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ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DEL CUERPO HUMANO (239)

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PGB, PGC, PGD, PGE, PGF y PGG. A su vez, cada familia
puede numerarse (según el número de dobles enlaces):
PGE1, PGE2, etc. Intervienen en muchas funciones, y hoy en
día se conoce su actuación e influencia en diversos sistemas,
como el circulatorio (modifican el diámetro de los vasos y
la tensión arterial), el respiratorio (modifican el diámetro de
los bronquios), el gastrointestinal (regulan las secreciones
digestivas), el reproductor (intervienen en la liberación de
LH, disminuyen la progesterona, estimulan la contracción
uterina, favorecen la eyaculación), el renal (producen vaso-
dilatación renal) y el endocrino (estimulan la secreción de
TSH, STH y ACTH). Asimismo, en las plaquetas estimulan
la agregación plaquetaria.
Las endorfinas son sustancias polipeptídicas que se loca-
lizan en el cerebro, con una actividad parecida a la de los
opiáceos (en un principio se creyó que eran morfina endó-
gena; de ahí que recibieran este nombre). Se han encontrado
en el encéfalo (hipotálamo y varios núcleos grises), en el
sistema periférico, en la médula suprarrenal y en las células
mucosas del intestino. Para realizar su acción se fijan a
receptores específicos celulares (la naloxona es un antago-
nista que evita esta fijación). Tienen diversos efectos sobre
el sistema endocrino: liberan STH, ADH y prolactina, inhi-
ben la secreción de TSH y gonadotropinas, y pueden inter-
venir en la liberación de insulina y estimular el apetito.
Finalmente, aunque quedan otras muchas acciones por des-
cubrir, queda claro que no son hormonas.
9.2. MECANISMOS DE ACCIÓN
DE LAS HORMONAS
Una vez secretadas por las glándulas endocrinas y verti-
das a la sangre, las hormonas deben desplazarse hasta los
órganos o las células sobre los que deben actuar, los cuales
reciben el nombre de órganos o células diana.
La actuación de las hormonas sobre las células diana se
describe como la teoría de los mensajeros. Según esta
teoría las hormonas esteroideas penetran en el citoplasma de
la célula diana y en él reconocen una proteína receptora con
la que forman un complejo proteico hormona-receptor que
es capaz de entrar en el núcleo de la célula y producir
cambios en su material genético. Estos cambios pueden
modificar las funciones y la actividad de la célula (Fig. 9-2).
Cuando las hormonas no esteroideas llegan a la membra-
na plasmática se constituyen en el primer mensajero. Éste
reacciona con un receptor de la membrana de estirpe protei-
ca y forman con él un complejo hormona-receptor, que
actúa sobre una enzima, la adenilciclasa (localizada en el
interior de la membrana). Esta enzima es capaz de captar
dos fosfatos del ATP (trifosfato de adenosina) citoplasmáti-
co y transformarlo en AMP cíclico (monofosfato de adeno-
sina, con el fosfato en forma de anillo). El AMP cíclico
penetra en el interior del citoplasma y se convierte en el
segundo mensajero, con capacidad de modificar los siste-
mas enzimáticos del citoplasma y de alterar o variar las
funciones y la actividad de la célula (Fig. 9-3). Actualmente
se conocen otras muchas reacciones, que a partir de la
entrada de la hormona en la membrana plasmática ejercen
el papel de segundos mensajeros.
Con independencia del mecanismo empleado por la hor-
mona para entrar en el efector, se pueden producir las
siguientes modificaciones en la célula (Fig. 9-4): aumento
de la actividad enzimática con aceleración de su tasa de
producción, modificación de la membrana celular para per-
mitir la entrada de materias primas, aceleración de la secre-
ción de metabolitos en el interior de la célula, activación de
mecanismos celulares específicos.
9.3. CONTROL DE LA SECRECIÓN HORMONAL
Los niveles de hormonas en la sangre dependen de la
mayor o menor secreción por parte de las glándulas endocri-
nas. Estas concentraciones deben mantenerse en unos lími-
tes precisos, para que en cada momento las funciones de las
células, tejidos y órganos puedan llevarse a cabo de forma
correcta. Los mecanismos reguladores de la producción o
inhibición de las hormonas se denominan mecanismos de
retroalimentación o de feedback y siempre están controla-
dos por el sistema nervioso central.
Estos mecanismos sirven para controlar la intensidad de
secreción de cada hormona a partir de su concentración en
la sangre y de la necesidad de realizar una determinada
función en un momento concreto. Así, cuando se requiere
una determinada actividad, por ejemplo, aumentar el meta-
bolismo basal (Fig. 9-5) se envía la correspondiente orden
desde el cerebro (hipotálamo) a la glándula específica (hi-
pófisis anterior). Ésta incrementa la secreción de hormona
estimulante del tiroides, que es transportada por la sangre
hasta el órgano diana (tiroides), donde actúa sobre las célu-
las tiroideas que producen las hormonas T3 y T4, que son
llevadas por la sangre a las células que modifican su fun-
ción e incrementan su metabolismo basal. Cuando la fun-
ción fisiológica se ha restituido y no hace falta que la
hormona siga actuando, su concentración en la sangre infor-
ma al hipotálamo y éste ordena a la hipófisis anterior que
interrumpa la secreción hormonal; de esta forma se estable-
ce una retroalimentación negativa. Si, posteriormente, los
niveles sanguíneos descienden y es necesario que la hormo-
na se vuelva a secretar, se establece una retroalimentación
positiva, y así sucesivamente según las necesidades fisioló-
gicas.
9.4. GLÁNDULAS ENDOCRINAS
9.4.1. Hipófisis o glándula pituitaria
Es la glándula endocrina más importante. Controla casi
todas las demás glándulas, así como su secreción, por lo que
recibe el nombre de «glándula maestra». Se encuentra aloja-
da en la silla turca del hueso esfenoides, es pequeña, tiene
forma de pera con un diámetro entre 1.0 y 1.2 cm, pesa 0.5
g y forma parte del hipotálamo (véase el Capítulo 7). En
realidad, se trata de dos glándulas claramente diferenciadas
entre sí (Cuadro 9-3).
La adenohipófisis es la que ocupa más espacio (un 85%).
Está situada en la parte anterior de la hipófisis y procede
embriológicamente de la faringe del embrión, que se forma
a partir del endoblasto (véase el Capítulo 20). Con el mi-
croscopio se ve que el tejido es adenoglandular y que sus
células son epiteliales. Es la parte de la glándula que produ-
ce más hormonas.
La neurohipófisis es la que ocupa menos espacio (un
15 %) y se sitúa en la parte posterior de la hipófisis. Em-
220 Estructura y función del cuerpo humano

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