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De la amplia familia de las leguminosas (unas 18 000 especies), se usan como alimento humano alrededor de 30, pero sólo 6 tienen importancia mundial: el frijol común (Phaseolus), la lenteja, el garbanzo, el haba, la arveja (gui- sante) y la soya. Estas semillas tienen un efecto comple- mentario con los cereales y son fuente importante de proteínas, fibras, hierro y varias vitaminas. Las grandes civilizaciones de la antigüedad surgieron en torno a la domesticación de algún cereal y alguna leguminosa (el arroz y la soya en el sur y oriente de Asia, el trigo y la len- teja o el garbanzo en el área mediterránea, el maíz y el fri- jol común en Mesoamérica, etc.) Los tejidos vegetales frescos, que fueron el centro de la alimentación humana hasta antes del establecimiento de la agricultura, perdieron ese lugar predominante, pero siguen siendo parte importante de la dieta en la que (como grupo) son indispensables, por constituir la única fuente de vitamina C y ser fuentes apreciables de fibras solubles, ácido fólico, vitamina K y carotenos. Cuantitativamente, las algas y los hongos son secundarios, pero en algunas regiones del mundo tienen importancia. Las semillas maduras de amarantáceas y quenopodiá- ceas tuvieron gran relevancia alimentaria en el continente americano hasta la época de la conquista y, aunque su con- sumo venía decayendo, hoy existe un interés renovado por ellas. De los alimentos de origen animal destaca la leche homóloga (de la misma especie, casi siempre la de la pro- pia madre). Como mamífero, el ser humano depende de la leche materna durante el período conocido como lactancia. En este período la leche constituye por sí misma toda la dieta de la cría, es un elemento central de su sistema inmu- nológico y tiene un papel fundamental en su desarrollo neurológico como estímulo sensorial y eje de la comuni- cación inicial con su madre; por lo anterior, durante la lac- tancia la leche materna es virtualmente indispensable. Transcurrido cierto tiempo —de 5 a 6 meses—, la leche materna deja de cumplir sus funciones de sustento único, defensa y estímulo y sobreviene el destete (suspensión de la lactancia) combinado o no con una fase de ablactación (sustitución gradual de la leche materna por la introduc- ción de otros alimentos) que puede retrasar el destete a veces hasta después de los 12 meses. Una vez destetado, ningún mamífero vuelve en forma natural a ingerir leche. En concordancia con ello, la pro- ducción de la enzima intestinal beta galactosidasa —nece- saria para digerir la lactosa, disacárido que sólo existe en la leche— disminuye fisiológicamente y se produce una incapacidad relativa para tolerar la leche cuya magnitud se hereda genéticamente. Como verdadera excepción a la regla, hace unos 15 000 años algunos grupos humanos de- sarrollaron el pastoreo y dispusieron de leches heterólogas (de otras especies) que incorporaron en su dieta en la medida de su capacidad para digerir lactosa. Aunque se usan varias leches heterólogas (de cabra, burra, yegua, etc.), la de la vaca es con mucho la más empleada. En contraste con el papel vital y el carácter vir- tualmente insustituible que tiene la leche homóloga duran- te la lactancia, después del destete las leches heterólogas no representan sino un alimento más entre decenas que pueden conformar la dieta y, como todo alimento, son sus- tituibles. El consumo de leches heterólogas después del destete es muy heterogéneo: desde frecuente y abundante en algunas poblaciones, hasta esporádico y mínimo o nulo en otras. Seguramente esta heterogeneidad obedece a la combinación de disponibilidad regional y grado de activi- dad de beta galactosidasa, rasgo hereditario que en térmi- nos generales se traduce en baja tolerancia a la leche en la población oriental, mayor en la caucásica e intermedia entre los africanos y amerindios. Para quienes, por su tole- rancia y posibilidad de acceso acostumbran la leche, este alimento cuenta con elevado prestigio y aceptación que se suman a la comodidad de su empleo y a su importante aporte de calcio. De los huevos, el de gallina es el más consumido, pero se utilizan también los de otras aves, reptiles, peces e invertebrados. El huevo de gallina es un alimento muy cómodo y apreciado que aporta proteínas, lípidos y varias vitaminas, pero del cual no debe abusarse por su alto con- tenido de colesterol. Entre los tejidos de animales se consumen el músculo y las vísceras de varios mamíferos (notablemente reses y cerdos), aves, reptiles, batracios, peces, moluscos y crustá- ceos. Cuentan con gran prestigio social —por su alto cos- to se les identifica con la prosperidad económica— y aprecio; sus principales aportes son de hierro hemínico (parte del grupo hem de la hemoglobina y la mioglobina) y cinc de fácil absorción. El hígado es especialmente rico en hierro y en varias vitaminas, notablemente la A y la B12. La ingestión de insectos —entomofagia— es conducta que para la cultura occidental resulta exótica y se le supo- ne costumbre de hambrientos o, a veces, “recurso para el futuro”. En el contexto mundial e histórico, la entomofa- 784 F I S I O L O G Í A D E L S I S T E M A D I G E S T I V O Tabla 64.7 Alimentos más comunes en la dieta humana actual agrupados por su origen natural DE ORIGEN VEGETAL Tejidos frescos de: – plantas superiores – hongos – algas Semillas maduras: – de gramíneas – de leguminosas – de amarantáceas y quenopodiáceas – otras DE ORIGEN ANIMAL – Leche homóloga – Leches heterólogas – Huevos – Tejidos animales – vertebrados – invertebrados
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