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FISIOLOGÍA HUMANA-772

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rojos, de manera que los individuos que presentan un défi-
cit de cobalamina (que suele deberse a alteraciones de la
función del factor intrínseco gástrico) desarrollan anemia
perniciosa.
Niacina
La absorción de la niacina depende de su concentra-
ción en la dieta: cuando la concentración es baja se
absorbe en el intestino delgado por un transportador
dependiente de sodio, mientras que si la concentración es
alta, la difusión es pasiva. La niacina está implicada en
numerosas reacciones de óxido-reducción, ya que es un
componente de NADH y NADPH, coenzimas que partici-
pan en el metabolismo de las proteínas, los hidratos de car-
bono y las grasas. Se precisan unos 20 mg al día de
niacina, que se obtienen de las carnes, el hígado y las
legumbres. Su deficiencia ocasiona la enfermedad deno-
minada “pelagra”, caracterizada por demencia, dermatitis
y diarrea.
La niacina está siendo utilizada como hipocolestero-
lemiante por su acción sobre las lipoproteínas y el propio
colesterol, siendo de gran utilidad en el tratamiento y la
prevención de la cardiopatía coronaria.
Biotina
Se absorbe en el intestino delgado por un sistema de
transporte activo dependiente de sodio, pero si las concen-
traciones luminales son altas, la difusión es pasiva.
Las necesidades diarias de biotina son muy pequeñas,
unos 200 μg, que se obtienen de la yema del huevo, leche,
legumbres, verduras, hígado y levadura de cerveza.
Es una vitamina necesaria para la síntesis de grasas,
en el metabolismo de los aminoácidos y en la formación
de glucógeno. 
Ácido fólico
Los folatos son un grupo de vitaminas hidrosolubles
que contienen ácido pteroico, que es esencial para la
maduración normal del eritrocito, ya que es necesario para
la síntesis de nucleótidos.
Se ingiere en forma de poliglutamatos, que son degra-
dados por una enzima del ribete en cepillo hasta monoglu-
tamilfolatos, los cuales son captados por el enterocito
mediante un sistema de transporte facilitado. Una vez en el
enterocito, pueden ser liberados directamente a la circula-
ción sanguínea o ser convertidos previamente en tetrahi-
drofolatos.
Diariamente necesitamos alrededor de 0.5 mg de áci-
do fólico, que obtenemos de los vegetales de hoja oscura,
el hígado y las legumbres. Su déficit produce anemia
megaloblástica, así como alteraciones dermatológicas y
retrasos del crecimiento.
Vitaminas liposolubles
La característica común de las vitaminas liposolu-
bles es su solubilidad en las grasas, ya que por lo demás
son bastante diferentes. Consideraremos las vitaminas A,
D, E y K.
Vitamina A
Se absorbe en el intestino delgado de forma pasiva,
después de haberse hecho hidrosoluble por la solubiliza-
ción micelar. Luego es convertida en éster de retinol y
transportada por los quilomicrones al hígado, desde donde
es liberada.
Las necesidades diarias de vitamina A son de 1000
ER, o “equivalentes de retinol”, que es la forma principal
de la vitamina A, aunque el aldehído retinal y el ácido
retinoico son también formas activas. El origen de estos
compuestos es directamente de fuentes animales (leche,
mantequilla, quesos) o a través de la conversión en el
intestino de los betacarotenos (zanahorias y otros vegeta-
les verdes).
La vitamina A es parte constituyente de la rodopsina,
pigmento visual de la retina. También interviene en el
mantenimiento de los tejidos epiteliales, y desempeña un
papel importante en la síntesis de mucopolisacáridos y en
la reproducción.
El exceso de vitamina A (hipervitaminosis) produce
cefaleas, vómitos, alteraciones en la piel, anorexia y alte-
raciones en los huesos largos.
Vitamina D (colecalciferol)
Al igual que la vitamina A, la absorción intestinal de
vitamina D es pasiva y depende de la solubilización mice-
lar. En sangre la vitamina D va unida a una “proteína fija-
dora de vitamina D”, y en el hígado esta vitamina se
convierte en su forma activa, que es el 25-hidroxicolecal-
ciferol, el cual a su vez es transformado en el riñón en
1,25-dihidroxicolecalciferol, el doble de activo que el
anterior. Sus acciones fisiológicas son estimular la absor-
ción de calcio y fosfato en el intestino y movilizar el cal-
cio y el fosfato del hueso.
Necesitamos diariamente unas 200 UI (1 UI = 0.025
�g) de vitamina D, que obtenemos del hígado, la mante-
quilla y la leche. La vitamina D puede proceder también de
nuestra propia piel, ya que en ella existe abundante 7-des-
hidrocolesterol que por acción de la luz ultravioleta se
convierte en colecalciferol.
La deficiencia de vitamina D puede producir en los
niños un trastorno de la formación y osificación normal
del hueso denominado raquitismo, y en los adultos, osteo-
malacia. El exceso de vitamina D produce vómitos, diarrea
y trastornos renales.
S E C R E C I Ó N Y A B S O R C I Ó N I N T E S T I N A L E S 743

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