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Cirrosis hepática Esta enfermedad se acompaña de una marcada fibrosis que constriñe los vasos hepáticos aumentando las resistencias vasculares hepáticas y la presión en los sinusoides hepáticos desde 0.2-0.5 kD (2-4 mm Hg) has- ta 2-2.7 kD (15-20 mm Hg). Ello facilita la difusión excesiva de líquidos desde la circulación esplácnica hacia la cavidad peritoneal (ascitis) o la luz intestinal. El líquido intraperitoneal extravasado desde los sinusoides hepáticos tiene un alto contenido proteico, lo que aumenta la presión coloidosmótica del líquido intersti- cial y facilita una mayor salida de líquido hacia la cavi- dad peritoneal. El aumento de la presión vascular intrahepática, además, facilita el desarrollo de circulación colateral entre las venas esplénicas y las esofágicas. Estas colaterales pueden hacer protrusión en la luz esofá- gica, dando lugar a las denominadas varices esofágicas, cuya rotura produce una intensa hemorragia que puede ser mortal. CIRCULACIÓN ESPLÉNICA El bazo está limitado por una cápsula fibroelástica de la que parten numerosas trabéculas hacia su interior, que delimitan unos compartimentos denominados lóbu- los esplénicos. El parénquima del bazo se compone de dos partes: la pulpa blanca y la pulpa roja. La pulpa blan- ca es tejido linfático periarterial y su función es la pro- ducción de linfocitos T y B y de células plasmáticas, que forman parte del sistema defensivo inmunitario del orga- nismo. La pulpa roja consiste en senos venosos entre los que se sitúa una red esponjosa de células (macrófagos y granulocitos), que forman parte del sistema reticuloendo- telial y actúan como órganos de limpieza de la sangre, suprimiendo los restos de células sanguíneas, bacterias, parásitos, etc. Aunque la cápsula esplénica humana apenas si posee músculo liso, el bazo puede acumular 100-300 mL de sangre, así como células sanguíneas en la pulpa roja y linfocitos en la blanca, que pueden pasar a la circula- ción sistémica al aumentar el tono simpático �-vaso- constrictor (ejercicio, hemorragia). En el bazo, la sangre se acumula en dos estructuras: los senos venosos, en los que confluyen las venas y arterias esplénicas, y la pulpa blanca, que contiene capilares muy permeables que per- miten el paso de sangre y elementos formes a su través y penetra en los senos venosos. Por tanto, la contracción de la cápsula esplénica permite no sólo aumentar la volemia, sino también el valor hematocrito hasta en un 2%, a la vez que disminuye el peso del bazo. Durante la vida fetal, la pulpa esplénica participa con la médula ósea en la hematopoyesis. Esta función desaparece poco antes del nacimiento, aunque en condiciones patológicas (p. ej., en la eritroblastosis fetal) puede continuar la fun- ción hematopoyética del bazo varios meses después del nacimiento. CIRCULACIÓN CEREBRAL La sangre llega al cerebro a través de las arterias caró- tidas internas y, en menor grado, de las vertebrales. Estas arterias confluyen en el polígono de Willis de la base del cerebro, del cual parten las arterias cerebrales anterior, media y posterior; éstas se ramifican formando arterias piales, que recorren la superficie cerebral y de las que salen arterias que penetran en el tejido cerebral. Las sus- tancias inyectadas en una arteria carótida se distribuyen de forma casi exclusiva en el hemisferio cerebral correspon- diente. Ello indica que no existe entrecruzamiento o que, en el caso de que existan anastomosis precapilares entre las arterias cerebrales, el flujo a su través no es suficiente para prevenir el infarto cerebral cuando se ocluye una arte- ria cerebral. El flujo venoso cerebral se realiza a través de los senos durales, que drenan en las venas yugulares inter- nas, aunque una cantidad variable de sangre drena a través de los plexos oftálmicos y pterigoideo y por el sistema venoso paravertebral. Una característica que diferencia a la circulación cere- bral de la de otros tejidos es que el cerebro está rodeado por una estructura rígida, el cráneo, por lo que un aumen- to en el flujo arterial de entrada debe acompañarse de un aumento equivalente en el flujo venoso de salida; es decir, en el cerebro, los volúmenes de sangre y de líquido extra- celular permanecen relativamente constantes. En el hom- bre el valor medio del flujo cerebral es de 50-55 mL/100 g/min, lo que en un cerebro adulto de 1400 g de peso equi- vale a 750 mL/min y representa un 15-20% del volumen minuto. El flujo sanguíneo cerebral (FSC) aumenta en las zonas cerebrales más activas, siendo 4-6 veces mayor en la sustancia gris (80-110 mL/100 g/min) que en la blanca (15-25 mL/100 g/min), y mayor en las áreas sensitivomo- toras, visuales y auditivas de la corteza que en otras regio- nes, aunque la porción del encéfalo que mayor flujo recibe es el tubérculo cuadrigémino superior. Aunque el FSC total es constante, los estudios de car- tografía cerebral han permitido demostrar que las regiones cerebrales que presentan una mayor actividad metabólica reciben un mayor aporte sanguíneo. Durante la resolución de problemas matemáticos, el FSC aumenta en las regio- nes premotora y frontal, al hablar aumenta en la corteza sensorial y motora donde se representa la cara y la lengua, al mover un miembro aumenta en la corteza motora del lado opuesto, y ante una luz intensa aumenta el flujo occi- pital. En los epilépticos, el FSC aumenta varias veces a nivel del foco, mientras que en enfermos con pérdida de memoria disminuye el flujo temporal y en los que presen- tan una demencia senil disminuye el FSC total. Características de los capilares cerebrales El cerebro presenta una elevada densidad capilar, par- ticularmente, en la sustancia gris. Los capilares cerebrales poseen algunas características que los diferencian de los de otros territorios vasculares: a) su pared presenta un 580 F I S I O L O G Í A D E L S I S T E M A C A R D I O VA S C U L A R
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