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Capítulo 12: El sistema linfático y las defensas del organismo 429 12 Antes siquiera de intentar un aloinjerto, el ABO y otros grupos antígenos del grupo sanguíneo tanto del donante como del receptor han de ser determinados y coincidir. Entonces, los antígenos de la membrana celu- lar de sus células de tejido se tipifican para determinar el nivel de coincidencia. Es necesario un 75% de coinci- dencia como mínimo para intentar el injerto; como es de suponer, resulta difícil encontrar una buena coinciden- cia de tejidos entre personas sin lazos de sangre. Tras la operación, para prevenir el rechazo, el pa- ciente recibe terapia inmunosupresora, incluyendo una o más de las siguientes terapias: corticosteroides para suprimir la inflamación, medicación antiprolifera- tiva, terapia de radiación (rayos X) y medicación inmu- nosupresora. Muchos de estos medicamentos destruyen muy rá- pidamente las células que se dividen (tales como los lin- focitos activados), y todos ellos tienen efectos secunda- rios graves. Sin embargo, el problema principal de la terapia inmunosupresora es que mientras se suprime el sistema inmunitario no se puede proteger el organismo contra agentes extraños. La causa principal más fre- cuente de muerte de estos pacientes es una infección bacterial y viral de gran magnitud. ¿ L O H A S E N T E N D I D O ? 19. Las células T deben tomar parte en lo que a veces se ha dado en llamar el doble apretón de manos para ser activadas. ¿Qué significa esta expresión? 20. ¿Como se consigue el golpe letal? 21. ¿Cuál es el papel del las células T reguladoras en la respuesta inmunitaria adaptativa? 22. Sara va a recibir un trasplante de riñón. El donante es su hermano gemelo. ¿Qué nombre recibe este tipo de trasplante? Véanse las respuestas en el Apéndice D. Desórdenes de la inmunidad DESEQUILIBRIO HOMEOSTÁTICO El desorden más importante del sistema inmuni- tario son las enfermedades autoinmunes, las alergias y las inmunodeficiencias. Enfermedades autoinmunes Ocasionalmente el sistema inmunitario pierde su habilidad para distinguir a un amigo de un enemigo, es decir, tolerar autoantígenos, al tiempo que reconoce y ataca antígenos ex- traños. Cuando esto ocurre, el organismo genera anticuer- pos (autoanticuerpos) y células T sensibilizadas que atacan y dañan sus propios tejidos. Este desconcertante fenómeno se denomina enfermedad autoinmune, puesto que es el propio sistema inmunitario del individuo el que genera el de- sorden. Alrededor del 5% de los adultos norteamericanos (dos ter- cios de ellos mujeres) están afectados por alguna enferme- dad autoinmune. Las más comunes son las siguientes: • Esclerosis múltiple (MS), que destruye la sustancia blanca (capas de mielina) del cerebro y la médula es- pinal (véase la pág. 234). • Miastenia grave, que impide la comunicación entre los nervios y los músculos del esqueleto (véase la pág. 221). • Enfermedad de Graves, por la que la glándula tiroidea produce cantidades excesivas de tiroxina. • Diabetes mellitus tipo 1, que destruye las células beta pancreáticas, con resultado de producción insuficiente de insulina (véanse las págs. 326-327). • Lupus eritematoso sistémico (SLE), enfermedad sistémica que suelen padecer las mujeres jóvenes y que afecta principalmente a riñones, corazón, pulmo- nes y piel. • Glomerulonefritis, deficiencia grave de la función renal. • Artritis reumatoide (RA), que destruye de manera sis- temática las articulaciones (véanse las págs. 173-174). Las terapias actuales incluyen tratamientos que debilitan ciertos aspectos de la respuesta inmunitaria. ¿Cómo se colapsa el estado normal de tolerancia propia? Parece que uno o más de los siguientes motivos podrían ser los desencadenantes: 1. Programación de linfocitos ineficiente. En vez de ser silenciados o eliminados, los linfocitos B o T autorreac- tivos se escapan hacia el resto del organismo. Se cree que esto ocurre en la MS. 2. Aparición en la circulación de autoproteínas que no han sido previamente expuestas al sistema inmuni- tario. Tales antígenos “escondidos” se encuentran en células de esperma, en el cristalino del ojo y en ciertas proteínas de la glándula tiroidea. Además, pueden apare- cer “nuevos antígenos propios” como resultado de una mutación genética que modifique la estructura de las proteínas propias o como resultado de alteraciones en las mismas por enlace de hapteno o por cualquier daño bacteriano o vírico. 3. Reacción cruzada de anticuerpos generados contra antígenos extraños y propios. Por ejemplo, se sabe que los anticuerpos generados durante una infección causada por bacterias estreptococo reaccionan con los antígenos del corazón causando daños al músculo y a sus válvulas, así como a las articulaciones y a los
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