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Síntesis y catabolismo de las proteínas El hepatocito es un buen exponente de células con capacidad de sintetizar proteínas, tanto para la exportación como para reemplazar sus propias enzimas y estructuras, y de ahí su magnífica riqueza en ribosomas. Aunque esta sín- tesis proteica es una función compartida por otras células del organismo, el hígado tiene casi la exclusividad de la síntesis de albúmina. No sólo sintetiza proteínas plasmáti- cas y estructurales, sino que es el lugar de síntesis de pro- teínas que tiene un carácter específico. Junto con esta capacidad, mantiene una buena actividad catabólica, menos conocida pero importante para la homeostasis proteica. El hígado sintetiza, además de las conocidas proteínas plasmáticas (albúmina y globulinas), otras proteínas no tan conocidas, pero no menos importantes. En la Tabla 63.2 se pueden ver algunas de las más específicas, en especial aquellas que están en relación con el transporte de hormo- nas o metales y con los procesos de coagulación, o con fenómenos inflamatorios o inmunológicos. La gran mayoría de los aminoácidos que llegan al hígado a través de la circulación portal procede de las pro- teínas de la dieta, después de su digestión y absorción intes- tinal, y del recambio con el músculo. A ellos se suma una pequeña cantidad de la síntesis «de novo». Aquellos ami- noácidos que no son utilizados para la síntesis proteica o para la renovación de sus propias estructuras (enzimáticas o estructurales), ni para la producción de compuestos como glutatión, taurina, creatina, etc., van a sufrir un profundo catabolismo, con excepción de una pequeña cantidad que puede ser exportada como aminoácidos libres. El producto final de este proceso es la síntesis de urea, constituyendo una vía de gran importancia para la eliminación de produc- tos nitrogenados, especialmente de amoníaco. Existe una excepción en la síntesis de urea: los aminoácidos de cade- na ramificada (leucina, isoleucina y valina). El polo opues- to lo constituyen los aminoácidos aromáticos (como la metionina), que son metabolizados muy activamente. El catabolismo de los aminoácidos en el hepatocito se realiza a través de dos mecanismos: transaminación y desaminación oxidativa. En la transaminación, un grupo amino es transferido a un cetoácido (prácticamente siem- pre, �-cetoglutarato). Ese proceso se realiza por enzimas citosólicas, llamadas transaminasas o aminotransferasas, de las que dispone de manera muy generosa el hepatocito (y otros tejidos, como el músculo, el cerebro y el riñón), recibiendo el nombre del aminoácido que cede el grupo amino o del producto final. Las dos transaminasas o ami- notransferasas mejor conocidas y de mayor uso en el diagnóstico de las enfermedades hepáticas son: aspartato- transferasa (el donador de NH2 es el aspartato), conocida con las siglas AST y también GOT (transaminasa glutámi- co-oxalacética, porque el producto final es oxalacetato); la segunda transaminasa importante es la alanina-transferasa o ALT (el donador es la alanina), conocida también como GPT (transaminasa glutámico-pirúvica, porque el produc- to final es piruvato). Ambas tienen un segundo producto final común: el glutamato. Mientras que el oxalacetato y el piruvato procedentes de la transaminación pueden ser utilizados para la síntesis de glucosa, el glutamato sufrirá la desaminación oxidativa, segundo mecanismo anteriormente citado. En el hepatoci- to la enzima encargada de esta desaminación es la gluta- mato-deshidrogenasa (enzima mitocondrial), cuyo objetivo es la elaboración de amoníaco y �-cetoglutarato. El amoníaco sintetizado va a ser utilizado, a través del ciclo de la urea, ciclo de la ornitina o ciclo de Krebs-Hen- seleit, para la producción de urea. De esta forma, el hígado colabora en la eliminación de amoníaco y amonio. Apro- ximadamente el 25% de la urea sintetizada no se elimina por el riñón, pudiendo difundirse desde el plasma al intes- tino y, por acción de las ureasas bacterianas, producir nuevamente amoníaco. Este mecanismo de síntesis y eli- minación de urea puede fallar en la enfermedad hepática y, junto con la resíntesis bacteriana intestinal, dará lugar a la elevación plasmática de amoníaco, supuestamente impli- cado en la encefalopatía hepática. Metabolismo hepático de vitaminas El hígado colabora en la homeostasis vitamínica, sir- viendo de lugar de almacenamiento o de catabolismo de las vitaminas o utilizándolas como colaboración para la síntesis de algún producto específico. Vitamina K. En el citosol del hepatocito existen unos polipétidos precursores de los llamados factores de la coa- gulación dependientes de la vitamina K (II, VII, IX y X). En el hepatocito existen otros precursores dependientes de la vitamina K, como la proteína C. Estos precursores necesitan de la acción de una carbo- xilasa microsomal para ser convertidos en factores inicial- mente no activos, pero con la capacidad de activarse mediante la acción proteolítica de otros factores activados de la coagulación para los que sirven de sustrato. La acción de la vitamina K sobre estos polipéptidos precursores con- siste en la carboxilación del ácido glutámico, aminoácido terminal de su cadena polipeptídica, en carboxiglutámico. Vitamina D3. La mayor parte de la vitamina D3 (cole- calciferol) que recibe el hígado procede de la síntesis cutá- nea y en mucha menor proporción de la dieta. En la piel, la acción de la luz ultravioleta transforma el precursor de la vitamina D3, el 7, deshidrocolesterol, en colecalciferol o vitamina D3, que en el hígado es hidroxilada a 25-(OH)D3. Después se une a una �2-globulina sintetizada específica- mente en el hígado (proteína que se conoce como proteína transportadora de vitamina D3 [DBP, vitamin D-binding protein]) y se excreta al plasma para ser hidroxilada en posición 1, dando lugar a la 1,25(OH)2D3 en el riñón. Vitamina A. El hígado capta, almacena y secreta vita- mina A, regulando los niveles hemáticos según las necesi- dades de los tejidos que la utilizan para su función. El hígado capta retinol de los quilomicrones y realiza la hidrólisis o la esterificación, según las necesidades. La esterificación es la forma de almacenamiento de vitamina A en el hepatocito, concretamente en las células de Ito. La F I S I O L O G Í A H E P Á T I C A 755
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