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ADMINISTRATIVO BOLILLA 8

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BOLILLA 8: 
TEORIA GENERAL DEL CONTRATO ADMINISTRATIVO
A) EL CONTRATO ADMINISTRATIVO EN GENERAL (Cassagne)
1) El contrato administrativo. Concepto
El contrato administrativo es una creación del Consejo de Estado francés y responde a la idea de que los particulares colaboran con la función que cumple la administración a través de esta institución, por la que sienten que tienen una garantía respecto de la intangibilidad de sus intereses o derechos económicos.
En los contratos administrativos la administración persigue la satisfacción de un interés público relevante, de realización inmediata y directa que se incorpora al fin u objeto del contrato, y de allí deriva su régimen jurídico sustancial especifico respecto a la modificación, interpretación, resguardo de la ecuación económico financiera, es decir que la finalidad publica es lo que tipifica a los contratos administrativos.
· Diferencia con los contratos civiles.
El problema de la calificación de los contratos administrativos y su distinción con los contratos civiles se divide, en doctrina en dos grandes corrientes:
- Teoría finalista o sustantiva: apoya la distinción en la causa fin, es decir en el objeto, de naturaleza objetiva, propia del derecho público, y en el régimen jurídico peculiar, que deriva de su finalidad pública. (Tienen una finalidad objetiva propia del derecho público)
- Subjetiva: basa la distinción en la presencia de la administración como uno de los sujetos el contrato administrativo; y sostiene que el régimen jurídico resulta una consecuencia de las prerrogativas jurídicas que posee la administración como sujeto.
· Distintos criterios de distinción
Todos estos criterios , son distintas posturas que han ido surguiendo a través del tiempo y que pretenden hallar la diferencia entre uno y otro contrato, basándose en algún m¿punto característico de los mismo. Como ya dijismos en la bolilla 3 , los criterios de distinción, cada uno por si solo, es insuiciente para definir a estos contratos.
1) Sujeto: rechazada, por cuanto la presencia de la administración no basta para calificar un contrato como administrativo, ya que esta puede acudir a técnicas de contratación privada, cuando el interés que persigue no sea relevante y porque su realización se puede lograr de manera mediata o indirecta
2) Jurisdicción aplicable: contencioso-administrativa. Este criterio también es rechazado, porque la jurisdicción es consecuencia de la disímil naturaleza y peculiaridades de los contratos que celebra la administración.
3) Forma: tampoco es aceptado, pues cuando la administración celebra un contrato parcialmente reglado por el derecho privado, pueden ser de aplicación también los requisitos formales del derecho público.
4) La voluntad de las partes: no resulta idónea por sí misma para asignarle al contrato la calidad de administrativo, puesto que las partes por si mismas no pueden colocar condiciones administrativas a un contrato, ya que la naturaleza o condición de un contrato como administrativo, va a depender siempre, de la finalidad administrativa del contrato y del régimen que sea consecuencia de esa finalidad.
5) La calificación legislativa: sostiene que la clasificación del contrato como administrativo puede surgir expresa o implícitamente del cuerpo legal. Lo primero cuando la norma legal prescriba que determinados contratos revisten carácter administrativo (suministro), lo segundo cuando se estatuya la jurisdicción contenciosa administrativa para dirimir las controversias.
Independientemente de la clasificacion, siempre será posible cuestionar la irrazonabilidad de la misma a través de los medios de impugnación de las leyes, aunque, en principio, prevalezca la presunción favorable de la validez de la norma legal. (presunción de legitimidad de lass normas)
6) El servicio público: 
En Francia el eje central de los contratos administrativos lo constituyó el concepto de servicio público, el que tuvo varios momentos en cuanto a la caracterización de los contratos administrativos.
1. En un primer momento, para caracterizar al contrato administrativo, se distinguió entre actos de gobierno y actos de gestión.
2. En una segunda etapa, en el siglo pasado, se sostuvo que los contratos administrativos eran aquellos mediante los cuales se encomendaba directamente, la organización o funcionamiento del servicio público.
3. Posteriormente apareció la teoría que hacia la distinción por la presencia de las cláusulas exorbitantes.
Por último en el año 1953, y a raíz del caso de los esposos Bertín, el Consejo de Estado francés sostuvo que aquel contrato en el que se confería a un particular la concesión o gestión directa de un servicio público era un contrato administrativo.
El criterio del servicio público se ha considerado inadecuado para fundamentar la categoría del contrato administrativo, ya sea porque no existe acuerdo doctrinario acerca de los alcances y amplitud del concepto, o por la aparición de los llamados servicios públicos industriales o comerciales.
7) La utilidad pública: Se ha dicho que el objeto de los contratos administrativos es la satisfacción de la utilidad pública, además del hecho de que uno de los contratantes debe ser la administración pública. Este criterio es rechazado por cuanto la administración puede realizar contratos donde no se persiga la utilidad pública relevante o contratos que no tienen naturaleza administrativa.
8) Las cláusulas exorbitantes: Este criterio surge en función de que la doctrina y la jurisprudencia francesa, teniendo en cuenta que el concepto de servicio público era insuficiente para caracterizar el contrato administrativo, pretendieron establecer dicha caracterización con relación a las clausulas exorbitantes. Se llega así a la conclusión de que, si en un contrato habían clausulas exorbitantes entonces estábamos en presencia de un contrato administrativo, y supletoriamente se acudía a la noción de servicio público para caracterizar al contrato, exigiendo además, que el particular o contratista tuviera a su cargo la ejecución directa del servicio público.
Críticas: se confunde la causa con el efecto, porque las clausulas exorbitantes son una consecuencia de la naturaleza de los contratos administrativos.
Clausulas exorbitantes: son aquellas que son inusuales en el derecho privado, que de ser insertas o existir en el contrato de tipo civil o comercial serian consideradas como ilícitas y que también son aquellas que otorgaban derechos, creaban obligaciones a las partes y que por su naturaleza no podían ser previstas o concertadas libremente en una contratación de tipo civil o comercial. 
9) La función administrativa y la causa fin del contrato: la finalidad sustantiva de los contratos administrativos se hace más patente cuando el mismo es celebrado por uno de los órganos del Estado en el ejercicio de la función administrativa. Esto conduce a la institución de un régimen jurídico específico y exorbitante del derecho privado. 
Existe función administrativa en los tres órganos en los que se divide el poder del Estado. Cuando sus órganos realizan función administrativa y celebran un contrato administrativo, se les aplica un régimen jurídico específico, exorbitante del derecho comun, y que en él se tiene en cuenta la finalidad pública o causa fin del mismo.
10) Efecto respecto de terceros: la administración puede, unilateralmente, crear vínculos jurídicos respecto de terceros ajenos al contrato, por ello la administración, al celebrar un contrato puede oponerlo a terceros, e incluso en algunos casos, el contrato puede ser invocado por esos terceros, lo que no ocurre en el derecho privado.
11) El contrato administrativo como acuerdo de voluntades: en el Código Civil se establece que existe contrato cuando hay acuerdo sobre una declaración de voluntad común. Sin embargo, el contrato administrativo es mucho más que eso, el proceso de formación de la voluntad de la administración, conlleva una serie de etapas que son cumplidas por diversos órganos. Si bien contrato implica un acuerdo sobre una declaración devoluntad común, es mucho más que eso, porque existe una concurrencia de voluntades, un intercambio de prestaciones y se intenta lograr la equidad y la justicia, que se persigue en toda actividad jurídica. Esta conmutación de voluntades puede producirse en forma instantánea o dar lugar a una relación institucional con la administración, que hace que ésta, en caso de producirse un desequilibrio o que se alteren las circunstancias que se tuvieron en cuenta al momento de su celebracion, deba asumir la obligación de indemnizar al cocontratante que se ve perjudicado, en función de la justicia distributiva, u otorgarle algún tipo de compensación en función de la justicia conmutativa. Este criterio del contrato administrativo como acuerdo de voluntades, se funda en 3 ideas: 
· El contrato administrativo es una institución que persigue el bien común, es decir que en ellos existe un interés público que está por encima de los intereses de los particulares que contraten con ella. La satisfacción del interés público es esencial, y debe realizarse inmediata y directamente, e incluso ir adaptándose a las distintas modificaciones que se produzcan durante la vida del contrato.
· Colaboración o solidaridad con la administración. La administración frente a modificaciones que se produzcan durante la vida del contrato y que son ajenas al dolo o culpa del contratante, está obligada a indemnizarlo (justicia distributiva) u otorgarle una compensación (justicia conmutativa).
· Tanto el interés público, como la idea de solidaridad de los particulares para con la administración, son ajenos a las cláusulas que puedan insertar las partes en el contrato, ya que estas ideas son de la esencia del contrato administrativo.
12) Ultimo criterio. Doctrina nacional. Éste está dado por algunas pautas de:
· GARCIA DE ENTERRIA: los contratos administrativos se caracterizan por 2 pilares fundamentales: 1) de la administración como organización colectiva característica, y 2) su actividad peculiar y propia. Tal modulación consiste en el privilegio de la decisión unilateral y ejecutiva previa al conocimiento judicial, que impone al co-contratante la obligación de su cumplimiento inmediato, con la posibilidad de impugnarlo si esta disconforme con su legalidad.
· MARIENHOFF: los contratos que celebra la administración tienen carácter administrativo en virtud de dos criterios principales: 1) por razón de su objeto, 2) aun cuando no fueren administrativos por su objeto, cuando contengan cláusulas exorbitantes del derecho privado. Para este autor, el contrato administrativo es el acuerdo de voluntades, generador de obligaciones celebrado entre un órgano del Estado en ejercicio de la funciones administrativas que le competen, con otro órgano administrativo, o con un particular o administrado, para satisfacer necesidades públicas.
· CASSAGNE: “Se ha sostenido que son aquellos que celebra la administración con un fin público, o aquellos que en su ejecución tiendan a la satisfacción de una necesidad publica colectiva, o bien, que aun cuando no se dieren esos supuestos, el legislador hubiera sometido a reglas de derecho público exorbitantes del derecho común ”. es todo acuerdo de voluntades, generador de obligaciones celebrado por un órgano estatal, en ejercicio de la función administrativa, caracterizado por un régimen exorbitante del derecho privado susceptible de producir efectos con relación a terceros.
2) Clasificación de los contratos administrativos
a) Por la naturaleza de las prestaciones que cumplen las partes:
- De colaboración: lo fundamental es la prestación que debe el contratista-particular a la admisnitracion-Estado, el contratista es un colaborador de la función administrativa. De ello se deriva el rigorismo mayor que rige estos contratos. En cuanto a la interpretación de las cláusulas del contrato, en el supuesto de existir duda, ella se resuelve a favor de la administración en virtud de la función que cumple y de las finalidades que tiene la actividad de la admiración, la finalidad pública. En estos contratos existen prerrogativas que están morigeradas, o que no resultan aplicables, por ejemplo la ejecución directa de la prestación del contratista. Ej. Concesión de obra pública, servicio público.
- De atribución: lo esencial es la prestación a cargo del Estado, la del contratista se caracteriza por ser la consecuencia de los beneficios que recibe del Estado. En caso de dudas respecto de la interpretación, ella se resolverá a favor del contratista, ya que este tipo de contrato tiene en cuenta el interés del particular. Ej: concesión de uso de un bien de dominio publico. La administración le concede al particular un derecho sobre un bien que es de dominio publico.
En ambos contratos el régimen jurídico que se les aplica es exorbitante del derecho común. 
b) Según se hallen regulados o no por una disciplina concreta y detallada en la ley:
- Típicos:, son los que se encuentran regulados por una disciplina concreta y detallada en la ley, y las partes solo pueden introducir aquellas cláusulas que no modifiquen la sustancia de dicha regulación legal. Obra Pública
- Atípicos: los que no se encuentran regulados por una disciplina concreta y detallada en la ley: lo que posibilita acudir a la analogía para resolver las situaciones no previstas en el contrato. Por ejemplo la Concesión de servicio público,
Tanto la tipicidad como la atipicidad pueden darse en forma total o parcial.
c) Según la nominación jurídica del contrato:
- Nominados: se tiene en cuenta la nominación jurídica del Cº con prescindencia del hecho de que él esté sometido o no a una legislación específica.
 Existen Cº nominados típico como el de suministro, y atípicos como la concesión de servicio publico
- Innominados: no tienen denominación jurídica. 
3) El contrato inter administrativo
Se caracterizan por la presencia de dos o más sujetos estatales en el acuerdo, lo que implica la ausencia de prerrogativas exorbitantes del derecho común, ya que se puede afectar el principio de unidad de acción, que se vincula con la unidad de poder del Estado.
El régimen jurídico que presentan estos contratos se caracteriza por algunas notas diferenciales, tales como: 
1. excepción al requisito de la licitación pública en el proceso de selección, 
2. inaplicabilidad de multas o sanciones pecuniarias a entidades estatales, 
3. un particular sistema de solución de conflictos, ley 19983
4. no rige el principio de la estabilidad del acto administrativo cuando las entidades se hallan en una misma esfera de gobierno. 
5. No hay prerrogativas exorbitantes del Dº común (legitimidad de los actos adm)
También se regirán por las reglas del contrato inter administrativo, aquellos que se celebren entre una entidad pública estatal, centralizada o descentralizada, con una sociedad comercial anonima en cuya administración o capital tenga participación mayoritaria el Estado.
4) Contratos de la administración regidos parcialmente por el derecho privado
Tanto la doctrina como nacional como la extranjera coinciden en la existencia de este tipo de Cº, sin embargo, existe discrepancia doctrinaria en cuanto al punto de si estos contratos configuran una categoría específica o forman parte de los contratos administrativos. 
En nuestro país se acudía a este tipo de Cº cuando realizaba una actividad industrial p comercial.
El régimen jurídico aplicable a esta clase de contratos es el siguiente: 
· Ausencia de un régimen jurídico exorbitante de derecho común 
· No procede la ejecutoriedad, la aplicación y ejecución de multas en sede administrativa,
· No procede la sustitución directa del contratista 
· Si se introduce en este tipo de contrato una cláusula exorbitante del derecho común por voluntad de las partes, habrá una injerencia del derecho administrativo, pero su inserción no convierte de por si a todo el contrato en administrativo.
· La competencia para entender en estos contratos es la civil o comercial.
La jurisprudencia de la Corte ha atribuido en forma reiterada, carácter civil a determinados contratoscelebrados por la administración, como el de compraventa y arrendamiento de tierras fiscales.
5) Los contratos administrativos por extensión
La evolución operada en derecho administrativo, tanto en la doctrina como en la jurisprudencia francesa, admite la existencia de estos nuevos contratos y a los que se les aplica el derecho público. 
Son aquellos que sin contener las cláusulas exorbitantes, tienen un régimen o elementos exorbitantes, ajenos a las cláusulas insertas en el acuerdo de voluntades, pero susceptible de ejercer una influencia en el.
Su finalidad es brindar mayores garantías a los particulares, evitando el abuso por parte del Estado del uso de las formas privadas de contratación, ya que en tales casos, la competencia se atribuye a una justicia más especializada como es la contencioso - administrativa.
Varios fallos de la Corte sientan doctrina según la cual la naturaleza de la relación se determina por las prescripciones propias del derecho público, de los reglamentos de contrataciones de las empresas estatales, las que integran el régimen exorbitante del contrato administrativo.
B) CARACTERES Y RÉGIMEN JURÍDICOS DEL CONTRATO ADMINISTRATIVO
El contrato administrativo tiene sujetos específicos, objeto propio y se cumplen procedimientos especiales.
· Formalismo
El rigor y formalismo de los contratos administrativos es una característica fundamental y que los diferencia de los contratos civiles, en estos, el contrato surge de un acuerdo de voluntades, y se perfecciona con el consentimiento independientemente de la forma del contrato, mientras que en los contratos administrativos se supedita su validez y eficacia al cumplimiento de las formalidades exigidas por las disposiciones vigentes, en cuanto a la forma y procedimientos de contratación. 
· Prerrogativas de la Administración
 Los principios de la autonomía de la voluntad e igualdad jurídica de las partes, quedan subordinados en el contrato administrativo. La libertad de las partes queda circunscripta o limitada por la norma que fija el procedimiento para elegir al contratista; la aprobación o autorización legislativa o administrativa, y la subordinación del objeto al interés público. El contratista no tiene, en principio, la libertad de disentir respecto de las condiciones del contrato; sólo puede aceptarlas o rechazarlas, prevaleciendo siempre el interés público sobre los intereses privados. 
En consecuencia, las prerrogativas de la Administración se manifiestan en la desigualdad jurídica en relación a sus contratistas y en las cláusulas exorbitantes del derecho común.
· Desigualdad jurídica.
Las partes contratantes están en un plano desigual. En los contratos administrativos desaparece el principio de igualdad entre las partes, que es uno de los elementos básicos de los contratos civiles. La Administración aparece en una situación de superioridad jurídica respecto del contratista.
El principio de la inalterabilidad de los contratos no puede ser mantenido, sino que cede ante el ius variandi que tiene la Administración a introducir modificaciones en ellos, y que son obligatorias, dentro de los límites de la razonabilidad, para el contratista.
Esta desigualdad jurídica se traduce en la competencia que tiene la Administración para:
1- Adaptar el contrato a las necesidades públicas, variando dentro de ciertos límites las obligaciones del contratista (modificación unilateral, mutabilidad del contrato). Es decir, que el contrato administrativo carece de la rigidez e inmutabilidad del contrato civil, porque cede ante el interés público.
2- Ejecutar el contrato por sí o por un tercero, en caso de incumplimiento o mora del contratista, en forma directa, unilateral y por cuenta de éste (ejecución con sustitución o exclusión del contratista).
3- Dejar unilateralmente el contrato sin efecto en caso de incumplimiento, cuando las necesidades públicas lo exijan (rescisión contractual).
Esta desigualdad jurídica tiene su origen en la desigualdad de propósitos perseguidos por las partes en el contrato, pues al fin económico privado se opone y antepone un fin público o necesidad pública colectiva que puede afectar su ejecución.
· Cláusulas exorbitantes.
Son cláusulas derogatorias del derecho común, inadmisibles en los contratos privados, porque rompen el principio esencial de la igualdad de los contratantes y de la libertad contractual que prima en la contratación civil.
Son cláusulas inusuales en el derecho privado, o que incluidas en un contrato de derecho común resultarían "ilícitas", por exceder el ámbito de la libertad contractual y contrariar el orden público. 
En virtud de estas cláusulas, la Administración puede: 
· ejercer sobre su contratista un control amplio, de alcance excepcional, 
· modificar unilateralmente las condiciones del contrato, 
· dar directivas a la otra parte, 
· ejecutar por si las obligaciones que tenía a su cargo el contratista
· declarar extinguido el contrato por sí y ante sí, 
· imponer sanciones contractuales, etc.
Pueden ser virtuales o implícitas, es decir que no figuren en el contrato, por ejemplo, la facultad de rescindir el contrato, o pueden ser expresas o concretas, figurando en una de las clausulas del contrato.
Los límites de estas cláusulas están señalados por la juridicidad de la actividad administrativa, tanto en su aspecto reglado como en el discrecional.
· Derechos y obligaciones personales.
El contrato administrativo es de carácter personal, intuito personae, por ejemplo, en materia de contratos de empleo público es obvia la imposibilidad de ceder, transferir o negociar el mismo; aunque los hay también intuitu rei.
Se prohíbe, en principio, la transferencia de los derechos contractuales, salvo autorización o pacto expreso de la administración.
· La cesión del contrato y la intransferibilidad contractual. 
Salvo que el contrato lo autorice ab initio, sin autorización expresa de la Administración, el contratista no puede ceder o transferir los derechos y obligaciones emergentes del contrato o la cualidad de "parte" contratante. 
· La subcontratación o contratación derivada. 
Dada la calidad esencial del contratante originario y la prohibición legal o convencional de subcontratación, se prohíbe todo nuevo contrato por el cual una persona extraña a la relación contractual asuma facultades concernientes a la posición de una de las partes por vía de sucesión constitutiva, sin que se extinga la primitiva relación.
No puede el contratista realizar subcontratación sin la previa autorización de la Administración. Esta autorización no exime al contratista de sus responsabilidades.
· Efectos respecto de terceros.
En derecho privado, los contratos no pueden ser ni opuestos a terceros ni invocados por ellos (art. 1199, CC).
Por el contrario, en derecho público, los contratos de la Administración pueden, en ciertos casos, ser opuestos a terceros; tienen efectos que se extienden a terceros que no son partes. Por ejemplo, en las concesiones de obra pública, el concesionario tiene derecho a exigir de ciertos terceros el pago proporcional de la obra (contribuciones de mejoras); en las concesiones de servicio público el concesionario puede adquirir atribuciones de carácter policial, derecho de expropiar (art. 2º, ley 21.499, v.gr. art 6º, decr. 2039/90), de imponer servidumbres administrativas, etc., todo lo cual incide respecto de terceros.
A su vez, los terceros pueden invocar el contrato administrativo, por ejemplo en la concesión de servicio público, por el cual pueden exigir que el concesionario preste el servicio correspondiente en la forma pactada. 
 -Formalismo Desigualdad jurídica 
 - Prerrogativas de la administración Clausulas exorbitantes
 -Derechos y obligaciones Cesión 
 CARACTERES Subcontratación- Efectos respecto de terceros 
 
C) FORMACION DEL Cº
El contrato se forma por la concurrencia de dos voluntades; una de ellas la de la Administración, sujeto imprescindible en el contrato administrativo. La formación de la voluntad se va a llevar a cabo mediante el cumplimiento de diversas etapas, que las cumplen distintos órganos. La selección del contratista de la Administración está sujeta a las normas que instauran distintos procedimientos especiales y reglados a tales fines, y esta selección se hara después del procedimiento de formación de la voluntad admisnitrativa. La libre selección del contratista es una excepción (contratación directa).
1. Procedimientos administrativos de contratación.
El contrato es una de las formas jurídicas de la función administrativa. En la prearacion y ejecución del contrato administrativo, se aplica el régimen jurídico de la función administrativa. El régimen jurídico de tal función se rige por el procedimiento administrativo, es decir, que el procedimiento administrativo implica un conjunto de reglas que rigen la intervención de los administrados (particulares) interesados en la preparación e impugnación de la voluntad administrativa.
El procedimiento de contratación administrativa es un procedimiento administrativo especial.
Tenemos que distinguir, por tanto, un procedimiento precontractual, previo al contrato, de formación o preparación del contrato, y un procedimiento contractual o de ejecución.
El proceso de formación de la voluntad administrativa contractual no se debe confundir con el contrato administrativo, porque el contrato se da cuando las dos voluntades se enlazan y es ese momento a partir del cual surge el vínculo entre ambos (contratista y administración)
· Procedimiento de preparación del contrato.
La actividad preliminar al contrato de la Administración se manifiesta con formas jurídicas propias de la función administrativa. Las etapas del procedimiento preparatorio y previo a la emisión de la voluntad contractual, sustancialmente adquieren forma de acto, reglamento, hecho o simple acto administrativos.
Los actos, hechos, reglamentos y simples actos administrativos, dictados o ejecutados en la preparación de la voluntad administrativa contractual, se incorporan unitaria y unilateralmente, aunque de manera separable, en la conformación de la voluntad contractual de la administracion. 
El procedimiento administrativo preparatorio de la voluntad contractual se integra, además, con la actividad que despliega a ese efecto el futuro contratista de la Administración Pública, en la actividad precontractual, preparatoria o preliminar del contrato administrativo, encontramos también actos y hechos jurídicos privados o particulares, es decir que es la actividad que cumple el particular interesado en la contratación. v.gr., la compra del pliego, la presentación de la oferta, el retiro o desistimiento de la oferta, la constitución de la garantía, la solicitud de inscripción en los registros respectivos, la formulación de observaciones e impugnaciones en el acto de apertura, etcétera.
En el proceso de formación de la voluntad de la administración se cumple con todos estos hechos en forma conjunta con la actividad que desarrolla el particular van a llegar a u punto final que vendría a ser el contrato administrativo en el cual confluyen tanto la voluntad de la administración como la del particular.
· Precontrato administrativo. 
En esta actividad previa a la celebración del contrato, existen tratativas o una relación permanente entre los futuros contratatntes y esta relación se exteioriza a través de manifestaciones volitivas. Si bien aún no puede calificárselas de voluntades contractuales (v.gr., presentación y recepción de oferta, rechazo de oferta, retiro de oferta, exclusión de oferente, etc.), estas manifestaciones, crean de suyo un vínculo jurídico obligacional como alternativa previa al contrato, generan una relación jurídica, un vínculo regulado por el derecho, con efectos jurídicos propios que hacen presumir que existirá un contrato. Esta es la cuestión de la denominada culpa "in contrahendo", o sea la regulación de las responsabilidades derivadas de las tratativas previas al contrato, se celebre éste o no.
Crean una "vinculación jurídica especial" que origina derechos y deberes anteriores al contrato, y no confundibles con los derechos y deberes derivados del contrato. Así lo ha expresado la Procuración del Tesoro: "El mero hecho de presentarse a una licitación engendra un vínculo entre el oferente y la Administración y lo supedita a la eventualidad de la adjudicación lo que presupone una diligencia del postulante que excede la común y su silencio hace presumir lisa y llanamente la aceptación de los términos fijados por la Administración.”
Estas relaciones pueden degenerar en una Responsabilidad precontractual.
Si bien el oferente no tiene un derecho subjetivo a ser adjudicatario, sí tiene un interés legitimo por el cual en el caso de mediar un comportamiento antijurídico del licitante (administración), tiene derecho a ser resarcido de los perjuicios derivados de la relación jurídica precontractual que lo liga al Estado, en vitud de la actividad o comportamiento antijurídico de éste ultimo, que rompió la relación jurídica precontractual; en la medida en que el oferente no provocó ni motivó el vicio, es decir, que no hubo ni culpa ni dolo del futuro contratista. Es asi que la admisnitracion no puede hacer uso de la teoría de los actos propios, es decire, si ella ha venido cumpliendo determinada conducta, no pude luego contradecir esa conducta valida y jurídica anterior; de allí el motivo de su respsabilidad. 
De tal modo, si la Administración desiste del procedimiento licitatorio de mala fe, o con culpa o dolo, o de igual modo excluye a alguno de los oferentes, la indemnización debe cubrir, además de los gastos ocasionados por la presentación, la chance, entendida ésta como una parte o porcentaje de la utilidad que se esperaba percibir.
2 - Procedimientos de selección del contratista.
· Formas de selección del contratista
a) Licitación pública. Concepto
Es un procedimiento administrativo por el cual la Administración invita a un número indeterminado de personas, a través de un llamado o convocatoria, para que, sujetándose al pliego de bases y condiciones, formulen propuestas de las cuales se seleccionará y aceptará la más ventajosa, o conveniente.
Las fuentes del procedimiento de la licitación pública en el orden nacional, se hallan en la Ley de Obras Públicas (LOP) 13.064, en el Capítulo VI (De las contrataciones) del dto-ley 23.354/56 y en el RCAN (dto. 5720/72).
Es un procedimiento de selección del contratista de la Administración Pública que, sobre la base de una previa justificación de idoneidad moral, técnica y financiera, tiende a establecer qué persona es la que ofrece el precio más conveniente o la mejor oferta. Se rige por los principios de libre concurrencia, igualdad y publicidad.
La administración evalúa y analiza las ofertas y la calidad de los oferentes en un procedimiento de etapa única o múltiple.
Etapa única: es aquella donde se analizan de forma conjunta, tanto la oferta como la calidad del oferente.
Etapa múltiple: es aquella en la que se analiza de forma separada: la calidad del oferente, las condiciones económicas, financieras, cuestiones tecnicas y por otro lado, la oferta. Este procedimiento es el que generalmente se ha seguido a los fines de la concesión de los servicios públicos y privatizaciones.
b) Concurso público. 
Es un procedimiento de selección del contratista en virtud del cual la administración, tendrá en cuenta, principalmente, los antecedentes personales del mismo; en razón de la mayor capacidad técnica, científica, económico-financiera, cultural o artística entre los presentantes o intervinientes. El concurso puede dirimirse sobre la base de los antecedentes o por una prueba de oposición. No se efectúa sólo por las ventajas de la ofertaeconómica, o por el precio, sino que el criterio de selección recae en factores no económicos (Art 25 inc a RCAN) su procedimiento es similar al de la licitación pública. Es el proceso que se sigue generalmente para la designación de docentes universitarios, contratos de asesoría o consultoria.
Art. 25 inc.2. El procedimiento de concurso público se realizará de acuerdo con el monto que fije la reglamentación y cuando el criterio de selección del cocontratante recaiga primordialmente en factores no económicos, tales como la capacidad técnico-científica, artística u otras, según corresponda. 
c) Licitación privada.
También suele denominarse a la licitación privada, licitación restringida o concurso limitado, por oposición a la licitación pública abierta o concurso ilimitado (art. 56, decr. ley 23.354/56). Es un procedimiento de contratación en el que intervienen como oferentes sólo las personas o entidades expresamente invitadas por el Estado (es dirigido a un numero determinado de personas). El Estado dirige la invitación o pedido de ofertas a empresas o personas seleccionadas discrecionalmente para cada caso. Estas personas harán la presentación de la oferta siguiendo el pliego de bases y condiciones. En todo lo demás, el procedimiento es el mismo que para la licitación publica.
En la licitación pública la afluencia de oferentes es libre; en la licitación privada dicha afluencia es limitada. En la licitación pública la presentación de ofertas obedece a un "llamado público objetivo", realizado por la Administración; en la licitación privada la presentación de los oferentes responde a una invitación personal y directa formulada por la Administración. Se prescinde así de la publicidad, que está expresamente establecida para la licitación pública.
En caso de licitación privada fracasada por ofertas inadmisibles o inconvenientes, o desierta por incomparecencia de los oferentes convocados, la situación debe resolverse recurriendo a la contratación directa, por aplicación analógica de lo dispuesto para casos idénticos de la licitación pública, dado que impera la misma ratio legis.
d) Concurso privado
Se trata de un procedimiento en el cual el criterio de selección recae principalmente en criterios no económicos. La diferencia consiste en que solo se invita a participar a un número determinado de posibles oferentes, y es procedente si el monto estimado para la contratación no supera el establecido para la licitación o concurso públicos.
Debe invitarse a participar a por lo menos 5 de los principales productores, prestadores, fabricantes o comerciantes del rubro, con una antelación de 6 días a la apertura de las ofertas.
Los anuncios se publicaran en el Boletín Oficial por 2 días, con 4 de antelación a la fecha de apertura.
La administración esta obligada a considerar y evaluar las ofertas presentadas por quienes no fueron convocados.
Por ejemplo cuando se deba cubrir un cargo superior dentro de la misma administración, y solo pueden participar del concurso las personas que forman parte de la administración, no se pueden presentar personas ajenas, por ello es cerrado.
e) Contratación directa.
Es un procedimiento reglado, por el cual el Estado elige directamente al contratista, sin concurrencia, puja u oposición de oferentes.
En determinadas ocasiones puede prescribir que se presente 2 o más ofertas ya establecidas.
El ordenamiento jurídico habilita este procedimiento de contratación en forma facultativa, ello significa que en esos casos es facultativo para el Estado recurrir, si quiere, al procedimiento de la licitación pública o de la licitación privada, o preferir el de contratación directa.
Las notas de significación jurídica que caracterizan y dan especificidad a este procedimiento de contratación, son:
1 - Limitada concurrencia, puja u oposición de ofertas.
2 -Competencia del Estado para dirigirse libremente a quien juzgue conveniente y solicitarle una oferta de contrato.
3 - Carácter facultativo del procedimiento.
4 - Aplicar, en lo que a la adjudicación se refiere, el criterio de la mejor oferta, al igual que en la licitación pública.
5 - Competencia para rechazar la oferta de contratación directa por precio inconveniente.
6 - Obligación del Estado de cursar invitaciones por medios fehacientes y en forma simultánea, a un mínimo de 2 oferentes o proveedores habituales del Estado. (siempre tienen que ser proveedores del estado)
7- Para contrataciones de menos de $20.000. (san juan)
Normalmente se usa en los Cº de montos escasos, en casos de urgencia, secreto de Eº, y en casos en que la licitación haya fallado.
f) Remate público. 
Consiste en la compra y venta de bienes en público, sin limitación de concurrencia y al mejor postor. La adjudicación se hace en el mismo acto, en público, previa publicidad del llamado, ante una concurrencia indiscriminada, con base estimada o sin ella, en favor del precio más elevado que se ofrezca.
En el orden provincial, varias Constituciones no sólo autorizan el procedimiento, sino que a veces lo imponen obligatoriamente para la enajenación de los bienes municipales. Tal es el caso de San Juan, art. 251, inc. 8º.
El Estado puede vender o comprar en remate público. Si el Estado vende en remate público, el procedimiento debe hacerse por medio de los órganos y entes estatales competentes.
Además, la venta debe ser autorizada por el órgano competente; a veces se requiere la autorización legislativa, otras la de los órganos superiores de la Administración. Los postores que concurran a esos remates, por otra parte, no necesitan estar inscriptos en los Registros del Estado.
Si el Estado compra en remate público, el funcionario que formule la oferta por el Estado, no puede ofrecer un precio que exceda del que le haya sido autorizado.
Caundo la presentación se hace en sobre cerrado el procedimiento se asemeja a una licitación privada.
ARTÍCULO 16. — PUBLICIDAD DEL REMATE O SUBASTA. En los remates o subastas se publicará como mínimo un aviso por UN (1) día en el Boletín Oficial y en forma simultánea se difundirán en el sitio de Internet de la OFICINA NACIONAL DE CONTRATACIONES dependiente de la SUBSECRETARIA DE PRESUPUESTO de la SECRETARIA DE HACIENDA del MINISTERIO DE ECONOMIA, conforme lo dispuesto en el Título II, Capítulo Único, del presente Reglamento, con una antelación de DIEZ (10) días a la fecha fijada para la realización del remate o subasta. En su caso, se publicará aviso, por el mismo lapso y con igual antelación, en el medio de difusión oficial, provincial o municipal, donde deba llevarse a cabo el procedimiento. En caso que tales medios no existieren o no fueren de publicación diaria, dichas publicaciones se efectuarán en uno de los medios de mayor difusión del lugar.
g) Concurso de proyectos integrales.
Es el procedimiento por medio del cual participan las propuestas integrales de los interesados, las que deben detallar los antecedentes completos del oferente y todas las condiciones contractuales, técnicas y económicas, incluyendo la estructura económico-financiera y los proyectos constructivos, si fuesen necesarios.
Es decir, que en este supuesto se carece de bases efectuadas por la Administración. No existe el pliego de condiciones.
La oposición se realiza sobre los proyectos integrales presentados por los comparecientes u oferentes.
La iniciativa del llamado puede deberse a la Administración o a la presentación de un particular, sujeto privado. En este último caso, es necesaria la previa declaración de interés público efectuada por la Administración y además la normativa establece una preferencia que juega a favor del autor de la iniciativa que se tomó como base para el procedimiento de selección.
De existir una oferta más conveniente, el autor de la iniciativa y el de la oferta más conveniente podrán mejorar sus propuestas. Ahora bien, si las ofertas fueran equivalentes se preferirá la del que presentó la iniciativa (ley 17.520, art. 4º, reformado por la ley 23.696, art. 58).
Las propuestas deben estar garantizadas.
h) Iniciativa privada de proyectos sobre inversionesde riesgo.
El objeto de este procedimiento es la concesión de obra pública por medio de inversiones privadas. Surge del decr. 635/97, y se caracteriza por la presentación de proyectos bajo la modalidad de iniciativa privada, brindando protección adecuada a los particulares que asuman el riesgo, a través del reembolso de sus costos cuando se adjudica la concesión de la obra, y el reconocimiento de un honorario contingente máximo, de acuerdo con la escala aplicable.
El procedimiento se divide en dos fases. La primera tiene por objeto el estudio de factibilidad técnico-económico del proyecto y de los estudios de ingeniería conexos.
Los costos que ocasione la primera etapa son reembolsados durante la segunda, que tiene por fin la ejecución y concesión de la obra.
Aun en el caso de que el autor del proyecto no resulte adjudicatario, tiene derecho a percibir los costos máximos reembolsables (gastos ocasionados para la presentación del proyecto) y el honorario contingente fijado por el Poder Ejecutivo, de conformidad con la escala que establece la norma, sin que pueda efectuar ningún otro reclamo por la autoría del proyecto.
i) Venta de acciones en Bolsas y Mercados.
Si el Estado nacional, provincial o municipal, o la Administración en su caso, es accionista de una sociedad comercial, podrá recurrir a este procedimiento de contratación regularmente utilizado en las contrataciones privadas, para elegir a su contratista en la venta de sus acciones o cuota parte de capital. Este método resulta apto en estos supuestos debido al riguroso control de las Bolsas y Mercados; y se estableció como uno de los procedimientos de selección en las privatizaciones de empresas, sociedades, establecimientos o haciendas productivas reguladas por la ley 23.696 (art. 18, 4).
j) Compra informatizada 
Por Resolución 27/94, el Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos de la Nación, implementó un nuevo sistema de compras. Con el objeto de racionalizar el procedimiento de compras, procurando los mejores precios de plaza, efectúa llamados periódicos por los medios de difusión general, invitando a la presentación de precios en acto público. 
Las firmas interesadas reciben un disquete que deben entregar en el acto con los precios ofrecidos en cada uno de los ítems estipulados. 
El fin es lograr un relevamiento de precios destinado a la formación de una base de datos. Esta es utilizada para formalizar la compra de artículos de los distintos rubros involucrados, sobre la base de los mejores precios obtenidos. 
3) Criterios normativos de elección del procedimiento
No ha sido pacifico ni en doctrina ni en jurisprudencia, el debate acerca de cuál es el grado de libertad que tiene la administración para elegir entra los distintos sistemas de contratación.
1. En los orígenes del derecho administrativo, el principio era el de la libre elección.
2. Con la evolución el principio cambio y paso a ser el de la licitación pública.
3. La CSJN en el caso Meridiano restringió el principio de la licitación pública a aquellos casos en que estuviera expresa y taxativamente previsto por la ley. 
4. Con posterioridad en el caso Schmidt, da un vuelco y sienta el principio de que la licitación pública es la regla, sostuvo que teniendo en cuenta las formas del procedimiento de licitación publica, estableció que era una garantía para el interés público y por lo tanto su incumplimiento, cuando había sido establecido por la ley o la Constitución, producía la nulidad absoluta. 
La libertad contractual del Estado no puede ser limitada por analogía ni implícitamente. No obstante el principio de la concurrencia tiene jerarquía superior, lo que significa la igualdad en que deben estar los oferentes. En virtud de este principio, se establece que lo debido por el Estado en una relación de justicia distributiva, siempre que sea posible lograr la concurrencia y que no se trate de contrataciones estándar o de elementos fungibles, es acudir a la licitación pública u otro similar, ya que de este modo se garantiza la libre concurrencia y la igualdad, y esto se da exista un texto legal que así lo establezca o no.
La libertad de elección al momento de seleccionar al contratista queda limitada a aquellos casos en que no sea conveniente recurrir a la licitación pública. ( ej. En casos de monopolio)
Este principio de la concurrencia cuenta con el apoyo del principio de la igualdad previsto en el art. 16 y 75 inc. 23 de la Constitución, y con el principio constitucional que determina la obligación del Estado de promover la defensa de la competencia para que no haya distorsión en los mercados. En virtud de este principio el Estado debe contratar con aquella persona que presente la oferta más conveniente, cumpliéndose así con el principio de la eficiencia, o con aquella persona que garantice la ejecución de la obra en el menor tiempo posible, teniendo en cuenta el interés público, esto hace al principio de la eficacia.
El principio de la licitación pública u otros semejantes, permiten lograr una mayor concurrencia intentando así disminuir la discrecionalidad de la administración, al tener que elegir, entre varios oferentes, la oferta más conveniente, cumpliendo con el principio de la legalidad administrativa.
ARTICULO 22. RCAN: MONTO ESTIMADO DE LOS CONTRATOS. Para la elección del procedimiento de selección según el monto estimado del contrato, a que se refiere el inciso c) del Artículo anterior, se considerará el importe total en que se estimen las adjudicaciones, incluidas las opciones de prórroga previstas y se aplicará la siguiente escala:
a) Hasta PESOS SETENTA Y CINCO MIL ($ 75.000): contratación directa.
b) Más de PESOS SETENTA Y CINCO MIL ($ 75.000) hasta PESOS TRESCIENTOS MIL ($ 300.000): licitación o concurso privados.
c) Más de PESOS TRESCIENTOS MIL ($ 300.000): licitación o concurso públicos.
· Modalidades de selección: de etapa única o de etapa múltiple. - nacionales o internacionales (RCAN art.26)
· DE ETAPA UNICA: La licitación o el concurso públicos serán de etapa única cuando la comparación de las ofertas y de las calidades de los oferentes se realice en un mismo acto.
· MULTIPLE: Cuando las características específicas de la prestación, tales como el alto grado de complejidad del objeto o la extensión del término del contrato lo justifiquen. La licitación o el concurso públicos serán de etapa múltiple cuando se realicen en DOS (2) o más fases la evaluación y comparación de las calidades de los oferentes, los antecedentes empresariales y técnicos, la capacidad económico-financiera, las garantías, las características de la prestación y el análisis de los componentes económicos de las ofertas, mediante preselecciones sucesivas. En todos los casos en que se utilice esta variante, la presentación de los sobres respectivos será simultánea. Sólo se procederá a abrir los sobres correspondientes a las ofertas económicas de aquellos oferentes que hubieran sido precalificados. 
· NACIONALES: la licitación o el concurso serán nacionales cuando la convocatoria esté dirigida a interesados y oferentes cuyo domicilio o sede principal de sus negocios se encuentre en el país, o tengan sucursal en el país, debidamente inscripta.
· INTERNACIONALES: La licitación o el concurso serán internacionales cuando, por las características del objeto o la complejidad de la prestación, la convocatoria se extienda a interesados y oferentes del exterior, revistiendo tal carácter aquellos cuya sede principal de sus negocios se encuentre en el extranjero, y no tengan sucursal debidamente registrada en el país.
D) Ejecución
Una vez superada la etapa de formación, seleccionado el contratista y perfeccionado el contrato estamos en la última etapa, de realización u obtención del objeto requerido por la Administración, la ejecución contractual.
1. Principios.
Los principios generales que imperan en la ejecución de los contratos administrativos, comunes a todas las clases de contrato que celebre la Administración, son los siguientes: continuidad y mutabilidad.
· Continuidad. 
La continuidaden la ejecución habilita, por principio, a la Administración Pública para exigir a su contratista la no interrupción de la ejecución del contrato, de modo que, en principio, no se vea ella interrumpida o suspendida por causa alguna. Se funda en la finalidad propia del contrato administrativo, esto es, la satisfacción del interés público 1, en la relación de subordinación jurídica del contratista particular 2 y en la técnica de colaboración del administrado para con la Administración Pública 3.
Toda cuestión vinculada a la ejecución contractual debe resolverse con sujeción al criterio de la continuidad, pues los contratos administrativos se hacen para cumplirlos y se los debe ejecutar en la medida en que el interés público exige que esa ejecución sea ininterrumpida o continuada.
La regla de la continuidad tiene carácter general por lo cual su aplicación sólo puede obviarse en los casos en que las excepciones estén expresamente reconocidas y se las aplique con alcance restrictivo.
Las excepciones a dicha regla son la fuerza mayor1, los hechos de la Administración 2, los hechos del príncipe3, que impiden o retardan la ejecución del contrato. Asimismo, trastornan definitivamente la existencia de la relación contractual, la muerte4 o la quiebra del contratista.5 
En caso de interrupción del contrato, lo que debe hacer la administración es adoptar todas las medidas que sean necesarias para lograr el cumplimiento por parte del contratista.
· Mutabilidad (Ius VARIANDI)
La Administración Pública puede modificar unilateralmente los términos para variar las prestaciones debidas por el contratista en la ejecución del contrato por razones de interés público (Art 12, a, RCAN). Las modificaciones introducidas son obligatorias para el contratista, salvo que excedan los límites de lo reglado o de la discrecionalidad del ius variandi.
El ius variande deriva de la finalidad de interés público que tiene el contrato administrativo.
El principio de mutabilidad es una condición exorbitante del derecho privado. No necesita ser incluido expresamente en los contratos administrativos para que tenga plena existencia; debe considerárselo siempre implícitamente incluido. Sin embargo, las partes pueden estipular en cada contrato el modo y la forma de su ejercicio y los efectos que podrá producir en la relación contractual y aun en su subsistencia.
Sus alcances van a depender de la naturaleza del contrato, del grado de colaboración del contratista, de las prestaciones, del tiempo de duración, es decir que es variable y va a depender de cada contrato en particular.
Este principio tiene los siguientes límites:
1- Toda modificación de un contrato administrativo debe respetar la sustancia del contrato y la esencia de su objeto. Una alteración que no contemplara tales límites, daría lugar a la conformación de un contrato diferente, en principio no querido por el contratista.
Las modificaciones contractuales que van más allá de la mutabilidad razonable, dan derecho al contratista a la rescisión y al pago de los perjuicios que hubiere sufrido, salvo que hubiere renegociación del contrato.
2- La modificación de la relación contractual debe mantener el equilibrio económico-financiero en favor del contratista, debiendo la Administración indemnizarlo cuando dichas alteraciones produzcan la ruptura de ese equilibrio, o hacer los reajustes correspondientes para evitar que aquélla obtenga un beneficio indebido.
El incumplimiento de esta limitación por parte de la Administración Pública podría llevar también a la rescisión del contrato.
Las modificaciones pueden implicar un aumento o disminución de las prestaciones del contratista, y pueden ser directas o indirectas.
2. Derechos de la Administración.
Son prerrogativas y derechos de la Administración las competencias administrativas de dirección 1, control 2, rescisión 3 y sanción contractual 4. Estas prerrogativas se presentan en todos los contratos con mayor o menor intensidad, sin perjuicio de las peculiaridades contractuales concretas. Además, como derecho primario y básico, la Administración Pública comitente tiene el de exigir la prestación debida y la ejecución en término.
a) Dirección y control. 
La Administración Pública tiene facultades de dirección y control sobre la forma y modo de cumplimiento de las obligaciones a cargo del contratista. La Administración Pública supervisa la forma en que se cumplen las prestaciones. El correcto cumplimiento de las obligaciones contractuales asegura la mejor satisfacción del interés público. Si bien la Administración delega en su cocontratante la ejecución del servicio, obra o suministro, ella siempre es responsable de una ejecución adecuada e idónea para lograr la satisfacción del interés público que contractualmente se procura.
Esta prerrogativa contractual de la Administración Pública es exorbitante del derecho privado. No depende de que haya sido prevista expresamente en el contrato administrativo. Existe aún en ausencia de cláusulas de ese tipo. Esta implicita
La facultad de dirección y control comprende: 
· Aspecto material, en el cual se determina si el contratista ejecuta debidamente los hechos que constituyen las prestaciones a su cargo; 
· Aspecto técnico, sobre si la ejecución del contrato se ajusta a los requisitos técnicos contenidos en los planos aprobados, pliegos de condiciones y reglas del arte; 
· Aspecto financiero, para verificar, entre otras cuestiones, la realización de las inversiones, la debida formalización de adquisiciones y acopios, la fijación y percepción de las tarifas que correspondan y la aplicación de las fórmulas de reajuste; 
· Aspecto legal, en donde se controlan las condiciones jurídicas impuestas por el contrato, y el ejercicio de ciertos poderes otorgados o delegados en algunos casos al contratista.
Esta prerrogativa también es amplia en los contratos de obra pública; es más reducida, en cambio, en los contratos de suministro instantáneo o de tracto muy breve.
En el caso en que el contratista no cumpliera las órdenes que se le impartan, la Administración podrá imponerle las sanciones previstas en el contrato o en el ordenamiento administrativo para asegurar el cumplimiento de las órdenes, directivas o instrucciones impartidas para la mejor ejecución del contrato. Por su parte, el contratista podrá interponer recursos administrativos y acciones judiciales, en su caso, ante una extralimitación de la Administración Pública en el uso de su prerrogativa de dirección y control, reclamando las indemnizaciones respectivas si efectivamente se han agravado abusivamente las prestaciones que según el contrato estaban a su cargo.
b) Rescisión. 
También tiene la Administración Pública atribuciones para disponer unilateralmente la rescisión del contrato (Art. 12 a RCAN)
Es una prerrogativa administrativa, más que un derecho contractual emergente, que se impone en todo tipo de contrato administrativo. Es una cláusula virtual, pudiendo ejercérsela aunque no esté expresamente prevista en el texto del contrato.
La Procuración del Tesoro de la Nación ha dictaminado a este respecto que la facultad de revocación contenida en el pliego debe entenderse como potestad rescisoria del Estado, a la que en doctrina se ha caracterizado como prerrogativa irrenunciable y cláusula exorbitante que, en los contratos administrativos, debe considerarse implícita, si no ha sido expresamente establecida (PTN, Dictamen, 80/96, del 21/5/96).
La competencia rescisoria se aplica, no sólo en los supuestos de incumplimiento grave del contratista 1, sino además en los casos en que la rescisión unilateral se funde en razones de oportunidad, mérito o conveniencia 2, o sea, por causas relativas al interés público, considerada entonces como revocación.
La facultad rescisoria de la Administración por razones de oportunidad, es irrenunciable. La Administración ejerce tal competencia de manera directa, por ejecutoriedad propia, sin intervención previa del órgano judicial.
La rescisión dispuesta directamente por la Administración Pública comitente es ejecutoria,pero puede ser impugnada por el contratista por ilegitimidad ante el órgano judicial en defensa de sus derechos subjetivos vulnerados. La Administración debe indemnizar al contratista tanto por los daños causados como por los beneficios de los que ha sido privado a causa de la rescisión. La rescisión por razones de oportunidad o mérito, no puede significar un quebranto para el contratista. El interés público predomina, pero el interés particular debe ser resguardado. Por ello deben ser indemnizados los perjuicios en tutela del derecho de propiedad.
c) Sanción contractual. 
La Administración Pública tiene competencia para sancionar las faltas contractuales que cometa el contratista. A la competencia administrativa de dirección y control le corresponde, correlativamente, la de sancionar. La competencia sancionatoria encuentra su justificación en la necesidad de asegurar la efectiva y debida ejecución del contrato.
Las sanciones previstas en el contrato no son excluyentes ni limitativas, porque la Administración puede imponer razonablemente otras no previstas o sustituir las señaladas en el contrato por otras que se adapten mejor al contenido de la falta. La Administración Pública ejerce esta prerrogativa per se, directa y unilateralmente, sin recurrir a la intervención del órgano judicial, a no ser que la sanción suponga actuar sobre el patrimonio del contratista, v.gr., en el caso de una sanción pecuniaria cuyo cobro deba demandarse judicialmente al no existir suma de dinero para hacerlo efectivo o certificados impagos o fondos de reparo.
Es una facultad exorbitante del derecho privado, y propia de la ejecución de los contratos administrativos. Se funda, como las anteriores, en la necesidad de asegurar el logro del interés público.
- La Administración, previamente a la sanción, debe constituir en mora al contratista, intimándole al debido cumplimiento de sus obligaciones. Esta exigencia es consecuencia del principio del debido proceso legal, que debe respetarse para una adecuada imposición de la sanción. Sin embargo, la puesta en mora no es necesaria en el caso de que expresamente haya sido dispensada en el contrato, o cuando las circunstancias la tornen innecesaria.
- El contratista particular tiene la garantía de impugnar en sede judicial los actos que se hayan emitido en su contra, sin perjuicio de que previamente haya agotado los recursos administrativos procedentes.
El control judicial respecto de las sanciones a las faltas contractuales cometidas por el contratista es amplio y comprende aspectos tales como la competencia, el objeto, la voluntad y la forma, y en general los que se vinculan con la legalidad administrativa de las sanciones aplicadas. La discrecionalidad judicial no puede sustituir a la discrecionalidad administrativa.
- La Administración Pública sólo puede imponer sanciones que sean razonables y proporcionales, y admitidas en su especie por el orden jurídico administrativo. No se puede reprimir con sanciones penales o contravencionales faltas contractuales que no constituyan delitos o contravenciones previstas por la ley de fondo.
Las sanciones pueden ser pecuniarias, coercitivas y rescisorias. 
Sanciones pecuniarias: pueden ser fijas y predeterminadas. Estas pueden aparecer con forma de "cláusula penal" o de "multas". Son las establecidas por las partes en el contrato o en los documentos que lo complementan o por normas generales que son aplicables a la contratación administrativa. En ellas se dispone el pago de una suma determinada para el caso de que el contratista incurra en faltas en la ejecución contractual.
Estas sanciones no toman en cuenta la reparación de un daño efectivo sino una conducta que transgrede lo estipulado contractualmente, y proceden aunque la transgresión contractual no signifique ningún perjuicio para la Administración.
La Procuración del Tesoro de la Nación ha sostenido que la multa por retardo en el contrato de obra pública tiende a garantizar el cumplimiento en término de las obligaciones asumidas por el contratista y tiene por fin actuar en forma compulsiva sobre el contratante, para compelerlo al más exacto acatamiento de sus obligaciones (Cfr., PTN, Dictamen 80/96, del 21/5/96).
Los daños y perjuicios, por su parte, son una forma de reparación pecuniaria que es aplicable en los casos en que no se ha previsto la punición de las faltas contractuales por sanciones pecuniarias fijas y predeterminadas. A diferencia de lo que ocurre en las sanciones pecuniarias fijas y predeterminadas, están ligados al concepto de reparación, por lo cual no pueden ser impuestos sino cuando ha existido un efectivo perjuicio para la Administración.
Sanciones coercitivas o sustitutivas: tienen por finalidad lograr el inmediato y efectivo cumplimiento de las prestaciones asumidas por el contratista, dando lugar a que la Administración Pública lo sustituya, ejecutando por sí misma las prestaciones o haciéndolas ejecutar por un tercero. Estas sanciones son medidas temporales, transitorias, que no persiguen per se excluir al contratista, sino reemplazarlo en la ejecución contractual hasta que pueda volver a realizar por sí mismo esa ejecución.
La sustitución del contratista por la Administración o por un tercero, es por cuenta y riesgo de aquél, que debe hacerse cargo de los mayores costos y gastos que resulten de esa nueva forma de cumplir las prestaciones.
Sanciones rescisorias: son las de mayor gravedad, pues dan lugar a la extinción del contrato administrativo. Proceden únicamente ante faltas especialmente graves, y la Administración recurre a ellas sólo cuando no hay otro medio para lograr la ejecución de las obligaciones contractuales debidas por el contratista.
Las sanciones rescisorias pueden revestir dos formas con efectos diferentes respecto del contratista sancionado.
En algunos casos, la rescisión es pura y simple y el cocontratante queda liberado de las consecuencias que produce la celebración de un nuevo contrato para la prosecución de las prestaciones objeto del contrato. La Administración hace la liquidación de las prestaciones cumplidas conforme a las reglas vigentes para ello y procede además a la imposición de sanciones pecuniarias por los retardos que hayan existido y los daños y perjuicios que le han sido causados.
En otros casos, en cambio, la rescisión supone las consecuencias onerosas que se deriven de la formalización del nuevo contrato, v.gr., mayores costos, agravación de los gastos improductivos, variación del precio de acopios, etcétera. Este efecto debe ser expresamente pactado en el contrato, o resultar de las normas que rijan la contratación administrativa en general, o el tipo de contrato de que se trate.
 Pecuniarias
 SANCIONES Coercitivas
 Rescisorias
d) La prestación debida.
El contratista tiene la obligación y la Administración el derecho de exigir el debido y regular cumplimiento de las obligaciones emergentes del contrato.
Lo pactado debe ser cumplido por el contratista en el tiempo y en la forma convenida. 
La debida ejecución del contrato administrativo impone al contratista el deber de ejecutar personalmente sus obligaciones, por lo cual no puede ceder o transferir el contrato a un tercero, ni puede tampoco subcontratar. El fundamento del cumplimiento "personal" del contratista está en el hecho de que los contratos administrativos se celebran intuito personae.
e) Ejecución en término. 
La comitente tiene el derecho de exigir la debida ejecución del contrato administrativo dentro de los plazos fijados en el mismo. Este es un deber esencial de cumplimiento obligado para el contratista.
El plazo fijado en el contrato para la ejecución debe ser respetado, y es obligatorio tanto para el contratista como para la Administración Pública, quien no puede modificarlo unilateralmente, a menos que en el contrato se haya establecido esa posibilidad.
Los plazos pueden ser generales (pactarse determinado plazo de cumplimiento) o particulares, por ejemplo por distintas etapas. Puedenademás preverse plazos especiales para subsanar defectos.
En el caso de que el contrato administrativo no haya fijado ningún término para su cumplimiento, ello no implica que el contratista esté liberado de todo plazo de ejecución. En ausencia de un plazo previsto contractualmente, existe para cada contrato un término normal de ejecución, dentro del cual debe cumplírselo y que se fija conforme a la naturaleza de las prestaciones, la capacidad del contratista para realizarlas, la complejidad y dificultad de las obligaciones, etcétera.
El incumplimiento de los plazos fijados constituye una falta contractual por parte del contratista y da lugar a que la Administración Pública le imponga las sanciones previstas en el contrato.
Sin embargo, la inobservancia de los plazos establecidos no da lugar a la aplicación de sanciones al contratista cuando existe una norma legal o administrativa que autorice su suspensión o prorroga, cuando ha mediado un acuerdo entre las partes, o cuando el incumplimiento se deba a circunstancias que no le sean jurídicamente imputables.
2.1) Derechos del cocontratante (contratista)
La celebración del contrato administrativo implica obligaciones para ambas partes, derivado del principio pacta sunt servanda. 
Los derechos del contratista que implican recíprocamente obligaciones para la Administración Pública comitente son los de percepción del precio, suspensión de la ejecución, rescisión del contrato por culpa de la comitente, mantenimiento de la ecuación económico-financiera e invocación de las eximentes de responsabilidad por incumplimiento.
En su consecuencia, el contratista tiene el derecho de exigir de la Administración el cumplimiento de las obligaciones emergentes del contrato. Asimismo, la Administración debe ejecutar sus prestaciones dentro de los plazos estipulados normativa o convencionalmente, o dentro del plazo razonable que corresponda a la naturaleza del contrato.
En el caso de que la Administración no cumpla con las obligaciones emergentes del contrato, es posible que el contratista oponga la defensa de la exceptio non adimpleti contractus o, en su caso, exija judicialmente el pago de daños y perjuicios.
a) Percepción del precio.
Es también derecho del contratista percibir el precio correspondiente, o sea, la suma de dinero estipulada a su favor por las prestaciones que debe ejecutar.
El precio puede configurarse de diversas formas según el tipo de contrato. Así, en los contratos de suministro y de obra pública el contratista percibe una suma convenida; en el de empréstito público el precio está representado por los intereses del capital dado en préstamo; en la concesión de servicio público el concesionario puede tener derecho a percibir por parte de los usuarios las tarifas fijadas, o por parte del Estado el importe de las subvenciones que se hubieren establecido a su favor, lo cual integra en estos casos el concepto de precio; en el contrato de empleo público el agente tiene derecho a percibir el sueldo, remuneración o emolumento correspondiente.
Otra modalidad relativa al precio es respecto de quién debe pagarlo, es decir, el sujeto que tiene a su cargo la obligación de pagar. En principio, lo abona directamente la Administración Pública. Es el caso de los contratos de concesión de obras públicas y de servicios públicos, en los cuales el usuario está obligado a pagar al concesionario, quien tiene de esta manera derecho de exigirlo a aquel que usa o se beneficia con el servicio o con la obra.
Un principio fundamental que rige el precio en los contratos administrativos es el de su intangibilidad. Sin embargo, la intangibilidad del precio no obsta para que sufra variaciones cuando estuvieren ellas previstas en el contrato, v.gr., cláusulas de variabilidad de precios, o cuando se ha producido la alteración de elementos no contractuales de la remuneración, por ejemplo, por voluntad del legislador.
El precio es intangible pero, no es inmutable, ya que en esos casos puede variar el precio originario.
El precio contractual debe ser pagado en el lugar, en el tiempo, en la forma y en las condiciones que hayan sido fijadas por las partes en el contrato o por acuerdo posterior.
El precio debe ser pagado contemporáneamente o después de realizado el servicio o entregada la cosa. Es decir, que se irá financiando a medida que el contratista vaya cumpliendo con las prestaciones debidas.
Finalmente, el precio, cuando se lo paga parcialmente a cuenta de prestaciones en curso, puede estar sujeto a retenciones por parte de la Administración Pública (por ejemplo, en el contrato de obras públicas, que se constituye un fondo de reparos), autorizadas por el contrato o por el régimen normativo vigente, que tienden a constituir un fondo de garantía con el objeto de atender a los reparos de obra, o a nuevas prestaciones de obligaciones mal ejecutadas. La Administración en poder de esas retenciones acreditadas al contratista, puede oponer la compensación de esos importes con los correspondientes a créditos resultantes para ella de otros conceptos, como anticipos, aplicación de sanciones pecuniarias, etcétera.
Los gastos de entrega tienen incidencia en el precio contractual. En lo relativo a cosas muebles, son los requeridos por trasladar la cosa al lugar en que sería recibida por el comprador (flete, acarreo, embalaje, descarga, trabajo de contar la mercadería, pesarla, medirla, controlar si lo entregado corresponde a lo adquirido). En referencia a quién corresponde pagarlos, en los contratos administrativos se aplica el mismo criterio sustentado en derecho privado, que establece que los gastos de entrega estarán a cargo del vendedor (art. 1415, CC y art. 460, C de C). En función de ello, los gastos de entrega corren por cuenta del contratista particular (art. 61, inc. 45, d, RCE), excepto en los casos en que ambas partes hayan estipulado lo contrario.
En lo referente a las cosas inmuebles se aplican en general los principios del derecho privado.
El pago debe ser pagado en término. Si la Administración Pública no lo paga en el término a que está obligada, deberá abonar intereses moratorios sobre la suma respectiva. Para que se requiera judicialmente la suma adeudada, la Administración Pública ya debe haber sido considerada en mora, con todas las consecuencias de ello.
Si la demora en el pago obedece a causas imputables al contratista, éste no tendrá derecho alguno a reclamar el pago de intereses a la Administración.
b) Rescisión del contrato por culpa de la comitente.
El contratista tiene derecho a pedir la rescisión del contrato administrativo por culpa de la Administración en los casos previstos en las cláusulas contractuales, y en las disposiciones legales aplicables.
La fuerza mayor y el hecho de la Administración habilitan la rescisión requerida por el contratista. Este sólo puede pedir a la autoridad administrativa primero y luego a la judicial que declare tal rescisión y hasta que ella no se produzca tendrá que seguir ejecutando el contrato, en tanto no proceda su suspensión.
La rescisión a petición del contratista es también una sanción, pues se produce ante incumplimientos de la Administración a la prestación debida.
La rescisión que se pronuncie a petición del contratista producirá la extinción del contrato, dando lugar, cuando así corresponda, al pago de los daños y perjuicios a su favor.
c) Resarcimiento por rescisión del contrato por razones de oportunidad. 
Cuando la Administración Pública, en ejercicio de su competencia rescisoria, dispone unilateralmente la rescisión de un contrato administrativo, fundada en razones de mérito, oportunidad o conveniencia, el contratista tiene derecho a ser indemnizado de los daños y perjuicios que le produzca esa extinción del contrato.
El derecho del contratista al resarcimiento se funda en el principio del art. 17 de la Const. Nacional, por el que el sacrificio de un derecho individual por razones de interés público debe ser indemnizado, tanto por daño emergente como por lucro cesante siempre que se trate de probabilidades objetivas yestrictamente comprobadas.
d) Mantenimiento de la ecuación económico-financiera. 
Cuando el contratista estima el precio del contrato, lo hace teniendo en cuenta la situación económico-financiera existente en el momento de celebrar el contrato. Pero puede ocurrir que tal situación se vea alterada por causas imputables a la Administración o por causas ajenas a ella, causas que vienen a modificar el equilibrio económico-financiero originario, por lo cual el contratista tendrá derecho a que dicho equilibrio sea restablecido, manteniendo de esta manera la ecuación financiera del contrato.
El fundamento jurídico de este derecho está en el principio de justicia conmutativa, que supone una igualdad o equilibrio entre derechos y obligaciones del particular, una equivalencia por la que no se podrá sacrificar el interés particular en aras del interés público sin que aquél haya sido previamente resarcido (arts. 16 y 17, CN).
e) Mantenimiento de los derechos acordados contractualmente
Correlativamente al derecho de mutabilidad del contrato que tiene la Administración el contratista tiene el derecho a que esa prerrogativa no signifique el desconocimiento liso y llano de sus derechos contractuales.
De tal forma, las limitaciones a la mutabilidad también derivan de la fuerza vinculante del contrato, en tanto y en cuanto el ejercicio de facultades exorbitantes del derecho privado no pueden llegar a ejercerse al grado de desnaturalizar o des figurar las condiciones pactadas, ya que de ellas derivan derechos subjetivos para el contratista.
De tal manera, son improcedentes, por resultar violatorias al derecho de propiedad (art. 17, CN), las modificaciones unilaterales que la Administración introduce en los contratos administrativos, que afecten sustancialmente la ecuación contractual. En tal supuesto, el contratista puede exigir el restablecimiento de las condiciones modificadas en forma irrazonable o ilegítima, reclamar la indemnización correspondiente y aun la rescisión del contrato. 
3) Eximentes de responsabilidad para el contratista
Hay circunstancias que eximen de responsabilidad al contratista de la Administración Pública en caso de incumplimiento (inejecución) del contrato, total o parcial, definitivo o provisional, o por retardo en el cumplimiento del mismo. Los casos de exención de esa responsabilidad son: la "fuerza mayor" y el "hecho de la Administración Pública".
· Fuerza mayor o caso fortuito.
La fuerza mayor se concreta en un acontecimiento ajeno a la persona que la invoca. Este acontecimiento implica un impedimento para que el obligado cumpla sus obligaciones. El acontecimiento debe reunir ciertos caracteres para ser considerado fuerza mayor o caso fortuito y por ende eximir de responsabilidad al obligado. Debe ser: a) exterior, ajeno a la persona obligada y a su voluntad; b) imprevisible, es decir, que no puede ser razonablemente considerado por el contratante en el momento de celebrar el contrato; también se califica al suceso de extraordinario, presentándoselo como anormal; c) inevitable, irresistible, según algunos, o insuperable por el contratante, y d) actual.
En derecho administrativo hay dos modalidades de fuerza mayor: a) la insuperable para el contratista, la cual por sí justifica la inejecución del contrato, y b) la que sin ser irresistible o insuperable trastorna definitivamente el equilibrio del contrato, lo cual autoriza a que se solicite su rescisión.
Los hechos o acontecimientos que dan lugar a la fuerza mayor pueden ser hechos de la naturaleza, o bien responder a acciones del hombre. De ahí que se los clasifique en hechos naturales y hechos del hombre.
La fuerza mayor puede producir efectos definitivos (resolutorios) o provisionales (dilatorios). Es definitivo cuando la imposibilidad de cumplir el contrato es insuperable para el contratante que invoca esa circunstancia, y se concreta en la rescisión del mismo.
El efecto es provisional o transitorio cuando motiva la paralización o suspensión de la ejecución del contrato. 
Puede ser invocada tanto por el contratista como por la administración, pero cualquiera que sea el efecto de la fuerza mayor, sus consecuencias consisten en liberar de responsabilidad al obligado o deudor. 
· El hecho de la Administración. 
Es toda conducta o comportamiento de la Administración que imposibilita al contratista la ejecución del contrato, o lo obliga a su ejecución fuera de término, v.gr., el retardo en los pagos en que incurre la Administración por un plazo más que prudencial y por un monto apreciable trastorna la situación financiera del contratista, obligándolo a la inejecución de sus obligaciones.
Tiene por efecto hacer excusable el incumplimiento del contrato en que haya incurrido el cocontratante liberándolo de las sanciones que de otro modo le hubieran correspondido. Justifica el incumplimiento de la obligación, tanto en el caso de inejecución definitiva, total o parcial del contrato, como en el caso de paralización, retardo de dicho cumplimiento por imposibilidad de cumplir dentro de los plazos convenidos.
La fuerza mayor y el hecho de la Administración, en cuanto sean asimilables, pueden producir dos efectos distintos:
- Un efecto definitivo: autorizar al contratista a pedir la rescisión del contrato.
- Un efecto transitorio o provisional: autorizar al contratista a suspender o paralizar la ejecución o cumplimiento del contrato.
Debe configurar una razonable imposibilidad de cumplir las obligaciones emergentes del contrato, o sea, una imposibilidad que no pueda ser superada por el contratista después de haber realizado un diligente esfuerzo.
· Suspensión de la ejecución y exceptio non adimpleti contractus.
La exceptio non adimpleti contractus puede ser opuesta como defensa por el contratista de la Administración Pública, cuando una conducta de ésta haya dado lugar a una situación de hecho que le impida cumplir las obligaciones a su cargo, v.gr., retardo del pago, o no pago en el tiempo oportuno. Es limitada en cuanto al contratista e ilimitada en relación a la administración.
· Planteo de la exceptio
Cuando la Administración Pública incurra en incumplimiento de sus obligaciones, podrá el contratista hacer uso de la exceptio y suspender la ejecución de las prestaciones a su cargo.
· Casos en que procede
Para que ella proceda, el hecho de la Administración tiene que producir una razonable imposibilidad de cumplir con las obligaciones contractuales.
En síntesis, para la procedencia debe haberse producido:
· Falta de cumplimiento de las obligaciones de la administración jurídicamente imputable a esta
· Ausencia de un plazo pendiente a su favor que le posibilite el cumplimiento
· Ausencia del propósito de cumplir y 
· Gravedad y trascendencia del incumplimiento.
4) Alteración de la ejecución.
 La ecuación económico-financiera del contrato puede ser alterada por causas imputables a la Administración contratante, por causas imputables al Estado, encuadrándose en el llamado hecho del príncipe, y por causas no imputables al Estado, externas al contrato, en cuyo supuesto surge la llamada teoría de la imprevisión.
· Incumplimiento de las obligaciones de la Administración Pública. 
Cuando la Administración Pública sin más no cumple con sus obligaciones, alterando con su conducta el equilibrio económico-financiero del contrato, abre el cauce a la responsabilidad contractual del Estado por hechos de la Administración.
Los principios que rigen la responsabilidad contractual del Estado son los mismos que en el derecho civil.
La responsabilidad contractual del Estado debe ser declarada por el órgano judicial, quien fijará asimismo el monto del resarcimiento. No intervendrá el órgano judicial cuando la Administración reconozca su responsabilidad por incumplimiento de sus obligaciones contractuales.
Cuando las modificaciones introducidas puedan traspasar los límites autorizados, tornándose abusivas, el contratista podrá solicitar la rescisión del contrato, y exigir el pago de los perjuicios.
· Hecho o acto del Estado (hecho del príncipe). 
Cuando la ecuación económico-financiera

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