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Ética Práctica, Peter Singer. Quitar la vida: el embrión y el feto. Algunos argumentos liberales Algunos liberales no ponen en duda la afirmación conservadora de que el feto sea un ser humano inocente, pero argumentan que el aborto es, sin embargo, permisible. Consideraremos tres argumentos que apoyan este punto de vista. Las consecuencias de una legislación restrictiva El primer argumento consiste en que las leyes que prohíben el aborto no evitan que éste se lleve a cabo, sino que hacen que se realice de forma clandestina. Las mujeres que quieren abortar están generalmente desesperadas, y acuden a abortistas ilegales o intentan remedios caseros. Los abortos practicados por médicos cualificados son tan seguros como cualquier otra operación, pero los que se llevan a cabo por personas no cualificadas a menudo tienen como resultado graves complicaciones médicas y a veces la muerte. De este modo, el efecto que produce la prohibición del aborto no es tanto reducir el número de abortos sino más bien aumentar las dificultades y peligros para las mujeres con un embarazo no deseado. Este argumento ha tenido gran influencia a la hora de ganar apoyo para conseguir una legislación abortiva más liberal. Fue aceptado por la Comisión Real Canadiense sobre el Status de la Mujer, que concluía que: “Una ley que tiene más efectos negativos que positivos es una mala ley . . . Mientras exista en su forma actual, miles de mujeres la quebrantarán.” Lo principal de este argumento es que va en contra de las leyes que prohíben el aborto, y no en contra del punto de vista que sostiene que abortar está mal. Esta distinción es importante y a menudo se ha dejado a un lado en la polémica sobre el aborto. Este argumento ilustra bien la distinción, ya que una mujer podría aceptarlo de forma consecuente y defender que la ley debiera permitir el aborto libre, mientras que al mismo tiempo decide -si está embarazada- o aconseja a otra mujer que lo esté, que abortar no está bien. Es un error asumir que la ley debiera siempre imponer la moralidad. Quizá sea que, como se ha alegado en el caso del aborto, los intentos por imponer una conducta correcta conduzcan a consecuencias que nadie desea, y no se produzca un descenso en lo que está mal hecho; o quizá sea que, como propone el siguiente argumento que consideraremos, existe un área de la ética privada en la cual las leyes no debieran interferir. Por consiguiente, este primer argumento trata de la legislación sobre el aborto y no sobre la ética del mismo. Incluso dentro de esos límites, sin embargo, se puede poner en duda, ya que no satisface la afirmación conservadora de que abortar es matar deliberadamente a un ser humano inocente, con la misma categoría ética que el asesinato. Los que apoyan este punto de vista no quedarán contentos con la aseveración de que la legislación restrictiva del aborto no hace más que conducir a la mujer a abortar de forma clandestina. Insistirán en que se puede cambiar esta situación y que las leyes se pueden hacer cumplir de forma adecuada. Quizá también sugieran medidas que faciliten la aceptación del embarazo por parte de las mujeres que se quedan embarazadas sin desearlo. Dado el juicio ético inicial contra el aborto, esta respuesta es perfectamente razonable y por este motivo el primer argumento no logra evitar la cuestión ética. ¿Es competencia del derecho? Este segundo argumento también se refiere a la legislación sobre el aborto más que a la ética del mismo. Utiliza el criterio de que como aparece en un informe llevado a cabo por una comisión gubernamental británica sobre la legislación acerca de la homosexualidad y la prostitución: “Debe haber una esfera de la moralidad e inmoralidad privadas que, dicho en términos breves y claros, no sea competencia del Derecho". Este punto de vista está ampliamente aceptado entre los pensadores liberales, y se remonta a la obra de John Stuart Mili Sobre la libertad, en la cual, el “principio único y muy simple” es, según sus propias palabras: Que el único propósito por el cual se puede legítimamente ejercitar el poder sobre cualquier miembro de una comunidad civilizada, contra su voluntad, es impedir que haga daño a otros… No se le puede legítimamente obligar a hacer o a abstenerse de hacer algo porque será en su beneficio, porque le hará más feliz, o porque, según otros, actuar de esa forma seria acertado o incluso justo. La postura de Mili a menudo se cita de forma adecuada en apoyo de la revocación de la legislación que crea los “delitos sin víctimas”, como las leyes que prohíben las relaciones homosexuales entre adultos con el consentimiento de ambos, la utilización de marihuana y otras drogas, la prostitución, el juego, etcétera. Normalmente se incluye al aborto en esta lista, como por ejemplo lo hizo el criminólogo Edwin Schur en su libro Crimes Without Victims. Los que consideran el aborto como un delito sin víctimas dicen que, mientras todo el mundo tenga derecho a mantener o actuar según su propio punto de vista acerca de la moralidad del aborto, ningún sector de la comunidad debería intentar forzar a los demás a adherirse a su propia y particular postura. En una sociedad pluralista, deberíamos tolerar a aquéllos que no comparten nuestras posiciones morales y dejar la decisión de abortar a la interesada. La falacia de enumerar el aborto entre los delitos sin víctimas debería ser evidente. La polémica sobre el aborto es, en general, una polémica sobre si el aborto tiene o no una “víctima". Los que se oponen al aborto mantienen que la víctima es el feto, mientras que los que no se oponen puede que nieguen que el feto cuente como víctima de una manera seria. Estos últimos quizá dijeran, por ejemplo, que un ser no puede ser víctima a no ser que tenga unos intereses que sean violados, y el feto no tiene intereses. Pero sea cual sea la manera en que se desarrolle la polémica, no puede simplemente ignorarse sobre la base de que las personas no debemos intentar forzar a los demás a seguir nuestros propios criterios morales. Mi postura de que lo que Hitler hizo con los judíos era malo es un criterio moral, y si existiera algún atisbo de que el nazismo pudiera volver a producirse, seguramente yo haría todo lo posible por obligar a los demás a que no actuaran de forma contraria a esta postura. El principio de Mili es defendible sólo si se restringe, como Mili lo hizo, a actos que no dañan a los demás. Utilizar el principio como forma de evitar las dificultades de resolver la polémica ética sobre el aborto es dar por sentado que el aborto no daña a “otro", lo cual constituye precisamente el aspecto que hay que probar antes de que legítimamente podamos aplicar el principio al caso del aborto. Un argumento feminista El último de los tres argumentos que buscan justificar el aborto sin negar que el feto es un ser humano inocente consiste en que la mujer tiene derecho a elegir lo que le ocurra a su propio cuerpo. Este argumento empezó a destacar con la aparición del movimiento de liberación de la mujer y lo han elaborado filósofos norteamericanos simpatizantes del feminismo. Judith Jarvis Thomson, por medio [de una ingeniosa analogía, ha presentado un argumento que ha tenido mucha influencia. Imaginemos, dice ella, que una mañana [nos despertamos en la cama de un hospital, conectados de alguna manera a un hombre inconsciente que se encuentra en la cama junto a la nuestra. Se nos dice que este hombre es un famoso violinista que padece una enfermedad renal. La única forma que tiene de sobrevivir es teniendo su sistema circulatorio conectado al de otra persona con el mismo grupo sanguíneo, y nosotros somos la única persona con la sangre adecuada. De modo que una asociación de amantes de la música nos secuestró y llevó a cabo la operación de conexión. Como nos encontramos en un hospital con buena reputación, podríamos,si quisiéramos, decirle a un médico que nos desconectara del violinista; en cuyo caso el violinista moriría irremediablemente. Por otra parte, si permaneciéramos conectados durante sólo (¿sólo?) nueve meses, el violinista se recuperaría y podríamos ser desconectados sin poner su vida en peligro. Thomson cree que si nos viéramos inmersos en esta situación inesperada, no estaríamos moralmente obligados a permitir que el violinista utilizara nuestros riñones durante nueve meses. Ayudar al violinista sería un acto muy generoso y amable de nuestra parte, pero decir esto, afirma Thomson, es bastante diferente de decir que haríamos mal si actuáramos de forma contraria. Hay que resaltar que la conclusión de Thomson no depende de negar que el violinista sea un ser humano inocente, con el mismo derecho a la vida que cualquier otro ser humano inocente. Al contrario, Thomson afirma que el violinista tiene derecho a la vida, pero tener derecho a la vida, según ella, no implica el derecho de utilizar el cuerpo de otra persona, incluso aunque no utilizarlo nos suponga la muerte. El paralelismo de este caso con el del embarazo, especialmente el embarazo a consecuencia de una violación, es evidente. Una mujer que haya quedado embarazada como resultado de una violación se encuentra a sí misma, sin haberlo elegido, conectada a un feto de la misma manera que nosotros nos encontrábamos conectados al violinista. Cierto es que una mujer embarazada no tiene normalmente que pasar nueve meses en cama, pero los que se oponen al aborto no considerarían esto como una justificación suficiente para abortar. Dar un recién nacido en adopción podría ser más difícil, psicológicamente, que abandonar al violinista al final de su enfermedad; pero esto en sí mismo no parece una razón suficiente para matar al feto. Si se acepta que el feto no cuenta como un ser humano con todas las de la ley, abortar cuando el feto no es viable tiene la misma relevancia moral que desconectamos del violinista. Asi que si estamos de acuerdo con Thomson en que no estaría mal desconectamos del violinista, debemos aceptar también que cualquiera que sea el estado del feto, el aborto tampoco es malo, al menos cuando el embarazo es consecuencia de una violación. El argumento de Thomson probablemente se puede aplicar a otros casos que no sean el de la violación. Supongamos que nos encontramos conectados al violinista, no porque fuéramos secuestrados por los amantes de la música, sino porque habíamos ido al hospital a visitar a un amigo enfermo, y cuando entramos en el ascensor, pulsamos un botón equivocado, acabando así en una parte del hospital normalmente visitada solamente por los que se ofrecen voluntarios para conectarse a pacientes que de otra forma no podrían sobrevivir. Un equipo de médicos, que espera al siguiente voluntario, supone que somos el próximo voluntario y nos anestesia para después conectamos a un paciente. Si el argumento de Thomson era válido en el caso del secuestro, probablemente también lo es aquí, ya que ayudar a otra persona nueve meses en contra de nuestra voluntad es un precio muy alto a pagar por ignorancia o descuido. En este sentido el argumento podría aplicarse más allá de los casos de violación al mucho mayor número de mujeres que se quedan embarazadas por ignorancia, .descuido o un fallo en el anticonceptivo utilizado. Pero, ¿es válido este argumento? La breve respuesta es ésta: es válido si la particular teoría de los derechos en que se basa es válida; y no es válido si dicha teoría no es válida. La teoría de los derechos en cuestión se puede ilustrar con otro de los imaginarios ejemplos de Thomson: supongamos que nos encontramos desesperadamente enfermos y que lo único que puede salvarnos es que nos toque nuestra estrella de cine favorita con su fría mano en nuestra febril frente. Pues bien, Thomson dice que aunque tengamos derecho a la vida, no quiere decir que tengamos derecho a forzar a la estrella de cine a venir a nosotros, o que ésta se encuentre en ninguna obligación moral de venir a salvamos, aunque sería muy amable de su parte que lo hiciera. De este modo Thomson no acepta que estemos siempre obligados a tomar la mejor línea de acción, una vez considerados todos los puntos, o hacer aquello que tenga las mejores consecuencias. En cambio, acepta un sistema de derechos y obligaciones que nos permita justificar nuestras acciones independientemente de sus «consecuencias. Hablaremos más de esta concepción de los derechos en el capítulo 8. Por ahora, basta con indicar que el utilitarismo rechazaría esta teoría de los derechos, al igual que el razonamiento de Thomson en el caso del violinista. El utilitarismo sostendría que, por muy ultrajados que hubiéramos salido de ser secuestrados, si las consecuencias de desconectarnos del violinista son, mirándolo bien, y teniendo en cuenta los intereses de cualquier afectado,: peores que las consecuencias de seguir conectado, debemos seguir conectados. Esto no quiere decir necesariamente que el utilitarismo viera como malvada o merecedora de culpa a una mujer que se desconectara a sí misma. Quizá los utilitaristas reconocieran que esta mujer se ha visto sumergida en una situación extraordinariamente difícil, en la cual hacer lo que es correcto implicaría un sacrificio considerable. Incluso podrían reconocer que la mayoría de las personas en dicha situación se guiarían más bien por el interés propio que por hacer lo que es correcto. No obstante, mantendrían que desconectarse está mal hecho. Al rechazar la teoría de los derechos de Thomson y con ella su razonamiento en el caso del violinista, el utilitarismo también estaría rechazando su argumento sobre el aborto. Thomson afirmaba que su argumento justificaba el aborto incluso si permitiéramos que la vida del feto tuviera tanto peso como la vida de Una persona normal. El utilitarismo diría que estaría mal negarse a mantener la vida de una persona durante nueve meses, si ésa fuera la única forma en la que esa persona podría sobrevivir. Por tanto si a la vida del feto se le da el mismo peso que a la de una persona normal, el utilitarismo sostendría que estaría mal negarse a seguir adelante con el embarazo hasta que el feto pudiera sobrevivir fuera del útero. Con esto concluimos nuestro análisis sobre las respuestas liberales más normales al argumento conservador sobre el aborto., Hemos visto que los liberales no han logrado establecer una línea divisoria moralmente significante entre el recién nacido y el feto,, y sus argumentos -con la posible excepción del argumento de, Thomson, si es que se puede defender su teoría de los derechos- tampoco consiguen justificar el aborto de forma que no pongan en duda la afirmación conservadora de que el feto es un ser humano inocente. No obstante, sería precipitado que los conservadores supusieran que su teoría contra el aborto es válida. En este momento hay que incluir en este debate algunas conclusiones más generales sobre el valor de la vida. El valor de la vida del feto Volvamos al principio. El argumento principal contra el aborto desde el cual empezamos era el siguiente: Primera premisa: es malo matar a un ser humano inocente. Y segunda premisa: un feto humano es un ser humano inocente. Conclusión: por tanto, es malo matar a un feto humano. El primer grupo de respuestas que consideramos aceptaban la primera premisa de este argumento pero se oponían a la segunda. El segundo grupo de respuestas no rechazaban ninguna premisa, pero se oponía a establecer la conclusión partiendo de estas premisas (o se oponía a la conclusión de que el aborto debería estar prohibido por la ley). Ninguna de las respuestas cuestionaba la primera premisa de este argumento. Dada la amplia aceptación de la doctrina de la santidad de la vida humana, esto no sorprende; pero la discusión de ésta doctrina en los capítulosanteriores muestra que esta premisa es menos segura de lo que mucha gente cree. La debilidad de la primera premisa del argumento conservador consiste en que descansa en nuestra aceptación de la categoría especial de la vida humana. Hemos visto que el término “humano” encuadra a dos nociones distintas: pertenecer a la especie homo sapiens y ser persona. Una vez que el término se examina detenidamente en este sentido, la debilidad de la primera premisa conservadora se hace evidente. Si se toma “humano” como equivalente de “persona”, la segunda premisa del argumento, que sostiene que el feto es un ser humano, es claramente falsa, porque no se puede argumentar que el feto sea racional o consciente de sí mismo. Si, por otra parte, se toma “humano” en el sentido de simplemente “miembro de la especie homo sapiens”, la defensa conservadora de la vida del feto se basa en una característica a la que le falta pertinencia moral y, por tanto, la primera premisa es falsa. El centro de la cuestión hasta ahora nos debe parecer familiar: que un ser sea o no miembro de nuestra especie no es en sí mismo más pertinente al hecho de que matar esté mal que el hecho de que sea o no miembro de nuestra raza. La creencia de que el mero hecho de pertenecer a nuestra especie, independientemente de otras características, constituye una gran diferencia sobre el hecho de que matar a un ser esté mal, es un legado de las doctrinas religiosas que incluso los que se oponen al aborto dudan en incluir en el debate. Reconocer este sencillo punto transforma el tema del aborto. Ahora podemos mirar al feto por lo que es -las características reales que posee- y valorar su vida en la misma escala que las vidas de seres con similares características que no pertenecen a nuestra especie. Ahora se hace evidente que al movimiento “Pro-vida” o "Derecho a la Vida” se le ha denominado de forma errónea. Lejos de sentir preocupación por toda vida, o una escala de preocupación imparcialmente basada en la naturaleza de la vida en cuestión, los que protestan contra el aborto pero comen habitualmente, a base de los cuerpos de gallinas, cerdos y terneras, muestran solamente una preocupación parcial por las vidas de los miembros de nuestra propia especie. Porque en cualquier comparación justa de las características moralmente pertinentes, como la racionalidad, la conciencia de sí mismo, el conocimiento, la autonomía, el placer, el dolor, etcétera, la temerá, el cerdo y la tan ridiculizada gallina sé encuentran muy por delante del feto en cualquier etapa del embarazo, mientras que si hacemos la comparación con un feto de menos de tres meses, un pez mostraría más señales de conciencia. Por tanto, lo que sugiero es que acordemos no dar más valor a la vida del feto que a la vida de un animal no humano dado un nivel similar de racionalidad, conciencia de sí mismo, conocimiento, capacidad de sentir, etcétera. Ya que ningún feto es persona, ningún feto tiene el mismo derecho a la vida que una persona. Todavía tenemos que considerar en qué punto es probable que el feto sea capaz de sentir dolor. Porque ahora bastará con decir que hasta que esa capacidad exista, un aborto termina una existencia que no tiene valor “intrínseco" en absoluto. Después de eso, cuando el feto sea consciente, aunque no consciente de sí mismo, el aborto no debe ser tomado a la ligera (si es que una mujer alguna vez se toma el aborto a la ligera). Pero los serios intereses de una mujer normalmente tendrán más peso que los intereses rudimentarios de un feto incluso consciente. De hecho, es difícil condenar incluso un aborto realizado por las razones más insignificantes en un embarazo avanzado, a menos que también condenemos la matanza de formas de vida mucho más desarrolladas sólo por el sabor de su carne. La comparación entre el feto y otros animales nos lleva a otro punto más. Cuando el equilibrio entre los intereses en conflicto hace necesario matar a una criatura que siente, es importante que la muerte se lleve a cabo de la forma menos dolorosa posible. En el caso de los animales no humanos, la importancia de la humanidad (a la hora de matar es ampliamente aceptada, pero extrañamente, en (el caso del aborto no se le presta demasiada atención. Esto no es debido a que se sepa que el aborto mata al feto de una forma rápida y humanitaria. Los abortos en fases avanzadas del embarazo -en los cuales es más posible que sufra el feto- a veces se llevan a cabo inyectando una solución salina en el líquido amniótico que rodea al feto. Se ha afirmado que el efecto de esto causa convulsiones al feto que muere entre una y tres horas después, tras lo cual es expulsado del útero. Si existe base para creer que un método abortivo causa sufrimiento al feto, ese método debe ser evitado. El feto como vida potencial Una posible objeción al argumento que hemos ofrecido en la sección anterior, es que tiene, en cuenta sólo las características reales del feto, y no sus características potenciales. Sobre la base de estas características reales, como admitirán algunos de los que se oponen al aborto, la comparación entre el feto y muchos animales no humanos no es favorable a aquél. Es al considerar su potencial para convertirse en un ser humano maduro cuando el pertenecer a la especie homo sapiens se hace importante, y el feto sobrepasa con mucho a cualquier gallina, cerdo o ternera. Hasta este momento no he planteado la cuestión del potencial del feto porque pensé que era mejor concentrarse en el argumento principal contra el aborto; pero es cierto que se puede esgrimir un argumento diferente, basado en el potencial del feto. Éste es el momento de analizar este otro argumento, que podemos enunciar de la siguiente forma: Primera premisa: es malo matar a un ser humano potencial. Segunda premisa: un feto humano es un ser humano potencial. Conclusión: por tanto, es malo matar a un feto humano. La segunda premisa de este argumento es más fuerte que la segunda premisa del argumento anterior. Mientras que es problemático concluir si un feto es realmente un ser humano -depende de lo que queramos decir por dicho término-, no se puede negar que sí que es un ser humano potencial. Esto es cierto tanto si por “ser humano” entendemos "miembro de la especie homo sapiens” o un ser racional y consciente de, sí mismo, es decir, una persona. La segunda premisa fuerte de este nuevo argumento se adquiere, sin embargo, bajo el coste de una primera premisa más débil, porque el hecho de que matar a un ser humano potencial -incluso a una persona potencial- sea malo es más fácil que se ponga en duda que el hecho de que matar a un ser humano real sea malo. Es cierto naturalmente que la racionalidad, conciencia de sí mismo y otras cualidades potenciales de un feto homo sapiens sobrepasan a las de una vaca o un cerdo; pero de ahí no se ' desprende que el feto tenga un mayor derecho a la vida. No hay ninguna regla que diga que una X potencial tenga el mismo valor .que una X, o que tenga todos los derechos de una X. Hay muchos ejemplos que muestran justo lo contrario. Arrancar una bellota en brote no es lo mismo que talar un roble venerable. Meter una gallina viva en una olla de agua hirviendo sería mucho peor que hacer lo mismo con un huevo. El principe Carlos es el rey potencial de Inglaterra, pero ahora no tiene los derechos de un rey. En ausencia de cualquier deducción general que nos lleve a decir que “A es una X potencial" y, por tanto, "A tiene los derechos I de X”, no debemos aceptar que una persona potencial tenga los I derechos de una persona, a menos que se nos pueda dar alguna razón específica por la cual esto se dé en este caso particular. Pero, ¿cuál podría ser esa razón? Esta cuestión es especialmente pertinente ; si volvemos a la base sobre la cual, en el capítulo anterior, se sugería que la vida de una persona merece mayor protecciónque la vida de un ser que no sea persona. Estos motivos -desde la preocupación indirecta del utilitarismo clásico por no atemorizar a otros con que puedan ser los próximos en ser matados, el peso dado por el utilitarismo de preferencia a los deseos de una persona, la conexión de Tooley entre el derecho a la vida y la capacidad de verse a uno mismo como un sujeto mental que continúa, y el principio del respeto por la autonomía- están todos basados en el hecho de que las personas se ven a ellas mismas como entidades distintas con un pasado y un futuro. No se aplican a los que ni ahora ni nunca han sido capaces de verse a ellos mismos de esta forma. Si éstos son los motivos para no matar a las personas, el mero potencial de llegar a ser persona no es un argumento válido para no matar. Se podría decir que esta respuesta interpreta mal el significado del potencial del feto humano, y que este potencial es importante, no porque cree en el feto un derecho o pretensión a la vida, sino porque todo el que mate a un feto humano priva al mundo de un futuro ser racional y consciente de sí mismo. Si los seres racionales y conscientes de sí mismos son intrínsecamente valiosos, matar a un feto humano es privar al mundo de algo intrínsecamente valioso y, por tanto, está mal. El problema principal que hay en esto como argumento en contra del aborto -aparte de la dificultad que existe en establecer que los seres racionales y conscientes de sí mismos tienen un valor intrínseco- es que no se puede sostener como una razón para oponerse a todos los abortos, o incluso a los abortos practicados meramente porque el embarazo se produce en una fecha poco adecuada. Además, el argumento nos conduce a condenar otras prácticas distintas del aborto que la mayoría de los anti-abortistas aceptan. La afirmación de que los seres racionales y conscientes de sí mismos son intrínsecamente valiosos no es motivo para oponerse a todos los abortos porque no todos los abortos privan al mundo de un ser racional y consciente de sí mismo. Supongamos que una mujer ha estado planeando incorporarse a una expedición de escalada en junio, y en enero descubre que está embarazada de dos meses. Por el momento no tiene hijos, pero pretende tener uno en el plazo de uno o dos años. El embarazo no es deseado sólo porque no es el momento adecuado. Los que se oponen al aborto presumiblemente pensarían que abortar en estas circunstancias sería una atrocidad, porque ni la vida ni la salud de la madre están en juego, solamente el placer que siente al escalar montañas. Sin embargo, si el aborto está mal sólo porque priva al mundo de una futura persona, en este caso no lo está, ya que no hace sino retrasar la entrada de una persona al mundo. Por otra parte, este argumento nos lleva a condenar las prácticas que reducen la población humana futura: la contracepción, bien por medios “artificiales" o bien por medios "naturales” tales como la abstinencia durante los días en que es más probable que la mujer sea fértil, y también el celibato. Este argumento tiene, en realidad, todas las dificultades de la forma “total" del utilitarismo, analizado en los dos capítulos anteriores, y no aporta ninguna razón para pensar que el aborto sea peor que cualquier otro medio de control de población. Si el mundo ya se encuentra sobrepoblado, este argumento no ofrece ninguna razón en contra del aborto. ¿Existe algún otro factor pertinente en el hecho de que-el feto sea una persona potencial? Si lo hay, no tengo ni idea de cuál puede ser. En los escritos contra el aborto a menudo encontramos referencia al hecho de que cada feto humano es único. Paul Ramsey, antiguo profesor de Religión en la Universidad de Princeton, ha afirmado que la genética moderna, al enseñarnos que la primera fusión del espermatozoide y el óvulo crea una partícula de información que es “irrepetible", parece llevamos a la conclusión de que “toda destrucción de la vida fetal debería ser considerada asesinato". Pero, ¿por qué este hecho ha de llevamos a dicha conclusión? Sin lugar a dudas el feto de un perro es también genéticamente único. ¿Quiere esto decir que está tan mal el aborto de un perro como el de un humano? Si cuando se conciben gemelos homólogos, la información genética se repite, ¿pensaría Ramsey, entonces, que es permisible practicar un aborto sobre uno de los dos gemelos en cuestión? Los hijos que tendríamos mi mujer y yo si no utilizáramos anticonceptivos serían genéticamente únicos. ¿Constituye el hecho de que no se pueda determinar de forma precisa qué carácter genéticamente único tendrían esos niños que el uso de anticonceptivos sea menos malo que el aborto? ¿Por qué? Y si lo fuera, ¿podría reducir la seriedad del aborto la perspectiva existente de que se pueda llevar a cabo con éxito la clonación, una técnica mediante la cual se utilizan las células de un individuo para reproducir un feto que es una fotocopia genética del original? Supongamos que la mujer que desea ir a escalar abortara, tomara una célula del feto abortado y posteriormente la reimplantara en su útero de manera que se desarrollara una réplica genéticamente exacta del feto abortado, siendo la única diferencia que el parto tendría lugar seis meses después y, así, podría disfrutar de la expedición. ¿Sería de esta forma aceptable el aborto? Dudo que lo fuera para muchos de los que se oponen a él.
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