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lina, una hormona inductora de la ingesta de alimentos liberada por el estómago. Es interesante el hecho de que la leptina inhibe la producción de NPY y AGRP por las neu- ronas del núcleo arcuato y también inhibe las neuronas del hipotálamo lateral productoras de orexina. Éstas bien pudieran ser dos vías a través de las cuales la leptina des- ciende la ingesta de alimentos. Añadido a ello es también interesante el que el péptido CART (cocaine-amphetami- ne regulated transcript), producido por neuronas en el núcleo arcuato, es anorexígeno (reduce la sensación de hambre) así como también lo hace la hormona estimulan- te de los melanocitos (�-MSH), que también es secretada por estas mismas neuronas. Estas neuronas son activadas por la leptina, lo que nos provee de dos nuevas vías a tra- vés de las cuales la leptina puede producir la reducción de la ingesta de alimentos. Todo ello claramente implica al hipotálamo en el con- trol de la ingesta de alimentos. Pero también otras áreas del cerebro están implicadas en este proceso. Recuérdese lo dicho anteriormente en cuanto a que neuronas no sólo en el hipotálamo lateral, sino también en el área postrema localizada en el tronco del encéfalo en su parte más poste- romedial, contienen neuronas que al parecer expresan receptores para la glucosa y a las que se les ha adjudicado un papel de control e iniciación de la ingesta de alimentos. Otra serie de trabajos proveen una evidencia más directa acerca del control de la ingesta de alimentos por el hipotá- lamo y áreas cerebrales relacionadas. Estos experimentos se refieren a los registros electrofisiológicos de la activi- dad de neuronas únicas en el hipotálamo, la amígdala y la corteza orbifrontal en el animal despierto y durante la ingesta de alimentos. Efectivamente, el registro de la actividad neuronal unitaria en el hipotálamo lateral y la sustantia innominata adyacente en el primate muestran que estas estructuras contienen neuronas que responden a la recompensa o estí- mulos relacionados con el alimento como el gusto o la visión de éste. Sin embargo, estas neuronas sólo responden al alimento cuando el animal está hambriento pero no lo hacen si el animal está saciado. El hambre, pues, modula la sensibilidad de estas neuronas hipotalámicas a la pre- sencia de alimento y ello demuestra que el hipotálamo lateral es una importante área del cerebro en el control de la ingesta de alimentos. Estas neuronas hipotalámicas incluso muestran saciedad sensorio-específica. La corteza orbitofrontal y la amígdala Las señales procedentes de la visión y del gusto por la comida alcanzan el hipotálamo a través de estructuras tales como la corteza orbitofrontal y la amígdala. La corteza orbitofrontal contiene en su parte lateral el área gustativa cortical secundaria (la corteza gustativa primaria se encuentra justo detrás, en el opérculo frontal y la ínsula anterior). El área gustativa cortical secundaria es la prime- ra etapa en el sistema gustatorio, en el cual el estado de hambre influye en la respuesta de neuronas al gusto de la comida y probablemente las neuronas hipotalámicas late- rales reciben la entrada de información gustativa a través de ella. Las neuronas hipotalámicas laterales pueden tam- bién recibir otras señales importantes para el control de la ingestión de alimentos, tales como señales olfativas y visuales desde la corteza orbitofrontal, dado que esta últi- ma área del cerebro también contiene regiones poli- modales, donde convergen señales gustativas, olfativas y visuales. La amígdala por otra parte es una región cerebral (Fig. 86.2) que también recibe señales visuales (desde la corteza orbitofrontal) y olfativas, importantes para el control de la ingestión de alimentos, y que a través de ella alcanzan al hipotálamo lateral. La información pro- cesada por el hipotálamo puede finalmente ser importan- te en las respuestas tanto vegetativas (sistema nervioso autónomo) como endocrinas, que participan en el control más directo de la ingestión. Complementando a esto últi- mo, conexiones de la corteza orbitofrontal y amígdala al estriado ventral (una parte de los ganglios basales) pue- den ser particularmente importantes en el modo en el que incentivos tales como la visión y el gusto del alimento pueden influenciar la conducta respecto al consumo en la ingestión. REGULACIÓN DEL GASTO ENERGÉTICO Y SUS EFECTOS SOBRE EL CONTROL DEL PESO CORPORAL Junto con la ingestión de alimentos (incorporación de energía al organismo), el gasto energético es, sin duda, crucial para el control del peso corporal. En este sentido, el ejercicio físico representa, con su aumento de la tasa de metabolismo, un mecanismo regulador importante. Junto con ello es importante también señalar que la tasa de meta- bolismo en reposo también se altera en función de la can- tidad de alimento ingerido. Por ejemplo: en un organismo en sobrealimentación, la tasa de metabolismo basal puede aumentar por lo menos un 10%. Por el contrario, en un estado de alimentación insuficiente el metabolismo basal puede descender hasta un 10%. Estos cambios en el metabolismo basal pueden com- pensar parcialmente los cambios que se producirían en el peso corporal en esas situaciones. Estos cambios en el metabolismo basal son debidos a cambios endocrinológi- cos todavía no bien clarificados, entre los que destacan tanto la función de la glándula tiroidea como la actividad del sistema nervioso simpático. En pequeños animales tales como roedores, este tipo de compensación, que pue- de ser parcial o total, está mediada por cambios en el teji- do adiposo pardo, un tejido rico en mitocondrias y especializado en la producción de calor en relación con las necesidades termorreguladoras del organismo. En anima- les de mayor volumen, incluido el hombre, tales mecanis- mos no operan de la misma forma, dado que, por ejemplo, el tejido adiposo que acabamos de mencionar sólo existe H A M B R E , S E D Y S A C I E D A D 1111
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