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ansiedad experimentado y el aumento del cortisol plasmá- tico. La novedad y lo imprevisible de la situación son fac- tores determinantes de la magnitud de la respuesta. En el estrés quirúrgico, la lesión tisular activa las vías nociceptivas, así como las respuestas inmunitaria e infla- matoria. La percepción consciente del dolor no es necesa- ria para desencadenar la respuesta al estrés, puesto que en los pacientes anestesiados se produce un aumento de la concentración plasmática de ACTH y cortisol nada más producirse la incisión. Durante la cirugía, la estimulación del sistema simpático suprarrenal estaría llevada a cabo por las fibras sensoriales enteroceptivas. a las que se unen después las nociceptivas, ya que se ha comprobado que el bloqueo de las fibras aferentes primarias nociceptivas mediante la administración epidural de morfina produce analgesia, pero no suprime el aumento del cortisol plas- mático. La activación del sistema inmunitario a su vez también estimula la secreción tanto del eje suprarrenal como de las catecolaminas plasmáticas. Entre todos los mediadores inmunitarios, la interleuquina 1, la interleu- quina 6 y el factor de necrosis tumoral (TNF) activan ambos sistemas. Por último, la pérdida de líquido corporal actúa sobre los barorreceptores auriculares. SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO Y MÉDULA SUPRARRENAL La liberación inicial de catecolaminas durante el estrés produce una disminución de las mismas en los teji- dos (médula suprarrenal, corazón, cerebro, etc.), seguida de un aumento de su síntesis por encima de los valores basales. Si el estrés se mantiene, se observa un aumento del contenido tisular de catecolaminas y de sus niveles plasmáticos; esto hace que exista una mayor reserva y capacidad secretora. El estrés crónico, aunque no disminuye la respuesta del sistema simpático-adrenomedular, hace a los tejidos menos sensibles a la acción de las catecolaminas. Esta menor respuesta a las acciones presoras de las catecolami- nas se debe a una desensibilización de sus receptores. Durante el estrés crónico se ha observado una disminución del número de receptores betaadrenérgicos en el corazón, bazo, hipotálamo y tronco del encéfalo y de los receptores alfaadrenérgicos en el corazón, correlacionados con la dis- minución de la respuesta vascular. Cuando cesa el estímulo estresante se produce una recuperación de los receptores. Estos mecanismos atenúan la respuesta cardiovascular, aunque los niveles plasmáticos de catecolaminas sigan aumentados. El sistema nervioso autónomo constituye la rama efe- rente de muchas respuestas homeostáticas reflejas. La acti- vidad de estas neuronas se encuentra regulada tanto por la inervación local aferente, como por fibras descendentes del tronco encefálico, que a su vez se encuentran controla- das por fibras descendentes de centros superiores como la corteza cerebral, el sistema límbico y el hipotálamo (véa- se el Capítulo 8). En todas las situaciones de estrés, la activación del sistema simpático-adrenomedular parece encontrarse coordinada con el sistema nervioso parasimpático, el eje suprarrenal y diversos neuropéptidos (Fig. 85.1). Aunque probablemente sea el hipotálamo el centro que desenca- dena la respuesta global al estrés, se sabe muy poco de dicha coordinación, porque tradicionalmente se han estu- diado por separado los distintos componentes. En el núcleo paraventricular del hipotálamo existen neuronas parvocelulares que contienen CRH y proyectan sus axo- nes al tronco del encéfalo, al núcleo del tracto solitario, al núcleo dorsomotor y a la médula espinal. La CRH y sus receptores por lo tanto se localizan en el sistema nervioso central en estructuras relacionadas con el control del sis- tema nervioso autónomo. El papel de la CRH en la res- puesta simpática al estrés es evidente: se ha comprobado que los antagonistas de la CRH inhiben no sólo el aumen- to de los niveles plasmáticos de los glucocorticoides, sino también los de adrenalina en respuesta a la hipoglucemia insulínica. EJE HIPOTÁLAMO-HIPÓFISO- SUPRARRENAL La duración e intensidad de la respuesta del eje supra- rrenal al estrés depende del grado de estimulación. Por ejemplo, en los estudiantes un examen oral produce un aumento de los niveles plasmáticos de cortisol que finali- za al terminar el examen. Después de un traumatismo acci- dental moderado, el cortisol plasmático se encuentra aumentado durante 1 ó 2 días. Sin embargo, en los pacien- tes con lesiones grandes por quemaduras el aumento del cortisol plasmático puede persistir hasta dos semanas. Durante estos períodos en los que está aumentada la secre- ción de cortisol, los ritmos circadianos del eje suprarrenal están suprimidos y la retroalimentación negativa ejercida por los glucocorticoides prácticamente ausente. Tras un estímulo estresante se puede producir un aumento de la secreción de ACTH, aunque los niveles de cortisol estén altos previamente. Sin embargo, no todos los estímulos estresantes son capaces de suprimir el efecto inhibidor de los glucocorticoides: algunos estímulos como la hemorra- gia o la laparotomía son relativamente insensibles, mien- tras que otros como la hipoglucemia insulínica, la hipoxia o la anestesia etérea son extremadamente sensibles al efec- to inhibidor de los glucocorticoides, y no desencadenan respuesta del eje suprarrenal si previamente los niveles de cortisol estaban muy altos. Aunque sería de esperar que la acción inhibidora de los glucocorticoides limitara la respuesta del eje suprarre- nal a una situación estresante prolongada, no suele ocurrir. Esto podría ser debido al hecho de que el estrés crónico activa la unidad hipotálamo-hipofisaria, a la vez que dis- minuye su sensibilidad a la retroalimentación negativa ejercida por los glucocorticoides. Además, el estrés cróni- co aumenta la sensibilidad de la corteza suprarrenal a la ACTH. De esta manera se puede mantener una secreción E S T R É S 1099
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