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Ana María Fernández El campo grupal Notas para una genealogía Prólogo de Armando Bauleo Capítulo II LO SINGULAR Y LO COLECTIVO Y mi soledad no ataca más que la inteligibilidad de las cosas. Mina hasta el fundamento mismo de su existencia. Cada vez me asaltan más dudas sobre la veracidad del testimonio de mis sentidos. Sé ahora que la tierra sobre la que se apoyan mis dos pies necesitaría para no tambalearse que otros, distintos de los míos, la pisaran. Contra la ilusión óptica, el espejismo, la alucinación, el soñar despierto, el fantasma, el delirio, la perturbación del oído…. el baluarte más seguro es nuestro amigo o nuestro enemigo, pero… alguien oh dioses, alguien.30 A. Antinomia individuo-sociedad Si bien en la actualidad puede considerarse que las relaciones de los seres humanos con el medio que los rodea son inherentes a la propia humanización, el problema de la relación de los individuos entre sí ha sido considerado desde diferentes puntos de vista. Podrían esquematizarse las posiciones más opuestas diciendo que desde una de ellas se considera al individuo, en tanto singularidad, como una realidad en sí mismo; sólo él percibe, piensa, ama u odia, se siente responsable, toma decisiones, etcétera. El grupo, la sociedad, lo colectivo serían generalizaciones teóricas que no tendrían otra consistencia que la realidad misma de ese individuo. En la tesis contraria, el individuo como tal, independientemente de los demás sería una mera entidad lógica. Únicamente el grupo, el colectivo, la sociedad, son reales; sólo a través de dicha realidad se presentifica la instancia individual. Según esta concepción, el individuo sería producto de su ambiente, sea él consciente o no de ello. O, dicho de otra manera, el individuo sería un cruce de relaciones sociales. Como puede observarse, tanto en una como en otra posición, la relación individuo-sociedad está pensada desde un criterio antagónico, es decir, que ambas "resuelven" la compleja tensión entre lo singular y lo colectivo desde un paradigma disyuntivo -muy propio del pensamiento occidental- según el cual singularidad y colectividad conforman un par de contrarios; presentan, por lo tanto, intereses "esencialmente" opuestos y se constituyen desde lógicas “esencialmente" diferentes. Se pueden puntuar en ese sentido dos formas típicas de "resolver" tal tensión: el psicologismo y el sociologismo. El primero más frecuente en el pensamiento liberal, conserva la tendencia a reducir los conceptos sociales a conceptos individuales y 30Del log-book de Robinson en la isla Speranza, antes de la llegada de Viernes. Michael Toumier. Viernes o los limbos del Pacífico, Alfaguara, Madrid, 1986. psicológicos; el segundo, más frecuente en el pensamiento socialista, ha ido en sentido contrario: hacia la reducción de los conceptos individuales a una idea globalizada de la historia y de la sociedad. Ambos fomentan un antagonismo entre individuos y sociedades, el primero en favor de una idea abstracta de individuo, el segundo en favor de una idea abstracta de la sociedad.31 En muchos tramos de este libro se observará cierta insistencia en el señalamiento de sesgos psicologistas o de operaciones de psicoanalismo. No debe entenderse esta preferencia como una consideración de mayor importancia del psicologismo con respecto al sociologismo-, la justificación de tal insistencia radica en otra afirmación: aquella que ubica al psicologismo o al psicoanalismo como los impensables más frecuentes de la cultura "psi". Así, por ejemplo, dentro de las posiciones psicologistas en la psicología académica, puede observarse la presencia de la antinomia Individuo- Sociedad en el campo grupal, en la tajante divisoria de aguas entre "individualistas" y "mentalistas" que recorrió los primeros tramos de este campo disciplinario. A su vez, esta polémica desarrolla nuevas formas argumentases en el campo del psicoanálisis, cuando esta disciplina incorpora formas grupales de trabajo clínico- aquí una de las divisorias se ha establecido entre aquellos que han nominado a su quehacer grupa] como psicoanálisis en grupo y aquellos que lo han llamado psicoanálisis de grupo. Pero el interés de estas puntuaciones no es sólo histórico, la preocupación con respecto a la tensión entre lo singular y lo colectivo, corno así también la necesidad de su reflexión por caminos que no se deslicen hacia los clásicos reduccionismos cobra absoluta vigencia en la actualidad tratando de superar las formas dicotómicas de abordaje de esta temática. Así por ejemplo interrogaciones tales como: ¿cuál es la dimensión de lo social histórico en la constitución de la subjetividad?, ¿cuál es el papel de la subjetividad en los procesos histórico-sociales?,32 dan cuenta de la necesidad actual de desdibujar las formas antinómicas de pensar esta cuestión. Son interesantes al respecto las preocupaciones que nuclean a los historiadores de Annales para quienes una sociedad no se explica solamente por sus fundamentos económicos, sino también por las representaciones que ella se hace de sí misma. Ha dicho G. Duby en una de sus lecciones inaugurales en el Colegio de Francia: El sentimiento que experimentan los individuos y los grupos de sus posiciones respectivas y las conductas que dicta ese sentimiento, no son determinados inmediatamente por la realidad de su condición económica sino por la imagen que de ella se hacen, la cual jamás es fiel, sino que es siempre la inflexión del juego de un conjunto complejo de representaciones mentales.33 Obsérvese cómo desde este tipo de planteos, quedan en cuestionamiento diversas antinomias simultáneamente, así no sólo lo singular y lo colectivo sino también lo objetivo y lo subjetivo, lo material y lo ideal, la economía y la cultura, abriendo nuevas formas de enlace entre lo imaginario y lo social. 31Russell, J. La amnesia social, Dos culturas, Barcelona, 1977. 32Castoriadis, C. La institución imaginaria de la sociedad, Tusquets, Barcelona, 1983. véase al respecto el término "imaginario social" usado por el autor. 33Bonnet, J. "Le mental et le fonctionnement des sociétés", Rev. L'Arc n° 72, Paris. B. Espacios La preocupación por pensar las relaciones y diferencias entre individuos y sociedades es, sin duda, una característica fundante en las ciencias humanas, las filosofías y las ciencias y prácticas políticas de la Modernidad. En este sentido, se señalan dos espacios donde estas consideraciones se han desplegado; si bien cada uno de ellos ha dado características propias al tratamiento de la tensión entre lo singular y lo colectivo, no está de más subrayar que suelen presentar amplias zonas de entrecruzamiento. Se hace así referencia al espacio científico-académico y al ético-político. 1. Espacio científico-académico La oposición Individuo-Sociedad ha atravesado la psicología y la pedagogía a través de las interminables polémicas nature-nurture y la sociología a través, por ejemplo, de la célebre oposición Tarde-Durkheim; estas polémicas "clásicas" no sólo han constituido los debates fundadores de las ciencias humanas, por el contrario, pueden encontrarse aun hoy, por ejemplo, en las discusiones sobre el origen del lenguaje, la psicología del conocimiento, etcétera. Atraviesan, asimismo, tanto las diferentes conceptualizaciones sobre los grupos humanos en las diversas orientaciones de la psicología social como también los abordajes psicoanalíticos con grupos: análisis del grupo o en grupo, etcétera. Se ha señalado que los primeros intentos para comprender, en el campo de la psicología, la problemática grupal, se organizaron en un traslado mecánico de conceptos de la psicología "individual" de la época; en reacción a esta forma de abordaje de corte "individualista" se ubicaron las tesis sustentadas por McDougall, Durkheim, etc., que se refirieronal grupo enunciando una mentalidad grupal.34 Esta polémica se desarrolla en el cruce de un debate entre dos posiciones doctrinarias encontradas, la tesis individualista y la tesis de la mentalidad de grupo; da cuenta, de alguna manera, de la dificultad de poder comprender la articulación del funcionamiento de las fuerzas sociales con los actos de los individuos. Ya Asch señalaba que "los grupos parecen más poderosos y a la vez menos reales que los individuos y, si bien parecen poseer propiedades que trascienden las individuales, sólo los individuos pueden originarios".35 Para la tesis individualista, los individuos constituyen la única realidad y tiende a negar realidad a los grupos, en tanto sostiene que. los procesos psicológicos ocurren tan sólo en los individuos y éstos constituyen las únicas unidades accesibles a la observación. Por lo tanto, si los individuos son los únicos actores reales, el término grupo 34Asch, S. Psicología social, Eudeba, Buenos Aires, 1964. 35 Asch, S. Op. cit. constituye una ficticia abstracción cuando pretende algo más que referirse a la suma de reacciones recíprocas de los individuos. De esta forma, para la tesis individualista, en rigor, no existen los grupos; "grupo" será un término colectivo, que hace referencia a una multiplicidad de procesos individuales. Siguiendo esta línea de reflexión, para comprender los fenómenos sociales debemos rastrearlos hasta llegar a las propiedades de los individuos; de tal forma en tanto éstos son los únicos actores sociales, los acontecimientos de un grupo, las instituciones, creencias y prácticas, siguen los principios de la psicología individual y son producto de las motivaciones individuales. En síntesis, no existe en los grupos, en las instituciones, ni en las sociedades, nada que no haya existido previamente en el individuo.36 "Las acciones de todos no son nada más que la suma de las acciones individuales tomadas separadamente".37 En oposición a las tesis individualistas, se desarrolló la noción de mentalidad de grupo. A partir de la observación por la cual cuando los seres humanos viven y actúan en grupos, surgen "fuerzas y fenómenos" que siguen sus propias leyes y que no pueden ser descritos en términos de las propiedades de los individuos que los componen; afirmarán, por ejemplo, que el lenguaje, la tecnología o las relaciones de parentesco no constituyen el producto de las mentalidades y motivaciones individuales sino que, por el contrario, son procesos que poseen leyes propias, diferentes e irreductibles a los individuos. Algunos autores como Durkheim se refieren al grupo como una entidad mental: "las mentalidades individuales al formar los grupos […] originan un ser […] que constituye una individualidad psíquica de una nueva índole".38 Consideran al grupo como una entidad distinta de la suma de los individuos; afirmarán, asimismo, el efecto de las fuerzas sociales y de las instituciones sobre los individuos. De acuerdo con esta tesitura el individuo aislado constituye una abstracción; fuera del grupo no posee carácter definido, si bien sus potencialidades son necesarias para el funcionamiento del grupo, no son causa de los acontecimientos del mismo. La noción de mentalidad de grupo intenta explicar la frecuente observación por la cual muchos acontecimientos colectivos exhiben una dirección definida, se desarrollan y mantienen a menudo sin relación con las intenciones de los individuos, atribuyendo entonces intencionalidad al proceso en cuestión; en ese sentido es que Asch puntualizó aquello que denominó "la falacia antropomórfica de la tesis de la mentalidad de grupo" ya que, si bien esta corriente parte de una premisa correcta, por la cual se constata que la acción de un grupo produce efectos que superan los efectos de los individuos aislados, a partir de ello deduce la existencia de una mente de grupo que otorgaría dirección e intencionalidad a los momentos grupales. Esta "mente de grupo", en consecuencia, sería cualitativamente análoga a la "mente individual aunque cuantitativamente supra individual". En síntesis, si bien operaron una importante reacción a las tesis individualistas -tal vez la única respuesta posible en tal momento histórico- localizando la especificidad de lo grupal, quedaron limitados por cierto sustancialismo de la época, no pudieron sostener 36 Id. 37 Allport, F.H. (1924). Citado por Asch, op. cit. 38 Durkheim, E. Citado por Asch, op. cit. que los grupos "existían" de un modo cualitativamente diferente a los individuos. Pareciera ser que este antropomorfismo fue la única alternativa con que contaron los primeros pensadores que pudieron demarcar cierta particularidad de lo grupal, no reductible a sus integrantes. De esta forma quedó abierto -ya desde ellos- el camino para largas y reiteradas traspolaciones, en tanto el grupo es pensado como un supra individuo, con los mismos mecanismos de funcionamiento interno, a lo sumo con algunas diferencias de superficie en cuanto a su falta de sostén biológico, pero que en todo caso afectan a la semejanza y no a la analogía, entre ambos tipos de "individuos".39 Esta polémica de tipo académico-doctrinario si bien puede encontrarse en la arqueología de la disciplina, ha atravesado insistentemente el campo grupal. Se hace necesario, por lo tanto, someter a elucidación crítica -desconstruir- dos ficciones. Por un lado, la ficción del individuo que impide pensar cualquier plus grupal; por el otro la ficción del grupo como intencionalidad que permite imaginar que el plus grupal radicaría en que ese colectivo -como unidad- posee intenciones, deseos o sentimientos. Es importante subrayar que estas referencias a la psicología académica no tienen un interés meramente histórico; puede encontrarse esta polémica en diversos abordajes psicoanalíticos actuales en el campo grupal, donde no es raro encontrar tendencias a personificar al grupo, adscribirle vivencias o tomar las partes por el todo en el análisis de los acontecimientos grupales;40 también pueden encontrarse, por el otro lado, fuertes negativas a pensar alguna especificidad de lo grupal. Ambas posiciones producen, cada cual a su modo, sus obstáculos para poder indagar qué herramientas conceptuales específicas habrá que desarrollar desde el psicoanálisis para dar cuenta de aquellos acontecimientos específicos de los grupos: re-producen, sin saberlo, una polémica que ha atravesado disciplinas de las cuales el psicoanálisis no se considera tributario. En consecuencia, es importante subrayar que esta antinomia clásica de las ideas sociales -la relación individuo-sociedad en el sesgo que adquiera- se encuentra implícita en toda concepción sobre lo grupal, y generalmente determina en alto grado el "dibujo" que un pensador realiza sobre los grupos. Opera como verdadero a priori conceptual, como premisa implícita desde donde no sólo se piensa la articulación de lo singular y lo colectivo, sino también se "lee" el conjunto de los acontecimientos grupales. En las ciencias humanas, los a priori conceptuales forman parte del campo epistémico desde donde se constituyen las condiciones de posibilidad de un saber, se delimitan sus áreas de visibilidad e invisibilidad, sus principios de ordenamiento sus formas de enunciabilidad. Operan, por lo tanto, en alto nivel de productividad organizando la lógica interna de las nociones teóricas y el diseño de los dispositivos tecnológicos de una disciplina, desde donde se interpretan los acontecimientos allí gestados. Es decir, que si bien actúan en forma implícita lo realizan desde el corazón mismo de las teorizaciones e intervenciones de un campo disciplinario. 39 Colapinto, J. "La Psicología Grupal: Algunas consideraciones críticas", Rev. Arg. de Psicología, n° 8, Buenos Aires, 1971. 40 Colapinto. Op. citEn general estos a priori hacen posible la "resolución" de la tensión de los pares antitéticos por los que oscilan estos campos del saber, los cuales desde su constitución se despliegan en tres pares de opuestos: Individuo-Sociedad, Naturaleza-Cultura, Identidad-Diferencia.41 Cuando esta tensión es "resuelta" puede observarse con frecuencia que suele producirse desde criterios dicotómicos -muy propios del Pensamiento occidental- a partir de los cuales se subsume la lógica específica de uno de los polos al polo contrario que, por lo mismo, cobra características hegemónicas. De esta forma son fundamento de los diferentes reduccionismos, en el caso particular de los a priori referidos al Par Individuo-Sociedad, los reduccionismos psicologistas y sociologistas respectivamente. Así como estos tres pares antitéticos operan desde los momentos fundacionales de las ciencias humanas, podría incluirse en los últimos decenios otro par: Acontecimiento-Estructura, de marcada conflictividad en vastas regiones disciplinarias de estos campos de saberes y prácticas. En las distintas teorizaciones sobre los colectivos humanos denominados pequeños grupos, el a priori individuo-sociedad constituye una pieza clave en la demarcación de lo posible de ser pensado, en la organización de aquello que las experiencias grupales demostraran, como así también en las formas de enunciabilidad de sus teorizaciones; y lo que es más, el pensar "individuos" vs. sociedades" se instituye como una fuerte evidencia, es decir como algo natural. En ese sentido, se intenta problematizar, interrogar críticamente los componentes de tal a priori. Para ello habrá que de-construir su naturalización, es decir remitir a la Historia. ¿De dónde surge esta concepción antagónica de individuos ver sus sociedades? Cobra presencia en el escenario liberal europeo de los siglos XVII y XVIII, pero merece responder hoy a una fuerte revisión por cuanto ¿qué dimensión es el individuo? ¿qué dimensión es la sociedad'? ¿hasta dónde llegan uno y otra? En realidad, el Polo "individuo" es una perspicaz falacia de las teorías que creen que la sociedad puede definirse como una agregación de individuos, y a su vez el polo "sociedad" es algo mucho más complejo que su formulación descriptiva. Más aún, lo más cuestionable consiste, tal vez, en colocar al individuo y a la sociedad en una relación antinómica. 42 En este sentido es elocuente el planteo de Canguilhem: quizá no se ha observado bastante que la etimología de la palabra hace en realidad del concepto individuo una negación. El individuo es un ser en el límite del no ser, dado que no puede ser fragmentado, sin perder sus caracteres propios. Es un mínimo ser. Pero ningún ser es un mínimo. El individuo supone, necesariamente en sí su relación con un ser más vasto, y apela a un fondo de continuidad que se destaca.43 41Para un análisis del a priori Identidad-Diferencia véase Fernández, A.M. La diferencia sexual en Psicoanálisis: teoría o ilusión?. Depto. Publicaciones, Fac. de Psicología, U.B.A., Buenos Aires, 1985. 42Kaminsky, G. Seminario "Instituciones", Cátedra de Psicología Social, Carrera de Psicología, U.B.A., 1985. Como se planteaba en el capítulo anterior la noción del "individuo" se produce en aquel momento de la historia de Occidente a través del cual la "sociedad" es pensada como un conjunto de productores libres; sostiene así las indagaciones de las filosofías del sujeto que se interrogan por el conocimiento del mundo, abandonando las certezas que otorga la fe y el orden religioso para desplegar las diferentes problemáticas de la subjetividad; en este incipiente horizonte económico, tecnológico, político y filosófico se destacará una nueva figura: el individuo, sólida ilusión del capitalismo naciente por la que es pensado indiviso, libre y autónomo. Se crean así las condiciones para el paulatino nacimiento de las ciencias humanas; el Hombre se constituye desde diferentes saberes para ser pensado abriendo un espacio propio a los humanismos, antropologías filosóficas y ciencias humanas; en palabras de Lévi-Strauss: El pensamiento clásico y todos-aquellos que lo precedieron han podido hablar del espíritu y del cuerpo, del ser humano, de su lugar tan limitado en el universo, de todos los límites que miden su conocimiento o su libertad, pues ninguno de ellos ha conocido al Hombre tal como se da en el saber moderno. El humanismo del Renacimiento o el racionalismo de los clásicos han podido dar un buen privilegio a los humanos en el orden del mundo, pero no han podido pensar al Hombre.44 Es entonces con la noción de individuo (sujeto no dividido de la conciencia) que los saberes modernos organizaron sus reflexiones sobre el Hombre. Pero aun más, también la noción de individuos sustentará las prácticas y teorías del libre mercado, las figuras de la gobernabilidad con el contrato, el consumo y la representatividad de las democracias de la modernidad. Nuevas formas políticas y subjetivas de pensar los enlaces sociales, la regulación de sus conflictos y la forma de negociación de sus contratos. Como una mera referencia cronológica y sin pretender igualar jerárquicamente estas áreas disciplinarias, puede constatarse que los siglos XVII y XVII, formulan sus interrogaciones centrales hacia el ser del individuo, el siglo XIX hacia el ser de la sociedad (Durkheim, Marx), pero habrá que esperar hasta el siglo XX para que puedan tomar forma aquellas cuestiones referidas al ser de los grupos, De todos modos pareciera bastante explicable que los primeros discursos sobre la grupalidad fueran desplegando sus enunciados en el paradigma de individuo-sociedad como pares antagónicos. Paradigma que si bien comienza a ser cuestionado, presenta todavía fuerte vigencia; en realidad, a fuer de verdad, debe reconocerse que si bien transita por un momento de problematización crítica, de de-construcción, no puede hablarse aún de la constitución de un paradigma alternativo que haya encontrado los caminos de superación que los "impasses" que la antinomia individuo-sociedad proporcionaron a vastas regiones de las disciplinas involucradas. Las teorizaciones que colocan a los grupos humanos como campos de mediaciones entre Individuo y Sociedad, suelen reproducir sin revisar las propiedades 43Canguilhem, G. La teoría celular, citado por Pontalis, J. en Después de Freud, Sudamericana, Buenos Aires, 1974. 44 Lévi-Strauss, C. Seminario.- La Identidad, Petrel, Barcelona, 1981. antinómicas de estos términos y, en tanto parten de dos conjuntos de opuestos, aquellos campos de la realidad que no serían estrictamente indivisos ni estrictamente macrosociales, como los grupos y las instituciones sólo pueden ser pensados como puentes o instancias mediadoras. En forma muy esquemática podría decirse que el a priori conceptual opera en los diferentes discursos sobre la grupalidad, de la siguiente manera: La especificidad de lo grupal la aportan los individuos que lo forman; habrá que estudiar individuos en grupo. La especificidad de lo grupal es aportada por un plus a los individuos agregados; habrá que estudiar grupos. A primera vista se podría pensar que tomar a los grupos como totalidades ubicaría a las teorías que esto sostienen, a favor de la existencia de una especificidad grupal, pero se verá más adelante que no siempre esto es así. 2. Espacio ético-político La antinomia Individuo-Sociedad tiene también una inscripción ético-filosófica de gran importancia en el plano político, cuyo origen moderno podría ubicarse en la controversia Locke-Rousseau, polémica que se encuentra en la base de la discusión de las democracias modernas, en tanto han planteado como disyuntiva ético-política ¿qué deberá priorizarse, los intereses individuales o los intereses colectivos?45 Estospresupuestos ético-filosóficos se hallan presentes implícitamente en las diferentes preocupaciones por las relaciones de los seres humanos entre sí y opera, desde variados puntos de entrecruzamientos -habitualmente invisibles pero eficaces- en las distintas teorizaciones sobre lo grupal. Su operatividad se vuelve visible según se privilegio lo individual o lo colectivo. Es frecuente encontrar fuertes explicitaciones de utopías sociales transformadoras en aquellos que desde Fourier en adelante han priorizado lo colectivo. Si bien en quienes han priorizado lo individual no siempre su paradigma ético-político se encuentra tan desplegado, podrían ubicarse aquí aquellas teorizaciones que caracterizan, por ejemplo, los fenómenos de masas y los fenómenos grupales acentuando su irracionalidad, lo regresivo o pensándolos como espacios que amenazan de una u otra forma la identidad, esto es, remarcando su negatividad.46 45Dotti, J. "Vicio y nuevo liberalismo", Conferencia del Ciclo "Democracia y Transformación Social" Centro de Estudios para la Transformación Argentina. Fundación Banco Patricios, setiembre 1985. Estos presupuestos forman parte de los a prior¡ conceptuales mencionados líneas arriba; operan creando las condiciones para que los colectivos humanos sólo puedan ser indagados desde las Mismas categorías que se suponen legítimas para pensar los "individuos". Puede observarse que también desde las prácticas y teorías políticas se han ido desarrollando determinadas preocupaciones por los grupos humanos. Algunos autores ubican incluso sus aportes como parte de una psicología social no oficial.47 Si bien en este trabajo se abordarán las Preocupaciones académico-científicas sobre los grupos, omitiendo deliberadamente las reflexiones que desde el plano Político han merecido los grupos humanos, sin embargo no podrá dejar de mencionarse el interés que a los políticos y a los cientistas políticos han despertado algunas incógnitas con respecto al grado de participación o pasividad de los colectivos humanos; ha insistido una interrogación: ¿a partir de qué condiciones es posible desarrollara frenar tal potencia] participativo? Esta temática ha estado siempre presente en las polémicas políticas de los movimientos revolucionarios, sea en la oposición Robespierre-Danton, o Lenin-Trotski- Rosa de Luxemburgo (discusión de la capacidad autogestiva de los grupos políticos), o Guevara-Bettelheim (estímulos morales versus estímulos materiales), organización versus espontaneísmo, el Partido como vanguardia "concientizadora" -o no- de las masas, etcétera. Excede el propósito de este trabajo el análisis de los supuestos que han guiado estas polémicas; de todos modos -y sólo a modo de puntuación- merece señalarse que uno de los múltiples ejes de debate ha estado centrado en dos concepciones políticas de los colectivos humanos, bien diferenciadas. Aquella que ha centrado su interés en guiar, concientizar -y por qué no, muchas veces manipular- tales colectivos y aquella que ha puesto el énfasis en el protagonismo autogestivo de los mismos. Obsérvese que la preocupación con respecto al montaje de dispositivos grupales eficaces en disponer condiciones de posibilidad para la gestión y la producción colectiva versus la manipulación y la sugestión de tales colectivos humanos -bien denunciada hace ya tiempo por Pontalis-48 es un debate teórico-técnico, pero también ético de absoluta vigencia en el campo grupal. Así, por ejemplo, muchos trabajos de elucidación sobre el lugar del coordinador sostienen este tipo de interés: cómo crear, desde la coordinación, condiciones de posibilidad para la producción colectiva, cómo evitar deslizarse hacia la sugestión, la manipulación; en síntesis, cómo no inducir49. Estas investigaciones se despliegan a partir de una convicción, aquella por la cual los pequeños grupos son significados como espacios virtuales de producción colectiva, y por lo tanto portadores de un plus respecto de la producción individual. 46 Fernández, A. M. "Formaciones colectivas y represión social", trabajo presentado en las jornadas del mismo nombre, Buenos Aires, 1985. 47Bauleo, "Psicología Social y Grupos", en Contrainstitución y grupos, Fundamentos, Buenos Aires, 1977. 48Pontalis, J.B. Después de Freud, Sudamericana, Buenos Aires, 1968. 49 Percia, M. "Taller Abierto Permanente", Cátedra Teoría y Técnica de Grupos, Facultad de Psicología, UBA, 1986. En rigor de verdad esta enumeración en espacios científico-académico, ético- político, presenta solamente un valor expositivo; en los hechos entrecruzamientos permanentes de estos espacios han recorrido la historia de la constitución del campo de saberes y prácticas grupales. Así, las investigaciones de Kurt Lewin (psicológico de la Escuela de Berlín, emigrado a Estados Unidos en 1930) sobre los grupos democráticos, autoritarios y "laissez faire", se organizaron a partir de una interrogación sobre el nazismo: ¿cómo pudo producirse, desde el punto de vista psicológico, un fenómeno colectivo como el nazismo?, ¿cómo es posible prevenir psicológicamente tales fenómenos? En Wilhelm Reich, sus elaboraciones sobre los fenómenos de masas y el grupo familiar fueron animados, asimismo, por una pregunta política: ¿por qué las masas obreras alemanas optaron por el nacional socialismo y no por la alternativa socialista o comunista? Esta interrogación lo llevó a analizar el papel jugado por el grupo familiar, redefiniendo la ideología como una fuerza material. En los primeros pensadores sobre lo grupal: K. Lewin, Moreno, Pichon Rivière, estuvo siempre presente una fuerte preocupación por el cambio social. Pensaban a los grupos (más allá de lo diferentes que pudieran ser sus concepciones de la transformación social o los dispositivos grupales que diseñaron) como instrumentos válidos para la "realización" de las fuertes utopías sociales que los animaron. Si bien este tipo de preocupaciones parecería estar ausente en la incorporación de dispositivos grupales en el área de la asistencia psicoterapeútica, sin embargo los psicoanalistas ingleses que empezaron a trabajar con grupos, buscaban una forma de abordaje eficaz en la rehabilitación de los combatientes ingleses de la Segunda Guerra internados en los hospitales psiquiátricos militares. Asimismo pueden señalarse este tipo de enlaces en los aportes sartreanos sobre los grupos humanos. En su Crítica a la razón dialéctica (1960) Sartre abre un campo de reflexión: el hombre frente al grupo y la historia colectiva; reflexión sobre lo grupal pero que busca, sin duda, respuesta a una dolorosa interrogación política ¿de qué manera ha sido posible un fenómeno como el stalinismo? También se pueden incluir aquí las preocupaciones y replanteos sobre los grupos desarrollados por el Análisis Institucional, de indudables influencias sartreanas. Autores como Loureau, Lapassade, Ardoino, retomarán el interés por los grupos en las instituciones, las condiciones para el despliegue de sus potencialidades autogestivas, la dialéctica de lo instituido-lo instituyente, etc.; dentro de esa línea son significativos también los aportes de Guattari sobre los grupos objeto y los grupos sujeto; es evidente en todos estos autores la importancia del Mayo Francés, como así también su interés por los espacios de autogestión obrera de la Revolución de Octubre y otros momentos revolucionarios europeos anteriores a la Segunda Guerra Mundial. C. La relación grupo-sociedad La relación grupo-sociedad ha sido tradicionalmente encarada desde una perspectiva de relaciones de influencia, donde las diferentes posiciones teórico-ideológicas varían según otorguen un mayor o menor grado de influencia de lo social sobre los movimientos de un grupo; pero, en todas ellas, lo social se ubica comoalgo exterior al grupo, sobre el cual recaerá, en mayor o menor medida su influencia. Una variante de esta forma de pensar es plantearse la relación grupo-sociedad en términos de interacción mutua. En realidad, la relación grupo-sociedad es un subtema de la relación individuo-sociedad que tradicionalmente ha sido planteada en términos antagónicos. Como se vio en páginas anteriores la antinomia individuo-sociedad forma parte de un conjunto de pares antinómicos: material-ideal, alma-cuerpo, ser-tener, objetivo- subjetivo, público-privado, que han atravesado la reflexión occidental abarcando desde problemáticas filosóficas, políticas y científicas hasta la organización de la vida cotidiana y la producción de subjetividad. Se encuentran articuladas habitualmente desde lógicas binarias jerarquizantes. Probablemente el pensar estos pares desde tales lógicas sea una de las formas de mayor eficacia simbólico-imaginaria de la producción de discursos. Asimismo, importaría señalar que tal división dicotómica no sólo ha transitado el nivel discursivo de diferentes disciplinas sino que ha investido también sus prácticas, inscribiéndolas de forma muy particular en diferentes estrategias de disciplinamiento social. Se dijo ya también que el pensar la tensión entre lo singular y lo colectivo desde la antinomia individuo-sociedad opera como a priori conceptual en las diferentes reflexiones sobre lo grupal. En el intento de desdibujar el sentido antinómico de la tensión entre lo singular y lo colectivo, es que resulta pertinente repensar críticamente aquella noción por la cual los grupos constituyen un campo de mediaciones entre individuos y sociedades. Solución de compromiso tal vez válida en su momento, frente a la gran dificultad de pensar las múltiples combinatorias posibles de la tensión antes mencionada, pero que hoy merece revisarse. La operación que parecieran haber seguido las diversas disciplinas humanísticas en sus momentos fundacionales sería dividir ilusoriamente el campo de indagación en dos objetos de estudio "bien" diferenciados: individuos y sociedades, organizando diferentes áreas y prácticas disciplinarias para luego buscar las formas por donde ponerlos a jugar sus relaciones. Esto hizo necesario entonces demarcar los campos de saberes y prácticas mediadores. INDIVIDUO SOCIEDAD Psicología Sociología Pedagogía Antropología Psicoanálisis Economía etc. etc. Mediaciones Psicología Social Psicología de los Grupos Psicología de las Instituciones Esta noción de los grupos como campos de mediaciones ha intentado "resolver" la tensión entre lo singular y lo colectivo a través de la categoría de intermediación. Si bien dicha categoría merece revisión, es necesario destacar que mantiene la presencia del polo social en su análisis de la dimensión grupal. Por el contrario, puede encontrarse fuerte tradición en cierta forma de reduccionismo "psi", en aquellas corrientes que centran su análisis de los acontecimientos grupales en las interacciones entre sus integrantes, produciendo un enfoque de los grupos plegados sobre sí mismos donde si bien se abre visibilidad con respecto a sus cohesiones, liderazgos e interacción de roles, etc., se invisibilizan los atravesamientos institucionales, sociales e históricos que confluyen en la gestión de tales movimientos grupales. Esta forma de "grupismo" al reducir los aconteceres grupales a algunos de sus movimientos, suele operar un efecto de teoría por el cual estos "grupos-islas" terminan produciéndose plegados sobre sí mismos. De todos modos, este tipo de reducción se produce en el marco de corrientes que legitiman un espacio propio de lo grupal, es decir que han podido superar una primera reducción, aquella por la cual los pequeños colectivos humanos no ofrecerían la necesidad de parámetros de análisis propios. Otra manera de "resolver" la tensión aludida, suele ser la negación de la especificad de los acontecimientos grupales; puede encontrarse en aquellas formas de abordaje donde el dispositivo grupal es visualizado sólo como un espacio-escenario de despliegue de las singularidades, en sus diversos juegos especularas, pero excluyendo toda posibilidad de especificidad en el agrupamiento en sí mismo. Un ejemplo en sentido contrario puede ofrecerlo la noción de articulación entre horizontalidad y verticalidad de Pichon Rivière, quien mantiene la tensión sin "resolver" entre ambas instancias; en este autor, horizontalidad y verticalidad no se subordinan una a la otra sino que, por el contrario o, es en el cruce de las diacronías y sincronías grupales donde el emergente adviene. El uso extensivo de la noción de emergente que suele encontrarse en las prácticas de los grupos operativos no debe oscurecer la sutileza de esta forma pichoniana de pensar la articulación singular-colectivo. D. La categoría de intermediario Esta caracterización de los grupos como mediadores, es decir, como espacios intermedios entre "individuos" y "sociedades" lleva implícito cierto concepto operativo, a través del cual dados dos conjuntos diferentes previamente demarcados habrá que, posteriormente, buscar sus relaciones, sus puentes articuladores. A su vez, y correlativamente con lo anterior, dadas dos disciplinas ya constituidas -psicología y sociología- se vuelve necesario demarcar nuevos campos disciplinarios intermedios, articuladores. En este caso, una psicología de los grupos. Esta noción articuladora es el concepto de intermediario. René Kaës se pregunta: ¿Puede la categoría de intermediario ayudarnos a pensar la articulación psicosocial?50 Plantea que, por definición, esta categoría ha estado destinada a pensar lo articular, utilizándose en diferentes disciplinas: psicología, historia de las mentalidades, psicoanálisis, antropología. Es necesario subrayar que esta categoría es puesta en funcionamiento cuando tales disciplinas se han visto frente al desafío de pensar desde sus diferentes campos de demarcación, las relaciones entre subjetividad e historia, entre inconsciente y cultura, etcétera. Sin embargo, sostiene este autor que dicha categoría no ha sido objeto de una elaboración suficiente en las disciplinas que trabajan con ella. Esta situación parecería contrastar con el status que tal categoría ha cobrado en la filosofía, donde: el pensamiento de lo intermediario (la cualidad de medio) es una de las categorías más pregnantes de la historia de las ideas. Atraviesa todo el campo de la filosofía occidental: en su apogeo con Platón (con las categorías del mésostes y del métaxu), vigorosa en teología y metafísica, se impondrá aun a las corrientes prerracionalista y racionalista y luego volverá con más fuerza en el siglo XIX en las disciplinas cuya tarea consistirá en dar cuenta de la transformación temporal o de un vínculo entre organizaciones heterogéneas.51 Plantea este autor tres caracteres generales asociados a la categoría de intermediario: 50Kaës, R. "La categoría de intermediario y la articulación psico-social", Rev. de Psicología y Psicoterapia de Grupo, Tomo VII n° 1. Buenos Aires, 1984. 51 Kaës, R. Op. cit. 1. Lo intermediario como función de lo articular, por c.¡ cual lo intermediario funciona en el campo de lo discontinuo, en tanto resultado de una separación entre elementos que se trata de rearticular, por medio de una suerte de "by pass" teórico. Desde esta perspectiva, lo intermediario está pensado también como un proceso de reducción de antagonismos. Este procesó se refiere también a lo discontinuo, pero a un tipo de discontinuidad basada en los conflictos que se dan en un campo de fuerzas de oposición, se trata entonces de articular, bajo diferentes formas, a los elementos en conflicto. 2. Lo intermediario ligado a la presentación de un proceso detransformación y pasaje, asociada por ende al pensamiento del movimiento. 3. Si bien las dos primeras características hacen aparecer lo intermediario como la necesidad de lo continuo, principio o agente de concatenación, proceso de pasaje de un orden a otro, la tercera insiste en su función estructurante y en su responsabilidad respecto del pasaje de una estructura a otra. Además de señalar estos tres aspectos de lo intermediario, Kaës propone una distinción entre Intermediarios de Tipo 1, que operan en un campo homogéneo, en el interior de una misma estructura o de una concatenación, e Intermediarios del Tipo 2, que articulan dos conjuntos heterogéneos, heterónomos, de niveles lógicos diferentes. La cuestión de la articulación psicosocial refiere particularmente a un intermediario del tipo 2, puesto que se trata de dos polos psicológico y sociológico, que se han constituido en el curso de su oposición diferenciada. Kaës plantea que un punto de vista como éste podría admitir o no la mediación entre niveles heterónomos, pero subraya que, frecuentemente, y sobre todo en las fases constitutivas de los campos disciplinarios, el resultado del debate evoluciona asiduamente hacia posiciones reduccionistas. Sin duda la cuestión del intermediario dista mucho de estar resuelta; su vaguedad conceptual suele ir acompañada en algunos ámbitos de valoraciones negativas, en tanto suele asociarse la intermediación con lo neutro, lo mixto, lo bastardo, lo impuro. Este tipo de anexiones asociativas, sin duda acentuadas desde las disputas por la hegemonía en el campo intelectual, hablan de las dificultades que tales intentos de articulación presentan. Estas cuestiones no sólo señalan problemas teóricos de compleja demarcación. Se presentan también en la cotidianeidad de las prácticas grupales orientando las mismas hacia algunos de los reduccionismos mencionados líneas arriba, según los a priori conceptuales que se pongan en juego en tal terreno. No debe olvidarse que dichos a priori han operado previamente como impensables en el diseño de sus dispositivos. De esta manera al crear condiciones para producir determinadas experiencias grupales -y no otras- se refuerza el circuito reduccionista. Aquellos aconteceres que en el grupo aparecen como lo dado, el dato primero, son en realidad construcciones realizadas desde el a priori conceptual; dada su invisibilidad se ofrecen como la "evidencia de los hechos", cuando en realidad son un efecto de teoría. Resumiendo, muchas son las formas que los reduccionismos pueden presentar. Tanto las teorizaciones como el lugar de la coordinación suelen oscilar entre dos ficciones: la figura del gran individuo o el espejismo de los grupos como intencionalidad. En este sentido se vuelve necesario un cambio de paradigma; de un criterio antinómico de individuos vs. sociedades, hacia una operación conceptual que pueda evitar una falsa resolución reduccionista y se permita sostener la tensión singular- colectivo. Singularidad descarnada de soportes corporales indivisos. Colectividad que en las resonancias singulares produce anudamientos-desanudamientos propios. Singularidad y colectividad que sólo sosteniendo su tensión harán posible pensar la dimensión subjetiva en el atravesamiento del deseo y la historia. E. Problema epistémico En un intento -aún provisorio- de superar ciertos impasses que los reduccionismos señalados y la categoría de intermediarios plantean, se enuncia en este trabajo la necesidad de pensar lo grupal como un campo de problemáticas atravesado por múltiples inscripciones: deseantes, históricas, institucionales, políticas, económicas, etc. Lo grupal en un doble movimiento teórico: el trabajo sobre sus especificidades y su articulación con las múltiples inscripciones que lo atraviesan. Nueva manera de pensar Lo Uno y Lo Múltiple, intentando superar los encierros que la lógica del objeto discreto impone, abriendo la reflexión hacia formas epistémicas pluralistas, transdisciplinarias. En este sentido vuelve -insiste- la figura nudo. En su formulación metafórico y no analógica, produce significación dentro del planteo epistemológico que aquí se esboza. Más que buscar los requisitos epistémicos para construir el objeto teórico grupo se presentan los grupos como nudos teóricos. Nudos constituidos por múltiples hilos de unidades disciplinarias que se enlazan en el pensar lo grupal. Esto implica un movimiento bascular por el cual se vuelve imprescindible sostener las categorías de análisis específicas, particulares, de los recortes disciplinarios y -al mismo tiempo- mantener su problematización permanente atravesándolas con las categorías de otras territorialidades disciplinarias que enlazan los nudos teóricos grupales. Proyectos de este tipo sólo pueden desplegarse si se interroga críticamente la epistemología de las ciencias positivas, en la cual aún se fundamentan las llamadas ciencias humanas -el psicoanálisis inclusive. Tal epistemología supone un objeto discreto autónomo, reproducible, no contradictorio y unívoco. Implica una Lógica de Lo Uno donde la singularidad del objeto no se vea afectada por eventuales aproximaciones disciplinarias.52 52Kaës, R. Op. cit. Estas lógicas de objeto discreto, imprescindibles, seguramente, en los momentos fundacionales de las ciencias humanas, suelen ocasionar sus propias dificultades para comprender situaciones de transferencias múltiples en diferentes territorialidades. Podría pensarse que en la actualidad han comenzado a producir un obstáculo epistemológico en la reflexión de lo grupal. Han conformado algunas ilusiones teórico-técnicas de difícil desarticulación; entre ellas pueden mencionarse: la posibilidad de construir un objeto teórico “grupo", la lectura de los acontecimientos grupales plegados sobre sí mismos (los grupos "islas"), el psicoanálisis como disciplina explicativa", unívoca, de los movimientos grupales, o la negación de la especificidad disciplinaria del campo grupal. La aparición de propuestas transdiscíplinarias53 da cuenta del surgimiento -aunque incipiente- de otras formas de abordaje de la cuestión, así como de la necesidad de utilizar criterios epistemológicos pluralistas. Habla asimismo de la resistencia de ciertos procesos a su simplificación unidisciplinaria y sugiere la oportunidad de los desdibujamientos de "individuos" y "sociedades", en intentos de comprensión que aborden estos problemas desde el centro mismo de su complejidad. Con su propuesta de atravesamientos disciplinarios, esta tendencia se inscribe en un nuevo intento de superación de los reduccionismos psicologistas o sociologistas. Sin embargo, pareciera abarcar un espectro más amplio de cuestiones; por un lado pone en jaque las configuraciones hegemónicas de ciertas disciplinas "reinas", o saberes arquetípicos a los cuales se han subordinado otras territorialidades disciplinarias; tiene como una de sus premisas más fuertes la implementación de contactos locales y no globales entre los saberes; de tal manera que los saberes que las disciplinas "reinas" habían satelizado recobren su libertad de diálogos multivalentes con otros saberes afines. La invención de los atravesamientos disciplinarios como transgresión a las especificidades, crea las condiciones para hacer salir a ciertos objetos científicos de su referencialismo dogmático e invita a construir una red epistemológica a partir de intercambios locales y no globales, donde las transferencias de saberes se realicen según el eje de la metáfora y no según el de la analogía. Transferencias en estado de vigilancia epistémica y metodológica que se organicen en una epistemología crítica.54 Esta epistemología crítica intenta localizar los lugares de singularidad problemática,el grafo de las circulaciones locales y particulares que hace que una cuestión, un problema, un “thema" estremezca los diversos saberes sin pretender conjurarlos bajo una forma globalizante; no ya universales empírica o especulativamente determinados, vestigios de una edad posivista, sino matrices generativas, problemas en relación a los cuales un atravesamiento disciplinario dará cuenta tanto de las distancias y diferencias como de las aproximaciones y divergencias disciplinarios. Obviamente, este movimiento que desdibuja los objetos teóricos, discretos, unívocos, implica no sólo el intercambio entre diferentes áreas de saber sino la crítica 53Benoist, J.M. "La interdisciplinariedad en las ciencias sociales" en: L. Apostel y otros, Interdisciplinariedad y ciencias humanas, Tecnos, UNESCO, Madrid, 1982. 54Benoist, J.M. Op. cit. interna de variadas regiones de una disciplina que, al transversalizarse con otros saberes, pone en interrogación muchas de sus certezas teóricas.55 55 Se retoma esta cuestión en el capítulo VII. Ana María Fernández El campo grupal Notas para una genealogía Ana María Fernández NOTAS PARA UNA GENEALOGIA A. Producción histórica del vocablo grupo A. Antinomia individuo-sociedad B. Espacios C. La relación grupo-sociedad D. La categoría de intermediario E. Problema epistémico