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3 Singer, Ética Práctica, Quitar la vida, el embrión y el feto

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Ética Práctica, Peter Singer. 
Quitar la vida: el embrión y el feto. 
 
Algunos argumentos liberales 
Algunos liberales no ponen en duda la afirmación conservadora de que el feto sea un ser 
humano inocente, pero argumentan que el aborto es, sin embargo, permisible. 
Consideraremos tres argumentos que apoyan este punto de vista. 
 
Las consecuencias de una legislación restrictiva 
El primer argumento consiste en que las leyes que prohíben el aborto no evitan que éste 
se lleve a cabo, sino que hacen que se realice de forma clandestina. Las mujeres que 
quieren abortar están generalmente desesperadas, y acuden a abortistas ilegales o 
intentan remedios caseros. Los abortos practicados por médicos cualificados son tan 
seguros como cualquier otra operación, pero los que se llevan a cabo por personas no 
cualificadas a menudo tienen como resultado graves complicaciones médicas y a veces la 
muerte. De este modo, el efecto que produce la prohibición del aborto no es tanto reducir el 
número de abortos sino más bien aumentar las dificultades y peligros para las mujeres con 
un embarazo no deseado. 
Este argumento ha tenido gran influencia a la hora de ganar apoyo para conseguir una 
legislación abortiva más liberal. Fue aceptado por la Comisión Real Canadiense sobre el 
Status de la Mujer, que concluía que: “Una ley que tiene más efectos negativos que 
positivos es una mala ley . . . Mientras exista en su forma actual, miles de mujeres la 
quebrantarán.” 
Lo principal de este argumento es que va en contra de las leyes que prohíben el aborto, y 
no en contra del punto de vista que sostiene que abortar está mal. Esta distinción es 
importante y a menudo se ha dejado a un lado en la polémica sobre el aborto. 
Este argumento ilustra bien la distinción, ya que una mujer podría aceptarlo de forma 
consecuente y defender que la ley debiera permitir el aborto libre, mientras que al mismo 
tiempo decide -si está embarazada- o aconseja a otra mujer que lo esté, que abortar no 
está bien. Es un error asumir que la ley debiera siempre imponer la moralidad. Quizá sea 
que, como se ha alegado en el caso del aborto, los intentos por imponer una conducta 
correcta conduzcan a consecuencias que nadie desea, y no se produzca un descenso en 
lo que está mal hecho; o quizá sea que, como propone el siguiente argumento que 
consideraremos, existe un área de la ética privada en la cual las leyes no debieran 
interferir. 
Por consiguiente, este primer argumento trata de la legislación sobre el aborto y no sobre 
la ética del mismo. Incluso dentro de esos límites, sin embargo, se puede poner en duda, 
ya que no satisface la afirmación conservadora de que abortar es matar deliberadamente a 
un ser humano inocente, con la misma categoría ética que el asesinato. Los que apoyan 
este punto de vista no quedarán contentos con la aseveración de que la legislación 
restrictiva del aborto no hace más que conducir a la mujer a abortar de forma clandestina. 
Insistirán en que se puede cambiar esta situación y que las leyes se pueden hacer cumplir 
de forma adecuada. Quizá también sugieran medidas que faciliten la aceptación del 
embarazo por parte de las mujeres que se quedan embarazadas sin desearlo. Dado el 
juicio ético inicial contra el aborto, esta respuesta es perfectamente razonable y por este 
motivo el primer argumento no logra evitar la cuestión ética. 
 
¿Es competencia del derecho? 
Este segundo argumento también se refiere a la legislación sobre el aborto más que a la 
ética del mismo. Utiliza el criterio de que como aparece en un informe llevado a cabo por 
una comisión gubernamental británica sobre la legislación acerca de la homosexualidad y 
la prostitución: “Debe haber una esfera de la moralidad e inmoralidad privadas que, dicho 
en términos breves y claros, no sea competencia del Derecho". Este punto de vista está 
ampliamente aceptado entre los pensadores liberales, y se remonta a la obra de John 
Stuart Mili Sobre la libertad, en la cual, el “principio único y muy simple” es, según sus 
propias palabras: 
Que el único propósito por el cual se puede legítimamente ejercitar el poder sobre 
cualquier miembro de una comunidad civilizada, contra su voluntad, es impedir que haga 
daño a otros… No se le puede legítimamente obligar a hacer o a abstenerse de hacer algo 
porque será en su beneficio, porque le hará más feliz, o porque, según otros, actuar de esa 
forma seria acertado o incluso justo. 
La postura de Mili a menudo se cita de forma adecuada en apoyo de la revocación de la 
legislación que crea los “delitos sin víctimas”, como las leyes que prohíben las relaciones 
homosexuales entre adultos con el consentimiento de ambos, la utilización de marihuana y 
otras drogas, la prostitución, el juego, etcétera. Normalmente se incluye al aborto en esta 
lista, como por ejemplo lo hizo el criminólogo Edwin Schur en su libro Crimes Without 
Victims. Los que consideran el aborto como un delito sin víctimas dicen que, mientras todo 
el mundo tenga derecho a mantener o actuar según su propio punto de vista acerca de la 
moralidad del aborto, ningún sector de la comunidad debería intentar forzar a los demás a 
adherirse a su propia y particular postura. En una sociedad pluralista, deberíamos tolerar a 
aquéllos que no comparten nuestras posiciones morales y dejar la decisión de abortar a la 
interesada. 
 
La falacia de enumerar el aborto entre los delitos sin víctimas debería ser evidente. La 
polémica sobre el aborto es, en general, una polémica sobre si el aborto tiene o no una 
“víctima". Los que se oponen al aborto mantienen que la víctima es el feto, mientras que 
los que no se oponen puede que nieguen que el feto cuente como víctima de una manera 
seria. Estos últimos quizá dijeran, por ejemplo, que un ser no puede ser víctima a no ser 
que tenga unos intereses que sean violados, y el feto no tiene intereses. Pero sea cual sea 
la manera en que se desarrolle la polémica, no puede simplemente ignorarse sobre la base 
de que las personas no debemos intentar forzar a los demás a seguir nuestros propios 
criterios morales. Mi postura de que lo que Hitler hizo con los judíos era malo es un criterio 
moral, y si existiera algún atisbo de que el nazismo pudiera volver a producirse, 
seguramente yo haría todo lo posible por obligar a los demás a que no actuaran de forma 
contraria a esta postura. El principio de Mili es defendible sólo si se restringe, como Mili lo 
hizo, a actos que no dañan a los demás. Utilizar el principio como forma de evitar las 
dificultades de resolver la polémica ética sobre el aborto es dar por sentado que el aborto 
no daña a “otro", lo cual constituye precisamente el aspecto que hay que probar antes de 
que legítimamente podamos aplicar el principio al caso del aborto. 
Un argumento feminista 
 
El último de los tres argumentos que buscan justificar el aborto sin negar que el feto es un 
ser humano inocente consiste en que la mujer tiene derecho a elegir lo que le ocurra a su 
propio cuerpo. Este argumento empezó a destacar con la aparición del movimiento de 
liberación de la mujer y lo han elaborado filósofos norteamericanos simpatizantes del 
feminismo. Judith Jarvis Thomson, por medio [de una ingeniosa analogía, ha presentado 
un argumento que ha tenido mucha influencia. Imaginemos, dice ella, que una mañana 
[nos despertamos en la cama de un hospital, conectados de alguna manera a un hombre 
inconsciente que se encuentra en la cama junto a la nuestra. Se nos dice que este hombre 
es un famoso violinista que padece una enfermedad renal. La única forma que tiene de 
sobrevivir es teniendo su sistema circulatorio conectado al de otra persona con el mismo 
grupo sanguíneo, y nosotros somos la única persona con la sangre adecuada. De modo 
que una asociación de amantes de la música nos secuestró y llevó a cabo la operación de 
conexión. Como nos encontramos en un hospital con buena reputación, podríamos,si 
quisiéramos, decirle a un médico que nos desconectara del violinista; en cuyo caso el 
violinista moriría irremediablemente. Por otra parte, si permaneciéramos conectados 
durante sólo (¿sólo?) nueve meses, el violinista se recuperaría y podríamos ser 
desconectados sin poner su vida en peligro. 
Thomson cree que si nos viéramos inmersos en esta situación inesperada, no estaríamos 
moralmente obligados a permitir que el violinista utilizara nuestros riñones durante nueve 
meses. Ayudar al violinista sería un acto muy generoso y amable de nuestra parte, pero 
decir esto, afirma Thomson, es bastante diferente de decir que haríamos mal si 
actuáramos de forma contraria. 
Hay que resaltar que la conclusión de Thomson no depende de negar que el violinista sea 
un ser humano inocente, con el mismo derecho a la vida que cualquier otro ser humano 
inocente. Al contrario, Thomson afirma que el violinista tiene derecho a la vida, pero tener 
derecho a la vida, según ella, no implica el derecho de utilizar el cuerpo de otra persona, 
incluso aunque no utilizarlo nos suponga la muerte. 
 
El paralelismo de este caso con el del embarazo, especialmente el embarazo a 
consecuencia de una violación, es evidente. Una mujer que haya quedado embarazada 
como resultado de una violación se encuentra a sí misma, sin haberlo elegido, conectada a 
un feto de la misma manera que nosotros nos encontrábamos conectados al violinista. 
Cierto es que una mujer embarazada no tiene normalmente que pasar nueve meses en 
cama, pero los que se oponen al aborto no considerarían esto como una justificación 
suficiente para abortar. Dar un recién nacido en adopción podría ser más difícil, 
psicológicamente, que abandonar al violinista al final de su enfermedad; pero esto en sí 
mismo no parece una razón suficiente para matar al feto. Si se acepta que el feto no 
cuenta como un ser humano con todas las de la ley, abortar cuando el feto no es viable 
tiene la misma relevancia moral que desconectamos del violinista. Asi que si estamos de 
acuerdo con Thomson en que no estaría mal desconectamos del violinista, debemos 
aceptar también que cualquiera que sea el estado del feto, el aborto tampoco es malo, al 
menos cuando el embarazo es consecuencia de una violación. 
El argumento de Thomson probablemente se puede aplicar a otros casos que no sean el 
de la violación. Supongamos que nos encontramos conectados al violinista, no porque 
fuéramos secuestrados por los amantes de la música, sino porque habíamos ido al hospital 
a visitar a un amigo enfermo, y cuando entramos en el ascensor, pulsamos un botón 
equivocado, acabando así en una parte del hospital normalmente visitada solamente por 
los que se ofrecen voluntarios para conectarse a pacientes que de otra forma no podrían 
sobrevivir. Un equipo de médicos, que espera al siguiente voluntario, supone que somos el 
próximo voluntario y nos anestesia para después conectamos a un paciente. Si el 
argumento de Thomson era válido en el caso del secuestro, probablemente también lo es 
aquí, ya que ayudar a otra persona nueve meses en contra de nuestra voluntad es un 
precio muy alto a pagar por ignorancia o descuido. En este sentido el argumento podría 
aplicarse más allá de los casos de violación al mucho mayor número de mujeres que se 
quedan embarazadas por ignorancia, .descuido o un fallo en el anticonceptivo utilizado. 
Pero, ¿es válido este argumento? La breve respuesta es ésta: es válido si la particular 
teoría de los derechos en que se basa es válida; y no es válido si dicha teoría no es válida. 
La teoría de los derechos en cuestión se puede ilustrar con otro de los imaginarios 
ejemplos de Thomson: supongamos que nos encontramos desesperadamente enfermos y 
que lo único que puede salvarnos es que nos toque nuestra estrella de cine favorita con su 
fría mano en nuestra febril frente. Pues bien, Thomson dice que aunque tengamos derecho 
a la vida, no quiere decir que tengamos derecho a forzar a la estrella de cine a venir a 
nosotros, o que ésta se encuentre en ninguna obligación moral de venir a salvamos, 
aunque sería muy amable de su parte que lo hiciera. De este modo Thomson no acepta 
que estemos siempre obligados a tomar la mejor línea de acción, una vez considerados 
todos los puntos, o hacer aquello que tenga las mejores consecuencias. En cambio, acepta 
un sistema de derechos y obligaciones que nos permita justificar nuestras acciones 
independientemente de sus «consecuencias. 
Hablaremos más de esta concepción de los derechos en el capítulo 8. Por ahora, basta 
con indicar que el utilitarismo rechazaría esta teoría de los derechos, al igual que el 
razonamiento de Thomson en el caso del violinista. El utilitarismo sostendría que, por muy 
ultrajados que hubiéramos salido de ser secuestrados, si las consecuencias de 
desconectarnos del violinista son, mirándolo bien, y teniendo en cuenta los intereses de 
cualquier afectado,: peores que las consecuencias de seguir conectado, debemos seguir 
conectados. Esto no quiere decir necesariamente que el utilitarismo viera como malvada o 
merecedora de culpa a una mujer que se desconectara a sí misma. Quizá los utilitaristas 
reconocieran que esta mujer se ha visto sumergida en una situación extraordinariamente 
difícil, en la cual hacer lo que es correcto implicaría un sacrificio considerable. Incluso 
podrían reconocer que la mayoría de las personas en dicha situación se guiarían más bien 
por el interés propio que por hacer lo que es correcto. No obstante, mantendrían que 
desconectarse está mal hecho. 
Al rechazar la teoría de los derechos de Thomson y con ella su razonamiento en el caso 
del violinista, el utilitarismo también estaría rechazando su argumento sobre el aborto. 
Thomson afirmaba que su argumento justificaba el aborto incluso si permitiéramos que la 
vida del feto tuviera tanto peso como la vida de Una persona normal. El utilitarismo diría 
que estaría mal negarse a mantener la vida de una persona durante nueve meses, si ésa 
fuera la única forma en la que esa persona podría sobrevivir. Por tanto si a la vida del feto 
se le da el mismo peso que a la de una persona normal, el utilitarismo sostendría que 
estaría mal negarse a seguir adelante con el embarazo hasta que el feto pudiera sobrevivir 
fuera del útero. 
Con esto concluimos nuestro análisis sobre las respuestas liberales más normales al 
argumento conservador sobre el aborto., Hemos visto que los liberales no han logrado 
establecer una línea divisoria moralmente significante entre el recién nacido y el feto,, y sus 
argumentos -con la posible excepción del argumento de, Thomson, si es que se puede 
defender su teoría de los derechos- tampoco consiguen justificar el aborto de forma que no 
pongan en duda la afirmación conservadora de que el feto es un ser humano inocente. No 
obstante, sería precipitado que los conservadores supusieran que su teoría contra el 
aborto es válida. En este momento hay que incluir en este debate algunas conclusiones 
más generales sobre el valor de la vida. 
 
El valor de la vida del feto 
Volvamos al principio. El argumento principal contra el aborto desde el cual empezamos 
era el siguiente: 
Primera premisa: es malo matar a un ser humano inocente. 
Y segunda premisa: un feto humano es un ser humano inocente. 
Conclusión: por tanto, es malo matar a un feto humano. 
El primer grupo de respuestas que consideramos aceptaban la primera premisa de este 
argumento pero se oponían a la segunda. El segundo grupo de respuestas no rechazaban 
ninguna premisa, pero se oponía a establecer la conclusión partiendo de estas premisas (o 
se oponía a la conclusión de que el aborto debería estar prohibido por la ley). Ninguna de 
las respuestas cuestionaba la primera premisa de este argumento. Dada la amplia 
aceptación de la doctrina de la santidad de la vida humana, esto no sorprende; pero la 
discusión de ésta doctrina en los capítulosanteriores muestra que esta premisa es menos 
segura de lo que mucha gente cree. 
La debilidad de la primera premisa del argumento conservador consiste en que descansa 
en nuestra aceptación de la categoría especial de la vida humana. Hemos visto que el 
término “humano” encuadra a dos nociones distintas: pertenecer a la especie homo 
sapiens y ser persona. Una vez que el término se examina detenidamente en este sentido, 
la debilidad de la primera premisa conservadora se hace evidente. Si se toma “humano” 
como equivalente de “persona”, la segunda premisa del argumento, que sostiene que el 
feto es un ser humano, es claramente falsa, porque no se puede argumentar que el feto 
sea racional o consciente de sí mismo. Si, por otra parte, se toma “humano” en el sentido 
de simplemente “miembro de la especie homo sapiens”, la defensa conservadora de la 
vida del feto se basa en una característica a la que le falta pertinencia moral y, por tanto, la 
primera premisa es falsa. El centro de la cuestión hasta ahora nos debe parecer familiar: 
que un ser sea o no miembro de nuestra especie no es en sí mismo más pertinente al 
hecho de que matar esté mal que el hecho de que sea o no miembro de nuestra raza. La 
creencia de que el mero hecho de pertenecer a nuestra especie, independientemente de 
otras características, constituye una gran diferencia sobre el hecho de que matar a un ser 
esté mal, es un legado de las doctrinas religiosas que incluso los que se oponen al aborto 
dudan en incluir en el debate. 
Reconocer este sencillo punto transforma el tema del aborto. Ahora podemos mirar al feto 
por lo que es -las características reales que posee- y valorar su vida en la misma escala 
que las vidas de seres con similares características que no pertenecen a nuestra especie. 
Ahora se hace evidente que al movimiento “Pro-vida” o "Derecho a la Vida” se le ha 
denominado de forma errónea. Lejos de sentir preocupación por toda vida, o una escala de 
preocupación imparcialmente basada en la naturaleza de la vida en cuestión, los que 
protestan contra el aborto pero comen habitualmente, a base de los cuerpos de gallinas, 
cerdos y terneras, muestran solamente una preocupación parcial por las vidas de los 
miembros de nuestra propia especie. Porque en cualquier comparación justa de las 
características moralmente pertinentes, como la racionalidad, la conciencia de sí mismo, el 
conocimiento, la autonomía, el placer, el dolor, etcétera, la temerá, el cerdo y la tan 
ridiculizada gallina sé encuentran muy por delante del feto en cualquier etapa del 
embarazo, mientras que si hacemos la comparación con un feto de menos de tres meses, 
un pez mostraría más señales de conciencia. 
Por tanto, lo que sugiero es que acordemos no dar más valor a la vida del feto que a la 
vida de un animal no humano dado un nivel similar de racionalidad, conciencia de sí 
mismo, conocimiento, capacidad de sentir, etcétera. Ya que ningún feto es persona, ningún 
feto tiene el mismo derecho a la vida que una persona. Todavía tenemos que considerar 
en qué punto es probable que el feto sea capaz de sentir dolor. Porque ahora bastará con 
decir que hasta que esa capacidad exista, un aborto termina una existencia que no tiene 
valor “intrínseco" en absoluto. Después de eso, cuando el feto sea consciente, aunque no 
consciente de sí mismo, el aborto no debe ser tomado a la ligera (si es que una mujer 
alguna vez se toma el aborto a la ligera). Pero los serios intereses de una mujer 
normalmente tendrán más peso que los intereses rudimentarios de un feto incluso 
consciente. De hecho, es difícil condenar incluso un aborto realizado por las razones más 
insignificantes en un embarazo avanzado, a menos que también condenemos la matanza 
de formas de vida mucho más desarrolladas sólo por el sabor de su carne. 
La comparación entre el feto y otros animales nos lleva a otro punto más. Cuando el 
equilibrio entre los intereses en conflicto hace necesario matar a una criatura que siente, es 
importante que la muerte se lleve a cabo de la forma menos dolorosa posible. En el caso 
de los animales no humanos, la importancia de la humanidad (a la hora de matar es 
ampliamente aceptada, pero extrañamente, en (el caso del aborto no se le presta 
demasiada atención. Esto no es debido a que se sepa que el aborto mata al feto de una 
forma rápida y humanitaria. Los abortos en fases avanzadas del embarazo -en los cuales 
es más posible que sufra el feto- a veces se llevan a cabo inyectando una solución salina 
en el líquido amniótico que rodea al feto. Se ha afirmado que el efecto de esto causa 
convulsiones al feto que muere entre una y tres horas después, tras lo cual es expulsado 
del útero. Si existe base para creer que un método abortivo causa sufrimiento al feto, ese 
método debe ser evitado. 
 
El feto como vida potencial 
Una posible objeción al argumento que hemos ofrecido en la sección anterior, es que tiene, 
en cuenta sólo las características reales del feto, y no sus características potenciales. 
Sobre la base de estas características reales, como admitirán algunos de los que se 
oponen al aborto, la comparación entre el feto y muchos animales no humanos no es 
favorable a aquél. Es al considerar su potencial para convertirse en un ser humano maduro 
cuando el pertenecer a la especie homo sapiens se hace importante, y el feto sobrepasa 
con mucho a cualquier gallina, cerdo o ternera. 
Hasta este momento no he planteado la cuestión del potencial del feto porque pensé que 
era mejor concentrarse en el argumento principal contra el aborto; pero es cierto que se 
puede esgrimir un argumento diferente, basado en el potencial del feto. Éste es el 
momento de analizar este otro argumento, que podemos enunciar de la siguiente forma: 
Primera premisa: es malo matar a un ser humano potencial. 
Segunda premisa: un feto humano es un ser humano potencial. 
Conclusión: por tanto, es malo matar a un feto humano. 
 
La segunda premisa de este argumento es más fuerte que la segunda premisa del 
argumento anterior. Mientras que es problemático concluir si un feto es realmente un ser 
humano -depende de lo que queramos decir por dicho término-, no se puede negar que sí 
que es un ser humano potencial. Esto es cierto tanto si por “ser humano” entendemos 
"miembro de la especie homo sapiens” o un ser racional y consciente de, sí mismo, es 
decir, una persona. La segunda premisa fuerte de este nuevo argumento se adquiere, sin 
embargo, bajo el coste de una primera premisa más débil, porque el hecho de que matar a 
un ser humano potencial -incluso a una persona potencial- sea malo es más fácil que se 
ponga en duda que el hecho de que matar a un ser humano real sea malo. 
Es cierto naturalmente que la racionalidad, conciencia de sí mismo y otras cualidades 
potenciales de un feto homo sapiens sobrepasan a las de una vaca o un cerdo; pero de ahí 
no se ' desprende que el feto tenga un mayor derecho a la vida. No hay ninguna regla que 
diga que una X potencial tenga el mismo valor .que una X, o que tenga todos los derechos 
de una X. Hay muchos ejemplos que muestran justo lo contrario. Arrancar una bellota en 
brote no es lo mismo que talar un roble venerable. Meter una gallina viva en una olla de 
agua hirviendo sería mucho peor que hacer lo mismo con un huevo. El principe Carlos es 
el rey potencial de Inglaterra, pero ahora no tiene los derechos de un rey. 
En ausencia de cualquier deducción general que nos lleve a decir que “A es una X 
potencial" y, por tanto, "A tiene los derechos I de X”, no debemos aceptar que una persona 
potencial tenga los I derechos de una persona, a menos que se nos pueda dar alguna 
razón específica por la cual esto se dé en este caso particular. Pero, ¿cuál podría ser esa 
razón? Esta cuestión es especialmente pertinente ; si volvemos a la base sobre la cual, en 
el capítulo anterior, se sugería que la vida de una persona merece mayor protecciónque la 
vida de un ser que no sea persona. Estos motivos -desde la preocupación indirecta del 
utilitarismo clásico por no atemorizar a otros con que puedan ser los próximos en ser 
matados, el peso dado por el utilitarismo de preferencia a los deseos de una persona, la 
conexión de Tooley entre el derecho a la vida y la capacidad de verse a uno mismo como 
un sujeto mental que continúa, y el principio del respeto por la autonomía- están todos 
basados en el hecho de que las personas se ven a ellas mismas como entidades distintas 
con un pasado y un futuro. No se aplican a los que ni ahora ni nunca han sido capaces de 
verse a ellos mismos de esta forma. Si éstos son los motivos para no matar a las personas, 
el mero potencial de llegar a ser persona no es un argumento válido para no matar. 
Se podría decir que esta respuesta interpreta mal el significado del potencial del feto 
humano, y que este potencial es importante, no porque cree en el feto un derecho o 
pretensión a la vida, sino porque todo el que mate a un feto humano priva al mundo de un 
futuro ser racional y consciente de sí mismo. Si los seres racionales y conscientes de sí 
mismos son intrínsecamente valiosos, matar a un feto humano es privar al mundo de algo 
intrínsecamente valioso y, por tanto, está mal. El problema principal que hay en esto como 
argumento en contra del aborto -aparte de la dificultad que existe en establecer que los 
seres racionales y conscientes de sí mismos tienen un valor intrínseco- es que no se 
puede sostener como una razón para oponerse a todos los abortos, o incluso a los abortos 
practicados meramente porque el embarazo se produce en una fecha poco adecuada. 
Además, el argumento nos conduce a condenar otras prácticas distintas del aborto que la 
mayoría de los anti-abortistas aceptan. 
La afirmación de que los seres racionales y conscientes de sí mismos son intrínsecamente 
valiosos no es motivo para oponerse a todos los abortos porque no todos los abortos 
privan al mundo de un ser racional y consciente de sí mismo. Supongamos que una mujer 
ha estado planeando incorporarse a una expedición de escalada en junio, y en enero 
descubre que está embarazada de dos meses. Por el momento no tiene hijos, pero 
pretende tener uno en el plazo de uno o dos años. El embarazo no es deseado sólo porque 
no es el momento adecuado. Los que se oponen al aborto presumiblemente pensarían que 
abortar en estas circunstancias sería una atrocidad, porque ni la vida ni la salud de la 
madre están en juego, solamente el placer que siente al escalar montañas. Sin embargo, si 
el aborto está mal sólo porque priva al mundo de una futura persona, en este caso no lo 
está, ya que no hace sino retrasar la entrada de una persona al mundo. 
Por otra parte, este argumento nos lleva a condenar las prácticas que reducen la población 
humana futura: la contracepción, bien por medios “artificiales" o bien por medios 
"naturales” tales como la abstinencia durante los días en que es más probable que la mujer 
sea fértil, y también el celibato. Este argumento tiene, en realidad, todas las dificultades de 
la forma “total" del utilitarismo, analizado en los dos capítulos anteriores, y no aporta 
ninguna razón para pensar que el aborto sea peor que cualquier otro medio de control de 
población. Si el mundo ya se encuentra sobrepoblado, este argumento no ofrece ninguna 
razón en contra del aborto. 
¿Existe algún otro factor pertinente en el hecho de que-el feto sea una persona potencial? 
Si lo hay, no tengo ni idea de cuál puede ser. En los escritos contra el aborto a menudo 
encontramos referencia al hecho de que cada feto humano es único. Paul Ramsey, antiguo 
profesor de Religión en la Universidad de Princeton, ha afirmado que la genética moderna, 
al enseñarnos que la primera fusión del espermatozoide y el óvulo crea una partícula de 
información que es “irrepetible", parece llevamos a la conclusión de que “toda destrucción 
de la vida fetal debería ser considerada asesinato". Pero, ¿por qué este hecho ha de 
llevamos a dicha conclusión? Sin lugar a dudas el feto de un perro es también 
genéticamente único. ¿Quiere esto decir que está tan mal el aborto de un perro como el de 
un humano? Si cuando se conciben gemelos homólogos, la información genética se repite, 
¿pensaría Ramsey, entonces, que es permisible practicar un aborto sobre uno de los dos 
gemelos en cuestión? Los hijos que tendríamos mi mujer y yo si no utilizáramos 
anticonceptivos serían genéticamente únicos. ¿Constituye el hecho de que no se pueda 
determinar de forma precisa qué carácter genéticamente único tendrían esos niños que el 
uso de anticonceptivos sea menos malo que el aborto? ¿Por qué? Y si lo fuera, ¿podría 
reducir la seriedad del aborto la perspectiva existente de que se pueda llevar a cabo con 
éxito la clonación, una técnica mediante la cual se utilizan las células de un individuo para 
reproducir un feto que es una fotocopia genética del original? Supongamos que la mujer 
que desea ir a escalar abortara, tomara una célula del feto abortado y posteriormente la 
reimplantara en su útero de manera que se desarrollara una réplica genéticamente exacta 
del feto abortado, siendo la única diferencia que el parto tendría lugar seis meses después 
y, así, podría disfrutar de la expedición. ¿Sería de esta forma aceptable el aborto? Dudo 
que lo fuera para muchos de los que se oponen a él.

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