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Strongyloides stercoralis Historia Los primeros datos precisos sobre el descubrimiento de Strongyloides stercoralis datan de 1876, cuando el médico francés Louis Alexis Normand revisó las heces de soldados que estaban luchando en Conchinchina, lo que hoy se conoce como Vietnam y que presentaban diarrea muy intensa, por lo cual la parasitosis recibió el nombre de diarrea de Cochinchina. El parásito se llamó inicialmente Anguillula stercoralis, nombre que pasó a ser histórico. Actualmente se clasifica dentro del género Strongyloides. Para 1883 el parasitólogo alemán Rudolf Leuckart hizo estudios sobre el ciclo de vida del parásito. Taxonomía Reino: Animalia Filo: Nematoda Clase: Secernentea Morfología La hembra parasita, partenogenética, de 2 mm de largo, vive en el interior de la mucosa del intestino delgado, donde produce huevos que se trasforman en larvas en la luz del intestino. Puede vivir en el intestino hasta cinco años. Esta larvas en el exterior se convierten en de rhabditiformes a filariformes, esta última infecta a través de la piel y hace ciclo pulmonar cuerpo, el cual se continúa con el intestino que desemboca en el orificio anal, cerca del extremo posterior. Strongyloides stercoralis es un parásito muy pequeño que vive en el interior de la mucosa del intestino delgado, principalmente en duodeno y yeyuno. El macho es más pequeño que la hembra, mide entre 0.8 y 1 mm, y su porción caudal está curvada ventralmente. Tiene un solo testículo, cuya continuación es un canal deferente; el conducto eyaculador se abre en la cloaca, junto con el tubo digestivo. La cópula se facilita por la presencia de dos pequeñas espículas quitinosa La hembra parásita es filiforme, trasparente mide aproximadamente 2 mm de largo por 50 de diámetro. Tanto hembras como machos de vida libre tienen un esófago rabditoide, caracterizado por bulbo esofágico, istmo o estrechamiento, y enseguida dilatación bulbar que desemboca en el intestino. La función de este esófago es permitir que tanto larvas como adultos rabditoides se alimenten activamente de materia orgánica en descomposición. El útero presenta frecuentemente huevos en su interior y desemboca en la vulva entre los tercios posterior y medio del cuerpo. Los huevos son muy similares a los de uncinaria. Se encuentran en las hembras adultas y luego en el interior de los tejidos en donde éstas habitan. La presencia de huevos en materias fecales es muy rara. Los huevos se observan también en material de biopsia intestinal y ocasionalmente en flóculos de mucosa obtenidos por sondaje duodenal. Los huevos eclosionan en la mucosa intestinal y dan origen a la primera forma larvaria, llamada rhabditiforme que sale a la luz del intestino delgado, es arrastrada con el contenido intestinal y eliminada al exterior con las materias fecales; en la tierra estas larvas se trasforman en otras más alargadas, que son infectantes, llamadas filariformes. Los dos estados larvarios deben diferenciarse de los de uncinaria. Las siguientes son las características morfológicas de las larvas de Strongylodes: Larva rhabditiforme: Móvil, mide aproximadamente 250 de longitud, por 15 u de diámetro; extremo anterior romo con cavidad bucal corta; esófago con tres partes: cuerpo, istmo con anillo nervioso y bulbo; intestino que termina en el ano en el extremo posterior; primordio genital grande y en forma de medialuna un poco posterior a la mitad del cuerpo. La morfología descrita es similar a la de uncinaria, excepto la cavidad bucal y el primordio genital. Larva filariforme. Muy móvil, con 500 μ a 700 micras de largo, por 25 μ de diámetro: puede o no tener membrana envolvente; no se observa cavidad bucal, presenta en la parte anterior un estilete; el esófago es largo y llega hasta la parte media del parásito; el extremo posterior termina en una muesca, lo que constituye la principal diferencia. Adultos de vida libre. Algunas larvas rhabditiformes en la tierra se pueden convertir en gusanos macho y hembra de vida libre; estas formas no parasitarias tienen morfología muy diferente a la hembra parásita. Miden aproximadamente 1 mm de longitud, la hembra muestra generalmente una hilera de huevos dentro del útero y la vulva está en la mitad del cuerpo; el macho tiene el extremo posterior curvo y está provisto de dos espículas copulatrices. En África se conoce bien un buen número de casos de estrongiloidiasis humana producidos por Strongyloides fulleborni, un parásito de monos que se trasmite Orden: Rhabditida Familia: Strongyloididae Género: Strongyloides Especie: S. stercoralis a través de huevos en las materias fecales y ocasionalmente de larvas en la leche materna. o Ciclo biológico Sólo las larvas L3 son infectivas para el humano y los animales. Existen tres ciclos: Directo, con infección a partir de larvas filariformes de la tierra. Indirecto, cuando existe la presencia de gusanos macho y hembra de vida libre en la tierra que producen larvas filariformes infectantes. Autohiperinfección cuando las larvas rhabditiformes se trasforman en filariformes infectantes dentro del organismo humano. Este último se presenta en pacientes inmunodeficientes. La evolución de las larvas rhabditiformes puede tener tres posibilidades: se trasforman a filariformes infectantes en la tierra; originan gusanos de vida libre que producen nuevas generaciones larvarias; o se trasforman en infectantes (filariformes) en el intestino del mismo huésped. Estas tres características biológicas dan origen a tres formas de ciclo de vida: o Ciclo directo: Las larvas rhabditiformes aparecen en la materia fecal tres o cuatro semanas después de la infección, llegan al suelo con las materias fecales, se alimentan y mudan dos veces para transformarse en filariformes. Estas larvas permanecen en la parte más superficial del suelo sin alimentarse, esperando el contacto con la piel. Cuando esto sucede, penetran a través de ella para buscar los capilares, y por la circulación llegan al corazón derecho, pasan a los pulmones, rompen la pared del alvéolo donde mudan para caer a las vías aéreas, ascienden por los bronquiolos, expulsados por las cilias bronquiales hasta alcanzar bronquios, tráquea, laringe y llegar a la faringe para ser deglutidas. En el intestino delgado penetran la mucosa y se convierten en parásitos hembra adultos. El período prepatente en estrongiloidiasis humana es de un mes aproximadamente. o Ciclo indirecto: Incluye una o varias generaciones de Strongyloides de vida libre. Estos se originan a partir de las larvas rhabditiformes que salen en las materias fecales, que genéticamente están destinadas a transformarse en la tierra en gusanos adultos no parásitos. Los machos y hembras copulan, y dan origen a huevos que embrionan para producir larvas rhabditiformes. Estas pueden dar de nuevo gusanos de vida libre, que mantienen su existencia indefinidamente en la tierra. Algunas de las lar- vas se convierten a filariformes que invaden la piel y continúan el ciclo de tipo directo ya descrito. o Ciclo de autoinfección. Sucede cuando las larvas rhabditiformes se trasforman a filariformes en la luz del intestino. Éstas penetran la mucosa intestinal, llegan a la circulación y continúan el recorrido descrito en el ciclo directo. La trasformación a larvas filariformes órganos puede suceder también en la región perineal y allí penetrar a la circulación. Este ciclo permite: 1. Hiperinfección. Existe hiperinfección cuando las defensas del huésped se encuentran deprimidas; en este caso hay implantación de hembras adultas en todo el intestino delgado, en el grueso y en pulmones; las larvas filariformes que se producen en gran cantidad pueden invadir gangliosy vísceras. Se constituye así un cuadro de autohiperinfección interna grave, que en pacientes en malas condiciones generales puede ser mortal. 2. Persistencia de la infección. La parasitosis puede persistir indefinidamente sin reinfecciones externas. Este mecanismo explica el hecho de que individuos que se infectaron en zonas endémicas y que se trasladaron a sitios en donde no puede adquirirse esta parasitosis, se encuentren infectados después de muchos años. En determinadas ocasiones se acepta la posibilidad de que algunas larvas permanezcan un tiempo largo en los pulmones, y puedan alcanzar allí su estado adulto para producir estrongiloidiasis pulmonar. o Patología y patogenia ESTRONGILOIDIASIS La estrongiloidiasis geohelmitos de gran importancia en las zonas tropicales. Es menos frecuente y tiene características biológicas especiales, diferentes a las otras helmintiasis intestinales. Presenta problemas clínicos de importancia en pacientes inmunodeprimidos. Esta razón ha hecho que adquiera gran importancia en la actualidad y que exista gran cantidad de publicaciones sobre este tema. Se producen lesiones transitorias en piel y pulmones, acompañados de alta cosimofilia. En intestino causa duodenitis con lesiones que pueden ser severas. La patología principal se deriva de la invasión visceral de las larvas cuando hay diseminación, especialmente en pacientes inmunocomprometidos. Debemos diferenciar claramente en esta parasitosis las distintas etapas de invasión al organismo humano, que corresponden a cuadros patológicos diferentes. Ellas son la invasión cutánea, el paso por los pulmones, el establecimiento en el intestino y la invasión de otros órganos. o Invasión de la piel: sucede principalmente en los espacios interdigitales de los pies, pero puede efectuarse a través de cualquier parte. Las lesiones consisten en inflamación con eritema, exudación y prurito que se puede infectar secundariamente. En algunos pacientes hay migración de las larvas por la piel antes de penetrar a la circulación, tal como sucede en el síndrome de migración larvaria cutánea. En algunos casos hay erupción urticariforme en varias zonas de la piel en pacientes. Al síndrome de migración de larvas de Strongyloides se ha llamado de "larva currens" donde presenta canales serpiginosos caracteristicos. o Lesiones pulmonares: La perforación de los alvéolos pulmonares para permitir el paso de las larvas de la circulación a las cavidades aéreas, produce pequeñas hemorragias, exudados e inflamación local, con intensidad proporcional al número de larvas que hayan penetrado. Como las invasiones masivas no son frecuentes, lo más común es que esta etapa pulmonar sea discreta. En casos severos se produce bronconeumonía, broncoespasmo y asma, la cual empeora con corticosteroides. La etapa pulmonar se encuentra asociada a elevación de los cosinófilos circulantes en pacientes inmunocompetentes, pero ausentes en inmunocomprometidos. En la rara circunstancia que los parásitos lleguen al estado adulto en el pulmón, las hembras invaden el epitelio bronquial y dan lugar a una inflamación local con las características de bronquitis o bronconeumonía. o Localización intestinal: Las hembras parasitas penetran a la mucosa intestinal y producen inflamación catarral. La intensidad de la patología está en relación directa con el número de parásitos existentes. En casos de parasitismo intenso, con invasión de submucosa y aun de capas musculares, se originan granulomas y un mayor grado de inflamación intestinal, incluso con ulceraciones. Las lesiones se presentan con mayor frecuencia en duodeno y yeyuno, pero en casos de hiperinfección pueden extenderse a todo el intestino delgado y aun al grueso. En estos casos las lesiones son más extensas, pueden confluir, producir necrosis de la mucosa y dar origen a ulceraciones, que permite el paso de bacterias a la circulación, con producción de septicemia. En las formas crónicas hay leucocitosis y eosinofilia circulante elevada, hasta de 60%. o Invasión de otras vísceras: Cuando se presenta el ciclo de autoinfección con marcada intensidad, las larvas pueden invadir otros sitios diferentes al intestino. Existe migración a ganglios linfáticos, pulmón, hígado, cerebro, etc. Se presenta un infiltrado de plasmocitos, macrófagos, células gigantes y eosinófilos. Los parásitos adultos se encuentran únicamente en intestino y pulmón. En las infecciones severas en pacientes inmunodeficientes los eosinófilos circulantes están normales o bajos, lo cual es signo de mal pronóstico. En las formas diseminadas puede haber invasión bacteriana asociada que causa meningitis, endocarditis, abscesos, etc. Epidemiología Es más frecuente en zonas rurales de los países tropicales, especialmente en personas que no usan zapatos, pero también se presenta en las ciudades en quienes contaminan las manos con tierra. La prevalencia, aunque no es muy alta, tiene importancia en pacientes inmunosuprimidos en los que la infección puede permanecer por años y pueden causar patologías graves. La prevalencia en las zonas tropicales varía mucho según las regiones y los estudios realizados. En algunos lugares se han encontrado focos hiperendémicos con frecuencia hasta del 50%. Los alcohólicos tienen una predisposición mayor a la parasitosis debido a las deficiencias inmunológicas, y a la mayor exposición a la infección por las deficientes condiciones higiénicas. Los métodos de concentración, cultivos o procedimientos de separación de larvas, aumentan los índices de prevalencia. El frecuente uso de esteroides por tiempo prolongado, y por el mayor número de trasplantes de órganos que requieren el uso de medicamentos inmunosupresores. La frecuente migración de personas de países tropicales, a los no tropicales es factor epidemiológico de consideración, pues se conocen casos de persistencia de la parasitosis hasta por 30 años, después de haber salido de la zona endémica, y sin posibilidad de sufrir reinfección. Se ha descrito la transmisión entre homosexuales y se ha informado sobre la posible infección a partir de perros. Estos animales son huéspedes ocasionales y se han utilizado como modelos experimentales de esta parasitosis cuando reciben corticoesteroides. Los casos de estrongiloidiasis diseminada en pacientes con sida son pocos en relación con la alta frecuencia de otros agentes oportunistas. Manifestaciones clínicas En la puerta de entrada por la piel se presenta dermatitis pruriginosa. La parte más afectada son los pies. Al entrar la larva aparece un punto eritematoso o canal corto con prurito localizado, que exuda líquido seroso. Debido al rascado y a la fácil contaminación, pueden producirse infecciones bacterianas secundarias. En la estrongiloidiasis crónica se pueden observar lesiones cutáneas independientes de la entrada de las larvas, como púrpura, angioedema y eritrodermia. En el pulmón las larvas producen neumonitis con tos seca y elevación leve de la temperatura, en algunos casos se acompaña de eosinofilia. En casos más intensos se presenta cierto grado de bronquitis. Este cuadro es clínicamente indiferenciable del observado en el síndrome de Loeffler o en cualquiera de las migraciones larvarias a través del pulmón. En el intestino inflamación, dolor epigástrico, a veces agudo, con sensación de punzada o de ardor, úlceras por desprendimiento de la mucosa en casos severos, acompañada de elevada eosinófila. Se presenta con alguna frecuencia náuseas, vómitos, anorexia y diarrea; esta última es acuosa y abundante, a veces alternada con constipación. La mayoría de los casos con Strongyloides en personas inmunocopetentes no presentan sintomatología y la eosinofilia es con frecuencia el signo que orienta para el diagnóstico.Cuando existe sintomatología, pueden considerarse varias categorías, relacionadas con el punto de invasión de los parásitos y con la intensidad de la infección. En pacientes inmunodeficientes la invasión de las larvas causan síndromes variados dependiendo de los órganos afectados, que en algunos casos llegan a ser graves o fatales: pulmonar, gastrointestinal, renal, cerebral, ganglionar, etc. 1. Síndrome pulmonar. es más grave que en los inmunocompetentes, Cuando los parásitos permanecen por más tiempo en el pulmón y llegan a adultos, se constituye la estrongiloidiasis pulmonar, con francos sintomas de bronquitis o bronconeumonía, disnea, hemoptisis e intensa expectoración. Este cuadro puede desencadenar accesos de asma, que se agravan con el uso de corticoesteroides. Se puede presentar falla respiratoria aguda o embolismo pulmonar. En estos casos es común la infección bacteriana secundaria que agrava la sintomatología, la cual puede desencadenar septicemia, especialmente si se han usado corticosteroides. 2. Síndrome gastrointestinal. La invasión masiva de intestino delgado, grueso y ocasionalmente del estómago produce dolor abdominal, diarrea, anorexia, náuseas, vómito. La diarrea es persistente, hay interferencia con la absorción de elementos nutritivos y por consiguiente enflaquecimiento e hipoproteinemia. La duodenitis crónica puede mostrar imágenes radiológicas, caracterizadas por espasticidad y pliegues irregulares. Se puede presentar ileo paralítico, obstrucción intestinal y hemorragia. Incluso puede observarse peritonitis con un cuadro clínico de abdomen agudo. Se describen casos graves con gastritis, esofagitis y colitis de tipo pseudomembranoso. 3. Otras vísceras afectadas. En casos de hiperinfección, produce una sintomatología de acuerdo a los sitios afectados. Se conoce la presencia de hepatitis granulomatosa y compromiso de vísceras tan variadas como riñón, corazón, páncreas, tiroides, paratiroides, próstata y cerebro. A la sintomatología causada por la invasión parasitaria se agrega el cuadro clínico propio de la enfermedad que está induciendo el estado de inmunodeficiencia. Con frecuencia, en los casos de enfermedad grave, la estrongiloidiasis, que actúa como una infección oportunista, contribuye a un desenlace fatal. La principal causa de la inmunodepresión en la estrongiloidiasis diseminada, es el uso prolongado de esteroides. Complicaciones Las principales complicaciones se deben a invasión bacteriana secundaria, probablemente porque las lesiones intestinales permiten la invasión de las bacterias al torrente circulatorio o porque las larvas llevan en su superficie o en sus heces esas bacterias. Los principales síndromes de origen bacteriano son: meningitis, endocarditis, neumonía, colecistitis y peritonitis. Las principales causas de muerte son: choque, insuficiencia respiratoria, bronconeumonía y septicemia. Inmunidad Este parásito desencadena respuesta elevada de cosinófilos en pacientes inmunocompetentes, pero no en inmunocomprometidos. Produce anticuerpos específicos no protectores útiles para el diagnóstico serológico. Los pacientes con HTLV-1 tienen mayor propensión a desarrollar esta parasitosis. (HTLV-1 [human T-lymphotropic virus]) se transmite a través del contacto con fluidos biológicos de individuos infectados. Dado esto, y se identifican tres vías de transmisión: vertical, sexual y parenteral. En los tejidos se desencadena respuesta inflamatoria, especialmente con eosinófilos locales y aumento de la eosinofilia periférica en casos que no presenten deficiencias inmunitarias. Estas células y la elevación de la IgE se relacionan con la defensa a esta parasitosis. En pacientes inmunodeficientes con diseminación de esta parasitosis, se han encontrado disminuidos los niveles de IgE (anticuerpos) y de gammaglobulinas, además de bajos recuentos de eosinófilos en sangre. Ya que los eosinófilos tienen capacidad de destruir larvas de helmintos in vitro. En pacientes con hiperinfección masiva se ha podido demostrar depresión de linfocitos T en las áreas paracorticales de los ganglios linfáticos y ausencia de formación de granulomas alrededor de las larvas en los tejidos. Diagnóstico Un examen coprológico directo tiene una sensibilidad muy baja, por lo cual se debe hacer repetidamente o utilizar métodos de concentración, con formol éter de Ritchie es el más recomendado, en el cual se observan las larvas inmóviles en el sedimento; cultivos AGAR, con la mezcla de materia fecal con carbón molido estéril y arena, que se mantiene húmedo a tempera tura ambiente. Este cultivo permite obtener larvas filariformes y gusanos adultos de vida libre; separación de larvas; examen del contenido duodenal y en las formas diseminadas, estudio de esputo y biopsia intestinal. Son útiles las pruebas serológicas como ELISA, se observa más comúnmente larvas filariformes obtenidas de cultivos. La positividad es de 80% a 90% y revela la presencia de IgG específica; e inmunofluorescencia. Clínicamente puede sospecharse la estrongiloidiasis en casos que presenten síntomas de duodenitis con dolor en el epigastrio, asociado a elevada eosinofilia circulante. El diagnóstico diferencial debe hacerse con otras enfermedades que produzcan duodenitis, cosinofilia, diarrea y malabsorción intestinal; entre este grupo debe incluirse el "sprue" tropical. Sospechar también esta parasitosis en pacientes de zonas endémicas que estén recibiendo esteroides por tiempo largo o que sufran enfermedades que den origen a inmunosupresión y en quienes se presente diarrea o síntomas pulmonares. Es necesario tener en cuenta que en pacientes inmunodeficientes la cosinofilia generalmente no está elevada. En estos casos el gran polimorfismo clínico requiere diagnóstico diferencial con muchas enfermedades. El método más utilizado para confirmar el diagnóstico es el hallazgo de las larvas en materia fecal, líquido duodenal, esputo o en tejidos. El examen coprológico corriente no revela la presencia de ellas en todos los casos, a pesar de existir la parasitosis. Esto se debe a la localización tisular de los parásitos, cuyas larvas no caen de manera constante a la luz intestinal. Tratamiento Ivermectina: Es el mejor tratamiento. Este antihelmintico actúa produciendo parálisis de los helmintos por antagonismo con el ácido gamaminobutirico (GABA). En estrongiloidiasis se obtienen curaciones de 88% a 100%, con dosis de 200µg/kg en una sola toma durante dos días. También puede usarse 200ug, en dos ocasiones, con dos semanas de intervalo. Tiabendazol: era el más utilizado anteriormente. La dosificación recomendada es 25 mg/kg/ día, durante tres días. En casos graves de autoinfección, la dosis debe aumentarse a 50 mg/kg/día y el tratamiento prolongarse por diez días o más si es necesario. Albendazol: dosis de 400 mg/día por tres a seis días, ha curado solamente la tercera parte de pacientes inmunocompetentes. En inmunodeficientes ha sido necesario usar 800 mg/día por seis días, para curar la mitad de los casos.
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