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CAPÍTULO 190 Fundamentos para el diagnóstico y tratamiento en psiquiatría © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 1511 PSIQUIATRÍA Y MEDICINA La psiquiatría es una especialidad médica dedicada al estudio de los trastornos mentales con el objetivo de prevenir, evaluar, diagnosticar, tratar y rehabilitar a las personas diagnosticadas de trastornos mentales asegurando la máxima autonomía e integración en la sociedad posible. La psiquiatría se basa en el conocimiento científico, como el resto de las ramas de la medicina, focalizándose en los procesos nerviosos centrales que sustentan la actividad psíquica. Por un lado, se centra en el estudio y tratamiento de los trastornos mentales como pueden ser los trastornos de personalidad, la esquizofrenia y trastornos relacionados, los trastornos depresivos y bipolares, los trastornos de ansiedad, los trastornos por con- sumo de sustancias adictivas o los trastornos de la conducta alimentaria. Por otro lado, también atiende las repercusiones psiquiátricas como el síndrome confusional, las alteraciones neurocognitivas o las alteraciones conductuales secundarias a enfermedades de otras especialidades médico- quirúrgicas como pueden ser las derivadas de la enfermedad de Parkinson. Hasta el inicio del siglo XXI tal vez la psiquiatría haya sido una de las especialidades más denostadas en el campo de la medicina con una finan- ciación escasa, relegada a hospitales aislados e inhóspitos e incluso utilizada con fines políticos represivos. Sin embargo, la eclosión de la investigación en el campo de las neurociencias a finales del siglo XX e inicios del siglo XXI ha permitido un gran avance en el conocimiento de las enfermedades mentales y su tratamiento. Al mismo tiempo que este progreso se ha producido, el impacto que las enfermedades mentales tienen en la sociedad, sobre todo de países desarrollados, ha sido más evidente. Cinco de las 10 causas de mayor discapacidad a nivel mundial son condiciones psiquiátricas: la depresión, el trastorno por consumo de alcohol, el trastorno bipolar, la esquizofrenia y el trastorno obsesivo-compulsivo. Además, se estima que en 2020 la depresión pueda llegar a ser la segunda causa de mayor carga debida a una enfermedad después de las enfermedades cardíacas isquémicas. Asimismo, el suicidio es una de las mayores causas de mortalidad en gente joven, incrementándose de forma dramática en la población adolescente. Se refiere que por cada suicidio consumado han existido 20 intentos autolíticos y que en la población entre 15 y 29 años el suicidio es la segunda causa de muerte en Europa, por detrás de los accidentes de tráfico. Dado el efecto que tienen los trastornos mentales en nuestra socie- dad, es de vital importancia la integración de las personas a las que se les ha diagnosticado uno de estos trastornos en la comunidad. Este hecho es esencial para luchar contra el estigma asociado a las enfermedades mentales muchas veces basado en el desconocimiento de estos tras- tornos. La incipiente lucha iniciada hace pocos años contra el estigma y la discriminación de las enfermedades mentales tanto a nivel social como a nivel laboral está ayudando a reducir el sufrimiento y la carga que producen estas enfermedades no sólo en los pacientes, sino también tanto en sus familiares y allegados como en la sociedad en general. ETIOLOGÍA DE LAS ENFERMEDADES MENTALES Los trastornos psiquiátricos, con la excepción de los trastornos cere- brales con etiología bien definida como, por ejemplo, la demencia por cuerpos de Levy, son predominantemente trastornos del funciona- miento cerebral. Por ello, rara vez se observan cambios groseros a nivel anatomopatológico o a partir de otras pruebas complementarias como la neuroimagen. No obstante, sí que se conocen factores desencadenan- tes de trastornos mentales, como puede ser el consumo de cánnabis. En muchos trastornos psiquiátricos se han sugerido alteraciones de uno o varios sistemas de neurotransmisión de las vías dopaminér- gicas, serotoninérgicas y noradrenérgicas, así como también de las vías glutamatérgicas y colinérgicas. De hecho, los diferentes fármacos que se utilizan en la práctica diaria actúan en estas vías. También en los últimos años se están estudiando las vías vinculadas a la neuro- plasticidad, el estrés oxidativo y las vías relacionadas con la respuesta inmune y la inflamación. Estas alteraciones no tienen aún un correlato claro en la neuroimagen. No obstante, esto no quiere decir que los des- cubrimientos que se están realizando en el campo de la neuroimagen funcional en la actualidad no puedan desempeñar en un futuro reciente un papel fundamental en el diagnóstico psiquiátrico. En el campo de la genética, se están consiguiendo identificar genes vinculados con trastornos mentales gracias a estudios en red a nivel mundial. Sin embargo, este campo se halla todavía en una fase embrionaria, sin capacidad de diagnosticar una enfermedad a partir de una alteración genética. En parte esto es debido a que los trastornos mentales son causados mayoritariamente por una relación estrecha entre el gen y el ambiente, es decir, a partir de relaciones que se explican mediante la epigenética. Por ello, el impacto que los factores desencade- nantes puedan tener en el desarrollo de la enfermedad depende también de las características del individuo. Las formas de afrontar los problemas o los eventos que padecen las personas a lo largo de su vida tienen un papel fundamental en el inicio y evolución de los trastornos mentales. ANAMNESIS Y EXPLORACIÓN DEL ESTADO MENTAL Ante todo, el paciente psiquiátrico debe ser evaluado igual que cual- quier otro paciente médico. Más aún considerando que la anamnesis y exploración psiquiátrica no difiere sustancialmente de la médica, en la que se evalúan los antecedentes médicos y se realiza una exploración en relación con ellos. Siempre que sea posible y el paciente lo autorice, obtener información de allegados suele enriquecer la anamnesis y la exploración, así como conocer la psicobiografía del paciente. El examen del estado mental sigue una metodología rigurosa como el resto de las exploraciones en medicina. Sus pasos se enumeran en el cuadro 190-1. Una vez realizado, el clínico deberá discernir si la clínica presentada es motivada por un agente externo (consumo de tóxicos, enfermedad médica o tratamiento de base) o un trastorno mental. EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS Las siguientes exploraciones complementarias son las más utilizadas en el campo de la salud mental: Pruebas de laboratorio: las analíticas ayudan a descartar organicidad y a tratar el origen del episodio, como puede ser al determinar hipotiroidis- mo, en especial, el hipotiroidismo subclínico. Asimismo, el despistaje de consumo de tóxicos en controles rutinarios de orina es fundamental en el seguimiento de pacientes consumidores. Por otro lado, las determina- ciones analíticas son necesarias cuando se toman ciertos fármacos. Es el caso de los controles hematológicos en el tratamiento con clozapina y las determinaciones de niveles séricos en el tratamiento con antidepresivos (imipramina, nortriptilina) o estabilizadores del ánimo (carbonato de litio, ácido valproico) para valorar si los niveles del fármaco están en rango terapéutico. Algunas encefalitis autoinmunes debutan con sin- tomatología psiquiátrica y ante su sospecha está indicada una punción lumbar y determinación de anticuerpos en líquido cefalorraquídeo. Neuroimagen: la prueba de imagen más solicitada es la RM cere- bral, en la que a veces se puede ampliar el estudio con espectros- copia para conocer la actividad metabólica cerebral o con TC Fundamentos para el diagnóstico y tratamiento en psiquiatría S E C C IÓ N X II I Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permitenotros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1512 SECCIÓN XII I Psiquiatría de emisión monofotónica para identificar patrones de flujo san- guíneo. En el cuadro 190-2 se describen las situaciones en que la solicitud de una exploración de neuroimagen está indicada en pacientes con trastornos mentales. Test psicológicos: las evaluaciones por parte de psicólogos clínicos son esenciales a la hora de realizar un diagnóstico psiquiátrico y un seguimiento óptimo de los pacientes con trastornos mentales. Las pruebas más utilizadas son los test psicométricos y los test neuro- psicológicos. Los primeros evalúan la personalidad y sus rasgos temperamentales delimitando los márgenes patológicos. Los test psicométricos más habituales son el Cuestionario de Personalidad de Eysenck (EPQ), el Cuestionario de Temperamento y Carácter de Cloniger (TCI), así como el Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota (MMPI). En cuanto a los segundos, estos ahondan más en la capacidad de ejecución cerebral evaluando funcio- nes donde el lóbulo frontal juega un papel crucial. Estas funciones son la planificación, la flexibilidad cognitiva y el razonamiento lógico, así como la memoria, la atención y el lenguaje. Los test neuropsicológicos más empleados son la Escala de Wechsler de Inte- ligencia, el Test de Aprendizaje Verbal de California, el Trail Making Test, el Test de Clasificación de Cartas de Wisconsin y el Test de Stroop. Escalas clínicas: los psiquiatras utilizan en la práctica clínica dife- rentes tipos de escalas para evaluar la gravedad y evolución de la enfermedad mental. Ejemplos de estas escalas son: la escala de los síndromes positivos y negativos de la esquizofrenia (PANSS), las escalas de evaluación de depresión de Hamilton (HDRS) o de Montgomery-Asberg (MADRS), la escala de valoración de la manía de Young (YMRS) o la escala de obsesiones y compulsiones de Yale-Brown (Y-BOCS). Asimismo, también se utilizan escalas para evaluar el funcionamiento de los pacientes, es decir, la capacidad de realizar tareas rutinarias. En este ámbito la escala de valoración general del funcionamiento (GAF) o el test corto de valoración del funcionamiento (FAST) son los más utilizados. DIAGNÓSTICO El diagnóstico en medicina se suele realizar a partir de la historia clínica del paciente identificando signos y síntomas que configuran síndromes. Las pruebas complementarias sirven posteriormente para confirmar la hipótesis diagnóstica. En el caso de la psiquiatría, las pruebas com- plementarias no sirven para hacer un diagnóstico etiopatogénico, por el momento, sino para descartar una posible enfermedad orgánica de base del trastorno. Por ello, el diagnóstico se sigue haciendo a partir de criterios clínicos puramente descriptivos. Los diagnósticos están recogidos en los sistemas de clasificación. Los más conocidos son: la Clasificación Internacional de Enfermedades, versión undécima (CIE-11), elaborada por la Organización Mundial de la Salud y que integra todas las enfermedades médicas, y el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, versión quinta (DSM-5®), elaborado por la American Psychiatric Association. En el cuadro 190-3 se exponen las categorías diagnósticas contenidas en la CIE-11, mientras que en el cuadro 190-4 se listan las categorías diagnósticas según el DSM-5®. TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN El tratamiento de los trastornos psiquiátricos se sustenta en las terapias farmacológicas, las terapias psicológicas y las terapias biofísicas. Dentro de las primeras están los fármacos antidepresivos, ansiolíticos, antipsicó- ticos y los estabilizadores del ánimo. En cuanto a las segundas se hallan terapias como la psicoeducación, la terapia cognitivo-conductual y la terapia familiar, la mayor parte de las veces indicadas como tratamiento adyuvante al tratamiento farmacológico. Las terapias biofísicas se relegan para casos de resistencia farmacológica. En este último grupo se encuen- tran la estimulación cerebral profunda y la terapia electroconvulsiva (TEC). La TEC está largamente estigmatizada por la sociedad y en algunos países no está aún autorizada su administración a pesar de ser una de las terapias más efectivas en el campo de la psiquiatría. Aunque la prevención primaria en psiquiatría es prácticamente inexistente, la prevención secundaria es esencial para evitar una evo- lución tórpida de la enfermedad. Una regularidad en los hábitos de la vida diaria y evitar el consumo de tóxicos es de vital importancia para prevenir el desarrollo de trastornos mentales. • CUADRO 190-3 Clasificación de los trastornos mentales y del comportamiento según la CIE-11 1. Trastornos del neurodesarrollo 2. Esquizofrenia u otros trastornos psicóticos primarios 3. Catatonía 4. Trastornos del estado de ánimo 5. Trastornos de ansiedad o relacionados con el miedo 6. Trastornos obsesivo-compulsivos y otros trastornos relacionados 7. Trastornos específicamente asociados al estrés 8. Trastornos disociativos 9. Trastornos del comportamiento alimentario 10. Trastornos de eliminación 11. Trastornos de distrés corporal o de la experiencia corporal 12. Trastornos debidos al consumo de sustancias o a comportamientos adictivos 13. Trastornos del control de impulsos 14. Trastornos de comportamiento disruptivo y disocial 15. Trastornos de personalidad y rasgos relacionados 16. Trastornos parafílicos 17. Trastornos facticios 18. Trastornos neurocognitivos 19. Trastornos mentales o del comportamiento asociados con el embarazo, el parto o el puerperio 20. Síndromes secundarios mentales o del comportamiento asociados con enfermedades o trastornos clasificados en otra parte • CUADRO 190-1 Esquema del examen del estado mental 1. Estado sensorio (obnubilación, orientación en tiempo, espacio y persona, atención, memoria a corto, largo plazo) 2. Actitud y conducta del paciente (colaboradora, pueril, con sobreactivación emocional) 3. Contacto (poco sintónico, escaso contacto ocular) 4. Psicomotricidad (hipomimia, catatonía) 5. Estado emocional, anímico y afectivo (ansiedad sostenida o en paroxismos, hipertimia, hipotimia, labilidad emocional, reactividad emocional, congruencia afectiva) 6. Pensamiento: a. Curso (taquipsiquia o bradipsiquia, circunstancialidad, tangencialidad, descarrilamientos) b. Contenido (pobreza ideatoria, obsesividad, delirio) 7. Habla (aumento de la presión del habla, aumento de la latencia de respuesta, ecolalia) 8. Alteraciones sensoperceptivas (alucinaciones auditivas, visuales, cenestésicas) 9. Orexia y ritmos biológicos (disminución de las necesidades del sueño, insomnio) 10. Ideación suicida (ideación tanática o suicida estructurada, planificada, de alta o baja letalidad, intencionalidad, crítica del evento) 11. Introspección y juicio (consciencia de enfermedad y voluntad de seguir tratamiento) • CUADRO 190-2 Indicaciones de las pruebas de neuroimagen en psiquiatría Primer episodio psicótico Trastorno mental de inicio después de los 50 años Crisis convulsivas con síntomas psiquiátricos Síntomas psiquiátricos «atípicos» Deterioro cognitivo/demencia Catatonía y trastornos del movimiento Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org CAPÍTULO 191 Trastornos de la personalidad © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 1513 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Trastornos de la personalidad F. GUTIÉRREZ PONCE DE LEÓN, J. C. PASCUAL MATEOS 191 INTRODUCCIÓN La variación es una característica intrínseca de todos los sistemas biológicos. De la misma manera que no hay dos hígados iguales, los individuos de una misma especiepresentan, dentro de los límites que permite su capacidad para sobrevivir y reproducirse, diferencias duraderas en su estilo de adaptarse al medio. Esta diversidad incluye necesidades, metas vitales, reacciones emocionales o creencias dis- pares, así como maneras idiosincrásicas de interpretar la realidad y afrontar las adversidades. La estabilidad temporal de estos estilos de funcionamiento induce a suponer que dependen de peculiaridades estructurales del individuo, y la evidencia revela que son determinantes para sus posibilidades de adaptación exitosa. DIMENSIONES BÁSICAS DE LA PERSONALIDAD NORMAL Y PATOLÓGICA Las innumerables maneras en las que los sujetos difieren pueden orga- nizarse en términos de una cantidad limitada de constructos. Se trata de dimensiones que reflejan diferencias individuales en la sensibilidad e intensidad de distintos mecanismos cerebrales de adaptación al entorno, como son los sistemas de alarma, recompensa, afiliación o control con- ductual. Estas dimensiones temperamentales son heredables en un 40%, son observables desde la infancia, tienen su equivalente en otras especies y, aunque no abarcan el ámbito completo de la personalidad normal y patológica, constituyen sus fundamentos. Las taxonomías dimensionales han desplazado a las categorías diagnósticas tradicionales, ya que reflejan mejor la naturaleza y la organización interna de la personalidad. Los trastornos de la personalidad (TP) se consideran actualmente variantes extremas de estas dimensiones básicas y sus combinaciones. Neuroticismo o afectividad negativa frente a estabilidad Esta dimensión refleja la variación en los mecanismos psicobiológicos que identifican y reaccionan a situaciones de incertidumbre, amenaza o pérdida. Los individuos neuróticos presentan un umbral reducido para la detección de peligros, un incremento de la atención vigilante y la inhibi- ción conductual, y emociones aversivas frecuentes, intensas y duraderas: ansiedad, tristeza, culpa, vergüenza, ira, asco, etc. En el extremo opuesto, los sujetos emocionalmente estables son despreocupados y experimen- tan respuestas emocionales tenues y efímeras. El neuroticismo se ha vinculado a la actividad de diversos neurotransmisores (noradrenalina, serotonina, GABA) y a estructuras como el sistema septohipocámpico, el hipotálamo lateral, la amígdala, el córtex prefrontal y el córtex cingulado anterior. La hiperfunción del sistema de alarma es el más importante factor de riesgo para presentar psicopatología, esencialmente depresión y ansiedad, pero también adicciones, trastornos alimentarios o psicosis. Igualmente, muchos TP no son sino distintas presentaciones del neuro- ticismo, solo o en combinación con otros rasgos. Por ejemplo, los sujetos evitadores y dependientes presentan una visión infausta de sí mismos y sobreestiman la peligrosidad del entorno. Sin embargo, el temor de los primeros es moverse por el escenario social donde pueden ser objeto de escrutinio y enjuiciamiento, por lo que acaban parapetándose en un micromundo seguro que en ocasiones se circunscribe al domicilio. Los sujetos dependientes, en cambio, temen ser abandonados, se sienten desamparados si han de apañarse solos, y se anulan como individuos para subordinarse a alguien que cuide de ellos. También los sujetos paranoides presentan un sistema de alarma hiperestésico: desconfían de las intenciones de los demás, creen estar recibiendo un trato injusto o degradante, y reaccionan a ofensas o traiciones en las que sólo ellos reparan. Dependiendo de su nivel de antagonismo, terminan adoptando actitudes querulantes y generando conflictos allí por donde pasan. Finalmente, el neuroticismo supone un riesgo para la salud. A través de diversos mecanismos todavía mal conocidos (activación crónica del sistema de alarma, disrupción del sueño, adicciones, etc.) incrementa el riesgo de problemas cardíacos, inmunes, respiratorios o gastrointes- tinales, entre otros. Su coste sanitario es casi igual que el de las enfer- medades físicas más comunes y dobla al de las enfermedades mentales. Asocialidad frente a extraversión Refleja diferencias interindividuales en la actividad de sistemas moti- vacionales, mediados por la actividad dopaminérgica mesolímbica, S E C C IÓ N X II I Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL American Psychiatric Association. Manual diagnóstico y estadístico de los tras- tornos mentales (DSM-5®). 5.ª ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana; 2014. Organización Mundial de la Salud. Clasificación de trastornos mentales y del comportamiento (CIE-11), 11.ª ed. Disponible en: https://icd.who.int/ browse11/l-m/en (Acceso el 17 de mayo de 2019.) Vallejo Ruiloba J. Introducción a la psicopatología y la psiquiatría. 8.ª ed. Barcelona: Elsevier Masson; 2015. • CUADRO 190-4 Clasificación de los trastornos mentales y del comportamiento según el DSM-5® 1. Trastornos del neurodesarrollo 2. Espectros de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos 3. Trastorno bipolar y trastornos relacionados 4. Trastornos depresivos 5. Trastornos de ansiedad 6. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados 7. Trastornos relacionados con traumas y factores de estrés 8. Trastornos disociativos 9. Trastorno de síntomas somáticos y trastornos relacionados 10. Trastornos de la conducta alimentaria y de la ingesta de alimentos 11. Trastornos de la excreción 12. Trastornos del sueño-vigilia 13. Disfunciones sexuales 14. Disforia de género 15. Trastornos destructivos, del control de impulsos y de la conducta 16. Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos 17. Trastornos neurocognitivos 18. Trastornos de la personalidad 19. Trastornos parafílicos 20. Otros trastornos mentales 21. Trastornos motores inducidos por medicamentos y otros efectos adversos de los medicamentos 22. Otros problemas que pueden ser objeto de atención clínica Reproducción autorizada por Editorial Médica Panamericana, S.A., en nombre de la Asociación Americana de Psiquiatría. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5®, 5.a ed. ©2014, American Psychiatric Association. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org Push Button0:
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