Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Artrosis ARTROSIS DE LOS MIEMBROS F. J. Blanco García Concepto La artrosis no puede ser descrita como una única enfermedad, sino como un grupo heterogéneo de enfermedades con manifestaciones clínicas similares y cambios patológicos y radiológicos comunes. Recientemente, la Osteoarthritis Research Society International (OARSI) ha definido la artrosis como un trastorno que afecta a las articulaciones móviles, que se caracteriza por estrés celular y degradación de la matriz extracelular del cartílago y que se inicia con la presencia de micro- y macrolesiones que activan respuestas mal adaptadas de reparación, entre las que se incluyen las vías proinflamatorias de la inmunidad inna- ta. La enfermedad se inicia como una alteración molecular (anormal metabolismo de los tejidos articulares); posteriormente, surgen otras https://booksmedicos.org 974 SECCIÓN VII Reumatología y enfermedades sistémicas alteraciones (degradación del cartílago, remodelación ósea, formación de osteófitos, inflamación articular y pérdida de la función articular normal), que pueden comportar la aparición de la dolencia. Epidemiología A la hora de interpretar los datos epidemiológicos es importante conocer si los estudios han definido el caso como artrosis sintomática y/o radiológica. Prevalencia e incidencia La artrosis es la enfermedad reumática más prevalente; en España varía entre el 3% y el 26%. Este porcentaje, cambia en función de la loca- lización del proceso, del sexo y la edad de la población estudiada. En el estudio EPISER 2016, que se realizó bajo el auspicio de la Sociedad Española de Reumatología, en mayores de 20 años, la prevalencia de artrosis en España en una o más de las localizaciones estudiadas (columna cervical y lumbar, rodilla, cadera y mano) se estableció en un 29,3%. La prevalencia de artrosis cervical fue del 10,1% y la de artrosis lumbar fue del 15,5%. Ambas son más frecuentes en mujeres; la prevalencia aumenta con la edad y es superior en personas con niveles de estudios bajos y obesidad. La prevalencia de la artrosis de cadera se situó en el 5,1%, la de la artrosis de rodilla en el 13,9% y la de la mano en el 7,7%. No existen estudios longitudinales que evalúen la incidencia de artrosis en España. En la cohorte de Framingham, la incidencia anual en mayores de 50 años se estimó en el 2% para la artrosis radiológica en rodilla y en el 2,8% en manos. Para la artrosis sintomática de rodilla se cifró en el 1%; se constató progresión radiológica en el 4%. Factores de riesgo Obesidad Son numerosos los estudios que defienden la relación entre obesidad y artrosis de rodilla, cadera y manos. Sin embargo, no se conocen todavía los mecanismos causales. Existen al menos tres teorías: 1) el sobrepe- so aumenta la presión realizada sobre una articulación, y esto puede inducir la rotura del cartílago, únicamente por un exceso de carga; 2) la obesidad actúa indirectamente induciendo cambios metabólicos, como intolerancia a la glucosa e hiperlipemia, o cambios en la densidad mineral ósea, y 3) determinados elementos de la dieta favorecedores de la obesidad producen daño en el cartílago, en el hueso y en otras estructuras articulares. La hipótesis más aceptada es la primera, aunque no explicaría la probable relación entre obesidad y artrosis de manos. Se calcula que el riesgo de padecer artrosis en las personas obesas con respecto a las no obesas es cuatro veces mayor en las mujeres y 4,8 veces en los varones. Género Hasta los 45 años, la artrosis de rodilla es poco frecuente y levemente más prevalente en los hombres. Entre los 45 y 55 años, la frecuencia es similar en ambos géneros. A partir de los 55 años, la enfermedad afecta de modo significativo a las mujeres. En las mujeres, además, es más grave y afecta a más articulaciones. Edad La correlación no es lineal; el incremento es exponencial a partir de los 50 años. La localización de la artrosis varía con la edad. La artro- sis de rodilla se manifiesta principalmente en las mujeres de edad avanzada. Entre los mecanismos que explican la asociación entre el envejecimiento y la artrosis se incluyen pequeños cambios anatómicos de las articulaciones y alteraciones biomecánicas o bioquímicas en el cartílago articular que comprometen sus propiedades mecánicas. Se han confirmado los siguientes cambios en el cartílago: 1) descenso en el número de células; 2) aumento de la distensibilidad, lo cual propicia el contacto entre las dos superficies articulares; 3) mayor facilidad para inducir fatiga en la red de colágeno, lo que favorece su rotura; 4) dis- minución del contenido de agua; 5) aumento del contenido total de glucosaminoglucanos, principalmente a expensas del keratán-sulfato; también se registra mayor cantidad de condroitín 6-sulfato que de condroitín 4-sulfato, y 6) aumento de la cantidad de ácido hialurónico. Susceptibilidad genética Existen evidencias de que algunas formas de artrosis poseen mayor sus- ceptibilidad genética. El estudio de los defectos genéticos en la artrosis se ha centrado en el gen del procolágeno de tipo II (COL2A1). Hasta la fecha, se han encontrado en este gen 37 mutaciones que predisponen a padecer una forma prematura de artrosis, generalmente acompañada de alteraciones condrodisplásicas a otros niveles. Otros genes involu- crados en la susceptibilidad de la artrosis son GDF-5, ASPN, CHST11, DOTIL, MCF2L, locus del cromosoma 7q22 y genes codificados en el DNA mitocondrial. Ocupación y actividad laboral En el estudio NHANES I y en el de Framingham se evidencia que la actividad laboral es un factor que contribuye al riesgo de padecer artro- sis. Para la artrosis de rodilla son determinantes aquellas profesiones que obligan a su uso frecuente, especialmente en flexión (albañiles, bomberos, marineros). Ejercicio físico Los factores de riesgo relacionados con el desarrollo de artrosis en deportistas son la actividad física de competición, alteraciones ana- tómicas de la articulación, meniscectomía previa, rotura previa del ligamento cruzado anterior de la rodilla y la continuación de la práctica deportiva tras sufrir alguna lesión articular. Densidad mineral ósea La explicación para la correlación inversa entre la artrosis y la densidad mineral ósea no se ha aclarado todavía, pero se ha postulado que una masa ósea reducida puede incrementar la capacidad ósea de absorción de las vibraciones del hueso yuxtaarticular y proteger así el cartílago. Inversamente, un aumento de la densidad mineral ósea en la región subcondral puede aumentar la intensidad de las fuerzas que inciden en el cartílago y, de esta forma, predisponer a la artrosis. Otros factores Otros factores descritos que incrementan el riesgo de artrosis son la condrocalcinosis, la alteración en la alineación articular (genu varum, genu valgum), las alteraciones en la morfología de las superficies arti- culares (condrodisplasia de cadera) y la etnia. Cabe considerar que factores como la obesidad, la inestabilidad articular, las alteraciones de la alineación, la densidad mineral ósea, los niveles de vitamina D y los nódulos de Heberden se asocian también con la progresión de la artrosis, especialmente en la rodilla. Etiopatogenia La etiología de la artrosis no se conoce totalmente. No obstante, clási- camente se clasifica a la artrosis en primaria o idiopática y secundaria a procesos asociados (cuadro 119-1). Una clasificación más actual se basa en la información epigenética de los pacientes, la cual está modulada por diferentes factores ambientales. Según esta propuesta, la artrosis se clasifica en cuatro fenotipos: «metabólico», «envejecimiento», «bio- mecánico» e «inflamatorio» (fig. 119-1). El fenotipo «envejecimiento» se caracteriza por un incremento en el estrés oxidativo y la población de más edad. El fenotipo «metabólico» se asocia con enfermedades metabólicas como la diabetes mellitus de tipo 2 y la obesidad. Los fenotipos «inflamatorio» y «biomecánico» se correlacionan con una situaciónde inflamación articular y con el daño de los tejidos articulares (cartílago articular, meniscos), respectivamente. Independientemente del tipo de artrosis, esta resulta de la pérdida de la función articular como consecuencia de la rotura del cartílago. El cartílago articular es de tipo hialino, carece de vascularización e inervación y está anclado en el hueso (hueso subcondral). Permite el deslizamiento fácil de las dos superficies articulares, facilita su aco- plamiento y previene su abrasión, y, además, ayuda a que se difundan las fricciones sobre toda la superficie. Por su elasticidad, es capaz de amortiguar las violentas presiones que pueden producirse durante las carreras y los saltos. Las propiedades mecánicas del cartílago articular se explican gracias a los elementos que lo componen: la matriz extracelular y un reducido número de células (condrocitos). Estas son responsables de la síntesis y el mantenimiento de la matriz extracelular y representan Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V II 975 CAPÍTULO 119 Artrosis © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. menos del 1%-2% del volumen total del cartílago. La matriz está compuesta por colágeno, proteoglicanos y agua. Aunque la degradación del cartílago articular es el evento central en la patogenia de la artrosis, el tejido sinovial y el hueso subcon- dral participan en el inicio y en el desarrollo de esta enfermedad. Son múltiples los factores que pueden producir alteraciones en los procesos de síntesis y degradación de la matriz extracelular del cartílago articular. El resultado final es una destrucción acelerada de la matriz por enzimas procedentes de los condrocitos y de las células sinoviales, seguida por alteraciones en los sistemas de reparación del cartílago. Asimismo, la reducción del número de condrocitos por el incremento en el número de células que mueren por apoptosis y/o necrosis en el cartílago ayuda a comprender el proceso de destrucción del cartílago articular (fig. 119-2). Mecanismos de degradación del cartílago Factores mecánicos Las articulaciones que soportan carga están sometidas a presiones repetidas y localizadas. Aunque una de las funciones de los tejidos periarticulares y del hueso subcondral es la de disipar la energía en las articulaciones de carga, algunas fuerzas mecánicas se transmiten al cartílago. En diversos estudios se ha demostrado que los factores mecánicos pueden favorecer su degradación. Existen dos formas de des- gaste: el causado por la interacción entre las dos superficies articulares y el originado por una deformación de ambas producida por presiones repetitivas y cíclicas. Mecanismos enzimáticos Los grupos de enzimas que desarrollan una función esencial en la artrosis son las metaloproteasas, las serinoproteasas y las tiolprotea- sas. Existen dos tipos básicos de metaloproteasas involucrados en la destrucción del cartílago, las colagenasas y las proteoglicanasas. Las colagenasas son un grupo de enzimas con capacidad para degradar la triple hélice del colágeno; se distinguen tres formas diferentes, la colagenasa 1 (MMP-1), la colagenasa 2 (MMP-8) y la colagenasa 3 (MMP-13). Se han identificado dos formas de proteoglicanasas: la neutra (MMP-3 o estromelisina) y la ácida. Ambas están aumentadas en el cartílago artrósico, y sus valores guardan relación con la gravedad de las lesiones. La actividad biológica de las metaloproteasas está con- trolada mediante inhibidores fisiológicos, denominados inhibidores • CUADRO 119-1 Clasificación de la artrosis Idiopática Localizada Manos: nódulos de Heberden y Bouchard, interfalángica erosiva, metacarpoescafoidea, trapecioescafoidea Pies: hallux valgus, hallux rigidus Rodilla Compartimento medial Compartimento lateral Compartimento patelofemoral (condromalacia) Caderas Excéntrica (superior) Concéntrica (axial, medial) Difusa (coxae senilis) Columna (principalmente cervical y lumbar) Apófisis Intervertebral (disco) Espondilosis (osteófitos) Ligamentos (hiperostosis, enfermedad de Forestier-Rotés) Otras localizaciones: hombro, temporomandibular, sacroilíaca, tobillo, muñeca, acromioclavicular Generalizada: afecta a tres o más áreas articulares Articulaciones pequeñas y columna Articulaciones grandes y columna Mixta: combinación de las anteriores Secundaria Enfermedades congénitas o del desarrollo Localizada Enfermedades de la cadera: Legg-Calvé-Perthes, dislocación congénita de cadera Factores mecánicos y locales: obesidad, diferente tamaño de piernas, exagerada deformidad en varo o valgo, síndromes de hipermovilidad, escoliosis Generalizada Displasias óseas: displasia de la epífisis, espondilodisplasias Enfermedades metabólicas: hemocromatosis, ocronosis, enfermedad de Gaucher, hemoglobinopatía, Ehlers-Danlos Enfermedad por depósito de calcio Depósito de pirofosfato cálcico Artropatía por hidroxiapatita Artropatía destructiva Postraumática Otras enfermedades del hueso y la articulación: necrosis avascular, artritis reumatoide, artritis gotosa, artritis séptica, enfermedad de Paget, osteopetrosis, osteocondritis Otras enfermedades Endocrinas: diabetes mellitus, acromegalia, hipotiroidismo, hiperparatiroidismo Artropatía neuropática: articulación de Charcot Miscelánea: enfermedad de Kashin-Beck, enfermedad de Caisson Modificado de Altman RD. Classification of disease: osteoarthritis. Semin Arthritis Rheum 1991;20:40-7. Figura - Etiopatogenia de la artrosis. Fenotipos. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 976 SECCIÓN VII Reumatología y enfermedades sistémicas tisulares de las metaloproteasas (TIMP-1 y TIMP-2). En el cartílago artrósico se produce un desequilibrio entre la cantidad de TIMP-1 y las metaloproteasas, de lo que resulta un déficit relativo en la cantidad del inhibidor. Las serinoproteasas, que pertenecen al grupo de los activa- dores del plasminógeno/plasmina, son capaces de activar la colagenasa, para lo cual requieren la presencia de la estromelisina. En el cartílago artrósico se han detectado valores elevados de estas enzimas, así como un descenso de la proteína encargada de neutralizar su función, el inhibidor fisiológico del activador del plasminógeno (PAI-1). Otras proteasas que participan en el proceso de degradación del cartílago son la catepsina B y la catepsina K. Citocinas, óxido nítrico y prostaglandinas La IL-1 y el TNF-α son citocinas catabólicas e inducen in vitro efectos que originan la destrucción del cartílago. Por ello, tienen una función relevante en la patogénesis de la artrosis. El óxido nítrico (NO) se sintetiza a través de la oxidación del aminoácido L-arginina por una familia de enzimas denominadas sintetasas del óxido nítrico (NOS). En el cartílago articular y en los condrocitos únicamente se ha podido aislar la forma inducible de la enzima (iNOS). El NO producido en respuesta a la estimulación con citocinas ejerce unos determinados efectos catabólicos (aumento de metaloproteasas y de la apoptosis de los condrocitos) que favorecen la degradación del cartílago articular. La expresión de la forma inducible de la COX-2, está incrementada en el cartílago y en el tejido sinovial de pacientes con artrosis, que espontáneamente liberan PGE2. Las prostaglandinas intervienen tanto en los fenómenos inflamatorios como en los destructivos, modulando la progresión de la enfermedad. Mecanismos de reparación del cartílago No se conocen bien, pero básicamenteestán formados por factores de crecimiento entre los que destacan el TGF-β, el IGF-1 y los TIMP y las células con potencial de diferenciación a condrocitos. Los pacientes con artrosis presentan un defecto en el mecanismo de reparación espontáneo del cartílago, lo que puede explicarse porque hay un defecto en el proceso de condrogénesis (diferenciación de las células madre mesenquimales a condrocitos). Tejido sinovial Clásicamente se ha considerado que la afectación del tejido sinovial en la artrosis es mínima y secundaria al daño originado en el cartílago articular. Sin embargo, recientes investigaciones han demostrado la existencia de inflamación del tejido sinovial en la artrosis, así como su participación en la destrucción del cartílago articular y en la cronifica- ción de la enfermedad. No hay duda de que, en los estadios finales de la artrosis, la inflamación sinovial se mantiene, al menos en parte, por fragmentos de cartílago articular y por cristales liberados del cartílago dañado (v. fig. 119-2). Anatomía patológica La alteración más precoz que se observa en la artrosis es la que expe- rimenta la superficie articular, cuya apariencia brillante, blanqueci- na y de consistencia elástica se vuelve opaca, amarillenta, rugosa o erosionada y de consistencia blanda. Macroscópicamente es posible graduar las alteraciones de la superficie articular en fibrilación, erosión y fragmentación. Los cambios histológicos del cartílago artrósico son: a) reducción de los proteoglicanos; b) aumento de agua, y c) multi- plicación y migración de los condrocitos formando clones. En fases avanzadas, el número de condrocitos se reduce y aumenta el número de lagunas vacías. El balance entre la apoptosis, la autofagia y la senes- cencia celular es muy importante para regular el número de células en el cartílago. No suelen producirse alteraciones en la red de colágeno. Una de las características más llamativas de la artrosis es que la pérdida del cartílago articular se acompaña del desarrollo de excrecencias óseas, los osteófitos. El hueso subcondral experimenta, además, otras alteraciones como consecuencia de la pérdida del cartílago articular: la esclerosis y la eburneación. Los quistes o geodas constituyen otro hallazgo en el hueso de una articulación artrósica. La cápsula sufre normalmente un engrosamiento y, en ocasiones, aparece pegada al hueso adyacente, lo que provoca limitaciones en los movimientos articulares. El tejido sinovial muestra cambios inflamatorios. La superficie de la sinovial se encuentra hipervascularizada y se pueden observar zonas hemorrágicas y zonas nodulares con vellosidades hipertróficas. Cuadro clínico El dolor es el síntoma más frecuente. Es de tipo mecánico, se desen- cadena con el uso de la articulación y mejora con el reposo. A medida que progresa la enfermedad el dolor es más continuo, apareciendo en reposo e incluso por la noche, interfiriendo en el sueño. No existe siempre una correlación entre el dolor y el grado de daño estructural. El cartílago articular no presenta estructuras nerviosas, por lo que se estima que el origen del dolor es multifactorial. Se postulan los siguientes mecanismos causales: a) incremento en la presión intraósea secundario a una obstrucción intravenosa; b) estiramiento perios- tal secundario a la formación de osteófitos y microfracturas subcondrales; c) hipertrofia sinovial que puede originar inflamación; d) distensiones capsulares y ligamentosas, y e) contracturas musculares. La rigidez es otro de los síntomas característicos de la artrosis. Aparece en la articulación afectada, fundamentalmente, después de un período de inactividad (levantarse de una silla); puede existir también rigidez matutina. Su duración es corta (< 30 min), a diferencia de la de las enfermedades inflamatorias. La incapacidad funcional es una consecuencia importante de la artrosis. La articulación afectada presenta dificultad para la movilidad, lo que origina, en ocasiones, imposibilidad de realizar tareas de la vida diaria; puede observarse aislamiento social y pérdida de oportunidades de trabajo. Todos estos factores dan lugar en algunos casos a depresión y ansiedad. En la exploración física, la crepitación ósea al movimiento activo y pasivo de la articulación es un signo característico; es fácilmente perceptible mediante la palpación en todo el rango de movimiento. Puede existir dolor con la presión a lo largo de toda la línea articular. Con frecuencia se observa una disminución del movimiento articular con una pérdida de función de la articulación afectada. En ocasiones, se constata un incremento de temperatura en la articulación afectada con derrame articular de intensidad variable. En los casos en los que la artrosis está muy avanzada existe deformidad. La inestabilidad articular Figura - Esquema de una articulación con los mediadores implicados en el metabolismo del cartílago. Los factores etiológicos (independientemente de cuáles sean) desencadenan en el condrocito el programa catabólico y ocasionan un aumento de la síntesis de los mediadores proinflamatorios (IL-1, TNF, NO, PGE2). Estos mediadores actúan sobre el cartílago y el tejido sinovial para producir la degradación del cartílago y la sinovitis. ROS: especies reactivas del oxígeno. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V II 977 CAPÍTULO 119 Artrosis © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. es infrecuente. En estadios avanzados puede existir atrofia de la mus- culatura periarticular debido al desuso o a una inhibición refleja de la contracción muscular. La artrosis se localiza en un número determinado de articulaciones. Se desconoce la razón de la predilección de la enfermedad por ciertas articulaciones. Mano y carpo La artrosis afecta de forma característica a las articulaciones de los dedos, fundamentalmente las interfalángicas proximales (IFP) y distales (IFD). Es más frecuente en mujeres, iniciándose en la cuarta década de la vida aproximadamente. Existe, al principio, inflamación articular y periarticular, pueden formarse quistes mucosos que contienen ácido hialurónico y se localizan en la región posterolateral de las articulacio- nes interfalángicas. Posteriormente, se desarrollan nódulos firmes en la región posterolateral de estas articulaciones; si se localizan en las IFD se denominan nódulos de Heberden; en las IFP se denominan nódulos de Bouchard. Cuando estos nódulos están perfectamente desarro- llados, el dolor y la rigidez suelen desaparecer, el funcionamiento de la articulación habitualmente es bueno y rara vez se observa inestabilidad. Una variante es la denominada artrosis nodal erosiva. Se observan erosiones subcondrales en las radiografías y, en ocasiones, anquilosis de las articulaciones; puede existir compromiso en el funcionamiento articular. En el carpo la articulación más frecuentemente afectada es la primera carpometacarpiana (trapeciometacarpiana). La afectación de esta articulación suele ser muy sintomática, causando problemas en la actividad diaria del paciente (abrocharse, abrir botellas, escribir). En estadios avanzados se observa una cuadratura de la base del pulgar debido a la formación de osteófitos con marcada atrofia muscular de la eminencia tenar. La articulación escafotrapezoidea puede afectarse de forma aislada o conjuntamente con la primera carpometacarpiana; es menos dolorosa y no interfiere tanto en el funcionamiento articular. Codo La artrosis primaria de codo es rara. Suele ser secundaria a traumatismo o a enfermedades como la condrocalcinosis. Puede afectarse cualquiera de las tres articulaciones que forman el codo. No se compromete excesivamenteel funcionamiento de la articulación. Hombro La articulación acromioclavicular se afecta frecuentemente. Existe dolor localizado que se exacerba con la abducción y la elevación del brazo. La articulación glenohumeral se afecta raramente, excepto en mujeres ancianas en las cuales es una causa frecuente de dolor e incapacidad. Ambos tipos de artrosis se asocian con rotura del manguito de los rotadores y con bursitis subacromial, lo que puede incrementar la incapacidad y complicar el cuadro clínico. La articulación esterno- clavicular puede afectarse, aunque no suele originar síntomas. Cadera Se distinguen tres tipos de artrosis de cadera: a) la superior, que es la más habitual y afecta fundamentalmente a varones; suele ser unilateral; b) la medial, que es menos frecuente, afecta fundamentalmente a mujeres y suele ser bilateral, y c) la concéntrica, que se asocia a la artrosis generalizada. Clínicamente existe dolor en la región inguinal, aunque puede percibirse en el muslo o en la nalga; ocasionalmente existe dolor referido en la rodilla. Inicialmente el dolor se presenta al caminar, posteriormente aparece en reposo y finalmente en la cama, lo que impide el descanso nocturno. En la exploración física el dato más llamativo es la presencia de dolor con la rotación interna de la cadera flexionada. Rodilla La afección del compartimento tibiofemoral medial es la más frecuente. El compromiso del compartimento tibiofemoral lateral es menos habi- tual; suele aparecer a medida que se desarrolla la artrosis en los otros compartimentos. La afectación de la rodilla suele ser bilateral y es más frecuente en mujeres; si es unilateral, generalmente es secundaria a un proceso mecánico (traumatismo, rotura meniscal). El dolor se localiza en el compartimento afectado; es característica la presencia de rigidez y la dificultad para subir o bajar escaleras. En la exploración se observan crepitantes palpables y en casos avanzados claramente audibles, con disminución en el rango de flexión y extensión de la rodilla. Puede existir dolor en la línea articular y presencia de derrames sinoviales. La condromalacia rotuliana se caracteriza por una degradación del cartílago de la rótula ocasionada por causas desconocidas, aunque también se ha descrito una etiología traumática. Tobillo y pie La artrosis en el tobillo es poco frecuente, suele ser secundaria a trauma- tismos. Con mayor frecuencia se observa afectación de las articulaciones metatarsofalángicas del pie; suele ser asintomática, excepto cuando se afecta la primera, circunstancia que origina un hallux valgus. Diagnóstico El diagnóstico y la graduación de la gravedad de la artrosis de rodilla y cadera se realizan normalmente a partir de los datos clínicos (dolor mecánico) y la imagen radiológica. Los signos clásicos radiológicos son: disminución del espacio articular, osteófitos, esclerosis subcondral, quistes y anormalidades del contorno óseo (fig. 119-3). El sistema de graduación de los cambios radiológicos más utilizado es el desarro- llado por Kellgren y Lawrence en 1957. Este índice valora de 0 a 4 la presencia de osteófitos, esclerosis subcondral y disminución del espacio articular. La ecografía y la RM son técnicas de imagen que permiten valorar la presencia de derrame articular, el grosor del cartílago y la existencia de afección periarticular. En la práctica clínica no se jus- tifica realizar una ecografía o una RM para establecer el diagnóstico de artrosis, pero estas dos técnicas pueden ser útiles para descartar otras enfermedades asociadas. El American College of Rheumatology ha propuesto unos criterios para clasificar la artrosis. Estos criterios no son estrictamente de diagnóstico, pero sirven para orientar los casos dudosos y para homogenizar las poblaciones de pacientes con manifestaciones clínicas similares. En el caso de la artrosis de rodilla, la combinación de los criterios con mayor sensibilidad y especificidad incluyen el dolor de rodilla, la presencia de osteófitos y alguno de los siguientes: edad superior a los 50 años, rigidez matutina de menos de 30 min y crepitaciones con el movimiento de la rodilla. Actualmente se pueden definir tres fases en el diagnóstico de la artrosis: 1) artrosis consolidada, que se caracteriza por la presencia de síntomas y signos característicos y clásicos de esta enfermedad, además de cambios radiológicos evidentes; 2) artrosis temprana, fase que se caracteriza porque los cambios radiográficos no están presentes, pero se pueden observar cambios en los tejidos articulares cuando se utiliza la RM, y 3) artrosis muy temprana, en la que los únicos datos presentes son la presencia de biomarcadores genéticos y proteicos. Esta es una fase asintomática y tanto la imagen radiográfica como la de RM son normales; esta fase todavía debe caracterizarse con exactitud. La artrosis no determina alteraciones en los parámetros hematoló- gicos o bioquímicos ni en los reactantes de fase aguda (VSG, PCR). Aunque no se ha identificado hasta la actualidad ningún marcador en el suero o en el líquido sinovial de los pacientes que permita hacer un diagnóstico o un seguimiento de la enfermedad, se están realizando importantes avances en el estudio de los denominados marcadores biológicos de la artrosis. Son productos que se liberan desde el cartílago articular al líquido sinovial, la orina o la sangre durante la síntesis y destrucción del cartílago. Algunos de ellos son productos del colágeno de tipo II, del keratán-sulfato, del condroitín-sulfato, del ácido hialu- rónico o la proteína oligomérica de la matriz cartilaginosa (COMP). El líquido sinovial de la artrosis presenta características no infla- matorias (tipo I). Es viscoso, no turbio, y el número de células es inferior a 2.000/µL. Siempre se debe analizar con el microscopio de luz polarizada para descartar la presencia de cristales, fundamentalmente de pirofosfato cálcico dihidratado. Diagnóstico diferencial En el diagnóstico diferencial de la artrosis primaria existen básicamente dos objetivos: a) descartar la presencia de una enfermedad inflamatoria, y b) diferenciar a los pacientes con artrosis primaria de los pacientes con secundaria (v. cuadro 119-1). La clínica y el patrón de afectación articular, así como los hallazgos radiológicos y de laboratorio, permiten Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 978 SECCIÓN VII Reumatología y enfermedades sistémicas en la mayoría de las ocasiones identificar a aquellos pacientes que presentan una artritis. En el diagnóstico diferencial de una gonalgia o de una coxalgia también deben tenerse en cuenta las complicaciones de origen inflamatorio, infeccioso y traumatológico que puede sufrir una articulación artrósica. En las del primer grupo la más frecuente es la artritis por microcristales, fundamentalmente la condrocalcinosis; en las del segundo, las infecciones producidas por microorganismos piógenos, en especial por Staphylococcus aureus, y en las del tercero, la meniscopatía degenerativa en la rodilla, y osteocondritis u osteonecrosis de la rodilla y de la cadera. Pronóstico Entre los factores pronósticos destacan la edad, la raza, el índice de masa corporal (IMC), el género y la menopausia, el alineamiento de las rodillas en cualquiera de sus formas (varus o valgus), siendo esta asociación más grande en las personas con sobrepeso y obesas. Los biomarcadores pronósticos presentan gran interés desde el punto de vista de la aplicación clínica, puesto que permiten clasificar a los pacientes en diferentes grupos en función de su tasa de progresión. Se ha demostrado una asociación estadísticamente significativa entre algunos polimorfismos del gen ASPN y la progresión en la artrosis de manosen un estudio de seguimiento de 6 años. Asimismo, se ha observado una relación entre los niveles de COMP, el agrecano y el PINP medidos en suero y los telopéptidos urinarios uCTX-II con la progresión hacia artrosis de rodilla. Se ha relacionado una mayor con- centración de COMP en suero con un aumento en el grado de afección radiológica, mientras que una mayor concentración de agrecano se relaciona con una menor destrucción de cartílago y menor reducción del espacio articular. Entre los factores radiológicos que presentan mayor relevancia en la progresión de la artrosis de rodilla se encuen- tran la reducción del espacio articular, el grosor del espacio articular, el grado de afección radiológica, los osteófitos y la condrocalcinosis. Otras variables identificadas por RM asociadas con el pronóstico de la artrosis son la pérdida del grosor del cartílago en la zona central y medial, el edema óseo, el daño en los meniscos y el desplazamiento de su posición natural. Actualmente, el fenotipo de artrosis rápidamente progresiva (ROAP) ha despertado gran interés tanto a nivel clínico como en investigación. Se define ROAP en la rodilla como la pérdida de espacio articular cóndilo-femoral mayor o igual a 1 mm durante 1 año. Su pronóstico es malo, no responde a tratamiento farmacológico y los pacientes tienen que ser sometidos a tratamiento quirúrgico. Tratamiento Los objetivos del tratamiento de la artrosis, que debe ser individualiza- do y ajustarse a la articulación afectada, son los siguientes: 1) controlar el dolor; 2) mantener la funcionalidad de la articulación, y 3) reducir al máximo la progresión de la artrosis. La estrategia terapéutica es doble: 1) tratamientos modificadores del síntoma (farmacológicos o no), que son aquellos que reducen el dolor del paciente, y 2) tratamien- tos modificadores de estructura, que son aquellos con capacidad de reducir, frenar o revertir la destrucción del cartílago articular. Es muy importante tener en cuenta el número de articulaciones afectadas y las diferentes comorbilidades de los pacientes, como la diabetes mellitus de tipo 2 y las patologías cardiovascular, gastrointestinal, hepática o renal. Con base en la presencia o la ausencia de estas comorbilidades se han definido algoritmos de tratamiento (fig. 119-4). Tratamiento no farmacológico En primer lugar, se debe explicar al paciente la naturaleza de la enfermedad y suscitar en él actitudes positivas. Debe saber que sólo excepcionalmente la enfermedad es invalidante y que, aunque no existe un tratamiento curativo, sí que existen técnicas y fármacos capaces de Figura - Progresión radiológica de la artrosis. Cadera izquierda (A → B) y cadera derecha (C → D). Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V II 979 CAPÍTULO 119 Artrosis © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. asegurarle una vida confortable. Se expondrán cuáles son los factores de riesgo que influyen en la presencia y progresión de la artrosis, haciendo especial énfasis sobre los que son susceptibles de modificarse. Se ha demostrado que la disminución del peso en pacientes obesos reduce los síntomas y retarda la destrucción del cartílago articular. El uso del bastón ayuda a mitigar el dolor, permite una vida más activa y reduce el riesgo de caídas. El ejercicio aeróbico incrementa la fuerza mus- cular y mejora el flujo sanguíneo en la articulación, la nutrición del cartílago y el rango de movilidad. El fortalecimiento de la musculatura próxima a la articulación (el cuádriceps en la rodilla o los abductores y los extensores en la cadera) con ejercicios isométricos es también beneficioso. El empleo de calzado adecuado puede disminuir el dolor de las articulaciones de las extremidades inferiores. En ocasiones, se pueden corregir alteraciones de la alineación (genu varum o genu valgum) incorporando al calzado unas cuñas laterales. El calor y el frío aplicados de diferente forma (diatermia, ultrasonidos, infrarrojos, baños de parafina, almohadillas eléctricas, entre otros) pueden ser útiles para aliviar el dolor. La terapia ocupacional puede desempeñar un papel importante en la educación del paciente. Tratamiento farmacológico El tratamiento farmacológico está sufriendo continuos cambios que se reflejan en las diferentes guías de tratamiento de las sociedades científi- cas. Estas guías, aunque en general son útiles, presentan discrepancias entre ellas ocasionando confusión en la toma de decisiones terapéuticas del clínico en su día a día. Los últimos análisis de la evidencia científica reflejan que la gran mayoría de los tratamientos farmacológicos tienen una pequeña-moderada eficacia clínica. La tendencia actual radica en buscar grupos de pacientes en los que estos fármacos presenten la mayor eficacia con el menor riesgo de efectos secundarios. Fármacos modificadores de los síntomas En este grupo se incluyen los de acción rápida, como los analgésicos y los AINE, y los de acción lenta, los llamados SYSADOA (symptomatic slow action drugs for osteoarthritis). Analgésicos Muchas guías terapéuticas recomiendan administrar en primer lugar el paracetamol en dosis de 3 g/día, pero actualmente su uso es con- trovertido por su pequeño efecto. Los motivos que han justificado su uso son: 1) el paracetamol en estas dosis es un fármaco eficaz en el con- trol del dolor; aproximadamente un 40% de los pacientes responden a este tratamiento, y 2) el paracetamol en las dosis recomendadas es un fármaco seguro (actualmente, el perfil de seguridad está cambiando). Mediante ensayos controlados se está demostrando que los analgésicos opiáceos débiles (tramadol, codeína y dextropropoxifeno) son fármacos eficaces en el paciente artrósico. Se pueden utilizar solos o asociados al paracetamol. Actualmente, la tendencia es no recomendar su uso debido a los efectos secundarios que pueden ocasionar en pacientes de edades avanzadas. Antiinflamatorios no esteroideos Los AINE se recomiendan como fármacos de segunda línea. No se ha demostrado que un AINE sea mejor que otro para el tratamiento de la artrosis. Tanto la eficacia como la tolerancia a los AINE varían de un paciente a otro. Son fármacos que se asocian con importantes efectos secundarios gastrointestinales, cardiovasculares y renales; por este motivo, su empleo debe realizarse con extrema precaución y analizando la situación de cada paciente. En este sentido se recomienda empezar con dosis analgésicas y, si no es suficiente, aumentar a dosis antiin- flamatorias. Asimismo, se recomienda evitar su uso en pacientes con riesgo de toxicidad gastrointestinal y/o cardiovascular. Si fuese necesario administrarlos a pacientes con riesgo elevado de gastropatía asociada a AINE, se recomienda utilizar inhibidores de la ciclooxigenasa 2 (COXib) o AINE, asociados a inhibidores de la bomba de proto- nes. Desde el punto de vista de eficacia, los COXib han demostrado presentar una eficacia igual que los AINE clásicos. Si fuese necesario administrar AINE a un paciente con riesgo de toxicidad cardiovas- cular, el naproxeno parece que es el que tiene mejor perfil de seguridad cardiovascular. La aplicación local de cremas o geles con AINE (o con capsaicina) constituye una alternativa que ha demostrado ser eficaz y que cada vez está adquiriendo más relevancia en el tratamiento de la artrosis de rodilla. Fármacos modificadores de los síntomas de acción lenta Este grupo se caracteriza por que su efecto se inicia tras 2-3 semanas de su administración y persiste de 2 a 6 meses después de su cese (efecto remanente). Forman parte de este grupo terapéutico el ácido hialurónico, el condroitín-sulfato, la diacereína y el sulfato de gluco- samina.Aunque todos ellos cuentan con estudios que demuestran su eficacia para controlar el dolor de la artrosis, principalmente en la artrosis de rodilla, su uso es controvertido por su pequeño efecto clínico. Sin embargo, su buen perfil de seguridad y su comercialización como fármaco en algunos países como España los mantiene como una alternativa terapéutica en determinado grupo de pacientes con importantes comorbilidades. El ácido hialurónico es un polisacárido formado por una larga cadena de disacáridos (D-glucuronil-D-N-acetilglucosamina). Es un componente Figura - Algoritmos terapéuticos en la artrosis. i.a.: vía de administración intraarticular; SYSADOA: symptomatic slow action drugs for osteoarthritis (fármacos de acción lenta en el tratamiento de la osteoartritis). Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 980 SECCIÓN VII Reumatología y enfermedades sistémicas natural del cartílago y juega un papel esencial en la viscosidad del líquido sinovial. Además, disminuye la síntesis de PGE2 e iNOS por estímulos inflamatorios, incrementa la síntesis de ácido hialurónico endógeno por el tejido sinovial e incrementa los niveles de TIMP. Se administra por vía intraarticular (rodilla, cadera o primera articulación metacarpofalángica). La dosis recomendada es de 20 mg una vez a la semana durante 3-5 semanas consecutivas. Actualmente, existen varios compuestos comer- cializados con diferente peso molecular, desde 500 kDa hasta 6.000 kDa. La influencia del peso molecular en la eficacia del fármaco no se conoce totalmente. La tolerancia es buena, sólo se han descrito casos aislados de derrame sinovial agudo después de su administración. El condroitín-sulfato es un proteoglicano con diferentes efectos bio- lógicos demostrados en estudios in vitro. Disminuye la síntesis de MMP (colagenasa, elastasa) y del NO e incrementa los niveles del ácido hialuró- nico endógeno y de los glucosaminoglucanos. Se administra por vía oral en dosis de 800-1.200 mg/día. Ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de las artrosis de rodilla, cadera y manos. Su tolerancia es buena. La glucosamina es un aminomonosacárido necesario para la síntesis de los glucosaminoglucanos, los cuales forman parte de la matriz extracelular del cartílago articular. Los efectos biológicos del sulfato de glucosamina descritos en modelos in vitro son la inhibición de la síntesis de la colagenasa 1, de la agrecanasa y de la fosfolipasa A2. Además, es capaz de estimular la síntesis de los glucosaminoglucanos. Se administra por vía oral en dosis de 1.500 mg/día. Ha demostrado ser eficaz principalmente en la artrosis de rodilla, con una buena tolerancia. Recientemente, la combinación de glucosamina y condroitín-sulfato ha demostrado ser tan eficaz como el celecoxib para reducir el dolor en la artrosis de rodilla. Antidepresivos Como algunos pacientes con artrosis tienen depresión y dolor neu- ropático, se ha estudiado el papel de fármacos como los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina y la noradrenalina. Se ha demostrado que la duloxetina tiene una capacidad de reducir el dolor superior a placebo. Glucocorticoides La administración por vía sistémica no está indicada. Sin embargo, la infiltración intraarticular de glucocorticoides (de larga duración) es una opción terapéutica que ha demostrado ser eficaz en la artrosis de rodilla. Durante años se dudó del posible daño que los glucocorticoides podrían ocasionar al cartílago articular. Actualmente, existe evidencia de que no son perjudiciales. Se recomienda la infiltración de gluco- corticoides en los siguientes casos: 1) en el tratamiento de la sinovitis aguda que, en ocasiones, presentan los pacientes en algún momento de la evolución de la artrosis; 2) en los pacientes que están en espera de cirugía; 3) en estadios tardíos de la enfermedad, cuando son pocas las opciones terapéuticas que quedan por utilizar, y 4) en pacientes diagnosticados de artrosis con derrame sinovial a los que se les realiza una artrocentesis diagnóstica y/o terapéutica. Fármacos modificadores de estructura También se denominan DMOAD (disease modifing osteoarthritis drugs). Son aquellos capaces de reducir, frenar o revertir la destrucción del cartílago articular. En modelos in vitro o en modelos animales, el ácido hialurónico, el condroitín-sulfato, la diacereína y el sulfato de glucosamina han demostrado capacidad de preservar la destrucción del cartílago. También existen estudios que sugieren que el sulfato de glucosamina y el condroitín-sulfato frenan la pérdida progresiva del espacio articular del compartimento tibiofemoral medial de la rodilla cuantificado por radiología. Asimismo, existen evidencias científicas de que la diacereína frena la pérdida progresiva del espacio articular en la artrosis de cadera. Sin embargo, actualmente no existe ningún fármaco aprobado en España ni en otros países europeos para la artrosis con la indicación de fármaco modificador de la estructura. Tratamiento quirúrgico En este apartado se incluyen el lavado articular, las osteotomías correc- toras y las prótesis articulares. El lavado articular se puede realizar con artroscopia o con aguja. El objetivo de este tratamiento es el de hacer desaparecer adhesiones intraarticulares, movilizar fragmentos de tejido cartilaginoso y citocinas con capacidad para inducir y cronificar la inflamación sinovial. Existe controversia en cuanto a su eficacia. Las osteotomías correctoras se realizan generalmente en pacientes menores de 65 años, en las fases sintomáticas iniciales de la artrosis de rodilla y cuando existen alteraciones de la alineación (genu varum o valgum). El objetivo es corregir la alteración de forma que se equilibran las fuerzas de carga y se consigue con éxito reducir el dolor y probablemente la progresión de la artrosis. También existe controversia en cuanto a su eficacia. La sustitución articular con una prótesis total ofrece resultados satisfactorios para suprimir el dolor y permitir la movilidad articular. Las principales indicaciones para el recambio protésico son el dolor refractario y el trastorno funcional grave de la articulación. Es aconsejable que el paciente sea mayor de 65 años. Valoración de la respuesta terapéutica En la valoración del paciente con artrosis se deben tener en cuenta el grado de dolor, el estado funcional de la articulación y el estado global del paciente. Para medir el grado de dolor y el estado global del paciente se recomienda utilizar la escala visual analógica (EVA) en formato de tipo Likert o cuantificada de 0 a 100 mm. Para valorar la función de la rodilla se utilizan el índice algo-funcional de Lequesne o el cuestionario de calidad de vida Western Ontario McMaster University Osteoarthritis Index (WOMAC). Existe una propuesta para definir la respuesta clínica mínima efectiva en la que se considera que una reducción del dolor del 45% y de 20 mm en la EVA es suficiente para considerar que un paciente ha respondido a un tratamiento con AINE por vía oral. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Blanco FJ, Rego-Pérez I. Editorial: Is it time for epigenetics in osteoarthritis? Arthritis Rheumatol 2014;66:2324-7. Blanco FJ, Ruiz-Romero C. New targets for disease modifying osteoarthritis drugs: chondrogenesis and Runx1. Ann Rheum Dis 2013;72:631-4. Hunter DJ, Bierma-Zeinstra S. Osteoarthritis. Lancet 2019; 393:1745-59. Kraus VB, Blanco FJ, Englund M, Karsdal MA, Lohmander LS. Call for standardized definitions of osteoarthritis and risk stratification for clinical trials and clinical use. Osteoarthritis Cartilage 2015;23:1233-41. ARTROSIS VERTEBRAL J. Tornero Molina Concepto La artrosis vertebral (o espondiloartrosis) es una artropatía degenerativa caracterizadapor: a) pérdida del cartílago hialino de la articulación interapofisaria y/o el fibrocartílago articular del disco intervertebral; b) cambios reactivos en el hueso subcondral; c) proliferación osteocondral en los márgenes de la articulación (osteófitos), y d) fibrosis capsular y potenciales episodios intercurrentes de sinovitis. Puede afectar a cual- quiera de las articulaciones de la columna vertebral: discovertebrales e interapofisarias (que forman una unidad biomecánica funcional) y uncovertebrales, en la región cervical. En EE. UU. la artrosis facetaria cervical afecta al 57% de los mayores de 65 años y la de interapofisarias lumbares se presenta en el 69% de los sujetos con 70 o más años. Etiopatogenia Las lesiones articulares agudas originan la liberación de mediadores proinflamatorios como el TNF-α y la IL-6. A pesar de producirse la reparación, estas sustancias permanecen en concentraciones altas de forma crónica, contribuyendo a la degradación tisular. Las citocinas asociadas con la obesidad (leptina) pueden promover un estado proin- flamatorio de bajo grado, sistémico, que contribuya al proceso artrósico. Existen formas de artrosis hereditaria debidas a mutaciones raras de los colágenos de tipos II, IX y XI; originan síntomas en la adolescencia, son rápidamente destructivas y afectan a múltiples articulaciones, y también al cuerpo vítreo ocular. El factor de crecimiento y dife- renciación (GDF) 5 regula el desarrollo articular. Mutaciones del Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V II 981 CAPÍTULO 119 Artrosis © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. GDF-5 predisponen a la artrosis. Sin embargo, salvo las mutaciones del colágeno anteriormente descritas, se necesitan múltiples genes o la combinación de estos con factores ambientales para el incremento notable en el riesgo de padecer artrosis vertebral. La mecánica articular alterada por incongruencia, inestabilidad o la- xitud origina cargas anormales y activas vías de mecano-transducción con el incremento consiguiente en la producción de mediadores infla- matorios y proteasas. La estrecha asociación entre artrosis y edad avanzada puede expli- carse por diversos mecanismos. En mujeres posmenopáusicas la artrosis aumentaría su frecuencia de presentación en relación con la pérdida de la secreción de estrógenos. Con el paso de los años se produce en la articulación un acúmulo de proteínas conteniendo productos de glicosilación avanzada final (AGE), también favorecida por los niveles elevados de glucemia sérica. Este acúmulo altera la fibra colágena y debilita la matriz cartilaginosa. Finalmente, el envejecimiento favorece el depósito de cristales de pirofosfato cálcico articular y contribuye a la fragilidad y lesión cartilaginosa. Los mediadores inflamatorios (IL-1, TNF-α, IL-6, proteína macro- fágica quimiotáctica [MCP] 1, proteína inducida por interferón [IP] 1 y monoquina inducida por interferón [MIG]) actúan como con- troladores del proceso de destrucción articular. Las alarminas (S100 proteínas) promueven la sinovitis y la degradación de la matriz al estimular diferentes proteasas. Durante el proceso artrósico se liberan numerosas proteínas desde la matriz dañada (fibronectina, proteína cartilaginosa oligomérica, fibromodulina, proteoglicanos y colágeno) que estimulan la respuesta inmune innata y promueven la sobreexpre- sión de vías de degradación que activan receptores toll-like e integrinas. Algunos estudios sugieren que otros mediadores (proteínas óseas morfogenéticas [BMP], factores de crecimiento fibroblástico [FGF] y Wnts) podrían favorecer directamente la destrucción articular o inhibir la capacidad de reparación celular para restaurar la matriz dañada. Cuadro clínico La artrosis vertebral suele aparecer en personas mayores de 40 años. Se suele acompañar de artrosis en articulaciones acromioclaviculares, tra- peciometacarpianas, interfalángicas proximales y distales de los dedos de las manos, las caderas, las rodillas y la primera metatarsofalángica del pie (hallux rigidus). Dolor espinal En las fases iniciales el dolor es mecánico y aparece con el movimiento, la bipedestación y la carga, y se alivia con el reposo. A medida que progresa la enfermedad el dolor se hace más constante, con episodios de rigidez y discapacidad. En las fases avanzadas el dolor puede ser constante, en reposo e incluso durante el descanso nocturno, al cambiar de postura en la cama o dormir en decúbito supino (si existe estenosis del canal raquídeo lumbar). Existe con frecuencia limitación funcional de la columna vertebral. Pueden desencadenarse deformidades espinales (con trastornos de la alineación vertebral) e inestabilidad. El dolor espinal por artrosis verte- bral es la consecuencia de un proceso multifactorial biopsicosocial en el que participan estructuras no cartilaginosas de la columna vertebral, incluyendo los platillos vertebrales, la sinovial de las interapofisarias y las estructuras perivertebrales (músculos, ligamentos y aponeurosis). La artrosis de interapofisarias o artrosis facetaria coexiste habitual- mente con la degeneración del disco intervertebral. Clínicamente ori- gina, especialmente en la región lumbar, el llamado síndrome facetario. En él el dolor lumbar se irradia uni- o bilateralmente hacia las nalgas y los muslos, sin sobrepasar la rodilla, con un aspecto seudorradicular (sin distribuirse por ningún nivel metamérico). Los síntomas empeoran durante la mañana y con la actividad, especialmente cuando concurren el estrés, el ejercicio, la extensión de la columna lumbar, los movimientos de rotación y cuando se permanece largo tiempo de pie o sentado. De forma similar, el síndrome facetario cervical puede cursar con dolor de cuello ipsilateral, que no se irradia más allá del hombro y se agrava con la rotación o flexión lateral del cuello. En la afección de las articulaciones discovertebrales (espondilosis), el dolor suele ser fijo y localizado en la región comprometida. La artrosis vertebral suele asentarse en las áreas de mayor flexibilidad espinal, es decir, alrededor de C5 y de L3. La artrosis vertebral (especialmente en la columna cervical) puede acompañarse de dolor muscular regional de tipo miofascial, asociado a puntos gatillo, bandas musculares tensas, nódulos palpables y sen- sibilidad a la presión. Otras manifestaciones clínicas La combinación de protrusión y desplazamiento discal posterior (por la discopatía degenerativa), junto con el crecimiento osteofitario de las facetas articulares de las interapofisarias y la hipertrofia de los ligamentos amarillos, contribuye a la estenosis del canal raquídeo, que es más frecuente y sintomático en la región lumbar. Se manifiesta clínicamente por la claudicación neurogénica, por la actitud simiesca (en flexión ventral de la columna al andar) y por no tolerar el decúbito supino ni la extensión espinal. Los osteófitos o las protrusiones/hernias discales pueden también comprimir las estructuras centrales del canal raquídeo, para originar una mielopatía por afección de la médula espinal cervical o un cuadro de síndrome de cauda equina por afección de la cola de caballo lumbar. También puede suceder que el proceso artrósico estenose los agujeros de conjunción intervertebrales y afecte a la salida de las raíces raquídeas (para originar cuadros de cervico- braquialgia o lumbociática). Exploración física Debe incluir: a) evaluación de la postura de la columna vertebral en reposo y con el movimiento; b) estimación de la movilidad espinal; c) palpación de las estructuras vertebrales y los músculos paraespinales, y d) examen neurológico, que deberá estudiar los reflejos osteotendi-nosos, la fuerza y la sensibilidad en las extremidades correspondientes, así como la evaluación de los haces nerviosos largos (piramidal, espi- notalámico, cordones posteriores) y las maniobras provocadoras de dolor radicular. Se puede detectar dolor a la presión sobre las apófisis espinosas de los niveles espinales dañados y limitación de la movilidad. El examen neurológico permite descartar complicaciones relacionadas con la artrosis vertebral (tabla 119-1). Diagnóstico Es clínico. Las pruebas de laboratorio son de poca utilidad, salvo en aquellos casos en que se precise descartar otras causas de dolor espinal (inflamatorio, infeccioso, neoplásico o metabólico). La radiografía simple se debe interpretar adecuadamente, dada la gran frecuencia con la que se detectan signos artrósicos en la población general asintomá- tica. Habitualmente se solicitan dos proyecciones: la anteroposterior y la lateral del segmento espinal correspondiente. Las radiografías oblicuas permiten estudiar los agujeros de conjunción cervicales y las articulaciones interapofisarias lumbares, junto con los pedículos y las láminas vertebrales lumbares. La radiología simple puede emplearse como instrumento de medida de la progresión mediante la estimación de la variación del estrechamiento del espacio discal o facetario. Los cambios radiológicos son poco sensibles y a menudo se correlacionan mal con los síntomas, al mismo tiempo el hallazgo radiológico de signos artrósicos suele ser un hallazgo incidental habitual en personas mayores, no siempre relacionado con su clínica. Los signos radiológicos de artrosis vertebral incluyen (fig. 119-5): a) el pinzamiento del espacio discal o interapofisario; b) la esclerosis ósea en los platillos vertebrales o las facetas articulares, y c) el creci- miento del hueso en los márgenes del cuerpo vertebral o de la faceta articular, lo que origina las proliferaciones óseas que se conocen como osteófitos. En ocasiones, se puede observar la presencia de una fina imagen de densidad aérea entre los cuerpos vertebrales; este hallazgo, conocido como signo del «vacío discal», traduce la degeneración del disco intervertebral. La espondilosis vertebral puede desencadenar trastornos de la alineación entre los cuerpos vertebrales en el plano sagital, con retrolistesis. La artrosis grave de interapofisarias lumbares puede originar, al cambiar la orientación de las carillas articulares, una seudoespondilolistesis, sin espondilólisis. Típicamente afecta a las articulaciones interapofisarias entre L4 y L5. La ecografía puede ser útil para el estudio de las articulaciones interapofisarias y guiar la punción de las mismas. La TC y la RM se deberían indicar en individuos con déficit neurológico objetivable, evidencia de mielopatía cervical o compresión de la cauda equina, Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 982 SECCIÓN VII Reumatología y enfermedades sistémicas claudicación neurogénica por sospecha de estenosis del canal raquídeo o con síntomas radiculares persistentes. La TC permite detectar cam- bios degenerativos tales como hernias discales, estenosis foraminales, estenosis centrales, artrosis facetaria, tumores y fracturas. La RM infor- ma, además, de posibles cambios en la médula espinal por mielopatía compresiva. Una limitación de esta última técnica es la existencia de protrusiones e incluso extrusiones discales en individuos asintomáticos. Finalmente, los estudios electromiográficos son útiles para diferenciar las radiculopatías, especialmente cervicales, de las neuropatías por atrapamiento del nervio periférico en la extremidad correspondiente. Diagnóstico diferencial Se debe realizar con: a) espondiloartritis, en las que el dolor es inflamatorio y aparecen sacroilitis radiológica, vértebras cuadradas y sindesmofitos; b) hiperostosis anquilosante vertebral (enfermedad de Forestier-Rotés-Querol), que cursa con rigidez intensa y poco dolor y se acompaña de grandes puentes óseos anteriores entre las vértebras, con conservación del espacio discal y sin cambios degenerativos en las articulaciones interapofisarias; c) enfermedades metabólicas y endo- crinas que afectan a la columna vertebral (osteoporosis avanzada con múltiples aplastamientos y deformidad raquídea, ocronosis, acrome- galia, artropatía por depósito de pirofosfato cálcico); d) reumatismos de partes blandas de la región espinal y fibromialgia, y e) polimialgia reumática, especialmente en la región cervical. Tratamiento Se debe informar al paciente sobre la etiología de la artrosis vertebral, los factores de riesgo para la misma (especialmente los que son modifi- cables) y las expectativas pronósticas. El ejercicio puede ejercer un alivio TABLA 119-1 Complicaciones neurológicas en la artrosis vertebral Síndrome neurológico Características clínicas Mielopatía compresiva cervical Dolor cervical (puede estar ausente) Hiperreflexia Signo de Babinski Marcha espástica Trastorno de esfínteres Paraparesia o tetraparesia Fasciculaciones Radiculopatía compresiva cervical Suele localizarse en C5-C6 y C6-C7 Radiculopatía C6: parestesias en la cara externa del antebrazo + 1.er y 2.° dedos; si hay déficit motor, la muñeca se desvía al lado cubital; hiporreflexia estilorradial Radiculopatía C7: parestesias en el 3.er dedo; si hay déficit motor, afecta a extensión del codo, flexión de la muñeca o extensión de los dedos; hiporreflexia tricipital Radiculopatía compresiva lumbar Suele localizarse en L4-L5 y L5-S1 Radiculopatía L5: parestesias en la cara lateral de la pierna y el dorso del pie hacia el primer dedo del pie; si hay déficit motor, afecta al extensor del 1.er dedo y común de los dedos (el paciente no puede andar de talones); no hay alteración de reflejos Radiculopatía S1: parestesias en la cara posterior de la pierna, el talón y la planta del pie; si hay déficit motor, afecta a los peroneos y el tríceps sural (el paciente no puede ponerse de puntillas, sobre los metatarsianos, varias veces seguidas); hiporreflexia aquílea Estenosis del canal raquídeo lumbar Claudicación neurogénica (seudoclaudicación) Dolor irradiado a ambos miembros inferiores que empeora con la extensión y mejora con la flexión del raquis A veces dolor radicular (uno o varios niveles, uni- o bilateral) Mala tolerancia al decúbito supino Actitud simiesca al andar: inclinado hacia delante con la columna lumbar en flexión Síndrome de la cola de caballo Puede no existir dolor lumbar Trastornos esfinterianos Paraparesia/debilidad muscular en ambos miembros inferiores Anestesia en círculos concéntricos perianales y región perineal Figura - Signos radiológicos de la artrosis vertebral. Radiografía anteroposterior de la columna lumbar (detalle). Se aprecia pinzamiento discal con fenómeno de vacío discal (flecha negra) y osteófitos margi- nales (flechas blancas); ambos se consideran signos radiológicos de artrosis de la columna lumbar. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 983 CAPÍTULO 120 Infección osteoarticular del dolor similar al de los fármacos analgésicos. Debe ser individuali- zado, combinando modalidades aeróbicas con potenciación muscular. Permite mejorar la flexibilidad, mantener el tono y fortalecer la mus- culatura no sólo espinal, sino también la abdominal en pacientes con afección lumbar (esto permite también prevenir la hiperlordosis). Se deberán corregir posibles dismetrías entre ambos miembros inferiores. Se debe evitar la obesidad para minimizar el impacto desobrecarga que ejerce sobre la columna vertebral. La natación y los ejercicios de taichí también son útiles en la protección espinal. El masaje muscular parece tener utilidad en el paciente con dolor lumbar subagudo o crónico. No existen, hasta la fecha, tratamientos farmacológicos específicos que prevengan la progresión del daño en la artrosis vertebral. El alivio del dolor es, en ausencia de tratamiento curativo, el fin primordial que se persigue con los medicamentos. Entre estos, cabe incluir: el paracetamol, los AINE y los COXib, los opioides débiles y fuertes, los relajantes musculares y los antidepresivos tricíclicos en dosis bajas. En pacientes con dolor neuropático por compresión radicular resultan útiles algunos fármacos anticonvulsionantes, tales como la gabapentina o la pregabalina. El tratamiento quirúrgico tiene indicación inmediata en los pacientes con complicaciones neurológicas graves (compresión medular o de la cauda equina). En los casos de estenosis del canal raquídeo o de compresión radicular se puede valorar la descompresión quirúrgica tras el fracaso del tratamiento conservador, según las características psicológicas y sociales del paciente. Los bloqueos anestésicos de raíces espinales o de facetas articulares pueden eliminar de forma temporal el dolor radicular. La denervación por radiofrecuencia de las facetas articulares puede intentarse en casos de artrosis interapofisaria muy sintomática, sin respuesta a tratamiento con- servador. En casos inveterados de artrosis vertebral con dolor neuropático grave o dolor mixto se puede recurrir a la administración intraespinal de opioides o a la estimulación medular de los cordones posteriores. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Babío J. Clínica y diagnóstico de la artrosis (II): columna vertebral. En: Tor- nero J, Blanco FJ, eds. Tratado de las enfermedades reumáticas de la SER. Madrid: Editorial Médica Panamericana; 2018. p. 603-10. Gellhorn AC, Katz JN, Suri P. Osteoartrhtitis of the spine: the facet joints. Nat Rev Rheumatol 2013;9:216-24. Mandl LA. Osteoartrhtis year in review 2018: clinical. Osteoarthritis Cart 2019;27:359-64. Nieminen MT, Casula V, Nevalainen MT, Saarakkala S. Osteoartrhtis year in review 2018: imaging. Osteoarthritis Cart 2019;27:401-11. Nolla JM. Artrosis de la columna dorsal y lumbar. En: Benito P, Blanco FJ, Tornero J, Möller I, Monfort J, Batlle E, eds. Artrosis: fisiopatología, diagnós- tico y tratamiento. Madrid: Editorial Médica Panamericana;; 2010. p. 243-53. https://booksmedicos.org Push Button0:
Compartir