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Identidad y cambio

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LEON GRINBERG 
Y 
REBECA GRINBERG 
• 
IDENTIDAD 
Y 
CAMBIO 
OISWVD 
À \ 
avaiiN30i 
biblioteca de psicología profunda 
editorial paidós 
Erikson ha señalado que "en nuestra época el estudio de ia identidad es tan 
estratégico como lo fue la sexualidad en tiempos de Freud". El análisis a fondo 
del concepto de identidad implica este cuestionario básico: ¿Cuál es la natura-
leza de la identidad?: ¿es un sentimiento? ¿es una fuerza que mantiene la cohe-
sión de la personalidad? ¿es como uno se ve o como es visto por los demás? 
¿cuándo surge?: ¿desde el comienzo de la vida? ¿se va gestando gradualmente 
en el curso de la evolución o emerge en ciertos momentos, como producto de 
crisis vitales? ¿Qué papel desempeña el cuerpo en la identidad? Individuación, 
mismidad e identidad, ¿son conceptos intercambiables? ¿Qué relaciones existen 
entre la identidad y el cambio? ¿Cuáles son los límites de cambio tolerable sin 
que la identidad se dañe irreparablemente? 
León Grinberg y Rebeca Grinberg contestan a estos interrogantes con la agudeza 
y lucidez habitual en sus obras. Muestran cómo el sentimiento de identidad se 
adquiere a través de un proceso ele interrelación continua entre tres vínculos 
a los que denominan vínculos de integración espacial, temporal y social. En este 
encuadre iluminan conceptos fundamentales como identidad sexual, self, senti-
miento de mismidad, sentimiento de pertenencia, mecanismos de identificación 
y experiencia emocional de la identidad. Principales temas examinados por los 
autores: el concepto de identidad y los vínculos de integración temporal y social; 
yo y self, su delimitación conceptual; vínculo de integración espacial, cuerpo, 
esquema corporal e identidad sexual; vínculo de integración temporal, evolución 
del sentí miar: Lo de identidad y sus crisis; vínculo de integración social; impor-
tancia de las relaciones objetales y de las identificaciones. Angustia frente al 
cambio y duelo por el self. identidad e ideología. Perturbaciones de la identidad; 
despersonalizacióri. Migración e identidad; la adquisición del sentimiento de 
identidad. 
Otras obras c i mismo autor publicadas por Paídós: 
Leí . i C ir.be Teoría de la identif icación 
Grinberg ai ¡ta resueltamente un tema capital y muestra su dominio de maestro: la teoría de la 
identif icación, básica para entender los procesos centrales en la estructuración del aparato 
psíquico, del yo, el su1 'vó, el carácter y la identidad. Actualiza la teoría de la identif icación 
y esclarece su diferenr relación con los conceptos conexos de " internal lzación", " introyec-
c icn" , " incorporación", ¿tera. Después de proporcionar un estudio crí t ico de la identif icación 
en la obra de Freud, Melanie Klein, Bion, Rosenfeld'y Meltzer, el autor brinda sus propias ideas, 
clasif ica los mecanismos vinculados con la Identificación, distingue una identificación primitiva 
y una identif icación madura, desarrolla su enfoque sobre las modalidades de identif icación pro-
yectíva y amplía su conocido concepto de la "contraidenti f icación proyectlva". 
J. Bleger, P. Giovacchini, L. Grinberg, R. Grinberg y otros: La identidad en el adolescente 
Contiene un valioso trabajo de León Grinberg y Rebeca Grinberg sobre psicopatoiogía de la 
identidad del adolescente. 
León Grinberg: La supervisión psicoanali l ica 
Una exposición clara y ordenada de los problemas' de la supervisión. Sumario de los principajes 
contenidos: aspectos teóricos, prácticos y técnicos de la supervisión; elección del supervisor y 
del supervisado, del momento de comienzo, del caso para supervisión y del método de registro 
del material. Intercambio de supervisiones grabadas. Encuadre específ ico y finalidad de la 
supervisión. Problemas derivados de la personalidad del supervisor y de la personalidad del estu-
diante. Contratransferencia y contraidentif icación proyectiva en la supervisión. Supervisiones 
colectivas; supervisiones entre pares. Enseñanza a supervisores. Diálogo con un grupo de psico-
analistas acerca de ia teoría y la técnica de la supervisión. La actitud "sin memoria ni deseo" 
en ia técnica psicoanaiít ica: su inclusión en la supervisión. Ilustración cl ínica de una reunión 
de supervisión. Síntesis teóríco-clínicas de supervisiones. 
León Grinberg: Culpa y depresión. Estudio psicoanalit ico 
Examina ei intento de la sociedad enferma de inocular e incrementar la culpa en el individuo, 
convirtiéndolo en víct ima expiatoria; la calidad conflictiva, cuipigena y confusionante de ia rela-
ción que mantiene el grupo familiar y el grupo social con sus miembros enfermos y su incidencia 
en ei desencadenamiento de la delincuencia juvenil, la adicción a las drogas, la psicopatía y 
otras enfermedades. Rebeldía juvenil, suicidio y guerras: papel de la culpa persecutoria en estas 
calamidades. 
L. Grinberg, M. Langer, E. Rodrigué: Psicoanálisis en las Américas 
Resumen de su contenido: el proceso psicoanalit ico^ la transferencia y la contratransferencia. 
Este libro tiene el excepcional valor de exponer las coincidencias y discrepancias en estos 
temas entre los psicoanalistas norteamericanos y latinoamericanos. 
León Grinberg, M. Langer, E. Rodrigué: Psicoterapia del grupo 
Libro ya clásico que expone con autoridad y lucidez, la teoría y la práctica de este método. Da 
la ubicación histórica y cient í f ica de esta técnica y muestra su desarrollo en conexión con sus 
dos fuentes principales: el psicoanálisis y la sociología. En el terreno práctico explica cómo se 
constituye el grupo terapéutico, cómo se inicia y se integra. Describe las vicisitudes por las 
que atraviesa en su proceso curativo, analiza los mecanismos de curación y examina los distin-
tos tipos de grupos: psicosomáticos, psicóticos, infantiles, de experiencia, preformados y fabriles. 
El l ibro se cierra con un examen de la literatura (Schilder, Slavson, Foulkes, Bion, Ezriel). 
Algunas otras obras sobre identidad publicadas por Paidós: 
Erik H. Erikson: Identidad, juventud y crisis; H. M. Ruitenbeek: El individuo y la muchedumbre. 
Identidad y sociedad de masas. 
IDENTIDAD Y CAMBIO 
BIBLIOTECA DE PSICOLOGIA PROFUNDA 
6. C. G. Jung: LA PSICOLOGIA DE LA TRANS-
FERENCIA. 
7. C. G. Jung: SIMBOLOS DE TRANSFOR-
MACION. 
10. C. G. Jung y R. Wilhelm: EL SECRETO 
DE LA FLOR DE ORO. 
11. O. Rank: EL MITO DEL NACIMIENTO DEL 
HEROE. 
12. C. G. Jung y W. Pauli: LA INTERPRETA-
CION DE LA NATURALEZA Y LA PSIQUE. 
13. W. R. Blon: ATENCION E INTERPRETA-
CION. 
14. C. G. Jung: ARQUETIPOS E INCONSCIEN-
TE COLECTIVO. 
16. C. G. Jung: FORMACIONES DE LO IN-
CONSCIENTE. 
17. León Grlnberg y Rebeca Grinberg: IDEN-
TIDAD Y CAMBIO. 
18. A. Garma: PSICOANALISIS DEL ARTE 
ORNAMENTAL. 
19. L. Grlnberg: CULPA Y DEPRESION. Estu-
dio psiooanalltico. 
20. A. Garma: PSICOANALISIS DE LOS SUE-
ÑOS. 
21. O. Fenlohel: TEORIA PSICOANAUTICA DE 
LA NEUROSIS. 
22. Marie Langer: MATERNIDAD Y SEXO. 
23. Harry Guntrip: ESTRUCTURA DE LA PERr 
SONALIDAD E INTERACCION HUMANA. 
24. Han na Segal: INTRODUCCION A LA OBRA 
DE MELANIE KLEIN. 
25. W. R. Bion: APRENDIENDO DE LA EXPE-
RIENCIA. 
26. E. Jones: LA PESADILLA. 
27. L. Grinberg, M. Langer y E. Rodrigué: 
PSICOANALISIS EN LAS AMERICAS. El 
proceso analítico. Transferencia y contra-
transferencia. 
28. Carlos A. Paz: ANALIZABILIDAD. 
20. C. G. Jung: PSICOLOGIA Y SIMBOLICA 
DEL ARQUETIPO. 
30. A. Garma: NUEVAS APORTACIONES AL 
PSICOANALISIS DE LOS SUEÑOS. 
31. Arminda Aberastury: APORTACIONES AL 
PSICOANALISIS DE NIÑOS. 
32. A. Garma: EL PSICOANALISIS. Teoría, 
clínica y técnica. 
33. R. w. White: EL YO Y LA REALIDAD EN 
LA TEORIA PSICOANAUTICA. 
34. M. Tractenberg: LA CIRCUNCISION. Un 
estudio psicoanalltico sobre las mutilacio-
nes genitales. 
35. w. Reich: LA FUNCION DEL ORGASMO. 
36. J- Bleger: SIMBIOSIS Y AMBIGÜEDAD. 
37. J- Sandler, Ch. Daré y A. Holder: EL PA-
CIENTE Y EL ANALISTA. 
38. M. Abadi y otros: LA FASCINACION DE 
LA MUERTE. Panorama, dinamismo y pre-
vención del suicidio. 
39. S. Rado: PSICOANALISIS DE LA CON-
DUCTA.40. Anna Freud: NORMALIDAD Y PATOLOGIA 
EN LA NIÑEZ. 
41. A. Garma: EL DOLOR DE CABEZA. Géne-
sis psicosomátlca y tratamiento pslcoana-
lítico. 
42. S. Leclalre: DESENMASCARAR LO REAL. 
El objeto en psicoanálisis. 
43. D. Liberman y D. Maldavsky: PSICOANA-
LISIS Y SEMIOTICA. Sentidos de realidad 
y categorlzaciones estilísticas. 
44. I- Berensteln: FAMILIA Y ENFERMEDAD 
MENTAL. 
45. I. Berenstein: EL COMPLEJO DE EDIPOi 
ESTRUCTURA Y SIGNIFICACION. 
' 46. A. Armando: LA VUELTA A FREUD. Mito y 
realidad. 
47. L. Grinberg: TEORIA DE LA IDENTIFICA-
CION. 
48. j . Bowlby: EL VINCULO AFECTIVO. 
49. J. Bowlby: LA SEPARACION AFECTIVA. 
50. j . Bowlby: LA PERDIDA AFECTIVA. 
Volumen 17 
LEON GRINBERG 
REBECA GRINBERG, 
IDENTIDAD 
Y CAMBIO 
E D I T O R I A L P A I D O S 
BUENOS AIRES 
IMPRESO EN LA ARGENTINA 
(PRINTED IN ARGENTINA) 
Queda hecho el depósito que previene la Ley N<? 11.728. 
La reproducción total o parcial de este libro, en cualquier forma que 
sea, idéntica o modificada, escrita a máquina, por el sistema "multigraph", 
mimeògrafo, impreso, etc., no autorizada por los editores, viola derechos 
reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada. 
J¡) Copyright tie todas las ediciones en castellano by 
IUHIOK1AI, CAIDOS 
N.A. I .O.K 
Deten»« !>W, lev. |Hm> H í l e n o s Aim 
A nuestros hijos 
I N D I C E 
Introducción, 11 
Primera parte 
y. I. El concepto de identidad y los vínculos de integración espa-
cial, temporal y social, 17 
Síntesis, 26 
Referencias bibliográficas, 26 
II. Yo y self. Su delimitación conceptual, 28 
Introducción, 28 
Historia de los conceptos psicoanalíticos sobre el self, 29 
Intento de sistematización, 33 
Esquema final, 36 
Recomendaciones semánticas, 37 
Síntesis, 39 
Referencias bibliográficas, 39 
^ III. Vínculo de integración espacial. Cuerpo, esquema corporal 
e identidad sexual, 41 
Identidad sexual, 47 
Síntesis, 54 
Referencias bibliográficas, 54 
X^V. Vínculo de integración temporal. Evolución del sentimiento 
de identidad y sus crisis, 56 
Síntesis, 66 
Referencias bibliográficas, 66 
)L V. Vínculo de integración social. Importancia de las relaciones 
objetales y de las identificaciones, 68 
Síntesis, 77 
Referencias bibliográficas, 78 
9 
-/-VI. Angustia frente al cambio y duelo por el self, 79 
Síntesis, 88 
Referencias bibliográficas, 88 
VII. Identidad e ideología, 89 
Síntesis, 102 
Referencias bibliográficas, 103 
Segunda parte 
VIII. Perturbaciones de la identidad, 107 
Síntesis, 114 
Referencias bibliográficas, 114 
IX. Un caso de perturbación transitoria de la identidad: desper-
sonalización, 116 
Síntesis, 136 
Referencias bibliográficas, 137 
X. Migración e identidad, 138 
Parte A. Dificultades en la adquisición del sentimiento de 
identidad, 138 
Situación familiar, 140 
Reconstrucción sintética de su análisis hasta el período 
premigratorio, 140 
Después de su casamiento, 145 
La fantasía del hijo, 146 
Durante el embarazo, 147 • ¿ 
Durante la lactancia, 147 ^ 
El destete, 148 i 
Referencias bibliográficas, 149 
XI. Migración e identidad, 150 
Parte B. Efectos del proyecto de migración sobre el 
sentimiento de identidad, 150 
Identidad femenina, 154 
La "identidad de vidrio", 156 
Sueño de los espejos, 160 ' 
Síntesis, 163 
Referencias bibliográficas, 164 
< XTI. Si yo fuera usted, 165 
Síntesis, 178 
Referencias bibliográficas, 178 
XIII, Interpretación psicoanalítica de "Las cabezas trocadas", 179 
Algo Nobre el autor, 179 
Kl nudo <le !a cuestión, 180 
Un "nirconto", 184 
l'.l futuro «le los "trocados", 187 
NhiletiU, I9H 
Mt>fet«tii:ÍM» hililiográficiis, l'M) 
1 0 
I N T R O D U C C I O N 
El hombre ha dirigido en este siglo su interrogación hacia sí 
mismo, tanto en el nivel individual como en el social. "El hecho de 
dominar al mundo sin haber podido ser dueño de sí mismo crearía 
la peligrosa posibilidad de una orgía destructiva en masa" *. 
Este puede ser uno de los motivos que llevaron a afirmar que 
"el estudio de la identidad en nuestra época es tan estratégico como 
fue en tiempos de Freud el de la sexualidad" **. 
Muchos son los interrogantes que se suscitan cuando se intenta 
analizar a fondo el concepto de identidad. ¿Cuál es la naturaleza 
de lo que llamamos identidad? ¿Es una estructura? ¿Es un símbolo? 
¿Es un vínculo? ¿Es una fuerza que mantiene la cohesión del self? 
¿Es una relación entre múltiples relaciones? ¿Es un sentimiento? ¿Es 
la expresión de una fantasía inconsciente específica? ¿Es como uno 
se ve, o como es visto por los demás? ¿Es una combinación de ambas 
perspectivas, o algo más, o distinto? ¿Existe desde el cjinienzo de 
la vida, o se va consolidando paulatinamente en el curso de la 
evolución? ¿Qué papel desempeña el cuerpo en el sentimiento de 
identidad? ¿Son conceptos intercambiables individuación, mismidad 
e identidad? En caso de no serlo, ¿cuáles son sus diferencias? 
Por otra parte, ¿qué relaciones tiene con el cambio y no-cambio? 
¿Cuál es el límite de cambio tolerable sin que la identidad se dañe 
irreparablemente? ¿Qué ocurre frente a los cambios del ambiente 
exterior, del cuerpo o de la mente? 
* Guntrip, H.: Estructura de la personalidad e interacción humana, Buenos 
Aires, Paidós, 1965. 
** Erikson, E.: ''The problem of Ego Identity". J. Arn. Psycho-Anat. Ass., 
IV, 1956. 
11 
Y, encarándolo desde otra perspectiva, ¿cuál es el resultado de 
la presión de estímulos provenientes de instituciones, organizaciones 
o sociedades que atacan la identidad? 
Hasta no hace mucho tiempo la mayoría de los individuos 
parecía aceptar sin cuestionar, o por lo menos sin excesivo análisis, 
sus respectivas identidades. Algo similar ocurre con el cuerpo y los 
propios órganos: cuando funcionan en forma estable, parecen no 
existir. Sólo los niños pequeños, los adolescentes, los filósofos, los 
artistas y alguna personas enfermas se preocupaban constantemente 
por los problemas que les planteaba su identidad. 
Pero en la época actual, y en función de los vertiginosos cambios 
que se suceden en el ámbito socio-político-económico, la identidad 
ha pasado a ser preocupación de primera magnitud para todos sin 
excepción. Cada cual necesita replantearse muchas veces quién real-
mente es. Ese mismo cuestionarse es ya una parte importante del 
proceso de adquisición del sentimiento de identidad. 
Por nuestra parte, el tema de la identidad despertó nuestro 
interés hace mucho tiempo y nos hemos ocupado de él tanto en 
forma separada como conjunta en distintas conferencias, artículos y 
publicaciones, algunos de los cuales aparecen en este libro. 
La elaboración de nuestras respectivas ideas desarrolladas en 
esos trabajos nos llevó, hace unos años, a la presentación de una 
comunicación ante un Congreso Psicoanalítico Latinoamericano, en 
la que planteamos por primera vez nuestra concepción acerca de la 
adquisición del sentimiento de identidad como resultante de un 
proceso de interrelación continua entre tres vínculos que hemos 
denominado vínculos de integración espacial, temporal y social res-
pectivamente. Esta idea —que nos parece central— se encuentra 
contenida en forma implícita en la mayor parte del libro, pero la 
hemos expuesto y desarrollado explícitamente en los capítulos tercero, 
cuarto, quinto y octavo. El vínculo de integración espacial com-
prenderla relación entre Jas distintas partes del self entre sí, inclu-
yendo el self corporal, manteniendo su cohesión y permitiendo la 
comparación y contraste con los objetos; tiende a la diferenciación 
self-no self: individuación. El vinculo de integración temporal com-
prende las relaciones entre las distintas representaciones del self 
en el tiempo, estableciendo una continuidad entre ellas y otorgando 
la base del sentimiento de mismidad. El tercero o vínculo, de inte-
gración social es el que se refiere a la connotación social de la 
H I C I I I ¡dad y está dado por la. relación entre aspectos 'del self y 
HSJM'Í los de los objetos mediante los mecanismos de identificaciónprnyr» Uva <• introyectiva. 
l'.Hir vínculo de integración social, con todas sus vicisitudes, 
pimi-nlii en la actualidad una importancia decisiva, dadas las 
< niiii Ifil«l¡( ;IN específicas que connotan una organización social en 
»tl»l* <011 la» implicaciones inherentes a las situaciones de cambio 
ILI« AUN culi ni liimx fundamentales. 
1 2 
La capacidad de seguir sintiéndose el mismo en la sucesión de 
cambios forma la base de la experiencia emocional de la identidad. 
Implica mantener la estabilidad a través de circunstancias diversas 
y de todas las transformaciones y cambios del vivir. 
Pero la evolución de cada individuo es una serie ininterrum-
pida de cambios, pequeños y grandes, a través de cuya elaboración 
y asimilación se va estableciendo el sentimiento de identidad, ya 
que la falta de crecimiento y de cambio es equivalente al estanca-
miento psíquico y a la esterilidad emocional: en otras palabras, a 
una muerte psíquica. 
Sin embargo, existen circunstancias en que el sujeto puede 
no tolerar los cambios que ocurren en sí mismo o en la realidad. 
Esto puede hacer que tambalee su sentimiento acerca de la "iden-
tidad" del mundo externo y, concomitantemente, el sentimiento de 
identidad del self. Eso lleva entonces a una angustia frente al i 
cambio que determina la necesidad de reasegurarse de que todo ' 
permanece igual, de que las estructuras no se modifican, ya que eso 
implica para ese tipo de individuos una amenaza a su sentimiento 
de identidad. La tendencia o necesidad de evitar cambios puede 
alcanzar, en ocasiones, un alto grado de patología, llevando a una 
compulsión a la repetición, a la necesidad de conservar a cualquier 
costo (a veces la neurosis misma, la enfermedad somática, la psi-
cosis) los aspectos y modalidades de la realidad y del self que no 
se quiere exponer al cambio. 
La consolidación del sentimiento de identidad depende no 
solamente del mundo interno del individuo sino también de una 
serie de factores sociales y económicos que pueden obrar en el sen-
tido de facilitarla u obstaculizarla. 
Acontecimientos que impliquen cambios sociales importantes 
pueden convertirse en factores desencadenantes de reacciones de 
extrema angustia, porque son vividos por muchos individuos como 
pérdidas o amenazas de pérdida de aspectos de la identidad del self. 
El cambio implica inevitablemente una incursión en lo desco-
nocido, comprometerse con hechos futuros que no son previsibles 
y afrontar sus consecuencias. Inexorablemente esta situación pro-
voca dudas, sentimientos de ansiedad y depresión, y la tendencia 
a aferrarse a lo conocido y familiar para evitar lo nuevo. 
Un enfoque actual del campo político-social, económico y aun 
científico, nos muestra un panorama sumamente complejo, confuso 
y confusionante. El desarrollo tecnológico ha adquirido un impulso 
que nunca había tenido antes y que la mente humana no puede 
absorber al mismo ritmo. La terrible velocidad de las comunica-
ciones en todo el mundo hace que el individuo esté recibiendo 
simultáneamente gran cantidad de mensajes desde toda clase de 
distancias, de distinta calidad y carácter, que no puede metaboli-
zar ni sintetizar. Por el contrario, se transforman en mensajes que 
pueden llegar a ser ambiguos o contradictorios. El "ambiente" se 
I B 
hace muy vasto desde una edad muy temprana. La "comunicación 
masiva" que lleva a la incomunicación, la publicidad de toda clase, 
el uso estupefaciente de la televisión, la alienación creada por las 
condiciones de trabajo, la violencia —en todas sus expresiones-
como pautas culturales intrusivas, y los sistemas represivos de toda 
clase son algunos de los muchos factores responsables de la confu-
sión alienante del sentimiento de identidad que, por actitud reactiva 
o defensa desesperada, empuja —a veces— a tina elección compulsiva 
de una determinada ideología para salir del caos y evitar el peligro 
del derrumbe de la identidad. 
De acuerdo con las características de los individuos que las 
profesan, el uso de las ideologías podrá quedar fijado a mecanismos 
muy primitivos de la evolución, mostrando idealizaciones y disocia-
ciones extremas. Contrariamente a los anteriores, otros individuos 
se caracterizan por un uso más evolucionado y elaborado de las 
ideologías: éstas no están saturadas, sino abiertas al desarrollo, con 
tendencias reparadoras en las que predominan la preocupación y la 
responsabilidad por la vida y el destino del individuo y de la comu-
nidad; luchan contra los sistemas esterilizantes y estimulan el cambio. 
Asumir en forma madura una identidad basada en una ideo-
logía progresiva que tiende al conocimiento, presupone también 
un duelo, porque implica la ruptura de estructuras establecidas e 
"identidades" previas para reintegrarse luego de una manera dife-
rente. Constituye un verdadero cambio revolucionario porque el 
individuo tiene que pasar por la experiencia dolorosa de períodos 
de desorganización de sistemas psíquicos, estructuras establecidas y 
vínculos objetales, para integrarse en una reorganización que lo 
lleve a configurar una nueva identidad. Creemos que tales expe-
riencias son momentos creativos que rescatan lo auténtico y enri-
quecen la condición de "ser uno mismo" para sí y para los demás. 
1 4 
. PRIMERA PARTE 
C A P Í T U L O I 
EL CONCEPTO DE IDENTIDAD Y LOS VINCULOS 
DE INTEGRACION ESPACIAL, TEMPORAL 
Y SOCIAL * 
I 
"Yo soy yo" es la expresión corrientemente utilizada para rele-
rirse al sentimiento de identidad y traduce una experiencia de auto-
conocimiento. 
La noción de identidad es una de las más controvertidas tanto 
en el terreno filosófico como psicoanalítico. 
En la literatura psicoanalítica, quien introdujo el término iden-
tidad fue Víctor Tausk en su clásico trabajo sobre el origen del \ 
"aparato de influencia" (16) . En ese artículo, Tausk estudió cómo 
el niño descubría los objetos y su self, afirmando que el hombre, 
en su lucha por la supervivencia, debe constantemente encontrarse 
y experimentarse a sí mismo. 
, Freudf utilizó el término identidad solamente una vez en toda—1 
su obra, y lo hizo en forma incidental y con una connotación psico-
social. Fue cuando trató de explicar en un discurso su vínculo con 
el judaismo y habló de "oscuras fuerzas emocionales que eran tanto 
más poderosas cuanto menos se las podía expresar con palabras y 
una clara conciencia de una identidad interior" que no está basada 
en raza o religión, sino en una aptitud común a un grupo a vivir en 
oposición y estar libres de prejuicios que coartarían el uso del 
intelecto (6) (la bastardilla es nuestra). Se refiere, pues, a algo 
medular del interior del individuo, que tiene relación con un 
aspecto esencial de la coherencia interna de un grupo. 
* Las ideas principales de este capítulo aparecieron publicadas en un* 
trabajo de L. y R. Grinberg con el título de: "La adquisición del sentimiento de 
identidad en el proceso analítico" (9). 
1 7 
— Erikson (3), al comentar esta afirmación de Freud, deduce 
que el término identidad expresa "una relación entre un individuo 
y su grupo" con la connotación de una persistente mismidad y un 
persistente compartir cierto carácter esencial con otros. Volveremos 
sobre este concepto porque lo consideramos esencial para la con-
ceptualización de la identidad como un sistema en el que importa 
establecer la relación solidaria entre todas las partes que lo com-
ponen. 
La formación de la identidad es un proceso que surge de la 
asimilación mutua y exitosa de todas las identificaciones fragmen-
tarias de hi niñez que, a su vez, presuponen un contener exitoso 
cíe las introyecciones tempranas. Mientras ese éxito depende de la 
relación satisfactoria con la madre y luego con la familia en su 
totalidad, la formación de la identidad más madura depende, paira 
Erikson, del desarrollo del yo, que obtiene apoyo para sus funciones 
de los recursos de una comunidad más amplia. La gradual selección 
•de las identificaciones significativas, la anticipaciónde la identidad 
y la resíntesis al final de la adolescencia, serían trabajo del yo. 
Es a esa parte del trabajo del yo que Erikson llama "identidad 
del yo" (3) para diferenciarla de la "identidad ilusoria" que no 
responde a un sentimiento de la realidad del ser en su realidad social. 
Sin embargo, la denominación "identidad del yo" parecería 
implicar que sólo el yo está involucrado en el sentimiento de iden-
tidad, y no queda claro que se trata de un logro del yo. Los que 
objetaron esa limitación propusieron en cambio el término "forma-
ción de identidad" en el sentido de que se trata de un desarrollo 
progresivo, y agregaron que "la captación del self como una entidad 
organizada y diferenciada, separada y distinta del ambiente que la 
rodea, que tiene continuidad y capacidad de seguir siendo la misma 
en la sucesión de cambios, forma la base de la experiencia emocional 
de la identidacl" (10). Se trataría, pues, de una \ "identidad delj 
self", criterio al que nos adherimos y que tenemos presente cuando 
hablamos de "sentimiento de identidad", como preferimos denomi-
narlo. 
Otros autores relacionan la aparición del sentimiento de iden-
tidad con el desarrollo psicosexual (7). Destacan especialmente dos 
aspectos: uno que acentúa las semejanzas consigo mismo, y otro las 
diferencias específicas entre el self y los otros, que surgen de la com-
paración y contraste con los demás. Es decir, tiene identidad un 
individuo cuyas partes componentes están suficientemente integra-
das cu la organización de un todo, de manera que produzcan efecto 
de unidad, y que al mismo tiempo tiene características únicas que 
permiten distinguirlo de todos los demás. Greenacre sostiene que 
r! m'it leo del yo incipiente y posteriormente la imagen del self es 
la imagen corporal; destaca la relación del niño con los objetos a 
través tic la piel y la boca, con la cooperación de ojos y manos; 
gefiahi que el rostro y los genitales son las áreas más significativas 
1 8 
2 /"para el reconocimiento del cuerpo propio y ajeno. Destaca la im-
portancia de la visión de los genitales del sexo opuesto, que se 
1 fusiona con la del propio cuerpo, de los seis meses al año y medio 
^ L de edad. Después, el incremento de las sensaciones genitales provoca 
un componente sensorial endógeno que se agrega a las percepcio-
nes visuales y táctiles de los genitales. Pero cuando el niño está 
temprana y frecuentemente expuesto a ver los genitales de los 
otros, la incorporación primaria de esas percepciones conduce a 
problemas de identidad, más aún si esta situación ocurre cuando 
ya es mayor. 
Las regiones del cuerpo más significativas en la comparación 
y el contraste para el establecimiento de un reconocimiento indi-
vidual del yo corporal, así como del de los demás, son el rostro 
y los genitales (7). Quienes estudiaron las perturbaciones de la 
identidad en los cuadros de autismo y simbiosis sostienen que el 
sentimiento de identidad está determinado por nuestras sensaciones 
corporales, siendo la imagen corporal la base de dicha identidad (14). 
Las_ percepciones visuales son importantes en la formación de 
la identidad. Ocurre también que un ritmo de estimulación y 
presencia de la madre que alterna con ausencia es necesario para 
diferenciarse. 
El sentimiento de la identidad es el conocimiento de la persona 
/v^de ser una entidad separada y distinta de las otras (11). Todo 
^aque l lo que el individuo considera "suyo" está incluido en los 
^ "límités'Tluctuantes del self", corresponde" al self con sus pertenen-
^ cias (5). Por su parte, algunos autores entienden por identidad 
j^.la unidad del individuo en el tiempo, en la comparación consigo 
mismo, lo que se relaciona con su continuidad y mismidad (13), 
considerando el logro de la individuación-diferenciación como sus 
prerrequisitos (15). 
Uno de nosotros (8) ha estudiado el sentimiento de identidad 
vinculándolo con los estados de duelo determinados por la pérdida 
de objetos y de partes del self. En su definición señala que "este 
sentimiento implica la noción de un self que se apoya esencialmente 
en la continuidad y semejanza de las fantasías inconscientes referi-
das a las sensaciones corporales, a las ansiedades y emociones expe-
rimentadas por el yo, a los impulsos y afectos <en relación con el 
mundo interno y el externo, el superyó, al funcionamiento especí-
fico de los mecanismos de defensa y al tipo particular de identifi-
caciones asimiladas resultantes de los procesos de introyección y 
proyección. La dinámica de estas fantasías inconscientes presentará 
una cierta uniformidad en sus diferentes expresiones, que estará 
determinada por las series complementarias desarrolladas por Freud; 
es decir, aquella que comprende los factores constitucionales, repre-
sentaciones heredadas, evolución embrionario-fetal, trauma de naci-
miento y experiencias post-natales". Agregaríamos ahora que estos 
mismos elementos que entran en juego para mantener la semejanza 
1 9 
del individuo (otiNÍgo mismo son los que sirven a los fines de raan-
lener la dilcteniiadón de cada individuo con respecto a los demás 
y le dan el caiáí (er de único. "La interacción específica y continua-
da entre lodos estos elementos brindará al self un estado de cohe-
sión, stisiento de la identidad, que se mantendrá dentro de ciertos 
límites que podrán experimentar alteraciones o pérdidas en deter-
minadas circunstancias. Esto sucederá inevitablemente a lo largo 
de la evolución, pero en forma tal (cuando ocurre normalmente) 
que dará tiempo al yo para elaborar los duelos ocasionados por 
tales pérdidas, y restablecerse de las transitorias perturbaciones de 
la identidad que la mayor parte de las veces pasan desapercibidas. 
En casos patológicos se producirán graves perturbaciones de la 
identidad (psicosis, estados 'como si', psicopatías, despersonalizacio-
nes, etcétera)." 
II 
Actualmente pensamos que el sentimiento de identidad es la 
resultante de un proceso de interacción continua de tres vínculos 
ele integración que denominamos espacial, temporal y grupa!, * y 
que desarrollaremos a lo largo de este libro. 
liemos podido estudiar estos vínculos en nuestro campo espe-
cífico de i raba jo: la experiencia de la relación paciente-analista en 
el u a i . l í m e n l o psicoanalítico. Por lo tanto presentaremos una sín-
tesis de las complejas vicisitudes que subyacen a la adquisición del 
sentiinieiiio de identidad en el proceso analítico. De ahí se podrán 
extraer inferencias acerca de cómo se configura la identidad, y 
también de cómo se producen sus perturbaciones, en el desarrollo 
del individuo y en su relación con la sociedad. 
Partimos del supuesto de que los pacientes que llegan el aná-
lisis tienen su identidad afectada, en mayor o menor grado, por 
los conflictos que los aquejan. Precisamente, creemos que uno de 
los motivos conscientes o inconscientes por el que acuden al análisis 
es la necesidad de consolidar su sentimiento de identidad.* 
Los cuadros obsesivos y los esquizoides marcarían los extremos 
de una gama de trastornos de la identidad, configurando la identi-
dad rígida y poco plástica por un lado, opuesta a la excesivamente 
débil y fragmentaria, por el otro. 
La puesta en marcha del proceso que conduce a la adquisición 
o maduración del sentimiento de identidad coincide con el comienzo 
* El sentimiento de identidad expresa en el nivel preconsciente y consciente 
1111a serie de fantasías inconscientes que, integradas, constituyen lo que podría-
mos llamar la "fantasía inconsciente del self", concepto que será tratado en el 
capítulo II. 
En otras palabras, el sentimiento de identidad tiene una parte consciente 
y otra inconsciente. —— ; 
2 0 
V 
mismo del proceso analítico, pues el mismo encuadre ;m;ilíCi<o 
provee de un "continente" que sirve de contención y línnir pura 
las proyecciones que vehiculizan "pedazos de identidad". Al mismo 
tiempo, ese continente será el crisol donde tendrán lugar las com-
plejas operaciones que sufrirán esos "pedazos"hasta poder ser 
integrados. 
Al hablar de "pedazos de identidad" usamos una metáfora que 
creemos que describe las fantasías inconscientes de ciertos pacientes, 
subyacentes a la falta de relación entre distintos niveles de regre-
sión yoica, partes disociadas de su yo, determinados roles o bien 
identificaciones con distintos objetos que funcionan independiente-
mente unos de otros, como "islotes", hasta cierto punto desvincu-
lados entre sí. 
Si bien es cierto que con la imagen que acabamos de describir 
nos referimos más bien a las características de la identidad dispersa, 
propias de la esquizoidía, creemos que la noción de continente es 
igualmente válida para los otros tipos de perturbación de la iden-
tidad, que afectan a las otras formas clínicas de neurosis y psicosis. 
Quisiéramos aportar otra imagen plástica que nos parece ilus-
trativa para la comprensión del significado de la situación analítica 
y de su encuadre, como límite y continente: es la que representa al 
analista como brazos y, más regresivamente, como una piel que 
contiene todas las partes del bebé-paciente (1). 
Estamos de acuerdo con M. Mahler (14) cuando señala la im-
portancia de la experiencia del contacto corporal placentero con 
la madre en que se libidiniza la superficie del cuerpo, percibiéndose 
esta superficie como límite entre el yo y el mundo. Agrega que la 
madre debe servir de buffer frente a los estímiüos internos y exter-
nos difíciles de tolerar, como condición para el establecimiento del 
sentimiento de identidad. 
Este concepto se acerca al de la capacidad de rêverie (2) o 
ensoñación de la madre, que puede hacerse cargo de la intensa an-
gustia "de muerte del niño. Podríamos decir que la madre-analista 
coñtiene, se hace depositaría, del germen de la identidad rudimen-
taria del paciente, su memoria, su función sintética: el analista 
contiene el germen y la argamasa de la identidad del paciente. 
Creemos que con la garantía del continente-piel-análisis el ana-
lizado puede aceptar más fácilmente la regresión que, en estas con-
diciones, implica menos riesgos. 
La regresión es otro de los factores esenciales dentro del pro-
ceso de adquisición de identidad en el análisis, ya que lleva al pa-
ciente a revivir distintos momentos de su evolución, que determina-
ron la patología de su identidad. 
Tenemos en cuenta los conceptos de Winnicott (17), Kris (12) 
y Erikson (4) acerca de la regresión que permite la actividad crea-
tiva, como aplicables también al problema que estamos estudiando. 
Sobre todo Winnicott es quien ha acentuado la regresión como un 
2 1 
If iióiiiriio que lornui parle de la curación, ya que permite volver 
tiltil» ptiiii deshacer el "lalso self" y reinstalar, en cambio, el selí 
»un'niii o, 
luí < Unios casos se producen regresiones extremas en las que 
lo» ptu ¡entes buscan "tocar fondo", como respondiendo a la fanta-
sía IIKonsciente de un nacer de nuevo, con otra identidad. 
Otra de las características importantes del encuadre de la situa-
ción analítica es que determina, además, una dosis de frustración 
que creemos necesaria y útil, como motor de progreso, en cuanto 
la ansiedad que determina impulsa a la búsqueda de las capacidades 
potenciales del propio self. Naturalmente, un exceso de frustración 
sería contraproducente, ya que anularía una de las garantías básicas 
que debe ofrecer el encuadre analítico en su función de marco 
estable y permanente. Por la misma razón, la técnica de apoyo, en 
ocasiones inducida por requerimiento del paciente angustiado, así 
como ocurre con las madres sobreprotectoras que coartan la posibi-
lidad de independencia de los hijos, dificulta el proceso de diferen-
ciación de la identidad propia. 
Es importante considerar también las relaciones objetales y 
los mecanismos de identificación que operan en el escenario del 
proceso analítico, mediante la relación transferencial. Las relaciones 
objetales son trascendentales en la formación de la identidad, por 
la necesidad de depositarios que se hagan cargo de las angustias 
persecutorias y depresivas que el paciente no puede tolerar, y cuya 
intensidad impide al yo estar en condiciones de organizarse y esta-
bilizarse adecuadamente. 
También son importantes por ser fuentes de elementos de 
identificaciones, necesarias en la construcción de la identidad. Por 
otra parte, sirven de puntos de referencia indispensables para la 
diferenciación. 
Todas estas funciones, que cumplen las relaciones objetales, se 
realizan por medio de los mecanismos de identificación proyectiva 
e introyectiva respectivamente. 
Debido al déficit de su sentimiento de identidad muchos pa-
cientes pueden mostrar gran resistencia al análisis, por la fantasía 
persecutoria de sentirse invadidos por el analista con la amenaza 
de que éste les imponga su propia identidad. En otros casos, por 
el contrario, buscan ser "tragados" o instalarse dentro de la identi-
dad del analista para asumir, indiscriminadamente, las cualidades 
que se le adjudican (identificaciones maníacas) o identificándose 
totalmente con sus ideologías o teorías.* 
Nos hemos referido a algunos de los trastornos de identidad 
que presentan los pacientes que acuden al tratamiento psicoanalí-
* Estos mecanismos pueden ser tolerados y, a veces, inducidos por el propio 
analista que, por problemas narcisistas o contratransferenciales (muchas veces 
debidos a conflictos de su propia identidad), necesita tener "hijos incondicio-
nales" que refuercen y mantengan su identidad en el mundo externo. 
2 2 
tico, y a los aspectos "continente" del analista y del encuadre que 
intervienen en la modificación de esos trastornos. 
Es precisamente esa función "continente", junto con la Inlioi 
interpretativa, lo que dará lugar"jaique leí proceso de elaborac ión 
contribuya a la consolidación del sentimiento de idciiiiriari. l'or 
la acción de este proceso se podrá aceptar la pérdida de las panes 
infantiles del self, y también el desprendimiento de aquello» ¡ispee-
tos regresivos que bloquean el camino para el establecimiento de 
ios aspectos adultos. 
Al hablar de la elaboracióri tenemos presente el concepto de 
duelo involucrado en ella, ya que creemos que se trata de dos proce-
sos íntimamente relacionados. Se puede hablar igualmente de un 
"trabajo de elaboración" y de un "trabajo de duelo", como refe-
rencia a la penosa labor que debe realizar el paciente en su enfren-
tamiento con las inevitables pérdidas y adquisición de nuevos logros. 
Una de las renuncias más significativas, con particular gravitación 
para el desarrollo auténtico del sentimiento de identidad, es la 
renuncia a la omnipotencia. 
Estos trabajos de elaboración y duelos son los que permitirán 
alcanzar el sentimiento de autenticidad dado, a nuestro juicio, por 
la capacidad de discriminación, producto de sucesivos momentos 
de insight que implican la toma de conocimiento directo de la 
realidad interna y externa. 
I I I 
Hemos considerado el encuadre analítico y el papel del analista 
como un frisol "continente" que integra los "pedazos de identidad" 
del paciente, a través de un proceso que se desarrolla en el tiempo, 
permitiendo integrar imágenes del self de momentos distintos fun-
cionando con vínculos objetales diferentes proyectados en la relación 
transferencial. Sobre la base de los conceptos expuestos, queremos 
plantear la idea de que la identidad es la resultante de un proceso 
de interrelación de tres vínculos de integración: espacial, temporal' 
y social respectivamente. 
El primero comprende la relación entre las distintas partes 
del self entre sí, incluso el self corporal, manteniendo su cohesión 
y permitiendo la comparación y el contraste con los objetos; tiende 
a la diferenciación self-no self:/ individuación, (J Lo denominamos 
vinculo de integración espacial. ¡ 
El segundo apunta a señalar un vínculo entre las distintas repre-
sentaciones del self en el tiempo, estableciendo una continuidad 
entre ellas y otorgando la base al sentimiento de mismidad. Lode-
nominamos vinculo de integración temporal. 
El tercer vínculo es el que se refiere a la connotación social 
de la identidad y„„está dado, a nuestro juicio, por la relación entre 
2 3 
Sftjifi iim (]t*l hcli y .iHprcios (le los objetos, mediante los mecanismos «• idnililH,u¡úi» pioyet(iva e introyectiva. Sería el vinculo de inte-
ghit II'III social. 
¿(Vmio se (i!»servan y evolucionan estos vínculos en el proceso 
¡tnnllliío? 
Kn lo que se refiere al vínculo de integración espacial, en las 
primeras etapas del proceso analitico, el paciente.no se siente inte-
grado ni es capaz de discriminarse del analista (discriminación 
sujeto-objeto); por el contrario, las características de este primer 
período son de extrema dependencia que se intenta neutralizar me-
díanle el aumento del acting out y la intensificación de defensas 
parauoide-esquizoides y maníacas. 
Ya nos habíamos referido anteriormente a que la vinculación 
de las distintas partes del self entre sí puede establecerse y conso-
lidarse gradualmente mediante la utilización del encuadre y del 
analista como continente. 
En cuanto al ¡segundo vínculo, el de integración temporal» 
mientras el paciente se encuentra en plena fase p a r a n oide-esquizoide. 
la disociación esquizoide se produce también en el tiempo, con 
predominio del proceso primario, de modo que la noción de mis-
muTací en el tiempo es muy lábil. El paciente suele hablar de 
su pasado, pero manteniendo su yo anterior disociado de su yo 
aclual, o sin rapacidad para prever el futuro. 
Kn es(e seiilido, la continuidad y regularidad de las sesiones es 
un aspecto del encuadre que fortalece el sentimiento de continuidad 
j de las distintas representaciones del self en el tiempo. Por la misma 
razón es útil poder hacer interpretaciones-síntesis que esclarezcan ei 
sentido o el movimiento de todo un período de análisis. 
El tercer vínculo, el de integración social, implica la noción 
i de pertenencia a un grupo que, en la situación analítica, es ei 
¡constituido por la pareja paciente-analista que reproduce el primer 
i vínculo grupal madre-hijo. 
La ¡incorporación del padre ¡que, en la situación analítica estaría 
dada por la doble connotación transferencial materno-paterna del 
analista, amplía los límites grupales. 
Si bien con un propósito didáctico y de mayor claridad hemos, 
descripto separadamente cada uno de estos vínculos, debe enten-
derse que funcionan simultáneamente e interactuando. Las distin-
tas partes del self no podrían integrarse a lo largo del tiempo sin 
encontrarse integradas espacialmente; sobre la base de estas inte-
graciones espaciales y grupales el sujeto podrá vincularse con los. 
objetos del mundo externo (vínculo social) de una manera real y 
discriminada. 
l'or otro lado, la patología incluye también todos los vínculos 
al mismo tiempo, aunque puedan predominar los trastornos de u n a 
de ellos mientras los otros vínculos permanecen más preservados. 
Así por ejemplo, en los estados esquizoides, en la despersonaliza-
2 4 
ción y en la confusión, la patología más importante se prcimnM cu 
el nivel del vínculo espacial; en los estados seniles, ciertas loiim»» 
de esquizofrenia, lesiones cerebrales, el trastorno mayor se mani-
fiesta en el vínculo temporal; en la simbiosis, acting out, psicopa-
tías, paranoia, el vínculo más afectado es el social. 
Estos tres vínculos que se caracterizan al comienzo del análisis 
por su precariedad y falta de consistencia, se van consolidando pau-
latinamente a medida que, con la evolución del proceso analíiico, 
disminuyen las identificaciones proyectivas y aumentan las identi-
ficaciones introyectivas, brindando mayor fuerza y cohesión al yo, 
con adquisición de insight y mayor capacidad de discriminación 
entre mundo interno y externo, sujeto y objeto, fantasía y realidad, 
y con una elaboración de los duelos por aspectos del self y del 
objeto; es decir, todo lo que lleva a la elaboración de la posición 
depresiva. 
IV 
El, sentimiento de identidad, resultante del proceso de inter-
acción de esos tres vínculos, integración espacial del self, integra-
ción temporal del self e integración social, pasa por distintas crisis 
a lo largo de su evolución en el proceso psicoanalítico. 
Estas crisis comienzan, generalmente, con marcadas característi-
cas paranoide-esquizoides y se resuelven por medio de mecanismos 
depresivos. Claro está que en los primeros períodos predominan 
los aspectos paranoide-esquizoides de estas crisis, especialmente 
cuando las seudoidentidades y fachadas empiezan a desmoronarse. 
Pueden surgir entonces estados de confusión, despersonalización, o 
pueden manifestarse psicosis latentes, como consecuencia de la rup-
tura de las defensas. Las separaciones pueden actuar como factores 
desencadenantes de estos episodios. 
Más avanzado el análisis, y sobre todo en sus etapas finales, 
predominan los aspectos depresivos de estas crisis de identidad, 
especialmente cuando se produce la elaboración de los duelos. 
Las distintas crisis descriptas que ocurren duranlr el procedo 
analítico corresponden a las crisis que surgen desde las pnint:niN 
épocas del desarrollo. A partir de la primera separación inudt'c-hijo 
en el momento del nacimiento, seguida de una elapa < onliiNional 
y un período paranoide-esquizoide, que se resuelve en una primera 
posición depresiva, estos ciclos se repiten a lo largo de Ja vida. Asi 
se producen crisis como consecuencia del destete, en la culminación 
de la situación edípica resuelta en la latencia, en la eclosión puberal 
resuelta al final de la adolescencia y en el acmé de la edad media 
de la vida, donde surge por un más cercano enfrentamiento con la 
fantasía de muerte y se resuelve por una nueva elaboración de la 
posición depresiva. Un nuevo repunte de ansiedades paranoide-
2 5 
esquizoides se produce en la crisis de identidad de la senectud, que 
debería poder resolverse también en forma depresiva. Esto justifica 
la utilidad del análisis a cualquier altura de la vida, como una 
forma de garantizar la adquisición y mantenimiento de un sólido 
sentimiento de identidad, expresión de salud mental. 
S I N T E S I S 
En este primer capítulo pasamos revista a las definiciones del 
concepto de identidad más aceptadas en la literatura psicoanalítica. 
Exponemos luego nuestro punto de vista, de acuerdo con el 
cual el "sentimiento de identidad" es la resultante de un proceso 
de interacción continua de tres vínculos de integración, que deno-
minamos espacial, temporal y grupal. 
Consideramos como vinculo de integración espacial la relación 
entre las distintas partes del self entre sí, que permite correlativa-
mente la diferenciación self-no self; el vínculo de integración tem-
poral es el que establece una continuidad entre las distintas repre-
sentaciones del self en el tiempo; el vínculo de integración social es 
el que relaciona aspectos del self con aspectos de los objetos, me-
diante los mecanismos de identificación proyectiva e introyectiva. 
Describimos luego estos procesos de integración, en el campo 
de la relación paciente-analista durante el tratamiento psicoanalítico 
y las funciones que cumplen, en ese sentido, el encuadre, la relación 
transferencia! y la posibilidad de elaboración de los duelos. 
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 
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Rev. de Psic., XXVII. 1. 1970. 
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4) Erikson, E. H.: Childhood and society. Nueva York, Norton Co., 1963, 
edición. 
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Ed. by J. Frosch and N. Ross. Nueva York, Int. Univ. Press, V, 1959. 
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7) Greenacre, Ph.: "Early physical determinants in the development of the 
sense of identity", J. Am. Psycho-Anal. Ass., VI, 1958. 
8)Grinberg. L.: "Sentimiento de identidad y elaboración del duelo por et 
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1071, 2' edición. 
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1(1) |iu<il)«(in, E.: The self and the object world. Nueva York, Int. Univ. Press» 
1009. 
2 6 
11) Kramer, P.: "Problems of identity". Comunicación ;i l;i ). Am 1'iyi Im /Vmil 
Ass., VI> 1958. 
12) Kris, E.: Psicoanálisis y arte. Buenos Aires, Paidós, 195.1. 
13) Lichtenstein, H.: "Identity and sexuality". J. Am. I'syrlw-Anal. /J,v.»„ IX. 
2, 1961. 
14) Mahler, M.: "Problems of identity". Panel publicado en In ./. Am. I'sytlm-
Anal. Ass., VI, 1958). 
15) Royer, G.: "Dificultades en el duelo, en relación con los procesos «le (lile 
renciación e individuación". Presentada en la Asoc. Psicoatial. Av^cnllm», 
1963. 
16) Tausk, V.: "Sobre el origen del aparato de influencia en la esquizofrenia", 
Rev. de Psic., II, 3, 1944-45. 
17) Winnicott, D.: "Metapsychological and clinical aspects of regression within 
the psychoanalytical set-up". Int. J. Psycho-Anal.. XXXVI, 1, 1955. 
2 7 
Capítulo II 
Y«i V SI.I.I'. SU DELIMITACION CONCEPTUAL* 
I 
INTRODUCCION 
Antes de desarrollar separadamente cada uno de los vínculos 
consliiolivos de la identidad a los que nos referimos en el capítulo 
anterior, consideramos conveniente intercalar un capítulo en el que 
se intenten aclarar las diferencias entre los conceptos de yo y self.** 
En la literatura analítica los términos yo y self son de uso 
corriente. Sin embargo, su empleo choca con dos dificultades. Una, 
conceptual, ya que los términos no están claramente separados entre 
sí. Otra, semántica, porque no existe un criterio uniforme para 
definir qué se entiende por self, no obstante tratarse de un con-
cepto cuya debida comprensión es realmente operante dentro del 
estudio del proceso analítico. 
* Este capitulo es una versión modificada del trabajo del mismo título 
realizado por León Grinberg y la colaboración de un Grupo de Estudios inte-
grado por J. L. de Cvik, N. Cvik, T. Gioia, I;. Guiard, A. Perrota, M. Rabih, 
R. Raimondi, G. Stein y J. Szpilka, y publicado en la Revista de Psicoanáli-
sis. (6) 
** Probablemente, la primera cuestión que podría suscitarse es si en 
inglés "self" significa estrictamente "sí mismo". Por lo tanto, consideramos útil 
la siguiente nota que aclara brevemente las implicaciones, usos y significados que 
"self" ha tenido en su idioma original a lo largo del tiempo. 
La palabra "self" usada como prefijo tiene significado reflexivo con res-
pecto al segundo elemento del compuesto; y de los trece compuestos originales 
del Viejo Inglés, solamente ha llegado hasta nosotros '"selfwill". Como pro-
nombre y adjetivo pronominal, tiene el sentido del latín "ipse" (sí mismo) y 
en relación con un sustantivo o pronombre, indica enfáticamente que la refe-
rencia se hace a la persona o cosa nombrada y no a otra. 
2 8 
Es ventaj&sa la posibilidad de trabajar con conceptos a.wqulblf 
y manejables al punto de permitir comparaciones, poder csiablc« ci 
coincidencias y disidencias, y tener así una visión panorámica »leí 
todo, cotejando al mismo tiempo esquemas tan dispares corno el de 
M. Klein, el de Hartmann-Jacobson y el de Wisdom. Es desven-
tajosa la simplificación a veces excesiva que puede —por lo menos 
aparentemente— dar una idea ingenua de planteos complejos. 
I I 
HISTORIA DE LOS CONCEPTOS PSICOANALITICOS 
SOBRE EL SELF 
La problemática en torno al concepto psicoanalítico del self 
comienza explícitamente con Hartmann (7) cuando hace la distin-
ción ej^re el yo - como sistema psíquico— y el self —como concepto 
referido al "uno mismo"—. Hartmann afirma que "yo", como 
concepto^psicoanalítico, no es sinónimo de "personalidad" ni de 
"individuo"; no coincide con "sujeto" como opuesto al "objeto" 
de la experiencia y es algo más que la concíentización del senti-
miento de "sí mismo". Según este autor, en la teoría psicoanalítica, 
"el yo es un concepto de muy diferente orden, es una subestructura 
de la personalidad y se define por sus funciones". Agrega que 
nunca se ha hecho una clara diferenciación entre yo, self y perso-
nalidad *, pero que hacerla es esencial si uno desea ver claramente 
los problemas relativos a la psicología estructural de Freud. "Ac-
tualmente —dice— al usar el término 'narcisismo', dos conjuntos 
opuestos parecen fusionados en una sola cosa. Uno se refiere al self 
(sí mismo) en contraposición al objeto. Otro se refiere al yo (como 
sistema psíquico) distinguiéndolo de otras subestructuras de la 
personalidad" (7). 
El contraste entre estos conceptos y los expresados por JEL_Hgi-
mann (10) en 1942 ilustra los diferentes criterios al respecto, que 
llevan a la confusión. Por yo, ella entiende "la suma de los senti-
mientos, emociones, impulsos, deseos, capacidades, talentos y fanta-
sías del individuo, es decir, todas las fuerzas y formaciones psíquicas 
que una persona identificaría como algo propio, experimentando 
la sensación: 'ese soy yo'". 
Freud insistió repetidamente en la importancia del j o corporal 
en el desarrollo del yo (4): esto se refiere a la influencia de la 
imagen del cuerpo en la diferenciación del self del mundo de los 
objetos, pero también al hecho de que las funciones de los órganos 
que establecen contacto con el mundo exterior, caen gradualmente 
bajo el control del yo. Esta postulación conduce a Hartmann, para 
* En nuestro trabajo, empleamos "personalidad" como sinónimo de self. 
2 9 
«vitar la confusión, a la necesidad de discriminar el self, como sí 
mismo, en contraposición al yo como sistema orgánico. El mismo 
problema se lo plantea al definir al yo por sus funciones: debe 
conceptualizar la interrelación que existe entre las estructuras psí-
quicas como sistema (yo, ello, superyó) o como subestructuras (fun-
ciones del yo), y la persona total. 
La palabra "yo" está empleada para denotar "un conjunto de 
procesos psicológicos tales como pensar, percibir, recordar, sentir, 
que tienen una función organizativa y de regulación en relación 
con el self y que son responsables del desarrollo y ejecución de un 
plan de acción para lograr la satisfacción de los impulsos internos 
por un lado, y por otro de las exigencias ambientales." La palabra 
"self" indica "las formas en que el individuo reacciona ante sí 
mismo, en que se percibe, piensa y valora a sí mismo y cómo, me-
diante diversas acciones y actitudes, trata de estimularse o defen-
derse". El self es, por lo tanto, un concepto intermedio entre los 
relacionados con los fenómenos intrapsíquicos y los concernientes a 
la experiencia interpersonal. 
Las primitivas ideas de Hartmann (7, 8) dieron a Jacobson 
(IB) la posibilidad de elaborar más profundamente el concepto de 
self que engloba —según ella— a la persona total del individuo, 
incluyendo al cuerpo y sus partes y a la organización psíquica^ sus 
partes. Esta autora piensa que en la primitiva etapa de indiferen-
ciación yo-ello existe lo que denomina el "self psicofisiològico pri-
mario" en el cual hay simultáneamente fuerzas libidinosas y fuerzas 
agresivas que, tomando por objeto a este self psicofisiològico prima-
rio, dan nacimiento al narcisismo y al masoquismo primario *. 
Cuando se inicia el desarrollo del yo, éste incorpora en su acervo 
mnémico representaciones de los objetos, y a medida que el indivi-
duo crece, va diferenciando lo interno de lo externo y, por lo tanto, 
el self de los objetos. Así se diferencian también las "representa-
ciones en el yo" que paulatinamente se separan en "representacio-
nes de objetos" y "representaciones del self". El masoquismo y el 
narcisismo secundarios corresponderían a cargas agresivas y libidino-
sas de estas representaciones del self, contenidas en el yo y ya dife-
renciadas. 
Sobre el tema de la representación del self dentro del yo, 
* Este concepto parece encerrar una contradicción,ya que si hay fuerzas 
que toman por objeto al self, es necesario también que haya un sujeto (yo) que 
sea capaz de establecer el vínculo entre estas fuerzas y el self. Se hace imprescin-
dible, por lo tanto, la ratificación de la existencia de un yo temprano, tal como 
lo postula la escuela kleiniana. También se nos ocurre que parece existir cierto 
par ali li, mire lo que Freud denominó yo corporal y el concepto de Jacobson de 
srlf |>N¡< oliNiológico primario. Finalmente, le dejamos planteada una pregunta 
ul lot loi ; cuando Freud decía que el yo es ante todo un yo corporal, ¿se refería 
» (|tit> t i yo en ;mle lodo un self, puesto que él consideraba a las funciones yoicas 
mtiii» de ¡ipiuicióM lardía? 
3 0 
liaremos una, breve digresión. Según Jacobson, esta representación; 
surge de dos íuentes: * * 
1) Por incorporación directa de las sensaciones que emanan 
de la actividad Tuñcional del organismo, tanto psíquico como físico. 
2) Por la percepción indirecta —a la_manera de la percepción 
sensorial— del self tomado como objeto del yo. 
En él comienzo de la vida se confunden dentro del yo tanto 
las fuentes directa e indirecta que dan lugar a la representación 
del self cuanto las percepciones que dan lugar a las representacio-
nes de objeto. Al no estar diferenciadas las representaciones del 
self de las representaciones de ^íbjétb^ tampoco lo están las nociones 
de mundo interno y mundo externo que se asientan, naturalmente, 
en una clara discriminación en el yo de ambos tipos de represen-
taciones. Este estado primitivo de indiferenciación es un punto 
regresivo al cual se vuelve en la enfermedad psíquica, perdiéndose 
la diferenciación lograda entre self y objetos, entre mundo interno 
y mundo externo, entre realidad y fantasía. Esto correspondería, 
dentro de la nomenclatura kleiniana, a una regresión particular 
por fracaso de los mecanismos disociativos, que lleva a la indiferen-
ciación entre realidad-fantasía, sujeto-objeto, mundo interno - mun-
do externo, símbolo - objeto simbolizado. 
La representación del self en el yo contiene: 
í) Las características, potencialidades, funciones del cuerpo, la 
apariencia corporal, su anatomía y fisiología. 
2) La imagen del yo, de los sentimientos, pensamientos, deseos, 
impulsos y actitudes —conscientes y preconscientes— y la idea de 
la propia conducta física y mental, 
3) El ideal del .yo y el superyó. Ideales y escalas de valores 
conscientes y preconscientes. Una estimación del grado de efectivi-
dad de lafaútocrítica. 
4) La parte del ello que comunica con el yo. 
5) Un concepto de la suma total de los aspectos parciales arriba 
mencionados, que integra al self en una entidad organizada y dife-
renciada de su ambiente. 
De la diferenciación y permanencia de las representaciones 
del self en el yo depende el sentimiento de la identidad. El indi- f 
viduo sabe que es ¿1 mismo a través de los cambios, en la medida j 
en que su yo contiene una clara representación de su self y de los / 
cambios que éste ha experimentado en el transcurso del tiempo, j 
con conservación de su unidad. 
El yo es, al comienzo, ese aspecto del funcionamiento mental 
encargado de ordenar la realidad en figura y fondo en relación con 
** La percepción sensorial externa es excluida como fuente de la repre-
sentación del self en el yo. 
3 1 
loa «tUmuloi del momento y con las experiencias pasadas, lo cual 
permite diferenciar al selí (figura) del no-self (fondo) (2). Por 
<iüu pin (r, el lado y el dolor son experiencias que contribuyen al 
logro <lc esta diferenciación (12). 
I ,u identidad contiene dos aspectos: uno referido al self y otro 
referido al yo y vinculado con su función sintética. 
I.o que se evidencia en el self son las infinitas secuencias de 
transformaciones corporales y de conducta que ocurren durante la 
vida del individuo. La percepción del self permite obtener una 
constante, derivada de esa multitud de transformaciones. Esta cons-
tante es una característica de nuestro muñdó interno y una expe-
riencia de nuestro self. El self tiene una dimensión temporal "tjue 
abarca las fases cambiantes de la niñez, la adolescencia y la adultez. 
La vida futura se incluye en la experiencia de nuestro self, que 
también engloba todos los "selves" pasados de la vida y los poten-
ciales no vividos aún (16). Nos cabe una pregunta: ¿es posible 
definir al yo como el agente actual del self, como receptor, orga-
nizador y efectoir jdéL self en cada momento? Creemos que sí. 
En la organización psicótica se desarrolla un falso self desti-
nado a proteger al verdadero hasta el momento en el cual una 
situación ambiental más favorable —o la regresión inducida por la 
situación analítica— permite "descongelar" la situación y que el 
verdadero self, que había quedado encubierto, sea reconquistado 
por el yo ('.'. i) . 
Kn M, Klein (14, 15) aparece mencionado el self, pero es 
difícil establecer si ella tenía una exacta delimitación del concepto. 
Con j 11. Segal (l'J) las cosas se aclaran un poco, ya que ella se 
refiere a la identificación introyectiva como consecuencia de la 
introyección del objeto en el yo (que adquiere así alguna o todas 
las características de aquél) y a la identificación proyectiva como 
el resultado de la proyección de partes del self en un objeto. M. 
Klein dice al referirse a la identificación proyectiva: "implica expe-
ler substancias peligrosas (excrementos) fuera del self y dentro de 
la madre. Junto con estos peligrosos excrementos, expelidos con 
odio, partes disociadas del self son también proyectadas en la 
madre o —como preferiría decirlo— dentro de la madre" (15). 
- | J . O. Wisdom (22) se ha ocupado del tema que nos interesa 
y sus"~traBajós nos resultaron particularmente atractivos, porque 
trató de relacionar sus propias ideas con los conceptos de Hart-
mann y Jacobson. De Wisdom transcribimos, en versión simpli-
ficada '*, y como memento, el esquema con el cual este autor obje-
tiviza sus concepciones. Más adelante, y tomando este esquema 
como antecedente, nosotros incluiremos el nuestro. 
Wisdom (23) distingue 
* La versión completa puede consultarse en Comparación y desarrollo de 
las teorías psicoanallticas sobre la melancolía, de J. O. Wisdom (23). 
3 2 
de_jmobjeto al mundo interno: 1) El objeto incorporado puede 
f5mjr"~parte de lo que él llama la "órbita" y ser visto por el m il 
m OBJETOS REALES 
1. OTbi ta y objetos orb i ta les 
2. Relaciones objetales internas 
3. Objetos nucleares introyectados 
como un objeto interno que mantiene con él relaciones objetales 
internas. A este proceso él autor lo dénomina "identificación o in-
troyección orbital". 2) El objeto puede ser incorporado al núcleo, 
formando parte así de la perspectiva del self, que no tiene relacio-
nes objétales con este objeto, sino que por el contrario, unido a él, 
mira al mundo tanto externo como interno. Aquí se trata de una 
"icleñtifícación o introyección nuclear". Según Wisdom, la identi-
ficación y la identificación introyectiva, tal como se mencionan 
en la literatura, se refieren probablemente a la introyección nuclear. 
El concepto de self es empleado por él "en su sentido ordinario" 
que supone límites elásticos: es a veces equiparado con el núcleo: 
a veces con el núcleo y la totalidad del mundo interno; a veces 
incluye, otras excluye al cuerpo. En la introyección nuclear, el 
self siente "con" el objeto. En la orbital, siente "hacia" el objeto. 
Tal como se ve en el dibujo, Wisdom considera que su núcleo y 
su órbita son equivalentes de la representación del self y las repre-
sentaciones .de objeto de E. Jacobson, respectivamente. 
I I I 
INTENTO DE SISTEMATIZACION 
Trataremos aquí de dar forma coherente a los múltiples con-
ceptos considerados hasta ahora. Esto supone establecer nexos 
entre puntos distantes; separar, para hacer distintos, conceptos de-
masiado cercanos; tener en cuenta críticas propias y ajenas inten-
tando obtener un instrumento útil, que sea confiable y permita 
continuar la investigación,aunque su utilidad sólo sea operante 
dentro de condiciones limitadas. Creemos posible el siguiente en-
sayo o diferenciación: 
a) XPI- Es la estructura psíquica descripta por Freud, que 
incluye la fantasía inconsciente del se l fen el yo. Corresponde al 
núcleo del esquema de Wisdom y contiene la representación del 
self de E. Jacobson. 
b) Ji No-Yoj - Está dentro del self y comprende lo orbital de Wis-
dom (objetos internos, y. entre ellos uno que tiene características 
propias: el superyó) y las representaciones de objeto ,de la nomen-
clatura de E. Jacobson. Empleamos, como se ve, de una manera 
distinta a la corriente, la denominación de no-yo. Para nosotros, 
el no-yo está dentro del self y cuando se extiende más allá del self, 
se transforma en no-self. Así como el self necesita del no-self como 
espacio-tiempo, el yo necesita del no-yo para hacer sobre él las 
proyecciones intrapsíquicas. 
c) _ S E L F - Incluye al yo Y al no-yo. Es la totalidad de la propia 
persona. Incluye también al 'cuerpo con todas sus partes. la estruc-
tura psíquica con todas sus partes^el vínculo con los objetos exter-
nos c internos y al sujeto como opuesto al mundo de los objetos. 
d) N O - S E I . F - Puesto que nosotros no consideramos al yo como 
equivalente de persona total, el no-self comprende los objetos ex-
ternos y el mundo externo. 
e) FANTASÍA INCOSCIENTE DEL SELF EN EL YO -,. Si bien la deno-
minación "representación del self en el yo" comprende los cinco 
ítems descriptos por E. Jacobson que transcribimos antes, nosotros 
consideramos incompleta esta enumeración, porque ella no incluye 
las fantasías inconscientes. Tampoco nos satisface la expresión "re-
presentación del self" porque se refiere a lo consciente y precons-
ciente, y nos parece preferible hablar de "fantasía inconsciente del 
self en el yo" para designar el conjunto de fantasías inconscientes, 
vinculadas con los elementos constituyentes de la representación 
del self en el yo. 
Sobre este último punto, unos párrafos que lo complementan. 
Normalmente, todos los aspectos del self están integrados en 
la fantasía inconsciente del self en el yo. Naturalmente, en los 
cuadros psicopatológicos, esta situación se altera (17) y se produ-
cen variaciones cualitativas y cuantitativas que pueden tener distin-
tas consecuencias. Uno de nosotros (5) señala que puede ocurrir, 
por ejemplo, que aspectos del self sean sentidos por el yo como 
pertenecientes al no-self. Esto se debe a que la fantasía inconsciente 
del self en el yo, una vez integrada en el curso del desarrollo, 
3 4 
puede perder cohesión por el funcionamiento patológico »Ir 1» 
identificación proyectiva. Recalca la importancia de ION inri M U Í » 
mos obsesivos más evolucionados o "realistas" que permiten el cou 
trol de las partes del self proyectadas en el objeto y sirven puní 
mantener un cierto grado de integración y diferenciación del arlf, 
Cuando, por diferentes motivos, el yo siente una amenaza rom ra el 
estado de cohesión del self, estos mecanismos de control tienden ti 
incrementarse. En ocasiones, sin embargo, el estímulo es Hulidcri« 
temente intenso como para inhibir de manera temporaria o perma-
nente el funcionamiento de estos mecanismos. La consecuencia 
inmediata puede ser una pérdida del control de los aspectos pro-
yectados, lo cual desencadena una desorganización en el estado del 
self, cuyos efectos son los trastornos del sentimiento de identidad, 
la sensación de extrañamiento y la perturbación de la relación 
objetal que caracterizan al fenómeno de la despersonalización. 
Otra consecuencia posible es la vuelta a la utilización del control 
omnipotente y la caída en estados regresivos psicóticos confusionales. 
Otra alteración que podemos considerar es la que se produce 
cuando se sienten como perteneciente^ al self, aspectos que ya no 
forman parte de él. Esto sucede cuando no se-puede elaborar el 
duelo por las partes perdida;? del self, y un caso extremo ilustra el 
"miembro fantasma", cuadro en el cual se sigue percibiendo dolo-
rosamente el miembro amputado. Este cuadro confirma las ideas 
de Hoffer acerca de la importancia del dolor para lograr la discri-
minación entre self y no-self. 
Otro aspecto de la cuestión puede ser la consideración de la to-
pografía de la disociación en el yo y en el self y los diferentes jplanos 
en que puede producirse. Seguimos parcialmente a Thorner (20) al 
decir que, por ejemplo en la hipocondría, la disociación se hace si-
guiendo el límite mente-cuerpo, a los efectos de poder mantener ubi-
cados en el cuerpo los objetos internos perturbadores. Podríamos decir 
que la mente queda en el núcleo y un aspecto del cuerpo en la 
órbita, funcionando para el núcleo como un objeto con el dial 
tiene relaciones objetales. En otros casos, cuando se proyectan 
objetos internos malos, muy unidos al yo, se proyectan mu ellos 
partes del yo mismo. La disociación atraviesa el centro del yo o, 
según nuestra particular opinión, el núcleo. 
Una cita de P. Heimann (11) nos parece ilustrativa. Al iel'e 
rirse a la combinación de mecanismos de defensa que •< da en 
ciertos estados paranoides, muestra cómo "el t i p o p a r a n o i d e de 
introyección internaliza un objeto odiado y temido y la situación 
intrapsíquica que resulta de esta introyección repite y continúa la 
relación entre el individuo y su perseguidor externo. El mismo 
sadismo que el sujeto —el 'yo como totalidad'— dirige hacia el objeto 
exterior, es vuelto por el yo (como parte sistematizada de la perso-
nalidad total) contra su objeto introyectado". Una parte del yo 
3 5 
aquella que ¡ilberga al objeto introyectado perseguidor— es sacri-
ficada, es disociada del resto y puesta aparte de la organización 
del yo, perdiendo así su calidad yoica. Esta disociación es com-
parada por P. Heimann con la técnica de autonomía de los lagartos, 
los cuales si son aprisionados por la cola, la separan del cuerpo y, 
aunque mutilados, escapan. Perder la calidad yoica significa que 
la parte disociada deja de pertenecer a la fantasía inconsciente del 
self en el yo. Para la fantasía inconsciente esto es tan concreto 
como la pérdida de una parte del cuerpo para el lagarto. En otras 
palabras, la parte así disociada deja de estar en el núcleo y no 
forma ya parte de la identidad. 
IV 
ESQUEMA FINAL 
Nos resultó útil —por eso lo transcribimos— un esquema que 
derivamos del de Wisdom a los fines de objetivar, aunque sea par-
cialmente, la sistematización que acabamos de mencionar. Este 
gráfico corresponde a la geografía de una fantasía inconsciente que 
estarla ubicada dentro del yo y desde la cual el yo vería todo el 
territorio correspondiente a su aparato psíquico. 
Creemos (pie es suficientemente explicativo de por sí. Estamos 
lejos de pretender que sea completo ya que —como todo esquema 
de tipo figurativo bidimensional— tiene limitaciones y restricciones. 
Es estructural y, por lo tanto, no es posible ubicar dentro de él 
sino los elementos para situar los cuales fue concebido. Podríamos, 
por ejemplo, explicar dónde está el ello, pero nos sería imposible 
dibujarlo, aunque se puede inferir que —al igual que en la concep-
ción freudiana— el yo emerge del ello. Quizá sería preferible pres-
cindir de estos modelos visuales, pero el presente tiene alguna 
ventaja: permite cierta ubicación dentro de lo que hasta hace 
poco era "tierra de nadie". Al mismo tiempo, incluye conceptos 
como la idea de una membrana permeable entre el núcleo y el resto 
del self, entre el yo y el no-yo y entre el self y el no-self, que tiene 
profundas raíces en nosotros, aunque utiliza símiles biológicos. Otro 
tanto hace Bion con su modelo digestivo, lo mismo hizo Freud con 
su modelo de la ameba. Con todo, el esquema que presentamos 
puede ser modificado por el lector y admite múltiples variantes. 
Puede ser configurado en un modelo tridimensional, en el cual 
todo el esquema "flote" en el ello indiferenciado, o cualquier otra 
forma. Lo importante es que vale, si tiene utilidad, aunquesea 
parcial. 
3 6 
I ÍSelf 
(incluye la línea límite) 
1. Objetos orbitales (Wisdom) 
Representaciones de objetos (Jacobson) 
2. Núcleo ("Wisdom) 
Representación del self (Jacobson) 
3. Objeto interno 
4. Objeto externo 
V 
RECOMENDACIONES SEMANTICAS 
Dos palabras sobre el aspecto semántico de la cuestión. En la 
literatura analítica en nuestro idioma —especialmente en las tra-
ducciones— el self es denominado "yo", "personalidad", "persona", 
"sí mismo",« "uno mismo", "ser", etcétera. La consecuencia inme-
diata es que conceptos originariamente claros se tornan confusos 
y ambiguos. Por lo tanto, creemos conveniente recomendar la in-
corporación definitiva a nuestro idioma del vocablo "self", de la 
misma manera que se ha hecho con otros términos psicoanalíticos 
como "insight", "acting out", etcétera. 
Igualmente sugerimos desistir de cualquier intento de intro-
ducir más términos para designar al self y, al mismo tiempo, cuidar 
en los trabajos y traducciones de emplear bien discriminada la 
palabra "yo" cuando se refiera a la estructura psicoanalítica clásica-
mente descripta por Freud; y "self" cuando se refiera a la persona 
total. 
VI * 
En la misma línea, quisiéramos clarificar los conceptos de "tem-
peramento", "carácter" y "personalidad", de acuerdo con el criterio 
de la mayor parte de los autores que estudiaron esos temas. 
* Este último apartado no pertenece al artículo original "Yo y self. Su 
delimitación conceptual". 
3 7 
Kl Irtlililio leniperainenlo designa los fenómenos característicos 
de In imHi i i i l tVi i emocional de un individuo, fenómenos entre los 
< UXLR* NC encuendan su susceptibilidad a la estimulación emocional, 
mi liileiwídad y velocidad de respuesta habituales, la cualidad de 
«ti esiado de ánimo predominante y todas las peculiaridades de 
lluetnación e intensidad de su estado de ánimo. Estos fenómenos 
son considerados dependientes de su estructura constitucional y, 
por lo tanto, como de origen principalmelEte hereditario (1). 
El carácter del hombre estaría determinado por la sociedad. 
Kl medio impone frustraciones específicas, obstruye ciertos modos 
de reacción a ellas y facilita otros. Sugiere ciertas actitudes de los 
otros como modelos, contribuye a formar sistemas de referencia 
internalizados en la misma medida en que lo hacen las instancias 
más profundas. Las capas más superficiales del carácter represen-
tan, por regla general, las adquisiciones más recientes. Aunque no 
siempre esto es así. Las regresiones complican el cuadro. El orden 
en que las diferentes capas van apareciendo en el análisis, puede 
ser diferente de su orden histórico original, como lo es la profun-
didad relativa de las capas geológicas con respecto a su antigüedad 
histórica. 
Las actitudes caracterológicas son compromisos entre los im-
pulsos instintivos y las fuerzas del yo que tratan de dirigir, orga-
nizar, postergar o bloquear tales impulsos. Freud dijo que "los 
rasgos permanentes de carácter son o bien perpetuaciones intercam-
biables de impulsos originales, o bien sublimaciones de éstos, o for-
maciones reactivas contra los mismos". 
Para Wilhelm Reich.. (18) el carácter es, en esencia, un meca-
nismo de protección narcisista que se ha hecho crónico y rígido, 
por lo cual lo denomina "coraza caracterológica". Su desarrollo 
proviene principalmente del conflicto entre las demandas instinti-
vas y el mundo exterior frustrante. Tiende a evitar la angustia y, 
al mismo tiempo, la absorbe. Por otra parte, satisface indirecta-
mente el principio del placer, otorgando gratificaciones libidinosas 
como en el caso del "carácter genital-narcisista". 
Se ha señalado frecuentemente que la característica esencial 
del hombre es su individualidad, o sea el hecho de que el hombre 
es un resultado único en su género, que no se puede parecer aca-
badamente a ningún otro hombre, y se comporta siempre de una 
manera que le es propia. 
Generalmente, se ha utilizado el concepto de personalidad para 
designar esta individualidad psicológica. La definición que propone 
Filloux es la siguiente: "La personalidad es la configuración única 
que toma, en el transcurso de la historia del individuo, el conjunto 
de los sistemas responsables de su conducta" (3). 
Mientras el carácter es considerado por algunos como un as-
pecto de la personalidad (su aspecto expresivo para unos, o su 
3 8 
aspecto estático para otros), el ronéepto de personalidad se refiere 
más bien a los factores dinámicos de la conducta, a sus motivaciones, 
incluyendo el aspecto profundo y menos evidente de la individua-
lidad. 
A nuestro juicio, la personalidad, en la medida en (juc resulta 
de la individuación-diferenciación, expresa la unicidad del hombre: 
110 sólo el ser sino el ser unido. 
Se nos plantea como interrogante en qué forma podríamos 
relacionar el sentimiento de identidad, con el concepto .de persona-
lidad, ya que este último está referido al individuo tal como es 
visto por un observador. 
El sentimiento de identidad, en cambio, es experimentado por 
ej, sujeto como resultado del proceso de.individuación-diferencia-
ción, base del sentimiento de unicidad (ser uno y único) y del 
sentirse él mismo a través del tiempo, base del sentimiento de 
mismidad, con su corolario de integración social. 
Todo ello estaría incluido en la fantasía inconsciente del self 
que tiene su asiento en el yo, base del sentimiento de identidad; 
S I N T E S I S 
Este capítulo tiene por objeto aclarar términos que se utilizan 
en conexión con el concepto de identidad: básicamente la delimi-
tación teórica de los conceptos de yo y self, así como los de "tem-: 
peramento", "carácter" y "personalidad", de acuerdo con el criterio 
de autores que estudiaron esos temas, al que agregamos el nuestro.' 
En relación a "yo" y "self", vocablos de uso corriente en la 
literatura psicoanalítica, estudiamos la historia y evolución de ese 
uso, para llegar a un intento de sistematización que relacione 
coherentemente estos términos y otros a ellos vinculados: yo, no-yo, 
self, no-self y la fantasía inconsciente del self en el yo. 
Finalmente, proponemos un esquema, derivado del formulado 
por Wisdom, a los fines de objetivar esta sistematización. El gráfico 
propuesto corresponde a la geografía de una fantasía inconsciente 
que estaría ubicada en el yo, y desde la cual el yo vería todo el 
territorio correspondiente a su aparato psíquico. 
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 
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Univ. de Buenos Aires, 1960. 
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12) Hoffer, W.: "La boca, la mano y la integración del Yo". Rev. Urug. de 
I'.iic., III, 4, 1960 y "El desarrollo del Yo corporal", Rev. Urug. de Psic., III, 
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13) Jacobson, E.: The Self and the Object World. Nueva York, Int. Univ. Press, 
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14) Klein, M.:

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