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Los comienzos de la adolescencia

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posibilitará evaluar la reversibilidad del desarrollo desvia­
do, así como el potencial adaptativo de la niña. En conse­
cuencia, estaremos en condiciones de estimar el grado d 
deterioro irreversible del desarrollo, así como las insu5-
ciencias constitucionales particulares que mantuvieron la 
diferenciación psíquica de Susan dentro de límites circuns­
criptos. 
En este punto de la evaluación inicial, podríamos decir 
que el cuadro clínico señala una enfennedad multisintomá­
tica establecida --es decir, estructurada-, de naturaleza 
predominantemente psiconeurótica. Algunos rasgos, como 
el intento de arrancarse los cabellos y los rastros de deposi­
dones involuntarias por parte de una niña de ocho años, 
nos previenen contra un optim.ismo terapéutico sin reser­
vas. Por otro lado, factores -rales como los componentes psi­
coneuróticos, la disposición hacia la terapia y la capacidad 
introspectiva de la paciente, junto con el decidido apoyo que 
la familia. brind6 al tratamiento, nos persuadieron de la 
conveniencia de hacernos cargo del caso. 
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la latencia a la adolescencia 
un hecho bien establecido que ciertas configuraciones 
nlctunles de la niñez temprana vuelven a experimentar-
'I organizarse durante Ja adolescencia. En este período 
r on como desviaciones transitorias o como síntomas 
1111.ndos. Ciertos signos patognomónicos persistentes 
d n reconocerse a menudo en esta etapa con mayor cla-
ftd que en años anteriores, pues ahora se han conden­
u on síntomas o rasgos de carácter. o en entidades idio­
r 11icas o sindrómicas, cada uno de los cuales revela a 
fflcKlo, la hi.st.oria de una enfermedad emocional in nuc�. 
rha un error. sin embargo, buscar las raíces de la psi­
alología adolescente sólo en la reactivación de conflictos 
üu11u1s infantiles. La desviación del desarrollo normal 
1 deberse, en igual medida, a fallas de la estructura 
ulcu existente. Las fragilidades y deficiencias de este 
"' ponen de manifiesto, por supuesto, sólo cuando se 
l ol organismo a un stress excesivo. En otras pala­
•• In fuerza del yo adolescente es relativa, La pubertad 
•lituye � pe;íodo en que el stress se intensifica y, en
■ �mmcra, deJa al descubierto fácihnente ciertas fallas
In 1.1stnictura psíquica que antes no se manifestaban en 
_prrtct.ica o parecían irrelevantes. 
Nuutilro interés, pues, gira en torno de) tratamiento de 
tulnlcscente con problemas conflictuales y estructurales. 
,. .. h,• ya que las tensiones instintivas se incrementan co­
n ronR cuencia de la maduración puberal. La intensifica­
n ct1 1 las pulsiones libidinales y agresivas, ya observables 
In prepubertad, pueden determinar, por un lado, el res­
hit! •!miento de formas prelatentes de gratificación pulsio-
1 y clt• defensas, o bien, por el otro, convertirse en un de­
On J>ll ra alcanzar niveles superiores de diferenciación. 
1 1 ,l1.•sarrollo adolescente suele progresar siguiendo los 
dm,11 de 1� regresión. Las fases de la preadolescencia y la 
ul, Rcoocia temprana se caracterizan por la regresión a 
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