarse con una inflamación más extensa, junto con erosión del revestimiento epitelial que se asocia a pi- cor, quemazón y disuria. Los hombres son principalmente portadores asintomáticos que actúan como reservorios de la infección para la mujer. Sin embargo, en algunas ocasiones pueden experimentar uretritis, prostatitis y otros trastornos del aparato urinario. Diagnóstico de laboratorio El examen microscópico del flujo vaginal o uretral en busca de trofozoítos característicos es el método diagnóstico de elección (fig. 81-6). Pueden examinarse los frotis teñidos (Giemsa, Papanicolaou) o no teñidos. El rendimiento diagnós- tico puede mejorarse mediante el cultivo del microorganismo (sensibilidad del 93%) y mediante la utilización de la tinción con anticuerpos monoclonales fluorescentes (sensibilidad del 86%). También se dispone de una prueba con sonda de ácidos nucleicos. Las pruebas serológicas pueden ser útiles para el control epidemiológico. Tratamiento, prevención y control El fármaco de elección es el metronidazol. Deben tratarse los dos miembros de la pareja para evitar la reinfección. Se ha descrito resistencia al metronidazol, por lo que puede necesitarse un nuevo tratamiento a dosis superiores. Re- cientemente la Food and Drug Administration (FDA) ha aprobado el tinidazol para el tratamiento de la tricomoniasis en adultos; se puede emplear como fármaco de primera línea o para casos que no responden al metronidazol. La higiene personal, evitar compartir artículos de aseo y ropa, así como una práctica de relaciones sexuales seguras, son acciones preventivas importantes. La eliminación del estado de por- tador en los varones es fundamental para la erradicación de la enfermedad. ciliAdos El protozoo intestinal Balantidium coli es el único miembro del grupo de los ciliados que es patógeno para el ser humano. La enfermedad producida por B. coli es similar a la amebiasis, ya que los microorganismos elaboran sustancias proteolíticas y citotóxicas que median en la invasión tisular y en la formación de úlceras intestinales. Balantidium coli Fisiología y estructura El ciclo vital de B. coli es sencillo; consiste en la ingesta de los quistes infecciosos, la rotura de los mismos y la invasión en el revestimiento mucoso del intestino grueso, el ciego y el íleon terminal por los trofozoítos (fig. 81-7). El trofozoíto está cubierto por filas de cilios pilosos que ayudan en su motilidad. B. coli, cuya morfología es más compleja que la de las amebas, presenta una boca primitiva infundibuliforme denominada citostoma, un núcleo grande y otro pequeño que participan en la reproducción, vacuolas de alimentación y dos vacuolas contráctiles. Epidemiología B. coli presenta una distribución mundial. Los reservorios más importantes son los cerdos y, con menor frecuencia, Figura 81-5 Ciclo vital de Trichomonas vaginalis. Figura 81-6 trofozoíto de Trichomonas vaginalis. El trofozoíto pre- senta una longitud de 7 a 23 mm y una anchura de 6 a 8 mm (promedio, 13 × 7 mm). En un lado se encuentran presentes los flagelos y una mem- brana ondulante corta, y un axostilo se extiende a través del centro del parásito. 752 MICROBIOLOGÍA MÉDICA los monos. Las infecciones se transmiten por la vía fecal-oral; las epidemias se asocian a la contaminación de los suministros de agua con heces de origen porcino. La diseminación de una persona a otra, incluyendo la producida por los manipuladores de alimentos, ha sido implicada en la etiología de las epide- mias. Entre los factores de riesgo asociados a la enfermedad humana se incluyen el contacto con cerdos y las condiciones higiénicas deficientes. Enfermedades clínicas Como con otros parásitos protozoarios, puede existir el es- tado de portador de B. coli asintomático. La enfermedad sintomática se caracteriza por dolor e hipersensibilidad ab- dominal, tenesmo, náuseas, anorexia y heces líquidas con sangre y pus. Puede observarse la úlcera de la mucosa intes- tinal, como en la amebiasis; puede existir una complicación secundaria, provocada por la invasión bacteriana en la mucosa intestinal erosionada. La invasión extraintestinal de otros órganos es extremadamente infrecuente en la balantidiasis. Diagnóstico de laboratorio Se realiza el examen microscópico de las heces en busca de trofozoítos y quistes. El trofozoíto es muy largo; tiene entre 50 y 200 mm de longitud y entre 40 y 70 mm de anchura. La superficie está recubierta de cilios y la estructura interna prominente es el macronúcleo. También se encuentra presente un micronúcleo. Además, se observan dos vacuolas contráctiles y pulsátiles en las preparaciones en fresco de los trofozoítos. El quiste presenta un tamaño más reducido (40-60 mm de diáme- tro), está rodeado por una pared refringente y muestra un único núcleo en el citoplasma. B. coli es un microorganismo grande en comparación con otros protozoos intestinales y se detecta fácilmente en las preparaciones microscópicas en fresco. Tratamiento, prevención y control El fármaco de elección es la tetraciclina; el yodoquinol y el metronidazol son antimicrobianos alternativos. Las acciones para la prevención y el control son similares a las descri- tas para la amebiasis. Una adecuada higiene personal, el mantenimien to de las condiciones sanitarias y el control cui- dadoso de las heces de los cerdos son medidas profilácticas importantes. sPorozoA (Coccidia) Los esporozoos son un grupo muy amplio llamado Apicom- plexa o Coccidia; en este apartado se describen algunos de ellos junto con los parásitos intestinales y otros con los parásitos hemáticos y tisulares. Todos los esporozoos muestran características típicas, especialmente la exis- tencia de reproducción asexual (esquizogonia) y sexual (gametogonia). La mayoría de los miembros del grupo comparten también hospedadores alternativos; por ejem- plo, en el paludismo, los mosquitos albergan el ciclo sexual y el serhumano, el asexual. Los coccidios descritos en este capítulo pertenecen a los géneros Cystoisospora (antes conocido como Isospora), Sarcocystis, Cryptosporidium y Cyclospora. Cystoisospora (antes Isospora) belli Fisiología y estructura Cystoisospora belli es un parásito del grupo de los coccidios que se desarrolla en el epitelio intestinal. Puede reproducirse tanto por vía sexual como asexual en el epitelio intestinal, donde provoca lesiones tisulares (fig. 81-8). El producto final de la gametogenia es el ovoquiste, que representa el estadio diagnóstico presente en las muestras fecales. Epidemiología Los microorganismos del género Cystoisospora se encuen- tran distribuidos por todo el mundo, aunque se detectan de forma infrecuente en las muestras fecales. Recientemente, sin embargo, se ha observado la presencia de este parásito Figura 81-7 Ciclo vital de Balantidium coli. Figura 81-8 Ciclo vital del género Cystoisospora (antes Isospora). PROtOzOOS INtEStINALES y UROGENItALES 753 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. con creciente frecuencia tanto en individuos sanos como en pacientes inmunodeprimidos. Esto se debe probablemente a la mayor atención prestada a la enfermedad provocada por los miembros de este género en los pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). La infección por este microorganismo se desarrolla como consecuencia de la ingesta de agua o alimentos contaminados o por contacto sexual anal-oral. Enfermedades clínicas Los individuos infectados pueden permanecer como portado- res asintomáticos o pueden presentar una enfermedad intes- tinal leve a grave. La enfermedad remeda con gran frecuencia la giardiasis, con un síndrome de malabsorción caracterizado por heces fétidas y de escasa consistencia. Puede observarse diarrea crónica con pérdida de peso, anorexia, malestar y fatiga, aunque es difícil separar esta presentación de la en- fermedad subyacente del paciente. Diagnóstico de laboratorio El examen minucioso del sedimento de las heces concentra- das y la tinción especial con yodo o un método modificado para microorganismos ácido-alcohol resistentes revela la presencia del parásito (fig. 81-9). La biopsia de intestino delgado se ha utilizado para establecer el diagnóstico cuando los resultados de las pruebas de las muestras fecales son negativos. Tratamiento, prevención y control El fármaco de elección es trimetoprima-sulfametoxazol, con la combinación de pirimetamina y sulfadiazina como alternativa aceptable. La prevención y el control se basan en el mantenimiento de la higiene personal y unas condi- ciones sanitarias adecuadas y en evitar el contacto sexual anal-oral. Género Sarcocystis Hay que tener presente al género Sarcocystis sólo por el hecho de que puede detectarse en las muestras fecales. Las especies del género Sarcocystis pueden aislarse a partir de cerdos y vacas, y son idénticas en todos los aspectos a las es- pecies de Cystoisospora, con una excepción: los ovoquistes de Sarcocystis se rompen antes de su eliminación en las muestras fecales, por lo que únicamente se observan esporoquistes. Tras la ingesta de carne contaminada se puede producir una enfermedad intestinal que se caracteriza por náuseas, dolor abdominal y diarrea. Algunos individuos se pueden infectar, pero no presentar signos clínicos. Las infecciones musculares por Sarcocystis se producen en las personas que ingieren es- poroquistes, pero suelen ser leves o subclínicas. No existe ningún tratamiento conocido para la sarcocistosis intestinal o muscular humana. Género Cryptosporidium Fisiología y estructura El ciclo vital de las especies de Cryptosporidium es el habi- tual de los coccidios, como lo es la enfermedad intestinal, aunque esta especie difiere en la localización intracelular del microorganismo en las células epiteliales (fig. 81-10). A diferencia de la invasión intracelular profunda observa- da en las especies de Cystoisospora, los microorganismos Cryptosporidium se encuentran dentro del borde en cepillo del epitelio intestinal. Los coccidios se unen a la superficie de las células y se replican mediante una serie de procesos (merogonia, gametogonia, esporogonia) que conducen a la producción de nuevos ovoquistes infecciosos. Tras la es- porogonia, los ovoquistes maduros pueden abandonar la forma quística dentro del aparato digestivo del hospedador, con la consiguiente infección de nuevas células, o pueden ser excretados hacia el entorno. Epidemiología Las especies de Cryptosporidium presentan una distribución universal. La infección se describe en una amplia variedad de animales, como mamíferos, reptiles y peces. Existen al menos 16 especies distintas de Cryptosporidium; sin embargo, C. hominis y C. parvum son las que con más frecuencia infec- tan a las personas. La transmisión de la criptosporidiosis a través del agua no se encuentra bien documentada como vía importante de infección. La extensa epidemia de criptos- poridiosis registrada en Milwaukee en 1993 (aproximadamen- Figura 81-10 Ciclo vital del género Cryptosporidium. Figura 81-9 Ovoquiste de Cystoisospora belli que contiene dos es- poroblastos. A, Frotis en fresco. B, tinción ácido-alcohol resistente. Los ovoquistes son ovoideos (unos 25 mm de longitud y 15 mm de anchura) con extremos afilados. 754 MICROBIOLOGÍA MÉDICA te 300.000 afectados) estuvo ligada a la contaminación del suministro municipal de agua. Los criptosporidios son resis- tentes a las técnicas habituales de purificación de agua (clora- ción y ozono) y se considera que el vertido del agua residual local y de las aguas superficiales en los suministros de agua mu- nicipales es una importante fuente de contaminación. Otros medios de contaminación frecuentes son la diseminación por zoonosis a partir de reservorios animales hacia el ser humano y la transmisión de una persona a otra mediante las vías fecal- oral y anal-oral. El personal veterinario, los manipuladores de animales y los homosexuales presentan un elevado riesgo de contraer la infección. En la actualidad se han descrito nu- merosas epidemias en centros de día y piscinas municipales, donde la transmisión fecal-oral es frecuente. Enfermedades clínicas (caso clínico 81-3) Al igual que en otras infecciones por protozoos, la exposición a los microorganismos del género Cryptosporidium puede conducir al estado de portador asintomático. La enfermedad en individuos previamente sanos suele consistir en una ente- rocolitis leve y de resolución espontánea caracterizada por una diarrea líquida sin sangre. Es característica la remisión espon- tánea después de un promedio de 10 días. Por el contrario, la enfermedad en pacientes inmunodeprimidos (p. ej., pacientes con SIDA), caracterizada por 50 o más deposiciones por día y una enorme pérdida de líquidos, puede ser grave y mantenerse a lo largo de meses a años. En ciertos pacientes con SIDA se han descrito infecciones diseminadas por Cryptosporidium. Diagnóstico de laboratorio Cryptosporidium puede detectarse en gran cantidad en las muestras fecales no concentradas de pacientes inmunode- primidos con diarrea. Los ovoquistes suelen medir 5-7 mi- cras y pueden ser concentrados mediante la técnica de flo- tación centrífuga con sulfato de zinc modificada o mediante el procedimiento de flotación con azúcar de Sheather. Las muestras pueden ser teñidas con el método de ácido-alcohol resistencia modificado (fig. 81-11) o bien por inmunofluores- cencia indirecta. También se han comercializado pruebas de enzimoinmunoanálisis e inmunocromatografía para detectar antígenos fecales. Hay que destacar que Cryptosporidium no se detectará en el estudio microscópico rutinario en busca de huevos y parásitos (es necesario utilizar tinciones ácido-alcohol resistentes específicas) y los estudios recientes sugieren que los inmunoanálisis son superiores a los métodos microscópicos para la detección de este microorganismoen las muestras fe- cales. El número de ovoquistes eliminados en las heces puede fluctuar; por este motivo, debe examinarse un mínimo de tres muestras fecales. Las pruebas serológicas para el diagnóstico y el control de las infecciones están aún en fase de investigación, por lo que no se encuentran ampliamente disponibles. Tratamiento, prevención y control Por desgracia, no se ha desarrollado ningún tratamiento eficaz para el control de las infecciones por Cryptosporidium en los pacientes inmunodeprimidos. La mayor parte de la información terapéutica se basa en casos aislados e información anecdótica. La espiramicina puede ayudar a controlar la diarrea en algunos pacientes en estadios precoces del SIDA que presentan criptos- poridiosis, aunque es ineficaz en los que han progresado a los estadios más evolucionados del síndrome. La espiramicina no es más eficaz que el placebo en el tratamiento de la diarrea por criptosporidios en niños. La Food and Drug Administration (FDA) ha autorizado la administración de nitazoxanida para el tratamiento de la criptosporidiosis en pacientes inmuno- competentes de más de 12 meses de edad, pero todavía no ha autorizado su uso para el tratamiento de la criptosporidiosis en los pacientes inmunodeprimidos. Los fármacos paromomicina y azitromicina se han utilizado para tratar la criptosporidiosis en los pacientes infectados por VIH y han mostrado reducir la carga parasitaria. También existen datos que sugieren que algunos fármacos antirretrovirales pueden ejercer un efecto inhibidor directo sobre Cryptosporidium. El tratamiento consis- te, principalmente, en medidas de soporte para restaurar la gran pérdida de líquidos derivada de la diarrea líquida. Debido a la amplia distribución de este microorganismo en el ser humano y en animales, la prevención de la infección es difícil. Para esta enfermedad deben mantenerse los mismos métodos de mejora de la higiene personal y la sanidad utiliza- dos en el caso de otros protozoos intestinales. Los suministros de agua contaminados deben tratarse mediante cloración CASO CLÍNICO 81-3 Criptosporidiosis Quiroz y cols. (J Infect Dis 181:685-700, 2000) describieron un brote de criptosporidiosis que se relacionó con un manipulador de alimentos. Durante el otoño de 1998 se notificó al Department of Health un brote de gastroenteritis entre los estudiantes universitarios. Los hallazgos preliminares indicaron que la enfermedad se asociaba con haber comido en una de las cafeterías del campus; cuatro empleados de la misma tenían una enfermedad parecida. Se creyó que el brote se debía a un virus hasta que se identificó Cryptosporidium parvum en una muestra de heces de varios empleados de la cafetería. En el estudio de casos y controles de 88 pacientes y 67 controles, haber comido en una de dos cafeterías se asociaba a la enfermedad diarreica. Se detectó C. parvum en muestras de heces de 16 (70%) de los 23 estudiantes enfermos y de 2 de los 4 empleados afectados. Uno de los manipuladores de alimentos enfermos con una criptosporidiosis confirmada en el laboratorio había preparado alimentos crudos los días previos al brote. Los 25 aislamientos de C. parvum remitidos para estudio del ADN, incluyendo tres del manipulador de alimentos afectado, fueron de genotipo 1. Este brote ilustra que la criptosporidiosis puede cursar como una enfermedad de origen alimentario. Las pruebas epidemiológicas y moleculares indican que el origen posible de este brote fue el manipulador de alimentos enfermo. Figura 81-11 Ovoquistes de Cryptosporidium (aproximadamente entre 5 y 7 mm de diámetro) con tinción ácido-alcohol resistente. (De CDC Public Health Image Library.) PROtOzOOS INtEStINALES y UROGENItALES 755 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. y filtración. Además, es fundamental evitar las actividades sexuales de alto riesgo. Género Cyclospora Fisiología y estructura Cyclospora es un parásito coccidio que se relaciona taxonó- micamente con el género Cystoisospora, Cryptosporidium parvum y Toxoplasma gondii. Hasta el momento se ha iden- tificado una única especie capaz de infectar al ser humano, C. cayetanensis. Los ovoquistes de Cyclospora, como sucede con Cystoi sospora, se excretan en forma no esporulada y precisan un período de tiempo en el exterior del hospedador para que tenga lugar la maduración. Al ser ingerido, el ovoquiste es- porulado sufre un proceso de exquistación en la luz del intestino delgado, liberando esporozoítos. Los esporozoítos infectan células para formar merozoítos de tipo I, que a su vez dan lugar a merozoítos de tipo II. Los merozoítos de tipo II se diferencian en las células de la mucosa en formas sexuadas, los microgametocitos y los macrogametocitos. El macroga- metocito es fertilizado por el microgametocito y produce un cigoto. A continuación se forman los ovoquistes, que son excretados en el entorno como ovoquistes no esporulados. Se ignora cuáles son los mecanismos patógenos a través de los que Cyclospora provoca la enfermedad clínica; sin embargo, el microorganismo infecta normalmente el intestino delgado proximal y provoca cambios histopatológicos pronunciados. El microorganismo se observa en el interior de las vacuolas del citoplasma de las células epiteliales del yeyuno y su presencia se asocia a cambios inflamatorios, atrofia de las vellosidades e hiperplasia de las criptas. Las características morfológicas de las especies de Cyclos pora son semejantes a las de Cystoisospora spp. y C. parvum, con escasas excepciones. Los ovoquistes de Cyclospora son esféricos y tienen 8-10 mm de diámetro, a diferencia de los ovoquistes más pequeños (5-7 mm) de C. parvum y los ovo- quistes elípticos más grandes de Cystoisospora (15-25 mm). El ovoquiste de Cyclospora contiene dos esporoquistes, cada uno de los cuales contiene dos esporozoítos; un esporozoíto contiene un núcleo unido a la membrana y micronemas ca- racterísticos de los esporozoos. Por el contrario, el ovoquiste de Cryptosporidium contiene cuatro esporozoítos desnudos no enquistados, mientras que el ovoquiste de Cystoisospora contiene dos esporoquistes, cada uno de los cuales contiene cuatro esporozoítos. Epidemiología Igual que ocurre con las especies de Cryptosporidium, los parásitos pertenecientes al género Cyclospora se encuentran ampliamente distribuidos por todo el mundo e infectan a reptiles, aves y mamíferos. Aunque no se ha descrito la trans- misión directa de un animal al ser humano ni de una persona a otra, existen en la actualidad indicios de que la infección por Cyclospora se adquiere por consumo de agua contaminada. En áreas endémicas, como Nepal, los estudios han demos- trado un resurgimiento anual de la ciclosporiasis que coincide con la estación de las lluvias. La prevalencia de la infección (sintomática y asintomática) es de un 2-18% en las áreas endémicas y de un 0,1-0,5% en los países desarrollados. Las epidemias ocurridas en EE.UU. se han presentado durante los meses estivales y se han correlacionado con el consumo de fruta y verdura contaminada; también se ha propuesto la transmisión por contaminación del agua. Igual que ocurre con las especies de Cryptosporidium, los microorganismos de Cyclospora son resistentes a la cloración y no se detectan con facilidad a través de los métodos utilizados habitualmente para garantizar la seguridad de los suministros de agua potable. Enfermedades clínicas Las manifestaciones clínicas de la ciclosporiasis se asemejan a las de la criptosporidiosis y comprenden náuseas leves, anorexia, espasmos intestinales y diarrea líquida. También se ha descrito fatiga, malestar, flatulencia y abotargamiento. En los hospedadores inmunocompetentes, la diarrea es de resolución espontánea, aunque puede prolongarse durante varias semanas. Entre los individuos con inmunodeficiencia, específicamente los pacientes infectados por VIH, la enfer- medad clínica sueleser prolongada y grave y se asocia a un elevado índice de recidivas. En dos pacientes con SIDA se ha descrito la infección de las vías biliares por Cyclospora. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico de ciclosporiasis se basa en la detección micros- cópica de los ovoquistes en las heces. Los ovoquistes pueden detectarse mediante la exploración con microscopio óptico de material fecal no teñido (en fresco), donde aparecen como cuerpos ligeramente arrugados de aspecto esférico a oval y no refringentes que miden entre 8 y 10 mm de diámetro; presentan una agrupación interna de glóbulos unidos a la membrana (fig. 81-12). En las muestras en fresco, los mi- croorganismos de Cyclospora fluorescen cuando se examinan con el microscopio de fluorescencia ultravioleta equipado con un filtro de excitación de 365 nm. Los ovoquistes de Cyclospora pueden concentrarse con la técnica de flotación centrífuga con sulfato de zinc modificada o con el procedimiento de flotación con azúcar de Sheather. Los microorganismos son ácido-alcohol resistentes, por lo que pueden ser detectados mediante la utilización de una de las numerosas técnicas de tinción para microorganismos ácido- alcohol resistentes, como la tinción de Ziehl-Neelsen modifica- da y la tinción ácido-alcohol resistente de Kinyoun (fig. 81-13). Una característica distintiva de las especies de Cyclospora es su aspecto variable en las tinciones para microorganismos ácido-alcohol resistentes, que va desde la ausencia de tinción hasta la presencia de rosa moteado o rojo intenso. La sensibilidad, la especificidad y el valor predictivo relati- vos de los diversos métodos para el diagnóstico de la infección por Cyclospora se desconocen. Actualmente no existen técni- cas de diagnóstico inmunológico que ayuden en el diagnóstico Figura 81-12 Ovoquiste esporulado de Cyclospora cayetanensis. Los ovoquistes miden entre 8 y 10 mm de diámetro y contienen dos esporo- quistes con dos esporozoítos (preparación en fresco con suero fisiológico, ×900). (Cortesía del Sr. J. Williams; de Peters W, Giles HM: Color atlas of tropical medicine and parasitology, 4.ª ed., Londres, 1995, Mosby.) 756 MICROBIOLOGÍA MÉDICA y control de estas infecciones. La naturaleza rudimentaria de las técnicas diagnósticas disponibles y la incompleta com- prensión del proceso patológico pueden contribuir al escaso reconocimiento de la infección por Cyclospora. Tratamiento, prevención y control La eficacia del tratamiento con trimetoprima-sulfametoxazol se ha demostrado en algunos casos aislados, en un amplio estudio abierto de pacientes infectados por VIH y en un es- tudio controlado por placebo. En los pacientes infectados por VIH, los datos existentes indican que el elevado índice de recidivas puede reducirse por medio del tratamiento supresor a largo plazo con trimetoprima-sulfametoxazol. Aunque se han utilizado numerosos agentes adicionales en diversos es- tudios, como metronidazol, nitazoxanida, ciprofloxacino, norfloxacino, quinacrina, ácido nalidíxico, tinidazol y furoato de diloxanida, no se ha demostrado la eficacia de ninguno de estos compuestos. Igual que ocurre con el género Cryptosporidium, la infección por Cyclospora es difícil de evitar. Aunque los microorganismos incluidos en este último género parecen resistentes a la cloración, el tratamiento de los suministros de agua mediante cloración y filtración continúa siendo una práctica razonable. Además, deben utilizarse como medi- das de prevención frente a esta enfermedad los mismos métodos utilizados frente a otros protozoos intestinales, como la higiene personal y la mejora de las condiciones sanitarias. microsPoridios Fisiología y estructura Los microsporidios son parásitos intracelulares obligados, nucleados, unicelulares, que eran considerados microor- ganismos eucariotas primitivos debido a la presencia de ribosomas parecidos a los de los procariotas y la ausencia aparente de mitocondrias, peroxisomas y membranas de Golgi verdaderas. Sin embargo, los microsporidios fueron reclasificados recientemente con los hongos, en función de observaciones que incluyen la presencia de quitina en la pared de la espora, la identificación de un gen mitocon- drial HSP70 y el análisis filogenético de genes que codifican la b-tubulina, la subunidad grande de la ARN polimera- sa II, los factores de elongación de la traslocación EF-1 alfa y EF-2 y la glutamil sintasa. En la actualidad parece que los microorganismos maduros poseen organelas derivadas de mitocondrias y se han identificado membranas de tipo Golgi asociadas con la formación de filamentos polares. Los parásitos se caracterizan por la estructura de sus esporas, que muestran un mecanismo complejo de extrusión tubular utilizado para inyectar el material infeccioso (esporoplas- ma) en las células. Se han detectado microsporidios en tejidos humanos y se han implicado como participantes en enfermedades humanas. Se han descrito catorce especies de microsporidios que pueden ser patógenos en el ser humano: Anncaliia (antes conocido como Brachiola) algerae, Ann caliia (antes conocido como Brachiola) connori, Anncaliia vesicularum, Encephalitozoon cuniculi, Encephalitozoon hellem, Encephalitozoon intestinalis (sin. Septata intestina lis), Enterocytozoon bienusi, Microsporidium ceylonensis, Mycobacterium africanum, Nosema ocularum, Pleistophora ronneafiei, Trachipleistophora hominis, Trachipleistopho ra anthropophthera y Vittaforma corneae. De éstas, E. bieneusi y E. intestinalis son las dos causas más frecuentes de en- fermedad entérica, mientras que la mayoría de las especies implicadas en las enfermedades extraintestinales y disemi- nadas pertenecen al género Encephalitozoon: E. hellem, E. cuniculi y E. intestinalis. En casos raros de microsporidiosis diseminada se han descrito otras especies: A. connori, V. corneae, T. anthropophthera y T. hominis. Patogenia La infección por microsporidios se inicia por la ingesta de esporas. Después de la ingesta, las esporas pasan al duodeno, donde el esporoplasma y su material nuclear son inyectados a una célula adyacente del intestino delgado. Una vez en el interior de una célula adecuada del hospedador, los micros- poridios se multiplican extensamente en el interior de una vacuola parasitófora o de forma libre en el citoplasma. La multiplicación intracelular incluye una fase de divisiones repetidas mediante fisión binaria (merogonia) y una fase que culmina en la formación de esporas (esporogonia). Los parásitos se diseminan de una célula a otra provocando la muerte celular e inflamación local. Aunque ciertas especies son altamente selectivas con respecto al tipo de célula que invaden, los microsporidios en su conjunto son capaces de in- fectar cualquier órgano del ser humano y se han descrito infecciones diseminadas en individuos gravemente inmuno- deprimidos. Tras la esporogonia, las esporas maduras que contienen el esporoplasma infeccioso pueden ser excretadas al exterior, perpetuando, de este modo, el ciclo vital del microorganismo. Epidemiología Los microsporidios se encuentran distribuidos por todo el mundo y presentan un amplio abanico de hospedadores entre los animales vertebrados e invertebrados. E. bieneusi y E. (S.) intestinalis han recibido una atención cada vez mayor debido a su capacidad de provocar diarrea crónica en los pacientes con SIDA. Se han observado tanto microorganismos parecidos a Encephalitozoon como microorganismos parecidos a Enterocytozoon en los tejidos de individuos con SIDA que presentan hepatitis y peritonitis. Algunas especies de los géneros Trachipleistophora y Nosema provocan miositis en los pacientes inmunodeprimidos. Los parásitos de Nosema originan queratitis localizada, así como infección diseminada Figura 81-13 Ovoquistes de Cryptosporidium parvum (parte inferior izquierda) y de Cyclospora cayetanensis (parte superior derecha). Ambos parásitos se tiñen de rojo con la tinción de ziehl-Neelsen; sinembargo, los microorganismos de Cyclospora suelen tomar tinción de intensidad variable y los ovoquistes son mayores (8-10 mm frente a 5-7 mm). (Cortesía del Sr. J. Williams; de Peters W, Giles HM: Color atlas of tropical medicine and parasitology, 4.ª ed., Londres, 1995, Mosby.) PROtOzOOS INtEStINALES y UROGENItALES 757 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. en niños con inmunodeficiencia grave. Los patógenos per- tenecientes al género Microsporidium y E. hellem provocan infección en la córnea en el ser humano. Aunque el reservorio de la infección en el ser humano es desconocido, la transmisión se produce probablemente por la ingesta de esporas que se han eliminado por la orina y las heces de los animales o individuos infectados. Como en la infección por criptosporidios, los pacientes con SIDA y otras deficiencias inmunitarias parecen presentar un riesgo superior de desarrollar la infección por microsporidios. Enfermedades clínicas Los signos y síntomas clínicos de la microsporidiosis son bastante variables en los pocos casos descritos en el ser hu- mano (caso clínico 81-4). La infección intestinal provocada por E. bieneusi en los pacientes con SIDA se caracteriza por una persistente y debilitante diarrea similar a la observada en pacientes con criptosporidiosis, ciclosporiasis y cistisos- poriosis. Las manifestaciones clínicas de la infección por otras especies de microsporidios dependen del sistema orgánico afectado y van desde un dolor ocular localizado y pérdida de visión (géneros Microsporidium y Nosema) hasta alteraciones neurológicas y hepatitis (E. cuniculi) y un cuadro más generalizado de diseminación, con fiebre, vómitos, diarrea e hipoabsorción (género Nosema). En un caso de infección diseminada por A. connori se observó que el microorganismo afectaba a los músculos del estómago, el intestino, las arterias, el diafragma, el corazón y las células parenquimatosas del hígado, los pulmones y las glándu- las suprarrenales. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico de la infección por microsporidios puede rea- lizarse mediante la detección de los microorganismos en el material de biopsia y mediante el examen con el micros- copio óptico del líquido cefalorraquídeo y de la orina. Las esporas miden entre 1 y 2 mm y pueden visualizarse con las técnicas de tinción de Gram (grampositivos), ácido-alcohol resistencia, ácido peryódico de Schiff, inmunoquímicas, tri- crómica modificada y Giemsa (fig. 81-14). Se ha descrito una técnica de tinción basada en cromótropos para la detección mediante microscopio óptico de las esporas de E. bieneusi y E. (S.) intestinalis en las heces y los aspirados duodenales. La microscopia electrónica se considera el método de referencia para el diagnóstico de confirmación de la microsporidiosis y la identificación del género y la especie, aunque se des- conoce cuál es su sensibilidad. En la actualidad, se encuentran en investigación técnicas diagnósticas adicionales, como la PCR, el cultivo y las pruebas serológicas. Estas técnicas no se consideran todavía suficientemente fiables para el diagnóstico habitual. También pueden utilizarse métodos moleculares para identificar el género y la especie del microorganismo infeccioso. Tratamiento, prevención y control El tratamiento de las infecciones por microsporidios suele consistir en la administración oral de albendazol. Estudios clínicos han demostrado la eficacia del albendazol frente a es- pecies del género Encephalitozoon en los pacientes infectados por VIH, en los que es el tratamiento de elección para la microsporidiosis intestinal, ocular y diseminada, aunque sólo es activo parcialmente frente a E. bieneusi. La fumagilina se ha utilizado con éxito frente a especies del género Encepha litozoon y frente a V. corneae in vitro y en humanos para el CASO CLÍNICO 81-4 Microsporidios Coyle y cols. (N Engl J Med 351:42-47, 2004) describieron un caso de miositis mortal por el microsporidio Brachiola (Anncaliia) algerae. La paciente era una mujer de 57 años con artritis reumatoide y diabetes que consultó por una historia de 6 semanas de evolución de fatiga progresiva, con dolor muscular y articular generalizado, debilidad profunda y fiebre. Tomaba inmunodepresores (prednisona, metotrexato, leflunomida) para la artritis reumatoide y no tenía datos de infección por VIH. En los 6 meses previos al ingreso la paciente empezó a recibir infliximab, un anticuerpo monoclonal que se une con gran afinidad al factor de necrosis tumoral a (TNF-a). La paciente vivía en una pequeña ciudad en la zona nororiental de Pensilvania y no había viajado recientemente a ningún sitio. Tampoco tenía contacto con animales. Al ingreso la creatina cinasa sérica estaba elevada y la prueba de VIH fue negativa. La biopsia muscular del muslo anterior izquierdo demostró microorganismos compatibles con microsporidios. El aspecto morfológico sugería el género Brachiola (Anncaliia) y esta identidad se confirmó con la PCR en la que se emplearon cebadores específicos de B. (A.) algerae, un patógeno de los mosquitos. El dolor muscular empeoró y la paciente se debilitó de forma progresiva hasta necesitar ventilación mecánica por haber desarrollado una insuficiencia respiratoria. A pesar de la administración de albendazol e itraconazol, otra biopsia muscular del cuádriceps derecho reveló microsporidios. A las 4 semanas del ingreso la paciente falleció por un infarto cerebrovascular masivo. La biopsia muscular post mórtem demostró necrosis y persistencia de los microorganismos. B. (A.) algerae es un microsporidio patógeno bien conocido de los mosquitos, pero no se había descrito previamente que pudiera ser causa de miositis en las personas. Este caso ilustra que los patógenos de los insectos, como B. (A.) algerae, pueden ocasionar enfermedad diseminada en las personas. El tratamiento con anti-TNF-a (infliximab) pudo tener un efecto negativo sobre la microsporidiasis. Figura 81-14 Frotis de una muestra de heces fijadas con formol que muestra esporas de miscrosporidios con coloración rojo-rosácea. Las bacterias están teñidas de color verde pálido. (tinción tricrómica modi- ficada, ×1.000.) 758 MICROBIOLOGÍA MÉDICA tratamiento de la microsporidiosis intestinal por E. bieneusi. La nitazoxanida presenta actividad frente a E. intestinalis y V. corneae y ha resultado eficaz para tratar las infecciones causadas por E. bieneusi en los pacientes con SIDA. Al igual que en la mayoría de las infecciones oportunistas, el trata- miento antirretroviral desempeña un papel fundamental en la erradicación de los microsporidios en los pacientes infectados por VIH, y el tratamiento antirretroviral efectivo es probable que en el futuro reduzca la incidencia de infecciones causadas por microsporidios. Como sucede en el caso del género Cryptosporidium, evitar la infección por microsporidios es difícil. Deben utili- zarse, como medidas preventivas frente a esta enfermedad, los mismos métodos empleados para otros protozoos intes- tinales, como la mejora en la higiene personal y medidas sanitarias óptimas. CASO CLÍNICO y PREGUNtAS Un varón de 25 años presenta diarrea líquida abundante y no sanguinolenta y se encuentra afebril. El paciente es VIH-positivo y su recuento de linfocitos t CD4 es 50. 1. ¿Cuál de los siguientes microorganismos es el agente etiológico menos probable de sus síntomas? a. Cyclospora cayetanensis b. E. histolytica c. E. bieneusi d. C. parvum 2. ¿Cómo realizaría el diagnóstico? 3. ¿Cuál es el modo de transmisión de los posibles agentes etiológicos? a. Aerosol b. Percutáneo c. Fecal-oral d. Vector Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es BIBLIOGRAFÍA Abubakar I, et al: Treatment of cryptosporidiosis in immunocompromi- sed individuals: systematic review and meta-analysis, Brit J Pharmacol 63:387-393, 2007. 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