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CAPÍTULO 14 Visión general de la circulación; biofísica de la presión, el flujo y la resistencia La principal función de la circulación consiste en atender las necesidades de los tejidos transportando nutrientes hacia ellos y retirando sus productos de desecho, transportando las hor- monas de una parte del organismo a otra y, en general, man- teniendo condiciones de homeostasis en los líquidos tisulares del organismo para lograr la supervivencia y la funcionalidad óptima de las células. Características físicas de la circulación (p. 157) La circulación está dividida en circulación pulmonar, que irriga los pulmones, y circulación sistémica, que irriga los tejidos del resto del cuerpo. Los componentes funcionales de la circulación son los siguientes: . Las arterias, que transportan la sangre con una presión alta hacia los tejidos, tienen unas paredes vasculares fuertes y unos flujos sanguíneos con una velocidad alta. . Las arteriolas, que son las últimas ramas pequeñas del sis- tema arterial y actúan controlando los conductos a través de los cuales se libera la sangre en los capilares. Tienen paredes musculares fuertes que pueden contraerse o dilatarse, con lo que pueden alterar mucho el flujo sanguíneo en cada lecho tisular en respuesta a sus necesidades. . Los capilares, que realizan el intercambio de líquidos, nutrientes y otras sustancias en la sangre y en el líquido intersticial. Sus paredes son muy finas y muy permeables a moléculas pequeñas. . Las vénulas, que recogen la sangre de los capilares y después se reúnen gradualmente, formando venas de tamaño pro- gresivamente mayor. . Las venas, que funcionan como conductos para el transporte de la sangre que vuelve desde las vénulas al corazón; sirven también como reserva de sangre. Sus paredes son finas, con baja presión y flujo sanguíneo rápido. La circulación es un circuito completo. La contracción del corazón izquierdo impulsa la sangre hacia la circulación sistémica a través de la aorta, que se vacía en otras arterias más pequeñas, arteriolas y, finalmente, capilares. Los vasos sanguíneos son distensibles, por lo que cada contracción del corazón distiende sus paredes, que se retraen cuando el corazón está relajado. De esta forma se mantiene el flujo continuo hacia los tejidos, incluso entre los latidos cardíacos. La sangre que abandona los tejidos © 2012. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 93 93.pdf
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