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Epiglotis Cartílago tiroides ANTERIOR Cartílago cricoides Tráquea Figura 14-4. Anatomía de la laringe. Sección longitudinal. Epiglotis Falsas cuerdas vocales Cuerdas vocales Figura 14-5. Anatomía de la laringe. Sección transversal con visualización de las cuerdas vocales. El aire debe circular obligato- riamente en el espacio que queda entre las cuerdas vocales que se denomina glotis. La tensión de las cuerdas vocales forma el sonido y por consiguiente interviene en la formación de la voz. 14.3. ESTRUCTURAS RESPIRATORIAS INTRATORÁCICAS 14.3.1. Bronquios y bronquiolos Los bronquios son los tubos de material muscular y carti- laginoso (similar a la tráquea) que dirigen el aire hacia cada uno de los pulmones. Cada bronquio se subdivide sucesiva- mente en dos de acuerdo con una estructura arboriforme (Fig. 14.7). Inicialmente se denominan bronquios principa- les (derecho e izquierdo) y luego, a medida que se dividen, reciben el nombre de bronquios lobares (para cada lóbulo), segmentarios (para cada segmento) o lobulillares (para cada lobulillo). También se denominan bronquios primarios, se- cundarios, terciarios, etc. A medida que se dividen, el diá- metro de los bronquios se hace menor y disminuye la canti- dad de cartílago que hay en la pared. Cuando los bronquios alcanzan un tamaño muy pequeño y no tienen ya cartílago en la pared, se denominan bronquiolos. Los bronquiolos continúan subdividiéndose, disminuyendo su diámetro, aumentando su número y adelgazando el grosor de la pared. La ramificación de cada bronquio o bronquiolo en dos más pequeños hace que, aunque el radio de cada uno de ellos sea menor, el área resultante de la suma de las dos subdivisio- nes sea mayor (Fig. 14.8). De esta forma, el área total de los bronquios y bronquiolos se incrementa a medida que aumenta el número de divisiones. Este hecho es lo que hace que la velocidad de entrada del aire cada vez sea menor. El último bronquiolo que no se subdivide, o bronquiolo termi- nal, carece de cartílago y de glándulas mucosas, aunque el epitelio existente sigue siendo cilíndrico. 14.3.2. Bronquiolos respiratorios, sacos alveolares y alvéolos Los bronquiolos terminales tienen aún una pared excesi- vamente gruesa como para que los gases difundan fácilmen- te a través de ella. Cuando la pared del bronquiolo se hace más delgada es posible la difusión gaseosa y entonces se denomina bronquiolo respiratorio (Fig. 14.9). El epitelio cilíndrico de las vías respiratorias superiores es sustituido por un epitelio plano. Posteriormente, se puede apreciar la existencia de más dilataciones en la pared del bronquiolo, que reciben el nombre de sacos alveolares. Finalmente, el bronquiolo finaliza en el alvéolo pulmonar, una estructura con forma de bolsa y de paredes muy delgadas en la que se realiza la mayor parte del intercambio respiratorio. 14.3.3. Estructura del alvéolo pulmonar Cada alvéolo es como una bolsa de aire con unas paredes constituidas por un epitelio plano sumamente delgado y rodeada por capilares (Fig. 14.10). Se pueden distinguir unas células que forman las paredes y otras que se encuen- tran al lado de las paredes, pero sin formar parte de ellas. Entre las primeras se pueden diferenciar los neumocitos de tipo I, unas células de estirpe epitelial que forman las pare- des propiamente dichas, y los neumocitos de tipo II, unas células que secretan una sustancia tensioactiva y cuya fun- ción se explicará posteriormente. Entre las células situadas al lado de las paredes están las células de los capilares, los fibroblastos, responsables de la elaboración de las fibras elásticas y conectivas que constituyen el armazón que so- porta los alvéolos, y las células de defensa local como los macrófagos (o fagocitos) encargados de eliminar cuerpos extraños y microbios del interior de los alvéolos pulmona- res. En total se calcula que un adulto normal posee unos 300 millones de alvéolos pulmonares, que, desplegados, propor- cionan una superficie de contacto con el aire de unos 75 m2. Esta enorme superficie tiene como misión básica permitir la difusión del oxígeno hacia el interior del cuerpo y, al revés, hacer que el CO2 fabricado por el organismo pueda salir al exterior. Parte IV. Intercambio gaseoso y circulación 327
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