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S E C C IÓ N I II Aterosclerosis coronaria BASES FISIOPATOLÓGICAS L. Badimon Maestro La aterosclerosis, enfermedad arterial que afecta a la capa íntima de las arterias de mediano y gran calibre, se caracteriza por la acumulación de material lipídico y elementos celulares, sobre todo macrófagos y células musculares lisas (CML) en la capa íntima de las arterias. En la actualidad, la hipótesis vigente sobre el origen de la aterosclerosis considera que es una respuesta inflamatoria especializada a diferentes formas de lesión de la pared. El carácter crónico del proceso inflama- torio conduce a la formación de placas que en fases avanzadas pueden ocluir las arterias (fig. 53-1). La acumulación de lipoproteínas plasmáticas, especialmente lipopro- teínas de baja densidad (LDL), parece ser uno de los primeros episodios asociados al desarrollo de lesiones ateroscleróticas. Las LDL retenidas en la pared sufren procesos de agregación y oxidación, y generan productos con actividad quimiotáctica para los monocitos circulantes y las CML de la túnica media. Los monocitos son atraídos hacia la pared de los vasos, atraviesan el endotelio y, una vez en la íntima, se diferencian a macrófagos donde captan LDL modificadas (LDLm). La captación de LDLm se produce a través de los receptores scavenger, que no están https://booksmedicos.org 468 SECCIÓN II I Cardiología sometidos a regulación, de modo que los macrófagos se cargan de lípidos y derivan a células espumosas (fig. 53-2). La acumulación de células espumosas en la íntima produce las estrías grasas, lesión más incipiente de la clasificación de la American Heart Association (AHA), que categoriza las lesiones ateroscleróticas en fases VIII o estadios. En la aterogénesis intervienen múltiples factores que regulan la res- puesta inflamatoria y la proliferación celular, y es un proceso además regulado hemodinámicamente por el flujo local en zonas discretas de las arterias. El resultado es una respuesta fibroproliferativa que hace evolucionar la estría grasa a placa aterosclerótica más compleja. En esta evolución desempeña un papel clave la proliferación de las CML y la acumulación de proteínas de matriz extracelular que estas sintetizan y secretan. El tejido conectivo sintetizado por estas células forma una cubierta fibrosa, que en las lesiones avanzadas recubre el resto de los componentes de la placa. Los síndromes coronarios agudos se producen por la rotura de las placas o por su erosión (70% y 30% de los casos, respectivamente). La rotura o ulceración y la erosión de las placas provocan la formación de trombos, que pueden dar origen a complicaciones clínicas o contribuir al crecimiento de la placa de forma asintomática. Un mecanismo adicional que confiere riesgo de rotura a las placas arterioscleróticas es la angiogénesis que se produce en lesiones avanzadas con microvasos inestables que sufren roturas y hemorragias intraplaca. Lipoproteínas El sistema vascular se encuentra recubierto por una monocapa de células endoteliales que constituyen una barrera selectiva que permite la entrada y la salida de moléculas, entre ellas las LDL. Estas lipoproteínas atraviesan el endotelio por un proceso no mediado por receptor, que se ve favorecido en los puntos de bifurcación y áreas de curvatura de las arterias debido a sus especiales condiciones hemodinámicas. Ciertos factores de riesgo, como la hipertensión arterial (HTA) o la hipercolesterolemia, favorecen la penetración y la retención de las LDL en la íntima. Los proteoglicanos y glucosaminoglicanos presentes en la íntima interaccionan con las LDL, lo que favorece su retención y agregación, así como los procesos de modificación proteolíticos y oxidativos. La oxidación de las LDL afecta tanto a los ácidos grasos (que pueden llegar a fragmentarse y generar grupos aldehído y cetonas) como a las apoproteínas, con la formación de sustancias como la lisofos- fatidilcolina, que tiene actividad quimiotáctica positiva para monocitos y CML. Las LDL agregadas son captadas por CML y macrófagos, mientras que las LDL oxidadas son captadas mayoritariamente por los macrófagos que se convierten en células espumosas. Estas LDLm infiltradas en la pared vascular activan la respuesta de inmunidad innata en el área de la incipiente lesión que se convierte en un foco inflama- torio local con participación de elementos de inmunidad adquirida. Se liberan mediadores de inflamación, citocinas y citotóxicos que agravan la lesión, y en estadios avanzados pueden provocar la pérdida de celularidad por apoptosis y necrosis, produciendo una lesión blanda con facilidad para la ulceración. Endotelio vascular El término disfunción endotelial hace referencia a cualquier alteración de la fisiología del endotelio que produzca una descompensación de las funciones reguladoras que este realiza. Tales funciones se ejercen a través de un estricto control de factores que, en algunos casos, operan antagónicamente. Así, el endotelio regula el tono vascular mediante la producción de moléculas vasodilatadoras como el óxido nítrico (NO), el factor hiperpolarizante (EDHF) y la prostaciclina (PGI2) y sustancias vasoconstrictoras como la endotelina y la angiotensina II. La disfunción endotelial conduce a una desregulación del control del tono vascular, a la pérdida de sus propiedades antitrombóticas y a la expresión de moléculas de adhesión para receptores específicos de monocitos y linfocitos T. Estas moléculas son selectinas (E-selectina, P-selectina), llamadas así por su similitud estructural a las lectinas, y proteínas pertenecientes a la superfamilia de las inmunoglobulinas, como la molécula 1 de adhesión vascular (VCAM-1) y las moléculas 1 y 2 de adhesión intercelular (ICAM-1 y 2). El endotelio disfuncional muestra una mayor permeabilidad, que facilita la penetración y acumulación de macromoléculas en la ínti- ma, y una sobreproducción de las moléculas de adhesión y sustancias quimiotácticas, que facilitan la unión y migración de monocitos. Ade- más, la perturbación del balance entre los agentes vasoactivos o entre sus funciones pro- y antitrombogénicas induce un incremento de la adhesión de plaquetas. Son múltiples los factores que pueden provocar disfunción endotelial; entre los más estudiados se incluyen sustancias inmunorreguladoras como el factor de necrosis tumoral (TNF) y la Placa aterosclerótica avanzada de una arteria coronaria humana (tinción tricrómica de Masson). Matriz extracelular (en azul). El ateroma (lipídico) ha desaparecido por el proceso de preparación de la muestra. El crecimiento de la placa dio origen a dos luces (L) de pequeño tamaño. Diagrama simplificado de las interacciones celulares y moleculares en la fisio- patología de la arteriosclerosis. EPC: progeni- tores endoteliales circulantes; FT: factor tisular; MCP-1: proteína quimiotáctica de monocitos de tipo 1; M-CSF: factor estimulante de colonias derivado de monocitos; MMP: metaloproteasas; PAI-1: inhibidor del activador de plasminógeno de tipo 1; PDGF: factor de crecimiento derivado de plaquetas; UPA: activador del plasminógeno de tipo urocinasa; vWF: factor de von Willebrand. https://booksmedicos.org 469 CAPÍTULO 53 Aterosclerosis coronaria interleucina 1 (IL-1); toxinas bacterianas como el lipopolisacárido y, sobre todo, la diabetes, la HTA y la dislipemia. El óxido nítrico liberado por el endotelio no sólo es importante para mantener el tono arterial, sino que también evita la proliferación de las CML, reduce la adhesión de monocitos y la agregación de plaquetas. Por tanto, la disminución de la liberación de NO, inducida por los factores de riesgo cardiovascular y la disfunción endotelial, potencia la lesión endotelial y facilita la proliferación de las CML inducida por mitógenos. Recientemente, se están examinando el posible papel de las células progenitoras endoteliales circulantes en el proceso de regeneración endotelial y su posible contribución a la estabilizaciónde las lesiones. Acumulación de monocitos y linfocitos T Debido al carácter de respuesta inflamatoria-fibroproliferativa crónica del proceso aterosclerótico, los monocitos y los linfocitos T desempe- ñan un papel clave tanto en su génesis como en la progresión de las lesiones. El primer episodio celular detectable morfológicamente en la aterogénesis, después de la infiltración por lípidos, es la adhesión focal de monocitos circulantes al endotelio y su migración a la íntima. Los macrófagos poseen la capacidad de fagocitar y eliminar sus- tancias nocivas, particularmente LDLm. Gran cantidad de LDLm es captada en la íntima arterial por los macrófagos que la acumulan en el citoplasma como colesterol esterificado. La captación de estas LDLm se produce mediante los receptores scavenger. Además, el receptor LRP1 también internaliza LDL agregadas retenidas por los proteoglicanos. A diferencia del receptor normal de las LDL que se bloquea ante un exceso de colesterol en la célula, los receptores scavenger y LRP1 no están sometidos a regulación por ligando internalizado, de modo que las células acumulan grandes cantidades de colesterol y se convierten en células espumosas. En las lesiones arterioscleróticas destaca el papel de los macrófagos como fuente de factores de crecimiento, citocinas y otras sustancias que actúan como factores quimiotácticos y estimulantes de la proliferación de las CML. En particular destacan el factor de crecimiento derivado de plaquetas (PDGF), la IL-1 y el TNF-α, que inducen la expresión secundaria de PDGF-AA en las CML, lo que amplifica su proliferación. También producen el factor transformador de crecimiento β (TGF-β), que es un potente inductor de la síntesis y secreción de tejido conectivo en las CML. A los macrófagos, los linfocitos T y la inmunomodulación se les atribuye un papel activo en los procesos que contribuyen a la pro- gresión y rotura de las placas ateroscleróticas. Las placas, de localización normalmente excéntrica, son más vulnerables en las zonas bisagra o zonas de unión a la pared. En estas áreas abundan los macrófagos y los linfocitos T. Estas células debilitan la cápsula fibrosa de las placas porque secretan factores que inhiben la síntesis de las proteínas de matriz, como el interferón gamma (IFN-γ) producido por los linfocitos T, y enzimas que degradan activamente el tejido conectivo, como las meta- loproteinasas (colagenasa intersticial, gelatinasas, estromelisina) pro- ducidas por los macrófagos. Células musculares lisas en la lesión aterosclerótica Las CML constituyen el componente celular mayoritario de las lesiones ateroscleróticas en desarrollo y de las placas reestenosadas posrevas- cularización. En las lesiones ateroscleróticas las CML se encuentran desorganizadas y han perdido la capacidad de regular el tono vascular. Las CML experimentan una transformación fenotípica que afecta a su morfología y, sobre todo, a su función. Las CML de fenotipo contráctil no proliferativo de la túnica media sana se transforman en células que proliferan activamente, que migran atraídas por agentes quimiotácticos y que producen proteínas de matriz extracelular (colágeno, elastina, proteoglicanos). Las LDL que se enlazan a los proteoglicanos de la matriz extracelular son internalizadas por las CML a través del LRP1, lo que contribuye a su transformación. Esta transformación modifica funciones específicas de la célula y activa la expresión de genes que codifican para receptores de membrana para factores de crecimiento como el PDGF. Además, se estimula la producción de factores de crecimiento (PDGF, β-FGF, IGF-I, etc.) y citocinas (TGF-β, IL-1, etc.), a través de los cuales las CML modulan su propia actividad y la de otras células que intervienen en la aterogénesis. La rotura espontánea de una placa aterosclerótica o la disrupción provocada por técnicas de revascularización, como la angioplastia/stent, ocasionan la pérdida de los elementos antitrombóticos del endotelio (NO, PGI2, t-PA, etc.) y la exposición de estructuras de la pared que producen la formación de trombos. Al agregarse, las plaquetas liberan el contenido de sus gránulos ricos en mitógenos, como PDGF y el EGF, que inducen la migración y proliferación de las CML. Por ello, los fármacos antiagregantes han de asociarse activamente a las técnicas de revascularización para evitar la activación plaquetaria. La migración de las CML es controlada de forma redundante por un conjunto de moléculas que incluye el TGF-β, la angiotensina II, la trombina y, sobre todo, el PDGF-BB. El PDGF es producido por las plaquetas, las células endoteliales y los macrófagos. El PDGF induce la expresión de proteasas que degradan la matriz extracelular, como activador de plasminógeno, plasmina, MMP-2 y MMP-9. La actividad de estas enzimas, cuya expresión se encuentra incrementada en las lesiones ateroscleróticas, facilita la migración de las CML. Con la pérdida del endotelio desaparece la inhibición que, en condiciones normales, ejerce el óxido nítrico sobre la proliferación de las CML. Además, la presencia de LDLm en las áreas lesionadas induce cambios en la expresión génica de las CML que condicionan un fenotipo arteriosclerótico. Por otra parte, las CML activadas secretan otros factores como IL-1, TNF-β, TGF-γ que pueden estimular las CML de forma autocrina, es decir, no actúan directamente como mitógenos, sino que inducen la síntesis y secreción de otros factores como el PDGF-AA. Además del PDGF, otros agentes como la trom- bina y la angiotensina II promueven la proliferación de las CML. La trombina, que se genera en grandes cantidades en los focos de trombosis (> 130 nmol/L), actúa como agente hipertrófico e induce la proliferación de las CML. La producción de matriz extracelular por las CML es estimulada especialmente por el TGF-β. Recientemente se ha demostrado que la epigenética tienen un importante papel regulador en las diferentes vías participantes en el proceso arteriosclerótico (integridad endotelial, respuesta inflamatoria a los lípidos, proliferación de CML, síntesis de colesterol), en el enveje- cimiento de la pared vascular y en el metabolismo de las lipoproteínas. La mayor información de la que se dispone en este momento se centra en la regulación por miRNA, mientras que los lncRNA están todavía en fase experimental. La detección de microvesículas circulantes en biopsias líquidas son biomarcadores que aportan información sobre el proceso atero- trombótico y respecto a la evolución de las placas ateroscleróticas a su complicación clínica. Las microvesículas (micropartículas y exosomas) son evaginaciones celulares liberados por células durante su proceso vital que aumentan por apoptosis o activación celular. Además de biomarcadores, contribuyen a la patofisiología mediante interacciones cruzadas con otras células. Complicación trombótica La formación de trombo coronario, frecuentemente secundaria a la rotura y la erosión de placas ateroscleróticas, desempeña un papel fun- damental en el desarrollo de los síndromes coronarios agudos. Asimis- mo, la trombosis mural en las zonas que presentan placas fisuradas es un importante mecanismo en la progresión de la aterosclerosis incluso en ausencia de síntomas clínicos. Por tanto, el conocimiento del papel de las plaquetas y de la coagulación y de sus vías de inhibición es un factor clave para el tratamiento de las complicaciones isquémicas clínicas asociadas a arteriosclerosis, procesos denominados aterotrombóticos. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Badimon L, Padro T, Vilahur G. Atherosclerosis, platelets and thrombosis in acute ischaemic heart disease. Eur Heart J Acute Cardiovasc Care 2012;1:60-74. Badimon L, Storey RF, Vilahur G. Update on lipids, inflammation and athe- rothrombosis. Thromb Haemost 2011;105:S34-42. S E C C IÓ N I II https://booksmedicos.org 470 SECCIÓN II I Cardiología Badimon L, Suades R, Arderiu G, Peña E, Chiva-Blanch G, Padró T. Micro- vesiclesin Atherosclerosis and Angiogenesis: From Bench to Bedside and Reverse. Front Cardiovasc Med 2017;18;4:77. Badimon L, Vilahur G. Thrombus formation on atherosclerotic lesions and plaque rupture. J Intern Med 2014;276:618-32. EPIDEMIOLOGÍA J. Marrugat de la Iglesia La epidemiología estudia la distribución y los determinantes de la enfermedad en la población. En este apartado presentaremos datos sobre la frecuencia de la aterosclerosis coronaria, sobre los factores que se asocian con su aparición y su prevención, en la población española. Frecuencia de la enfermedad El coste de las enfermedades isquémicas del corazón, una de las expresiones más devastadoras de la arteriosclerosis, supera los 2.000 millones de euros (la mitad en costes directos) anuales en España. En epidemiología se utilizan varios indicadores para estimar la frecuencia de una enfermedad en la población, que se detallan seguidamente. Mortalidad La cardiopatía isquémica (CI) como manifestación clínica de la ateros- clerosis coronaria, es actualmente la primera causa de mortalidad y una de las principales causas de discapacidad en el mundo. En España, la CI es la primera causa específica de mortalidad en varones y la segunda causa en mujeres, tras los accidentes vasculares cerebrales, y representó el 8,9% y el 6,3% de la mortalidad total, respectivamente, en el año 2017. Incidencia Los estudios poblacionales de incidencia (número de casos nuevos de la enfermedad por año en la población) indican que existe una gran variabilidad en la incidencia del infarto de miocardio (IM) entre países. En España, la incidencia de IM se encuentra entre las más bajas del mundo, inferior a la de los países del norte de Europa y EE. UU. y similar a la de otros países mediterráneos del sur de Europa como Francia. La tasa anual de incidencia acumulada (número de casos totales) de IM en la población de entre 25 y 74 años es de aproximadamente 200/100.000 en varones y 50/100.000 en mujeres, con cierta variabilidad entre regiones. En la población mayor de 75 años la incidencia es mucho mayor para ambos sexos: 1.500/100.000 y 830/100.000 varones y mujeres, respectivamente. El estudio Acute Myocardial Infarction Trends in Europe (AMITIE), que reunió 78.128 pacientes de 35 a 74 años con IM incluidos en ocho registros de base poblacional de Finlandia (varias poblaciones), Italia (Brianza y Varese), Alemania (Augsburgo), Francia (Alto Garona), España (Girona) y Estonia (Tallin) entre 1985 y 2010, ha mostrado un descenso anual de las tasas de incidencia de IM (de –0,6% en Girona a –4,4% en Finlandia). Letalidad Los datos obtenidos a partir de registros poblacionales indican que la letalidad del IM (proporción de casos que mueren en los primeros 28 días) es muy elevada. En Europa, se sitúa alrededor del 30% en población de ambos sexos de 25-74 años. En el grupo mayor de 74 años esta se duplica. Dos terceras partes de estos casos mortales se producen antes de que los pacientes lleguen a un hospital. La letalidad hos- pitalaria bajó en la práctica totalidad de las poblaciones analizadas en el estudio AMITIE entre 1985 y 2010. La prehospitalaria bajó solamente en algunos grupos de población mostrando diferencias entre sexos. Morbilidad hospitalaria Un aspecto que suele sorprender es la aparente paradoja de que la incidencia de IM se mantenga estable o tienda a disminuir, mientras que el número de pacientes ingresados por este problema es cada vez mayor. En España el número de pacientes dados de alta vivos o fallecidos con el diagnóstico de CI aumentó entre 1988 y 2004 de 26.037 hasta un pico de 152.190, para disminuir paulatinamente a 124.595 en 2013. El envejecimiento de la población, la utilización de tratamientos con efi- cacia demostrada en reducir la mortalidad por IM y la comprensión de las formas más graves de la enfermedad a edades avanzadas contribuyen a aumentar la prevalencia de la CI, para convertirla en una enfermedad crónica que ocasiona una gran demanda asistencial. Sin embargo, es probable que en la última década el alargamiento de la supervivencia se haya reequilibrado con la mortalidad natural de las primeras cohortes expuestas a estas mejoras en los años ochenta y noventa. Riesgo cardiovascular Los factores de riesgo cardiovascular (v. también más adelante) se pueden clasificar como causales y predisponentes. Entre los causales o mayores se incluyen la dislipemia, la HTA, el tabaquismo y la diabetes mellitus (DM), que han mostrado una mayor asociación con las enfermeda- des cardiovasculares. Los factores predisponentes están generalmente asociados al estilo de vida e incluyen la obesidad, la actividad física, la dieta y los factores psicosociales. Por último, se encuentran los factores emergentes sobre los que no existen aún suficientes pruebas científicas convincentes (proteína C reactiva, lipoproteína [a], fibrinógeno, homo- cisteína, lipoproteínas de baja densidad oxidadas, etc.). A pesar de la relativamente baja incidencia de CI, la prevalencia de factores de riesgo es elevada en la población adulta masculina y femenina española: la de hipercolesterolemia definida como coles- terol total igual o superior a 190 mg/dL es del 81% entre los varones y del 79% entre las mujeres, y definida como colesterol total igual o mayor de 250 mg/dL, del 43% y del 40%, respectivamente; la de HTA es del 47% y 39%; la de consumo de tabaco, del 33% y del 21%; la de diabetes, del 16% y del 11%; la de obesidad, del 29% tanto para varones como para mujeres, y la de sedentarismo, del 40% y del 55%, respectivamente. El control y los valores de perfil lipídico y de la presión arterial han mejorado en la última década, pero la obesidad ha aumentado considerablemente, sobre todo en varones. Prevención poblacional y valoración del riesgo individual El impacto de los diferentes factores de riesgo en la aparición de la enfermedad se estima mediante el cálculo del riesgo atribuible poblacio- nal, que representa el porcentaje de casos de la enfermedad relacionados con la presencia de ese factor de riesgo y, por tanto, prevenibles si ese factor se controlara totalmente. Este riesgo atribuible depende del incremento del riesgo asociado a la presencia del factor y a la preva- lencia del mismo en la población. Según este indicador, los factores de riesgo con un mayor riesgo atribuible poblacional de muerte por CI en España en población de 35 a 54 años son el consumo de tabaco (64%), el LDL-colesterol mayor de 160 mg/dL (64%) y la HTA (25%). Las estrategias de prevención de la CI deben dirigirse a controlar estos tres factores de riesgo que, junto con la diabetes, son responsables de la mayoría de los casos de CI. Individualmente, el riesgo de presentar una CI en los próximos 10 años se puede estimar según la exposición a los diferentes factores de riesgo descritos anteriormente mediante las funciones de riesgo. En España se utilizan varias funciones de riesgo coronario o cardiovascular, aunque la única validada es la adaptada por el grupo Registre Gironí del Cor (REGICOR) de la función de Framingham. Su uso se restringe a prevención primaria. En las últimas décadas se han realizado esfuerzos por incorporar nuevos biomarcadores que permitan mejorar la predicción de las funciones de riesgo (p. ej., proteína C reactiva de alta sensibilidad, las interleucinas —como la 1 o la 6—, o el tumor necrosis factor α [TNF-α]) y, más recientemente, con puntuaciones de presencia de características genéticas adversas para CI. En todos los casos las mejoras son modestas y tienden a medirse con porcentajes de reclasificación de pacientes a niveles de riesgo mayores que los asignados por las funciones de riesgo que incorporan exclusivamente los factores de riesgo clásicos. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Dégano IR, Salomaa V, Veronesi G, Ferrieres J, Kirchberger I, Laks T, et al. Acu- te Myocardial Infarction Trends in Europe (AMITIE) Study Investigators. Twenty-five-year trends in myocardial infarction attackand mortality rates, and case-fatality, in six European populations. Heart 2015;101:1413-21. https://booksmedicos.org 471 CAPÍTULO 53 Aterosclerosis coronaria Grau M, Elosúa R, Cabrera de León A, Guembe MJ, Baena-Díez JM, Vega Alonso T, et al. Factores de riesgo cardiovascular en España en la primera década del siglo XXI: análisis agrupado con datos individuales de 11 estudios de base poblacional, estudio DARIOS. Rev Esp Cardiol 2011;64:295-304. Hernáez Á, Zomeño MD, Dégano IR, Pérez-Fernández S, Goday A, Marrugat J, et al. Excess Weight in Spain: Current Situation, Projections for 2030, and Estimated Direct Extra Cost for the Spanish Health System. Rev Esp Cardiol 2019;72(11):916-24. Marrugat J, Vila J, Baena-Díez JM, Grau M, Sala J, Ramos R, et al. Validez relativa de la estimación del riesgo cardiovascular a 10 años en una cohorte poblacional del estudio REGICOR. Rev Esp Cardiol 2011;64:385-94. Subirana I, Fitó M, Diaz O, Vila J, Francés A, Marrugat J, et al. Prediction of coronary disease incidence by biomarkers of inflammation, oxidation, and metabolism. Sci Rep. 2018;8:3191. FACTORES DE RIESGO VASCULAR B. Gil de Extremera Los factores de riesgo vascular (hipertensión, tabaquismo, dislipemia, obesidad, estrés, sedentarismo, diabetes, etc.) y las enfermedades subsidiarias (ictus, cardiopatía isquémica, aneurismas, insuficiencia renal, arteriopatía mesentérica o enfermedad vascular periférica) son el primer reto de la medicina occidental por delante del cáncer, las infecciones y los accidentes de tráfico. La elevada mortalidad, morbi- lidad y la variabilidad clínica hacen perentorio un diagnóstico precoz y ofrecer fármacos eficaces para mejorar el pronóstico y reducir este grave problema médico, social, laboral y económico. El término factor de riesgo coronario se introdujo en EE. UU. a raíz del estudio Framingham. Es la condición (biológica, estilo de vida o hábitos adquiridos) que incrementa el padecer patología coronaria y permite reconocer el grupo poblacional más expuesto. Los factores son: a) no modificables: edad, sexo, menopausia, antecedentes familiares y etnia; b) potencialmente modificables: dislipemia, HTA, tabaquismo, DM, obesidad, perso- nalidad, alcoholismo, sedentarismo, dieta, anticonceptivos orales e hipertrofia ventricular izquierda, y c) otros factores de riesgo. Factores no modificables Según la edad, la cardiopatía isquémica es menos frecuente antes de los 35 años y va aumentando hasta alcanzar el acmé, pasados los 55 años. Por sexo, los varones de 35 a 44 años pueden sufrir CI en proporción 6 veces superior a la mujer. Esta diferencia disminuye en el transcurso del tiempo, y después de los 75 años de edad es sólo 2 veces superior a la mujer. La morbilidad se incrementa también en las féminas a partir de la menopausia. En los varones, los problemas cardiovas- culares porcentualmente son los siguientes: infarto de miocardio (IM) (43%), angor pectoris (39%), muerte súbita (10%) e insuficiencia coronaria (8%); en las mujeres, más del 50% corresponde al angor (85% de estos casos, no complicada), IM (30%) y muerte súbita e insuficiencia coronaria (10%). La incidencia de cardiopatía isquémica en pacientes con familiares de primer grado con antecedentes de esa patología aumenta el riesgo de 2 a 11 veces; los herederos de enfermos con cardiopatía isquémica precoz tienen mayor riesgo de padecer la enfermedad y presentarla incluso antes que sus progenitores. Factores modificables Este grupo incluye aquellos factores que potencialmente pueden mejo- rarse con la pertinente ayuda terapéutica (dieta, ejercicio y medicación). La relación causa-efecto de dislipemia y cardiopatía está comprobada y es continua: a cifras elevadas de colesterol, mayor riesgo cardiovascular. Aunque la edad disminuye la importancia del colesterol como factor nocivo especialmente en varones; en jóvenes, por el contrario, la coles- terolemia tiene valor predictivo de cardiopatía isquémica: incremento de 36 mg/dL respecto al valor normal (200 mg/dL) representa el riesgo doble de coronariopatía y de mortalidad cardiovascular en los 30 años siguientes. La HTA (> 130/80 mm Hg) es factor adicional de primer orden. El valor predictivo no disminuye con la edad ni tampoco hay «umbral» por debajo del cual desaparezca por completo el riesgo; aunque es, obviamente, inferior para cifras más bajas de presión arterial. También es fundamental conocer la antigüedad de HTA y las cifras mantenidas a lo largo del tiempo. El Framingham Heart Study demostró que los pacientes hipertensos tienen doble incidencia de complicaciones vasculares (muerte súbita, enfermedad coronaria e IM) respecto a los individuos de presión arterial normal; el riesgo de hemorragia cerebral es 4 veces superior al de la población general. La importancia de con- trolar la presión arterial y mantener un perfil lipídico normal la han demostrado estudios ajenos y propios y relevantes ensayos clínicos multicéntricos internacionales en los que ha participado nuestro grupo: DORICA, TRANSCEND, DEFINE, STABILITY y ROADMAP, entre otros. La vasculopatía cerebral provoca episodios isquémicos agudos o crónicos, transitorios o permanentes, tributarios de la arteria carótida o del tronco basilar. Los sujetos con presión arterial sistólica de 120-139 mm Hg o diastólica de 80-89 mm Hg se han considerado «prehipertensos» y en ellos debieran eliminarse los hábitos de vida tóxicos o aterógenos para evitar serias complicaciones vasculocerebrales. El tabaco (v. más adelante) es factor prínceps junto con la hipercoles- terolemia y la HTA. Se relaciona con IM y muerte súbita de manera proporcional al número de cigarrillos consumidos diariamente. Es responsable de más del 20% de mortalidad por cardiopatía isquémica en varones de 65 años y del 45% en menores de 45 años. Cuando se abandona el hábito tabáquico, el riesgo de enfermedad coronaria desciende el 50% en el primer año y se aproxima al de los no fuma- dores al cabo de 20 años. La DM y, en menor medida, la intolerancia a la glucosa son predictores de complicaciones cardiovasculares a cualquier edad. La coronariopatía es más frecuente en diabéticos: 2 veces superior en los varones y 3 en las mujeres. En general, del 11% al 13% de los diabéticos presentan afectación de las arterias coronarias. La enfermedad suele acompañarse de lesiones en órganos diana (corazón, encéfalo, retina y riñón). La DM se asocia a otros factores: obesidad, dislipemia y HTA. La DM y la HTA coexisten con frecuencia provocando efecto adicional sobre el riesgo cardiovascular (neuropatía, retinopatía, coronariopatía, ictus isquémico y enfermedad vascular periférica). En los pacientes hipertensos con DM o neuropatía, la presión arterial debe ser inferior a 130/80 mm Hg. La sinergia entre obesidad y enfermedad coronaria es evidente especialmente antes de los 50 años. En algunos estudios, la obesidad es factor de riesgo, pero más que el valor ponderal es la distribución de la grasa corporal. La forma central (relación perímetro de la cintura/cadera) se asocia a trastornos del metabolismo hidrocarbonado, lipídico y mayor morbimortalidad de cardiopatía isquémica. El perímetro de la cintura expresa la grasa subcutánea y visceral, y está relacionado con el aumento de riesgo coronario. El tejido graso visceral (medido por tomografía axial com- putarizada) y el cociente tejido graso visceral/tejido graso subcutáneo representan factores de riesgo que han de considerarse como integrantes del síndrome metabólico (cuadro 53-1; v. también cap. 231, Obesidad y síndrome metabólico). Está descrita la relación entre personalidad de tipo A y mayor frecuencia de cardiopatía isquémica. Estos individuos muestran dificultad para relajarse, hiperactividad exagerada, estado de alerta permanente, hostilidad, alto grado de competitividad e imperio- sos deseos de alcanzar nuevos objetivos; no obstante, la interrelación personalidad/cardiopatía isquémica no se evidencia en todoslos casos. El consumo moderado de alcohol se ha relacionado con menor riesgo de infarto y mortalidad coronaria. El efecto beneficioso se explicaría por el descenso de la fracción LDL-colesterol e incremento del colesterol ligado a lipoproteínas de alta densidad (HDL-colesterol). La situación es inversa para el alcoholismo, que puede ocasionar muerte súbita, entre otras serias complicaciones. Se debe ser muy cauto para recomendar el consumo de bebidas alcohólicas, pues es fácil superar el umbral beneficioso por aumento de la «dosis» de alcohol, con los desastrosos efectos que ocasiona. El sedentarismo se ha considerado factor indirecto de riesgo coronario por favorecer la obesidad. El ejercicio físico regular disminuye presión arterial y triglicéridos, aumenta la fracción HDL- colesterol y mejora el rendimiento cardíaco. Se recomienda con carácter preventivo caminar al menos 30 min diarios. Los componentes de la dieta que pueden alterar la concentración de lípidos y proteínas séricas son: grasas animales, hidratos de carbono en exceso, fibra, alimentos cárnicos e ingesta calórica. La alimentación rica en grasas eleva el coles- terol plasmático y una de las lipoproteínas transportadoras (LDL). Las grasas saturadas elevan el colesterol plasmático, las monoinsaturadas tienen acción neutra y las poliinsaturadas lo disminuyen. Las dietas ricas en hidratos de carbono elevan los triglicéridos plasmáticos, mien- tras que las que contienen fibra descienden el colesterol de 4% al 10% S E C C IÓ N I II https://booksmedicos.org 472 SECCIÓN II I Cardiología por descenso de la fracción LDL-colesterol. El seguimiento de la dieta mediterránea ha mostrado efectos beneficiosos sobre los factores de ries- go vascular. Los anticonceptivos orales son factor de riesgo por aumento de la presión arterial, agregación plaquetaria y modificación del perfil lipídico. Su uso en mujeres de 40 a 44 años incrementa 4,7 veces el riesgo de sufrir cardiopatía isquémica en ausencia de otros factores de riesgo. En las jóvenes, el incremento de esta patología se debe además al consumo de cigarrillos. La reposición de estrógenos tras la menopausia previene la osteoporosis y mejora el estado de la pared arterial. La hipertro- fia ventricular izquierda es factor de riesgo independiente de enfermedad vascular, y un riesgo que aumenta en relación con el tamaño ventricular, anomalías de voltaje y la repolarización cardíaca (tablas 53-1 y 53-2). Otros factores de riesgo Siguen estudiándose otros factores, como el recuento basal de leucoci- tos, valores séricos de proteína C reactiva, frecuencia cardíaca, presión de pulso, excreción de albúmina urinaria, glucemia posprandial, hipe- ruricemia, valores de lipoproteína (a) y homocisteína. Se han encontrado valores elevados de este aminoácido en el 30% de los pacientes menores de 50 años con síntomas de enfermedad vascular periférica o cerebral. El empleo de ácido fólico disminuye los valores de homocisteína y de cardiopatía isquémica (18%), trombosis venosa (25%) e ictus cerebral (24%). En conclusión, los principales factores de riesgo que deben con- siderarse son: HTA, tabaquismo, dislipemia, obesidad (IMC ≥ 30%), DM, inactividad física, albuminuria, filtrado glomerular (FG) menor de 60 mL/min, edad mayor de 55 años en varones y mayor de 65 años en mujeres, e historia familiar de enfermedad cardiovascular prematura (varones < 55 años y mujeres < 65 años). BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Ceska R, Gil-Extremera B, Paolini JF, Giezek H, Vandormael K, et al. Efficacy and safety of extended-release niacin/laropiprant plus statin vs. doubling the dose of statin in patients with primary hypercholesterolaemia or mixed dyslipidaemia. Int J Clin Pract 2010;64:727-38. Farnier M, Roth E, Gil Extremera B, Mendez GF, MacDonnell G, Hamlin C, et al. Efficacy and safety of the coadministration of ezetimibe/simvas- tatin with fenofibrate in patients with mixed hyperlipidemia. Am Heart J 2007;153:335e1-8. Shah S, Haller H, Ito S, Izzo JL Jr, Januszewicz A, Katayama S, Menne J, et al.; ROADMAP Trial Investigators. Olmesartan for delay or prevention of microalbuminuria in type 2 diabetes. N Engl J Med 2011;364(10):907-17. PREVENCIÓN DE LAS ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES EN SUJETOS CON RIESGO VASCULAR ELEVADO R. Estruch Riba Concepto La prevención cardiovascular se ha dividido clásicamente en primaria (sujetos asintomáticos) y secundaria (pacientes que ya han sufrido una complicación cardiovascular), pero actualmente esta clasifica- • CUADRO 53-1 National Cholesterol Education Program (NCEP; Adult Treatment Panel III) Tres o más de los siguientes criterios: Circunferencia de la cintura: Varones: > 102 cm Mujeres: > 88 cm Triglicéridos: ≥ 150 mg/dL HDL-colesterol: Varones: < 40 mg/dL Mujeres: < 50 mg/dL Presión arterial: ≥ 130/85 mm Hg Glucosa: ≥ 110 mg/dL Organización Mundial de la Salud (OMS) Intolerancia a la glucosa más dos o más de los siguientes criterios: IMC o relación cintura/cadera: Varones: IMC > 30% o relación cintura/cadera > 90 Mujeres: relación cintura/cadera > 0,85 Triglicéridos: > 150 mg/dL HDL-colesterol: Varones: < 35 mg/dL Mujeres: < 39 mg/dL Presión arterial: > 140/90 mm Hg Glucosa: ≥ 100-< 110 mg/dL Albuminuria elevada: albuminuria/creatinina ≥ 30 mg/g International Diabetes Federation (IDF) Obesidad central más dos o más de los siguientes criterios: Circunferencia de la cintura: Varones: > 102 cm Mujeres: > 88 cm Triglicéridos: > 150 mg/dL HDL-colesterol: Varones: < 40 mg/dL Mujeres: < 50 mg/dL Presión arterial: > 130/85 mm Hg Glucosa: ≥ 100 mg/dL HDL: lipoproteínas de alta densidad; IMC: índice de masa corporal. TABLA 53-1 Parámetros Normal Colesterol total < 200 mg/dL HDL-colesterol* 40-55 mg/dL LDL-colesterol* 50-130 mg/dL Triglicéridos* 50-150 mg/dL Glucosa 100 mg/dL HbA1c < 6% Presión arterial < 130/80 mm Hg *Según National Cholesterol Education Program (NCEP). TABLA 53-2 Presión arterial (mm Hg) TRATAMIENTO Grupo de riesgo A Sin FR/sin AOD/sin EC Grupo de riesgo B 1-2 FR sin DM/ sin AOD/sin EC Grupo de riesgo C 3 FR/DM/con AOD/con EC 130-139/85-89 Modificación del estilo de vida Modificación del estilo de vida Tratamiento farmacológico 140-159/90-99 Modificación del estilo de vida Modificación del estilo de vida Tratamiento farmacológico 160-179/100-109 > 180/> 110 Tratamiento farmacológico Tratamiento farmacológico Tratamiento farmacológico Tratamiento farmacológico Tratamiento farmacológico Tratamiento intensivo farmacológico AOD: afectación de órganos diana; DM: diabetes mellitus; EC: enfermedad cardiovas- cular; FR: factores de riesgo. HDL: lipoproteínas de alta densidad; LDL: lipoproteínas de baja densidad. https://booksmedicos.org 473 CAPÍTULO 53 Aterosclerosis coronaria ción se considera arbitraria dado el solapamiento que se observa, por ejemplo, en los pacientes diabéticos. Actualmente, las medidas de prevención se dividen en «prevención a nivel poblacional» y «estrategias de prevención en sujetos con diferente riesgo vascular». Las primeras medidas incluyen cambios en los estilos de vida y ambientales dirigidas a toda la población (p. ej., prohibición del tabaquismo o reducción del contenido de sal en la comida). Las estrategias de prevención se dirigen principalmente a los sujetos con alto o muy alto riesgo vascular, como los pacientes que han sufrido una complicación cardiovascular, los diabéticos con o sin otros factores de riesgo y/o lesiones de órganos diana, los pacientes con insuficiencia renal crónica moderada o grave o con marcados factores de riesgo vascular (p. ej., pacientes con dis- lipemias familiares o HTA grave). Prevención cardiovascular La American Heart Association ha definido siete factores que determinan una mayor esperanza de vida: 1) evitar el tabaquismo; 2) mantener una PA sistólica < 120 mm Hg y una PA diastólica < 80 mm Hg; 3) mantener una cifra de colesterol plasmático normal; 4) mantener una cifrade glucemia < 100 mg/dL; 5) tener un índice de masa corporal (IMC) entre 18,5 y 22,9 kg/m2; 6) seguir una alimentación saludable (p. ej., dieta mediterránea), y 7) realizar actividad física ≥ 6 h semana- les. El seguimiento de cuatro o más de estos factores consigue reducir la mortalidad cardiovascular en un 50%. Aparte de los factores clási- cos de riesgo vascular, se han identificado otros factores que también aumentan el riesgo como una historia familiar de cardiopatía isquémica precoz, ciertas condiciones de la mujer (menopausia prematura y pree- clampsia), enfermedades inflamatorias crónicas (artritis reumatoide, psoriasis e infección por HIV), ciertas minorías étnicas (p. ej., sujetos del sudeste asiático) y determinadas alteraciones bioquímicas plas- máticas como hs-PCR ≥ 2,0 mg/dL, lipoproteína (a) > 50 mg/dL (> 125 mmol/L) o apolipoproteína B ≥ 130 mg/dL. Tabaquismo Comparado con los no fumadores, el consumo activo de tabaco dobla el riesgo de IM en los sujetos mayores de 60 años y lo aumenta en cinco veces en los menores de 50. La magnitud del riesgo depende de la cantidad de tabaco consumido (efecto dosis-respuesta, sin ningún límite inferior), pero es independiente del tipo de tabaco consumido. Incluso un único cigarrillo al día aumenta el riesgo de IM. Los fuma- dores pasivos también aumentan en un 30% su riesgo cardiovascular. Continuar fumando después de un IM aumenta en tres veces el riesgo de reinfarto, mientras que dejar de fumar reduce este riesgo en un tercio. Modificación del estilo de vida Incluye tres apartados: el seguimiento de una dieta más sana, realizar más actividad física y llevar un estilo de vida global más saludable. Los patrones de dieta representan mejor los hábitos alimentarios que el consumo de determinados alimentos o nutrientes, ya que incluyen la combinación de los alimentos consumidos con sus efectos sinérgi- cos sobre el organismo. Los tres patrones dietéticos más estudiados por sus mayores efectos sobre el sistema cardiovascular son la dieta mediterránea, la dieta nórdica y la dieta Dietary Approaches to Stop Hypertension (DASH). Todas estas dietas son ricas en frutas, verduras, frutos secos, legumbres, cereales integrales y pescado, y pobres en carne roja, productos procesados de la carne, cereales refinados y azúcares añadidos. La dieta mediterránea incluye otros dos alimentos clave: el aceite de oliva, mejor el tipo virgen extra, y el vino, consumido con moderación y con las comidas. La dieta nórdica enfatiza el consumo de frutos silvestres y el aceite de colza, y la dieta DASH, una reducción en el consumo de sal. Estas dietas han mostrado un efecto protector sobre los principales factores de riesgo vascular, como metabolismo de la glucosa, presión arterial, perfil lipídico, sobrepeso/obesidad, marcadores de inflamación y estrés oxidativo, función endotelial y ries- go de arritmias. Además, la dieta mediterránea ha demostrado reducir el riesgo relativo de presentar complicaciones cardiovasculares tanto en sujetos asintomáticos con alto riesgo vascular (estudio Prevención con dieta mediterránea [PREDIMED]) como en pacientes que ya han sufrido un IM (Lyon Diet Heart Study). La vida sedentaria es otro de los principales factores de riesgo vas- cular. La actividad física regular y el ejercicio físico han demostrado reducir el riesgo de complicaciones cardiovasculares en personas sanas, sujetos con riesgo vascular y pacientes que ya han sufrido una com- plicación cardiovascular. Algunos estudios señalan que la práctica de una actividad física de intensidad moderada y/o ejercicio aeróbico entre 2,5 y 5 h a la semana reduce el riesgo de IM en un 50% y la mortalidad global entre un 12% y un 20%. Según la Organización Mundial de la Salud (2010), se aconseja andar o realizar un ejercicio moderado un mínimo de 150 min semanales de actividad física moderada, o bien 75 min semanales de actividad vigorosa, además de dos o más veces a la semana actividades de fortalecimiento de grandes grupos musculares. También se aconseja progresar (dependiendo de la edad, la condición física y la situación clínica) a 60 min al día, 5 días a la semana. No obstante, debe tenerse en cuenta que la práctica regular de un ejercicio excesivo puede inducir el desarrollo de una miocardiopatía, con riesgo de sufrir una arritmia y/o una muerte súbita. Así pues, todo programa de ejercicio debe ser personalizado y adaptado a las condiciones individuales de cada paciente. Los que han sufrido un IM o un episodio de insuficiencia cardíaca deberían incluirse en programas de rehabilitación cardíaca (ejercicio aeróbico), previa valoración de su capacidad de ejercicio, al menos durante 3 o 6 meses. También resulta de gran ayuda un mejor manejo de los factores psicosociales, como la implementación de intervenciones psicológicas o farmacológicas que ayuden a reducir el estrés o a tratar la ansiedad y/o la depresión. Se ha señalado la posible utilidad de técnicas cognitivas o conductuales, meditación, yoga, mindfulness y relajación muscular. También se está estudiando el posible papel protector de mantener un estilo de vida que incluya mayor sociabilidad, entretenimiento, diversión y disfrute de la vida. De hecho, la falta de soporte social, el estrés laboral y familiar, la depresión, la ansiedad y los trastornos mentales son factores que empeoran el pronóstico en el IM. Control del riesgo vascular Sobrepeso y obesidad Tanto el sobrepeso como la obesidad se han asociado a una mayor mortalidad en los pacientes con enfermedad cardiovascular. De ahí que se recomiende incluir a estos pacientes en programas de reducción del peso corporal y mejor control de los otros factores de riesgo, principal- mente HTA y dislipemia. No obstante, actualmente se considera que la distribución del tejido adiposo es más importante en la determinación del riesgo vascular que el propio peso corporal, ya que la adiposidad abdominal (visceral) es un órgano endocrino metabólicamente acti- vo capaz de secretar compuestos bioactivos (p. ej., adipocinas) que desempeñan un importante papel en la homeostasis cardiovascular (v. cap. 231, Obesidad y síndrome metabólico). Presión arterial La HTA se asocia a un mayor riesgo de cardiopatía coronaria, acci- dente vascular cerebral, insuficiencia cardíaca, arteriopatía periférica, insuficiencia renal y fibrilación auricular. Este riesgo aumenta de forma lineal a partir de cifras de presión sistólica superiores a 115 mm Hg y de presión diastólica superiores a 75 mm Hg. Así, las presiones sis- tólica y diastólica óptimas son las inferiores a 120 mm Hg y 80 mm Hg, respectivamente, aunque puede que las personas de mayor edad (> 80 años) no toleren estas cifras de tensión. Una reducción del 10 mm Hg en la PA sistólica en pacientes con HTA reduce el riesgo de ictus en un 41% y de enfermedad coronaria en un 22%. Diabetes mellitus Aunque existen datos de que cifras elevadas de glucemia se asocian a una mayor incidencia de complicaciones cardiovasculares, existen pocas evidencias de que un control más estricto de la glucemia (terapias intensivas) reduzcan realmente la incidencia de tales complicaciones (estudio Action in Diabetes and Vascular Disease Trial [ADVANCE]). Numerosos estudios de cohorte han cuantificado la morbimortalidad de los pacientes diabéticos. El estudio South Tees Diabetes Mortality (2002) observó que la diabetes aumentaba en tres veces el riesgo de muerte, especialmente de causa cardiovascular, mientras que en un S E C C IÓ N I II https://booksmedicos.org 474 SECCIÓN II I Cardiología estudio de 12 cohortes españolas que incluyó a 55.292 individuos se halló un aumento del doble en el riesgo de muerte cardiovascular en la población diabética. Dislipemia Los resultados de numerosos estudios genéticos, anatomopatológicos, observacionales y de intervención confirman el papel crucial de la dislipemia, especialmente la hipercolesterolemia, en la incidencia y progresión de la cardiopatíacoronaria. Existe una estrecha asociación positiva entre concentración plasmática de colesterol y LDL-colesterol y riesgo de enfermedad cardiovascular. Asimismo, existen múltiples evidencias sobre la relación entre reducción de las cifras plasmáticas de LDL-colesterol y prevención de complicaciones cardiovasculares. Las cifras de apolipoproteína B (apo-B) pueden ser igualmente útiles en la valoración del riesgo cardiovascular que las de LDL-colesterol. Además, las cifras plasmáticas bajas de HDL-colesterol (en varones ≤ 40 mg/dL y en mujeres ≤ 45 mg/dL) suponen también un mayor riesgo vascular. En consecuencia, uno de los marcadores de riesgo vascular más potentes es la relación entre las concentraciones plas- máticas de apo-B y las de apolipoproteína A1, la principal apolipo- proteína de las HDL. Por último, altas concentraciones plasmáticas de lipoproteína (a) también se asocian a un riesgo aumentado de IM y AVC isquémico. El tratamiento de los pacientes con hipercolesterolemia depen- de de la edad, el sexo, la historia cardiológica previa y la presencia o no de otros factores de riesgo vascular. Los individuos con riesgo bajo o moderado deberían ser tratados si las cifras de colesterol plas- mático alcanzan los 190 mg/dL o más (≥ 5 mmol/L) o las de LDL- colesterol los 115 mg/dL (≥ 3 mmol/L). En los pacientes de alto riesgo vascular, las cifras de LDL-colesterol deberían mantenerse en 100 mg/dL o menos (≤ 2,5 mmol/L) y, en los pacientes que han sufrido un IM, se recomienda reducir la concentración a 70 mg/dL o menos (≤ 1,8 mmol/L) o al 50% o menos de las cifras de LDL-colesterol basal. Los fármacos más utilizados son las estatinas, que en las dosis en que reducen al 50% las cifras de LDL-colesterol no sólo evitan la progresión de la enfermedad, sino que incluso logran contribuir a su regresión. Estos fármacos pueden asociarse a los inhibidores selectivos de la absorción intestinal del colesterol (ezetimiba). Los fibratos y la niacina reducen las cifras de triglicéridos y pueden aumentar las de LDL-colesterol, mientras que los aceites de pescado (ácidos grasos ω-3) son útiles para reducir las cifras de triglicéridos en pacientes que han sufrido un IM (v. Diagnóstico y tratamiento de las hiperlipidemias, en cap. 227). Tratamiento farmacológico Numerosos ensayos clínicos han demostrado un mejor pronóstico en los pacientes a quienes se les ha practicado una técnica invasiva de revascularización coronaria precoz y/o siguen tratamientos con antiagregantes plaquetarios, β-bloqueantes, estatinas, inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA) o bloqueantes del receptor de la angiotensina. Los objetivos de estos tratamientos son: 1) reducir la progresión de la placa de ateroma; 2) estabilizar la placa mediante una reducción de la inflamación subyacente, y 3) prevenir la trombosis, la rotura de la placa o las erosiones que esta pueda sufrir. Las dosis de estos fármacos determinan tanto su eficacia como la incidencia de efectos adversos, por lo que siempre se debería buscar la mínima dosis eficaz. Fármacos antiagregantes plaquetarios y antitrombóticos Para reducir la incidencia de complicaciones cardiovasculares en los pacientes con alto o muy alto riesgo vascular, puede utilizarse un trata- miento antiagregante plaquetario, principalmente AAS y/o clopidogrel. No se recomienda el AAS en aquellos sujetos con riesgo de sangrado intestinal. En los pacientes con síndrome coronario agudo (SCA), un tratamiento antiagregante doble reduce en un 10% el riesgo de una nueva complicación en las siguientes 2 semanas y en más de un 5% en los siguientes 8 meses. En los pacientes con SCA a quienes se les prac- tique un tratamiento invasivo de reperfusión coronaria, la asociación de un inhibidor del receptor P2Y12 del ADP (ticagrelor o prasugrel) junto con el AAS resulta superior a la asociación de clopidogrel con AAS. Otros antiagregantes plaquetarios a tener en cuenta son los antagonistas de la glucoproteína IIb/IIIa y del receptor de la trombina. En los tratamientos preventivos a largo plazo en sujetos que han tenido una complicación cardiovascular, el AAS reduce en un 10% la mortalidad total, pero el clopidogrel ha mostrado una eficacia algo superior. En los pacientes que han sufrido un accidente vascular cerebral, la asociación de dipiridamol y AAS también ha resultado eficaz. En los pacientes que han sufrido una embolia sistémica, los efectos de fibrilación auricular, aneurisma ventricular, extensas áreas de mio- cardio discinético o fracción de eyección baja requieren un tratamiento mantenido con anticoagulantes. Los fármacos más utilizados en este contexto son el acenocumarol y la warfarina, antagonistas de la vita- mina K, pero actualmente están aumentando las prescripciones de los inhibidores directos del factor Xa como el rivaroxabán y el apixabán, o de la trombina, como el dabigatrán. Fármacos β-bloqueantes Una frecuencia cardíaca alta se asocia a un mayor riesgo de compli- caciones cardiovasculares en pacientes con enfermedad cardiovascular demostrada. En los pacientes que han sufrido un IM, los β-bloqueantes aumentan la capacidad de ejercicio, evitan la aparición de angina y mejoran la sobrevivencia. Además, en los pacientes que han sufrido un accidente vascular cerebral o presentan una fracción de eyección del ventrículo izquierdo baja por cardiopatía coronaria o insuficien- cia cardíaca, el uso de β-bloqueantes, en las dosis adecuadas, mejora todos los índices pronósticos. Los β-bloqueantes más utilizados son el metoprolol, el bisoprolol, el atenolol y el nebivolol; en cambio, el carvedilol, un bloqueador β y α1 no selectivo es el más ampliamente utilizado para evitar complicaciones cardiovasculares en los pacientes con insuficiencia cardíaca. Fármacos antagonistas del calcio Los antagonistas del calcio actúan como vasodilatadores y reductores de la resistencia vascular periférica. Se diferencian en dihidropiridinas (nifedipino, amlodipino y felodipino), bencilalquilaminas (verapa- milo) y benzotiazepinas (diltiazem). El verapamilo está indicado en el tratamiento de todas las variedades de anginas, taquicardia supra- ventricular y HTA. El diltiazem es similar al verapamilo, pero con mayor efecto en la angina de esfuerzo. De entre las dihidropiridinas, el más utilizado es el amlodipino, que tiene una vida media-larga y buena tolerancia. En pacientes con cardiopatía coronaria y presión arterial normal, el amlodipino ha reducido la incidencia de nuevas complicaciones cardiovasculares y, además, resulta más eficaz que los β-bloqueantes (atenolol) en la reducción de la isquemia inducida por el ejercicio. Estatinas Estos fármacos son la base del tratamiento de primera línea en la prevención de complicaciones cardiovasculares en los pacientes con alto riesgo vascular. En estudios clínicos aleatorizados, la simvastatina (40 mg/día) ha demostrado una reducción de la mortalidad global de un 13%, de la incidencia de complicaciones cardíacas en un 18% y cerebrovasculares en un 24%. La pravastatina en dosis de 40 mg/día y la atorvastatina en dosis de 80 mg/día han demostrado reducir la mortalidad global y la incidencia de complicaciones cardiovas- culares. La rosuvastatina en dosis de 10 mg/día se ha asociado a una reducción de un 24% de sufrir un SCA, un AVC o muerte cardiovas- cular. La reducción del riesgo con estatinas está íntimamente ligada a la reducción del colesterol LDL, por lo que las cifras diana de coles- terol LDL en cada paciente a tratar dictarán la potencia y dosis de las estatinas. No obstante, el efecto protector de estos fármacos va más allá de su acción hipolipemiante, ya que reducen el riesgo vascular independientemente de las cifras de colesterol plasmático. El estudio HOPE-3 (Heart Outcomes Prevention Evaluation-3) ha demostrado un beneficio neto de un tratamiento con rosuvastatina en individuos con riesgo intermedio (riesgo de enfermedad cardiovascular del 10% a 10 años) y sin enfermedadcardiovascular conocida, independientemente de las cifras obtenidas de colesterol. https://booksmedicos.org 475 Fármacos bloqueadores del sistema renina-angiotensina aldosterona Los IECA reducen la mortalidad total y la incidencia de IM, accidente vascular cerebral e insuficiencia cardíaca en los pacientes con insufi- ciencia cardíaca, enfermedad arterial periférica y/o DM. También se recomienda su uso en los pacientes con un SCA con HTA, fracción de eyección del ventrículo izquierdo ≤ 40% o insuficiencia renal crónica, salvo existencia de contraindicaciones. Los antagonistas de los receptores de la angiotensina II pueden ser una alternativa en aquellos pacientes que no toleren los IECA. Los bloqueantes de la aldosterona (espironolactona y eplerenona) también pueden ser útiles en aquellos pacientes con un IM sin afectación renal o hiperpotasemia. Tratamiento hormonal sustitutivo Durante décadas, los resultados de numerosos estudios epidemiológicos y de laboratorio habían indicado que los estrógenos circulantes podrían tener un efecto protector sobre el sistema cardiovascular, por lo que se recomendaba la utilización de tratamiento hormonal sustitutivo en las mujeres al llegar a la menopausia. Sin embargo, los resultados de ensayos clínicos recientes no han confirmado este hecho e incluso se ha señalado que este tratamiento puede aumentar el riesgo de enfer- medad cardiovascular en las mujeres mayores de 60 años, por lo que actualmente no está indicado este tratamiento en la prevención de la enfermedad cardiovascular. Otros fármacos La ivabradina es un inhibidor selectivo del nodo sinusal que reduce la frecuencia cardíaca y, con ello, la demanda de oxígeno por el miocardio, que ha mostrado reducir las complicaciones cardiovasculares sólo en pacientes con una frecuencia cardíaca de 70 lpm o superior. Otros fármacos con acción protectora sobre el sistema cardiovascular son el nicorandil, la trimetazidima, la ranolazina, la molsidomina y el alopurinol. Como la adherencia a la medicación en sujetos con alto ries- go vascular es baja, se ha sugerido utilizar estrategias como la polypill, que combina dosis fijas de una estatina, un fármaco hipotensor, AAS y ácido fólico que reduce la incidencia de enfermedad CVD en un 80% en los sujetos de más de 55 años. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Arnett DK, Blumnethal RS, Albert MA, Buroker AB, Goldberger ZA, Hahn EJ, et al. 2019 ACC/AHA Guidelines on Primary Prevention of Cardiovascular Disease. Circulation 2019;140(11):e596-646. 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S E C C IÓ N I II CAPÍTULO 53 Aterosclerosis coronaria https://booksmedicos.org Push Button0: