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Enfermedades del pericardio El pericardio es una membrana que envuelve al corazón. Consta de una capa fibrosa externa (pericardio parietal) de 1-2 mm de grosor y una serosa interna (pericardio visceral), esta última en contacto con la superficie cardíaca. Contiene hasta 50 mL de líquido pericárdico. La serosa tiene varios repliegues o fondos de saco llamados senos pericárdicos. El espacio pericárdico tiene normalmente una presión negativa; durante la inspiración disminuyen las presiones pleurales y pericárdicas y aumentan las presiones transmurales («de expansión») de las cavidades, favoreciendo el retorno venoso. Puede verse afectado por patologías cardíacas, enfermedades de órganos vecinos y enfermedades sistémicas, siendo la inflamación de las membranas pericárdicas, o pericarditis aguda, una consecuencia habitual. Con la inflamación es frecuente que se produzca exudación de líquido, que cuando se acumula entre las dos hojas del pericardio en cantidad superior a la fisiológica recibe el nombre de derrame pericárdi- co; a su vez, el derrame puede ocasionar taponamiento cardíaco cuando ejerce presión sobre las cavidades, impidiendo su correcto llenado. Por último, el proceso inflamatorio puede en ocasiones engrosar, fusionar https://booksmedicos.org 529 CAPÍTULO 58 Enfermedades del pericardio S E C C IÓ N I II y disminuir la elasticidad del pericardio, ocasionando constricción pericárdica o pericarditis constrictiva. A pesar de que esta clasificación en cuatro entidades tiene un gran interés clínico y didáctico, existe un alto grado de superposición e interrelación entre los diferentes síndromes de patología pericárdica, pudiendo un mismo paciente presentar una o varias de estas formas de presentación de forma simultánea o consecutiva. PERICARDITIS AGUDA Concepto Es una enfermedad inflamatoria aguda del pericardio que puede mani- festarse acompañada o no de derrame pericárdico. Etiología El abanico de etiologías causantes de pericarditis aguda es muy amplio (cuadro 58-1), incluyendo gran número de agentes infecciosos y enfermedades sistémicas. Depende en gran medida del contexto epidemiológico; por ejemplo, en países en vías de desarrollo la tuber- culosis en una causa muy frecuente. En países desarrollados, en más del 80% de los casos no se alcanza un diagnóstico etiológico concreto, a pesar de llevar a cabo exhaustivas investigaciones, quedando el episodio catalogado como pericarditis aguda idiopática. Es probable que la mayoría de estos episodios correspondan a pericarditis víricas, con una respuesta autoinflamatoria sobreañadida. Dada la evolución favorable de la mayoría de estas, sin necesidad de un tratamiento específico, no suelen investigarse todas las posibilidades etiológicas. En la práctica, el interés se centra en descartar aquellas cuyo diagnós- tico tenga alguna relevancia clínica y terapéutica, principalmente la pericarditis tuberculosa, la neoplásica y la ocasionada por enferme- dades autoinmunes sistémicas. Cuadro clínico La tríada característica de la pericarditis aguda está constituida por dolor torácico, fiebre o febrícula y la presencia en la auscultación cardíaca de un sonido típico llamado roce pericárdico, aunque no es infrecuente que alguno de estos componentes esté ausente. Hay derrame pericárdico en dos terceras partes de los casos, pero la mayo- ría son leves y de escasa repercusión clínica. Con frecuencia existe el antecedente de un proceso infeccioso en los días o semanas previos. El dolor torácico es de intensidad variable. Se localiza en la zona precordial o retroesternal, pudiendo irradiar a cuello, brazos y hom- bros y siendo característica la irradiación a la zona supraclavicular (trapecios). Suele mejorar cuando el paciente se sienta inclinado hacia delante y exacerbarse con la inspiración y el decúbito supino. En la exploración física, el signo característico de la auscultación es el roce pericárdico, que sólo está presente en esta enfermedad. Suele auscultarse en el borde esternal izquierdo medio o bajo y es más audible con el paciente inclinado hacia delante; suele ser cambiante en intensidad, presencia o localización, por lo que en su ausencia es aconsejable auscultar repetidamente al paciente. Puede tener uno, dos o tres componentes y, aunque tiene una tonalidad característica, no es infrecuente que se confunda con un soplo. Exploraciones complementarias Electrocardiograma Es la prueba complementaria más útil en el diagnóstico de pericarditis aguda, aunque en ocasiones puede ser normal o inespecífico. El dato más característico es la elevación del segmento ST (fig. 58-1), que suele ser difusa (no siempre), de concavidad superior, y afectar a la mayoría de las derivaciones, excepto aVR y V1. A diferencia del infarto agudo de miocardio, apenas se observan imágenes «en espejo» o cambios recíprocos y no aparecen ondas Q de necrosis con el paso de las horas. También puede haber depresión del intervalo PR, causada por inflama- ción auricular. Estas alteraciones pueden ser dinámicas y desaparecer con rapidez. En las horas y días sucesivos el segmento ST tiende a normalizarse y es característica la inversión difusa y poco profunda de las ondas T, que puede persistir durante más tiempo. Radiografía de tórax La presencia de cardiomegalia debe hacer sospechar una pericarditis complicada con derrame, pero en ausencia de derrame pericárdico puede ser completamente normal. Puede existir derrame pleural, habitualmente izquierdo, que forma parte del proceso inflamatorio pleuropericárdico. Por último, ciertas alteraciones en el parénquima pulmonar (neumonía, lesiones tuberculosas, masas) pueden orientar hacia el diagnóstico etiológico de la pericarditis. Datos de laboratorio En general son inespecíficos. Es frecuente la presencia de leucocitosis moderada y de incremento de marcadores inflamatorios (proteína C reactiva, VSG). Con cierta frecuencia se detectan discretas elevaciones de los marcadores de daño miocárdico (troponina o CKMB), sin otros signos de miocarditis, que no tienen un significado pronóstico adverso si no hay alteración de la función ventricular; esta entidad se conoce como miopericarditis. La intradermorreacción de Mantoux tiene escaso valor diagnóstico, de modo que no puede ser utilizada como un dato relevante para afirmar o descartar una posible etiología tuberculosa. Ecocardiograma Doppler En ausencia de derrame pericárdico, el ecocardiograma es completa- mente normal. Por tanto, la presencia de derrame en el contexto de un cuadro clínico característico apoya el diagnóstico de pericarditis, pero su ausencia no permite descartarla. Además de la valoración del derrame, la ecocardiografía permite el análisis de la contractilidad miocárdica y función sistólica en casos de miocarditis asociada. Tomografía computarizada de tórax y resonancia magnética cardíaca No suelen ser exploraciones necesarias en la pericarditis aguda. En pacientes con derrame pericárdico cuantioso, el estudio del pericardio, del mediastino y del parénquima pulmonar permite valorar la presencia de masas o linfadenopatías, que podrían orientar a un diagnóstico etio- lógico específico. En los casos en los que el diagnóstico de pericarditis es dudoso, la presencia de signos inflamatorios, tales como edema y captación de gadolinio en la resonancia, puede resultar de ayuda. • CUADRO 58-1 Pericarditis aguda idiopática Pericarditis infecciosa Vírica. Enterovirus (Echovirus, Coxsackievirus), herpesvirus, parvovirus, HIV, etc. Purulenta Tuberculosa Pericarditis neoplásica Neoplasia primaria del pericardio Neoplasia metastásica Pericarditis asociada a enfermedades autoinmunes sistémicas y vasculitis Lupus, artritis reumatoide, Sjögren, varias vasculitis, etc. Otras pericarditis inmunoinflamatorias Pericarditis postinfarto de miocardio Pericarditis pospericardiotomía Yatrógena tras procedimientos: catéteres intracardíacos, marcapasos, ablación, angioplastia Pericarditis asociadaa enfermedades metabólicas Insuficiencia renal Pericarditis de causa física Traumática Pericarditis por irradiación Pericarditis por fármacos (antineoplásicos, lupus-like) Pericarditis por colesterol Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 530 SECCIÓN II I Cardiología Diagnóstico El diagnóstico de pericarditis aguda requiere la presencia de al menos dos de los siguientes datos: dolor torácico típico, roce pericárdico, alteraciones electrocardiográficas típicas o derrame pericárdico. En lo posible debe evitarse diagnosticar de pericarditis a pacientes que consultan por dolor torácico que no presentan ninguno de los otros datos objetivos mencionados y que tampoco presentan elevación de los marcadores de inflamación. Con frecuencia, la causa puede establecerse de inmediato cuando la pericarditis se manifiesta en el seno de alguna enfermedad o proceso evidente, por ejemplo, tras un infarto de miocardio, una intervención quirúrgica cardíaca o en un paciente con insuficiencia renal grave. En muchas otras ocasiones, la etiología no está clara tras una primera valoración. En estos casos, la aproximación al diagnóstico etiológico debe realizarse teniendo en cuenta la epidemiología y la probabilidad, a priori, de una determinada etiología. No está indicada la realización de serologías (víricas) exhaustivas para determinar el agente infeccioso causante, salvo en contadas ocasiones, ya que, siendo un proceso cos- toso y laborioso, la mayoría de las veces el hallazgo de un virus concreto no aportará beneficios en el manejo de la enfermedad. En la mayor parte de los pacientes que presenten una evolución favorable no será necesaria la búsqueda de etiologías específicas, ya que la inmensa mayoría serán de causa vírica o idiopática, de curso autolimitado, incluso en presencia de derrame pericárdico abundante. La búsqueda de causas específicas (p. ej., neoplasias, tuberculosis, enfermedades del tejido conectivo, etc.) debe reservarse a aquellos pacientes que presentan complicaciones o una evolución desfavorable. El diagnóstico de estas formas específicas debe hacerse basándose en datos seguros, por ejemplo, en el aislamiento de células malignas, del bacilo de Koch o de granulomas característicos de tuberculosis. En pacientes con derrame pleural están indicados la toracocentesis y el estudio del líquido. Por último, el análisis del líquido pericár- dico en pacientes con derrame y el del tejido pericárdico mediante biopsia tienen un rendimiento diagnóstico muy bajo en ausencia de taponamiento. La pericardiocentesis está indicada en presencia de taponamiento cardíaco o cuando la sospecha de pericarditis purulenta, tuberculosa o neoplásica es elevada. Diagnóstico diferencial El diagnóstico diferencial de la pericarditis aguda es amplio, ya que incluye muchas patologías causantes de dolor torácico, algunas de ellas muy graves. Cabe recordar algunas enfermedades pleuropulmona- res (p. ej., neumonía, pleuritis, neumotórax) y del sistema cardiovascu- lar (p. ej., infarto de miocardio, angina, miocarditis, disección aórtica, embolia pulmonar). Las características del dolor torácico o la presencia de la tríada característica suelen permitir el diagnóstico, aunque en ocasiones es necesaria la práctica de exploraciones complementarias. Pronóstico Está en relación directa con la etiología causante. Algunos datos clíni- cos, tales como fiebre mayor de 38 °C, derrame pericárdico grave, tapo- namiento o falta de respuesta al tratamiento antiinflamatorio, se han asociado a una mayor probabilidad de una etiología específica, aunque también pueden estar presentes en pacientes con pericarditis idiopática. Estos pacientes deben ser hospitalizados. En la pericarditis idiopática, la evolución suele ser a la curación en pocos días o semanas en la mayoría de los casos. La evolución a constricción persistente es muy infrecuente. La pericarditis tuberculosa y la purulenta tienen un pronóstico menos favorable, ya que con frecuencia evolucionan a taponamiento o cons- tricción grave. Entre el 15% y el 30% de los pacientes presentan, en el seguimien- to, nuevos brotes de pericarditis (pericarditis recidivante), que pueden prolongarse y repetirse a lo largo de meses o años y son de mecanismo probablemente inmunomediado. El no reconocer o tratar adecuada- mente el brote inicial puede favorecer las recurrencias y facilitar una forma incesante de pericarditis. La intensidad de estos brotes suele ir de más a menos, y con cierta frecuencia no se encuentran datos objetivos de inflamación pericárdica (fiebre, roce). A largo plazo, el pronóstico es bueno y la inmensa mayoría experimenta una remisión completa. Tratamiento En los pacientes con una causa específica de pericarditis, el tratamiento debe ir dirigido a esta. En la mayoría de los casos el tratamiento se basa en reposo y administración de AINE. Los más utilizados son el AAS (500-1.000 mg/6-8 h), el ibuprofeno (600-800 mg/8 h) o la El ECG muestra los cambios típicos de la fase aguda de la pericarditis. Se observa un ascenso del segmento ST de concavidad superior y con ondas T positivas en la mayoría de las derivaciones. A diferencia de lo que se aprecia en el infarto de miocardio, no hay imágenes «en espejo» y no aparecen ondas de necrosis (ondas Q). https://booksmedicos.org 531 CAPÍTULO 58 Enfermedades del pericardio S E C C IÓ N I II indometacina (25-50 mg/8 h). El tratamiento debe mantenerse durante 1-2 semanas, según evolución, y retirarlo gradualmente a lo largo de otras 2-4 semanas. El uso de glucocorticoides debe evitarse, salvo que sea absolutamente necesario, ya que favorecen la aparición de recurrencias al disminuir la dosis y, en cualquier caso, deben administrarse en dosis bajas o medias y retirarse muy gradualmente. La colchicina (0,5-1 mg/ día según el peso) debe administrarse como tratamiento inicial asociada a antiinflamatorios para reducir la duración del brote agudo. También ha demostrado ser un fármaco eficaz en la prevención de recurrencias. En pacientes con pericarditis recidivante, cada recurrencia debe ser tratada de la misma manera que el episodio inicial. Los glucocorticoides y la pericardiectomía no están indicados, salvo excepcionalmente. DERRAME PERICÁRDICO Y TAPONAMIENTO CARDÍACO Concepto Se entiende por derrame pericárdico aquella situación en la que el volumen de líquido en el espacio pericárdico supera al que se consi- dera fisiológico; es decir, por encima de unos 50 mL. El taponamiento cardíaco es un síndrome en el que un derrame pericárdico a tensión comprime el corazón e interfiere en su normal funcionamiento, al dificultar el llenado diastólico de las cavidades. El taponamiento es un continuum de alteraciones hemodinámicas y clínicas, de gravedad muy variable, que va desde grados difíciles de reconocer clínicamente hasta el extremo de poder ser causante de colapso circulatorio. Etiología La etiología del derrame pericárdico y taponamiento es muy variada (cuadro 58-2). La pericarditis aguda es una causa frecuente, ya que cualquier forma de pericarditis puede cursar con derrame pericárdico y, a su vez, complicarse con taponamiento. Algunas causas de derrame, como la pericarditis tuberculosa, purulenta o neoplásica, tienen una mayor tendencia a ocasionar taponamiento que otras. La presencia de un derrame pericárdico ligero es un hallazgo relativamente frecuente en personas sanas, y su detección casual no requiere estudio ni tratamiento. Fisiopatología La inflamación es el mecanismo más frecuente por el que se acumula derrame pericárdico, porque la exudación de líquido es un componente del proceso inflamatorio. En patologías no inflamatorias, otros meca- nismos son la erosión vascular, la comunicacióndel pericardio con las cavidades cardíacas o la aorta y la obstrucción en el drenaje linfático del pericardio. Las consecuencias del derrame sobre la función del corazón depen- derán no sólo de la cantidad de líquido, sino fundamentalmente de la rapidez de acumulación. El volumen de reserva pericárdica es escaso, por lo que pequeñas cantidades de líquido pueden ocasionar tras- tornos hemodinámicos muy graves si se acumulan con rapidez. El ejemplo paradigmático es la rotura cardíaca en el seno de un infarto de miocardio, en la que una cantidad relativamente pequeña de sangre que entra bruscamente en el pericardio ocasiona un colapso circulatorio fulminante y la muerte del paciente en pocos minutos. En contras- te con esto, en derrames crónicos, pueden acumularse cantidades importantes de líquido, a veces más de 1 L, sin ocasionar ninguna repercusión clínica. En condiciones normales, la presión intrapericárdica oscila entre 0 y –3 mm Hg. Cuando la presión intrapericárdica aumenta, llega a igua- larse con la presión de las cavidades cardíacas, comprimiéndolas; en este punto se habla de taponamiento cardíaco. El taponamiento compromete inicialmente el llenado de las cavidades derechas —por tener presiones más bajas— y, al progresar, puede acabar comprometiendo el llenado de las izquierdas. A partir de un momento determinado, pequeños aumentos en la cantidad de derrame ocasionan grandes incrementos en la presión intrapericárdica. Este fenómeno se expresa mediante la curva en J, que relaciona volumen y presión intrapericárdicos y explica el hecho de que en pacientes con taponamiento cardíaco muy grave la evacuación de una pequeña cantidad de derrame pueda provocar una gran mejoría hemodinámica. La compresión de las cavidades cardíacas dificulta su llenado, con la consiguiente reducción del gasto cardíaco. Esto pone en marcha los mecanismos de compensación. La activación adrenérgica ocasiona taquicardia, vasoconstricción y aumento de la contractilidad miocár- dica, que permiten mantener temporalmente el gasto cardíaco y la presión arterial, para asegurar la perfusión de los órganos vitales. De forma más lenta se produce estimulación del sistema renina-angioten- sina-aldosterona, para intentar incrementar el volumen de llenado y las presiones de las cavidades cardíacas. Cuando la presión intrapericárdica aumenta mucho y se superan los mecanismos de compensación, el gasto cardíaco se reduce drásticamente y el paciente entra en una situación de taponamiento cardíaco grave y shock. En esta situación existe un gran incremento e igualación de las presiones diastólicas de las cuatro cavidades cardíacas y de la presión intrapericárdica, alrededor de 15-20 mm Hg. Cuadro clínico y diagnóstico El derrame pericárdico sin taponamiento no suele ocasionar ninguna sintomatología, y el examen físico del paciente puede ser completa- mente normal. Algunos pacientes presentan disnea o dolor torácico. Si el derrame es abundante, puede ocasionar síntomas por compresión de estructuras vecinas, como disfagia o disfonía. Una forma peculiar, aunque poco frecuente, es la detección de un derrame pericárdico crónico (más de 3 meses) y grave en pacientes sin ninguna o mínima sintomatología y ninguna enfermedad concomitante. La etiología de estos derrames suele ser idiopática y, con frecuencia, se diagnostican al realizar una prueba de imagen indicada por otro motivo. Para el diagnóstico de la etiología debe tenerse en cuenta la epide- miología y evitar un sinfín de exploraciones, que raramente aportan un diagnóstico. En muchos casos, la causa del derrame es evidente por el contexto clínico en que se diagnostica, mientras que en ausencia de enfermedad de base y de clínica de pericarditis la mayoría serán idiopá- ticos. El estudio del líquido pericárdico en pacientes sin taponamiento tiene muy bajo rendimiento. Debe sospecharse el taponamiento cardíaco ante todo paciente con signos de insuficiencia cardíaca derecha, hipotensión arterial, shock cardiogénico o disociación electromecánica. La clásica tríada de Beck (hipotensión, ingurgitación yugular y corazón pequeño y quieto) es típica de taponamientos agudos por hemopericardio. Los pacientes con taponamiento suelen referir disnea, aunque dada la tardía afectación de las cavidades izquierdas raramente hay signos clínicos o radiológicos de congestión pulmonar. Los hallazgos del examen físico guardarán relación con la gravedad del taponamiento. Los pacientes se muestran inquietos, disneicos, taquicárdicos y con ingurgitación yugular en mayor o menor grado, excepto en aquellos con taponamiento de bajas presiones, en • CUADRO 58-2 Pericarditis de cualquier etiología* Derrame trasudativo (hidropericardio) Insuficiencia cardíaca, síndrome nefrótico, cirrosis hepática, amiloidosis Hemopericardio o sangrado intrapericárdico Rotura cardíaca postinfarto de miocardio* Disección aórtica* Traumatismo penetrante o cerrado* Perforación cardíaca relacionada con dispositivos y procedimientos* Metabólicas Hipotiroidismo Insuficiencia renal crónica Derrame pericárdico neoplásico* Quilopericardio Derrame pericárdico crónico idiopático Derrame pericárdico precoz poscirugía cardíaca* Otras *Por su prevalencia o presentación es causa frecuente de taponamiento cardíaco. https://booksmedicos.org 532 SECCIÓN II I Cardiología quienes la ingurgitación es menos evidente. La ingurgitación yugular es un dato clave en la sospecha diagnóstica, aunque también puede estar presente en otras patologías. En casos graves son manifiestos los signos de bajo gasto cardíaco y shock, como sudoración, extremidades frías, cianosis, hipotensión arterial, confusión y obnubilación. El pulso arterial paradójico es otro signo clave en el diagnóstico. Es una exageración de un fenómeno fisiológico y se define como un descenso de la presión arterial sistólica superior a 10 mm Hg en la inspiración. No es exclusivo del taponamiento, ya que también puede estar presente en la constricción pericárdica, la embolia pulmonar y la enfermedad pulmonar obstructiva grave, entre otros. Se debe a una interdependencia ventricular exagerada; durante la inspiración, aumenta el llenado y el tamaño de las cavidades derechas, lo que oca- siona un desplazamiento del septo interventricular hacia la izquierda; dado que el volumen cardíaco total está limitado por la existencia de derrame pericárdico a tensión, se produce un incremento adicional de la presión intrapericárdica y una reducción del llenado del ventrículo izquierdo. Esto ocasiona una disminución del volumen de eyección del ventrículo izquierdo y el consiguiente descenso de la presión arterial sistólica. Para su medición, se necesita un esfigmomanómetro manual. Exploraciones complementarias Electrocardiograma Además de los cambios característicos de pericarditis aguda, si es el caso, la aparición de derrame pericárdico abundante puede dar lugar a una reducción generalizada de la magnitud de los voltajes eléctricos (suma de la amplitud de los complejos QRS en DI, DII y DIII < 15 mm). En algunos casos se observa alternancia eléctrica del complejo QRS, consistente en cambios de la magnitud del QRS en cada latido y que se debe al balanceo cíclico del corazón en el interior de abundante derrame (fig. 58-2). Radiografía de tórax La cardiomegalia puede ser muy llamativa en pacientes con derrame pericárdico abundante, y el hallazgo de una silueta cardíaca muy aumentada en ausencia de signos de congestión pulmonar debe hacer sospechar el diagnóstico. La radiografía de tórax no es útil en el diag- nóstico de taponamiento, ya que, si la instauración es brusca, la silueta cardíaca puede ser normal. Datos de laboratorio El laboratorio no aporta datos para el diagnóstico de derrame o taponamiento, pero en algunos casos puede ser útil en la investigación de su etiología. En el cuadro 58-3 se muestran las determinaciones básicas y opcionales recomendables para el diagnóstico etiológico del derrame pericárdico denueva aparición, en el seno o no de una pericarditis, cuando la causa no es evidente. En los derrames crónicos, las investigaciones etiológicas son la mayoría de las veces infructuosas. Ecocardiograma Doppler Es la técnica fundamental en el diagnóstico y valoración de la repercu- sión del derrame pericárdico. Se muestra como un espacio libre de ecos alrededor del corazón en las imágenes bidimensionales (fig. 58-3). La cuantificación del derrame se expresa como la suma de espacios libres de ecos en sacos anterior y posterior en diástole. Se considera ligero si la suma es inferior a 10 mm, moderado entre 10 y 20 mm y grave si la suma supera los 20 mm. No obstante, en algunos derrames de • CUADRO 58-3 Básicas Analítica general, que incluya función renal, hemograma y marcadores inflamatorios Hormonas tiroideas En determinados casos Autoanticuerpos si hay sospecha de enfermedad autoinmune Investigación microbiológica de micobacterias: esputo, aspirado gástrico, otros tejidos Investigación de otros agentes infecciosos, según sospecha clínica Serología del HIV Marcadores tumorales En caso de pericardiocentesis, determinaciones en el líquido pericárdico Perfil básico: celularidad, glucosa, proteínas, LDH Citología Tinción de Gram y baciloscopia. Cultivo convencional y para micobacterias ADA y/o interferón γ PCR para tuberculosis, según sospecha Marcadores tumorales según sospecha: CEA, CYFRA 21-1 Según aspecto del derrame: colesterol, triglicéridos y quilomicrones ECG de un paciente con un derrame pericárdico masivo. Se observan bajos voltajes y alternancia eléctrica del complejo QRS. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 533 CAPÍTULO 58 Enfermedades del pericardio S E C C IÓ N I II distribución asimétrica, este modo de cuantificación puede resultar engañoso. La ecocardiografía es también insustituible en la valoración del taponamiento cardíaco. Permite descartarlo con rapidez, ya que en ausencia de derrame pericárdico no es posible la existencia de tapo- namiento. El signo más característico es el colapso de las cavidades cardíacas, habitualmente las derechas. El colapso de aurícula derecha es un signo muy sensible, pero poco específico (está presente en muchos pacientes sin repercusión clínica evidente) y el de ventrículo derecho es muy específico, aunque de aparición más tardía en el curso del taponamiento. Tomografía computarizada y resonancia magnética de tórax Ambas son técnicas que permiten el diagnóstico, la cuantificación y la valoración de la distribución espacial del derrame (fig. 58-4). No suele ser necesaria su realización para diagnosticar derrame, ya que la ecocardiografía aporta información precisa en la mayoría de las situaciones con mayor rapidez y menor coste. Pueden tener un papel relevante en pacientes con mala ventana ecocardiográfica, en derrames localizados o de distribución atípica y en el estudio etiológico en algunos pacientes, por ejemplo, si existe sospecha de malignidad. Proporcionan también ayuda en la caracterización del derrame, por ejemplo, la presencia de sangre, aunque esta información suele tener escasa relevancia diagnóstica. Cateterismo cardíaco Permite obtener el registro de las presiones intracavitarias y simul- táneamente de la presión arterial y el pulso arterial paradójico. Las curvas de presión obtenidas mostrarán una elevación e igualación de la presión pericárdica y las presiones de llenado (habitualmente se registra la de la aurícula derecha). Además, en la curva de presión auricular se registra una abolición del descenso y (diastólico), con un marcado descenso x (sistólico), debido a que el retorno venoso queda restringido al momento de la sístole ventricular. Aunque permite documentar con precisión la fisiología de taponamiento, se trata de una técnica invasiva y no es necesaria para el diagnóstico. Diagnóstico diferencial El diagnóstico diferencial suele plantearse con la insuficiencia cardíaca, la pericarditis constrictiva o exudativo-constrictiva, el cor pulmonale agudo y el infarto de ventrículo derecho. La realización de un eco- cardiograma permite, en pocos minutos, confirmar o descartar la presencia de derrame pericárdico y evaluar su repercusión. También en la valoración del enfermo crítico que presenta shock cardiogénico o inexplicado, hipotensión sin causa aparente o parada cardiocirculatoria por disociación electromecánica, el taponamiento debe ser considerado en el diagnóstico diferencial. Pronóstico El pronóstico del derrame pericárdico y el del taponamiento dependen fundamentalmente de la causa subyacente. El taponamiento cardíaco es un síndrome grave, pero suele solucionarse mediante la evacuación del derrame pericárdico. Tratamiento El tratamiento inicial del derrame pericárdico viene determinado por la presencia o la ausencia de taponamiento. En ausencia de tapona- miento, no está indicada la evacuación sistemática del líquido, salvo cuando la sospecha de pericarditis tuberculosa, purulenta o neoplásica es elevada. El tratamiento debe dirigirse a la causa del derrame. Los pacientes con signos inflamatorios deben recibir tratamiento como en la pericarditis aguda. En ausencia de inflamación, ningún tratamiento ha demostrado poder reducir o eliminar el derrame. Un caso especial es el derrame pericárdico crónico idiopático grave, que debe tratarse con pericardiocentesis porque la evolución a taponamiento no es infrecuente y es impredecible. En pacientes con taponamiento leve puede adoptarse una actitud expectante, especialmente si la causa del mismo es reversible y se dispone de un tratamiento que pueda mejorar el cuadro clínico. En el paciente con taponamiento cardíaco grave, debe evacuarse el derrame pericárdico mediante una pericardiocentesis percutánea, realizada frecuentemente Ecocardiograma bidimensional de dos pacientes con derrame pericárdico grave. A. Proyección paraesternal longitudinal. B. Proyección paraesternal transversal. DP: derrame pericárdico; VI: ventrículo izquierdo; VD: ventrículo derecho. TC de tórax de una paciente con un derrame peri- cárdico grave. DP: derrame pericárdico; VI: ventrículo izquierdo; VD: ventrículo derecho. https://booksmedicos.org 534 SECCIÓN II I Cardiología por vía subxifoidea y tras la que es habitual dejar durante unos días un catéter intrapericárdico. Debe realizarse guiada por eco que permite en determinados casos el drenaje por vías alternativas, como el acceso apical y la punción de derrames no accesibles por vía subxifoidea. La otra técnica de evacuación es el drenaje quirúrgico, con visualización directa del pericardio. Es una técnica más invasiva, que se aconseja en casos de taponamiento no resuelto con pericardiocentesis o que recidiva tras una pericardiocentesis eficaz y en pacientes con pericarditis purulenta. El drenaje quirúrgico permite, además del estudio del derrame, la toma de muestras del tejido pericárdico para su análisis anatomopatológico. PERICARDITIS CONSTRICTIVA O CONSTRICCIÓN PERICÁRDICA Concepto Se trata de una forma poco frecuente de insuficiencia cardíaca dias- tólica en la que el engrosamiento, la fusión y a veces la calcificación del pericardio hacen que el corazón quede oprimido, imponiendo una limitación al llenado ventricular. La forma más habitual es la pericarditis constrictiva crónica, un proceso lento que se desarrolla a lo largo de años. También se observan formas de instauración más rápida, subaguda o aguda. En el curso evolutivo de algunas pericarditis agudas pueden observarse, transitoriamente, signos clínicos o, más frecuentemente, ecocardiográficos, de constricción; este proceso se conoce como cons- tricción cardíaca transitoria. Por último, algunos pacientes presentan un cuadroclínico en el que se mezclan datos sugestivos de derrame o taponamiento con otros indicativos de constricción. Este cuadro suele reconocerse cuando, a pesar de la evacuación del derrame pericárdico, persiste una elevación anormal de las presiones de llenado. Esta entidad se conoce como pericarditis efusivo-constrictiva. Etiología La causa más frecuente de pericarditis constrictiva crónica en los países desarrollados es la idiopática, y en la mayoría de los casos no existen antecedentes conocidos de patología pericárdica. El estudio histológico del pericardio en pacientes con formas crónicas y calcificadas no suele proporcionar datos útiles para la determinación de la etiología. En una serie de 140 pacientes sometidos a pericardiectomía por pericarditis constrictiva, las formas idiopáticas representaban el 71% de los casos y sólo en el 24% de estas existía el antecedente de pericarditis aguda idiopática. La pericarditis tuberculosa representó el 11% de los casos; la purulenta, el 7%; la neoplásica, el 4%, y la cirugía cardíaca, el 4%. Otras causas menos frecuentes son la uremia y la radioterapia. Las diferentes etiologías de pericarditis aguda tienen una tendencia muy diferente a la evolución hacia la constricción. Atendiendo al modo de presentación, las formas idiopáticas se presentan con mucha mayor frecuencia como crónicas, mientras que la mayoría de las formas específicas (purulenta, tuberculosa, neoplásica, postquirúrgica) se manifiestan de forma aguda o subaguda. Fisiopatología El pericardio cicatrizado, engrosado y rígido pierde su elasticidad y com- prime el corazón, dificultando el llenado diastólico de los ventrículos. Mientras que en el taponamiento la compresión cardíaca se produce durante toda la diástole por el líquido a tensión, en la constricción la parte inicial de la diástole está respetada, produciéndose un llenado ven- tricular muy rápido en esta fase. Una vez que se alcanza el límite impues- to por el pericardio no distensible, la presión se incrementa rápidamente y el llenado ventricular se detiene. Esta limitación al llenado da lugar a que las presiones diastólicas de todas las cavidades cardíacas y venas pulmonares y sistémicas estén elevadas e igualadas. La congestión venosa sistémica ocasiona las manifestaciones principales de la pericarditis cons- trictiva en forma de edema periférico y congestión hepática. Aunque la contractilidad miocárdica no suele estar afectada, la reducción del llenado ventricular se acompaña de una reducción del gasto cardíaco, que también puede contribuir a la sintomatología del paciente. Cuadro clínico y diagnóstico La pericarditis constrictiva debe sospecharse ante todo paciente con signos y síntomas prominentes de insuficiencia cardíaca derecha. Los edemas, el aumento de peso y la hinchazón abdominal son frecuen- temente referidos por el enfermo. En la exploración, los edemas son evidentes y la ingurgitación yugular, con frecuencia muy acentuada, es un dato constante. En el análisis del pulso venoso yugular destaca la presencia de un colapso y profundo. La hepatomegalia y el derrame pleural también suelen estar presentes. En fases avanzadas, la conges- tión hepática mantenida evoluciona a la cirrosis, pudiendo aparecer ascitis, anasarca e ictericia. El signo de Kussmaul es característico, aunque no exclusivo, de la pericarditis constrictiva; consiste en la ausencia de descenso, e inclu- so incremento, de la ingurgitación yugular durante la inspiración profunda. Otro dato característico de la exploración física, presente con frecuencia, es el ruido o chasquido pericárdico, un fenómeno acús- tico protodiastólico, de bajas frecuencias, que se ausculta en el borde esternal izquierdo o el ápex y se corresponde con el final de la fase de llenado ventricular rápido. Puede confundirse con un tercer ruido. Los síntomas y los signos de insuficiencia cardíaca izquierda gra- ve suelen ser menos evidentes y de aparición más tardía. La disnea, habitualmente de esfuerzo, y la ortopnea son frecuentes. La reducción crónica del gasto cardíaco da lugar a fatigabilidad, y a caquexia en fases avanzadas. En las formas de aparición aguda o subaguda, los síntomas de bajo gasto pueden ser predominantes. Exploraciones complementarias Electrocardiograma Existen alteraciones en la mayoría de los casos, aunque no son espe- cíficas de la pericarditis constrictiva. Las ondas T negativas y los bajos voltajes son frecuentes. Aproximadamente, el 25% de los pacientes presentan fibrilación auricular. Radiografía de tórax Puede ser clave para establecer el diagnóstico. La calcificación pericár- dica (fig. 58-5) está presente en el 25%-30% de las formas crónicas. La presencia de calcificaciones pericárdicas no permite por sí sola diagnosticar pericarditis constrictiva, aunque en el contexto de un cuadro clínico compatible apoya fuertemente el diagnóstico. El grado de cardiomegalia es variable, y el derrame pleural, frecuente. Datos de laboratorio El laboratorio no aporta información específica para el diagnóstico y raras veces para su diagnóstico etiológico. Dado que estos pacientes Radiografía de tórax de un paciente con pericarditis constrictiva crónica calcificada (flechas). También presenta signos de paquipleuritis izquierda. El parénquima pulmonar no puede valorarse adecuadamente debido a las características de la radiografía, tomada para potenciar la visualización de las calcificaciones. https://booksmedicos.org 535 CAPÍTULO 58 Enfermedades del pericardio S E C C IÓ N I II presentan estasis venosa crónica en el territorio sistémico, son fre- cuentes las alteraciones en la bioquímica hepática, pudiendo incluso evolucionar a cirrosis (cirrosis cardíaca). Este hecho, junto con las similitudes en la presentación clínica, puede inducir a error en el diagnóstico diferencial. Ecocardiograma Doppler El engrosamiento y la calcificación del pericardio son difíciles de valorar mediante ecocardiografía transtorácica. La anormal movilidad del septo interventricular es el signo más destacado en los pacientes con constricción; se aprecia un movimiento brusco del septo (como un rebote) en el inicio de la diástole; además, debido a la interdependencia ventricular exagerada, el septo se desplaza llamativamente hacia la izquierda en cada inspiración, al favorecerse el llenado del ventrículo derecho sobre el izquierdo en este momento del ciclo respiratorio. Son también patentes los signos de hipertensión venosa, como la dilatación de la vena cava inferior y las venas hepáticas, con reducción de las oscilaciones en su diámetro a lo largo del ciclo respiratorio. En casos de pericarditis efusivo-constrictiva existirá derrame pericárdico en mayor o menor grado. Tomografía computarizada y resonancia magnética Permiten medir con precisión el grosor del pericardio, que en condi- ciones normales no supera los 2 mm. También, especialmente la TC, permiten determinar la existencia de calcificación pericárdica. Ante una sospecha clínica fundada de pericarditis constrictiva, la presencia de un pericardio engrosado o calcificado (fig. 58-6) permite esta- blecer el diagnóstico. Algunos casos de pericarditis constrictiva no se acompañan de engrosamiento ni calcificación pericárdica; por tanto, la ausencia de estos signos no permite descartar el síndrome por com- pleto, aunque lo hace improbable. Las anomalías en la movilidad del septo interventricular son también aquí evidentes. La presencia de signos de inflamación pericárdica en la resonancia, como la captación tardía de gadolinio, sugiere la posible reversibilidad tras tratamiento antiinflamatorio. Pueden observarse también otras alteraciones, tales como derrame pleural, ascitis, congestión venosa hepática y cambios en la morfología de los ventrículos. Cateterismo cardíaco Típicamente se registrará una igualación y elevación importante (20 mm Hg o incluso más) de las presiones diastólicas de ambos ventrículos, ambas aurículas y el lecho capilarpulmonar (presión enclavada). La diferencia entre las presiones izquierdas y las derechas suele ser mínima, al contrario de lo que sucede en la miocardiopatía restrictiva. La curva de presión de ambos ventrículos muestra una morfología típica en raíz cuadrada o dip-plateau, con un descenso brusco de la presión en protodiástole seguido de una estabilización a niveles elevados de presión. No suele ser necesaria la práctica de un cateterismo para establecer el diagnóstico, pero en pacientes que van a ser intervenidos la coronario- grafía permite descartar enfermedad de las arterias coronarias, que ocasionalmente se ven afectadas por el proceso cicatricial que afecta al pericardio. Diagnóstico diferencial Se plantea con aquellas enfermedades cardíacas o extracardíacas que cursan con un cuadro clínico de insuficiencia cardíaca derecha pre- dominante o anasarca. Como se ha comentado, la visualización de un pericardio engrosado o calcificado es de gran valor, ya que esta alteración no está presente en estas otras enfermedades. Entre las enfermedades extracardíacas, la cirrosis hepática ocupa un lugar relevante; los edemas, la ascitis, la hepatomegalia y la alteración de las pruebas de laboratorio pueden estar presentes en ambas condiciones. La mayoría de las enfermedades que cursan con cuadros de insuficiencia cardíaca derecha son de fácil diagnóstico mediante la anamnesis, la exploración física y la ecocardiografía. Este es el caso de la estenosis mitral, los tumores cardíacos, la miocardiopatía dilatada y el cor pulmonale crónico. Un caso diferente es el de la miocardiopatía restrictiva, cuyo diagnós- tico diferencial con la pericarditis constrictiva puede resultar muy difí- cil, en especial en ausencia de engrosamiento y calcificación pericárdica. El cuadro clínico, el ecocardiograma e incluso el patrón hemodinámico obtenido en el cateterismo pueden ser similares. En algunos casos de miocardiopatía restrictiva de causa infiltrativa, como la amiloidosis, el ecocardiograma, la RM y la biopsia miocárdica pueden proporcionar información característica de este proceso. Tratamiento El tratamiento de elección es quirúrgico y consiste en la práctica de una pericardiectomía o extirpación lo más amplia posible del pericardio. En las formas crónicas y calcificadas la resección puede ser difícil debido a la infiltración miocárdica cálcica, que da lugar a un mayor riesgo qui- rúrgico y una recuperación funcional menos completa. La mortalidad quirúrgica es aproximadamente del 10%, y la situación funcional previa a la intervención, uno de sus predictores, lo que apoya la indicación quirúrgica en fases no muy evolucionadas de la enfermedad. El tratamiento farmacológico con diuréticos es útil para aliviar los síntomas congestivos en pacientes que no pueden intervenirse o que presentan constricción ligera. TC de tórax de dos pacientes con pericarditis constrictiva. A. Pericarditis constrictiva subaguda; se observa engrosamiento pericárdico (flecha). B. Pericarditis constrictiva crónica; se observan calcificaciones pericárdicas (flecha) y derrame pleural. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 536 SECCIÓN II I Cardiología Como se ha comentado, algunos pacientes presentan constric- ción cardíaca transitoria, cuyo tratamiento, obviamente, no debe ser quirúrgico. Debe sospecharse esta posibilidad en pacientes que desa- rrollan este síndrome tras un brote de pericarditis aguda o tras una intervención de cirugía cardíaca. Es razonable ofrecer un período de observación y tratamiento diurético antes de indicar la cirugía, en espera de una posible resolución espontánea. ALGUNAS CAUSAS ESPECÍFICAS DE ENFERMEDAD PERICÁRDICA El pericardio puede verse afectado en el curso de un número impor- tante de enfermedades y procesos cardíacos y extracardíacos. Por su frecuencia y sus particularidades, cuatro de estos merecen ser expuestos de forma individualizada. Pericarditis en la insuficiencia renal Una de las manifestaciones que pueden acompañar a la insuficiencia renal avanzada es la pericarditis urémica, frecuentemente acompañada de derrame pericárdico. Actualmente, es poco habitual gracias al uso más amplio de la diálisis. La enfermedad pericárdica en el paciente dia- lizado es más común en nuestros días. Puede presentarse en forma de pericarditis aguda, con síntomas y signos clásicos de inflamación, o como derrame pericárdico. El tratamiento suele consistir en iniciar o intensificar la diálisis, aunque es razonable el uso de AINE en pacientes ya dializados cróni- camente que presentan pericarditis con datos de inflamación. En caso de ocasionar compromiso hemodinámico, el derrame debe ser drenado. Pericarditis tras un infarto de miocardio La pericarditis epistenocárdica se produce en el seno de infartos de miocardio transmurales extensos y suele manifestarse en los primeros días tras el evento coronario. Su incidencia se ha reducido desde la generalización de la revascularización en fase aguda. El cuadro clínico se caracteriza por reaparición de dolor torácico, en este caso de características pericardíticas, con poca expresividad en el elec- trocardiograma. Ocasionalmente es asintomática y se diagnostica al auscultarse un roce. La pericarditis tardía postinfarto o síndrome de Dressler se produce entre semanas y meses después del infarto de miocardio. Se trata de una poliserositis de etiología autoinmune que se manifiesta con fiebre, dolor pleurítico o pericardítico y derrame pleural y/o pericárdico. Los antiinflamatorios constituyen la base del tratamiento de ambos procesos. Síndrome pospericardiotomía Se trata de un cuadro de pleuropericarditis, de patogenia autoinmune, que se desarrolla de días a meses tras una intervención de cirugía car- díaca. Es frecuente que haya derrame pleural y pericárdico, y algunos pacientes presentan infiltrados pulmonares. El tratamiento se basa en antiinflamatorios y colchicina. Enfermedad pericárdica neoplásica La afectación neoplásica del pericardio suele dar lugar a derrames abundantes, hemáticos y con tendencia al taponamiento cardíaco, y suele cursar con pocas manifestaciones inflamatorias de pericarditis. En ocasiones, predomina la constricción o la pericarditis efusivo-cons- trictiva. Los cánceres de pulmón y mama, y las neoplasias hemato- lógicas son las principales causas de enfermedad pericárdica metas- tásica. Es importante establecer el diagnóstico de certeza mediante aislamiento de células malignas en líquido o tejido pericárdico, porque los pacientes con neoplasias presentan con frecuencia derrames de causa no maligna. Además del tratamiento de la neoplasia causante, la pericardiocentesis con drenaje prolongado y, en ocasiones, con instilación de citostáticos intrapericárdicos constituye la forma más eficaz de tratar este proceso. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Adler Y, Charron P, Imazio M, Badano L, Barón-Esquivias G, Bogaert J, Task Force Members. et al. 2015 ESC Guidelines for the diagnosis and management of pericardial diseases. The Task Force for the Diagnosis and Management of Pericardial Diseases of the European Society of Cardiology (ESC). Endorsed by: The European Association for Cardio-Thoracic Surgery (EATCS). Eur Heart J 2015;36:2921-64. Cosyns B, Plein S, Nihoyanopoulos P, Smiseth O, Achenbach S, Andrade MJ, et al. European Association of Cardiovascular Imaging (EACVI) position paper: multimodality imaging in pericardial disease. Eur Heart J-Cardiovasc Imaging 2015;16:12-31. LeWinter MM, Imazio M. Pericardial Diseases. En: Zipes DP, Libby P, Bonow RO, Mann DL, Tomaselli GF, Braunwald G, eds. Braunwald’s Heart Dis- ease. A Textbook of Cardiovascular Medicine. 11th ed. Philadelphia: Elsevier; 2019. p. 1662-80. https://booksmedicos.orgPush Button0:
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