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Historia de la psicología Orígenes, teorías y corrientes Patricia Altamirano Compiladora Patricia Altamirano Hebe Rigotti Laura Manoiloff Cecilia Ferrero Adrián Ramírez © 2015 De los autores © 2015 Editorial Brujas 1° Edición. Impreso en Argentina ISBN 978-987-591-602-9 Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de tapa, puede ser reprodu- cida, almacenada o transmitida por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o por fotocopia sin autorización previa. www.editorialbrujas.com.ar publicaciones@editorialbrujas.com.ar Tel/fax: (0351) 4606044 / 4691616- Pasaje España 1485 Córdoba–Argentina. Título: Historia de la psicología: Orígenes, teorías y corrientes Compiladora: Patricia Altamirano Autores: Patricia Altamirano, Hebe Rigotti, Laura Manoiloff, Cecilia Ferrero, Adrián Ramírez Historia de la psicología : comienzo, teorías y corrientes / . - 1a ed. - Córdoba : Brujas. . , 2015. E-Book. ISBN 978-987-591-602-9 1. Psicología. 2. Historia. CDD 150.9 5 Índice Capítulo 1 Historia de la psicología, problemas y desafíos. Patricia Altamirano ..........................................................7 Capítulo 2 La constitución de un campo de conocimiento Patricia Altamirano ........................................................39 Capítulo 3 Escuelas, corrientes y sistemas de la psicología contemporánea El psicoanálisis: Freud. Hebe Rigotti ................................55 Capítulo 4 Historia del movimiento psicoanalítico. Patricia Altamirano ........................................................75 Capítulo 5 El por qué de la evolución de la psicología cognitiva, en particular, y de las ciencias cognitivas, en general. Laura Manoiloff, Cecilia Ferrero, Adrián Ramírez .121 Linea histórica ..................................................................165 7 Patricia Altamirano En los últimos años se ha otorgado gran importancia a la enseñanza de la historia de la psicología como parte integral en la formación de psicólogo, en alguna de sus diversas áreas de aplicación. Por otra parte, son numerosas las investigaciones que se llevan a cabo actualmente y que están dirigidas a determinar las causas y consecuencias de los principales hechos que han ido modelando el perfil de la psicología contemporánea. El estudio de cualquier problema psicológico o corriente teórica puede hacerse desde dos perspectivas: un estudio dia- crónico, a través del tiempo, o un estudio sincrónico, abor- dándolo en una determinada época. Los estudios diacrónicos nos permiten analizar cómo han ido evolucionando las ideas científicas sobre un problema a lo largo de la historia, por ejem- Historia de la psicología, problemas y desafíos Capítulo 1 8 plo, el estudio del concepto conciencia o de los distintas psi- cologías clínicas o formas de curación desde el pasado hasta la actualidad. Los estudios sincrónicos nos permiten analizar un pro- blema en una época histórica (durante la ilustración o en la ac- tualidad) desde diversas perspectivas y teorías. Por ejemplo, el estudio actual del impacto de la neurociencia en la definición y tratamiento de la esquizofrenia, los cambios sociales vinculados a los grupos o instituciones. En la actualidad, diversos autores insisten en que la escue- la compite con otros elementos culturales, como los medios de comunicación de masas, en el respeto por la diversidad cultural como un valor y el acceso a la red de conocimiento pública. Los conocimientos históricos genéricos, que transmiten los sistemas escolares formales, transmiten un patrón cultural homogéneo que, de distintas formas, obliga a que todos tengan similares formas de pensar o de hablar. Esto es, que la escuela asegura uniformidad para construir la unidad en el relato histó- rico de un país, de una nación o de una disciplina o profesión. A pesar de los cambios y transformaciones de la institu- ción escolar , también es evidente que no hay renuncia cons- ciente de la vieja sobre la nueva historia nacional. Y a pesar de que los historiadores han avanzado mucho en la difusión de distintas significaciones de los acontecimientos patrios, sigue existiendo la alabanza a los próceres y la mirada estereotipada y mítica sobre los procesos históricos. Los mitos históricos tienen una importancia medular en la conformación de la identidad nacional. De igual manera, en lo que respecta a la psicología como disciplina, también los mitos son requeridos para fortalecer la identidad como co- lectivo de modo tal de adherir a una cierta tradición que nos vincule tanto al área del saber como al ámbito profesional. Si ponemos como ejemplo la historia argentina, esta nos ayudará a comprender de manera análoga el campo inte- lectual, la vida académica y profesional y su vinculación con los temas políticos e ideológicos. 9 El 25 de mayo de 1810, ante la vacancia del trono es- pañol y hasta tanto se aclarase el futuro de la monarquía, se constituyó en Buenos Aires un gobierno provisorio para los pueblos del Virreinato del Río de la Plata llamado la Primera Junta de Gobierno. Su legitimidad se basaba en la retroversión de la soberanía al pueblo; principio contractualista del derecho político de la época que legitimaba el poder en sus manos por ausencia del soberano. Pero ¿quién era el pueblo? En realidad, no existía un pueblo que asumiera la soberanía, sino catorce pueblos americanos soberanos correspondientes a las ciuda- des principales del Virreinato, las cuales contaban con cabildos. Fueron precisamente esos cabildos de esas ciudades los que en- viaron diputados -apoderados con instrucciones para integrar la Junta. Posteriormente, los gobiernos que sucedieron a esta Pri- mera Junta de Gobierno habrían de afrontar la necesidad de in- dependizarse de España y de organizar una nueva nación. Esto es así porque, del mismo modo que no existía aún un pueblo argentino (recordemos que en ese momento argentino desig- naba entonces a los porteños), tampoco existían una nación ni una nacionalidad argentina. Pero, a diferencia de lo que se cree, estas serían fruto y no causa del proceso que se iniciaba. ¿En qué consistió lo que podría llamarse una construc- ción mítica? En interpretar el 25 de mayo de 1810 como un hecho que marcó la irrupción en la historia de una nacionali- dad argentina preexistente en busca de su organización como Estado. Un mito difundido y derivado del Romanticismo, se- gún el cual las naciones contemporáneas habrían surgido de nacionalidades previas. La idea de ese mito surge de la preocu- pación por fortalecer el sentimiento nacional. Entonces, no fue 1810 la fecha que da cuenta de la exis- tencia de un pueblo con fuerte identidad nacional, sino que fue la generación del 900 la que dio lugar al nacimiento de los temas del nacionalismo cultural. Es allí donde el 25 de mayo -100 años después de aquel 1810- ve fortalecido su posición mítica y elevado a categoría de discurso que podía conformar la 10 identidad argentina y nacional, más allá incluso de los territo- rios y los lugares de nacimiento. Durante la presidencia del general Roca, las relaciones económicas, sociales, políticas y culturales sufrieron profundas modificaciones orientadas por la idea de progreso. Las capas in- telectuales en formación estuvieron fuertemente condicionadas por el control oligárquico del aparato cultural. Y la más signi- ficativa de estas reacciones fue la suscitada en torno al tema de “la identidad nacional”. En lo político, la llamada generación del 900 se apoyó en factores de poder como la inmigración, la propiedad de la tierra (latifundios), y la alianza comercial con el imperialismo britá- nico, entre otros. La inmigración era vista como recurso para poblar el desierto, como fuente de mano de obra y como medio para borrar los hábitos del caudillismo y la barbarie rural. Este fue elmotivo por el cual era observada con aprensión creciente dentro de la elite de “viejos criollos”. Pero el monopolio de la tierra en manos de grandes propietarios locales obstruiría el proceso de colonización rural y transformaría la radicación del inmigrante en un dato predominantemente urbano. Hacia 1910, el desarrollo de las vías férreas, la seculariza- ción de las instituciones de la sociedad civil y el capital extran- jero eran celebrados como triunfos. Pero también había una mixtura poblacional con demandas particulares que instaban al régimen político a la democratización. Fue en ese escenario que el tema de la “identidad nacional” cobró relevancia. Así, el programa de posicionamiento del nacionalismo enarboló los valores liberal-democráticos y tomó a la escuela pública como el instrumento mediador por excelencia. De este modo, se buscaba desarrollar una identidad na- cional que incluyera a los inmigrantes, los criollos y todo ha- bitante de Argentina. Ello explica las diversas versiones artís- ticas infantiles del cabildo, criollos con paraguas y escarapelas que festejarían la independencia del Virreinato. Una mirada romántica para ordenar la divergencia poblacional del primer centenario. 11 De esta forma es factible apreciar el establecimiento en conjunto de los esfuerzos de la comunidad por crear una iden- tidad junto con una forma de historizar el pasado, congruente con el presente. En este ejemplo de la historia Argentina, podemos con- siderar como común denominador, que las historias que in- tentan consagrar verdades, valores e identidades, resultan de importancia política. Sin embargo para historizar críticamente el decurso de los acontecimientos nacionales o los del campo profesional o académico de la psicología, hace falta algo más que un relato sobre como ocurrió. Es necesario volver a mi- rar ese pasado, a través de las miradas teóricas y acercamientos empíricos, para cuestionar esa historia que sacraliza un pasado para hacerlo congruente con el presente. Metafísica y los orígenes de la psicología moderna ¿Por qué las cuestiones acerca de los orígenes sociales de la psicología moderna resultan fundamentales para la discusión sobre qué es la psicología en la actualidad? ¿Cuándo nace la psicología como disciplina científica y como profesión recono- cida? ¿Cuándo surge la reflexión sobre el alma, la conciencia, las formas de acción de las personas y la voluntad de los indi- viduos? Antes del “nacimiento formal” de la psicología, tal como la describen los manuales de historia, era la metafísica1 la que abordaba los principales interrogantes que hoy podemos vincu- lar a aquella. Si bien no eran exactamente las mismas pregun- tas, los fenómenos a los que hacían referencias eran los mismos que motivan hoy los debates psicológicos tanto en la ciencia como en la profesión. La metafísica es una rama de la filosofía que estudia la naturaleza, estructura, componentes y principios fundamenta- 1 La palabra “metafísica” deriva del griego , que significa “más allá de la naturaleza o más allá de lo material o físico”. 12 les de la realidad. Una afirmación es metafísica cuando enuncia algo relevante sobre un asunto («cuando emite un juicio sinté- tico sobre un asunto») que por principio escapa a toda posibi- lidad de ser experimentado sensiblemente por el ser humano. La metafísica aborda problemas centrales de la filosofía. Se pregunta por los fundamentos últimos del mundo y lo exis- tente, la estructura de la realidad, el sentido y finalidad de todo ser. Su objetivo es lograr una comprensión teórica del mundo, los principios últimos, la verdad más profunda de las cosas. Trabaja sobre objetos teóricos como: ser, nada, existencia, esen- cia, mundo, espacio, tiempo, mente, Dios, libertad, cambio, causalidad y finalidad, alma. La metafísica se encuentra vinculada a los inicios de la psicología porque, tal como indicaría Danziger, los objetos de estudios o los aspectos de la realidad que aborda son inaccesibles a la investigación científica, en el sentido que lo planteaba Imma- nuel Kant. Desde la perspectiva de Kant, los problemas más importantes de la metafísica eran las afirmaciones o juicios universales (que se referían a problemas universales), la estruc- tura categorial de esos juicios que era posible formular y las coordenadas de tiempo y espacio como principales orientado- res universales para el conocimiento del mundo y el ser. Por ello, durante la primacía de la filosofía kantiana predominaba la idea que la psicología no podía ser parte de la ciencia. Tradicionalmente la metafísica se divide en dos ramas, general y especial. La metafísica general (metaphysica gene- ralis) pregunta por las categorías más generales del ser y por eso también es llamada filosofía fundamental. Se ocupa de qué son las cosas, las propiedades y los procesos según su esencia y qué relación establecen entre sí. Al ocuparse de lo que hay, se conoce como ontología. La metafísica especial (metaphysica specialis) se divide en teología natural, filosófica o racional (estu- dia a Dios a través de métodos racionales sin recurrir al misti- cismo o a la fe); psicología racional, también llamada filosofía del hombre, psicología metafísica o psicología filosófica (se ocupa del alma o mente del hombre); y cosmología racional que investiga 13 la estructuración del mundo material, como un sistema natural de sustancias físicas. La metafísica puede proceder de distintas maneras. De un modo especulativo, parte de un principio supremo, a partir del cual va interpretando la totalidad de la realidad. Un princi- pio de tipo especulativo podría ser la idea de Dios, el ser, la mó- nada, el espíritu universal o la voluntad. De un modo induc- tivo, intenta ver de manera unificada los resultados de todas las ciencias particulares, configura una imagen metafísica del mundo. De un modo reduccionista (ni especulativa-deductiva ni empírico-inductiva), en tanto mero constructo especulativo a base de presupuestos de los cuales los seres humanos siempre han tenido que partir para poder llegar a conocer y actuar. Como apreciamos, dentro de la psicología racional (par- te de la metafísica especial) se encontraban las reflexiones sobre la psicología filosófica o el estudio de esas categorías desde las cuales se podía especular en torno al hombre. Lo anterior significa que las ideas psicológicas habían te- nido existencia mucho antes del siglo presente. Estas fueron producidas e intercambiadas ampliamente entre hombres de la medicina, economistas, políticos, historiadores, artistas, y no solamente dentro de la metafísica, pero es aquí donde el saber de la época las ubicaba. Entonces, para poder reexaminar los orígenes de la psi- cología moderna el punto de partida es diferenciarla de la me- tafísica superando la visión contemporánea que la ciñe a esta. Para ello necesitamos plantearnos, como problema a ser expli- cado, ¿cómo llegó a constituirse esta nueva comunidad? Y al mismo tiempo, tal como lo plantean Ben-David y Collins (1966), hacerlo desde una perspectiva sociológica alternativa a la positivista. 14 Historia, historiografía y aproximación positivista en sus distintas vertientes La historia es el registro escrito de lo que se conoce sobre las vidas y sociedades humanas del pasado y la forma en que los historiadores han intentado estudiarlas. Por consiguiente, llamamos historiografía al arte de escribir la historia. Quizá la historia sea la disciplina más complicada de definir ya que, al intentar develar los hechos y formular un relato que sea in- teligible y coherente, implica el uso de muchas disciplinas au- xiliares. El objetivo de todos los historiadores ha consistido en recopilar, registrar e intentar analizar todos los hechos del pasa- do del hombre y, en ocasiones, descubrir nuevos acontecimien- tos. Por consiguiente, la historia es inseparable del historiador. Salvo que el historiador sea testigo, los hechos históricosson conocidos a través de fuentes intermedias. Fuentes que pueden ser los testimonios de los testigos de los acontecimientos, rela- tos escritos, archivos y otras que proporcionan las pruebas con que el historiador descifra tales hechos. Pero el objetivo de la historia no se cumple relatando los acontecimientos. El proceso de interpretación histórica afecta todos los aspectos de la investigación. Se trata de un proceso que se inicia con la selección del tema que se pretende estudiar. En este sentido, los acontecimientos constituyen los cimientos, pero la elección de los mismos es un juicio previo que mani- fiesta la importancia de la cuestión. Elegir el objeto de estudio sugiere una hipótesis o modelo teórico provisional que guía la investigación y ayuda al historiador a valorar y clasificar los testimonios disponibles para presentar un relato detallado y coherente del elemento analizado. Por eso, el historiador debe respetar los hechos, evitar la ignorancia y los errores cuanto sea posible y aportar una interpretación convincente e intelectual- mente satisfactoria. El problema radica en que no hay una sola forma de ha- cer historia, como tampoco hay una sola forma de hacer psi- cología. Estas formas de hacer actividades científicas están 15 siempre en ámbitos de debates y de incógnitas que, a pesar del esfuerzo por los grupos de intereses en valorar más unas posiciones que otras, son parte del crecimiento del saber y, en ciertas ocasiones, del estancamiento de sectores del saber. Saber y poder están asociados y deben ser ubicados en un contexto social y en una construcción histórica. Los debates sobre a qué debemos llamar historia, cómo se debe registrar, cómo se construye y, sobre todo, qué datos tomamos en cuenta y cuáles no y sobre quién pesa la potestad del saber, todo ello está marcado y discutido en la historiogra- fía. La historiografía es una disciplina que se dedica a estudiar y a analizar cómo se ha dado, a lo largo del tiempo, el registro de hechos históricos por el hombre teniendo en cuenta los mé- todos, las formas, los objetos de estudio, autores, fuentes y los intereses que han variado en cada época y espacio. Si bien la historia de la historiografía fue pasando por diversos períodos, un momento cumbre de la discusión sobre cómo hacer historia lo constituyó la fuerte posición del posi- tivismo. El positivismo es un sistema filosófico basado en la expe- riencia y en el conocimiento empírico de los fenómenos natu- rales. El término fue utilizado por primera vez por el sociólogo francés Augusto Comte, creador de la historiografía contem- poránea y exponente máximo de la corriente positivista de la historia en el siglo XIX. Gracias al positivismo de Comte, la historia alcanzó su identidad como disciplina académica inde- pendiente, dotada de su propio método y análisis, pero tam- bién imprimiéndole un carácter particular con implicancias en la forma de acceso al conocimiento. El positivismo consiste en admitir como científicamente válidos solo aquellos conocimientos que proceden directamen- te de la observación y la experiencia. El hecho o los fenómenos percibidos objetivamente son la única realidad científica, mien- tras que la experiencia y la inducción son los métodos exclusivos de la ciencia. En este sentido, cualquier disciplina que aspire a ciencia debe aplicar el método de estudio propio de las ciencias 16 físico-naturales, despreciando la creación de teorías a partir de principios que no procedan de la experimentación. Apela al recurso de la lógica matemática como estructura del discurso científico, priorizando la búsqueda de leyes universales de la naturaleza para su dominio tecnológico. Los fenómenos deben ser explicados causalmente por medio de leyes generales y uni- versales y la razón se convierte en instrumento, en un medio para otros fines (razón instrumental). En metodología histórica positivista priman las pruebas documentadas, subvalorando las interpretaciones generales. Como consecuencia, los trabajos de esta naturaleza suelen tener acumulación documental y escasa síntesis interpretativa. De esta manera, la historia, la psicología y la sociología serían un conocimiento libre de todas las relaciones con la filo- sofía basado en datos empíricos en igual medida que las cien- cias naturales, proponiendo la investigación empírica para la comprensión de los fenómenos sociales, psíquicos e históricos. Desde esta perspectiva, la mirada positivista viene a opo- nerse a la fase caracterizada por explicaciones mágicas de los fenómenos naturales, en la que se utilizaban categorías antro- pológicas o del sentido común para comprender el mundo y la utilización de una tecnología esotérica para intervenir sobre él. Pero si bien se opone a la metafísica o filosofía priorizando ex- plicaciones racionales y buscando sistemáticamente el porqué de las cosas, se aparta de los hechos echando mano a entidades abstractas y términos metafísicos para sus explicaciones. Las posiciones positivistas tienen una importancia cen- tral en el impulso de las ciencias en el siglo XIX, posibilitando nuevas formas de hacer ciencia, establecer nuevas problemáti- cas y evidenciar avances destacables en el conocimiento. En la actualidad esta corriente suma la mirada teórica y en algunos casos abandona la estricta adscripción a todos sus postulados extremos. Dice Hempel (1995) que en la historia, como en cual- quier otra ciencia empírica, explicar un fenómeno consiste en subsumirlo bajo leyes generales empíricas. Las leyes de las cua- 17 les habla no sirven de mucho en la historia, ya que no permite deducciones generales. El afán de los positivistas en hacer de la historia una “ciencia exacta” es imposible porque el objeto de estudio es el ser humano, cuya conducta, a diferencia de la de los animales, tiene un grado de racionalidad y es irrepetible. Así vistos, los hechos históricos solo pueden abordarse una vez que han sucedido y el historiador sólo puede interpretar su necesidad a posteriori, pues todas la hipótesis que barajase sobre lo que hubiese podido conocer si se hubiese actuado de otra manera constituyen, en el mejor de los casos, meras especulaciones. La motivación del positivismo era hacer de la historia una ciencia exacta basada en la máxima objetividad, rigurosi- dad de los hechos, dotándola de un método científico de igua- les características de las ciencias naturales. Pero, ¿cómo podrían considerar los positivistas que la historia sea una ciencia? Me- diante la observación a través de la experiencia de los hechos históricos y una acumulación de datos comprobados en forma crítica a través de un vasto conocimiento de los documentos. Los hechos estaban en los documentos y solo se necesi- taba criticar a la fuente de manera objetiva, tratando de mini- mizar el análisis subjetivo del autor proveyéndoles de marcos teóricos consistentes que le permitieran ordenar la evidencia empírica con sus miradas teóricas. El carácter científico po- sitivista descansaba en el convencimiento de que con ese pro- cedimiento el historiador podía depurar los acontecimientos de su carga emocional para evaluarlos correctamente, limando asperezas y eliminando las pasiones; él no debía preocuparse de establecer leyes ni relaciones causales, pues esa tarea le estaba encomendada a la sociología. Las fuentes escritas que utilizaban los positivistas estaban en documentos oficiales procedentes de los gobiernos y conser- vados en archivos. Había que mantener una cierta distancia entre el sujeto-objeto para que la interpretación no sea desvir- tuada por la subjetividad del historiador. Esto es, que cualquier injerencia de tipo teórico o filosófico interpretativo o valorativo suponía falsear el carácter exacto que debía poseer la historia. 18 Negarse a teorizar sobre la historia era una actitud propia de los historiadores positivistas, discípulos de Ranke (considerado comúnmente como el padre de la historiacientífica), devenida en una constante general durante varios siglos en los que las reflexiones sobre la evolución histórica, la historia universal y la sociedad se hacían fundamentalmente desde el campo de la filosofía o de la política, pero no desde la historia propiamente. En definitiva, la historia para Ranke era una sistematiza- ción exhaustiva de los documentos históricos que el historiador solo debía ordenar en su intento de reconstruir el pasado. Gra- cias a eso, y al tener en consideración las circunstancias históri- cas del escritor, se progresó de forma sustancial en la crítica de las fuentes que se convirtieron en clave para evaluar los docu- mentos. En este sentido se rescata el aporte que hicieron los positivistas a la historia combinando la objetividad del histo- riador (al menos como ideal) con la aguda observación de que todos los historiadores son producto de su tiempo y entorno y que, por lo tanto, sus relatos son necesariamente subjetivos. Se auguraba así la ruptura de la conexión de la historiografía clásica con el arte literario de carácter intuitivo, y se la alineaba a la moderna investigación científica. El positivismo fue muy importante para la reflexión de todas las formas de hacer ciencia. Antes de la mirada positivis- ta, la historia surgía como un quehacer más de las reflexiones filosóficas o de las necesidades políticas, un quehacer del cual surgirá una rama especifica de la filosofía: la filosofía de la his- toria. La historia servía a la política para entronizar todos los datos requeridos para la construcción de un cierto poder. Ade- más, se la utilizaba para cimentar las identidades regionales, nacionales y étnicas. Con el positivismo la historia pasa a ser conceptuada como la ocurrencia de hechos pasados que pode- mos ordenar para nuestra comprensión, pues está asentada en los documentos y solo hay que analizar esos hechos. El positivismo pretendió de la historia un cierto éxito predictivo, es decir, que pudiera predecir mediante la teoría en cuestión. Al parecer, dadas sus características positivistas, Hem- 19 pel (empirista lógico y epistemólogo) creyó saber que para lo- grar un buen estudio histórico se necesitaba una teoría “exacta”. Pero, y si esa teoría no fuera exacta, la historia ¿dejaría de ser científica? Ha habido mucha controversia de si la historia es o no científica. Unos plantean que es imposible en la esfera de las ciencias sociales establecer leyes científicas, otros defienden la unicidad de la ciencia señalando la semejanza fundamental de la materia de investigación, tanto en el caso de las ciencias naturales como en las sociales. Esta es la postura de Topolsky (historiador polaco) y viene a ser corroborada por la creciente interdisciplinariedad entre las distintas ramas de las ciencias. Esta indica que no es posible establecer divisiones claras entre ellas porque la unidad de la ciencia puede afirmarse por la pro- pia unidad del objeto de estudio en cuestión. La historia de la psicología: otra versión cuasi positivista Sin embargo, las vertientes positivistas se complejizan e intenta a través de la reflexión crítica, encontrar salidas a los di- lemas que se le presentan. Muchas veces son los propios psicó- logos aquellos motivados por la historización de la disciplina y la profesión. En este caso introducimos las reflexiones de Alber- to Rosa Rivero que nos indica que la historia de la psicología se corresponde con una metadisciplina, una forma de saber reglado que sigue unas normas que son las que suministran las garantías de fiabilidad y validez de sus interpretaciones. Un sa- ber disciplinado y empíricamente fundado que se corresponde con una disciplina particular: su sustancia es el tiempo, el devenir, el cambio. El historiador se halla ante el imperativo metodológico de guardar una actitud historicista, es decir, un intento de estudiar el pasado en los términos contemporáneos al presente de aquel pasado que se evoca. Dado que la historia es una disciplina empírica, trabaja con datos 20 objetivos, es decir, evidencias que son a) empíricas: los restos del pasado (documentos y monumentos) que al- canzan nuestro presente y b) conceptuales: causas del cambio (describe y explica). La investigación histórica se centra en una región particular del espacio estudiado por la disciplina (un acontecimiento, un periodo histórico, etc.). Es en este sentido en el que se habla de historia regional, como la descripción y explicación de una región del pasado. Siendo el producto final de la historia un texto con forma narrativa, con frecuencia los productos finales del trabajo del historiador aparecen con la forma de un relato que describe y explica lo sucedido en un mo- mento pasado. Esta característica hace que haya autores que defiendan que el contenido de la historia no esté constituido solamente por los eventos que se relatan sino también por la forma en que esos eventos se pre- sentan y explican, además de incluir, de forma inevita- ble, implicaciones ideológicas y morales. Existe una multiplicidad de sentidos atribuibles al término “historia”: función material, eficiente, formal, final. Pero para que el texto sea considerado como perte- neciente a la práctica historiográfica disciplinada, debe ser no solo verosímil (compatible con la evidencia con- ceptual de que se dispone sobre la causalidad física y de las acciones individuales y grupales humanas), sino también tener validez empírica; es decir, los aconteci- mientos y las causas evocadas deben apoyarse sobre la evidencia documental o monumental disponible. Solo así puede hablarse de una historia científicamente vá- lida, con pretensiones de verdad. ¿Cuál es el objetivo de la Historia de la Psicología (HPsi)? ¿Cuál es el objeto de estudio de la Historia de la Psi- cología? Desde la perspectiva de Rosa Rivero, la HPsi tiene por objetivo describir y explicar la psicología, sus cambios en el tiempo y producir elaboraciones teóricas sobre el propio deve- nir de su objeto de estudio. Esto es, estudia los modos en los 21 que se hace, se construye y se aplica el conocimiento psicoló- gico. Atendiendo al cambio y a las transformaciones de la psi- cología como forma de saber científico, el objeto de estudio de la HPsi es lo que los psicólogos han dicho, escrito y ela- borado sobre constructos intelectuales que hoy entendemos como vinculados a la psicología. Si la HPsi teoriza sobre lo que los psicólogos han dicho, escrito y elaborado sobre determinados constructos in- telectuales, ¿qué criterios usamos para delimitar el ob- jeto de estudio? El objeto de estudio de la HPsi se define en este contexto como: Textos, personajes e instituciones que generaron dis- cursos sobre lo psicológico, así como las acciones que dieron lugar a ellos. – Discursos que han sido generados, recibidos, usados o desechados en diversos momentos temporales. – Acciones de sujetos humanos, incluidos en entornos sociales e históricos concretos. Entonces, si el objetivo de la historia de la psicología es describir y explicar los cambios y las transformaciones que se han producido a lo largo del tiempo sobre este campo de estudio en particular, se trataría ahora de adop- tar una perspectiva de análisis que resulte adecuada. Esta perspectiva nos motiva a considerar que la psicolo- gía que importa no es lo que ha hecho cualquier psicólogo sino sus personajes eminentes y significativos para el desarrollo de la psicología en su condición de tal, vale decir psicólogos que son considerados como tales por parte de quienes hoy son reconocidos como expertos en psicología. Debido a que estos personajes sobre lo cual se basa ese relato histórico se vinculan muy profundamente con lo que se ha hecho, dicho, escrito y elaborado sobre esos 22 objetos y sujetos y su relación con la realidad histórica, es esencial buscar, indagar, en la materialidad de estos autores en tanto ellos se presentan como textos; como procedimientospara construir esos textos; como méto- dos utilizados para generar las experiencias que estu- vieron en el origen de la redacción que ahora nos llega; como instituciones en cuyo seno se llevaron a cabo las acciones que finalmente culminaron en esos textos. Sociología de la ciencia positivista y sus detractores Tal como describimos más arriba, el positivismo tuvo un impacto importante en la forma de entender la formación de las ciencias y en particular de las ciencias sociales. Historia, economía, política, sociología, psicología, antropología, entre otros, vivieron una serie de cambios importantes y constituyeron discursos propios que luego fueron profundamente debatidos. ¿Cómo se dio el proceso posterior desde la reconstrucción de la sociología de la ciencia positivista a los autores que recha- zaron esta forma de ver los hechos del pasado? En particular nos interesan los hechos del pasado vinculados a la historia de nuestra disciplina, la psicología. Danziger es uno de los principales detractores en la his- toria de la psicología positivista. Sus textos comienzan deba- tiendo con esa mirada histórica, proponiendo un diagnóstico crítico y una mirada política sobre los historiadores que escri- ben historia desde esa perspectiva. Desde su mirada, la historia contenida en los manuales de psicología está distorsionada. Su único objetivo es orientar a los estudiantes y futuros psicólogos en el convencimiento de que existe en el pasado una razón para acompañar en el presente distintas corrientes psicológicas. De esta manera, se han creado mitos acerca de la psicología, su origen e historia con la única finalidad de imponer una forma de verla, valorando positiva- mente unos saberes y negativamente otros. 23 Desde la perspectiva crítica de Danziger, la sociología de la ciencia positivista presenta muchas características que me- recen ser examinadas. Dice que es acrítica con una naturaleza profundamente ahistórica de sus categorías explicativas; que contempla una noción de progreso acumulativo, donde dis- tingue la ciencia de la pre-ciencia; que sostiene que el progreso puede ser medido por el número de publicaciones de investi- gación. Aplicada a la historia de la psicología, es ésta manera de pensar la que induce a la conclusión tradicional de que la psicología moderna comenzó en Alemania y posteriormente trasladó su centro a los Estados Unidos. Es cierto que las normas que rigen la actividad científi- ca han sido siempre las mismas, y siempre han existido como ideas. En este punto llegamos a advertir una dificultad funda- mental que proviene del intento de combinar el enfoque positi- vista de la “evidencia” con una teoría individualista del cambio histórico. Esta última atribuye una importancia primordial a las intenciones individuales, mientras que el primero devalúa los informes “subjetivos” directos de dichas intenciones, las cuales, por eso mismo, deben ser inferidas de datos “objetivos”. ¿Sobre qué criterio de relevancia son seleccionados dichos datos, entre la riqueza potencialmente ilimitada de la in- formación histórica? Claramente, el criterio de relevancia es provisto por la necesidad de reconstruir la situación elegida, confrontada al individuo histórico. En este punto la supuesta objetividad del procedimiento deviene aparente: la perspectiva del sociólogo es meramente sustituida por aquella de la figura histórica en cuestión. La disputa entre el positivismo y la sociología del conocimiento Como hemos visto, existen marcadas diferencias entre ambas perspectivas pero la más significativa es, tal vez, la consi- deración del contexto social. Mientras la sociología positivista de la ciencia se aleja de examinar el contexto social del surgi- miento de los contenidos, objetos y métodos de la psicología, la 24 sociología del conocimiento reconoce el contexto social como determinante la naturaleza de la nueva disciplina. Asimismo, la primera no se inquieta con disputas sobre los cambios que han desarrollado los conceptos o las significaciones que se le otorga a los dispositivos de las prácticas científicas, ya que sus mediciones de la actividad están estrictamente limitadas a lo externo como el número de publicaciones y el uso de rótulos (por ejemplo, expe- rimentación). Para la sociología del conocimiento, en cambio, el problema es el contexto social del contenido actual de las ideas científicas; aquellas mediciones son triviales. En la determinación de la historia de las disciplinas cien- tíficas, la naturaleza de la motivación también es considerada relevante. En este punto se visualiza otra diferencia entre ambas perspectivas. Para Ben-David y Collins la emergencia de una nueva identidad profesional (hoy conocida como psicología moderna) no responde a aspectos societales sino que tiene ori- gen en las aspiraciones de carrera de ciertos individuos claves. Los factores sociales no serían relevantes ni mucho menos de- terminantes del status relativo de los diversos campos. La experimentación es un dispositivo que se incluyó para que la psicología fuera una ciencia. El experimento es una práctica científica en el cual se provoca algún fenómeno para observar e interpretar su resultado para comprobar luego el gra- do de validez de una hipótesis. Esta definición tan breve y clara no ha sido la misma a través de los tiempos. Las reconstruccio- nes históricas sobre el término experimentación son diversas y profundamente vinculadas a la posición que el autor tenga con la validez que ese método confiere a las conclusiones. Este punto es muy importante dado que es un concepto que para algunas epistemologías e historias de la ciencia psico- lógica es el puntal de la creación de la disciplina psicológica; en la actualidad se comporta de manera distinta y tiene sig- nificados distintos. La experimentación como dispositivo de medición ha cambiado y extremado sus formas metodológicas y técnicas para hacerlo más confiable y seguro. 25 En tanto, con el transcurso del tiempo, se han dado cam- bios muy profundos, no es posible afirmar que las prácticas de experimentación ya sea en el inicio de los tiempos de la psicología o en el laboratorio de Wundt, sean idénticas a las de la actualidad. La disputa al respecto del lugar de la experimentación en las ciencias no solo existe en las ciencias sociales, humanas sino también en la física y la química que tradicionalmente fueron adjudicadas dentro del grupo de las llamadas ciencias experimentales porque su materia de estudio y los problemas que plantean pueden someterse a experimentación. Básicamente, la experimentación consiste en reprodu- cir en laboratorio el fenómeno estudiado. Pero las formas de entender este concepto, su metodología e implicancia en el descubrimiento científico han cambiado a lo largo del tiempo. En psicología, tanto la concepción de la naturaleza de la ex- perimentación como las perspectivas acerca del rol que debía serle asignada, han variado marcando profundas diferencias a lo largo del tiempo. Para algunos, la psicología experimental representaba la totalidad de la ciencia psicológica, mientras que para otros era solo una pequeña parte. En el inicio de la psicología como cien- cia, el experimento psicológico paradigmático estaba basado en las introspecciones de un puñado de observadores sofisticados y altamente entrenados. En la actualidad, las condiciones en que se desarrolla un experimento deben estar planeadas y controla- das. Cuando éstas cambian, el fenómeno debe controlarse con el fin de lograr una interpretación confiable de los resultados de las mediciones. La observación es parte del experimento y está sujeta a las condiciones controladas por el investigador. La disputa por el objeto de estudio de la psicología La psicología proporciona, o debería proporcionar, los principios fundamentales sobre los cuales la sociología, la his- toria, la antropología, la lingüística y otras ciencias que tratan 26 con el pensamientoy la acción humana deberían estar basadas. Los hechos y leyes de la psicología deberían proveer la base general para la interpretación y explicación de los grandes eventos estudiados por la historia, las actividades complejas de la sociedad civilizada, los motivos que controlan las acciones del trabajo y el capital. Teóricamente, la historia, la sociología, la economía, la lingüística y las otras humanidades o ciencias de los asuntos humanos, son todas variedades de la psicología. Tal declaración implica que los problemas económicos, sociales o históricos son problemas básicamente psicológicos, o deberían ser tratados como tales. Desde esta perspectiva fue creada, por primera vez, la imagen de una ciencia general de la conducta, cuyas leyes habrían de ser tan abstractas y ahistóricas como las leyes de la física. Poco tiempo después, el objetivo de la nueva ciencia vino a ser anunciado a través de un slogan, que aún se hallaba en sus libros de textos introductorios: la predicción y control de la conducta. Este objetivo es totalmente discordante con los objetivos que Wundt tenía en mente para la psicología: sus fines no estaban relacionados ni con la predicción, ni con el control, ni con la conducta. Tampoco los sucesores alemanes de Wundt desarrollaron jamás tales objetivos para su disciplina. Si lo hubieran hecho, sus oportunidades de lograr el respeto del establishment académico hubieran sido aún más escasas. Por lo tanto, la gran diferencia entre las posiciones institucionales de la psicología alemana y americana tuvo su contrapartida en la divergencia absoluta de propósitos. Esto no debería sorprender porque, al desarrollar sus ob- jetivos, una disciplina define su rol en términos de la división general del trabajo, entre otras. Por lo tanto, los objetivos de- finen su posición relativa respecto de otras disciplinas. Cons- tituyen una declaración de su interés intelectual, el último criterio a través del cual métodos, conceptos y evidencias son juzgados. Lo que mantiene juntos a los practicantes de un campo es su interés intelectual común y el hecho de que, básicamen- 27 te, todos tienen los mismos propósitos. Este propósito define tanto el dominio dentro del cual los practicantes han de tra- bajar como los modos en los cuales ellos proponen actuar en dicho dominio. Tal dominio es una construcción intelectual de los practicantes de la disciplina, no es algo dado desde el exte- rior. En efecto, el desarrollo de un interés intelectual implica no solo la formulación de un programa de trabajo sino también la distinción conceptual de la materia sobre el cual habrá de ejecutarse dicho trabajo. De esa manera, la categoría con- ducta, tal como es usada por la psicología moderna, viene a ser una construcción intelectual que identifica cierto dominio y el material potencial para legitimar el trabajo psicológico. En este marco, la sociología del conocimiento reconoce los intereses personales como reflejos de intereses de grupos que provienen del contexto de otros intereses, del de los con- flictos sociales. Sean o no conscientes de ello, los individuos actúan en el interior de un tejido de tales relaciones que se extienden desde la sociedad entera hasta sus ambientes pro- fesionales inmediatos. En consecuencia, es apropiado para la psicología del conocimiento trazar los intereses intelectuales de los individuos hasta aquellos intereses sociales más amplios que caracterizan a las sociedades en las distintas fases de su his- toria. La propuesta de reflexión histórica: – Marca claramente un recorrido anclado en la nece- sidad de revisar la psicología incluyendo los facto- res sociales, las instituciones que la hacen posible y, finalmente, la profesión como práctica y tecnología central frente a las demandas sociales. – Critica la mirada de los autores de los manuales que construyen de manera intencionada formas este- reotipadas de la historia sosteniendo, por lo tanto, la vigencia de mitos que apoyan ciertas versiones de lo que debe ser la psicología. Mitos que legitiman ciertas demandas sociales hacia la disciplina y que son los que promueven la formación de los futuros 28 psicólogos en el convencimiento del “deber ser”. Se obtiene, de este modo, un poderoso elemento que dice qué es lo que los psicólogos deben hacer en la práctica y qué deben estudiar para encontrarse dentro de un ámbito legitimado. – Pone en cuestión la tensión entre intereses indivi- duales e intereses intelectuales. En este sentido, para explicar la conformación de una comunidad de psi- cólogos, propone una lectura histórica anclada en los conceptos de intereses sociales e intelectuales como ejes articuladores de la disciplina y sus saberes, obje- tos y métodos en el contexto donde nace gracias a las demandas sociales. – Dado que el concepto de interés permite avanzar sobre las categorías de historia externa e historia interna de la ciencia, realiza una dura crítica a po- siciones positivistas como la de Ben David y Collins. Destaca así factores extradisciplinarios determinantes de los intereses intelectuales y sociales para aplicándo- los a la historia de la psicología. La política renueva la psicología Las narraciones históricas no son neutrales. Esta es la pri- mera observación que nos marcan los historiadores críticos. No son neutrales porque los historiadores seleccionan cuáles even- tos van a relatar y cómo los van a interpretar. Por ello, podemos decir que son elecciones subjetivas, porque deciden qué es sig- nificativo y qué no lo es, condicionando fuertemente la forma en que las personas conciben la historia presente y pasada. Esto sucede en las escuelas. Para enseñar la historia en las escuelas, se seleccionan algunos contenidos e interpretaciones y se dejan de lado u omiten otros. De este modo, se fortalecen creencias sobre valores, mitos y políticas públicas en la sociedad. De igual modo, expone Harris, las tradicionales historias de la psicología juegan un rol similar al fortalecer el status quo. 29 Al exponerla como una disciplina estrictamente científica, ig- noran el rol de los factores ideológicos y políticos en su evolu- ción y privilegian las visiones que avanzan de modo lineal para ayudar a la sociedad desarrollando investigaciones “libres” de esa valoración. Usando ejemplos de casos ilustrativos, Harris demuestra cómo las dinámicas de poder influyen en la evolu- ción de una disciplina. A lo largo del libro, Harris señala contribuciones de pen- sadores críticos que las historias recientes tipifican, lo que él denomina la Nueva Historia de la Psicología. Así, por ejemplo, existen historias tradicionales que desestiman las experiencias de las mujeres frente a las cuales se erigen los aportes de femi- nistas críticos. En esta línea de pensamiento, advierte que no se trata de acusar a individuos específicos, a psicólogos particula- res por las injusticias de la psicología (aún cuando sus trabajos más influyentes merezcan críticas), sino que la injusticia surge más bien de fuerzas sociales más poderosas. El conocimiento y la investigación, según Harris, están inspirados por el contexto social y los intereses políticos. En lo que a estudiante de grado se refiere, también hay diferencias. Para la mayoría, los cursos de “Historia y Sistemas” sirven para fortalecer el paradigma dominante en psicología. Para los estudiantes críticos, en cambio, la exposición a las vi- siones de las primeras generaciones tiene el potencial de subver- tir la ideología del consenso que prima. Cuando la historia de la psicología se divorcia de los eventos nacionales y mundiales, se convierte en una historia que sirve al status quo. Lo hace ciñéndose a discusiones inte- lectuales en el interior de grupos de élite como, por ejemplo, profesores universitarios. Sus descubrimientos son presentados como productos de inspiración individual, motivados por una búsqueda del conocimiento independiente del tiempo. Pero a pesarde que Harris reconoce la influencia del con- texto, tiene una mirada más optimista sobre las fuerzas que pueden impactar sobre él de manera inversa. La práctica de los psicólogos no solo tienen a los sectores de máximo poder 30 siendo capaces de cristalizar demandas de cara a sus propios in- tereses, sino que los sectores contestatarios también intervienen en las dinámicas de poder y pueden influir en la evolución de una disciplina. Lo que hace Harris es otorgar visibilidad a las historias que leen las experiencias de influencia de psicólogos reformadores radicales y sociales en psicología. Esas historias de movimientos contra la hegemonía de la ciencia estandarizada que los libros de texto oscurecen. A hacerlo, advierte, se les niega a los estudiantes el conocimiento de las luchas que se han producido entre radicales y reaccionarios por el control sobre la profesión y sobre la autoridad cultural general. En síntesis, Harris nos indica la existencia de historiado- res tradicionalistas, revisionistas, contra revisionistas y que es necesario una historia crítica. Acepta distintas versiones de la misma. Rescata los textos de Danziger, en el sentido que pro- veen de una forma distinta de encarar la historia, destrozando varios mitos y avanzando sobre la importancia de la construc- ción social en las historias tradicionales y empíricas. La construcción de lo psicológico La construcción de lo psicológico, de lo que se va a llamar “fenómenos de lo humano”, aquello que nos caracteriza como las capacidades, los procesos, las etapas de la vida, el odio y el amor, el género, etc., son argumentos que se desplegaron a través de la historia de la disciplina psicológica. Si bien otros desarrollaron la noción de construcción de lo psicológico, Rose se distancia de posiciones anteriores planteando que el propio objeto de la psicología es histórico” y se transforma según la cultura; que los lenguajes están influidos por los cambios his- tóricos; que solo la reflexión histórica permitirá visibilizar los poderes que existen tras de la historia de manual; y que, dada la complejidad del objeto teórico de la psicología, la reflexión sobre tales construcciones debe hacerse desde la “deconstruc- ción” de lo dado. 31 Rose advierte que estas posiciones nacen a la luz de la dis- cusión con interlocutores clásicos (el empirismo y el positivismo) y, por lo tanto, de la negación de esas posiciones. Este se configu- ra como motivo de dificultad para una indagación crítica de las producciones psicológicas en su conjunto, porque se fundamenta en el mismo espacio que pretende criticar. De ello se desprende que pueda parecer poco fructífero buscar “deconstruir” los obje- tos teóricos o indicar cuáles fueron los mecanismos y dinámicas de poder de los cuales dependen sus status de verdad. Diferenciándose, Rose va a tomar a un Gastón Bachelard que indica que de lo que se trata no es de la construcción si- tuada o de la deconstrucción, sino más bien de que “toda ver- dad nueva nace a pesar de la evidencia; toda experiencia nueva se adquiere a pesar de la experiencia inmediata”. La ciencia se construye contra la evidencia de los datos dados y gracias a una operación teórica sobre los fenómenos, que permite el surgi- miento de una verdad científica. Para Bachelard, se construye ciencia cada vez que hay una ruptura con el conocimiento dado a través de la experiencia inmediata. Tampoco es una racio- nalización de esta. Y va mas allá proponiendo que la ciencia necesita una constante vigilancia epistemológica para evitar ser atrapada por las categorías inmediatas de lo empírico. Esta posición no pretende tan solo deconstruir o, en su defecto, indicar que todo objeto teórico construido por la psi- cología se encuentra en coordenadas históricas, políticas, socia- les y culturales. De hecho, Rose cree que es así, pero que esto nos permite solo llegar a criticar al positivismo y no construir ciencia sin caer en el relativismo. Es decir, también la ciencia que construirán los psicólogos críticos sería histórica, cultural y se encontraría en las coordenadas de relativizar sus avances y construcciones teóricas o tecnológicas. La posición de Bachelard, tomada por Rose, descree que la ciencia sea solo un relato de las experiencias de los científicos, un discurso con ciertas reglas que permite describir la reali- dad y, a partir de una retórica particular, construir un “discurso científico”. 32 Al igual que en el resto de las ciencias, el objeto de co- nocimiento de la psicología adquiere existencia gracias a una compleja red de elementos cuyo origen es otro circuito. Con el entramado de esos elementos, se construye luego un determi- nado sistema de explicación y juicio. Por lo tanto, no se trata de una simple y mera cuestión de elaboración de sistemas de significación, sino más bien de circunscribir tales elementos en un circuito de actividad, técnica y artefactos. De este modo, Rose apoya la postura desde la cual la psicología es “un conjunto de artes y destrezas que implica la vinculación de pensamientos, afectos, fuerzas, artefactos y técnicas que ejercitan un orden, pro- ducen lo humano y lo psicológico, y permiten pensar psicológica- mente como un modo de existencia que debe abordarse de una manera específica”. Rose destaca el lenguaje como constitutivo del conoci- miento. Es decir, como algo que hace la realidad pensable y maleable mediante un ordenamiento específico y el estableci- miento de relaciones entre los elementos. En este sentido, él habla de ensamblamientos que vinculan pensamiento y ac- ción. Ubica así a la psicología como una tecnología que permi- te determinar la conducta dentro de dispositivos institucionales -la justicia, la educación, el sistema productivo, la familia, etc., e influir en la forma de actuar de los sujetos. Y para entender la historicidad de los objetos teóricos de la psicología, propone mirar lo que los psicólogos hacen, cómo se organizan dentro de estas instituciones sociales, qué prácticas realizan, cómo sus prácticas suponen actitudes y acciones sobre los sujetos, cómo intervienen en los seres humanos. En estos lugares de ensam- blamiento, los psicólogos trabajan y generan, a partir de allí, discursos sobre que son estas entidades psicológicas. La batalla por lo verdadero Otro término que desarrolla Rose es el de regímenes de verdad. Este explica la forma en que un saber adquiere status de científico y es valorado por una cierta comunidad. 33 Las batallas acerca de la verdad no son abstractas sino que se encarnan en formas materiales, afirma Rose. Esto es, en es- tatutos, resultados, descubrimientos, evidencias, argumentos, las experiencias de laboratorio, y profesionales que ejercen la disciplina. Tal es el caso de la relación entre la psicología y el psicoanálisis que se estableció en diferentes territorios naciona- les. Citando a Foucault y Latour, afirma que son muchos los elementos que se despliegan como recursos en un intento por ganar aliados y lograr que algo ingrese en el campo de lo ver- dadero. Se establecería así una batalla acerca de la verdad, un acto de violencia que entraña un proceso social de exclusión en el que algunos argumentos, evidencias, teorías y conviccio- nes son empujados hacia los márgenes. Para comprender la “construcción de lo psicológico” se requiere, en consecuencia, realizar una investigación acerca de las maneras en que se formaron las redes que operaban dentro de cierto régimen de verdad. Pero advierte que este proceso dista de ser un juego de suma cero en los que lo que pierde una parte, lo gana la otra. No se trata de una batalla de poder o un ejercicio de dominación por parte de unos actores –individua- les o colectivos- sobre otros, tal como los simplifican Callon y Latour. En este sentido y para Rose, las formas de verdad en psicología fueron establecidas por estadística y experimentación en términos de herramientas y métodos. La predominancia deestas formas de construir la verdad que compartía con otras disciplinas científicas, delimitaron el propio espacio de pen- samiento, descartando y desvalorizando otras formas de saber psicológico. La estadística fue una forma de pensar la psicología y un programa de generación de verdad. Compartida con otras ciencias sociales, permitió otorgar veracidad, cientificidad y ser convincente. Mientras que la experimentación fue necesaria fue como medio para disciplinarse, para reunir a los diferentes gru- pos de profesionales, editores de revistas científicas, organismos de financiación, colegas universitarios y autoridades universita- rias a fin de formar las alianzas necesarias para forzar el ingreso 34 de la disciplina en el aparato de la verdad. Reubicadas en un en- torno técnico en lugar del filosófico, Danzinger (1990) afirma que puede comprenderse mejor el debate acerca de la relación entre las “ciencias” psicológicas y las “ciencias naturales” Durante el transcurso del siglo XX, la psicología pasó a ser tomada como un conjunto de técnicas y dispositivos crea- dos para gobernar la conducta. Su poder devino de su capaci- dad para organizar, racionalizar y simplificar temas adjudicados al terreno de lo individual y la diferencia humana, y hacerlo extensible y maleable por autoridades sociales. Tanto los aparatos de bienestar, de seguridad y de regla- mentación laboral a nivel “macro” como los lugares de trabajo, la familia, la escuela, el ejército, la sala de un tribunal, la cárcel o el hospital a nivel “micro”, comenzaron a tomar un tinte psi- cológico. Las normas, los valores, las imágenes, las técnicas y los términos psicológicos comenzaron a formar parte de los pro- gramas, y surgieron proyectos institucionales de cura, reforma, castigo, administración, pedagogía, etcétera. Construida una visión acerca del estado de salud y en- fermedad, incorporaron objetivos incluyendo los conceptos de normalidad, adaptación, realización y esquemas para regular la conducta humana. Médicos, sacerdotes, filántropos, arquitec- tos y maestros comenzaron a utilizar las técnicas y dispositivos creados para tal fin. De este modo, el ejercicio de las formas modernas de poder político quedó vinculado intrínsecamente a un conocimiento de la subjetividad humana. Las estrategias, los programas, las técnicas y los dispositivos así como las re- flexiones sobre la administración de la conducta se psicologiza- ron cada vez más. A continuación, Rose expone el tema de la historia, la sociología y la antropología de la subjetividad, citando a au- tores como Norbert Elias (1978) y Harré (1983), entre otros. Afirma que la subjetividad ha sido abordada de muchas mane- ras diferentes y que autores como Elias trataron de relacionar estructuras políticas y sociales cambiantes y códigos de conducta personal cambiantes con cambios producidos en la organización 35 psicológica interna concreta de los sujetos. Otros, como Harré, procuraron evitar el atribuir cualquier tipo de vida interior a los seres humanos, tratando las prácticas lingüísticas y representacio- nales simplemente como repertorios de relatos que proporcionan los recursos por medio de los cuales los sujetos dan sentido a sus propias acciones y a las de los demás. Por su parte, Rose aborda el tema ubicándolo en otro campo. Desde su perspectiva, los discursos, las técnicas y las normas cambiantes que intentaron actuar sobre los detalles de la conducta, el comportamiento y la subjetividad humanas (no sólo los modales sino también los deseos y los valores) se ubicarían en el campo de la ética. De este modo, el repertorio “ético” de los individuos se vio enriquecido con fragmentos y componentes de las discipli- nas "psi". Los individuos fueron incorporando al lenguaje y a su conducta tales términos y comenzaron a expresar, a través de ellos, algo sobre sí mismos. Utilizando las palabras de Foucault, se transformó en la manera de hacer inteligible y practicable el ser y la existencia, con pensamientos, pasiones, aspiraciones, desafecciones, límites y modalidades particulares de expresar- los, identificarlos, codificarlos y responder a ellos. En este contexto, la psicología generó, en primer lugar, una serie de nuevas autoridades sociales y, en segundo lugar, una serie de objetos y problemas nuevos sobre los que se pudiera ejercer legítimamente la autoridad social. Así, los psicólogos clínicos, educacionales e industriales, los psicoterapeutas y los consejeros, cuyo campo de operación pasó a ser la conducción de la conducta, la administración de la subjetividad, alegaban tener poder y estatus social por poseer verdades y dominar téc- nicas psicológicas. Tal legitimidad se funda en creencias sobre el conocimiento, la objetividad y la cientificidad. En este sen- tido destaca, tomando a Castel (1991), que es notable el sur- gimiento de ideas de normalidad como producto mismo de la administración tutelada por expertos, y de riesgo como peligro in potentia que habría de ser diagnosticado por los expertos y administrado profilácticamente en nombre de la seguridad social. 36 Rose indica que los sistemas de autoridad, basados en las instituciones de control de la sociedad, tomaron de la psico- logía un “fundamento ético” que les dio las creencias psicológi- cas. Ejercer la autoridad se vuelve ética en la medida en que se la ejerce desde postulados de “conocimiento”. La psicología permite cambiar los consabidos supuestos de la instituciones que ejercen autoridad (ordenar, decretar, reglamentar, intimar, prescribir, mandar) a que sean ellos mismos los que dispongan , ordenen, decidan y resuelvan para con sus propias conductas y así establecer practicas de “salud”. La terapia, señala Rose, puede ser una forma de introyec- tar la autoridad y una forma de actuar sobre las acciones de los otros. Desde esta perspectiva, la psicología es más importante por lo que hace que por lo que es. Es decir, que la psicología alteró la manera en la que es posible pensar acerca de las perso- nas, las leyes y los valores que gobiernan las acciones y la con- ducta de los demás y, de hecho, las de nosotros mismos. Aún más, la psicología revistió de una mayor credibilidad a algunas formas de pensar acerca de las personas debido a que aparente- mente se funda en el conocimiento positivo. La meta de una historia crítica de la psicología sería hacer visibles las relaciones profundamente ambiguas entre la ética de la subjetividad, las verdades de la psicología y el ejercicio del poder. Una historia crítica de este tipo abriría un espacio en el que podríamos volver a pensar los vínculos constitutivos entre la psicología (como forma de conocimiento, tipo de pericia y terreno de la ética) y los dilemas del gobierno de la subjetividad que enfrentan hoy las democracias liberales. 37 Referencias Ben-David y Collins, K: “Social factors in the origin of a new science: the case of psychology”, American Sociological Review, 1966. 31. pp. 451-465. Burke, Peter.: Formas de hacer historia. Madrid, España. Editorial Alianza, 2001. Carr, E.H.: ¿Qué es la Historia? Barcelona, España. Editorial Planeta- de Agostini, 1993. Danziger, K. (1990): Historical roots of the psychological laboratory. In: Constructing the Subject. Historical Origins of Psychological Research (pp. 17-33). Los orígenes sociales de la psicología moderna. Cambridge: Cambridge University Press. Traducción: Ana María Talak. Cátedra: Psicología I, Facultad de Psicología, Universidad Nacional de La Plata, 2010. Danziger, K. (1998) “Hacia un marco conceptual para una historización crítica de la psicología”, York University, Toronto, Canadá. Traducción El seminario. Grez, Sergio y Salazar, Gabriel: Manifiesto de historiadores. Santiago de Chile. Editorial LOM, 1999. Harris, Ben (1997): ”Repolitizando la historia de la psicología”, en Repoliticizing the History of Psychology, In D. Fox & I. Prilleltensky (Eds.). Critical Psychology. An Introduction(pp. 21-35). London: Sage Publications.Traducción: Flavia Arrigoni (UNSL) Hempel, Carl: La explicación científica: Estudios sobre la filosofía de la ciencia. Barcelona, España. Editorial Paidós, 1979. Marrou, Henri-Ireéne: El conocimiento histórico. Barcelona, España. Editorial Idea Universitaria, 1999. Rose, Nikolas (2002): “El gobierno del alma” La formación de yo privado. El seminario. Rose, Nikolas (1996): Inventing our Selves, Cambridge University Press, 1996. Capítulo 2., “historia critica de la psicología.” Traducción de Sandra DE Lucas, y María del Carmen Marchesi. UBA, Escuela de Lenguas. Topolsky, Jerzy: Metodología de la Historia. Madrid, España. Editorial Cátedra, 1985. 39 Patricia Altamirano Nuestro objetivo es permitir identificar los problemas que presentan la historia y la historiografía psicológica, además de reconocer la importancia de la historia para la revisión, crítica, formulación y validación de teorías y de proporcionar respues- tas a problemas concretos que surgen del quehacer profesional. Este aporte busca que el lector pueda analizar los prin- cipales conceptos y criterios desde los cuales se pueda abordar el momento o los espacios de la constitución de la psicología como disciplina científica y como profesión. Esas diferentes formas de poder problematizar, el espacio el lugar, los actores y los objetivos que finalmente terminaron en la constitución de la psicología contemporánea, como ciencia y como profesión. La constitución de un campo de conocimiento Capítulo 2 Con sus diversidades, pluralidades, intentos de homoge- nización y distintos debates, parece haber un acuerdo en los manuales de psicología en ubicar el inicio de la misma en la Creación del Laboratorio de W. Wuntd, en Alemania. A tal punto este evento es de importancia, que igualmente, para la historia de la psicología en Argentina, la creación de laborato- rios constituyo un hito puesto en debate. Para ubicarnos en el contexto donde surge la discusión por el inicio de la psicología como disciplina científica, es nece- sario conocer la posición general de los manuales de psicología y los referentes de las historias tradicionales respecto al tema; y cómo fue posible esta construcción histórica que todavía se co- rresponde con la historia “oficial” de muchos manuales y que, a su vez, forma a muchos psicólogos. Si bien la disputa histórica se da en este punto, el tras- fondo existente se vincula a que las distintas posturas frente al tema permiten orientarnos en nuestra propia elección de qué clase de psicólogo queremos ser y qué clase de psicología que- remos que exista en el futuro. Sin duda, W. Wundt fue un científico del siglo 19. El desarrollo de la ciencia tenía sus limitaciones, tal como las tie- ne ahora, pero distintas a las actuales. Es por ello que las re- construcciones sobre su vida intentan ubicarlo en un lugar de paternidad con la nueva disciplina. De la misma forma que la figura de otros autores o grupo de autores para con otros sabe- res. Buen ejemplo es el padre del psicoanálisis, S. Freud, Jean Piaget o Watson. Autores de gran renombre que veremos en algún momento de la carrera. La importancia de este autor como iniciador de la disci- plina se encuentra asociada al método que utilizó: el laboratorio de psicología “experimental” y el método de la introspección. Estos dos elementos fueron destacados en sus aspectos posi- tivos para el avance de la disciplina, pero también sacados de contexto en muchos casos. Asimismo, otros elementos de im- portancia para caracterizar la labor monumental de W. Wundt fueron invisibilizados. 41 En la mirada tradicional, W. Wundt (1879) estableció el primer laboratorio psicológico en Leipzig, Alemania. Vale decir, logró el apoyo tibio de las autoridades para utilizar una aparatología que llamó laboratorio de psicología. Wundt estu- dió medicina y filosofía y escribió sobre psicología, fisiología, historia natural, ética y lógica. Él es especialmente admirado por los psicólogos por haber sido el primero en anunciar, en 1873, que iba a intentar hacer de la psicología una ciencia, y porque su laboratorio fue el primero que publicó sus resultados en una revista científica. Aunque el laboratorio de Leipzig comenzó siendo solo unas cuantas habitaciones en un viejo edificio, rápidamente se convirtió en el lugar al que tenía que acudir todo aquel que quisiera ser psicólogo. Este fue el motivo por el cual muchos de los pioneros estadounidenses recibieron allí su formación. Los investigadores del laboratorio de Wundt no estudiaban toda la diversidad de temas que trata la psicología actual, sino que se concentraban en el estudio de la sensación, la percepción, los tiempos de reacción, la imaginación y la atención, y evitaban los temas como el aprendizaje, la personalidad y la psicopatolo- gía. Su método de investigación preferido era la introspección sistemática, en la que sujetos voluntarios aprendían a observar, analizar y describir cuidadosamente sus propias sensaciones, imágenes mentales y reacciones emocionales. La idea que el método científico fue utilizado por Wundt está basada en principios que luego serían de la psicología ex- perimental y el experimento. Por ello, la mirada tradicional indica que es con W. Wundt que la psicología comienza a estu- diarse con el método científico-experimental. Psicología cuyo comienzo tiene su base más próxima en la psicofisiología, dado que todos los primeros psicólogos experimentales son, antes que nada, fisiólogos. El principio y la técnica para el método de indagación utilizados por Wundt no son las que se utilizan actualmente. Lo que pretendía Wundt era provocar la aparición del proce- so que trataba de estudiar mediante circunstancias establecidas 42 con anterioridad; luego intentaba controlar las variables y que cada resultado obtenido sea sometido a una revisión repitiendo las investigaciones y las condiciones en que se realizó el primer experimento. Así se introdujo, en líneas generales, el método experimental. Wundt interpretaba lo psíquico y lo físico como dos maneras diferentes de referirse a una misma realidad; para él todo fenómeno pertenecía tanto a la psicología como a la física. Una lectura detenida de la obra de Wundt aportará datos sobre sus intereses de investigación y sus decisiones. Antes de avanzar, entonces, retomemos el marco donde situaremos este nacimiento de la psicología. Para ello tomaremos la perspectiva histórica. Aún si esta perspectiva tiene múltiples miradas, solo desde la reflexión histórica es posible determinar desde dónde podremos indicar los hechos más relevantes de la historia de la psicología. La perspectiva de Danzinger, distinta de la de otros auto- res también críticos de la historia de la psicología, como Harris o Rose, no necesariamente acordaban con la manera de abordar la historiografía. También se distanciaban de una manera críti- ca de la historia tradicional y de la historia positivista. Deseamos que quede explícitamente claro que propone- mos esta mirada sin menospreciar las otras, como muestra del debate fructífero que los temas históricos tienen para la actua- lidad de la psicología. También intentamos mostrar cómo esas definiciones impactan en el quehacer psicológico, en la forma de analizar, describir y valorar las distintas escuelas de la psico- logía contemporánea. Es de destacar que, dadas las caracterís- ticas del trabajo de Danzinger, este bien podría ser útil para ser aplicado a otros momentos históricos, analizando las prácticas científicas y profesionales en la actualidad. Entiendo que la ca- pacidad de reflexión que nos proveen estos conceptos trascien- de la perspectiva histórica y son de utilidad para entender el estado de la disciplina y la profesión. 43 Entonces, lo que hoy conocemos como ideas psicológi- cas ha sido anteriormente producido e intercambiado con am- plitud entre filósofos, hombres de la medicina, economistaspolíticos, historiadores, artistas. Lo que resulta novedoso es la aparición de grupos de especialistas que realizan demandas del monopolio de la verdad psicológica. Y más aún, la participa- ción de los miembros de estos grupos como árbitros de lo que constituye o no constituye un conocimiento psicológico vali- dado. Esto importa en la medida que define la naturaleza del pasado de la psicología y su definición histórica ya que, para ser tomadas seriamente, las ideas psicológicas deben atravesar el prisma formado por el marco normativo e institucional de la comunidad de especialistas reconocidos. Danziger destaca dos enfoques con sus respectivas impli- cancias: 1. La aproximación positivista, donde su concepción de una disciplina científica está basada en la noción de progreso acumulativo. Niega los niveles históricos y culturales de la realidad. Implicancias: a partir de esta noción de ciencia, el de- sarrollo de la psicología será, por definición, lineal, acumulativa y continua, “medida” por el número de publicaciones de investigación. Según Danziger, aplicada a la historia de la psicología moderna, esta perspectiva lleva a la conclusión de que la psicología como ciencia comenzó en Alemania y posteriormen- te trasladó su centro a los Estados Unidos. Entre las características más importantes de la sociología de la ciencia positivista se encuentra la manera de tratar el rol jugado por los intereses sociales en el desarrollo histórico del conocimiento científico; por tanto, sus categorías explicativas son de naturaleza ahistórica. En esta línea, cuando las ideas científicas son tomadas por individuos que ocupan el rol social de científico profesional conducen a una tradición en investigación continua y acumulativa. Por lo tanto, el nacimiento 44 de disciplinas nuevas, como la psicología, dependen de la invención de un nuevo rol, el de practicante pro- fesional de la nueva ciencia (Ben-David, 1971). Tales roles nuevos son inventados frecuentemente por indi- viduos como un medio de mejorar las oportunidades de su carrera. A esto se denomina “hibridación del rol”. En psicología, se dice que Wundt es el principal ejemplo de este proceso. Así sería, desde esta perspecti- va, como nació el rol de psicólogo experimental, a par- tir de la “hibridación” de los roles de fisiólogo y filósofo previamente establecidos. Para que la psicología llegara a ser establecida como una nueva disciplina científica, simplemente perduró para los demás, que llegaron a ser socializados dentro de este rol ya sea personalmente por Wundt o modelados por su ejemplo. 1. La perspectiva de la sociología del conocimiento, desde donde la misma disciplina se vuelve objeto de escudriñamiento científico. Reconoce la naturaleza fundamentalmente social de la actividad científica y por ende, la naturaleza socialmente construida del co- nocimiento psicológico. Implicancias: no niega los intereses personales, sino que los acepta y los concibe como reflejos de intereses de grupos que provienen, a su vez, de conflictos socia- les. Lo que une a los colaboradores individuales no es si el investigador solitario puede verificar sus hipótesis en la privacidad de su laboratorio (contexto de des- cubrimiento: contexto de construcción de teorías, de instrumentos y también de evidencia), sino si él pue- de establecer su contribución como parte del canon de conocimiento científico en su campo (contexto de justificación). Se trata de una cuestión de consenso que envuelve acuerdos previos acerca de qué se cuenta como una evidencia admisible y compromisos com- partidos hacia ciertos objetivos. Ello incluye intereses establecidos y sesgos. 45 Desde una mirada positivista, Joseph Ben-David y Ran- dall Collins identifican un patrón de crecimiento de las discipli- nas científicas postulando que, cuando una persona se interesa por el contenido de una nueva idea, y como medio potencial para establecer una identidad intelectual y un nuevo rol profe- sional, las condiciones bajo las cuales tal interés surge puede ser identificado y usado como base para la eventual construcción de una teoría predictiva. En aquel entonces, las temáticas sobre problemáticas psi- cológicas se desarrollaban en los ámbitos de trabajo de la fi- losofía especulativa y la fisiología. La psicología filosófica era ampliamente desacreditada por los “nuevos psicólogos” nacidos frente al interés por desarrollar soluciones a problemas psicoló- gicos con otros marcos de referencia. A su vez, esos nuevos psicólogos “experimentales” tenían necesidad de distinguir su trabajo de los campos tradicionales y destacarse por encima de los conocimientos estancados de la psicología tradicional filosófica metafísica. La emergencia de este nuevo grupo dedicado a una nueva especialidad es un efecto del crecimiento intelectual, y el incre- mento de conocimiento logra abrir campos y focalizar proble- mas. Basados en sus postulados sobre qué cualidades inheren- tes hacen a una idea fértil y a otra infértil dentro de la histo- ria de las ciencias, en particular el caso del nacimiento de una disciplina como la psicología, Ben David y Collins tomaron para su análisis las historias de la psicología de Alemania, Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos. Seleccionaron personas que conscientemente se identi- ficaron a sí mismos como practicantes de una nueva ciencia, que realizaban trabajos empíricos sobre la temática de la que se ocupaba la psicología y que no tuvieran otra identidad científi- ca claramente establecida (como, por ejemplo, la de fisiólogo). Aquí aparece el término de hibridación de rol para ex- plicar el nacimiento de la psicología como disciplina; designa: 46 – Un individuo que se muda de un rol a otro, como de una profesión o campo académico a otro. – Una posición de conflicto de rol entre el viejo y el nuevo. – Tensiones entre conductas apropiadas para el viejo rol en conflicto con las que se van adoptando desde el nuevo rol. – Desmembramiento de la identificación con el viejo grupo de referencia. – Conflictos con los grupos anteriores. Sin embargo, el individuo puede no estar totalmente dis- puesto a abandonar su identificación con su viejo grupo de re- ferencia, ya que puede acarrear mejor status (tanto intelectual como, quizás, social) que su nuevo grupo. Para Ben-David y Collins, solo en Alemania existían estas condiciones y que la innovación de la psicología experimental se produjo por un mecanismo de hibridación de rol. La nueva identidad pudo hacer posible el crecimiento en la producción científica. Por lo que, hacia 1880, en Alemania, las publicacio- nes psicológicas especializadas llegaron a constituir la mayor parte del trabajo en el área. La aceleración de la producción se asocia con la existencia de un campo distintivo de la psicología que fue fruto de la institucionalización de esta disciplina a par- tir del laboratorio de Wundt. La mudanza de los académicos de un campo depende de las oportunidades de éxito que tenga un grupo de personas en una disciplina. Si las posibilidades de desarrollo de un ámbito nuevo con espacio suficiente para generar una comunidad de científicos están dadas, es posible que la disciplina y el rol prác- tico que la caracteriza se ensanchen. Pero si las posibilidades son pocas, es posible que los grupos en expansión se vean obli- gados a visitar nuevos horizontes. Los fundadores y los seguidores están motivados por la oportunidad de elevar su status adoptando la innovación. Los fundadores innovan. Los seguidores, por su parte, pueden 47 ser muy receptivos a la innovación de un científico migrante. Sobre todo jóvenes académicos que todavía no escogieron un campo (prestigio, condiciones de competencia) serán atraídos por el nuevo rol hibridado. ¿Quiénes son estos nuevos psicólogos de los que nos ha- blan Ben-David y Collins? Los practicantes de una nueva ciencia que investigaban fenómenos mentales por medio de métodos empíricos
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