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Enfermedades de las vías urinarias de interés en medicina interna FIBROSIS RETROPERITONEAL Definición y epidemiología La fibrosis retroperitoneal (FR) es una enfermedad poco frecuente caracterizada por la presencia de un proceso inflamatorio crónico a nivel retroperitoneal. El proceso fibrótico a menudo atrapa los uréteres y la vena cava inferior, y además puede afectar a órganos vecinos. Tiene una prevalencia de 1/200.000 habitantes y afecta preferentemente al varón (relación 2-3:1) entre la cuarta y la sexta décadas de la vida. Su incidencia real es desconocida (se estima en alrededor de 1/200.000- 500.000 por año). Etiología y fisiopatología El 70% de los casos son idiopáticos, y la FR se considera en la actua- lidad parte del espectro de la periaortitis crónica. El complejo ceroide, polímero lipoproteico también presente en las placas de ateroma, podría tener un papel en su génesis. En un 30% de los casos se puede identificar una causa (drogas como la metisergida y otros alcaloides ergotínicos). Se ha asociado al uso de β-bloqueantes, metildopa, hidralazina y analgésicos. También con agentes biológicos como el infliximab y el etanercept. Otras causas de FR son: enfermedades malig- nas (carcinoide, enfermedad de Hodgkin, linfoma no hodgkiniano, sarcomas), infecciones (tuberculosis, histoplasmosis, actinomicosis) y tras radioterapia, hemorragia retroperitoneal y cirugía. La exposición al tabaco y el amianto pueden asociarse a FR. Se sospecha que la FR constituye una afectación local de una enfermedad sistémica autoinmune, que se iniciaría como una aortitis primaria y acabaría provocando una respuesta fibrosoinflamatoria periaórtica. Los reactantes de fase aguda suelen estar elevados, así como la tasa de autoanticuerpos. Macroscópicamente, se presenta como placas fibrosas en el retro- peritoneo, centradas entre la cuarta y la quinta vértebras lumbares, que suelen ocasionar una afectación del psoas y los uréteres. His- tológicamente, presentan un tejido inflamatorio inespecífico, con macrófagos, células plasmáticas y linfocitos T y B. La mayoría de las células plasmáticas expresan inmunoglobulina G4. Este hecho hace que la FR pueda constituir una manifestación de la IgG4-related disease https://booksmedicos.org 932 SECCIÓN VI Nefrología (IgG4-RD), enfermedad multisistémica caracterizada por la presencia de tumefacciones que afectan a diversos órganos, infiltrados linfoplas- mocitarios ricos en células plasmáticas que expresan IgG4 y fibrosis. Sin embargo, la fisiopatología de la FR inducida por fármacos es hoy por hoy desconocida. Cuadro clínico En fases tempranas, las manifestaciones son fundamentalmente sis- témicas: anorexia, pérdida de peso y fiebre. Posteriormente, según los órganos afectos, podemos encontrar uropatía obstructiva (con mucho la más frecuente), síndrome de la vena cava inferior y disfunción digestiva. El síntoma más frecuente es el dolor lumbosacro (90%), de tipo sordo. Suele responder más al tratamiento con salicilatos que con narcóticos. En los varones podemos encontrar dolor testicular en casi la mitad de los casos. En fases tardías, el cuadro clínico se debe a la obstrucción ureteral progresiva, que puede llegar a producir anuria. Sin tratamiento, la FR aboca a la insuficiencia renal crónica obstructiva. La lenta evolución de la enfermedad permite que la sintomatología pase muchas veces inadvertida. El deterioro general, la debilidad y la pérdida de peso secundarios a uremia pueden constituir los primeros indicios de la enfermedad. La compresión de la vena cava inferior puede favorecer la aparición de edemas, tromboflebitis e, incluso, síndrome de la vena cava inferior. Se han descrito casos de isquemia intestinal por com- presión de los vasos mesentéricos. Puede haber hipertensión renovas- cular por afección de las arterias renales. Diagnóstico La FR a menudo se diagnostica de forma incidental en pacientes que debutan con obstrucción de la vía urinaria superior o con insuficien- cia arterial o venosa. Normalmente, el diagnóstico inicial se realiza mediante TC o RM, tras una ecografía realizada por dolor lumbar que muestra dilatación de la vía urinaria alta. La ecografía se utiliza por su gran sensibilidad para detectar dilatación pielocalicial, aunque es poco sensible para detectar la placa fibrótica. No se ha descrito ninguna determinación de laboratorio que sea diagnóstica de FR. La elevación de las cifras de creatinina y urea traduce la afección renal, y constituye un importante factor pronóstico en la evolución de la enfermedad. La TC con contraste, con estudio de excreción, es la técnica de elección, ya que permite el estudio de la vía urinaria superior, así como la morfología y la extensión de la placa fibrótica. La RM puede ayudar a distinguir entre una fibrosis de origen benigno o de origen neoplásico, puesto que las imágenes heterogéneas en T2 sugieren malignidad. El papel de la biopsia de la zona es controvertido. En el caso de plantearse una cirugía por obstrucción ureteral, se recomienda biopsiar la masa en el mismo acto. La indicación de biopsia de la masa debe plantearse cuando la dis- posición de esta sea atípica, si analíticamente hay sospecha de enfer- medad infecciosa o neoplásica, cuando la masa se extiende por encima de las arterias renales o desplaza anteriormente a la aorta, si el centro sanitario que está llevando al paciente tiene una experiencia limitada en esta patología o ante la falta de respuesta al tratamiento de inicio. El estudio histológico de la placa es a menudo indistinguible entre la FR idiopática y la secundaria. Tratamiento Su finalidad es mantener o preservar el funcionalismo renal, evitar la progresión de la obstrucción y mejorar los síntomas. La presencia de dilatación de la vía urinaria superior aconseja su derivación, mediante la colocación de catéteres ureterales doble-J o de sondas de nefrostomía. La duración de la derivación estará determinada por la evolución del proceso y la respuesta al tratamiento. Si se conoce la etiología de la FR, el tratamiento será el específico del proceso. En los casos idiopáticos, el tratamiento será distinto según el estadio evolutivo de la enfermedad. En una primera fase, cuando predomina el componente inflamatorio frente a la fibrosis, puede ensayarse el tratamiento con metilprednisolona a dosis de 1 mg/kg de peso y día durante 4 semanas, para posteriormente reducir la dosis a 10 mg/día de mantenimiento hasta un plazo aproximado 6-18 meses. Debe hacerse una TC a las 4-6 semanas de iniciado el tratamiento y, en el caso de que no se aprecie disminución de la masa, se debe valorar la realización de una biopsia. Algunos autores recomiendan añadir al tratamiento azatioprina, metotrexato o micofenolato, ciclofosfamida o ciclosporina, cuando los esteroides no sean eficaces o para evitar dosis elevadas de glucocorticoides durante tiempo prolongado. También se han empleado con éxito la medroxiprogesterona, la progesterona y el tamoxifeno. En estadios avanzados, cuando predomina el componente fibroso, se impone el tratamiento quirúrgico. Este consiste en la liberación del uréter de la placa fibrosa (ureterólisis) y la interposición entre este y la masa fibrosa, bien de epiplón (epiploplastia), bien de peritoneo (intraperitonización de los uréteres) para evitar la recidiva, pero con pobres resultados. La intervención puede realizarse mediante cirugía abierta, laparoscópica o robótica. OBSTRUCCIÓN URINARIA Concepto Se entiende por obstrucción urinaria la existencia de un obstáculo mecánico o funcional, de causa congénita o adquirida, al paso de la orina en alguna parte de la vía urinaria, desde las papilas del riñón hasta el meato uretral. Etiología En los primeros años de vida se observa sobre todo en procesos congé- nitos como válvulas uretrales o estenosis de la unión pieloureteral. En el varón joven, la litiasis, sobre todo de oxalato cálcico, es la causa más frecuente de obstrucción,y es tres veces más frecuente en el sexo mas- culino que en el femenino. En la mujer joven, la causa más frecuente de obstrucción es el embarazo, sobre todo en el lado derecho (aunque no suele tener repercusión funcional sobre el riñón). En edades posteriores, las causas más comunes suelen ser procesos neoplásicos ginecológicos en la mujer, y el adenoma, el carcinoma de próstata y los tumores vesicales en el varón. Anatomía patológica Las lesiones producidas por la obstrucción urinaria guardan relación con el lugar de la obstrucción, su grado, la duración y la posible infección añadida. En fases iniciales, se observa dilatación de la vía urinaria, aplanamiento de las papilas, dilatación tubular y edema renal. A la dilatación de los túbulos colectores le sigue la atrofia de su epitelio, situación que progresivamente se transmite a los túbulos proximales. Cuatro semanas después de iniciada la obstrucción, el grosor de la médula se reduce en un 50% y la corteza inicia también su adelgazamiento. A las 8 semanas se observa una disminución muy marcada del parénquima renal y fibrosis intersticial. Por último, aparece una fibrosis periglomerular progresiva y tendencia a la hialinización. Cuadro clínico El síntoma más importante en la obstrucción urinaria es el dolor. En situaciones agudas, el dolor es de tipo cólico, con irradiación al trayecto ureteral y los genitales. En la obstrucción subaguda (incom- pleta), el dolor es más impreciso y afecta al flanco y al hemiabdomen ipsilateral. La obstrucción crónica no suele acompañarse de dolor y puede darse el caso de que su primera manifestación clínica sea una insuficiencia renal. El volumen urinario suele ser un mal indicador de la obstrucción urinaria. Sólo en situaciones extremas, de obstrucción bilateral y completa, o en caso de obstrucción en el paciente mono- rreno, esta cursará con anuria. En caso de obstrucción incompleta, el volumen urinario puede ser normal o, incluso, cursar con poliuria y nicturia. La dilatación urinaria provocada por la obstrucción puede facilitar la aparición de infección, lo que empeora la función renal y pone en peligro la vida del paciente. En situaciones de obstrucción Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 933 CAPÍTULO 113 Enfermedades de las vías urinarias de interés en medicina interna © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. crónica incompleta, la infección urinaria puede ser el signo revelador. En caso de obstrucción urinaria completa y persistente, se produce una insuficiencia renal grave, acompañada con frecuencia de acidosis metabólica e hiperpotasemia (nefropatía obstructiva). Cuando la causa de la obstrucción urinaria es tumoral o litiásica, es frecuente la presencia de hematuria macroscópica. Diagnóstico La primera prueba que debe realizarse ante la sospecha de obstrucción urinaria es una ecografía, que permite visualizar el grado de dilata- ción de la vía urinaria y el grosor del parénquima renal. Su mayor inconveniente es su imprecisión para determinar el lugar y la causa de la obstrucción. Entre los métodos radiológicos cabe considerar la radiografía simple de abdomen, que puede ser orientativa a partir de la valoración de signos indirectos como el tamaño de la silueta renal, la desaparición de la línea del psoas, la escoliosis de concavidad hacia el lado doloroso y la posible observación de un cálculo radiopaco. La TC permite demos- trar en el estudio basal la presencia de cálculos urinarios y, en la fase de eliminación, el grado de repercusión de la obstrucción sobre los riñones. La uro-RM es una prueba diagnóstica no invasiva y de gran rendimiento diagnóstico en enfermos alérgicos al contraste yodado o en insuficiencia renal. Entre los métodos de medicina nuclear, destaca el renograma isotópico funcional mediante inyección endovenosa de 99Tc-DTPA, con administración durante su realización de furosemida. Esta prueba permite diferenciar una dilatación causada por una obstrucción de una dilatación congénita o residual no acompañada de proceso obstructivo. Tratamiento Debe dirigirse a controlar el dolor, la obstrucción y la posible infección concomitante. En caso de coexistencia de obstrucción e infección uri- naria, es imperativo el tratamiento rápido y enérgico de ambas, dado que existe peligro de sepsis y shock séptico. Cuando existen dudas de la posibilidad de recuperación de un riñón obstruido, es útil, antes de plantear una intervención quirúrgica agresiva, valorar la función renal residual mediante gammagrafía renal, nefrostomía por punción o cateterismo ureteral. HIPERPLASIA BENIGNA DE PRÓSTATA Concepto y etiología La hiperplasia benigna de próstata (HBP) es una entidad histopato- lógica específica caracterizada por el aumento del número de células epiteliales y estromales, que produce un incremento del volumen prostático. Los nódulos epiteliales y mesenquimales neoformados se localizan en la parte periuretral de la glándula, con la consecuente compresión de la zona periférica y obstrucción de la uretra. Afecta de manera sintomática a los varones a partir de los 50 años. La presencia de síntomas atribuibles a la HBP es desde un 14% en la cuarta década hasta el 44% de los pacientes a partir de los 70 años. En la etiopatogenia del aumento del volumen prostático se consideran dos grupos distintos de factores: los extrínsecos, especialmente las hormonas, los factores ambientales o la predisposición hereditaria; y los intrínsecos, que actúan como reguladores locales y directos de la replicación y la diferenciación celular en la próstata, a través de procesos paracrinos y autocrinos. Los factores intrínsecos pueden dividirse en epiteliales, del estroma, endoteliales y de la matriz extracelular. Además, existe un componente de estimulación simpática con hiperactivi- dad del esfínter interno, mediado por receptores α-1, que serán la diana del tratamiento con α-bloqueantes. Cuadro clínico Se distinguen dos tipos de síntomas del tracto urinario inferior (STUI): los de la fase de llenado y los de la fase de vaciado, o miccionales. Los primeros son la frecuencia miccional diurna elevada, la nicturia, la urgencia miccional y la incontinencia. Estos síntomas tienen su origen en la vejiga, que suele responder a la obstrucción con hiperactividad del detrusor. La nicturia puede ser debida también a una poliuria nocturna acompañante. Entre los síntomas de la fase de vaciado están: la dificultad para iniciar la micción, el chorro fino, la sensación de micción incompleta y el goteo terminal. La obstrucción provocada por la HBP puede llegar a condicionar la existencia de residuo posmiccional por deterioro de la capacidad contráctil del detrusor, dilatación de la vía urinaria superior e insuficiencia renal, así como infección urinaria, formación de divertículos vesicales y litiasis vesical secundaria. Diagnóstico En la actualidad, deben seguirse las directrices de la guía de la Aso- ciación Europea de Urología (disponibles en https://uroweb.org/ guidelines/). Ha de constatarse un aumento del volumen prostático, la presencia de síntomas del llenado y miccionales y la existencia de obstrucción infravesical. La valoración del tamaño prostático se realizará en todos los pacien- tes mediante la exploración física (tacto rectal) y el estudio ecográfico (transabdominal o, preferiblemente, transrectal). El tacto rectal pone en evidencia una próstata aumentada de volumen, no dolorosa y sin nódulos. La sintomatología se evalúa mediante el cuestionario internacional IPSS (Escala Internacional de Síntomas Prostáticos), disponible en la web de la Asociación Española de Urología (www.aeu.es/PDF/IPSS.pdf ). El IPSS se basa en la respuesta a siete preguntas relacionadas con los síntomas urinarios. Cada pregunta permite la elección entre cinco respuestas que indican la intensidad de los síntomas, con puntuaciones asignadas entre 0 y 5. Así, la valoración total puede fluctuar entre 0 y 35, y los resultados se han estratificado en leves (0-13), moderados (14-25) y graves (26-35). La estimación de la calidad de vida se hace con una simple pregunta cuya respuesta abarca de 0 a 6, donde una respuesta 0 significa «pla- centera» y una respuesta 6 equivale a «terriblemente mala». Para conocer mejor el ritmo miccional del enfermo o diagnos- ticar una poliuria nocturna, es altamente recomendable realizar un diario miccional de 3 días (disponible en la red: https://www.asocia- cionandaluzadeurologia.net/wp-content/uploads/libro_AAU_diagnos- tico_y_tratamiento_de_la_incontinencia_urina_ANEXOS_8.1.pdf). Mediante la flujometría, pueden calcularse el caudal miccional máximo (Qmáx) y el volumen miccional, y con una ecografía, el resi- duo posmiccional. Una Qmáx por debajo de 10 mL/s es sugerente de obstrucción en la mayoría de los pacientes, aunque el diagnóstico pre- ciso de obstrucción precisaría un estudio urodinámico más complejo. Es altamente recomendable la determinación del antígeno prostáti- co específico (PSA), en los pacientes de entre 50 y 75 años que acuden por STUI, lo que orientará hacia la necesidad de realizar una biopsia (con RM multiparamétrica previa en la mayor parte de los casos) por la posibilidad de que pueda coexistir un cáncer de próstata junto con la HBP. El otro motivo para indicar una biopsia prostática es el tacto rectal sospechoso, incluso con valores de PSA dentro de la normalidad. El diagnóstico diferencial deberá establecerse con procesos que ocasionan síntomas de la fase de llenado o de la miccional (carcinoma vesical papilar o in situ, disfunción miccional neurógena, estenosis de uretra o de meato y falta de relajación del esfínter interno, litiasis vesicales, infección urinaria específica o inespecífica, etc.). Muchos de estos procesos pueden ser perfectamente excluidos mediante una ecografía, citología urinaria y análisis de orina. Tratamiento Se dispone de tres grupos de fármacos: fitoterápicos, de escasa evidencia, pero que han sido usados de forma habitual. bloqueantes α-adrenérgicos (o α-bloqueantes) como alfuzosina (10 mg/día), doxazosina (4 mg/día), terazosina (5 mg/día) y tam- sulosina (0,4 mg/día), utilizados sobre todo en casos de volúmenes prostáticos pequeños. Debe vigilarse la presión arterial, ya que estos fármacos pueden ocasionar hipotensión en pacientes predispuestos. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 934 SECCIÓN VI Nefrología inhibidores de la 5-α-reductasa (finasterida y dutasterida) están indicados preferentemente en casos de hipertrofia de mayor tama- ño. Existe evidencia clínica suficiente sobre la efectividad del uso combinado de estos dos últimos tipos de fármacos (α-bloqueantes e inhibidores de la 5-α-reductasa) cuando el volumen glandular es superior a 40 mL. El tratamiento de los síntomas vesicales se realiza con anticoli- nérgicos o agonistas β-3. Si fracasa el tratamiento médico, se recurrirá a la resección transuretral (RTU) de la próstata cuando esta no sea muy grande o, en caso contrario, el uso de láser o la adenomectomía suprapúbica en volúmenes glandulares grandes. ENURESIS NOCTURNA Es la pérdida de orina durante el sueño a partir de una edad en la que se considera que el paciente debería tener control de su continencia. Su prevalencia disminuye con la edad (15,5% a los 6-8 años; 4,1% a los 10-12 años). Se debe diferenciar la enuresis nocturna monosin- tomática (ENM) de la forma no monosintomática. Esta última se caracteriza por la presencia de sintomatología miccional acompañante (frecuencia miccional elevada, urgencia, incontinencia diurna, tras- tornos miccionales, retención urinaria, infección urinaria recidivante y fracaso terapéutico previo). Se puede diferenciar también una forma primaria de la secundaria, cuando el problema vuelve a presentarse tras 6 meses sin escapes nocturnos. Asimismo, se debe descartar siempre la denominada seudoenuresis (incontinencia nocturna asociada a epi- lepsia, diabetes, apnea del sueño o insuficiencia renal, y simuladores). El estudio de la ENM incluye una detallada historia clínica, la explo- ración física, el diario miccional (en que consten horas, volúmenes y escapes) y el análisis de orina. La forma no monosintomática precisa estudios especializados más complejos (urodinámicos y de imagen). La ENM parece ser un trastorno madurativo o del aprendizaje del niño, y tiene una indudable influencia familiar (la incidencia de un 15% en niños sin antecedentes familiares de enuresis se eleva a un 44%-77% en el caso de que el niño tenga uno o los dos progenitores con enuresis nocturna en la infancia). En su etiopatogenia se incluyen posibles fac- tores neurológicos (de neurotransmisores o receptores), y alteraciones de la sensibilidad vesical y del ritmo circadiano. Esos tres factores con- tribuyen a la presencia de una capacidad vesical nocturna disminuida, incremento nocturno de la producción de orina y una alteración en la producción nocturna de la hormona antidiurética. También se ha asociado a la apnea obstructiva del sueño y al estreñimiento. Es más frecuente en los niños (7:3). Su tratamiento no debe iniciarse antes de los 7 años y se basa en el uso de alarmas nocturnas que des- piertan al niño al detectar el escape y la desmopresina (120-240 µg al acostarse por vía sublingual). En una minoría de casos, se aprecia la presencia de hiperactividad del detrusor, que puede beneficiarse de un tratamiento con anticolinérgicos (5 mg de oxibutinina al acostarse o cada 12 h, o 4 mg/día de tolterodina). El uso de antidepresivos hoy prácticamente está descartado. También se han usado con buenas expectativas el biofeedback (retroalimentación), el diario miccional y las técnicas de reeducación vesical. Es muy aconsejable informar al paciente y a la familia del buen pronóstico del cuadro, con evitación de comportamientos que ocasionen la presión psicológica y el estrés del enfermo. VEJIGA NEURÓGENA Se denomina así a la alteración del aparato urinario inferior (AUI) atribuida a una causa neurológica conocida. El AUI tiene un com- portamiento bifásico, ya que se comporta como un sistema de alma- cenamiento hasta que se vacía por la contracción del detrusor. La inervación del detrusor, verdadero motor de la micción, es predo- minantemente de tipo parasimpático (receptores M2 y M3), y su núcleo se encuentra en las astas intermediolaterales en los segmentos medulares S2-S4. El reflejo miccional se inhibe habitualmente desde centros superiores, localizados en la protuberancia (núcleo pontino de la micción), por inhibición del parasimpático y estimulación del simpático (receptores β-3), hasta el momento en que el paciente decide realizar la micción. El sistema esfinteriano, por su parte, es doble: el interno (cuello vesical) está inervado por el sistema simpático torácico (receptores α-1), mientras que el esfínter externo lo está por el sistema somático voluntario (nervio pudendo), con centro medular en las astas anteriores de S2-S4 (núcleo de Onuf ). Cualquier alteración del sistema nervioso puede comprometer el delicado sistema de control de la micción, y es posible esperar diferentes comportamientos vesicales y de sus esfínteres según el lugar de la lesión. Pacientes afectos por enfermedad de Parkinson, hidrocefalia, esclerosis múltiple, accidentes cerebrovas- culares, mielomeningocele, traumatismos medulares, médula anclada, neuropatía diabética y compresión medularpor hernias discales o metástasis óseas pueden presentar alteraciones del AUI. Desde un punto de vista topográfico, las lesiones por encima del núcleo parasimpático de la micción (S2-S4) impiden la inhibición normal del reflejo, con lo que se aprecian vejigas «hiperactivas» con contracciones involuntarias del detrusor durante el llenado, que causan urgencia miccional (sensación de micción imperiosa con temor al escape) e incontinencia urinaria cuando la presión produ- cida por el detrusor supera a la presión ejercida por los esfínteres. A veces se aprecian micciones reflejas con presiones intravesicales muy elevadas por contracción simultánea del esfínter externo (disinergia detrusor-esfínter externo), lo que puede dar lugar a dilatación de la vía urinaria superior, con deterioro de la función renal. Cuanto más alta sea la lesión medular, más riesgo presentará el enfermo de sufrir un deterioro renal. Si la lesión afecta al núcleo parasimpático de la micción o los ner- vios del arco sacro, se aprecian vejigas que durante la micción no se contraen (hipoactivas), con residuos posmiccionales elevados (p. ej., en la neuropatía diabética). Los pacientes con lesiones por encima de la protuberancia, como en los accidentes cerebrovasculares, muestran una imposibilidad para inhibir el reflejo de la micción. Sin embargo, cuando esta se produce, el detrusor y los esfínteres están coordinados (no hay disinergia). No obstante, el enfermo orina muchas veces de forma inconsciente y, en muchos casos, en situaciones «socialmente incorrectas». Los estudios urodinámicos son altamente aconsejables en estos enfermos, ya que existe una escasa correlación entre la clínica y la patología, sobre todo en los casos en los que pueda existir lesión renal. El tratamiento depende del tipo de comportamiento que presente el AUI. En general, se basa en preservar la función renal, prevenir la eleva- ción de la presión en la vía urinaria superior mediante anticolinérgicos o agonistas β-3, tratar la infección urinaria (antibióticos profilácti- cos ante la primera sospecha de infección) y controlar el residuo pos- miccional y la incontinencia por hiperactividad, dada su incidencia en la calidad de vida del enfermo. Para tratar la hiperactividad se usan básicamente los anticolinérgicos (oxibutinina, 5 mg/8 h p.o.; cloruro de trospio, 20 mg/12 h p.o.; tolterodina, 4 mg/24 h p.o.; solifenazina, 5-10 mg/24 h p.o.; fesoterodina, 4-8 mg/24 h p.o.) o agonistas β-3 (mirabegron, 50 mg/24 h p.o.), y se recurre al cateterismo intermitente o la sonda vesical permanente para evacuar el residuo. Cuando existe una disinergia detrusor-esfínter externo con residuo, se utiliza el cate- terismo intermitente. En los enfermos que no responden al tratamiento oral, está indicada la inyección intradetrusor de toxina botulínica a dosis de 200 u, tratamiento que necesita repetirse aproximadamente cada 9-12 meses. INCONTINENCIA URINARIA Se define por la presencia de escapes de orina. Puede ser un sínto- ma (referida por el enfermo), un signo (en la exploración física) o una «condición» o hallazgo urodinámico (si se produce durante un estudio funcional del aparato urinario inferior). En la mujer, el tipo más frecuente es la incontinencia urinaria de esfuerzo, que se produce como consecuencia de la debilidad esfinteriana y de la musculatura perineal tras los embarazos y los partos. Se presenta en situaciones en las que la presión intravesical supera a la presión uretral (tos, esfuerzos, estornudos). No es infrecuente que se asocie a cistocele, rectocele o prolapso uterino. Cuando la incontinencia es leve, puede mejorar o solucionarse con la práctica de ejercicios orientados a fortalecer la musculatura del suelo Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 935 CAPÍTULO 114 Uso de fármacos en la insuficiencia renal pélvico (reeducación de la musculatura del suelo pélvico). Los casos más graves precisan corrección quirúrgica, con suspensión de la uretra por vía suprapúbica (TVT) o desde la zona obturatriz (TOT), mediante la colocación de una cinta de polipropileno trenzado monofilamento sin tensión. Otro tipo de incontinencia es la denominada incontinencia urinaria de urgencia. Suele traducir la presencia de contracciones involuntarias del detrusor durante el llenado vesical y se caracteriza clínicamente por la tríada urgencia-frecuencia-incontinencia (vejiga hiperactiva). La urgencia se define como la aparición repentina de un deseo miccional fuerte, no aplazable. La frecuencia miccional es superior a ocho mic- ciones diarias. (Es útil el uso de un diario miccional de 3 días [DM3D] para conocer la frecuencia miccional real.) Su tratamiento consiste en administrar anticolinérgicos o agonistas β-3, aunque algunos pacientes responden sólo parcialmente. En el caso de respuesta insuficiente, puede usarse la toxina botulínica (100 u) mediante inyección intradetrusor con un cistoscopio. Este tipo de incontinencia puede ser secundaria a patología orgánica vesical (tumor vesical, carcinoma in situ, cálculo, infección, obstrucción), por lo que es obligado descartarla previamente (ecografía vesical, sedimento de orina). La incontinencia de esfuerzo masculina suele ser consecuencia de lesiones del esfínter de origen yatrógeno (intervención quirúrgica prostática). También es posible apreciar incontinencia por urgencia en el varón; suelen ser pacientes con detrusor hiperactivo asociado o no a obstruc- ción, o en los que, tras la resolución de la obstrucción, la hiperactividad no remite. Existe un tipo de incontinencia, denominada incontinencia por rebo- samiento o paradójica, que se presenta en pacientes que tienen retención urinaria crónica. Ante la presencia de incontinencia en estos enfermos, habitualmente ancianos, es aconsejable realizar una ecografía (que suele mostrar una vejiga dilatada, así como una dilatación de la vía urinaria alta bilateral) y un análisis de sangre con determinación de creatinina, potasio y equilibrio acidobásico (suele detectarse una elevación de la creatinina junto con una acidosis metabólica). El tratamiento se inicia mediante colocación de una sonda vesical y evacuación de la orina. Posteriormente, se deja la sonda conectada a una bolsa. Tras el sondaje, se precisa un minucioso control tanto de los iones como del equilibrio acidobásico, pues cabe esperar una abundante poliuria desobstructiva que puede alterar estos parámetros. Finalmente, existe la denominada incontinencia extraanatómica, debida a causas tales como abocamientos ectópicos de los uréteres o fístulas vesicales (p. ej., vesicovaginales). BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Burkhard FC, Bosch JL, Cruz F, Lemack GE, Nambiar AK, Thiruchelvam N, et al. EAU Guidelines on Urinary Incontinence in Adults. EAU Guidelines. Edn. presented at the EAU Annual Congress Copenhagen 2018. Disponible en: http://uroweb.org/guidelines/compilations-of-all-guidelines/. Chen LYC, Mattman A, Seidman MA, Carruthers MN. IgG4-related disease: what a hematologist needs to know. Haematologica 2019;104:444-55. Engelsgjerd JS, LaGrange CA. 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