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LICENCIATURA EN ENFERMERÍA 1 Psicología Institucional y Evolutiva Carreras: IQ y BI 2018 Docente Mariana García Ficha: Introducción conceptual Las instituciones y la psicología institucional. El campo de lo institucional es un campo que existe desde que existe la humanidad… ¿Qué quiere decir esto? Todo sujeto nace y vive en las instituciones permanentemente ellas lo van moldeando, es por esto que las instituciones poseen un carácter fundante tanto en el plano social como en la constitución del psiquismo individual. Desde que el hombre ha tratado de dominar la naturaleza y de convivir en ella y otros hombres, ya sea tratando de defenderse o de conquistarla, va armando cultura y grupos, el ser humano es tal por ser un ser social, cultural, un ser institucionalizado, y es justamente por eso (ser institucionalizado), que resulta valido que la psicología intente entonces entender a los sujetos desde su subjetividad y a las instituciones a las que pertenece, las cuales a la vez el propio sujeto ha creado, es este doble efecto dialectico entre institución y sujeto. Una organización no puede reducirse a una sola institución, y es por ello que el objeto de estudio de la psicología institucional es un objeto complejo, heterogéneo y posee numerosos atravesamientos, siendo también correlativo a esa complejidad y heterogeneidad mencionada que la psicología institucional necesita de múltiples miradas, enriqueciéndose así del aporte de diferentes áreas de la psicología 2 Psicología Institucional y Evolutiva Carreras: IQ y BI 2018 Docente Mariana García tales como psicoanálisis, psicología del trabajo, psicología social, psicología política, y a su vez de diferentes disciplinas, como la historia la antropología y sociología entre otras. La psicología institucional aparece fundamentalmente bajo esta denominación y como campo definido por dos autores, José Bleger y Fernando Ulloa, quienes podrían ser considerados sus pioneros en Argentina en la década del ´60. Las instituciones poseen su dinámica y organización particular que implican, tareas, trabajos y normas regulatorios, partiendo desde la primer institución que nos aloja; la familia, como todas las subsiguientes, ya sea de orden educacional, o de tipo productiva, o de salud, las cuales a su vez están enmarcadas en determinado contexto social, político y económico que las determina, contexto que a su vez la atraviesa y les otorga determinadas características. Las instituciones se presentan en nuestras vidas naturalmente porque vivimos en instituciones, y es ese nivel de naturalidad el que hace que no nos demos cuenta de ello y se invisibilicen para nosotros, perdiendo así la calidad que tienen y la pertenencia al orden cultural. El campo de las instituciones plantea un punto central que es la cuestión de la subjetividad y la de las organizaciones. 3 Psicología Institucional y Evolutiva Carreras: IQ y BI 2018 Docente Mariana García Existe una doble acepción del término institución. (Ulloa 1969) 1- En sentido amplio refiere a la sociedad, sociedad que da sus marcos regulatorios, de tipo económico, jurídico, político, etc. Predeterminan forman de actuar y pesar de los individuos en las organizaciones. Las instituciones nos preexisten, regulan nuestras relaciones y nos dan pertenencia e identidad, de esta forma otorgan un marco regulatorio no solamente externo, sino también constitutivo del aparato psíquico. Es por eso que les adjudicamos cierto nivel de perpetuidad. 2- La otra acepción del término seria la institución en sentido restringido, es así sinónimo de organización o establecimiento, en este caso su objeto de análisis y abordaje son las organizaciones y las practicas instituidas, los quehaceres, en este segundo sentido las instituciones se convierten en el objeto visible, recortado al cual se dirige el psicólogo institucional con el fin de diagnosticar e intervenir principalmente con técnicas grupales con el fin de resolver conflictos existentes, considerando los factores sociales determinantes. La organización es entones un sistema social limitado y acotado que existe para el cumplimiento de fines más o menos precisos con niveles jerárquicos diferenciados y 4 Psicología Institucional y Evolutiva Carreras: IQ y BI 2018 Docente Mariana García distribuciones de roles y tareas, las organizaciones entonces son la materialización de las instituciones, es decir las instituciones se plasmas en las organizaciones que las atraviesan. Por atravesamiento entenderemos que las instituciones determinan aspectos de las interacciones que se presentan dentro de los grupos y organizaciones, aquellos modos de hacer y de pensar que allí se producen y que a su vez se reproducen en la sociedad. Es así que las instituciones son constitutivas de toda sociedad, tanto seas desde su, leguaje, sexualidad, trabajo, sistemas de creencias, etc, forman parte de ello y de sus singulares formas de organización como, familia, escuela, club, iglesia, constituyendo este el Macro contexto moldeador del psiquismo, cuya incidencia histórico-cultural no quedara por fuera, teniendo todo esto efectos productores sobre los sujetos y su subjetividad. Tomando en cuenta lo plantado por Bleger respecto a ¿Qué es psicología institucional? Haremos el siguiente recorte de su amplia y rica teoría. Las instituciones son el ámbito que comprende la extensión o amplitud particular en que se dan los fenómenos que son abarcados tanto sea para el estudio o para la actividad profesional, del psicólogo institucional. 5 Psicología Institucional y Evolutiva Carreras: IQ y BI 2018 Docente Mariana García Este término, instituciones tiene diversos sentidos. En su diccionario de sociología, Fairchild incluye dos acepciones. 1) “Configuración de conducta duradera, completa integrada y organizada, mediante la que se ejerce el control social y por medio de la cual se satisfacen los deseos y necesidades sociales fundamentales”. 2) “Organización de carácter público o semipública, que supone un cuerpo directivo, y de ordinario, un edificio o establecimiento físico de alguna índole, destinada a servir a algún fin socialmente reconocido y autoridad. A esta categoría corresponden unidades tales como asilos, universidades, orfelinatos, hospitales, etc”. En nuestra definición de psicología institucional se comprende la institución en el segundo de los sentidos dados por Farchild y dentro de este se incluye el estudio de los factores caracterizados en la primera de las acepciones. Psicología institucional abarca entonces el conjunto de organismos de existencia física concreta, que tiene un cierto grado de permanencia en algún campo o sector específico de la actividad o la vida humana, para estudiar en ellos todos los fenómenos humanos que se dan en relación con la estructura, la dinámica, funciones y objetivos de la institución. Burgess menciona cuatro tipos principales de instituciones, a los cuales Young suma otras 2. 6 Psicología Institucional y Evolutiva Carreras: IQ y BI 2018 Docente Mariana García 1. Instituciones culturales básicas (familia, iglesia, escuela). 2. instituciones comerciales (empresas comerciales y económicas, uniones de trabajadores, empresas del estado). 3. Instituciones recreativas, (clubes deportivos y artísticos, parques, campos de juegos teatros, cines, salones de baile). 4. Instituciones de control social formal, (agencias de servicios sociales y gubernamentales). A ellas Young agrega. 5. Instituciones sanitarias (hospitales, clínicas, hogares, los cuales pueden incluirse o no dentro de agencias de servicios sociales) 6. Instituciones de comunicación (agencias de trasporte,servicios postales, teléfonos periódicos, revistas, radio). Más ella de una clasificación más o menos exhaustiva de los diversos tipos de instituciones, lo que importa a la práctica del psicólogo institucional y a esta materia en particular es la institución como totalidad, los efectos que esta tiene sobre el sujeto y a su vez el sujeto sobre esta. Psicologia & Sociedade; 16 (2): 71-80; maio/ago.2004 LA INCLUSIÓN DEL SUFRIMIENTO PSÍQUICO: UN DESAFIO PÀRA LA EPIDEMIOLOGIA Rna Cecília Rvgsbvvgev Universidad Nacional de Rosario RESUMEN: El artículo indaga en qué medida los criterios y las categorías utilizadas para el diagnóstico y la clasificación de los problemas de salud mental, constituyen un obstáculo teórico y metodológico para el desarrollo de la epidemiología en salud mental. Los resultados contemplan dos aspectos. (1)Una reflexión teórica destinada a redefinir el objeto de estudio que históricamente la disciplina construyó para sí, analizando de manera crítica las modalidades clasificatorias para los problemas psíquicos. (2)Un trabajo de campo en el que se analizan los esquemas teóricos y operativos en los que intervienen los profesionales de la salud mental. Se busca conocer en qué medida tanto las nociones más empíricas, como la formación científica que reciben los psicólogos se adecuan a las categorías propuestas para identificar y diagnosticar las patologías psíquicas (CIE ó DSM). Si el sufrimiento humano no es sólo un problema de orden biológico, sino que es producido en contextos culturales y socio históricos definidos, es necesariamente crítica la mirada sobre sistemas clasificatorios que no contemplan las dimensiones sociales, culturales o institucionales. PALABRAS-CLAVE: Salud mental / Epidemiología / Clasificación de enfermedades/ Diagnóstico/ Sufrimiento psíquico. THE INCLUSION OF MENTAL SUFFERING: A CHALLENGE FOR EPIDEMIOLOGY ABSTRACT:The article examines in what extend the criteria and the categories used for diagnosis and the classification of mental health problems, are actually theoretical and methodological obstacles for the development of Epidemiology in mental health. The results lead to two main issues: (1) A theoretical consideration pointing to re-define the object of study traditionally built by the discipline itself, analyzing the classificatory schemes for psychics problems. (2) A work in the field analyzing the theoretical and operative schemes in which the professionals in mental health intervene. It tries to clarify in what extend the empirical notions and the scientific skills received by the psychologists, are the correct ones to the categories proposed to identify and diagnose the psychic pathologies. If human suffering is not just a biological problem, but takes place in a social, historical and cultural environment, it is necessary to have a very critical eye on the classificatory systems that ignore the social, cultural and institutional dimensions. KEY-WORDS: Mental health. Epidemiology. Classification of illnesses. Diagnosis. Psychic suffering. INTRODUCCION El articulo propone argumentar y debatir acerca de un problema que se identifica como obstaculizador para el desenvolvimiento de la epidemiologia en salud mental. La investigación epidemiológica está fundada sobre una clasificación internacionalmente aceptada de enfermedades o problemas de salud, cuya organización refiere a un sistema de categorías a las que se les asignan entidades mórbidas de acuerdo a criterios pre-establecidos. Sin embargo, los criterios o las lógicas con que se clasifican los problemas atinentes a la salud psíquica se ubican como un ámbito de controversias teóricas y operativas cuyas consecuencias repercuten tanto en la capacidad técnica de darle visibilidad y recepcionar a los procesos de padecimiento psí- quico de los diversos grupos de población, como en formular un juicio calificador para dichos pro- blemas. Las reflexiones y resultados de este trabajo son producto de una investigación destinada a establecer los obstáculos y las limitaciones pre- sentes para la producción de información epidemiológica sobre la salud mental de la población en el contexto particular del municipio de Rosario (Argentina). Con la finalidad de lograr una comprensión exhaustiva sobre las característi- cas que el problema planteado adquiere en el contexto local se decidió tratar al mismo como un estudio de casos. El estudio de casos nos permite 71 Augsburger; A.C. “La inclusión del sufrimiento psíquico: un desafio para la epidemiologia" pensar el municipio como una unidad específica y compleja, respondiendo a los requerimientos de un abordaje que no suprima lo singular. Reconocer lo que el caso tiene de particular, a través de conocerlo con profundidad, no obsta para que se hayan podido establecer relaciones con niveles de mayor generalidad en el problema planteado, que nos remiten al debate en torno de las categorias y criterios con que la epidemiología clasifica los pro- blemas de la salud mental. La profundización sobre los modos como se perciben, categorizan y diagnostican los proble- mas de salud mental presenta dos aspectos cuya especificidad permite analizarlos separadamente, pero que, no obstante, se encuentran en una estrecha relación. El primer aspecto está ligado a la definición del objeto que la epidemiología en salud mental escoge para sí. Adoptar la noción de enfermedad mental supone una serie de limitaciones para reconocer e identificar situaciones de padecimiento que no son homologables a las entidades patológicas, sumándose a ello la disparidad y la impugnación a los criterios señalados para su diagnóstico. Es en función de este nudo problemático que se analizan criticamente las clasificaciones internacionales de enfermedades. El segundo aspecto remite a la indagación sobre los esquemas teóricos y operativos con los que intervienen en sus prácticas los profesionales de la salud mental. Si existen criterios pre- establecidos (Clasificación internacional de enfermedades ó Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) para identificar y diag- nosticar las patologías psíquicas, es menester in- terrogar en qué medida tanto las nociones más empíricas como la formación científica que reciben los psicólogos se adecuan a las categorías propuestas. Las transformaciones y situaciones de crisis que atraviesan tanto la vida societal como la cotidianidad en el ámbito familiar son espacios de producción de condiciones críticas que contribuyen a la generación de sufrimiento psíqui- co, (GALENDE, 1997, 2000; LUDERMIR, 2000; PALACIOS, 2002; MINAYO-GOMEZ, 2002) requiriendo categorías que describan éste adecuadamente, sin considerarlo necesariamente en términos de enfermedad. LAS TAXONOMIAS DE LOS PROBLEMAS DE SALUD MENTAL: UN AMBITO DE CONTROVERSIAS El proceso de clasificación de las enfer- medades mentales es un componente necesario en el que se funda la investigación epidemiológica en el campo de la salud mental. Una clasificación de enfermedades se define como un sistema de categorías a las cuales se asignan entidades mór- bidas de acuerdo con criterios pre-establecidos. El propósito que da origen a la clasificación interna- cional de enfermedades es permitir el registro sis- temático, el análisis, la interpretación y la comparación de los datos de mortalidad y morbilidad recolectados en diferentes países o áre- as, así como en distintos momentos históricos. En el dominio específico de los problemas de la salud mental las normatizaciones con mayor desarrollo y difusión se organizan sobre una descripción taxonómica de las enfermedades mentales que toma por base la nosografía psiqui- átrica. Tal es el caso del Capítulo V de la Décima clasificación intevnacional de enfevmedades y pvo-blemas velacionados con la salvd, que reúne los llamados trastornos mentales y del comportamiento, o bien posterior en el tiempo, la clasificación ela- borada por la Asociación Americana de Psiquiatría, (DSM) que ha sufrido continuas renovaciones. La clasificación estadística de enfer- medades (1995), que se constituye como un eje referencial ineludible a nivel internacional, adopta para los problemas de salud mental la categoría de trastorno mental. Confirma allí la multiplicidad de significados con los que éste es comprendido: malestar, descontrol, limitación, incapacidad, patrón sindrómico, etc. Cada uno de ellos puede ser un indicador útil para un tipo de trastorno mental, pero ninguno equivale al concepto. A nivel internacional la mayoría de los estudios epidemiológicos revisados organizan su propuesta clasificatoria a partir del concepto de enfermedad mental, tomando como base algunos de los sistemas hegemónicos mencionados (CIE ó DSM). Argentina no se distingue de esa situación, salvo por la carencia casi absoluta de estudios epidemiólogicos que indaguen la situación de salud mental de sus grupos poblacionales. A principios de los años ‘80, se lleva a cabo el único estudio de carácter descriptivo a escala nacional que toma por eje la prevalencia poblacional de patologías mentales en la República Argentina, adoptando la Clasificación Internacional de Enfermedades, y un instrumento estandarizado para la formulación del diagnóstico, el Examen del Estado Presente, (P.S.E.). (CASULLO; ASZKENAZI, 1985). La revisión y análisis de un conjunto de investigaciones epidemiológicas muestra a nivel internacional la década del ‘70 como el momen- to en el cual se produce un viraje en torno de la 72 Psicologia & Sociedade; 16 (2): 71-80; maio/ago.2004 producción epidemiológica en salud mental. El corte temporal delimita líneas de investigación con énfasis diferenciales. La primera de ellas, que se enmarca dentro de una posición cercana al relativismo cultural y el rescate de lo microsocial, tiene por eje la comprensión de las condiciones sociales que intervienen en la producción de las enfermedades mentales. La segunda, posterior en el tiempo, está orientada por la búsqueda de parámetros de objetividad universal y comparabilidad de los re- sultados, a través de estudios extensivos con herramientas de screenning poblacional. Es esta última línea la que encuentra al momento actual mayor desarrollo contando con el apoyo pleno de organizaciones internacionales (KESSLER, 2000; OMS, 2000). Los avances producidos como consecuencia de esos cambios en los últimos 20 años son de gran relevancia permitiendo orientar esfuerzos en el desenvolvimiento de instrumentos de identificación de casos con mayor poder discriminativo. La obtención de diagnósticos fiables y válidos con la utilización de los nuevos instru- mentos dio la posibilidad de aplicar encuestas epidemiológicas a grandes grupos poblacionales y en un número diverso de países, propiciando el análisis comparativo de los datos obtenidos (KESSLER, 2000). Sin embargo, y reconociendo éstos avances de la epidemiología psiquiátrica, algunos de los elementos planteados permiten visualizar, a nuestro juicio, ciertos obstáculos en el abordaje epidemiológico de los problemas de salud mental. La utilización de las clasificaciones internacionales promueve que el análisis del esta- do de salud mental en los grupos de población se focalice en la categoría de enfermedad mental. Sis- temas que, organizados con una perspectiva nosográfica, muestran dificultad para identifi- car aquellas expresiones de sufrimiento psíquico que no se encuadran como enfermedad objetivada. La adopción para la definición del concepto de «enfermedad mental» de una visión a-histórica, y con pretensiones de universalidad, en función de incrementar la objetividad del conocimiento para permitir la comparabilidad de los resultados se encuadra en una epistemología de corte positivista. La nosografía psiquiátrica, con base en ese paradigma, ha trabajado con un concepto de enfermedad positiva, considerando como tal sólo aquello que se puede ver y comprobar porque produce señales y síntomas; lo que conlleva a desacreditar la enunciación de malestar por parte de los sujetos si no se acompaña de síntomas discernibles desde el saber científico - técnico. Así, la enfermedad aparece considerada como una entidad natural que responde en su génesis a me- canismos de causalidad mecánica, predominante- mente biológicos, consolidando un modelo de pensamiento que no permite problematizar en el campo epidemiológico los complejos procesos sociales e históricos que determinan formas singu- lares y colectivas diferenciadas de vivir , padecer y enfermar. Adoptando una perspectiva crítica con este horizonte de racionalidad epidemiológica, señalamos que la utilización de un concepto uni- versal para la enfermedad mental opaca el alto gra- do de producción y designación cultural y social que presentan los llamados problemas psíquicos. Son ejemplos válidos en esta dirección la categoría diagnóstica de retraso mental (MUEL, 1975), ó la de homosexualidad (CONRAD, SCHNEIDER; 1982) que como estados o condiciones de las personas, han encontrado variaciones históricas en su significación y adquirido o no la designación de enfermedad o trastorno mental según parámetros culturales o valoraciones sociales cam- biantes en el tiempo. El enfoque prioritario que adopta la epidemiología psiquiátrica, (KESSLER, 2000) centrada en la estimación de las prevalencias y en la clasificación del tipo de trastorno produce una mirada reducida puesto que evalúa el estado de salud mental de las poblaciones con la presencia o ausencia de enfermedad psíquica, sin incorpo- rar miradas más positivas de la salud ni tampoco elementos vinculados a la calidad de vida de esos grupos poblacionales, que dificilmente pueden expresarse en términos de enfermedad. Finalmente, el interés depositado en for- mular resultados comparables para grandes gru- pos poblacionales conduce a aceptar la población como una categoría natural, como un denomina- dor epidemiológico homogéneo. La crítica a esta perspectiva epidemiológica generalizante es vehiculizada a través de los conceptos de historicidad, heterogeneidad, y contradicción, categorías éstas que dan cuenta de los atributos necesarios para describir, distinguir y diferenciar a los grupos sociales. METODOLOGIA El municipio de Rosario (Argentina) es una ciudad industrial localizada en la Provincia de San- ta Fé, que tiene alrededor de un millón de habi- tantes y cuenta con un Sistema de Salud Pública dependiente de la administración municipal compuesto por una red de instituciones prestadoras 73 Augsburger; A.C. “La inclusión del sufrimiento psíquico: un desafio para la epidemiologia" de servicios con diversos grados de complejidad. La red de salud tiene por objeto dar cobertura sanitaria a la población residente en el municipio, pero su área de influencia abarca una región geo- gráfica más amplia que trasciende los límites de la ciudad. Cuenta con una amplia infraestructura dotada de un conjunto de hospitales con especificidades diversas y que incluyen servicios de alta complejidad, dos maternidades que recepcionan casi el 80% de los partos del sector público, un Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias, que recepciona población referenciada y 45 centros de salud, distribuidos en el municipio y organizados a través de la dirección de Atención Primaria de la Salud. El proceso de investigación se orientó a fortalecer la producción de información epidemiológica de salud mental en el municipio de Rosario, evaluando las posibilidades y los obstáculos para la adopción de una taxonomíade los problemas de salud mental a nivel local. Con ese marco se escoge un abordaje de índole cualitativo que permitiera indagar en el universo de significaciones, valoraciones y prácticas que sostienen los trabajadores de la salud mental; reconocer los marcos teóricos y operativos que organizan referencialmente tanto la percepción y comprensión de los procesos de salud - enfermedad mental como la elaboración y formulación de juicios diagnósticos. MATERIAL, SUJETOS Y PROCEDIMIENTOS En el trabajo de campo destinado a la recolección de información empírica, se combinaron entrevistas semi estructuradas a los profesionales psicólogos, con el análisis pormenorizado de los registros de consulta de las prácticas asistenciales cotidianas. Fueron entrevistados 20 profesionales psicólogos dependientes del Programa de Salud Mental del Sistema de Salud Pública del municipio de Rosario (Argentina). Las entrevistas se realizaron en los ámbitos de trabajo, centros de salud y consultorios hospitalarios, en una o más sesiones y con una duración aproximada de 2 horas. Atendiendo al carácter cualitativo del trabajo no se utilizaron técnicas de muestreo sino que los profesionales se seleccionaron por criterios a partir de la definición conceptual y operacional de unidades de estudio (GRIMBERG, 1999), según los siguientes componentes: institución de tra- bajo, años de graduación y adscripción teórica reconocida. Si bien los ejes temáticos seleccionados en el transcurso de la indagación han sido de mayor amplitud, se han privilegiado en la exposición de los resultados dos categorías sustanciales en tor- no a los marcos conceptuales e ideológicos que orientan las prácticas profesionales: el proceso de salud enfermedad mental, y la racionalidad utili- zada para la construcción de los diagnósticos. RESULTADOS La pevspectiva de los pvofesionales psi- cólogos sobve el pvoceso de salvd - enfevmedad mental. A lo largo de la historia los grupos sociales han sistematizado modalidades propias de conocimiento sobre la salud y la enfermedad, con- figurando un conjunto de nociones y representaciones sobre esos objetos. Esos conocimientos y concepciones, propios de un mo- mento histórico particular, organizan tanto un sa- ber popular, resultado de prácticas cotidianas, como un cuerpo teórico e ideológico entramado a una práctica profesional específica. En el campo de la producción científica se acumulan desarrollos muchas veces contradictorios o antagónicos. Los obstáculos teóricos para avanzar en una conceptualización de la salud y de la enfermedad son señalados por diferentes autores, que destacan a su vez la multivocidad de significaciones que les son asignadas. (BERLINGUER, 1993; ALMEIDA FILHO, 1994; GRMEK, 1995) Sobre éstas limitaciones teóricas se inscriben las dificultades que los profesionales psi- cólogos sitúan para delimitar la salud y la enfermedad mental. "No sé que es la salud...” " yo recuerdo una definición de O.P.S. que decía algo del bienestar físico, men- tal y social...”, dirá alguno de los en- trevistados. (Ps. 7) "Los parámetros de la salud y de la enfermedad son distintos a los que plantea el discurso médico. Yo no sé si podría (en el marco de la salud mental) hablar de que alguien está en- fermo o está sano”. (Ps. 16) "Tomando en cuenta que nosotros no tenemos diagnósticos precisos como sí tiene la medicina o la psiquiatría, no podría definir las consultas en tér- minos de enfermedad”. (Ps.5) Desde esta perspectiva, la categoría enfermedad parece más adecuada para el ámbito de la medicina, en virtud de contar con delimitaciones diagnósticas precisas de las cuales derivan estrategias o consensos terapéuticos. La 74 Psicologia & Sociedade; 16 (2): 71-80; maio/ago.2004 objetividad con que operan los criterios médicos para designar una enfermedad no es reconocida como posible en el campo de la salud mental. Sin embargo, no hay en su interior un proceso de reformulacioón de tal categoría. La fragmentación entre los conceptos y la experiencia se hace presente cuando se interroga a los profesionales acerca de si los pacientes que consultan podrían ser descriptos como personas enfermas. Los profesionales, que excluyen la categoría de enfermedad de sus presupuestos teó- ricos, van a reconocer, por el contrario, situaciones concretas en las que determinados pacientes sí son identificados como enfermos. Estos especialistas ratifican la presencia de una enfermedad frente a estados de salud de algunas personas concretas. "Con relación a la enfermedad men- tal, acá hay muy pocas consultas de psicosis. Una mujer a la que atendieron en la guardia y yo fui a ver...” (Ps. 9) "En el caso de alguien que tiene una psicosis sí diría que esa persona está enferma. Y en el caso de la perversión también. (Ps.3) "A lo mejor con un diagnóstico de anorexia yo podría decir que hay una enfermedad...” (Ps. 12) La relación entre las formulaciones teóri- cas y las prácticas no es lineal, sino que constituyen ambas un conjunto abierto con elementos contradictorios y espacios de imprecisión. Resulta una tarea más sencilla distinguir e identifcar con la observación y la experiencia a determinado evento como patológico, que conceptualizar la enfermedad en una dimensión de mayor abstracción. Determinados fenómenos se interpretan como enfermedades en la medida que se presentan en forma concreta en personas, sin que ello implique el reconocimiento de un objeto de construcción teórica, o aún cuando contradiga algunas de las proposiciones formuladas. El intento de producir un ordenamiento clasificatorio para los problemas de salud mental muestra que definir e identificar la enfermedad mental es una tarea compleja. Los problemas de orden psíquico o mental no se ajustan al modelo de razonamiento causal que la clínica asume para definir los fenómenos patológicos, ni se encuadran dentro de la perspectiva semiológica que relacio- na con un significado unívoco síntomas y signos a un evento patológico. Cuando la perspectiva gnosográfica clásica delimita el universo de enti- dades mórbidas a todas aquellas señales, signos o síntomas factibles de verse o comprobarse, excluye explícitamente las vivencias singulares de padecimiento. En esa perspectiva la dimensión subjetiva del sufrimiento es una dimensión ausen- te. En la visión de los psicólogos entrevista- dos, cuya práctica se enmarca mayoritariamente en la teoría psicoanalítica, el sufrimiento humano designa el objeto que otorga especificidad a su quehacer. Para ellos, son las situaciones de sufrimiento las que inducen de manera prioritaria a alguien a solicitar ayuda. «Las personas vienen por que sufren, sienten que no pueden resolverlo so- los y deciden consultar». (Ps. 17) «Lo que distingue a las consultas de salud mental es el sufrimiento, no la enfermedad». «Las personas consultan porque sufren. Sufren, y el sufrimiento... iba a decir psíquico... Si, creo que me atrevo a decir sufrimiento psíquico.» (Ps. 15) «Vienen por algo que les molesta, preocupaciones. En el caso de niños, que dicen mi hijo es bárbaro, no entiendo porqué. Le pasa esto, o se orina encima y tiene nueve años. Hay alguna interpelación ahí, y de algún modo un sufrimiento.» (Ps.2) La posibilidad de trabajar en el campo de la salud mental con la noción de sufrimiento psí- quico o de malestar encuentra el apoyo de diver- sos autores, (FREUD, 1930/1981; GALENDE, 1997; BURIN, 1991), cuyas producciones podrían contri- buir en el terreno epidemiológico a superar algunas de las limitaciones que se han señalado. En nuestra perspectiva, la incorporación del concepto de sufrimiento psíquico y su distinción de la patología mental permite ubicar dos cuestiones específicas de los problemas atinentes a la salud mental. Por un lado, evitaconsiderar los conflictos que devienen de la vida cotidiana y de las interrelaciones sociales, en términos de patologías. Las condiciones concretas en que se generan los padecimientos le otorgan a éstos un carácter procesual e histórico que no queda expresado en las clasificaciones mórbidas; y cuya utilización conduce a una patologización de las situaciones cotidianas. Asimismo, la emergencia del sufrimiento psíquico no conduce necesa- riamente a la enfermedad, puede tanto precederla como ser divergente de ella. Por otro lado, el sufrimiento permite incor- porar la dimensión subjetiva del padecimiento, dimensión sin duda ausente en la gnosografía clásica. Los trabajos y experiencias tanto de Freud 75 Augsburger; A.C. “La inclusión del sufrimiento psíquico: un desafio para la epidemiologia" (1930/1981) como de Clavreul (1983) o de Raimbault (1985), muestran cómo el avance del conocimiento sobre el cuerpo humano y de sus for- mas de reparación no puede sustituir la percepción y expresión de un sufrimiento que se rige con coor- denadas distintas de las que marca la biología, y que remiten al plano de la constitución desiderativa de los sujetos así como a sus procesos de constitución cultural y social. EL DIAGNOSTICO EN SALUD MENTAL. UN PRO- BLEMA HEREDADO EN EL CAMPO EPIDEMIOLOGICO. La más marcada expresión del lazo que une la clínica y la epidemiología se revela en la construcción y selección del propio objeto de la epidemiología, dado que la identificación de en- fermos en poblaciones es producida, en última instancia, por el abordaje clínico, como lo señala Almeida Filho (1992). Para este autor, el objeto de conocimiento delimitado originariamente por vía de la clínica médica es trasladado prácticamente sin mediaciones de un campo al otro, siendo defi- nido como la enfermedad, en cuanto entidad nosográfica establecida por la taxonomía médica. La noción de morbilidad permite el pasaje de la concepción de enfermedad a un nivel poblacional, señalando entonces el punto en que la epidemio- logía es subsidiaria de la clínica. En el campo de la salud mental, la formulación de diagnósticos, cuestión eminente- mente clínica, presenta problemas epistemológicos y conceptuales asentados sobre las dificultades de precisar la noción de enfermedad que designa. Un autor como Kessler (2000), enrolado dentro de la llamada epidemiología psiquiátrica , señala esta situación afirmando que la epidemiología psiquiá- trica ha avanzado cn retraso respecto de otras ra- mas de la epidemiología a causa de las dificultades que entraña la conceptualización y la medición de los trastornos mentales. Del mismo modo, los padecimientos mentales circunscriben un conjun- to de problemas metodológicos particulares en el desarrollo de procedimientos e instrumentos que permitan la identificación operacional de aquello que designan (ANDREOLI, 2000). Para los profesionales de salud mental de la Secretaría de Salud Pública, población entrevis- tada en este estudio, la formulación de diagnósti- cos es una acción reconocida y aceptada. La totalidad de los mismos afirma que, en el trans- curso de los procesos de atención de los pacientes, realiza diagnósticos. No distinguen para su elaboración ninguna otra herramienta específica que no sea la entrevista clínica, siendo el diag- nóstico incluido como un elemento más que deviene del trabajo clínico y no como un procedimiento específico. Hay coincidencia en señalar las dificultades para realizarlo en un tiempo breve, de modo que sólo la prolongación de los encuentros a través de las entrevistas prelimina- res o de un tratamiento permite su formulación. "…el diagnóstico no es algo que se pueda hacer en las primeras entrevis- tas, sino que lleva su tiempo hacerlo.” (Ps.15) "Al diagnóstico lo hago cuando el pa- ciente lleva ya un tiempo de trabajo, sino no”. (Ps. 3) "A mí me cuesta mucho hacer un di- agnóstico, y por lo general hay muy pocos pacientes que inician un tratamiento y lo pueden sostener du- rante un tiempo bastante prolonga- do…”. (Ps.16) Las expresiones de los profesionales hacen visibles las dificultades que ellos encuentran para su elaboración. Los conceptos utilizados para la asignación de diagnósticos provienen de su formación en el campo del psicoanálisis, tomando como categoría analítica lo que denominan estructuras psíquicas. Se describen entonces las categorías utilizadas como psicosis, neurosis, perversión, neurosis obsesiva, histeria, etc. Los juicios diagnósticos no refieren, en ésta perspec- tiva teórica a entidades patológicas sino a procesos de estructuración psíquica. La exposición de esos criterios para la formulación de los diag- nósticos es ampliamente divergente de las propuestas clasificatorias adoptadas internacio- nalmente. "Yo utilizo los diagnósticos de neurosis, psicosis o perversión, por cómo se posiciona el paciente….”. (Ps. 7) "…en el tema de la guardia, con el diagnóstico evaluás si es una descompensación psicótica o no…”. (Ps. 9) "Los diagnósticos en general los hago usando las categorías del psicoanálisis. Si es neurosis, si es pa- ciente de borde…”. (Ps. 3) Las interrogaciones acerca de cómo y para qué se formula un diagnóstico en el campo de la salud mental van a encontrar respuestas clara- mente diferenciadas si se atiende a la lógica de las propuestas internacionales o a la perspectiva de los trabajadores en estudio. Las taxonomías 76 Psicologia & Sociedade; 16 (2): 71-80; maio/ago.2004 internacionales se inscriben en la línea que continúa el marco disciplinar originario, aquel don- de el concepto de diagnóstico es acuñado, que remite a la medicina mental y posteriormente a la psiquiatría. Las posiciones teóricas de los profesionales entrevistados se enmarcan en los desarrollos del psicoanálisis, perspectiva desde la cual el concepto de diagnóstico es reformulado. Una de las diferencias centrales respecto a estas dos posiciones se asienta en la inclusión o no de la referencia al sujeto. La apelación al sujeto que puede ser formulada en una doble dirección, tanto con relación al paciente, como a quien for- mula el juicio diagnóstico. Desde la perspectiva médico - psiquiátrica el proceso diagnóstico es un procedimiento objeti- vo que deja por fuera a la persona que lo realiza. Se propone como la tarea de incluir un estado de salud determinado dentro de una entidad gnosográfica a partir de signos y síntomas objeti- vos. El psicoanálisis, en cambio, sostiene que la elaboración de un diagnóstico incluye inevitablemente a quien lo realiza, en este caso la persona del analista. Desde la perspectiva psicoanalítica el diagnóstico es una dimensión ineludible de la cura que conduce a retomar la indagación acerca del proceso de constitución sub- jetiva, distinguiéndose éste de un estado patológi- co. Con abundante precisión el psicoanálisis afir- ma que la elaboración diagnóstica no significa la formulación de un juicio de un individuo sobre otro individuo, sino que se trata de un señalamiento esencialmente relacional, en donde ambos sujetos se hallan incluidos. El psicoanálisis, en coherencia con sus pos- tulados de destacar y preservar lo que cada sujeto tiene de más singular se propone abordar caso por caso y, se ha manifestado contrario a la elaboración de diagnósticos al modo como los formula la psiquiatría, en tanto es pensado como la inclusión de cada padeciente en una clase gnosográfica pre- determinada. Por el contrario, desde la visión taxonómica de la psiquiatría, la consideración de la sintomatología conlleva a que el médico omita aquello que el paciente puede decir de sí mismo. El especialista debe fijar su atención sobre aquellos elementos necesarios para completar un esquema de síntomas y signos quele permita establecer un diagnóstico. La significación teórica que adquiere la noción de síntoma es también lo que marca una ruptura entre la clínica psicoanalítica y la clínica psiquiátrica El síntoma es una vía directa para acceder al campo del padecimiento humano, ubicándose generalmente como aquello por lo cual se decide una consulta, se busca una ayuda. Para la psiquiatría los síntomas constituyen una eviden- cia empírica que permiten afirmar la existencia de una enfermedad, o la presencia de un trastorno, representando en este sentido una «invariante semiótica» (FELDMAN, 1995). Para el psicoanálisis los síntomas son una expresión del inconsciente que se inscribe en el conjunto de sus producciones, sueños, chistes, actos fallidos, etc. sin poder establecerse una relación unívoca entre síntomas y patología. En Psicoanálisis y Psiqviatvía (1917/1981) Freud plantea con claridad lo que constituye la diferencia en la propuesta por él inaugurada en cuanto al modo de concebir el síntoma: en la psiquiatría se liga síntoma y significado, y se lo objetiva en una nomenclatura, en el psicoanálisis se destaca la función significante y su lugar para la interrogación. En este sentido Freud impugna la relación anteriormente establecida entre síntoma y enfermedad (FREUD, 1917/1981). Así, los profesionales reconocen un conjun- to de síntomas, que si bien son expresiones del padecimiento subjetivo, no pueden ser clasificadas por ellos como enfermedades mentales. En este sen- tido, las opiniones que aportan parecen corresponderse con la ruptura epistemológica que Freud realiza para guiar el psicoanálisis: la disociación de la relación establecida entre síntoma y enfermedad. «Los pacientes consultan porque sufren, sienten que no pueden resol- ver solos sus problemas y deciden consultar».(Ps. 14) «Con relación a la enfermedad men- tal, yo no uso mucho esa nomencla- tura. A lo suma podría decir si es una neurosis o una psicosis más o menos grave.” (Ps.7) «Yo lo que pienso es que los pacientes tienen rasgos, rasgos de una neurosis obsesiva, rasgos histéricos, aparecen rasgos de muchas cosas. Y esos ras- gos que presenta una persona que está en tratamiento no son homologables a una enfermedad». (Ps 17.) «Yo prefiero hablar de conductas desadaptativas y no de enfermedad» . (Ps. 19) La indagación acerca de los criterios y las categorías que los profesionales psicólogos utilizan para la fomulación de diagnósticos persigue el propósito de evaluar en qué medida esos juicios diagnósticos son pasibles de constituirse en información valida para uso epidemiológico. La 77 Augsburger; A.C. “La inclusión del sufrimiento psíquico: un desafio para la epidemiologia" validez es un componente esencial a la hora de evaluar la calidad de la información producida y su aprovechamiento epidemiológico. La asimetría existente entre los esquemas referenciales del conjunto de profesionales de la salud mental y los marcos teóricos de construcción de las taxonomías más difundidas da cuenta de un claro obstáculo para el desarrollo de estudios epidemiológicos en el contexto local. Obstáculo que no debe ser mirado sólo en forma restricta , al caso del municipio de Rosario en estudio, sino que da cuenta de un conflicto que atañe al espacio de la epidemiología en salud mental como campo de conocimiento. DISCUSION: ALIMENTANDO EL DEBATE PARA UNA NUEVA TAXONOMIA EN SALUD MENTAL Fortalecer la construcción de la epide- miología en salud mental para promover un desarrollo que refleje las condiciones y necesidades actuales que este campo presenta, orienta la búsqueda hacia nuevos modelos clasificatorios, problematizando no sólo las taxonomías centradas en entidades mórbidas, sino interrogando y redefiniendo el objeto mismo de estudio. La epidemiología en salud mental utiliza un objeto de estudio definido desde otra disciplina, la clíni- ca psiquiátrica y traslada para sí la categoría de enfermedad mental, apropiándose de un concepto sobre el que existen profundos desacuerdos teóri- cos y un alto grado de impugnación científica y social. Todos los análisis de prevalencia, incidencia, distribuciones, tasas, etc, que a partir de allí se elaboran, padecen de la limitación de no haber sido precisada la naturaleza misma del objeto "enfermedad mental”. Como bien señala Bercherie (1986), la clínica psiquiátrica en su faz descriptiva, ha conseguido realizar un inventario exhaustivo de los diferentes trastornos o problemas psíquicos, pero esa riqueza contrasta con las dificultades e insatisfacciones que en la faz conceptual refieren a la naturaleza misma de la perturbación. En el plano epistemológico se trata de la sumisión del objeto teórico a un fenómeno empírico, de una confusión entre estos dos niveles de indagación científica que produce como consecuencia una fal- ta de precisión de las cualidades del objeto de trabajo. Cuando la epidemiología en salud mental renuncia a la elaboración de un concepto propio sobre los procesos de salud – enfermedad mental , limita también sus posibilidades de producción de nuevos conocimientos y sobre todo su capacidad de comprender y explicar los problemas de salud mental de los grupos humanos. En éste sentido, tendría mayor riqueza, aun que más lentitud, re- construir un objeto de estudio propio, que respete tanto la naturaleza singular que presenta la producción y expresión de la subjetividad, como el carácter complejo que atraviesa los problemas de padecimiento psíquíco y que no permite reducirlos a fenómenos orgánicos ni puramente psicológicos, ni puramente sociales. De ningún modo se trata de desconocer la importancia o la urgencia que puede revestir la patología, pero en el campo de la salud mental se presentan múltiples expresiones que indicando sufrimiento o malestar no pueden encuadrarse en la categoría de enfermedad. Los umbrales de percepción y tolerancia subjetiva y social del dolor psíquico son difíciles de estandarizar a través de parámetros universales, siendo también imprescindible profundizar el debate en torno a los parámetros técnicos que diferencien el punto en que el sufrimiento subjetivo se transforma en enfermedad discernible por terceros. Si se atiende a la especificidad de los problemas de salud men- tal, la utilización del concepto de sufrimiento psí- quico permite destacar y reconocer la dimensión subjetiva que constituye el proceso mismo de enfermar (BERLINGUER, 1994; SUSSER, 1970; BASAGLIA, 1972). La sujeción acrítica a las taxonomías internacionales vigentes no representa sólo un pro- blema de índole metodológico, sino que tiene consecuencias en las posibilidades concretas de elaboración de nuevos conocimientos. Los resulta- dos hallados en el diagnóstico de la realidad local muestran que los profesionales reconocen el sufrimiento como la expresión de los problemas de salud mental y que ese padecimiento no puede ser decodificado en término de enfermedad. El interés de avanzar en la producción de información epidemiológica en salud mental en el contexto local, podría orientar la búsqueda hacia aquellas lógicas clasificatorias que no centren su análisis en entidades patológicas. Las nociones más abarcativas de «problema de salud», o de «situación problemática» son una opción a debatir. Uno u otro permitirían incluir situaciones de la vida en familia o de la vida social en general, sin que esas situaciones sean consideradas patologías o disfunciones. Indicar la temporalidad del proble- ma como activo o pasivo, permitiría recuperar su condición de proceso. Y por último, daría lugar a reconocer las facetas subjetivas u objetivas de los problemas según la ubicación de quién lo evalúa, sean los sujetos afectados, o los profesionales. La importancia que tiene la generación o 78Psicologia & Sociedade; 16 (2): 71-80; maio/ago.2004 aceptación de un conjunto clasificatorio es enor- me. Las clasificaciones son resultado de los modos como se percibe, se distingue y se organiza un sector determinado de la realidad. Se trata de un trabajo de abstracción de los fenómenos que se presentan siendo éstos sistemáticamente distribu- ídos por el pensamiento según algunas de sus propiedades o atributos, operando al mismo tiempo la existencia de esa clasificación como organizadora del pensamiento y de la visión que se tiene sobre la realidad. Es decir que la forma como se clasifican los eventos tiene una implicación fun- damental sobre el modo como se representan y se interviene sobre ellos. « Las clasificaciones son producto resultante de la forma en que agrupamos los fenómenos que nos circundan y reflejan el entendimiento de sus semejanzas y de sus diferen- cias ” (TORT, 1989). En la medida que la epidemiología en salud mental pueda definir y precisar un nuevo objeto de estudio, tendrá que repensar y construir nuevas modalidades clasificatorias, que resulten superadoras de aquellas organizadas en torno a entidades mórbidas y que han eludido las representaciones o puntos de vista del paciente (illnes) o las significaciones socio-culturales de los grupos humanos (sicknes). La idea de que las enfermedades, incluidas las enfermedades mentales, son eventos de naturaleza individual y a- histórica y que pueden ser definidas en forma neutra y objetiva ha cristalizado, por décadas, los sistemas clasificatorios volviéndolos incues- tionables. «... através de nuevas metáforas y nuevas metonimias debe expresarse nuestro entendimiento de los procesos de salud - enfermedad, que además de los sistemas de referencia biológi- ca desarrollen nuevos indicadores que tengan la capacidad de medir dimensiones hasta ahora no mensurables del proceso salud- enfermedad» (BARRETO, 1999). Si se ha ganado en la comprensión de la determinación social y cultural de la enfermedad y el sufrimiento psíquico, si se han acumulado importantes conocimientos sobre las heterogéneas significaciones con que los individuos y las socie- dades vivencian sus problemas de salud mental, la epidemiología debe desarrollar nuevas lógicas clasificatorias que le permitan apropiarse de los avances conceptuales logrados sobre la salud men- tal. REFERÊNCIAS ANDREOLI S., ALMEIDA FILHO N.; COUTINHO E.; MARI J. Identificaçao de casos psiquiátricos em estudos epidemiológicos multifásicos : méto- dos, problemas e aplicabilidade. Rev Saúde Públi- ca, 34 (5), 2000 p. 475-483. ASOCIACIÓN AMERICANA DE PSIQUIATRÍA. Manval diagnóstico y estadístico de los tvastovnos mentales. Barcelona: Editorial Masson, 1995. AUGSBURGER A. De la epidemiología psiquiátri- ca a la epidemiología en salud mental : el sufrimiento psíquico como categoría clave. 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Rna Cecilia Rvgsbvvgev es Magistev en Salvd Pú- blica de la Univevsidad Nacional de Rosavio, (Rv- gentina5. Pvofesova e Investigadova de la Facvltad de Psicología de la Univevsidad Nacio- nal de Rosavio. O Endeveşo eletvônico da avtova é: avgsbvvgevc@yahoo.com Ana Cecília Augsburger La inclusión del sufrimiento psíquico: um desafio para la epidemiologia Recebido: 12/12/2003 1ª revisão: 29/3/2004 Aceite final: 18/4/2004 80 mailto:avgsbvvgevc@yahoo.com 1 ATENCIÓN ¿PRIMARIA O PRIMITIVA? DE SALUD Por Mario Testa Atención Primaria de la Salud La Atención Primaria de la Salud es la asistencia sanitaria esencial, accesible, a un costo que el país y la comunidad puedan soportar, realizada con métodos prácticos, científicamente fundados y socialmente aceptables. Referencia: Declaración de Alma Ata, OMS, Ginebra, 1978. 1. INTRODUCCIÓN En otros trabajos hemos recalcado la necesidad de contextualizar los objetos de tra- bajo. Esa necesidad reaparece en el caso que nos ocupa, lo cual significa que no es posible considerar la atención primaria de salud como un concepto totalizante, con la misma validez en cualquier país y circunstancia. Sin embargo, ese aislamiento conceptual aparece en las formulaciones habitual es con que se nos presenta el problema. Aparece así, sobre todo, en lo que los organismos internacionales y las agencias de salud de los países centrales propa- gandizan como las políticas a desarrollar en todo el mundo para salir definitivamente del subdesarrollo sani tario. Una de esas supuestas políticas de salud es la difundida actualmen- te como la que nos permitirá acceder a la salud para todos en el mítico año 2000: la atención primaria. 2. EL SISTEMA DE SALUD La contextualidad de la atención primaria de salud está dada, en primera instancia, por el sistema de salud en que se encuentra inserta. Ese sistema es el que concreta la signifi- cación de dicha atención en el nivel de la organización sectorial. Es decir, la atención prima- ria de salud puede tener un significado concreto, el que le otorga su inserción en un sistema de salud, o tener un significado abstracto, el que corresponde a su definición ideológica, co- mo la que puede observarse en los documentos de la Organización Mundial de la Salud. De los diferentes puntos de vista en que puede considerarse la atención primaria, conviene destacar el que corresponde a su inserción en un sistema de salud y el que entien- de la propuesta como un fenómeno aislado. Para los países donde se ha logrado conformar un sistema de atención de salud, la atención primaria es el eslabón inicial de la cadena de atención, donde se resuelven los pro- blemas demenor dificultad técnica —diagnóstica y terapéutica— y se orientan los restantes a los niveles sucesivos de la cadena. 2 Ello implica una red de establecimientos ínterconectados por claros procedimientosde referencia y transmisión de la información pertinente que ordenan la circulación interna de los pacientes en el sistema; también implica un ordenamiento territorial regionalizado y un comportamiento social que sigue, más o menos disciplinadamente, las normas de ingreso y circulación. El tipo de atención que se presta en esos establecimientos no implica una dis- minución de la calidad de la atención; por el contrario, debe tener la calidad necesaria para poder realizar la distribución señalada, de lo contrario, puede aumentar el riesgo de errores diagnósticos y terapéuticas extemporáneas. 2.1 Calidad y puerta de entrada Hay varias maneras de considerar el problema de la calidad en la atención primaria de salud, que corresponden a las formas organizativas implementadas en ese nivel de aten- ción, dependientes a su vez de una conceptualización más profunda acerca del proceso sa- lud— enfermedad y de las formas sociales de respuesta frente a los mismos; en síntesis, se trata de la vieja discusión entre los generalistas y los especialistas, en este caso llevada hasta la atención en el nivel más elemental. El problema consiste en decidir si la atención médica de cualquier paciente debe es- tar a cargo de generalistas o de especialistas. Planteado en estos términos, no existe una soluciónúnica, sino buenas o malas formas organizativas según la opción elegida, y también significaciones sociales distintas. Lo que importa aquí es tener en cuenta que este nivel de atención es el primer contacto del enfermo —o el sano— con el complejo de servicios que deben estar a su disposición en la medida que ello sea necesario para resolver el problema de salud que presenta, de manera que una mejor forma de conceptualizar este servicio es como puerta de entrada al sistema de servicios de salud. Si se piensa en la atención primaria como puerta de entrada, es claro que la función que debe cumplirse en ese nivel debe estar a cargo de personal muy bien calificado, para responder adecuadamente a las exigencias de orientación que van a poner a los demandan- tes en un determinado rumbo dentro del sistema —inclusive definiendo su salida del mismo a partir de ese primer contacto— y aunque ese rumbo pueda ser corregido más adelante; la mala orientación es un costo adicional que grava en forma cuantiosa a todos los servicios de salud. Las principales opciones organizativas son: la existencia de un médico general que atienda los casos que llegan al servicio resolviendo los que estén a su alcance y distribuyen- do los restantes a las consultas correspondientes según su criterio; la atención por especia- listas de nivel primario —pediatra, tocoginecólogo, clínico y cirujano general— a los cuales el paciente accede directamente o a través de un procedimiento de examen preliminar que orienta el diagnóstico hacia los especialistas de primero o segundo nivel sin intentar resol- verlo. Cada uno de estos procedimientos globales tiene muchas variantes, pero es claro que cualquiera sea la forma que se adopte existe una exigencia de alta calidad que garantice la puesta en marcha del proceso de atención. 3 Lo malo de muchas de las soluciones propuestas es que se fundamentan sobre otras consideraciones, dejando de lado las que corresponden a las necesidades de los pacientes. Ello ocurre, en nuestros países, como consecuencia de una doble circunstancia: por una par- te por la existencia de servicios diferenciados para distintos grupos sociales, de manera que la discusión no se realiza en torno a la cuestión de los servicio para toda la población sino solo para aquella que se encuentra en situación menos favorecida; en segundo lugar y en estrecha relación con lo anterior entran las consideraciones de costos, de modo que la aten- ción primaria se diseña como forma de disminuir el gasto social para salud, aunque ello in- troduzca fuertes ineficiencias en el funcionamiento de todo el sistema. De modo que existen diversas razones que dificultan la instalación de una atención primaria que sirva a las necesidades de la población. En países que no han conseguido esta- blecer un sistema de esas características, esto es, regionalizado y con un adecuado sistema de referencia, la atención primaria de salud se transforma en atención primitiva de salud, un servicio de segunda categoría para población ídem. Y aún admitiendo que es mejor alguna atención que ninguna, no es posible escapar al hecho elemental de que en los países donde no funciona la regionalización ni la referencia, la atención primaria de salud no es la puerta de entrada al sistema de salud —lo cual podría garantizar una asistencia adecuada—, sino el único servicio disponible para la población a la que está destinada. Con esta caracterización, la calidad del servicio prestado en tales condiciones no puede alcanzar el nivel requerido. El personal que se destina a prestar ese servicio, en los países capitalistas dependien- tes es, en general, el de menor nivel de capacitación: estudiantes o médicos recién gradua- dos, sin la necesaria experiencia para desempeñar la función que tiene la mayor responsabi- lidad en el funcionamiento del sistema. Para empeorar las cosas, desde hace algún tiempo ha avanzado la propuesta de in- corporar personal empírico no profesional para cumplir ese cometido, pero solo en algunas regiones periféricas y destinado a grupos sociales —marginales, campesinos pobres— de- terminados. Aquí existe una deliberada confusión entre la función de algunas alternativas culturales implementadas en muchos países desde tiempo inmemorial —me refiero a curan- deros o similares— que no forman parte del sistema de salud en el sentido de puerta de en- trada al mismo, sino que constituyen una propuesta alternativa a la medicina tradicional; esa confusión es doblemente negativa, al eliminar la posible utilidad de las propuestas alternati- vas junto con ser una pésima solución para el ingreso al sistema de atención. Sin embargo, se está intentando oficializar esos grupos como la parte informal del sistema formal de sa- lud. 2.2 Sistema social y sistema de salud De más está señalar que la primera forma de atención primaria de salud funciona en los países de la órbita socialista y en algunos capitalistas avanzados de régimen socialdemó- crata, en tanto que la segunda es la que padecen los países capitalistas subdesarrollados y dependientes. 4 La diferencia más importante entre países capitalistas y socialistas es la existencia — en los segundos— de un sistema único de salud, es decir, donde todos los servicios respon- den a una sola administración. Ello introduce la posibilidad de un tratamiento uniforme de los problemas en todos los niveles y, por consiguiente, de una igualdad de prestaciones y beneficios para el conjunto de la población. Dentro de esta caracterización general existen importantes diferencias entre países socialistas que aquí se categorizan como maduros o recientes. En los primeros, el lar- go período organizativo condujo a un elevado grado de disciplina social, lo cual permite una normatización importante que permea desde los procedimientos de planificación hasta los comportamientos más o menos espontá- neos de la población. En ese sentido, la organización del sistema de salud en los países socialistas maduros se aproxima al ideal del socialismo como la administración de las cosas. En los países socialistas recientes, o mejor aun, que se encuentran en la fase de cons- trucción del socialismo, el sistema de salud presenta algunas variaciones relevantes respecto del socialismo maduro. La principal de esas diferencias es la enorme importancia de la participación popular, la cual cumple con uno de los requerimientos de la fase constructiva, la movilización de la población, al mismo tiempo que facilita el desarrollo de muchas actividades de salud: las campañas en primerlugar, pero también cuestiones menos puntuales que acompañan el crecimiento de la conciencia sanitaria. Además de esa diferencia principal, existen otras que dependen de cuestiones no tan ligadas a la fase de desarrollo sociopolítico alcanzado: el vo- lumen, capacitación y distribución de fuerza de trabajo y recursos materiales para salud no pueden haber alcanzado su pleno desarrollo, y las condiciones geográficas particulares obli- gan a adoptar algunas decisiones que pueden reverse cuando las condiciones cambian. De todos modos, en el socialismo la atención primaria es una verdadera puerta de entrada al sistema de salud, que funciona muy eficazmente en el socialismo maduro y no tanto en el reciente. Existen asimismo normas de circulación interna que presentan esas mismas características de eficacia en uno y otro casos. La estrecha relación de estos hechos con el desarrollo alcanzado dentro de la concepción socialista se explica a través de las for- mas organizativas intermedias que generan las distintas fases del proceso. En los países capitalistas lo general para todos ellos es la multiplicidad organizativa: la existencia de más de una institucionalidad subsectorial —en ocasiones muchas más—, lo cual complica el funcionamiento del sector como sistema. Dentro de esa uniformidad existen considerables diferencias, mayores aun que las que se comprueban en el socialismo. Dos ejes permiten ordenar mejor las diferencias: el que corresponde al grado de liberalismo y el que separa los países avanzados de los subdesarrollados. En el primer eje, que sintetizaremos como liberal en un extremo y socialdemócrata en el otro, las diferencias responden básicamente al grado de respeto por las leyes de la oferta y la demanda, mucho mayor en los países estrictamente liberales, en los cuales el concepto de puerta de entrada no tiene sentido, dado que se entra al sistema por cualquier 5 parte, dependiendo de cuál sea la oferta que los agentes a través de los cuales se determina la demanda —los médicos— consideren más conveniente o adecuada para su cliente o para sí mismos; en consonancia con esto, tampoco existen normas de circulación interna aplicán- dose aquí los mismos princi pios señalados para la entrada. En esas condiciones los grupos de población menos favorecidos enfrentan una situación muy riesgosa cuando no pueden pagar el precio fijado monopólicamente por la oferta, dado que ni siquiera controlan su pro- pia demanda que, como se señaló, está controlada por el mismo grupo oferente. En el extremo socialdemócrata del mismo eje la situación cambia en forma radical. No existe caos organizativo sectorial sino, por el contrario, una organización que puede ser múltiple —en general, una doble institucionalidad que se concreta en un subsector privado y otro público o semipúblico—, pero que funciona con un elevado grado de eficacia y eficien- cia: las puertas de entrada y las normas de circulación están claramente establecidas y se cumplen tan disciplinadamente como en el socialismo maduro, del cual el conjunto del sis- tema y su funcionamiento se diferencian escasamente. El otro eje es el correspondiente a desarrollo subdesarrollo. Los países liberales y so- cialdemócratas se encuentran generalmente ubicados en el primer polo de este eje, de ma- nera que la configuración de ambos ejes en conjunto es asimétrica (una T en lugar de un +) lo cual significa que los países subdesarrollados no son ni liberales a ultranza ni socialdemó- cratas sino dependientes. Esto apunta —dicho sea de paso— a que la independencia es una condición de aquellas situaciones. Lo que une a los países liberales y socialdemócratas en su expresión sectorial de sa- lud es la abundancia relativa de recursos, aunque todo lo demás los separe. La combinación de abundancia y organización determina la posición que ocupan los países socialistas, social- demócratas y liberales en cuanto a los indicadores que señalan el estado de salud de sus poblaciones. Los países subdesarrollados dependientes carecen de los recursos de los desarrolla- dos y no tienen la disciplina social del socialismo o la socialdemocracia; además, ejercen su dependencia a través de la copia ineficaz de lo que funciona en otros países, en base a otras condiciones globales que así lo determinan. Por eso es que hay muchos tipos de sistemas — formales— en el subdesarrollo, casi todos ellos considerablemente ineficaces. La ineficacia e inef iciencia de los sistemas de salud en los países subdesarrollados y dependientes se sustenta sobre el trípode de la escasez de recursos, la indisciplina social y la incoherencia entre las formas organizativas y los propósitos que buscan alcanzarse. Además, el sistema de salud es, junto con un terreno de acciones específicas para resolver problemas muy sentidos por el conjunto de la población, una arena donde se debate el conflicto políti- co —la lucha por el poder— y un campo de apropiación de recursos financieros por distintos grupos con intereses muy particulares. La otra característica común a los países subdesarro- llados —la primera es la ineficacia e ineficiencia— es la multiplicidad institucional. Ella es no solo subsectorial, sino que se repite dentro de cada subsector, de modo que cada servicio se encuentra parcial o totalmente aislado de los restantes. 6 2.3 Soluciones y fracasos Los aspectos básicos definitorios de los seudosistemas de salud en los países subde- sarrollados dependientes, forman parte de la cultura del subdesarrollo, lo que en otro traba- jo llamo cultura institucional, pero ello no impide que se intente copiar organizaciones de otros sistemas político sociales, en particular socialistas o socialdemócratas, sin excluir el liberalismo, y no solo secuencialmente sino simultáneamente, con el resultado fácilmente previsible de un notable incremento en todas las características negativas del cúmulo de servicios que se prestan. En estas condiciones la atención primaria de salud solo puede agre- gar un elemento más de caotización al caos existente. Ello ocurre porque se quiere resolver técnicamente una cuestión que solo puede encontrar un inicio de respuesta en un proceso político, es decir, en un proceso que tome debidamente en cuenta que la discusión es acerca del poder de que dispone cada uno de los grupos sociales en relación con la cuestión. Estas consideraciones nos llevan a reflexionar sobre los intentos que se realizan para resolver los problemas generados en cada situación sociopolítica. En los países socialistas, socialdemócratas y liberales, esto es, el polo avanzado del eje desarrollo subdesarrollo, las soluciones que se buscan a los problemas emergentes con- sisten en una mezcla de mejor organización y más recursos, insistiendo los países socialistas en el primer término y los liberales en el segundo, aunque ninguno de los dos desprecia el término de segunda instancia. La priorización —más recursos o mejor organización— de- pende de la circunstancia enfrentada y de la posición más o menos progresista —en el senti- do de favorecer a los grupos más desprovis tos— de los segmentos dirigentes. La escala iría desde mejorar la organización de la población y su institucionalización en el socialismo re- ciente, la normalización de los procedimientos en el socialismo maduro, una mezcla de esto último más incremento de recursos en la socialdemocracia, hasta una mayor asignación de financiamiento en el liberalismo. Insistimos en que esta descripción estereotípica admite variantes y altibajos (un país liberal como Inglaterra acentúa las cuestiones organizativas, USA impone el Medicare y el Medicaid aunque los desmantela parcialmente durante el go- bierno ultrarreaccionario de Reagan, etc.). Los países subdesarrollados dependientes, tal como hemos dicho antes, copian solu- ciones organizativas —el aumento de asignación presupuestaria les estáparcialmente veda- do— que les parecen exitosas o que simplemente son bien propagandizadas por agentes con intereses económicos, desplazándose así entre el centro de salud soviético, el hospi tal co- munitario norteamericano, los médicos descalzos chinos, la policía médica alemana, la medi- cina socializada inglesa, la seguridad social europea u otras propuestas que constituyen su- cesivos y reiterados fracasos. La última de esas propuestas en el nivel de atención primaria de salud, es la reactivación del médico de familia, ahora en carácter de especialista en gene- ralidades. Esta propuesta, originada en USA para resolver un problema interno y local de su organización médica, es copiada por los países subdesarrollados y dependientes como si fuera lo que estos necesitan desde el punto de vista técnico para resolver sus problemas de salud. 7 2.4 Participación de la comunidad La onda reciente sobre la que se asientan todos estos procesos es la participación de la comunidad. La introducción de la propuesta participativa surge en la década del cuarenta, por una parte como una necesidad de reforzar los mecanismos de democracia real deterio- rados a partir de la crisis mundial entre las dos grandes guerras, y también como una manera de desplazar las responsabilidades crecientes del Estado moderno hacia los ciudadanos. La experiencia de los grass root movements en USA es un importante antecedente para el desarrollo de la propuesta participativa. A partir de ahí, e inducido por esas necesidades y esa experiencia, todos los proyectos que los países centrales impulsan en la periferia contie- nen esa propuesta. Salud no escapa a estas consideraciones y así surge una variedad de for- mas de participación, que son sustituidas unas por otras en la medida de su sucesivo fracaso. Nuestro problema es explorar las razones de esos constantes fracasos y también las razones de la insistencia a pesar de lo reiterado de los mismos. Vamos a plantear esta exploración desarrollando la idea del significado de la partici- pación comunitaria según las condiciones en las que ella surge y se desenvuelve o, lo que es lo mismo, según sus condiciones de abstracción concreción. En lo que respecta al surgimiento de la participación, hay dos maneras principales en que ello ocurre: como un proceso nacido desde el conocimiento de las necesidades sufridas y sentidas por la población, junto con el convencimiento de que la acción grupal puede su- perar los problemas que la acción individual no puede resolver, o como una propuesta o proyecto organizativo de alguna autoridad tendiente a resolver las necesidades señaladas. En el primer caso, el proceso está ligado a toda la vivencia comunitaria y basado en un requi- sito de intersubjetividad que es origen y resultado de ese proceso: es una cuestión concreta. En el segundo, el proyecto se encuentra fuera de contexto real, lo cual conduce inevitable- mente a su fracaso, pues se trata de una simple abstracción. ¿Porqué entonces la razón de la insistencia? Para algunos realmente convencidos de las indudables ventajas de la participación, la insistencia corresponde a la intención de su- perar los supuestos errores operativos que en circunstancias previas condujeron al fracaso. Para los más avisados, dicha insistencia no es más que una pantalla de legitimación que cumple parcialmente esa función esencial en el mantenimiento de cualquier sistema social. 2.5 Regiones Existen otras diferencias internas a los países subdesarrollados, que son las corres- pondientes a las áreas urbanas y rurales por una parte, centrales y periféricas por otra. Lo que se observa en todos los países subdesarrollados dependientes es una concentración de recursos en las áreas urbanas centrales en primer lugar, disminuyendo bruscamente en el resto para quedar las rurales periféricas —en la práctica— totalmente desprotegidas en la asignación de recursos para las mismas. Las otras regiones intermedias —urbanas periféricas y rurales centrales— presentan situaciones variables pero que están en todos los casos muy alejadas de las urbanas centrales. Si a ello se agrega que generalmente existe solo una re- 8 gión urbana central por país, se concluye que el nivel de desprotección de la mayoría de la población es verdaderamente abismal. Además, debe tenerse en cuenta que la desigualdad no es solo del volumen de recursos comprometidos sino también de la calidad de los mis- mos. Todas estas distinciones de significaciones y circunstancias, hacen necesario tomar en cuenta de manera adecuada los marcos referenciales de la investigación. 3. LOS GRUPOS SOCIALES Un segundo aspecto que debe ser considerado, además del sistema de salud, es la constelación de grupos sociales interesados, por razones diversas, en la atención primaria de salud y las razones mismas de su interés. Esta identificación es útil para analizar la viabilidad de los proyectos en discusión y para el diseño de la estrategia de implementación. Las razo- nes del interés pueden ir desde la necesidad de acceder a ciertos servicios para la población destinataria, hasta la de ampliar el mercado de productos farmacéuticos para las empresas productoras de los mismos, pasando por la formación de una clientela política — legitimación— para los responsables de la decisión, o la apropiación del dinero disponible para el financiamiento del servicio por prestatarios o intermediarios. En principio, los grupos que pueden identificarse como interesados en las cuestiones de salud son los demandantes de servicios —la población— y los oferentes en sus distintas calidades de empresarios, decisores y administradores. Esto establece una primera diferen- cia entre ambos conjuntos primarios, que se ahonda cuando se consideran los intereses par- ticulares que existen dentro de cada uno de los grupos mencionados. En el correspondi ente a población, las diferencias van a constituirse en relación con las categorías utilizadas en su identificación y también con las especificidades de las mismas (el nivel de conciencia de clase alcanzado, por ejemplo). En el caso de los empresarios, debe diferenciarse entre los que son proveedores de servicios directos a los demandantes — atención de salud— y los proveedores de insumos y equipos (a su vez separados en naciona- les y extranjeros) a los primeros, puesto que pueden existir intereses conflictivos, además de que la lógica acumulativa difiere para cada uno de ellos. El grupo de los políticos se enfrenta- rá en lo específicamente político ideológico —derecha, centro, izquierda—, utilizando el te- rreno de la salud como una arena de contiendas en la lucha por el acceso o la conservación del poder alcanzado. Por último, los administradores también tendrán una conflictividad interna basada en la disputa entre eficacia y eficiencia, siendo defensores de la primera los administradores provenientes del campo médico y de la segunda los que se han formado en el terreno específicamente administrativo. Además de todas estas diferencias entre los grupos sociales, que crean intereses con- flictivos dentro de cada grupo, hay otra fuente de diferencias importantes que complica aun más la ya confusa configuración del cuadro de situación. Se trata de lo que en otros trabajos llamamos conciencia sanitaria, que consiste en la conceptualización que cada grupo tiene acerca del proceso de salud enfermedad. Este es el elemento central de lo que se puede identificar como la ideología sanitaria, la cual, confrontada con la ideología social, constituye 9 el núcleo de la conformación ideológico política en los conflictos que se suscitan en torno a los problemas de salud. Para la ideología sanitaria biologicista los problemas de salud son individuales y con- sisten en un apartarse de la normalidad biológica, cualquiera sea el criterio con que esta se defina. La etiología y la patogenia