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¿Cuánlos nii'los pasan, como Anhur, de la reeducación onofón1ca a la reeducación ortóplica, o abandonan sus clases para sumC1gir.e en un curso de recuperación? No sirve de nada, son y pennanccen s1t1lllo "retrasados": si bien el sisicma educativo no les coloca ac1ualmcn1c el gom> de burro de amano. no deja de aplicarles, más púdicamcmc. la e1iquc1a de "fracaso escolar". Se mantiene ocul10 el sufrimiento, el de Anhur, el de Aorianc. el de Thicrry, el de lodos y cada uno de los "re1rasados", por agresivos que puedan parecer como Richard. Esie sufrimiento es psíquico, el m1\mo nino no puede determm3Ilo, no puede saber lo que dice su sfmomJ, porque el "fracaso escolar" es exclusivamemc un síntoma que indica '" maleslar. ¿Cómo se fonna ese srmoma? Anny Cordié pMa n:vis1a a los divcn;o~ fac1ores incriminados en el fracaso escolar: aspecto sociocullural, conílictos familiares. sistemas pedagógicos. deficiencia imelcc1ual, y constata que ninguna de cs1as causas. por sf misma. es suficienlc parn explicar el fracaso. Ninguna generalización esclarecerá o resolver.! el enigma: Anny Cordié escucha atentamente a cada SUJCIO, porque ella es analista. y actúa de manera que el trabajo con el nillo se elabore en una n:lación de transfen:ncia. ¿Quiere decir que puede explicar el mecanas mo del mal llamado "fracaso escolar''? En realidad no. pero su expe- riencia le permite detallar cómo funciona la inhibición que lo engendra y también distinguir enll'C el nillo neuro1i1.ado y el nii'lo psicótico. e inclusive impedir la psicoliz.ación de algunos. Esto es lo que los "retrasados" le ensenaron y lo que aprendemos a 1ravés de ella: que no exislen. llUJtroción de Topa; Gwtavo Rol<lin (h.) Psicología Contemporánea I_Jos retrasados no existen l»sicoanalisis de niños con fracaso escolar Anny Cordié Nueva V AnnyCordié Los retrasados no existen Psicoanálisis de niños con fracasos escolares Ediciones Nueva Visión Buenos Aires • n11f16 Ann~ loo ro1r.1<Jdos no eXJsten psicoanahsl$ de niños con tr11c:tso escolar· 11 ed ... 4• re1~. ·Buenos Aires· Nueva V!Sión, 2003. 304 p., 19x13 cm - (Psicolog1a contemporánea) Traducción ele Clara Slavuizky 1.S.B N 95CHi02-307-7 1. Titulo - 1 Psicopedagog1a 'J'ítult1 clt.'I original en frunt-é.s~ Lc.'i ca1u·1· • .,, 11 '1·xist.~11t JUr!I: psychanal.vsr• 1l~nfa11ts t'lf t)t·'11·r ¡.·t•olatrl'>. O Eclillon~ du S4~ud l..c.'l lraduct1(in fuo n.-visada por la autora Toda reproducción tolal o pnrt·ií1l de: t 1t-.t.i nhro por cutilquier sistf'mll - incluyendo t•I fi>toco1>i11do- <¡u(• no haya s ido '-'Xprc~anu•nLt• Huto1·i 1.11dn por fl l ed itor constituye unu infracción a lol\ derechos dC'I nutor y sera repr1nndJ con pt•naK de.• hast:i soit> añoi:> de prisión { orl H2 de la h•)' 1 1 723 y art 172 del Código Pcnoll O 1994 "º' ~:J1riones Nu .. va \'ision SAi('. Tucuman :¡¡¡,.., t l ln!J1 Bu.•nos Aires. Rt·puhhc.l'l A~í'nt1na Queda hNho el depcnnto c1ut• mt1f'C:' 1:1 lt~y 11 723. lmpl'\.-so en In Argtntina / Pnnted m Arg~ntin•• /'uro A1orioll, Alu:c, Xartne, Aurelit, Otlphuu• Arthur, Valenlut, Josiplunc .v l'lara INTRODUCCION ;,r;s necc>surio dC'finir el fracaso escolar? Es una cxprc>sión que no deja u nudie indiferente, cada uno UJUStll sus recuer- dos foliccs o dc>svC'nturndos. en los que i<e mezclan nrrl'pen- timien~o. r.ost.ulgia ... :i veces rencor. Existen aquellos u los 4un el frac:!$O cr.cular no les impidió triunfar en la vida y que <";anaglorian por eso, los que noserccupcraronjnmás,y los qul', felizmente m;is numerosos. no lo conociC'ron nunca. 8~ considc>ra que cst;! en situación de fracaso e.scolar el niúoc¡ue .10 "sigue~. porque en la escuela es necesario sl'guír; ante todo seguir el programa -<¡ue indica lo que huy que ap:·caC:er en qué orden, en qué moment.o-. i;cguir a su clasl', no aleJarse dl'I rebai'lo. Veremos que (.!] fracaso escolar afecta al sujeto en su totalidad. Sufre ni mismo tiempo por la subestunación que siente al no estor a la altura de sus aspiraciones, sufre también por lo dasvalorización, cuando no por el desprecio qua lee en la mirada de Jos demás. En consecuencia, el fracaso toca al ser íntimo y al ser social de la persona, y sabemos bien el lugar que tiene el éxito social en el espíritu de nuestros contemporáneos. El fraca!lO escolar es una cuestión compleja cuyas causas son rnl.lltiples y diversas, unas vinculadas a la estructura propia del sujeto, otras son circunstanciales; el hecho de que se entrelacen y actúen las unas sobre las otras no facilita la 9 comprensión del fenómeno. El resultado es que cada uno proyecta sus fantasmas e inventa los remedios para esta nu~va peste social: "Es por culpa de ... el gobierno, la soc1~ad, la Educación nacional, los padres .. . y es necesario ... revisar la pedagogía, aumentar las inversiones, etcétera.» En este trabajo encaramos el fracaso escolar en su acep· ción más amplia. Sin embargo, dejaremos de lado ciertas causas deficitarias que requ1eren una aproximación espccí- ficn, por ejemplo las deficiencias sensoriales, tales como la sordera y los problemas visuales, los retardos mentales graves, ya sean de orden sensorial (secuelas de encefalitis lesiones cerebrales neonatales), de orden genético(trisomía' fragilidad del cromosoma X> o de orden metabólico. ' Dejaremos en suspenso hasta el final de la obra el proble- ma de Ja psicosis La trataremos separadamente, porque si hay un problema que toca el fundamento de las operaciones de~ pensamiento e,; éste; la inhibición intelectual de origen ps1cót1co es de unn naturaleza totalmente diferente a la inhibición neurótica que trataremos a largo de lodo este trabajo. Haremos la crítica al concepto de "debfüdad mental" Los niilos llamados "debiles menlales leves", son aquellos mnos escola~iiados que no tienen ninguna anomalía pro\•ocada ni porles1ón mdeongengenético. La "debilidad menlal"es una etiqueta peyorativa en In que Rubyace la idea de un probll•ma innato de la inteligencia, tanto en la mente de los educadores como en la de los padres. Cuando -apoyándose sobre los resultados de los tests- se oponen a la "falsa debilidad mental" (FDM) correspondienle a los niños con apariencia de débiles mentales pero de CJ normal, se determinan catcgori:is tolalmcnte artificiales y erróneas, origon de nu- merosos malos entendidos y a veces de una segregación inaceptable. Psicosis y deficiencias serán tratadas después que haya- mos recorrido el vasto campo del fracaso escolar. Para ello exploraremos los diversos parámetros que entran en juego en esta problemática: el contexto social, las condiciones 10 · miliares, el entorno en general, factores que favorecen o 1 raban el inlerés del niño por los asuntos escolares. Aborda· .... mos luego qué es lo que corresponde a su propio deseo de .1prender y veremos cómo este deseo puede verse impedido por razones neuróticas. En los casos clínicos detallados, pondremos en evidencia los mecanismos de inhibición in to· ledual. inhibición considerada desde la problemática in· rnnsc1entc del sujeto revelada por la cura anahtica ... 1y que Fe solucionan en los casos felices! 11 PRIMERA PARTE FRACASO ESCOLAR, PATOLOGIA DE NUESTRA EPOCA Im¡mcto de l desarrollo de la c iencia sobre lns eníerm cdades y las n eurosis Cada época segrega sus patologías. Existieron la peste y el cól<'ra, más cerca de nuestra época la tuberculosis y la s1filis. Aunque los antibióticos dieron fin a e~tas enfermedades, nunquc> los vacunas extinguteron muchas epidemias, hicie- ron su apanc1ón otros males que colocan en situación de· fracaso ni saber médico, tales como el SIDA que viene a recordarnos los limites de la medicina y el triunfo final de la muE'rte. ~~sta medicina. cuyos descubrimientos no dejan de sorprendernos -técnicas de exploración del cuerpo, investi- gacionE's genéticas, etc.- nos hace creer que posee un cono- cimicn to completo sobre el cuerpo; el ser vivo le habría en- tregadotodos sus secretos, el cuerpo descifrado se habría hecho tronspurcnte, sin misterio. Por esta razón, toda enfer- medad no detectable por Jos caminos de exploración habitua- les, ya sean radiológicas, biológicas u otros, se hace sospe- chosa. Si no se ve nada, es porque no hay nada sin enferme- dad no hay (>nfermo. "Usted no tiene nada", dice el médico, lo que sobr<.oenlicnde: "su queja es imaginaria". Desde esta perspectiva, la categoría de las neurosis es desplazada de la escena médica Mientras que el 50 % de la 15 1l1t11lt,lu do• Ju~ mt'dicos cHnil'WI 1•1111 • umpUt·sta por enfor- filO!'I '1u«- pr,•sen l;\n unn pat nlrii'. l1l t11. lr < 11 Jca,. la palabra no se I" u111111cu1 jnmnH l'i11111d11 o·I ,¡.,,.¡,,...,e dirige o un enfermo o 111111 rnlc•¡:.1, 1111hu1 ¡u1d1c1111wn1.t· el término •gran H", como P1 IH mi~11111 p11l11lirn h1stt•ria incluyera unu connotación 111 fi11n11nll' .',A1·:1"" en -,us estudios no se le enseñó a asociar la hi'h•ria t·nn una trampa? La semiología clásica habla en <'ieclo de simulación, fu Ita de autenticidad, comportamiento l11stnónico, teatralidad, otros tantos epítetos peyorativos que incitan a la desconfianza y hacen temer e l engn1io. Orgulloso de su saber científico, el cuerpo m~dico no pu(.ode .-ncarar una enfermedad que seria la expresión de un confl ic- 1'.i psíquico inconsciente; multiplica entonces las investiga- ciones más sofisticadas (radiografias, scanncrs, ecografias, ••tc.J para atrapar una causa orgánica que no cesa de esca- parst·· en efecto, ¿quién mejor que un histcnco sabe hacer frncu.•ar el 8abcr del maestro, bajo la cobertura de "la entera rnnliunza" que le acuerda? Este saber médico cada vez más complejo y tecnificado indujo a un profundo reordenomiento de la pntologín histé- rica. <.Quién se atrevería, en nuestra cultura occidental, hacer hoy esos grandes ataques a la Cbarcot? Para nuestros contemporáneos, evocan demasiado los trances observados en ciertas ceremonias animistas. También son raros los ~c~esos catalépticos, las crisis letárgicas, les grandes pará- hs1S. En cuanto a las conversiones histéricas, de las que Freud nos ha informado ampliamente, toman otro aspecto. Hasta la terminología cambió: los ataques espasmódicos se convirtieron en una enfermedad, la espasmolilia, cuyo sus- trato (deficiencia de calcio) aunque controvertido conserva ese costado cientlfico obligado que le permite ubicarse entre las enfermedades "verdaderas". La medicina clásica inten- ta, por este camino, la recuperación de toda una patología que, de hecho, se le escapa. Los mismos pacientes encontraron otras formulaciones para sus quejas: se derrumban, tienan cris is de nervios, malestares, hacen una depresión, en fin. "somatizan •. 16 quiero destacar aqui que con el _Progreso de la medicina no ~u lamente se transformó la termrnología, sino que ha cnm- l11:ido la misma naturaleza de las enfermedades. Apareció una nueva patología que se ubica en partic~lar sobr~ la verlienle somática. Actualmente, muchos pacientes sulren de . , 1 aqucs somáticos graves, con lesio~~s de órganos, en.for- medades que, sin embargo, son movihzablcs por la .cura psicoanabtica. La frontera qu? st•para .las mamfcstac1ones históricas de Jos fenómenos ps1cosomát1cos se hace ca.da vez mcts imprecisa La noción de stress, al reintroduc1r_ una causa lisien a la enfermedad, le otorga un~ garanha de auwnticidad que pernúte a la medicina clásica recuperar mejor el fenómeno. . . , En con~ecucncia, 1(1s mamfcstnc1ones de la neurosis han "volucionado en función de un discurso ~omún s?bre la enfermedad discurso que reflej1i la evolución del discurso médico. El ~ensaje que el histérico dirige al otro se ~ulr<' de los significantes que dominan su época.1:'1? C'S la sociedad la que segrega la ncuroRis, comoalgunosquis1cru.n haccrcr~er, sino el sujeto que toma en cuenta una nueva mirado dirigida a su cuerpo enfermo. Encuentra entonces otra forma de exgresar su sufrimj1•pto, cspernndo de e,;ta manera ser méJor escuchado. Pero al ser dirigido a los maest"?s de un puro sab<'r desubjclivizadir, el llamado corre e l riesgo de repetirse indefinidamente, porque a lu queJO responde una verificación exploradora del orgunismJJ y no In escucha de un cuerpo que se hace lgngu:ij~. R(.'qucrimientos y respuestas están siempre ~cparados, se rnsLala el n~alentendido y con él, su cortejo de reiteraciones de actos mcd1cos y de desplnza- mit•ntos del sintoma. . . Cuando estos pacientes encuentran a un psicoanalista, con frecuencia ya han realizado un largo pe~iplo por los servicios especializados en los que se le practicaron todos los exámenes, que no mostraron nada; han agotado los recursos de la medicina clásica, de la fannacologin Y a veces de la ciru¡,•ía. antes de encontrarse con algui~n que tien~ la vocación de estar en la escucha de lo que se dice más alla de 17 l 1 I"' J 11 11111\11 1 1 11l1111i • ~"""""'"'ntl•·rwntcelcambiodel (11 1111 •n t 11 11r• 1111111 1 'I"" ~··'' ""plantea no es más:• ¿usted 111 1111 11 111! !1?°, 1111111 "1,qull'n l'll usted para sufrir así?". 1 l o 111 111 i'ln11 "'"""rn que la evolución de la medicina 11111<11!11~ • l11 Mnlumalologia de las neurosis, la evolución de la · - 11 ol.111 1h11 nac11111ento a una nueva patología: el fracaso 1·.,·11l.1r S1 los comparamos, lo que lienen en común es haber ~1dn Hl'grcgadas por un cambio social. En el caso de la hi~tcriu, se trata ante tocio del desarrollo de la ciencia médica. en lo que corresponde al fracaso escolar se trata del rápido cambio del mundo del trabajo en una sociedad cada vez más tecnificada A las nuevas exigencias de esta socie- dad se agregan los estragos provocados por la explolación inadecuada de los tests de nivel. Tendremos ocasión de volver a hablar de los consecuencias a las que conduce una medición numérica de la inteligencia, cuando se otorga a esta medición el vnlor de una verdad cienttfica reconocida. El desconocimiento de eslm1 dos patologías cuesta caro a la sociedad. Una, In histeria o el fenómeno psicosomático pesa sobre el presupuesto de la Seguridad Social, la otro, el fracaso escolar, sobre el de la Educación Nacional por la puesta en marcha de medidas costosas con perspectivas reeducadoras o pedagógicas 11 menudo inapropiadas. Fracaso escolar y sociedad moderna El fraca!IO escolar es una patología reciente Recién pudo aparecer con la mstauración de la escolarid:td obligatoria a fines del siglo xrx y adquirió una ímporlancia considerable entre las preocupaciones de nuestros contemporáneos debi- do al cambio radical de la sociedad También en este caso no es solamente la exigencia de la sociedad moderna la que engendra los problemas, como se piensa con frecuencia, sino 18 11 11 sujeto que expresa su mal-estar en el lensuaje de una , 11oca en la que el dinero y el éxito social son los valores ¡•n•dominantes. La presión social sirve de agente de crista- lo tetón a un problema que se inscribe de una manera I" •ticular en la historio de cada uno. Nos dedicaremos a ,1n:tlizar e~tos detcnnrnanles. ,Ju]es Fc>rry instaur<1 la instrucción laica y obligatoria en 1 H80; es poco probable que la noción de fracaso escolar haya n11nrecido en los primeros decenios que siguieron Lo que ,.,;taba previsto por la ley, es decir "la mezcla de ricos y r~·hresen lm;bancosde laescuela"(.Jules Ferry, 01.<courssur /',·galité d'edumtion. pronunciado el 10 de abril dE' 1870), la igualdad de posibilidades para tO((os, la suprnsión de las clases sociales estuvo lejos de cumplirse en loi; hechos. La p rtenenc1a a una clas<' social determinara durante largo • mpoel ltmítede los curso:; escolares. Los "hijos del pueblo" " ""aban" hasta el cl'rl1ficado d!il rsludios prunurios, que ubt;nían a los 12 anos, fecha del fin de la escolaridad uhligalor~u Los hijo~ dr las familias más acomod_adas se presenta nn a los diplomas elementales o a los diplomas u~riorl'" de donde provenían los cuadros medios, emplea- dos, maestros,etc. El primario su1wrioI..debía "dar satisfac· c1ón a lns umbicioncs (Qgitimas, sin sohreexcitur las ambicio- nesciegas, tun decepcionnntes para el individuo como fatales para la "ocicdad", dccia un inspector primario tll' la época Solamente los hijos de la bursucsia frecuentaban los hceos, que l'ran pagos, y que permitían acceder u las carreras liberales, especialmente leyes y ml'dicina. Si bien la obliga- ción escolar era dicludu por un ideal republicano "que se había dado como ohjetivo establecer la libertad suprimiendo las distinciones de clase mediante la educación del pueblo" 1Jules Ferrvl. este ideal era la traducción Jurídica de las nccesidadc~ económicas: la revolución industrial que se estaba verificando iba o modificar profundamenlc el paisaje social: las máquinas debían reemplazar al hombre, hecho que se deseaba tanto como se temía; era necesario adaptar- se, adquirir otras capacidades, en particular, saber hacer 19 f 1 1 11 1•111 11t1•8 11111111111!«11 Entramos en la ll11ll11 lntl11 l l 100 111 11 l 1 fll' llo•p11!.l11·11 t1•n1u Ju misión de formar 1 l 11 11 1 111111111d"l1•• l11 moral republicana y dispen- 1t111• 1 111111 n111ti11 11rllct1c.1 y enciclopédica a la que se h 1 1h11111 1 .. c1 1 " " vid .1 A los l 2 años se daba por supuesto 1¡,1111·! 1111111 111111111 h"n" más fallas du ortografiay conocería 111ul• p111 tn11u·11tu~ do· memona, prefecluras y sub-prefectu- 11•• tJ n libro I• •ido y relc·ido por generaciones de escolares, Le l 11111 ,¡,. Frcmr1·parde11x enfants ILa vuelta a Francw por dos 1111111,,J du pt•rfecta cuenta del espíritu de esa época. !\las ct'rcu nuestro, para nuestros abuelos -a veces inclu- sive ~ara nuestros padres- !a posibilidad de proseguir los l'St ud~os estaba reservada a una clase pnvilegiada. Cuando un h1JO de la clase media se revelaba como muy dotado, el mismo maestro propon in solicitar una beca y apelaba ante los padres el derecho del niño a proseguir sus esludios en el coleg10 despul's de la obtención de su diploma Se trataba de pedirles un pesado "sacrificio", y el maestro debía us:ir todo su prestigio para vencer sus resistencias. Cuando el niño estabn en 1:1na institución religiosa, lo que se le proponia era el semmano. Guy Georgy, en una autobio- gra~a ap_asionante, cuenta el periplo cumplido por un pe- qucno paisano pobre del Périgord, nacido en 1914 que llegó a embajador de Francia. ' ~;n esta sociedadjerarquizadn, que sobrevi\;ó hasta fines dt>l s~glo XIX y comienzos del xx, cada uno tenfa un Jugar definido. El unalfabetu;mo no aparecía obligatoriamente como una tara. A~uclloR "que no lC'nían instrucción" podían acceder a los ofic1o_s que les perm!lían de qué vivir a ellos y a sus familias; teman su lugar en la sociedad, y la modestia de sus recursos no los convertía fatalmente en excluidos. 20 l>l•I proletario 111 estudiante Aclunlmente, este cambio en la sociedad que se preparó a líncs del siglo XJX, prosiguió a un rilmo cada vez más rápido. En una o dos generaciones, la sociedad se tram1formó por completo. La cifra del campesinadodtsminuyó considerable- 111C'nt<• y los agricultores de boy, si quieren sobrevivir, deben rentabilizar sus explotaciones con métodos modernos: se· i.:uir u la economía de mercado, informatizar para organizar ;·nejor, etc. Los artesanos deben seguir seminarios de gestión l'ntes de abrir !IUS negocios. Casi no quedan los pequeños oficios lucrativos. La desocupación contribuye a ngravar las dificu llades de inserción de aquellos que "no han realizado 1·:1Lu<lios", porque este nuevo orden económico exige a l~s t rabajadores un mvel de competencia cada vez más alto. ¿Es pos1bil'. acaso, comparar nuestras máquinas actuales, tan sofisticadas e invasoras, con los primeros telares mecánicos? A la era del proletariado 8ucede la era del estudian le. Actualmente los que deben proseguir su escolaridad has· t.a Jo~ 16 años son los niños de lodos los medios. de todas las clases sociales. Pero esta obligación no instaura por si misma la igualdad de posihi lidades. El sueño de Ju les Ferry se desplazó sin realizarse. Vere- mos que el éxito l'n los estudios no corresponde solamente a la calidad de la enseñanza dispensada, ya que son muchos los factores que entran en juego para dolcrminor la incapa· cidad de alcanzar el nivel de instrucción requerido boy. Podemos desde ya subraynr hasta qué punto la rapidez de la transformación social ha perturbado los viejos esquemas de transmisión de la herencia cultural. Con demasiada fre- cuencia hay discordancia onlrc las lradiciones familiares y las nuevas formas de vida. Esta ruptura brutal produce conflictos entre las generaciones, conflictos que son por si mismos origen de los fracasos escolares. A la inversa, un éxito demasiado llamativo en un niüo de origen modeslo 21 I"" ··111 "llltl'1uh 11r •·I 11•<·ha1.0, cuando no el desprecio de sus l" "1'111• p11d1 ' '" l•:J s 11 wt o ¡:unrdura esta huella durante Loda • 11 v11l.1 , .11•1 ·111 ·11ll11111·11lo, vergüenza, cueslionamiento sobre • 11 11li•nt11lwl Ann11· ~rnaux, graduada en letras que llegó a prnf1•surn <'U\'"' padres tenían un almacén-café en lossubur- ¡,,,,. •ft• una pl'queña ciudad, describe en uno de sus libros l11tl11 111 violencia y el sufrimiento que implicó tal ruplura rn ll ural. Narras~ desprecio por la ignorancia de sus padres, y l'!<·go su culpabilidad por haberlos rechazado. tn esta ~ociedad donde para poder encontrar un trabajo se oy~ comunmente hablar de bac+2, bac+3, donde circulan las formu las del tipo "el bac (bachillerato! o nada" los excluidos del conocimiento se convirtieron en la hez de Ja sociedad: sin diploma no hay trabajo, ni dinero. Adem:ls, Ja pobreza en nues~ra sociedad llamada "de consumo" cngl'n- dra una frustración qu<'seguramcnle no conoció el campesi- nad.o pobre dt>I siglo pasado. En el contexto actual podemos dl'Clr que <'I fracaso escolar se convirtió en sinónimo de fracaso en la inda. ¿Qué s ignificado darle a l té rmino "fracaso''? El fracaso, op.uesto al éxito, implica un juicio de valor, y este valor es función de un ideal El sujeto se construye J)<'rsi- gu.1endo. las ideas que .;e le proponen a lo largo de su ex1Rtcnc1a. De esta manera es e l producto de osas identifica- ciones suc:esivas que forman la trama de su yo. Esos ideales son c~ncmlm~nte los de su entorno sociocultural y los de su fam1ha, ella misma marcada por los valores de la sociedad a la que perLenece. Sin embargo, esos ideales varían do una cultura.ª otra, lo que se valora en ciertos medios puede ser despr~1ado en. otros. Los valores occidentales, ligados al cap1tahsmo, felizmente no tienen todavía curso en todas las culturas. La fuerza física, por ejemplo, la habilidad, el 22 <"nlJl', la combatividad, el dcspredo por la muerte, pueden .. ,. 1 ,·olocados muy por encima decualquicrvalor intelectual. l'1ll'de también prevalecer en ciertos pueblos un ideal con- tt·mplativo. El mismo dinero puede no ser un valor en s(, en l.1B n1lturas que utilizan el sistema de trueque. La riqueza 1n1Pde estar construida sobre la posesión de bienes cuyo valor es más simbólico que mercante y el poder puede 11puyarsc sobre la edad y In sabiduría. . . El idea 1 también puede ser dictado por los valores farmha · n·s que son transmitidos degeneración en generación. Cono· n •mos la fidelidad de las viejas fami lias vinculadas a In nobleza por las ~virtudes aristocráticns". Hay familias de polttécn1cos en las que el hijo mayor decepcionaba si fraca· .aba en el Politécnico; existe la adhesión a la tierra en las l!(•ncracioncs campesinas y los combates en la clase obrera, que son otras tantas características, otros tantos tipos ,Jt"scnptos por nuestros grandes novelistas: destacándose ílalzac y Zola. El Sujeto se conforma o se opone a ei<os vnlores, puede intentar parecerse a ciertos per11onajes que los ilus· tran. Construye así su yo idl'nlificándose a personajes que admira o ama, adhiriendo o valores quejuzga estimables y que desea adquirir. Sucede que, en nuestras sociedades occidentnles, el éxit.o, el dinero, la posesión de bienes y el poder que se desprende de todo eso, representan e l punto más nito de los valores que cada uno 11ueña post•cr. ¿Por qué hablar de fracaso en la vida a propósito del fraca so escolar? ¿Porqué el éxito escolar ocupa un lugarlangrande en la vida de nuestros contemporáneos, niños, padres, educadores, gobernantes? ¿Cuáles proyl'Clos, qué fantasmas recubre esta aspiración al éxito? T riunfar en la escuela, constituye uno perspectiva de 23 11111¡¡1 t 111h 111lr. In 111 o 111111 11111•1111 i;it u;1ción, .>'.en ~onsecue.nci_:i t• 111 1 111 • 1111l 1 on8u 11111 dt• hwnes. ~s tamb1en ser algwen , a dlC Ir poNt t•t .. 1fa lo11naginario, sercon11iderado, respetado. 1.Acur«1 ,,¡ d111m u y el poder no son la felicidad? El mismo t•:ntndu 11h111enta esta aspiración. Para ser grande una Na- c1u11 ,,nn de he acrecentar permanentemente sus riquezas y 11us capacidades? El frncaso escolar prefigura la renuncia a t-Odo esto, el renunciamient.o al placer. Cuando se habla del porvenir de un niño en situación de fracaso escolar, muy 11 menudo se invoca la posibilidad de que se convierl.ll en un vagabundo. Para muchos ninoséstaes la cosa temida, angustiante, "si no trabt1jan en la escuela". Aunque vi a un nii\o con un rechazo escolar masivo, ¡roivindicarcomo un deRa ílM1u aspiración de convertirse en un vagabundo! Esta incursión que acabamos de hacer en el terreno social nos ofrece una primera delimitación de los puntos sensibles en los que se puede originar un rechazo escolar, rechazo a veces deliberadamente expresado y asumido, pero más a menudo vinculado a un conflicto inconsciente entre las distintas formas de identificación del sujeto. Freud nos suministró puntos de referencia para seriar los diferentes tipos dl• identificación que el sujeto utilí za parn construir su yo. Elyo·tdeal y el ideal-del· yoencuentron parte de su ongen en los modelos sociales, mientras que el .~uperyó está vincu- lado a la posición edípica del sujeto, es el "heredero de l complejo de Edipo", como dice Freud. Puede ex.isti r un conflicto entre todas ostas instancias cuando sobreviene una contradicción en las aspiraciones del sujeto. 1'omcmos el ejemplo clásico del adolescente brillante que fracasa bruscamente en sus estudios, porque se prohíbe sobrepasar a un padre que, por su parte, no hu triunfado jamás. Se trata aquí de un conflicto entre el superyó y el ideal del yo. El superyó, con su peso de culpabilidad y de interdic- ción, clausura el acceso a t.oda realización del ideal del yo, ideal que el sujeto encuentra en su entorno: competitividad con sus pares, deseo de saber, logros Rociolesen el horizonte. 24 El ideal del yo tiene como origen la identificación .d~ un r uf;•o ((•) rusgo unario), que puede ser un vnlor religioso, moral u otro. El yo ideal, a su vez, se baMrá fundamental- mente sobre un inodelo humano; pensamos en esos adoles- "l'n tes que hablan, se visten, se comportan como su ídolo o 11111tnn a algún personaje que los subyuga. Según la~ épocas 1· la edad de los ni nos, estos ideales cambian Hubo una epoca 1•11 Ja que todos los 1•arones querían ser exploradores y todas las niñas enfermeras. Un conflicto entre identificaciones onlinómicas puede paraliznr al sujeto y bloquear toda renlizaci6n (inhibición). J•:slo se ve con frecuencia en el período adolescente (~ol vere nins a tocar el tema en e l último capitulo 11 propósito de 1~ crisis de la adolescencia). En el adulto, loR conílictos repeli- dos reapun•ccn en las organizaciones ncuróLicas. . _ Para ilustrar estas afirmaciones, citaré el cn!l<l d~ un .n~no adoptado por una pareja de univers.if:8rios. !i~ibn1 v1v1d.o hasta la ednd de 3-4 años en una fam1ha nutricia de condi- ción modesta. Permanecía "encerrado", según dicen s~ pndres adoptivos, detrás de una barrern, _en un p~oquen~ ('Spacio en el fondo del comedor. A los 3 u_nos no hablaba: desde el comienzo y en numerosas oportumdad!'~ se cncnro la observación v el tratamiento de su retraso escolar. Cuan- do concurrió ni análisis, a una edad cercana a l?s 9 nños, pude verificar en él una cierta pobreza de lc.ngu11je, sccuel.~ de una cnn•ncia educativa durante SUR primeros anos. S1 bien es ciC'rto que hasta los cuatro años hnbí~ carecido de intercambios verbales con su entorno, apa reció otra.1:azón para explicar el retraso escolar y esta apurcnt~ debilidad: permaneció profundamente marcado por 1m primera fami- lia. l~n la cura, a travcs de sus relatos, sus dibuJOR, retraza- ba, .~in saberlo, los cuatro primeros años de su vid~, que sm embargo jamás habían sido evocados por su faimh'.1 adopti- va. Detrás de su barrera él había vist.o t.odo: los ObJetos, los Jugares, los habitantes de Ja casa, en especial un muchac~o que partía por las mañanas muy temprano para s u tra~~JO en una moto ruidosa . La madre le servia el desayuno, el runo. 25 11 " 11 l urnu, n·nlna su lnbcrón. Este muchacho escuchaba y 1·11111 nhn rn<'k l'or esta razón, a los 9 años nuestro pequeño ~1111al111, para cuando fuese grande, ser cantor de rock y dar lu '11..lta al mundo con su grupo; conocía la geografía de nwmuna. como muchos de esos ni1im¡ provenientes de otros lugar<>s ~ue sueñan cor;i retornar a e llos. Esos gustos y esas Pl'r~pectiva~dP porven1rernn absolutamente inimaginables para los padres adoptivos, y fuente de grandes conflictos y rechazos, porque esie muchachito no encontraba ninguna ~a1.ón para adquirir el "gusto por el estudio" que se Je quería inculcar a la fu~rza. Identificaciones muy precoces que alcanzaban al yo ideal -ser un rockero--, entraban en conflic· to co~ i:J yo familiar que privilegiaba la inteligencia, el conoc1m1ento, los estudios, el ni1ío se convirtió en una especie de extranjero en esa familia, con todas las conse- cuencias dolorosas que esto implicó; lo que se tuvo más en cuenta en el análisis fueron este sufrimiento y este rechazo Insisto en subrayar que en el origen de todos estos recha- zos, de todos estos bloqu<Jos, encontramos el mismo fenóme- no de freno de los operaciones del pensamiento que llama mos inhibición La inhibición puede manifestarse en diferentes terrenos. Freud cita la inhibición ele la función alimenticia (anorexia) la inhibición sexual. .. En cuanLo a nosotros, trataremo~ solamente la inhibición intelectual 26 LA DEMANDA Y EL DESEO Para quC' un niño "uprenda" t•s necesario que lo desee, pero nada ni nadie pu<'clt• obligar u alguien a desear. El lt•nguajc popular lo dice· "El deseo y l'I amor no se ordenan". Sin ~mbnr¡:o, esto es lo que creen mucho~ padres qut• quieren "motivur n sus hijos" y "hac1•r todo lo posible p¡¡rn que RP interese por la esclwla". No hny neccs1d11d de "hm,er" ni dt• imponer nada cuundoel "snh1•r" logróel bnllodt' un objeto de deseo para los padres. no hay necesidad de imposiciones para qul' el ninn se apodere dt• el La orden es una paradojn a la qut• se ve confrontado el ni110 ul que se le n·pite: '''l't• ordeno <¡lle des1'1.'S aprender" l•:nccrrado así en una red dP demandas, ''eremos por qui• se le hnct• 11nposible mnntencr su dcsl~> de cono1·imienlos, y d« que manera Uei:a inclusive a anularlo. Pn ni abordar con más clanclod esta cuestión. nos inspira remos t•n las categorías lacan1anas de necesidad, demanda y deseo, y veremns cómo la demanda llega a •aplastar" al deseo en c1t•rtas patologías. J.ncan hablaba de ello a propó- sito de In anorexia, que es la 111hibic1ón a alimcnturse. Pero en la inhibición a aprender el proceso es el mismo 27 1 ~· ch•n\1111<111 de los pndres ¡.;¡ runo rnlls pequeilo escucha desde muy temprano la demanda que ;e le hace: debe aprender, debe triunfar. Desde t•I Jardín cle infantes, algunos padres se inquietan por los n·nd1nucntosmtelectuales de su hijo y por sus posibilidades de éxito, a veces quieren hacerle "saltar~ el último ailo del jardín, ¡porque un añoadelantado siempre es útil para la prepuración de los concursos, más adelante! El nino com- prende perfectamente que debe responder a una expectati- va. El éxito es en realidad elle objeto de satisfacción que él debe procurar a sus padres. Las buenas notas los buenos . ' comentarios, están destinados a procurades placer. Puede responder dócilmente n esta expectativa durante un cierto tiempo pero, tarde o temprano, solo frente a una hoja en blanco o a una tarea a realizar, se verá confrontado con su propio deseo. Más allu de esta demanda paterna, existe la presión social de la que hemos hablado ampliamente, que se ejerce sobre tocios y engendra una sorda angustia que el njño no logra determinar. La dem anda de l cuerpo educador Este discurso -en el que el éxito es deseado y esperudo- no es mantenidosolumentc por los padres, los niños lo escuchan ~mbién de sus maestros, quienes por su parte también twnen un contrato que cumplir. Ellos también están some- tidos a un imperativo de éxito, la clase de la que son responsables debe ser lo suficientemente eficiente como para que la mayoría de los alumnos pase a la clase superior. Entonces, los buenos resultados de los alumnos son los que 28 hacen que los buenos maestros sean reconocidos por la hu perioridad jerárquica: dirección, inspección acad<!micu, .. tt· . • y por los padres de los alumnos. La angustia que "nr:endra esta competitividad, si bien se manifiesta en todos los niveles, nos parece especialmente nociva durante los primeros años de aprendizaje escolar. En efecto, la inquic- 1 ud vinculada al rendimiento suscita un cueshonamiento rwrmanente sobre el nillo: ¿va a pasar de grado? ¿tiene la "madurez" neccsariu? ¿tiene todas las capacidades mtelec- tu11les que se le suponían? Los juicios que se hagan sobre él , . .,na tener profundas con secuencias, a veccsdetenninantes para la continuidad de su escolaridad, porque pueden mocli- licar e incluso deteriorar en alto grado sus relaciones con d l'ntorno. Muchas veces el niño no puede diferenciurentre un juicio de valor y el amor que se le tiene. Para él, ser un mal 11lumno es ser un mal hijo. ¿Es necesario agregar que la hL•rida narcisisltca vi\<ida por los padres de un niño apresu- radamente considerado como débil mental puede despertar e11 ellos una rabia insospechada y medidas contradictorias, s in relación con la naturnleza de l problema? De la d em a nda al deseo. El deseo impedido Hagamos abstracción, por un momento, de los alumnos con problemas y consideremos a los ninos para los que la escola- ridad se desenvuelve sin historias Desde lo~ pnmeros ruas de su vida, el nino se lanza a la exploración de su cuerpo y de su entorno, parte hacia el descubrimiento de sí mismo y del mundo que lo rodea para asegurarse su dominio. Lo habitan el del't.'O de saber, la necesidad de comprender que se prolongarán en las innume- rables preguntas que planteará después. La curiosidad, el placer del descubrimiento, la adquisición de conocimien tos 29 11111111111 pi11l1• d1• l11 d111:1mica m1smn de la vida. Del aprendi· ~•\Jt por 1•1 ¡11<'1;11 <klo<.• pasar, en el transcurso de la infancia, 11 ot 1.1 lorm.1 dl'i :;a her. el que dispensa la escul'la. Con l11·t"111•11éiu •'stc es el moml!nto en el que lu mecünica se 1·ngrn11a, hay una pausa. un rechalO inconsciente a apren- der, a l•ntrnr en ese nuevo si~tema de adqui~ición de conoc1- mientos. Ese deseo dl' sab{'r que Freud asimila n una pulsión. la pulsiún epislt•mofihcn <Erll<'1111tnrt•s/rieb) es 111h1bula, hay una dl'tcnción de In~ 1nversi<lnes col(niLivas, inversión de la pulsión (el "no saber nada" l'qui\·ale ni "no comer nada" del anon'x1co l. ~;n lnh1b1C'ián, s1nroma.va11p;ust10, Freud descri- be la inhibición como la "expr1>sión de una limiLación funcio· nal dd yo, qu" puedt• tener diferentes orígenes" l·:I evoca tres: t·l que 1•vita .. 1 conflicto con t•I ello, una ""gunda al serv1c1odel a11focast1~0: "El yo no ti1•11e derl•cho a hact•r estas cosas, porqUl• ellas lt: aport.1rán beneficios y éxito:;, QU(' In severidad del superyo le ha n<•¡:ndo", dice. 01:Jarernosdc lado la tercera causa, que se refiere al du<.>lo, y rdomarcmos el l'stud1u de las dos primeras más ad<•lanle Para compn•nder <•I fraca.a escolar proceder.,mos por a prox unacioncs sucesivas. Con sidC' rn remos en pri m<.> r l ugn r las causas mas cxlnnas al sujeto, las m1h coyunturales, para abordar progn·•1\·amenl<' los elementos mas arcaicos pue;,los en Juego en la inhibición. No debemos, sin <•mbargo, perder de vislu que todos los oleml'ntos considerados están mtimamenlecntrem1·zclados y reaccionan los unos sobre los otros. Hemos evocado el peso dt• lo social en las conductas de fracaso, nos hl•mos volcado sobre los conflictos inherentes a la construcc1on del yo, deberemos interrORnrnos sobre el elemento cenLral de la inhibición que es tu pulsión: ~'reud hace del conflicto con l'I ello una de las causas pr111ceps, de la inhibición Volver<.>mos sobre el tema después de la prt•- sentaci6n de los casos clínicos. Frente a un síntoma tan complejo como el fracaso escolar, debemos continuar una exploración cada vez más <'Strecha 30 p:11,1 poner en relieve las motivaciones inconsc1entes. Para o•Ku n°" seran útiles las categorías lacamanas de lo Real, lo ~11nholico y lo Imaginario. Lacan, en su preocupación por e l "1..t11rno a Freud", señaló claramcnle el interés que existla 1'11 •I •tmguir por una parte lo que corresponde al orden de lo 1111,1¡.:inario, es decir, aquello que se refiere al yo, y por otra p:irh lo que concierne al su1eto, que se escribe $,sujeto del 1nc11 n ·•ciente, marcado por la tachadura de la represión. \ ',,lvnemos a encontrar cistas categorías cuando abordemos t.1 diferencia <'ntre psicología y psicoanálisis. Por el momen- to, ¡.ondré el acento sobre la misma naturaleza dl'I síntoma qu<', con la misma fuerza que el sueño, revela con un solo 1 rn w la verclnd del ,füjeto. FI fracaso escolar como r evelación de l s uje to La caracteristica del síntoma tiene múltiples significados; Pst;l sobrcdcterminndo, se1'lnla ~'reud; es una "condensa- ción", una metáfora, señala Lacan. Da cuenta de los diferen- te~ cslratos de la constitución del Kujeto. Para ilustrar este fenómeno, tomaré e l ejemplo de la anorexia mental. ~l rechazo a alimentarse es del ord<•n de Ju inhibición de la pulsión oral, pero el síntoma reagrupa las múltiples prohle· máticas del sujeto. E 1 análisis de las jóvenes anoréxicas revela en realidad, en un primer nivel identificatorio, el deseo de adaptarse al ideal de delgadez valorizado en nuestra época. Esta explicación, adelantada por la paciente, recubre al mismo tiempo un rechazo a las n.>dondeces infantiles y la repugnancia a adquirir formas femeninas. Detrás de la ambivalencia en cuanto a la femineidad aparece la relación conllictiva con la madre, con su imphcación pulsional oral fijación y rechazo de una madre nutricia, nngustias de ser devorado, et.e. Esta 31 r• l11n11n Hpll,11111111111 y nionílCra con la madre esconde pul- n1tt1l<"ll ,¡,. 111u1~rtc .. xtrt•mndamente violentas y diñciles de nwv1lrwr. La persistencia de la anorexia es, en efecto una l•·nlntiva de suicidio disfrazada mientras que, en su di~ur so, la delgadez y la muerte son al mismo tiempo negadas y magnificadas. La can destaca que en el caso de In anoréxica la demand~ de la madre atiborran te no dejo 1 ugnr para eÍ deseo de alimentarse, la pulsión 01ral de la ndolescente se cxpre~a entonces en el "alimentarse con nntla", y se sabe Ja energta que pone para concretar este deseo, ha:;ta llegar a morir. Cuando la puJsión de Mber está interdicla el deseo se queda en la puerta. De la misma manera que el anoréxico no come nada, el_sujrto en rstado de anorexia c.o;colar pondrá toda su energia para no saber nada. Antes de volver sobre este p~blema de ln inhibición, debemos saber dC'sde ya que la razon más frecuente de esta detención deb1' bu,qcnrse por ellado de la demanda aplastante del Otro, yo Hea e l "come" o el "aprende". ' "El síntoma drl nino se encuentra en el lugar de Ja res~u_est~ a lo que hny de sintomático en tu estructura fnnuhar. Esta frase de Lacan hace reflcxionnr sobre el porqué de los s!ntomas del niño. Debe ser completada por esta otra: "el nm~ r~ahza la presencia del objct.o •R• en el fantasma. AJ suslltuirse n este objeto, sntura In cnrencia en la que se especifica el deseo de Ja madre, sea de <'structura neurótica, perversa, o psicótica." ("Deux nOt('s sur l'cnfant" Ornirar?, nº 37). ' Podremos apreciar Ju justeza de estas afirmaciones cuan- do hab~emos de lo~ nirlos en análisis. Es c1ert.o que el niño s igue siendo un obJeto apresado en la economía libidinat de sus padres, es parte receptora de las puls1ones, fantasmas y de.seos de su pad~e y de su madre. A través de los requeri- ~1entos q?e s~ le imponen toma conciencia: come, haz caca, se bello, hmp10, amable, trabajador, etc. A través de estas demandas, se planll.'a In cuestión del deseo del Otro: me pide esto pero ¿qué es lo que quiere? Si el nino se dedica única- 32 mente a satisfacer la demanda del Otro, corre el riesgo de quedar entrampado en su status de objeto. Detrás de la demanda, deberá olfatear qué es lo que ~y de ~eseo_Y qué es Jo que hav de amor. Solnmente al medir las incertidum- bres y los lí'inites del Otro (su c~tración, digamos) podrá liberarse de su dominio y construirse como ser de deseo. !..as neurosis tiene que ver con los.fracasos a _la demanda y al deseo: neurosis oral en. el histénco, neurosis !'1nal en el obsesivo. El niño puede sallsfnccr durante larg~ tiem~o u la demanda del Otro y parecer Rntisface~se a ~í mIBmO sm que eso contrarie la construcción de su ser unaginano. L:is cosas se complican cuando la demnndn cambi~ de registro. c;,uand~ el otro <materno, con mnyor frecuencia) pasa del come "pórtate bien" al "aprende, tr~unfo ".Porque ~esponder a este imperativo supone que el SUJCio ni que se dmge se coloca a ,.¡ mismo en situación activn, que pueda plantear un neto ~\Utónomo. Un niño en fracaao escolar me decía: "Me entra por una oreja y me sale por la otra", porque aprender n~ e.s escuchar, sino elaborar el snbcr que es propuesto, la pns1v1- dad yn no es conveniente . . Monllligne lo decía en forma muy bella (Essats. 1, XXVD. "Las abejas liban de las flon•s, pero_despu.és hacen la mu;_! que es exclusivamente suya, ya no mas tomillo n1 mCJO_rana · Aprender implica un de,.eo, un proyecto, una perspcct1vn, no es solamente comprender . En cuanto a trtunfar, brillar, ser el meJOr. es desde ya poder asumir una posición fúlica. Pero es acá, en este cambio donde aprieta el zapato. Vere:Uos, en los casos clínicos detalla~~s más udelunLf7, que los momentos claves de esta problemattca de dcspre~d1- miento del sujeto son el período de resoluc10n cdíptca, cuando la angustia de la cnstración est_á en su max1mo, Y el período de In adolescencia. cuando el suJelo pone en duda sus identificaciones edípicas. En ambos ~usos. nos enco~trnmos ante Jos trabajos del duelo que imphca la separacwn. 33 111 "' '""''' .1 ele•"'º <'n el períod o .cdípico J'/ 111/{/' . ,, (1 la esc11ela r>rimaria. / ..t i lf lj b' llltO. l.11 J,.mocratizacióo de la cnsei\aoza implica que los ninos ~''"'• wualeso lleguen a serlo. Pero esta ideo logia igualitaria 1·>1 un e~gano, pretende ignorar la disparidad de los ninos cuando mgresan en la escuela primaria. La aspiración de una ensenanza tinica, la mi~ma par'1 todos, supone en <"fecto que todos los nioos Mon similan•s en el punto de partida. A partir de este a prron. se establece Ju u niformidnd, lu rigidl'Z en los programas. Ciertos criterios de l'dad ptwden parecer ta mbw~ a berran tes. La rdad estnbfocida para el ingreso a la primaria es fi.1a y no puede ~cr focilmente transgredida, aunque se encuentren en la m1sma clase milos que tirne un ano_ de d1fercnc10, ya que He determina que deben haber n~c1do entre el comienzo de cnt·ro y el fin de diciembre del mismo ano. Esta nivt>lación de los programas. de la ednd, de las condiciones de escolarización no tiene en cuenta la disparidad que existt> entre los niños que tienen entre 6 y 8 anos. Esta diversidad deriva de diversos factores. · . Ante lodo, <"xiste una diferencia de> nivel cultural fo miliar vrnculado con mucha fn-cuencia al medio social. Una buena calidad de intercambios verbales y afectivos durantE' los pm~eros.~ños, una estimulación inLclcctual. ponen al nino ~n s1tuac1on de abordar f,lc1lmente los primeros aprendizn- JeS escolares. Los niúos que pertenecen a familias a las que les .g~sta leer, hablar. discuti r, en las que las observaciones cotidianas son materia de aprendizajes ltidicros-contar los objetos de la vida corriente, leer las letras sobre las cajas del desayuno, por ejemplo- no tienen ninguna dificultad para ~bordar 1~ lectura y la escritura. La guardería, luego el Jardín ~e mfante.s, pueden también encauzar un trabaJO de de~c1fradodes1gnos, al mismo tiempo que un comienzo de soc1ahzac1ón y de adaptación a la vida grupal. 34 1-.n cambio, el niúo que no tuvo la suerte de disponer de r l<' condicionamiento. que domina mal el lenguaje, que no , 1t , fa mil in rizado con el dibujo, la escritura. los juegos de 100•>,ls, tendrá un handicap de partida. l~stc handicap se "'', .1gravadosi ingresa directaml•nte a la escuela primaria R1 11 habc•r frccuC'nl.ado 1•1 jardin de infantes. l'··rn hay otra disparidad t>ntre los n111os, es la que se 1, tí• ·re a la crisis que atravwsa el sujeto en estl' período clave ,,,.""evolución. En plena crisis edípica, debe renunciar a su 1.,,.1ción de nii\o pl-qucno protegido, seguro en su medio lanuliar para cnnvl'rtií'een un ,;er social, confrontado con la lt-v del grupo. Es In cdud en la que debe allojar los lazos con 1 madre La ~eparac1ón implica un trahajo de dudo. un d.Jloroso trabajo psíquico de n•acomodamiento de las pusi- ' i"n'"' subJt·Livas. En lugar de ser el objeto que satisfac1' al l ll ro. el nir'lo debe com·l'rhrse l'n un sujeto a p<1rt1• entern: de t.1 pusi1· ión de objeto cohnanll• para t•l Otro, debe pasar al "'tado de sujeto dt•se:lllte. Este trabaJo de st•parac1CJn. que llamamos de castración. es con fn·cucncia impedido o retar· ciado por la madre que no pued\' "liberar" <'lla misma a su hijo •lchido ;1 la rem101scen<'ia de sus propios coníl1cto,; echpicos; rlan•mo,; sobre esto numt•rosos ejemplos. Pero, d1•sde su mgrcso a la escueln primaria l'I entorno-padres. marslros- . !\("comporta como ,1 d problema cstuviei;c• rcsut'lto · ·Ahora ,.a l'res grunde"; en un.1 epoca se decia. "7 años'-'' la 1-dad de la r:u.on"- cada uno ha<'<' como si la tormenta hubiese pasado. como si el niilo hnbit·se ingrc~ado en un periodo dP latl•ncia dcsdt• el momento l.'n que atravesó la puerta di' la r,ran escuela. · \'cremo,; hasta t¡Ul' punto esll' prohlt>ma ed1pico, no re· sucl Lo envciwna los primeros paso:; del sujeto en su vida esenia~. La resolución ed1picn, la superación de la angust ia de casi.ración son etapas obligada~ del desarrollo La ampli tud que rf'visle e~la crisis varía entre un_niiio y otro, de la misma manera que l'l twmpo dl' rcsolucion aparece como müs 0 menos prolongado. Sin embargo, es po~ible afirmar qul.', cualquiera 8ea In forma en la que el niño aborde Psi.e período, el mismo no transcurrirá sin producir efcct.os sobre el despertar de la inteligencia lógica y sobre el interés que pondrá en los aprendizajes escolares. El fracaso escolar de la adolescencia es con frecuencia una repetición de la crisis edípica. La adolescencia también debe sobreponerse a la prueba de la separación, pero la crisis se complica por los nuevos planteos identificatorios: se pone en duda el ideal del yo, calcado con gran frecuencia de las imagos paternas y los estudios, valorados por el medio, pagan a menudo el precio de este deseo de emancipación. El crecimiento pubertario, con la necesidaddel sujeto de deter- minar sus e lecciones sein1ales, viene a complicar más los puntos do rofcrcmcia de la identidad. ¡Todos sabemos hasta qué punto son diñciles las clases de tercero•! • f.<1uivalt>nte. t-n nuestros estudí$. al U>rc!·r 01M d~ Jos co1cgi08 '''Cunda no.•. (N. de la T.) 36 APROXIMACION FENOMENOLOGICA DE ALGUNAS SITUACIONES DE FRACASO ESCOLAR Antes do desarrollar la posición psicoanalítica frente a la inhibición intelectual y a las dificultades ei;colnrcs, me pcrmitirtl elaborar algunos escenanos imaginarios con el objeto de destacar, una vez más, la complejidad de los factores en juego en este proceso. Jumüs hay una única causa para el fracaso egcolar, ,;¡empre existe una conjunción de varias que al actuar unas wbre otras, inl<'rfieren. Esta interacción, con sus efoctos de boomerang, evoca una especie de crrculo vicioso con la dificultad, cuando no la imposibilidad, de podt•r !\lllir del mi~mo en algún momento. lmnginamos algunas situaciones posibleN. Un mal punto de partida Conaideremos a un niño de un medio sociocultural desfavo- recido. En e"te tipo de familia la supervivencia cotidiana deja poco lugar para inversiones culturales distintas a las que suministra el audiovisual. Se observa con frecuencia un cierto desinteré,; por las actividades escolares de los hijos, más por ignorancia o negligencia que por franco hostilidad. 37 Los padres asisten raramente a las reuniones de padres y educadores y todavía menos a las reuniones de padres de alumnos. Queda por hacer todo un trabajo de información y de incitación a la participación. En este medio, la expresión verbal es a menudo pobre. En algunas familias de inmigran- tes, sucede que los niños oyen a sus padres hablar entre ellos un idioma que no comprenden, y cuando estos padres se dirigen a ellos, es en un francés rudimentario y deformado. Estos niños, hasta su escolarización solamente conocen el francés de la calle. Sólo pueden contar con las estructuras escolares para familiarizarse con una lengua correcta, pero esta lengua se les dará desde el comienzo como lengua escrita. ~;st-0 no deja de plantear problemas En este contexto. el niño que ingresa en la primaria, si no asistió o si asistió muy poco al Jardín de infantes, estará en desventaja. Su no-dominio del idioma corriente, el retardo produddo en Ja suma de conocimientos que el niño a lmacena en sus intercambios con un medio estimulante, la falta deentrenamientoen lasop!•rncioncs de abstracción y de juicio, Vttn a arrastrar desde d comienzo dificultades de aprcnd1zaje de la lectura y de la e~critura. Esto podría constituir sólo on simple retraso, una diferencia en relación con los otros ni nos más favorecidos en el punto de partida Pero será grave sí la exigencia escolar es tal que sobrepasa ampliamente la capacidad de aprendiz<Ue inme- cliata del niño, porque entonces aparece un 11enlímiento de fracaso. Hemos ya evocado la presión que se CJc>rco desde el primer ano del ciclo primnrio hacia una adquisición unifor· me de conocimientos. Lo posición de fracaso qul' el niño siente, si perdura, arruslru un proceso de exclusión, de rechazo. Aquel que "no sigue" con frecuencia es abondonado a su suerte; en otras épocas se lo mandaba al fondo de la clase: ¿acaso no es necesario que la clase "adelante"? ¿que el programa sea respetado? ~que todos los ninos sepan leer para Pascuas? Si no se habla más de "incapaz" ni se usa el gorro de burro, la crueldad de los niños sigue siendo la misma: "idiota", "nulo", son palabras que se escuchan con 38 fn·cuencia. Si a esto se agregan las críticas a veces exaspe- rad:is de los educadores, que se sienten impotentes frente a l'I, el nino experimenta un sentimiento de verguenza abru- mador Y nada es peor que la vergüenza para un ser que todavía no tiene los medios pnra defenderse. Toda una literatura,duJulcs VallesaJules Renard,y más cerca de nosotros Annie l!:rnaux, relata los aspectos destruc- tivos del desprecio, de tu humillación yde la vergüenza en el nirlo. Sentirse diferente a los otros, ser pobre, feo o tonto ... es ml~or ser malo ... La rebelión está al fmal del camino. llemos imaginado una coyuntura sociocultural como un mal punto de partida, hubiéramos podido e\•ocar otras causas circunstanciales. En algunos niños i;e desencadenan estos mismos eslados de estupefacción, con inhibición masi- va, porque tienen miedo de la maestra, un nin.o me decía: " 11'icnc los cabellos rojos como un león!"; otro puede prcsen- LUr un estado regresivo como reacción inmediata n un acon- tecimiento traumatico: nacimicnlo de un hermano, hospita· lrzución, divorcio de los pndr!'.'s, enfermedad de In madre o muc:rte de un pariente. Put'Clc ser también un defC'CtO !Wnsonal no dt'Scubicrto: mala vista, audición defectu0:;u, t•tccU.'ra . ¿Qué va a pasar después d e es t as primer as d ificultades? Prw1ern hipótesis: el 111110 110 permanec1• pn.'IVll Frente a esta situación de fracaso y de exclusión, el niño reacciona con problemas de comportamiento. Para compen- sar su fracaso, busca hacerse notar mediante acciones dis- tintas a las escolares: se con,·íerte en el payaso de la clase, por ejemplo, para hacer reir; puede también multiplicar sus •barbaridades" para imponcrí\e a sus camaradas y recupe- 39 1 1 1.111 flllrlu/'" ill¡ 1011111 ro •'llo~ l.n rnnJcna q~e ''ªa su~rir 11 ~ llílh11 t'I .. 1 • .,n11m1m1tocl<'111••J.<l!cia (esas1comoelmño lu \• 1h111!111I v n¡r111v11r4 t•I pnso a actos más o menos drllrl lv1i. l.11• ro11du<'tit!I d<•sviadas, si se perpetúan, acen- ll) n11 <' I í•'< hn zu 111•1 r1·t-h:1zo escolar, con la rebelión que lo 11ro1111u11111 , 1w 111•¡::1 ni rechazo social, con las actitudes de 111u1¡¡11111r1r111 y de delincuencia. El joven, a partir de enton- rna, 1w ha hecho de una "reputación", algo se ha fijado y le fü•rll muy dificil salir de eso. Segunda hipótesis: rl niño acepta su fracaso El niño se apropia de e~te sentimiento, se convierte en "el mal alumno" y se identifica n partir de ahora como tal. Se instala e~ una posición pasiva masoquista. Srrá etiquetado como débil mental, y esta "debilidad", que no era mós que un mal engan.c_he en el p~nto de par;ida, se le adherirá a la piel. Son esos nmos que se arrastran de la reeducación a la clase de .recuperación con una especie de indiferencia y de 111mo- v1hsmo .. Este estado de pasividad que perdura se con\·iertc en una segunda naturalezn. el niño se h abitúa a ella, luego 1<e complace, le será dificil salir. T1•rcero hipótesis: todo SI! nrregla, .~camos resueltamente optimistas El sistema esc~l~r presenta mayor amplitud: los juicios de valor son relativizados. La noción de fracaso no se vincula m~ ~I tiempo, porque el tiempo ya no está marcado por las fat1d1cas barreras que hayquecruzar: lectura, escritura, etc. Los programas ya no están administrados de una manera obsesiva; En lugar del "puede dar más". estribillo obligado del boletmescolar, el acento se pone sobre las realizaciones del sujeto. 40 Se reemplazó el temor al fracaso por el aliento a los esfuerzos y los progresos logrados. Se logra mantener en <Stas clases esa alegria ~inculada a los aprendizajes lúdicros que el niño conoce en el jardín de infantes. Si los padres y los 11111Pstros están menos angustiados, el niño está más prepa- 1 1elo para su nuevo rol de escolar. Ciertas escuelas del c;impo, con clase única, no conocen el fracaso escolar. Como no existe una separación m11rcada entre una clase y otra, w da uno puede marchar a su ritmo, con un tiempo que es el su\'O. Más libertad en el aprendizaje, menos presiones, fJvorecen la integración del niño al sistema La reacción de los padres frente nJ fracaso de s u hijo ~; o las tres hipótesis, :;implificadas al extremo, no hemos hablado de las reacciones familiares ante las primeras clilicultndesescolares, aunque estas reacciones son determi- nuntes en cuanto a la evolución del problema. Mediremos, ac:í también, la imbricaciónde los determinismos y su mtA.•racción. Evocaremos algunos tipos de comportamientos paternos, recordando que no l'On otra cosa que la traducción dt• la problemática inconsciente de la relación padres-hijos. No nos dedicaremos por el momento más que a la parte ~mcrgenle del iceberg, rcNcrvamos para más adelnntl' la profundización de Jacuei<t1ón de lns posiciones inconscientes que determinan todos los comportamientos que de!!cribi- mos. lJP.saprobación Cuando los padres manifiestan su decepción, su dc11aproba- ción, inclusive su cólera frente a los malos resultados csco- 41 lall·11, 1•1 111110 Jlllt·<le ver en esla condena un retroceso del 1111u1r S~· clt•sencadcna entoi:ices otra forma de engranaje que o•I 'Iº" lut· descripto antcnom1enle, se instala un eslado <t:·presi\'o cuyas manifestaciones son a menudo somáticas. C 1\1' cnff'rmo, no solamente un pequeño malestar estomacal los domingos a la noche, sino "verdaderns" enfermedades nlllls, anginas repetidas, problemas inLeshnales, problemas dt'I ;;ucno, etc.: "atrapa todo Jo que pasa a su lado" dicen las madres. Al reforzar de esta manera la inquietud de sus padres, se asegura su amor El estado regrt•sivo inducido por la enfermedad, el nusentismo escolar derivado de lu misma n?_ hacen más que agravar el ret:irdo adquirido Cuando ei nmo vuelve a clase, las dificultad<'s se n•doblan, se siente como ~.n extranjero entre sus camnradm; al ignorar lo qu<' sucedio en su ausencia, reforzando as( su sentimiento de exclusión lndiferenc1a En el punto oput.'sto, cuando los padres no se inq\1i<'tan l'll absoluto, cuando es manifiesto su dcsinter(ls por Jos resulta dos escolares, el niño puede sentirlo como una falla de amor &> tratan veces de padres separados que prefieren ignornr lo q~e ~ucedeen clase. Se devuelven mutuamente el cuidado de V1gilar los deberes y de firmar el boletín de notns, hasta tal punto cada uno d_e ellos q_uicre seguir siendo el padre buenoc¡~e i:ioseeno1a1amás. T1enl·n miedo de perder el amor do su b110 s1 son severos y exigen les en re lución a sus tareas. Esta _indulgencia demasiudo grande puede inducir ni niño a multiplicar los fracasos para hacerlos reaccionar. Una sim· ple aclara~ión permite a veces poner punto fina l a estt• malentendido. La ausencia de interés por los resultados escolares, bue- nos o malos, puede estar también vinculada a l modelo cultural paterno. Oc la misma manera que antes evocába- mos la ausencia de inver:;ión intelectual, la ausencia de un 42 proyecto de éxito para el hijo puede surgir de una mala ,·.,:nprensión de las exigencias sociales del medio, de una ni: 1b información en las familias que se debaten con dificul- t ;uJ.:s materiRles. El niño no se sienlc entonces, de ninguna manera, problemaüzado ni culpabilizado por su situación de f• .caso escolar. Por el contrario, representa para él una , .pccie de adecuación, de continuidad con su medio de urigen, e l signo de su pertenencia al mismo. Puede por otra I' , rte reivindicar e!:ltC fracaso y hacer de él el estandarte de u rebelión y de sus reclamos contra una sociedad que rnlifica do incomprcnsiva y rccbazante. Esta situación es sostenida por la problemática edlpica un : n·o particular en los medios inmigrantes.• Nosotros, los analistas, sabemos muy bien que los padres, aunque lo nit'gucn apasionadamente, toleran mal el ser "sobrepasa- do~" por sus propios hijos. Esta ambivalencia surge de un complejo de castración mal resuello. Adernl\R esta siluación se hace todnvía más intolerable cuando la evolución de los hijos y las hijas S<' huce en una cultura radicalmente diferen- lc de la del pais de origen de los padres. La ruptura entre las generaciones se murca mucho máR cuando los modelos culturaleii divergen, y estu discordancia engendra malos enlt•ndido~. conílict.os, confusión: ante todo en los padres, que tienen lu sensación de que la sociedad que los acoge le roba su!! hijos, y en los ninos que, 111 tratar de adaptarse a l modelo cultural ambiente, creen traicionar n sus padres. Las soluciones propuestas Hemos visto hasta qué punto el fracaso afecta al sujeto en su totalidad. Ante todo en su ser mlimo cuando, en desacuerdo 'º Como e1' s.nbido, t•n Francia la mayor parte de ta 1nmigrac1ón e1:1 de or1J,t"<'n árabe musuln1an <N de ht T.) 43 C1•11"11to nusmu, no puede realiznr Rll ~ m•p1rncíones, cuando 1¡111111cra traunfar y s<• Bit·nh• 11npcrl1do por fuerzas que 1 1pn~1a mal y no controla . l~l nino l' ll fracaso escolar no¡¡ dice: "Nn •'-' culpa mm, yo hagu lo que puedo". La queja del 11hx1•Rivo que Rl' lnva las manos treinta veces por día, es ~··11H1blemente In misma : "Es más fuerte que yo, no puedo unp,'dírmelo." Reconocemos acá al sujeto dividido por las furrzas inconscientes que actlinn a su pesar. A este sufrimiento del conflicto inconsciente se agrega, a través del fracal'O, una dimensión específica que no se l'ncuentra en otras estructuraR neuróticas: es la herida na rcisística de un ser desprestigiado a sus ojos y a 1011 ojos de los otros. Buenos neuróticos obsesivos, histéricos o parnnoi- cos pueden realizar brillantes carreras y no siomprr fraca- san en su vida publica y privada. El hecho de que In posición de fraca~o afecte al su1eto en dos terrenos lnn diferentes como ~on la intinudad y la representación social permite entrc:>ver la complejidad del problema y Ja diversidad de soluciones propuestas. Las medidas encaradas serán fundamentalmente exteriores al sujeto, puesto que el componen le neurótico ínlimo d1:>l fraca- so escolar es, en general, ignorado o negado. llfeduias tomada~ por el Estado .v la Educación Nac:tonal El gobierno, que dicta las leyes en materia de educación, maniobra para hacer bajar el porcentaje de fracasos eRcola- res y toma a su corgoa los dejados-de-lado por el sistema. L3 Educación Nacional de acuerdo o en desacuerdo con el poder político, multiplica las iniciativas con el objeto de remediar esta plaga. Recordemos algunas de las estructuras que se aplicaron con esta perspectiva. Las redes de ayuda especializ11da para los alumnos con dificultades son amplias y diversificadas. Citemos el GAPP (Groupe d'aide psychupédagogique) crea- 44 1111 ,.n 1970. Los textos prevén dos formas de ayuda: el "sostén rnn dominante pedagógico", dispensado por los maestros de ne! 1ptación y el "sostén con dominante reeducativo" dispcn- •ado por reeducadorcs en psicopedagogla y en psicomotric1· dad Los psicólogos escolares intervienen en el interior de la l'~rnela, en l11s que cumplen una misión de prevención, de ub~ervación, de rostreo, de reeducación, de orientación. Por otra parte, están previstas clases con enseñanza n '1ptada para los alumnos que no "siguen", clases llamada¡¡ ,¡, 'perfeccionamiento o de adaptación", prolongadas por los :- ~:s t8ection d'éducation spéciale) en donde continúan las investigaciones sobre las "reparaciones cognitivas". Este n•cordatorio no e11 exhaustivo, el principio consiste siempre •·n una pedago&tín má11 personalizada, en una ayuda más c•:,pccífica para los ninos con dificultades. L.a Jl('dagogia Es la gran pregunta que permanece planteada. ¿Cómo "ducar, cómo ensenar') Sugerimos al lecLormeditur sobre las ¡.: rnndcs figuras qui.' marcaron este recorrido. Ya entonces !'latón (la Republu¡uc, Vil, 537) señaló que para aprender, l'I deseo debía ser libre: "Para un hombre libre no hay ninglin t<'ma de estudio que dc:>ba ser acompañado por un comporta· miento servil. r;n efecto, si los tn1bnJOS impuestos por la fuerza no tienen sobre el cuerpo njngun efecto pernicioso, l'n d e.qpfritu por el conlrario, ningun estudio forzado se estable· <''-'de manera permanente [ ... ) cuídate bien l ... ] de dar por la fuc:>rza a los nin.os el alimento de los estudios, sino hazlo mezclándote en sus Juegos, con el objeto de ser más capaz de percibir cuáles son las inclinaciones naturales de cada uno." Podríamos proseguir con &>usseau y su Emilio, y muchos otrostambién célebres. Los concepto:1 modernos en educa· ción producen unn literatura abundante, las secciones "pe- dagogía" de las gnindcs librerías están llenas, algunas películas recient~s renvivan la emoción del público sobre 45 una visión idealizada de la adolescencia y de la enseñanza. Di rectores de lic<.'OS, ingenieros convertidos a laenscilanza, fa- brican best-sellers relatando sus experiencia;; y sus reflexio- nes sobre el tema. Traduciremos la pregunta qui• se repite con más frecuencia así· ¿cómo usar la seducción ~in perder la autoridad? Las iniciativas pcdagó,Pcns van desde In formación de mneslros: "¿cómo ensenar a aprender?" a la pn•pnrnción de protocolos que se discuten, se experimentan, y cuy u eficacia i;c destaca frente a los precedentes. A los dos oficios "impo- sibles" según Kanl, "cduc:ir y gobernar", Freud a!,<rcgara un tercero: -psicoanalizar" ¡Todiwia no llegamos ul final de nut•stras penas! la hora del bala11C"c Cuando las medidas pcdog<igicas han fracaso se plantea Ja pregunta falídica: ¿ser:\ psicolo,Pco? Entramos entonces en la atmósfera de los mulo:; <'ntendidos. En el lenguaje común eso s1gnifica:"Pos1blPmt>nt~· tiene problemas ... todo pasa por su cabeza. hace un bloqueo ... " Lo que podrin resumirse por: (,por qué no puede aprender? No es raro que sea evocada la "mala voluntad". Es decir, el rechazo deliberado a trabajar. Los padres son particu- larmente aficionados a esle tipo de explicación que libera su agresividad. Eslo corresponde al "puededar mó!!" del boletín de calificacione¡¡ que sobreentiende "Podría si quis1C>rn". La escuela deJules Ferry no tiC molestaba poreslm; futi lidades: si el niño se negaba u uprl'nder, es porque eru perezoso o no tenia los medios. D!!ficicnte mental o haragán, hab1a que arreglárselas, el muestro intentaba lograr el maximo y explotar todas sus capacidades hasta el momt•nto en que abandonara la escuela, o los 12 años como mmímo. Actualmente, los l'<iucadores exigen ser 10 formados ;>.obre la naturaleza del "no pUl.'Cle", plantean la posibilidad de una insuficiencia de medios intelectuales, digamos el l<\rmino, 46 ele una deficiencia constitucional Quiero destacar que este camino es el opuesto al que hemos expuesto hasta aquí, es 1lecir la impotencia por inhibición. ¿Cuáles son las actitudes 4uc debe emprender el t'Clucador para saber sí su alumno es "1lcficicnle"? La respuesta es: enviándolo a realizar un halan ce psicológico. Se acepta que los tests de mvel miden la 1nteligc>nc1a, puesto que Re e.xpresan en términos de CI 1coelicicnte intelectual). Pl•roéstccs un error grosero, puesto qu<' no miden más que el nive l de rendimiento aplicado a las adquisiciones escolares de la merita de los niños de la misma L lac((se llama también edad ml•ntnl>. El pseudoc1enttlicismo de 1·:1tas pruebas seduce los espíritus cart.esianos, pero con- ducl! a aberraciones en las conclusiones que provocan Cuan- do un mal alumno tiene un Cl normal. si no tiene ningún prohlL•ma "psicológico" asociado -problemas de comporta- mll'nlo, de adaptación, etc. , dC'spués de una consulta con la psicóloga escolar Sl'ra orientado generalmente hacia una n.vuda ¡}C'dagóg1ca, o a una r<'Nlucución psicomolriz, ortofó- nicu u otra. Si c•l mal alumno t1t'ne un C1 normal, pero probl('mas cv1d<'ntes de personalidad. ser:i dirigido a una consulta cs¡wc1alizada, tipo Cl\IP (centro médico-pedagógico> o un CMPP ~centro médico psicopctlagógicol. Alli se le propondrá una n·c•ducación o una psicul.<•rapia. En estos dos últimos cos<>s, se evocará una PDI (pseudo- nl'lic ll'nCia-i n te(ectua () conCC'plo d iscuiiblc que permite pen- sar que habría dos fornrns de deficiencia inte ll!ctuul, una vndndcra, constitucional, de nncimicnto se podrfu decir, y otro falsa, que no se sabe muy bien de qué est(I hecha. Divl'r~os autores las inscriben en el marco más general de "discordancias evolutivas". Por último, si un alumno l1C'ne un CI débil, será orientado de preferencia hacia una estructura más marginalizada, llpo clase de adaptación o de transición. Es un engranaje del qu<' l'l niño dificilmentc puede salir, aunque el diagnóstico de debilidad mental, reuhzado a partir de los inevitables tests de nivel, sea discutible. Por múltiples razones, de las 47 que volveremos a hablar, el CI es susceptible de evolucionar en el tiempo y no representa en ningún caso un componente definitivo del sujeto. Cuando, en el jardín de infantes, un niño tiene problemas de comportamiento-aislamiento, agresividad. agitación por ejemplo- o un retardo en el lenguaje, el reflejo es informar'' los padres para que ellos consulten a un "p:;i" Utilizaré el término genérico de "psi", que puede designar al paidopsi- quiatru, al psicólogo, al psicoanalista o a cualquier otro que se diga psicoterapeuta, en la espera de explicitar el contenido y prccigar les diferencias. Cuando aparecen las dificultades escolares en el jardín de infantes, en la mayorla de los cosos el diagnóstico estableci· do se refiere a un problema instrumental: dislex:ia, proble· mas de lenguaje, etc., y el niño es dirigido, por cualquier camino que sea, a un técnico en reeducación Es muy raro que desde el primer momento se hable de ps1coterapw. El término todavía prod ucc miedo. Los educadores evitan evo· car las di ficultadcs psicológicas de sus alumnos y aconsrjar directumente a los padres la consulta con un psi. Tratemos de analizar las reticencias de lo!i educadores. Posición del educador Existen, en mi opinión, varia~ razones para esta reserva. Temen sobrepasar su rol puesto que se bucen una al la idea de su responsabilidad. Diría que su reticencia es la medida de su conciencia profesional. ¿Acaso no son ellos, y solamen· te ellos, los que mediante sus cualidades pedaRógicas deben conducir hacia el éxito a los niños que les son confiados? r~n caso de fracaso, se sienten acusados direclamente puesto que el sistema educativo favorece este tipo de reacción: ¿no son juzgados, en efecto, por los buenos resultados de su clase? ¡,Cuántos maestros temen el paso de los inspectores, 48 , sperando con angustia la nota con la cual él evaluará su mpacidad que, paradóJicamente, seeslablece a partir de las n·~puestas correctas o erróneas que darán los niños? !\fe ocurrió dirigir un grupo terapéutico de docentes que presentaron estados depresivos. Oe:;pués de una larga pau- '1 en el trabajo, recaían cada vez que se encaraba una ro·incorporación a la actividad. La medicina del trabajo llamaba curiosamente este aspecto "fobia escolar del doccn- " Para ambos, pací en te y médico, In función docente era en •an parte responsable del estado depresivo. Yo había nota- :1), en efocto, hasta qué punto estos sujetos estaban identi· icadoscon!lu función. Al comienzo, el grupo no h!lblaba más r¡ue de las dificultades inherentes a Ja profesión: enfrentar l.t mala voluntad de los alumnos, su agresividad. el descon- ~_.nto de los padres, lu incomprensión de lo.~ superiores •Prárquícos, su "soledad", expresión que se repetía a menu· rlo. Todos sus malestares preven1an de eso. Poco n poco, el trabajo con csle grupo consistió en sacar a la hit CJI compo· nente pen;onal en las dificultades atribuidas al sistema "~colar. Cada uno tomó conciencia del desplazamiento que operaba al atribuir exclusivamente a la actividad profesio· nal sus dificultades de orden neuróllco o psicótic<>. Muchos de estos docenLes pudieron recentrar sus problCJmas. subje- t 1var el síntoma, reubicur esta "fobia" en su historia; em· ¡.irendieron una terapia personal y retomaron sin angustias u actividad. Otros, más frágiles, más alcanzados en su :1arcisismo por la relaci<in confücluol con los alumnos o el l'ntorno, dehieron ser reorientado~. Citaré acü el caso de una joven maestra de jardín de infantes que conoc1 a causa de uno de sus alumnos, un pequeño hombrecito de 4 años que había logrado ponerla en dificultades: iba regularmente a vomitar en su escritorio.l~stenir'lo habia sido un bebé vomitador, operado tardíamen- te de una estenosis del piloro. Volvía a encontrar ese reflejo <le vómito cuando quería manifestar su desacuerdo con un .idulto. La Joven mujer habia interpretado ese comporta- miento como una agresión personal y se sentía perseguida. 49 Dl'llió interrumpir el trabajo por un estado depresivo. ¡Las- tima que no se le ocurrió la idea de dirigir al nírío n una consulta médico-psicológica y de plantear ella misma sus dificultades a alguien que hubie~e podido escucharla' Cuan- do vi al niño, la situación babia tomado un giro dramático: exclusión de la escuela. padres traumatizados. todo ello sin verdadt-ra relación con la !l(>nignidnd del problC'ma. Serít1 conveniente que In cnpacilnción de los m1lC'~lros tomara en cuenta este aspecto de su formación educativa. Un docente no debería sentm<e profundamente herido por la agr<.'stvidad de sus alumnos o por su f'raca::;o. Es bien sabido qui.', con frecuencia, el nino o el adolescente ajusta sus cuentas "edípicas" con la figura di.'! maestro; es el fonómeno de trnnsft•rencia que no"<ltros, los anal islas, conocC'mos b1t•n Sí el docente :;e identifica totalmente con su condición de mneslro, tendrá inconvl•nicntC's; si cree que las v1rtudt'::; pcdaf.(ógicas son suficumtes para hacer entrar el snber en la cnhl•?.11 dC' sus alumnos. corn• el riesgo de sentirse dc>CC'pcio- nudo, con consecuencias qur pm•dcn ser molestas; l'I fracuso seni rlelinído como mala voluntad y en este caso, la ímpug- nacion no está lejos. La oh~t'rvación de los conReJOS de clase ilumina C'stas reacciones dt• rechazo provocadas por la de- cepción de los maestros· s(' cret•n confrontados con su impo- tl'ncín. Cuando "todos los esfuerzo;; emprendidos no dieron resultado", frase bien conocida junto con el "podría dar m:is", el alumno es invitado a irse a otra parte. Cuando esta "condena" se duplica con la de los padres, puedt' conducir ni desánimo y a la descsper11ción. ¿Por qué el docente licm• tantas dificultades para harrr una aproximación entre las dt{icultades escolare.~ v 1•vt·11t11ales problemas psicológ1cost ¿l'or qu~ no puede establecl'r una vinculación entre el fracaso y el sufrimiento psíquico? Pienso que hay varias razones para ello, entre las cuales una que pude observar en mi práctica clínica. gn general, el docente no tuvo dificultades de apr<:ndizaje 50 l'scolnr, con frecuencia fue un buen alumno y no conoció problemas específicos en la escuela. Si se encontró con dificultades psicológicas en la infancia o en la adolescencia, no tuvieron ninguna relación con el rendimiento escolar, los <íntomas estaban en otra parte. Si hubo una relación entre escolnridud y neurosis, se establl'ció en una forma totalmen- te 1gnornda por el sujeto y, además, totalmente en otra configuración. En estos casos no es el fracaso el que se convierte en revelador de las dificultades psicológicas del sujeto, sino el éxito. No estamos hablando, es claro, sólo de la escolaridad de los docentes, sino de la de todos esos pequ('ríos genios del primario y del secundario que no man- tienen su" promesas en la edad adulta. Una inversión intelL'Clual muy profunda puede ~ervir para el ocultamiento, para la cobertura, de problemas neuróticos o psicótico:> que no se revelan de inmediato ¡:-racias a este procedimiento ¿Quien no conoció a esos nlumnos, trabajadores encarnizo- dos, brillantes, afianzados en su lugurde primeros, mostrar- i;c totalmente desvalidos en el momento de salir dl' su burbuju y afrontar la vida? Tal inversión es, de bt>cho, una conducta de prevención, de protección que hace a la 1•cono- mia dl'I síntoma. Ag-regaría que f'I t'xito en los estudio¡¡ y la ad-niración que suscitan refuerza en estos sujetos una imagen de si mismos en la que el sentimiento de la propio superioridad contribuye a anular su angustia de castración Cuando surgen manifestacioneR psicóticas o neuróticas en- tre estos buenos alumnos, nunca lo hacen en el terreno inlclectuul, sino más bien en el de la comunicación o de la relación nfectiva. Cuando esto tipo de problemática vuelve u encontrarse en los antecedentes del docente, comprendemos muy bíl!n que siga pensando que el rendimiento intelectual es independiente del desarrollo afectivo. Esto es lo que sostiene Piaget. La relación entre dificultades escolares e inhibición neurótica les seguirá siendo extraña. En el punto opuei;to a este tipo de desconocimiento, encontramos a los docentes sensibles al sufrimiento de un nirío que se confia a ellos. Al interesarse por él, anudan unn 51 11•l1u·11111 t·uyo impacto es d1f1t'll11wnte apreciable ni comien· 111. Este interés, cuando ·;¡• centra sobre los estudios y se mantiene dentro de cicrt' ·~límites, puede ser extraordina· 11anwntc estimulante y benéfico para el niño que no siempre logra en su fanulia el apoyo que tendría el derecho de t>sperar. Todos tPnemoscnel recuerdo esos "hijosdel pueblo" que salieron de su condición gracias a un docente que los hacía trabajar a la noche en su propia casa para que pudieran obtener la beca necesaria para In prosecución de <US estudios. PucdeRucedcr que estn relación los lleve demasiado lejos, porque al desconocer la dimensión transferencia! de la relación educador-educando, se corre el riesgo de encontrar· se en un callejón sin salida, porque el alumno desplaza sobro el docente los rcquerimicnLos que en realidad dirige notros, Jos padres, la sociedad. y a veces también n la pareja de una relación amorosa La resolución de este lazo puede hacerse dificil cuundo no se revela como dramática. Pienso en una docente que trabajaba en una institución que acogía vanos niños de la DASS. Una de sus alumnas se confió a ella. r:mocionnda por el desamparo dP <'StaJOVCn adolescente, la "tomó bajo sus alns" segun su propia expr<>sión. Después de un cierto tiempo la joven consideró que las pruebas de afecto eran suficientes como para que pudiera encarase una adop· ción. La perturbación y t>l retroc<>so que siguieron dcsenca· denaron una grave crisis en la joven, incluyendo un chantaje de suicidio. Una de las ml'jores maneras de proceder seria, en mi opinión, que el docente no desconozca un sufrimiento psíqui- co detrás de una situación de fracnso. En este caso podrá. sin separarse de una cierta neutralidad pedagógica, aconsejar una aproximación psicológica del problema; esto puede hacerse por intermedio del o de la psicóloga del cstableci· miento. Nunca \-j que un niño o sus padres reaccionen agresivamente ante esta oferta, cuando los cosas son dichas con todo el respelo necesario, sin 10Lención despreciativa. lle visto en la consulta pri\•ada muchos estudiantes secunda· 52 1111s enviados por sus profesores; esto:> profesores eran con fn•cuencia padres que habían tenido dificultades con sus propios hijos, y alguno habia venido a verme por eso. ¡.;sta 1·xp<'rÍ!mcia les permitía sentirse más cómodos para aconse· 1nr el encuentro con un psicoanalista. Estas advertenciM sobre In función del docente son abso- lutamente puntuales y merecerían un mayor desarrollo, ,pero eso seria tema pura otro libro! Pienso sin embargo que má.s allá de todas las cons1dern- c1om·s pedagógicas. ya sean las ~recomendaciones" u los profesores, los programas establecidos, las Leorías sobre la o'<lucación, etc., seria necesario trabajar ciertog puntos que me parecen fundamentales en el oficio del docente. 1A qué corresponde el ckseo del doce11td ¿No deberia plan- tearst• esta pregunto al mismo título que la del "deseo del psicoanalista"? 1 D,• r¡11i' nalllmleza es la trans(rrencia en la s1.111actón educa· dor-educando' ¿Cómo administrar esta tranferenciu? A diferencia del analista. el docente no interpreta la transfe- renc10, la utiliza para la trunsmisión del conocimiento. ¿Cómo utilizarla entonces. como usar de la st•ducci6n sin caer en su trampa, como usar sin abusar? Cuando aborde- moi1 la psicol<'rapia. subrayaremos las derivnciones