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ocitos incluidos en el seno del hueso. Los osteocitos son auténticas células mecanosensibles especializadas y, ante las cargas mecánicas que se aplican al hueso, responden incrementando su actividad metabólica, aumentando la síntesis de matriz osteoide, la activación de genes y la pro- ducción de citoquinas y factores de crecimiento. Por el contrario, las situaciones de desuso (inmovilización, microgravedad) reducen su actividad metabólica e, incluso, conducen a su muerte, lo que se convierte en un estímulo para el agrupamiento de osteoclastos y la reabsorción ósea. Hormonas y remodelado óseo El desarrollo fisiológico del tejido óseo precisa la nor- malidad del sistema endocrino. Hipotálamo, hipófisis, tiroides, paratiroides, páncreas, suprarrenales y gónadas intervienen, directa o indirectamente, en la formación y reabsorción del hueso. El hipotálamo, además de regular la producción de hor- monas hipofisarias, está involucrado en la fisiología ósea a través de los receptores que posee para leptina en las neuro- nas de su núcleo ventromedial. Esta hormona producida por los adipocitos, junto con su papel inhibidor del apetito mer- ced a esos receptores hipotalámicos, inhibe la formación ósea en un efecto mediado por el sistema nervioso simpáti- co (y los receptores adrenérgicos 2 presentes en osteoblas- tos); es decir, además de ser una hormona anorexígena, la leptina poseería acción antiosteogénica. El hecho de que la inyección de leptina en los ventrículos laterales del animal de experimentación se acompañe de una reducción de la masa ósea y que la neutralización de la leptina circulante mediante un receptor soluble en suero produzca el efecto contrario ha abierto en los últimos años un interesante y pro- metedor campo en el estudio de la fisiología ósea. Las hormonas tiroideas poseen una acción ambivalen- te sobre el metabolismo óseo. Por un lado, a través de receptores para T3 en células de estirpe osteoblástica, favo- recen la síntesis de IGF-1, así como la producción y la mineralización de la matriz osteoide; por el contrario, tam- bién estimulan la reabsorción ósea indirectamente median- te su acción sobre los osteoblastos y directamente sobre los osteoclastos, cuyo número y actividad aumentan. En cuanto a la PTH, gracias a sus receptores en oste- oblastos y el sistema de la osteoprotegerina/L-RANK, estimula el agrupamiento y la actividad de los osteoclastos y, por lo tanto, la reabsorción ósea, en la que es su primor- dial acción sobre el hueso; pero, además, los pulsos de PTH estimulan la formación de hueso a través de la sínte- sis de IGF-1 y TGF- (Fig. 77.11). La calcitonina, al inhibir la proliferación de las célu- las precursoras de osteoclastos y por sus receptores en éstos, inhibe la reabsorción ósea. Como se indica en el capítulo dedicado a las hormonas calciotrópicas, es cues- tionable la trascendencia fisiológica de tal acción. La GH actúa directa e indirectamente sobre el tejido óseo. Así, estimula la síntesis hepática y extrahepática, osteoblastos incluidos, de IGF-1; y este factor de creci- miento, en una acción modulada por la proteína ligadora de IGF, favorece la diferenciación y la acción de los oste- oblastos. Además, la GH en condiciones fisiológicas esti- mula directamente la producción de colágeno tipo I, osteocalcina y fosfatasa alcalina por esas células; a la vez, la GH activa la proliferación y diferenciación de las célu- las del cartílago epifisario en una acción que, sinérgica con los esteroides gonadales, es fundamental para el estirón que se produce en la pubertad. Por otra parte, y aunque en el osteoclasto no se han hallado receptores para GH, esta hormona también favorece la reabsorción ósea, muy pro- bablemente a través de factores de crecimiento producidos por los osteoblastos. Del mismo modo, la 1,25 (OH)2-vitamina D tiene efectos aparentemente contrapuestos sobre el remodelado óseo, ya que, junto con su acción esencial en el crecimien- to del hueso y la mineralización de la matriz osteoide, por sus receptores en células precursoras de osteoclastos favo- rece la reabsorción ósea. Los efectos de los andrógenos sobre el hueso sólo se conocen parcialmente. Así, está comprobado que los andrógenos median la mayor secreción de GH durante la fase de crecimiento rápido que se produce en la pubertad; y que, a través de receptores en osteoblastos, poseen un efecto anabolizante óseo que justifica la menor densidad ósea observada en los retrasos puberales y en los hipogo- nadismos. Pero, simultáneamente, el hecho de que en situaciones de déficit de la aromatasa que cataliza el paso de andrógenos a estrógenos exista una masa ósea baja aun con tasas elevadas de aquéllos, obliga a considerar que es el equilibrio entre ambos esteroides gonadales lo que influye sobre la fisiología ósea. En cuanto a los estrógenos, poseen una acción anabo- lizante sobre el hueso por varias vías: a) inhiben la forma- ción de precursores de osteoclastos a partir de monocitos; b) inhiben la diferenciación de células precursoras de pre- osteoclastos en osteoclastos (una diferenciación que es favorecida por el TNF-�, IL-1, IL-6, PG-E2, M-CSF y GM-CSF); c) inhiben la acción estimuladora que el TNF- � posee sobre el osteoclasto activo; d) estimulan la libera- ción de osteoprotegerina por los osteoblastos y, por lo F I S I O L O G Í A D E L H U E S O 993 Estrógenos TGF- L-RANK Reseva de osteoclastos Osteoprotegerina PGE2/ Glucocorticoide TGF- 1,25 (OH)2-D Estrógenos IL-1 IL-1/IL-G PTH TNF-� 1,25 (OH)2-D Glucocorticoides PGE2 Figura 77.11. Efecto de varias hormonas sobre el metabolismo óseo.
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