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S E C C IÓ N V I © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Nefropatía obstructiva y nefropatía del reflujo NEFROPATÍA OBSTRUCTIVA Concepto y etiopatogenia La nefropatía obstructiva es el conjunto de cambios renales funcionales y morfológicos que ocurren como consecuencia de una obstrucción de las vías urinarias entre la unión pieloureteral y la uretra (uropatía obstructiva), sea cual sea la causa. Puede obedecer tanto a una obstrucción mecánica en el flujo de la orina (obstrucción estructural), como a una estasis por ausencia o bloqueo de la peristalsis en un segmento determinado (obstrucción funcional). En ambos casos, los resultados morfológicos y funcionales son similares, y pue- den acabar produciendo un tipo especial de atrofia renal conocida como hidronefrosis. Si la obstrucción afecta a ambos riñones, o a un riñón único en un paciente monorreno, se puede producir una insuficiencia renal. La nefropatía obstructiva puede ocurrir a cualquier edad, incluso intraútero. Puede ser infravesical, y afectar a todo el tracto urinario, incluidos ambos riñones, o supravesical, en la que la afectación será uni- o bilateral según la causa. Las obstrucciones intrarrenales suelen ser bilaterales. Según el grado de obstrucción, se habla de obstrucción completa (alto grado) o parcial (bajo grado). Etiología La obstrucción al paso de la orina generalmente se produce en el tracto urinario, aunque existen algunas condiciones patológicas en las que la obstrucción tiene lugar a nivel renal, cuando un número muy elevado de nefronas resulta obstruido por la precipitación de diversos materiales en su interior. La deshidratación del sujeto resulta crítica en la aparición de este tipo de obstrucciones intrarrenales (cuadro 106-1). En algunas ocasiones, la causa de la obstrucción urinaria es congé- nita. En ellas, la obstrucción puede ser sospechada durante el embarazo por la presencia de oligoamnios, y confirmada ecográficamente. En otras ocasiones, se hace evidente durante el período neonatal en forma de retraso en el crecimiento. Por último, pueden pasar desapercibidas hasta la edad adulta si son supravesicales y unilaterales. Sin embargo, las causas más frecuentes de obstrucción urinaria son las de origen adquirido. Las obstrucciones intrarrenales se observan en ambos riñones, por precipitación de algún producto insoluble de la orina. Es característica la obstrucción por cristales de ácido úrico en el síndrome de lisis tumoral, o por cristales de oxalato cálcico en la intoxicación por anticongelante, vitamina C o metoxifluorano. Una deshidratación de origen intra- o extrarrenal puede facilitar la precipitación intratubular de proteínas o cristales y desencadenar, en el primer caso, el cuadro de riñón de mieloma y, en el segundo, la insuficiencia renal aguda por sulfonamida usada en el tratamiento de la toxoplasmosis cerebral. Las obstrucciones supravesicales obedecen, en general, a causas locales, por lo que suelen ser unilaterales. Como regla general, las obs- trucciones agudas, reconocidas por la aparición de un cuadro clínico de cólico nefrítico, se deben a obstrucciones luminales por una litiasis que se desprende desde una papila, una papila necrosada en un cuadro de nefro- patía crónica por AINE, una crisis drepanocítica, una pielitis diabética o un coágulo habitualmente procedente de un coágulo organizado en la pelvis renal. Las obstrucciones supravesicales crónicas unilaterales suelen ser asintomáticas, pasando clínica y analíticamente desapercibidas hasta que, por otro motivo, se realiza una técnica de imagen abdominal. Por su carácter unilateral, no provocan cambios detectables en la función renal. Patogenia Factores patogénicos durante la obstrucción urinaria Existen tres factores patogénicos principales, que van a tener una represen- tación variable a medida que el proceso progresa y que, por tanto, tendrán una influencia diferente entre las obstrucciones agudas y las crónicas. Estos Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 890 SECCIÓN VI Nefrología factores son: 1) aumento de presión retrógrada, que afecta a la musculatura lisa, la cápsula de Bowman y los túbulos; 2) inducción de apoptosis tubular a lo largo de la nefrona, y 3) fibrosis iniciada por la transición epiteliome- senquimal y perpetuada por el cambio fenotípico tubular. Obstrucción urinaria aguda Condiciona un aumento brusco de la presión en la vía urinaria anterior a la zona obstruida. Este aumento de presión se transmite retrógra- damente, más o menos lejos según la intensidad de la obstrucción, y puede dar lugar a los siguientes cambios: 1) aumento de la presión intersticial medular, con aumento en la producción de prostaglandinas (PGE2), vasodilatación de las arteriolas aferentes y aumento inicial y transitorio del filtrado glomerular, con distensión de la cápsula renal y dolor en la fosa lumbar. Los AINE interrumpen este mecanismo y mejoran rápidamente la sintomatología del dolor cólico en las obs- trucciones agudas; 2) aumento de la presión hidrostática en la cápsula de Bowman, con reducción del filtrado glomerular. Si la obstrucción es unilateral, no se observa elevación de la creatinina; 3) aumento de la reabsorción proximal de urea, con elevación en la proporción ureap/creap > 40, similar a lo observado en el fracaso prerrenal; 4) aumento de presión en los segmentos distales de la nefrona: se reduce la sensibilidad del túbulo colector a la hormona antidiurética. Cuando desaparezca la obstrucción aguda, se producirá una poliuria desobstruc- tiva; 5) lesión del túbulo colector cortical con defecto en la secreción de K+ e hiperpotasemia y desarrollo de un fenotipo de acidosis tubular distal tipo IV; 6) desplazamiento retrógrado de uromodulina (proteína de Tamm-Horsfall), desde su zona de síntesis en el asa de Henle hasta segmentos proximales, y 7) rotura de la membrana basal tubular y extravasación de uromodulina. Si la obstrucción no se resuelve en unas horas, el flujo sanguíneo renal y el filtrado glomerular comienzan a disminuir por vasoconstric- ción arteriolar secundaria a estímulo local del eje renina-angiotensina. Hay reducción del flujo posglomerular en los vasa recta, y daño medular por hipoxia. Las causas funcionales descritas que siguen a la obstrucción aguda ponen en marcha un conjunto de respuestas celulares (infla- mación y fibrosis), comunes para la mayoría de las agresiones renales, que condicionan los hallazgos histológicos y determinan a partir de qué momento el daño estructural comienza a ser irreversible aunque se alivie o se elimine la obstrucción. Aunque en los primeros días de la obstrucción es posible observar figuras mitóticas, como en cualquier cuadro de necrosis tubular aguda, en un tiempo relativamente precoz se frena el ciclo celular a la espera de que se recupere la lesión. De no ocurrir, se progresa hacia la muerte del túbulo. Obstrucción urinaria crónica Fase de compensación Las obstrucciones urinarias crónicas son características de la patología benigna prostática y de las obstrucciones congénitas (v. cuadro 106-1). Para compensar el aumento de resistencia al flujo de salida, la muscula- tura se hipertrofia progresivamente. No se produce el cólico nefrítico característico de la obstrucción aguda, y puede pasar desapercibida. Cuando la obstrucción crónica es infravesical, aparecen en la vejiga trabeculaciones visibles con cistoscopia o cistografía. A nivel trigonal, la hipertrofia puede llegar a causar obstrucción secundaria de la unión ureterovesical. A medida que la obstrucción progresa, aumenta la orina residual tras las micciones que, a su vez, distiende más el trígono hipertrofiado. La presión intravesical empuja a la mucosade la vejiga entre los haces musculares formando celdas. Si estas llegan a protruir a través de toda la musculatura de la vejiga, se forman divertículos, en cuya pared sólo hay mucosa, sin capa muscular. A nivel de los uréteres, durante la fase de compensación, la pared se hipertrofia y el uréter se vuelve tortuoso, pudiendo producirse compresiones secundarias por bandas fibrosas. Una excepción a esta evolución es la infiltración ureteral durante la fibrosis retroperitoneal, en la que la infiltración fibrosa de los uréteres produce la retracción medial de ambos, y el peristaltismo cesa en largos segmentos del uréter, produciendo una obstrucción funcional. Fase de descompensación: evolución a la hidronefrosis En la fase de descompensación se produce la pérdida progresiva de tejido muscular liso de la pared del tracto urinario obstruido, con dilatación secundaria. Las secciones de aparato urinario con menos contenido mus- cular en su pared, como los cálices, la pelvis y el uréter, se dilatan más precozmente. La vejiga es capaz de mantener la compensación durante más tiempo. En este caso, la descompensación viene marcada por la aparición de orina residual en volúmenes progresivamente mayores. Cuando la presión aumenta por obstrucción o por reflujo, se produce dilatación de la pelvis y los cálices. La dilatación es mayor si la obstrucción es próxima al riñón y de larga duración, y si la pelvis • CUADRO 106-1 Etiología de la nefropatía obstructiva Causas congénitas Valvas uretrales posteriores Estenosis del meato urinario Uréter ectópico Ureterocele ureterovesical Uréter retrocava, megauréter Disfunción de la unión ureteropélvica Disfunción de la unión ureterovesical Malformaciones espinales con daño del plexo sacro Mielomeningocele Espina bífida Reflujo vesicoureteral Causas adquiridas Intrarrenales Cristaluria masiva Ácido úrico: síndrome de lisis tumoral Oxalato cálcico: intoxicación con anticongelantes, anestésicos inhalados, vitamina C Fármacos: metotrexato, sulfonamida, aciclovir, indinavir Pigmenturias (nefropatías pigmentarias) Rabdomiólisis Hemólisis Proteínas Cadenas ligeras: riñón de mieloma Mucoproteínas Tracto urinario superior (supravesicales) Causas intrínsecas Intraluminales: urolitiasis, coágulos, papilas necrosadas, esferas micóticas Intramurales: disfunción ureteropiélica o vesicoureteral, válvula uretral, pólipo, estenosis, urotelioma, vasculitis Causas extrínsecas Aparato genital: embarazo, prolapso, tumoraciones, endometriosis, abscesos tubáricos, restos ováricos, hiperestimulación ovárica, quiste de Gartner Lesiones vasculares: aneurisma aórtico, periaortitis, aneurisma ilíaco, vasos aberrantes (unión pieloureteral), uréter retrocava Tracto gastrointestinal: enfermedad de Crohn, diverticulitis, abscesos periapendiculares, tumores de sigma, tumores pancreáticos, abscesos, quistes Retroperitoneo: fibrosis retroperitoneal idiopática, posradioterapia, brucelosis, tuberculosis, sarcoidosis, fibrosis poscirugía retroperitoneal, hematomas, tumores retroperitoneales (linfoma, sarcoma) o secundarios (cérvix, vejiga, colon, próstata), linfocele, pionefros, absceso perinefrítico, lipomatosis pélvica Tracto urinario inferior (infravesicales) Uretra: fimosis, parafimosis, estenosis, valvas anteriores, divertículos posteriores, abscesos periuretrales, cirugía uretral, cirugía antiincontinencia Próstata: hipertrofia prostática benigna, cálculos prostáticos, absceso prostático, carcinoma de próstata Vejiga: hiperplasia del cuello vesical, cálculo vesical, cáncer de vejiga, vejiga neurógena, espina bífida, diabetes, esclerosis múltiple, paraplejía, accidente cerebrovascular, enfermedad de Parkinson Traumatismo: sobre la columna cervical o sobre la pelvis Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 891 CAPÍTULO 106 Nefropatía obstructiva y nefropatía del reflujo © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. es extrarrenal (fig. 106-1). En las pelvis intrarrenales, la dilatación es menor, pero la presión transmitida al riñón es mayor, y la atrofia hidro- nefrótica más rápida. El aumento de presión pielocalicial comprime las papilas produciendo la depresión convexa de estas. Puede haber necrosis papilar secundaria tanto a la compresión como a la isquemia. La atrofia hidronefrótica se observa en las obstrucciones urinarias unilaterales completas de larga evolución. En la obstrucción com- pleta, el riñón sigue filtrando, ya que la presión hidrostática no llega a igualar la presión de filtración glomerular, y la hidronefrosis progresa. Por otro lado, la orina va siendo reabsorbida hacia los vasos linfáticos. La inyección de un colorante en la pelvis renal de un riñón hidrone- frótico por obstrucción unilateral completa se sigue, al cabo de unas horas, de la eliminación de dicho colorante por el riñón contralateral. En modelos de uropatía crónica obstructiva unilateral, se ha com- probado la existencia de linfangiogénesis activa, mediada por el factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGF). Las obstrucciones completas bilaterales no son compatibles con la vida, ni con una larga evolución. Si los dos riñones aparecen igualmente hidronefróticos, son riñones cuyo filtrado se está manteniendo activo, y tienen más posibilidades de funcionar de nuevo cuando se alivia la presión. Cuadro clínico Las manifestaciones clínicas de la obstrucción urinaria varían según el sitio, el grado y la agudeza o cronicidad de la obstrucción. La nefropatía obstructiva forma parte del diagnóstico diferencial del fracaso renal agudo posrenal. Para que dicha condición diagnóstica se cumpla, es preciso que la obstrucción: 1. Sea bilateral o unilateral sobre un riñón único funcionante. 2. Sea de instauración aguda o subaguda (días o semanas). La primera condición se da en todas las etiologías infravesicales, incluidas las afecciones trigonales; en las afectaciones intrarrenales (v. cuadro 106-1); y en las supravesicales en monorrenos o trasplantados renales. La segunda se da en las litiasis con obstrucción aguda, la necrosis de papila (crisis drepanocítica, AINE), las descompensaciones farma- cológicas de uropatías infravesicales incompletas, las lisis tumorales, el mieloma múltiple sometido a deshidratación para pruebas radiológicas o endoscopias, los tratamientos antirretrovirales intensivos y las com- plicaciones de la vía urinaria en un trasplante renal. La manifestación característica de la obstrucción aguda urinaria es el dolor cólico, relacionado con el aumento de la intensidad y la frecuencia de las ondas peristálticas del uréter. La sensación dolorosa del cólico nefrítico es recogida por el nervio genitocrural, y por eso se presenta con frecuencia dolor reflejo hacia el pene o el labio mayor correspondiente. En la obstrucción crónica unilateral, el cuadro clínico puede pasar por completo desapercibido, pese a que el riñón implicado vaya per- diendo función renal progresiva e inicie una atrofia hidronefrótica. En tales casos, la HTA, la policitemia o la presencia de orina residual sospechada por infecciones urinarias de repetición pueden ser la única manifestación clínica de sospecha. En la obstrucción crónica bilateral infravesical, son frecuentes los síntomas derivados de la irritación del trígono y de la presencia de orina residual: urgencia miccional, tenesmo, goteo posmiccional. En ella es posible observar variaciones interdiarias en el volumen de diuresis, características y muy marcadas, que preceden a una reducción progresiva de la diuresis al descompensarse la función del trígono. En ocasiones, el encamamiento y el uso de analgésicos derivados de la morfina, de haloperidol en pacientesvarones con patología prostática o de fármacos con acción colinérgica pueden desencadenar la descom- pensación aguda de una uropatía obstructiva incompleta previamente compensada. No son infrecuentes las retenciones urinarias agudas que siguen al uso de midriáticos para una funduscopia. Por último, en la nefropatía obstructiva crónica con afección bila- teral (ya sea infra- o supravesical), el cuadro puede pasar desapercibido si es de instauración muy lenta, hasta que el paciente comienza con anemia y signos y síntomas de uremia (v. cap. 98, Enfermedad renal crónica). Sin embargo, existen varios signos y datos analíticos que pueden permitir la sospecha de que existe una nefropatía crónica obstructiva subyacente: la mencionada variación interdiaria de la diu- resis; la existencia de orina residual o de globo vesical; la historia de infecciones urinarias de repetición en el varón; la presencia de hema- turia macroscópica; la historia de litiasis expulsivas o de una litotricia reciente; la existencia de un cistocele en la mujer; la incapacidad para concentrar la orina (poliuria, polidipsia y nicturia); la existencia de un ionograma urinario con [Na+]o ≈ [Na+]p y [K+]o ≈ [K+]p, sugestivo de estasis urinaria prolongada con equilibrio electrolítico transurotelial; la existencia de un pH urinario alcalino (≥ 8), sugestivo de ureólisis y generación de litiasis por estruvita; la existencia de una insuficiencia renal crónica de origen no establecido, con datos de acidosis tubular distal IV (v. cap. 109, Enfermedades del túbulo renal); y la proporción urea/creatinina en plasma superior a 40. El sedimento puede contener cilindros céreos. Diagnóstico La historia clínica ayuda a orientar el diagnóstico. Siempre se deben tener en cuenta los antecedentes de litiasis urinaria. Las fluctuaciones en el volumen de orina sugieren obstrucción intermitente. El cólico renal, tras una ingesta líquida desusadamente alta, puede revelar una especie de estrechez congénita de la unión ureteropiélica. El procedimiento diagnóstico inicial es la ecografía, pero es aconsejable obtener una placa simple de abdomen para identificar litiasis radiopacas, especialmente en el trayecto ureteral. La ecografía muestra el grosor del parénquima renal y la dilatación de las vías, aunque puede no precisar el lugar de la obstrucción. Los falsos positivos son frecuentes (24%), debido a que puede existir hidronefrosis sin obstrucción actual (v. fig. 106-1). La fiabilidad de la ecografía depende del operador, y su capacidad de detección es menor en las etapas tempranas de la obstrucción. La TC con contraste yodado (uro-TC) o la PET-TC (v. fig. 106-1) están indicadas si la ecografía no es concluyente, los riñones se visualizan con dificultad o no se identifica ecográficamente la causa de la obstrucción urinaria. La combinación de placa simple de abdomen, ecografía y Figura - Imágenes híbridas PET-TC de cuerpo entero realizadas en equipo Siemens Biograph tras la administración de 10 mCi de 18F-FDG. A y B. Se objetiva la presencia del marcador y la dilatación pielocalicial derecha sin aparente obstrucción (asteriscos). (Por cortesía del Dr. Javier Orcajo, Medicina Nuclear, Hospital Gregorio Marañón.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 892 SECCIÓN VI Nefrología TC consigue un diagnóstico adecuado en más del 90% de los casos. La RM se está usando con frecuencia creciente para el diagnóstico de compresiones extrínsecas y, en particular, para las relacionadas con tumores malignos, ya que ofrece la ventaja de colaborar al estadiaje sin exponer al paciente a radiación. En la actualidad, la urografía intravenosa (UIV) ha sido totalmente sustituida por la uro-TC, debido a la posibilidad de obtener imágenes completas del aparato urinario a tiempos específicos tras la inyección de contraste i.v., en pocos segundos. La TC es la prueba de elec- ción cuando se sospecha obstrucción aguda en presencia de síntomas de alarma que requieren un diagnóstico diferencial rápido: dolor intenso, náuseas o vómitos incoercibles, hematuria macroscópica, sospecha de urosepsis. Por último, su utilización es obligatoria en la obstrucción del paciente con poliquistosis renal. Ante la sospecha de una retención urinaria aguda, algunos profesio- nales prefieren realizar directamente un sondaje vesical para medir la orina residual, especialmente si la ecografía no está disponible. Frente a los inconvenientes derivados de la incomodidad del paciente y del riesgo de infección o traumatismo del sondaje, ofrece la ventaja de aliviar la posible uropatía obstructiva y de obtener una muestra de orina para su análisis. Es importante conocer que, al menos en tres situaciones, la obs- trucción urinaria no se acompaña de dilatación de vías: a) entre el primer y el tercer día de obstrucción, cuando el sistema colector es relativamente poco distensible; en estos casos puede ser útil la ecografía Doppler, que muestra una disminución marcada del flujo sanguíneo; b) cuando el sistema excretor urinario está englobado en tumor o fibrosis retroperitoneales, y c) en la obstrucción de grado menor. La pielografía anterógrada, con la administración de contraste por punción de la pelvis renal, y la pielografía retrógrada tienen una utilidad potencial más terapéutica que diagnóstica. Por último, una prueba de obstrucción infravesical, irrefutable si se realiza en condiciones estándar, es la obtención de una flujometría iden- tificando las variaciones en el volumen y la presión del flujo miccional. Pronóstico La existencia de orina residual puede producir infección urinaria, que llega a afectar a todo el sistema urinario. En casos extremos, el depósito de sedimentos urinarios en la vejiga puede condicionar la aparición de la rara litiasis vesical. La infección por gérmenes ureolíticos puede condicionar litiasis de estruvita que, a su vez, condiciona una mayor estasis en el sistema urinario superior, cerrando un ciclo abocado a la insuficiencia renal crónica. La infección urinaria empeora el daño renal. A lo largo de la evolución de una uropatía obstructiva con insuficiencia renal lentamente progresiva, es posible observar la aparición ocasional de lesiones de esclerosis glomerular segmentaria y focal. La recuperación de la función renal tras la desobstrucción es varia- ble. Aunque el daño renal irreversible, con fibrosis y atrofia tubular, comienza a verse a los 7-10 días de la obstrucción, la recuperación funcional suele ser la norma si la desobstrucción no se demora más allá de 4 semanas. Pasadas 12 semanas, la recuperación es mínima. El adelgazamiento cortical, la existencia de cicatrices corticales y las imágenes en martillo o en porra de los cálices son indicativos de lesión cicatricial irreversible renal. El pronóstico depende de la altura, el tiempo y la intensidad de la obstrucción, y viene marcado por la presencia eventual de infecciones. En ocasiones, el paciente requiere diálisis incluso después de la desobs- trucción, hasta que se produce una recuperación funcional que la mayoría de las veces es parcial. Tratamiento Los objetivos fundamentales del tratamiento en la obstrucción aguda son: 1) disminuir el dolor; 2) eliminar la obstrucción, y 3) controlar la infección. El abordaje del dolor puede hacerse con analgésicos con- vencionales, con o sin espasmolíticos asociados, siendo el más común la dipirona (metamizol)-butilescopolamina. Una alternativa de uso frecuente es el empleo asociado de AINE. En cuadros dolorosos muy intensos, puede recurrirse a los analgésicos opiáceos, administrados por vía parenteral, oral o rectal. Una obstrucción urinaria completa es una emergencia, y si su resolución mediante sondaje vesical no es efectiva(adenocarcinoma de próstata, obstrucción bilateral supravesical), debe buscarse una salida para la orina. Con este fin, se han desarrollado procedimientos inter- vencionistas no quirúrgicos, que incluyen nefrostomías percutáneas, stents ureterales y catéteres pigtail. En ningún caso debe permitirse la persistencia de una obstrucción que pueda aliviarse, aunque raras veces es necesario recurrir a la cirugía. La aparición de infección requiere el uso inmediato de antibióticos y acelerar la resolución de la obstrucción. Las complicaciones esperables tras una descompresión vesical son la hematuria ex vacuo (2%-16% de los casos, raramente significativa), la hipotensión transitoria por hiperactividad parasimpática y la poliuria desobstructiva. El hábito de pinzar la sonda vesical de modo inter- mitente durante la desobstrucción no modifica la incidencia de estas complicaciones. En la poliuria desobstructiva, aunque la orina suele ser hipotónica, las cantidades totales eliminadas de sodio, potasio y magnesio pueden ser elevadas. En el período postobstructivo, la repo- sición de las pérdidas urinarias debe ser sólo la necesaria para prevenir la hipovolemia, la hipotensión y las alteraciones en la composición hidroelectrolítica. En este sentido, la administración de líquidos en exceso puede perpetuar la poliuria. Si la orina es hipotónica, es ade- cuado el aporte de suero salino hipotónico (NaCl 0,45%). Cuando la desobstrucción cursa con pérdidas masivas de sal y agua, la reposición debe hacerse inicialmente con suero salino isotónico (NaCl 0,9%), al ritmo de la diuresis, para evitar la deshidratación y el colapso vascular. Una alternativa práctica de reposición es la solución de Ringer lactato, algo hiposódico respecto al suero salino ([Na+] 130 µmol/L), y que contiene potasio. Hace años, la nefrectomía era una opción en caso de dolor intra- table, HTA resistente al tratamiento, trasplante ortotópico de riñón, infecciones de repetición o hemorragia con altos requerimientos trans- fusionales. En la actualidad, la nefrectomía por obstrucción crónica avanzada no complicada es excepcional. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Klahr S. Obstructive nephropathy. Internal Medicine 2000;5(39):355-61. Roth KS, Koo HP, Spottswood SE, Chan JC. Ostructive uropathy: an important cause of chronic renal failure in children. Clin Pediatr 2002;45:309-14. Sutaria PM, Staskin DR. Hydronephrosis and renal deterioration in the elderly due to abnormalities of the lower urinary tract and ureterovesical junction. Int Urol Nephrol 2000;32:119. Tanagho EA. Urinary Obstructive and Stasis. En: Tanagho EA, McAninch JW, eds. Smith’s General Urology, 17th ed. New York: McGraw-Hill; 2008. p. 166-78. Truong L, Mai K. Obstructive nephropathy: what the surgical pathologist should know. Pathology Case Reviews 2015;20:250-5. NEFROPATÍA DEL REFLUJO Concepto y epidemiología La nefropatía de reflujo es una afección morfológica y funcional del riñón atribuible a la existencia de reflujo vesicouretral (VRU), definido este como el paso retrógrado de la orina procedente de la vejiga a zonas del tracto urinario superior por incompetencia del mecanismo valvular vesicoureteral. No todos los reflujos desarrollan nefropatía de reflujo. La característica funcional imprescindible necesaria, aunque no suficiente, es la existencia de reflujo intrarrenal desde los cálices hasta los conductos de Bellini. La característica estructural macroscópica patognomónica pero irreversible es la existencia de cicatrices, que se producen en las áreas donde se da el reflujo intrarrenal. El término nefropatía de reflujo engloba entidades que recibieron en el pasado otros nombres: pielonefritis crónica, pielonefritis crónica atrófica, hipoplasia renal segmentaria, riñón de Ask-Upmark o hidronefrosis prena- tal. Hay autores que aún defienden la existencia de la pielonefritis crónica como entidad independiente, frecuentemente asociada a RVU. En la patogenia de la nefropatía de reflujo influye tanto el aumento focal de presión en la luz de las nefronas afectas por el reflujo intra- rrenal como la presencia de gérmenes en orina, cuya permanencia es facilitada por la falta de un vaciado urinario completo durante la micción. La orina residual que asciende y desciende por el uréter Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 893 CAPÍTULO 106 Nefropatía obstructiva y nefropatía del reflujo © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. durante la micción permanece más tiempo en el organismo y, en caso de estar contaminada, aumenta el riesgo de infección. La clasificación del RVU más utilizada se basa en los resultados de la UIV, y lo divide en: grado I, paso de orina hasta el uréter; grado II, paso al uréter y el sistema colector superior, sin dilatación; grado III, relleno del sistema superior, con dilatación moderada de los cálices; grado IV, dilatación importante de más del 50% de los cálices; y grado V, dilatación y pérdida de la morfología de todos los cálices. En función de la intensidad de la dilatación, cada grado tiene tres niveles, A, B y C (fig. 106-2). Más del 50% de los pacientes que padecen infección urinaria y RVU con dilatación (grados III a V) desarrollan cicatrices renales, frente al 17% de los que no tienen dilatación (grados I-II). Otras formas de clasificación hacen hincapié en el grado de lesión cicatricial o en su patrón gammagráfico. La prevalencia del RVU en la población infantil está en torno a un 1%-3%, aunque debido a que cerca del 50% desaparece espon- táneamente, la prevalencia más probable está en torno a un 10%. Si hablamos sólo de niños que han tenido una infección urinaria febril, el porcentaje de RVU asciende a un 25%-40%. La probabilidad de presentar RVU también es mayor si uno de los progenitores tiene o ha tenido un RVU (20%), o si durante el embarazo se identificó un RVU en la madre (40%). En los casos de presentación familiar, se ha descrito todo tipo de herencia, pero la más habitual es la autosómica dominante. La incidencia de RVU en hermanos de pacientes con reflujo es de hasta un 30%-35%. En gemelos idénticos, el RVU en uno de ellos anuncia la misma patología en el otro en el 80% de los casos. La relación del RVU, y especialmente de la nefropatía de reflujo, con la infección urinaria ha sido también elusiva. No todos los RVU cursan con infección urinaria. El ejemplo más obvio es el del RVU detectado intraútero: si el 3% de los recién nacidos vivos presen- tan RVU, el 20% de ellos tendrán algún episodio de infección urinaria posterior, y el 6% infecciones urinarias de repetición. La aparición de nefropatía de reflujo depende en buena medida de la precocidad del diagnóstico de RVU. Así, la probabilidad de cicatrices renales futuras varía según la edad de diagnóstico del RVU: 10% si intraú- tero, 26% si antes de los 8 años, 47% si después de los 8 años y 94% si en la edad adulta. Evidentemente, los RVU III-V tienen un riesgo de nefropatía de reflujo mayor que los RVU I-II (OR: 2,1; CI al 95%: 1,4- 3,2). Un RVU de grado mayor o igual a IV en el diagnóstico garantiza la presencia de cicatrices en la edad adulta en más del 90% de los casos. El perfil clínico del RVU puede ser variado (tabla 106-1) y es algo diferente entre el varón y la mujer. El RVU en el varón se suele diagnos- ticar pretérmino, por ecografía, y confirmarse en el posparto. Tiene peor pronóstico y mayor desarrollo de nefropatía de reflujo. En la edad adulta, es más probable que tenga HTA, proteinuria e insuficiencia renal. En la niña, el diagnóstico suele hacerse a raíz de un episodio febril por infección urinaria. El desarrollo es más benigno, y en la edad adulta predominala clínica de infecciones urinarias de repetición. Etiología En el RVU, la orina procedente de la vejiga alcanza el aparato urinario superior por la presión durante la micción. En función del volumen y de la presión refluidos, puede resultar afecto el uréter, la pelvis y los cálices renales, o haber incluso reflujo de orina hacia el interior del riñón (reflujo intrarrenal). El RVU puede ser primario o secundario. El reflujo primario es congénito y se debe a un defecto anatómico del uréter, más concre- tamente de la unión ureterovesical, con reducción en la cantidad de tejido muscular liso de la porción intramural de la vejiga, que lo hace incompetente en su función. Un número importante de reflujos se corrigen con el crecimiento, al alargarse el segmento intravesical del uréter. El reflujo primario se resuelve de forma espontánea hasta en el 40% de los casos (tabla 106-2) y sucede, en general, con los grados de reflujo menores. La aparición de RVU primario es más frecuente en varones. La presencia de reflujo viene sugerida por la detección de hidronefrosis prenatal. La duplicidad ureteral causa indefectiblemente reflujo en el uréter superior. Una forma rara de RVU bilateral es el que se asocia al síndrome de Eagle-Barrett (abdomen en ciruela), en el cual existe un fallo en el desarrollo de la musculatura abdominal y del mús- culo liso de los uréteres y la vejiga. Suele acompañarse de criptorquidia bilateral y puede haber alteraciones en las extremidades inferiores. Figura - Grados de reflujo en función de su altura y de las estructuras afectadas. Véase la explicación en el texto. (Dibujo del autor, modificado de Williams, 2008.) TABLA 106-2 Pronóstico del reflujo vesicoureteral según su intensidad Grado del reflujo Riesgo de cicatrización RR (IC al 95%) % de regresión espontánea I 1,2 (0,4-3,4) 80% II 2,2 (1,3-3,6) 80% III 2,5 (1,6-4,0) 70% (unilateral, < 2 años) < 20% (bilateral, > 5 años) IV 4,6 (3,2-6,6) 60% (unilateral, < 2 años) < 10% (bilateral, > 5 años) IC al 95%: intervalo de confianza al 95%; RR: riesgo relativo. TABLA 106-1 Presentaciones clínicas de la nefropatía obstructiva Presentación Causa Fracaso renal agudo Obstrucción bilateral completa Obstrucción riñón único Insuficiencia renal crónica Obstrucción parcial aguda Cólico nefrítico, puñopercusión + Obstrucción aguda unilateral parcial o completa Poliuria, polidipsia, síndrome pierde-sal y/o acidosis tubular Obstrucción parcial crónica, poliuria desobstructiva Hipertensión arterial Expansión de volumen, activación del eje RAA Policitemia Aumento de EPO renal por isquemia durante la obstrucción renal Síndrome miccional (prostatismo, tenesmo, incontinencia, goteo posmiccional) Obstrucción infravesical Infecciones del tracto urinario de repetición Presencia de orina residual RAA: renina-angiotensina-aldosterona. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 894 SECCIÓN VI Nefrología El reflujo secundario cursa con alteraciones dinámicas o estructurales del tracto urinario inferior, que aumentan la presión intravesical y/o dis- torsionan el mecanismo normal antirreflujo. Pueden ser causa de reflujo secundario la obstrucción uretral (p. ej., válvulas de uretra posterior o estrechamiento de la uretra prostática), la vejiga neurógena y el síndrome de vejiga inestable. Entre las causas yatrógenas de RVU, se encuentran la prostatectomía, la meatotomía ureteral, la resección en cuña del cuello vesical y la resección de un ureterocele en el hiato ureteral. En ocasiones, el RVU puede ser transitorio, debido a cambios reversibles en la continencia de los esfínteres ureterales. Es caracterís- tico que, durante el embarazo, la disposición habitual del útero hacia la derecha produzca en el tercer trimestre un reflujo de grado variable en el uréter derecho. Las pielonefritis del tercer trimestre del embarazo suelen ser derechas y tienen su origen en el reflujo transitorio. Habitualmente, tras el parto, el RVU se corrige. Puede verse RVU transitorio asociado a cistitis en situaciones en las que la inflamación de la mucosa del trígono resulta limitante en el mecanismo antirreflujo de este. En esas situaciones, el inicio de la micción se acompaña de un dolor brusco en una de las fosas renales. Habitualmente, con el tratamiento de la cistitis se restaura la competencia del esfínter. Fisiopatología Considerado en su conjunto, el elemento estructural más relevante a la hora de impedir el RVU es el trígono. A su llegada a la vejiga, las fibras musculares helicoidales del uréter pasan a tener una disposición longitudinal a lo largo del trayecto por la pared de la vejiga. En un momento dado, las fibras del techo del uréter se unen a las del suelo y forman un lazo uniéndose a las fibras correspondientes del otro lado. Las fibras continúan caudalmente y terminan alrededor del orificio uretral. Durante el llenado pro- gresivo de la vejiga, la distensión del detrusor vesical apenas aumenta, mientras que la tensión en las fibras musculares de los dos uréteres va aumentando progresivamente debido a la distensión pasiva del trígono. Cuando el detrusor comienza a contraerse, unos segundos antes del aumento esperado en la presión intravesical, aumenta notablemente la tensión en los esfínteres ureterales, al tiempo que el cuello de la vejiga es estirado hacia arriba en forma de embudo, abriéndose. La presión en los esfínteres se mantiene hasta 20 s después de completarse el vaciado, y se relaja cuando la vejiga ya está vacía. En los casos de implantaciones anormales de uréteres, fuera del área trigonal, el RVU es la norma. En las duplicaciones completas de los uréteres, el uréter más inferior desemboca siempre en el trígono, mientras que el uréter más superior desemboca siempre fuera del trígono, presentando reflujo. Cuando existe reflujo, la orina que retrocede hacia el aparato uri- nario superior durante la micción y vuelve a la vejiga tras aquella se convierte en orina residual, con mayores posibilidades de dar cabida a la proliferación bacteriana, por lo que la infección urinaria es un acompañante habitual del reflujo, muy determinante en la aparición de la nefropatía por reflujo. El reflujo de orina hacia los conductos de Bellini y el árbol nefronal, conocido como reflujo intrarrenal, se produce cuando aumenta la presión retrógrada en la pelvis y los cálices renales. Pero el reflujo intrarrenal no es homogéneo en todo el riñón. En una papila simple, las aberturas de los conductos de Bellini son hendiduras que se colapsan fácilmente si aumenta la presión en el cáliz, evitando el reflujo intra- rrenal. Este tipo de papilas predominan en los segmentos centrales medios, anteriores y posteriores del riñón, mientras que en los polos superior e inferior predominan las papilas compuestas (fig. 106-3). En las papilas compuestas, las aberturas de los conductos de Bellini centrales son redondeadas, y no se colapsan fácilmente con el aumento de presión en el sistema pielocalicial. En los reflujos de intensidad igual o superior a III, se produce precozmente reflujo intrapapilar en ambos polos renales, pero especialmente en el polo superior, por ser el que recibe directamente el chorro de orina impulsado desde la vejiga por la contracción del detrusor. Cuando existe dificultad miccional o hay alteraciones del tránsito intestinal asociadas, con realización frecuente de maniobras de Valsalva por parte del paciente, aumenta la presión intrarrenal y el daño es significativamente mayor; el riesgo de cicatrices aumenta de un 13% a un 44%. Los mecanismos lesionales implicados en la nefropatía de reflujo son similares a los vistos en la nefropatía obstructiva, con dos diferencias importantes: la precocidaddel daño y su limitación inicial a los segmentos superiores. El cuadro final evolutivo de un reflujo IV-V recuerda en buena medida a una atrofia renal hidronefrótica. El desarrollo de nefropatía de reflujo depende de varios factores, aunque no todos ellos bien identificados: infección, inicio del trata- miento de la infección, momento de detección del RVU (las cicatrices que conforman el aspecto diagnóstico más diferenciador de la nefropa- tía de reflujo están presentes antes de los 2 años de vida; la incidencia de nuevas cicatrices tras el diagnóstico es baja) e intensidad del reflujo. El signo radiológico más reconocible de la nefropatía de reflujo es la necrosis de papila. En la figura 106-4 se ven algunos de sus signos patognomónicos en una UIV o en una angio-TC. Con frecuencia, es posible identificar ecográficamente imágenes de «anillo de sello» a nivel Figura - Diferente disposición de las aberturas de los conductos de Bellini en las papilas simples y en las papilas compuestas. Mecanismo lesional selectivo del polo superior en el RVU con reflujo intrarrenal. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 895 CAPÍTULO 106 Nefropatía obstructiva y nefropatía del reflujo © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. papilar, coincidentes con adelgazamiento cortical focal y cicatrización al mismo nivel. Cuadro clínico El RVU suele ser asintomático. Los siguientes signos son los indicadores más habituales para sospechar la existencia de un RVU: durante el embarazo. embarazo. adolescencia. infancia o la adolescencia. El 80%-86% de los RVU se diagnostican en los primeros años de vida tras un episodio sintomático febril de infección urinaria. El 4%-5% de las cistitis de repetición observadas en la mujer en relación con la actividad sexual (cistitis de la «luna de miel») se deben a la exis- tencia de un RVU, en el que la cistitis descompensa un orificio ureteral con competencia límite, que pasa de ser competente a acompañarse de reflujo transitorio con una pielonefritis asintomática de baja intensidad. Por último, hasta un 5% de los reflujos se diagnostican cuando la nefropatía está ya en fases avanzadas de uremia. Los síntomas más habitualmente asociados a la existencia de un RVU son: Pielonefritis sintomática con fiebre, escalofríos, dolor renal, náuseas y vómitos, acompañados de síntomas de cistitis. En el niño el cuadro puede ser menos expresivo, con fiebre, malestar abdominal y diarrea ocasional. Cistitis recurrente: la presencia de cistitis de repetición en varones, niños o ancianos, puede ocultar la existencia de un RVU con orina residual y pielonefritis subclínica. Dolor lumbar desencadenado por la micción. Es característico del RVU, aunque poco frecuente. Su presencia obliga a descartarlo. Uremia (v. cap. 98, Enfermedad renal crónica). La nefropatía por RVU es causa de insuficiencia renal crónica en un 5%-10% de los pacientes mayores de 16 años y en un 12%-24% de los menores de 16 años que inician tratamiento renal sustitutivo en Europa. La hidronefrosis y las pielonefritis de repetición van produciendo la atrofia y la esclerosis cicatricial del riñón afectado. Cuando el RVU es bilateral, el deterioro morfológico renal se acompaña de insuficiencia renal crónica progresiva. Además de la elevación de urea y creatinina, son característicos los hallazgos de acidosis metabólica e hiperpota- semia, incapacidad para concentrar la orina con nicturia, poliuria y polidipsia y anemia desproporcionada al grado de insuficiencia renal. Proteinuria: la proteinuria suele estar ausente en las primeras fases del desarrollo de la nefropatía de reflujo, pero es característica de las fases terminales, en las que la cicatrización preferente de los polos superiores de los riñones condiciona la aparición de una esclerosis segmentaria y focal. La aparición de proteinuria y sín- drome nefrótico es un signo de mal pronóstico. No es modificable con tratamiento antibiótico, aunque sí es subsidiaria de tratamien- to con inhibidores del eje renina-angiotensina II (IECA, ARA-II). Hipertensión arterial: la hipertensión arterial es un hallazgo tardío característico de la nefropatía por reflujo. En la edad pediátrica, hasta un 10%-14% de los pacientes con nefropatía por reflujo desarrolla HTA, siendo su incidencia mayor en adultos jóvenes. La nefropatía por este reflujo es la causa renal más frecuente de HTA en niños y pacientes jóvenes. Los pacientes con afección bilateral y mayor número de cicatrices propenden a una HTA más grave. Litiasis coraliforme: en la nefropatía por RVU, está incrementada la frecuencia de litiasis renal, siendo particularmente grave la for- mación de cálculos coraliformes. La erradicación de estos cálculos es difícil, particularmente cuando existe infección crónica por bacterias ureolíticas. Diagnóstico En el 1%-5% de los embarazos que se someten a seguimiento ecográ- fico se detecta algún grado de ectasia. Cuando el diámetro anteropos- terior de la pelvis renal es de al menos 2 cm, se habla de hidronefrosis. En algunas ocasiones, se debe a malformaciones fetales con obstrucción o con RVU. En el resto, se trata de ectasia renal simple. Recientemente, se ha propuesto un algoritmo basado en tres prue- bas de función renal altamente sensibles para determinar qué casos de dilatación leve y moderada detectada por ecografía deben ser sometidos a cistografía perimiccional o cistografía isotópica. Estas tres pruebas son: la osmolaridad urinaria máxima inducible (con desmopresina), el cociente albúmina/creatinina urinarias y el cociente N-acetilglu- cosaminidasa (NAG)/creatinina urinarias. Las tres pruebas muestran capacidad discriminativa para diferenciar la existencia o ausencia de RVU, confirmada por cistografía en niños previamente diagnosticados de ectasia piélica leve y moderada. La osmolalidad urinaria máxima y el volumen aumentado de diuresis son más sensibles para detectar pérdida de parénquima, con una especificidad > 80%. El cociente NAG/creatinina puede aumentar aún más la especificidad. El diagnóstico de certeza del RVU consiste en demostrar flujo de orina de la vejiga al sistema colector. Esto puede hacerse mediante cistografía miccional o por cistografía con radionucleidos. Ambos son procedimientos que requieren cateterización vesical, dificultosa en neonatos y con riesgo de infección urinaria y, en casos extremos, rotura de la vejiga. La ecografía renal ha pasado a ser un método de rutina en la identificación del RVU, ya que hasta el 90% de los pacientes con este trastorno conocido tienen anomalías ecográficas. La conclusión práctica es que las pruebas invasivas mencionadas no estarían indicadas en niños que tras una infección urinaria tienen una ecografía normal. Las técnicas con isótopos radioactivos aportan información sobre la función renal y la presencia de nefropatía de reflujo, con un nivel de radiación gonadal inferior al de la UIV. Por este motivo, actualmente el diagnóstico de nefropatía por reflujo se establece por medio del estudio isotópico cortical, que ha sustituido a la UIV. La gammagrafía Figura - Aspectos radiológicos que puede adoptar la necrosis papilar. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 896 SECCIÓN VI Nefrología con ácido dimercaptosuccínico 99Tc-DMSA, que es captado por los túbulos funcionantes, es el método de elección para visualizar las alteraciones corticales durante episodios de pielonefritisaguda y, a largo plazo, para detectar daño cicatricial permanente, así como para definir el parénquima renal funcionante. Su eficacia para identificar las cicatrices se ha estimado en un 97% frente a un 60% de la UIV. La visualización de la cicatriz renal se detecta más precozmente con el examen isotópico que con la UIV, aunque en ambos casos puede tardarse meses en identificar la cicatriz. Otras técnicas isotópicas son la cistografía con radionucleidos; el renograma con 99Tc-MAG3, que se emplea para valorar la función individual de cada riñón; y la renografía funcional con 99Tc-DTPA o 51Cr-EDTA. Algunos autores recomiendan realizar a todos los niños menores de 7 años con pielonefritis aguda al menos una determinación de gammagrafía con 99Tc-DMSA, un cis- touretrograma miccional o una cistografía isotópica una vez resuelta la infección. No obstante, estos procedimientos no están justificados en menores de 1 año con su primer cuadro de infección del tracto urinario superior, tanto por su bajo rendimiento como por las dificultades de procedimiento. La uro-TC se utiliza sólo en caso de no disponer de técnicas iso- tópicas y puede mostrar adelgazamiento cortical en la zona de los cálices deformados, que suelen localizarse en los polos renales. La ecografía renal es un método de baja sensibilidad para el diagnóstico de cicatrices, pero útil para el seguimiento. Se usa frecuentemente con este fin en pacientes adultos con lesiones definidas previamente por métodos isotópicos. La radiografía simple de abdomen en el recién nacido con sospecha ecográfica de RVU puede mostrar la existencia de espina bífida, confirmar un mielomeningocele o poner de manifiesto la ausencia de sacro. Pronóstico Incluso en los RVU con un grado III-IV en el momento del diagnós- tico, se pueden producir resoluciones espontáneas. Se han descrito tasas de resolución de hasta un 55% y un 69% en seguimientos a corto y a largo plazo, respectivamente (v. tabla 106-2). El reflujo en el niño se suele detectar antes, incluso intraútero; desarrolla HTA con mayor frecuencia y precocidad, y evoluciona hacia la insuficiencia renal con mayor rapidez. La principal complicación del RVU es el desarrollo de una nefro- patía por reflujo. Los mecanismos implicados son las pielonefritis de repetición y la ureterohidronefrosis. Aunque el reflujo estéril puede causar daños sobre el riñón al cabo del tiempo, lo que resulta devastador es el reflujo de orina infectada. El reflujo por sí mismo causa extravasación de orina en el polo superior del riñón, con reacción inflamatoria secundaria. Pero dicha reacción es mucho mayor si hay bacterias. Los glomérulos existentes en el territorio afecto presentan fibrosis periglomerular y esclerosis progresiva, que lleva a una esclerosis segmentaria y focal. El grado de pérdida de función renal se relaciona con la extensión de las cicatrices parenquimatosas. En las formas más graves (grados III y IV), se aprecian cicatrices y atrofia cortical focal en el 30%-60% de los pacientes. Tratamiento El tratamiento del RVU se basa en el supuesto de que este predispone al paciente a pielonefritis agudas de repetición y, como consecuencia, a extensas cicatrices corticales y a pérdida funcional renal progresiva. Esta posible evolución debe tenerse en cuenta a la hora de proponer un abordaje terapéutico. La base del tratamiento radica en la detección de todos los pacientes con reflujo y en la prevención de la cicatriza- ción progresiva. Con la generalización de la ecografía prenatal, el diagnóstico de ectasia pielocalicial simple pretérmino ha aumentado exponencial- mente. Por otro lado, la profilaxis antibiótica no ha cumplido las expectativas, con aumento en el riesgo de resistencias, fallos en el cum- plimiento, aumento del coste y necesidad de monitorización del posi- ble daño renal con imagen. Varios estudios no han conseguido demostrar diferencias en la progresión de cicatrices renales en niños con infecciones urinarias de repetición y profilaxis antibiótica. En otros, la profilaxis antibiótica redujo la incidencia de infecciones urinarias, pero no la tasa de cica- trices renales. En la actualidad, hemos pasado de una etapa de bús- queda activa de RVU ante cualquier infección en el niño a una etapa de banalización de la infección urinaria febril y la nefropatía de reflujo. Y, sin embargo, el daño renal muestra una fuerte asociación con las infecciones urinarias febriles recurrentes. Tratamiento conservador Es el tratamiento de elección en la mayoría de los casos, ya que existe la posibilidad de que, con el desarrollo del sujeto, el reflujo se reduzca o desaparezca espontáneamente (v. tabla 106-2). Los predictores positivos para la resolución espontánea del reflujo son: < 2 años). - trales posteriores, estenosis del meato urinario. rápida de los síntomas tras tratamiento antibiótico durante 1-3 días. Especialmente cierto si el reflujo está ausente cuando la orina es estéril. El mantenimiento de una orina estéril, aun con persistencia del reflujo, previene el empeoramiento del daño renal. Para ello, se intentan evitar las infecciones urinarias, mediante vaciado frecuente de la vejiga, vigilancia de la contaminación fecal del orificio uretral, profilaxis antimicrobiana en niños con RVU de grado III o superior, cultivos de orina frecuentes, cistouretrograma anual y, en mujeres, micción pos- coital y aplicación de cremas antisépticas periuretrales previas al coito. Si fallan estas medidas, está indicado el tratamiento a largo plazo con dosis diarias, bajas y nocturnas de antibiótico, empleándose los de uso habitual en infecciones urinarias. En el 2009, el National Institute for Health and Clinical Excellence (NICE) británico recomendó no usar una profilaxis antibiótica tras la primera infección urinaria, hubiese o no RVU, reservándola para aquellos casos en los que apareciesen infecciones urinarias febriles de repetición. Dos años después, la American Urological Association hacía las siguientes recomendaciones: diagnosticado después de una infección urinaria. - nosticado durante un estudio de despistaje. durante un estudio de despistaje. infecciones urinarias febriles recurrentes, dificultades de vaciado vesicointestinal o alteraciones cicatriciales de la corteza renal. El tratamiento conservador incluye también una serie de medi- das higiénico-dietéticas, especialmente importantes si existe RVU: tratamiento del estreñimiento, vaciado vesical frecuente y com- pleto, biofeedback, uso de anticolinérgicos o α-bloqueantes y, en situaciones extremas de dificultad para el vaciado vesical espontáneo, autosondajes. No existen guías basadas en la evidencia para el abordaje de la HTA, la proteinuria o la insuficiencia renal asociadas a la nefropatía de reflujo distintas de las de otras etiologías. El control tensional y el uso de IECA o ARA-II son esenciales para preservar la función renal. Tratamiento quirúrgico A pesar de que la cirugía es la forma de corrección más rápida del RVU, no hay evidencias que muestren su superioridad sobre el tratamiento conservador y profiláctico para las recurrencias de infecciones urinarias o el desarrollo de nefropatía de reflujo. Ambos tratamientos muestran la misma efectividad para la resolución de los RVU no dilatados I, II y III. Sin embargo, en los RVU de alto grado no existe evidencia suficiente para aconsejar uno u otro tratamiento. Los niños operados muestran menos progresión a pielonefritis, pero no hay diferencias en la protección renal en términos de formación de nuevas cicatrices, progresión de estas, aparición de hipertensión arterial o progresión a insuficiencia renal. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 897 CAPÍTULO 107 Nefropatíasintersticiales La reparación quirúrgica se utiliza cada vez con menos frecuencia, y se recomienda para aquellos casos en los que no es esperable la desa- parición espontánea del reflujo: ureterocele. Asimismo, la cirugía está indicada si: tratamiento antibiótico y antiséptico adecuado. - bas de imagen secuenciales. Cuando se indica, la corrección quirúrgica del RVU debe ser precoz, ya que las cicatrices renales se forman en los primeros años de vida. Otra indicación quirúrgica es el dolor renal persistente. La nefrectomía puede estar indicada en casos de reflujo de alto grado en riñones sin función, para evitar complicaciones infecciosas o mejorar la HTA. Además, cuando el reflujo se asocia a otras malformaciones congénitas, el tratamiento debe dirigirse a la corrección de estas anomalías, ya que su resolución puede solucionar el reflujo. Las técnicas quirúrgicas más habitualmente utilizadas son: 1. Drenaje urinario temporal mediante sonda vesical o construcción de una derivación definitiva tipo Bricker con reservorio ileal. 2. Transureteroureterostomía: propuesta por algunos cirujanos para reparar casos concretos de reflujos agudos unilaterales con válvula competente del uréter contralateral. Su realización no es habitual. 3. Ureterovesicoplastia: resecando 2 o 3 cm del uréter distal y reim- plantándolo en la vejiga a través de un túnel submucoso que resulta comprimido al contraerse el detrusor (técnica de Paquin [1959] y de Politano [1958]). El 93% de los pacientes dejan de presentar reflujo tras la ureterovesicoplastia. El 3% desarrollan estenosis que requiere reintervención quirúrgica. Tratamiento endoscópico La inyección subureteral transuretral (STING) de un polímero tiene una eficacia correctora mayor del 70% en RVU de grados I y II, pero menor en los más graves. A pesar de que la experiencia y el grado de eficacia son menores que con los procedimientos quirúrgicos conven- cionales, la mínima invasividad del procedimiento lo convierte en una alternativa válida para el reflujo de grado menor. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Álvarez García N, Gracia Romero J. Reflujo vesicoureteral. Fundamentos del tratamiento actual. Cir Pediatr 2017;30:67-70. Hoberman A, Greenfield SP. The RIVUR Trial Investigators. Antimicrobial Prophylaxis for Children with Vesicoureteral Reflux. N Engl J Med 2014;370:2367-76. Shaikh N, Ewing AL, Bhatnagar S, Hoberman A. Risk of renal scarring in children with a first urinary tract infection: a systematic review. Pediatrics 2010;126:1084-91. Tekgül S, Riedmiller H, Hoebeke P, Kočvara R, Nijman RJ, Radmayr C, et al. EAU Guidelines on Vesicoureteral Reflux in Children. Eur Urol 2012;62:534-42. Williams G, Fletcher JT, Alexander SI, Craig JC. Vesicoureteral reflux. J Am Soc Nephrol 2008;19:847-62. https://booksmedicos.org Push Button0:
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