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LEON GRINBERG Y REBECA GRINBERG • IDENTIDAD Y CAMBIO OISWVD À \ avaiiN30i biblioteca de psicología profunda editorial paidós Erikson ha señalado que "en nuestra época el estudio de ia identidad es tan estratégico como lo fue la sexualidad en tiempos de Freud". El análisis a fondo del concepto de identidad implica este cuestionario básico: ¿Cuál es la natura- leza de la identidad?: ¿es un sentimiento? ¿es una fuerza que mantiene la cohe- sión de la personalidad? ¿es como uno se ve o como es visto por los demás? ¿cuándo surge?: ¿desde el comienzo de la vida? ¿se va gestando gradualmente en el curso de la evolución o emerge en ciertos momentos, como producto de crisis vitales? ¿Qué papel desempeña el cuerpo en la identidad? Individuación, mismidad e identidad, ¿son conceptos intercambiables? ¿Qué relaciones existen entre la identidad y el cambio? ¿Cuáles son los límites de cambio tolerable sin que la identidad se dañe irreparablemente? León Grinberg y Rebeca Grinberg contestan a estos interrogantes con la agudeza y lucidez habitual en sus obras. Muestran cómo el sentimiento de identidad se adquiere a través de un proceso ele interrelación continua entre tres vínculos a los que denominan vínculos de integración espacial, temporal y social. En este encuadre iluminan conceptos fundamentales como identidad sexual, self, senti- miento de mismidad, sentimiento de pertenencia, mecanismos de identificación y experiencia emocional de la identidad. Principales temas examinados por los autores: el concepto de identidad y los vínculos de integración temporal y social; yo y self, su delimitación conceptual; vínculo de integración espacial, cuerpo, esquema corporal e identidad sexual; vínculo de integración temporal, evolución del sentí miar: Lo de identidad y sus crisis; vínculo de integración social; impor- tancia de las relaciones objetales y de las identificaciones. Angustia frente al cambio y duelo por el self. identidad e ideología. Perturbaciones de la identidad; despersonalizacióri. Migración e identidad; la adquisición del sentimiento de identidad. Otras obras c i mismo autor publicadas por Paídós: Leí . i C ir.be Teoría de la identif icación Grinberg ai ¡ta resueltamente un tema capital y muestra su dominio de maestro: la teoría de la identif icación, básica para entender los procesos centrales en la estructuración del aparato psíquico, del yo, el su1 'vó, el carácter y la identidad. Actualiza la teoría de la identif icación y esclarece su diferenr relación con los conceptos conexos de " internal lzación", " introyec- c icn" , " incorporación", ¿tera. Después de proporcionar un estudio crí t ico de la identif icación en la obra de Freud, Melanie Klein, Bion, Rosenfeld'y Meltzer, el autor brinda sus propias ideas, clasif ica los mecanismos vinculados con la Identificación, distingue una identificación primitiva y una identif icación madura, desarrolla su enfoque sobre las modalidades de identif icación pro- yectíva y amplía su conocido concepto de la "contraidenti f icación proyectlva". J. Bleger, P. Giovacchini, L. Grinberg, R. Grinberg y otros: La identidad en el adolescente Contiene un valioso trabajo de León Grinberg y Rebeca Grinberg sobre psicopatoiogía de la identidad del adolescente. León Grinberg: La supervisión psicoanali l ica Una exposición clara y ordenada de los problemas' de la supervisión. Sumario de los principajes contenidos: aspectos teóricos, prácticos y técnicos de la supervisión; elección del supervisor y del supervisado, del momento de comienzo, del caso para supervisión y del método de registro del material. Intercambio de supervisiones grabadas. Encuadre específ ico y finalidad de la supervisión. Problemas derivados de la personalidad del supervisor y de la personalidad del estu- diante. Contratransferencia y contraidentif icación proyectiva en la supervisión. Supervisiones colectivas; supervisiones entre pares. Enseñanza a supervisores. Diálogo con un grupo de psico- analistas acerca de ia teoría y la técnica de la supervisión. La actitud "sin memoria ni deseo" en ia técnica psicoanaiít ica: su inclusión en la supervisión. Ilustración cl ínica de una reunión de supervisión. Síntesis teóríco-clínicas de supervisiones. León Grinberg: Culpa y depresión. Estudio psicoanalit ico Examina ei intento de la sociedad enferma de inocular e incrementar la culpa en el individuo, convirtiéndolo en víct ima expiatoria; la calidad conflictiva, cuipigena y confusionante de ia rela- ción que mantiene el grupo familiar y el grupo social con sus miembros enfermos y su incidencia en ei desencadenamiento de la delincuencia juvenil, la adicción a las drogas, la psicopatía y otras enfermedades. Rebeldía juvenil, suicidio y guerras: papel de la culpa persecutoria en estas calamidades. L. Grinberg, M. Langer, E. Rodrigué: Psicoanálisis en las Américas Resumen de su contenido: el proceso psicoanalit ico^ la transferencia y la contratransferencia. Este libro tiene el excepcional valor de exponer las coincidencias y discrepancias en estos temas entre los psicoanalistas norteamericanos y latinoamericanos. León Grinberg, M. Langer, E. Rodrigué: Psicoterapia del grupo Libro ya clásico que expone con autoridad y lucidez, la teoría y la práctica de este método. Da la ubicación histórica y cient í f ica de esta técnica y muestra su desarrollo en conexión con sus dos fuentes principales: el psicoanálisis y la sociología. En el terreno práctico explica cómo se constituye el grupo terapéutico, cómo se inicia y se integra. Describe las vicisitudes por las que atraviesa en su proceso curativo, analiza los mecanismos de curación y examina los distin- tos tipos de grupos: psicosomáticos, psicóticos, infantiles, de experiencia, preformados y fabriles. El l ibro se cierra con un examen de la literatura (Schilder, Slavson, Foulkes, Bion, Ezriel). Algunas otras obras sobre identidad publicadas por Paidós: Erik H. Erikson: Identidad, juventud y crisis; H. M. Ruitenbeek: El individuo y la muchedumbre. Identidad y sociedad de masas. IDENTIDAD Y CAMBIO BIBLIOTECA DE PSICOLOGIA PROFUNDA 6. C. G. Jung: LA PSICOLOGIA DE LA TRANS- FERENCIA. 7. C. G. Jung: SIMBOLOS DE TRANSFOR- MACION. 10. C. G. Jung y R. Wilhelm: EL SECRETO DE LA FLOR DE ORO. 11. O. Rank: EL MITO DEL NACIMIENTO DEL HEROE. 12. C. G. Jung y W. Pauli: LA INTERPRETA- CION DE LA NATURALEZA Y LA PSIQUE. 13. W. R. Blon: ATENCION E INTERPRETA- CION. 14. C. G. Jung: ARQUETIPOS E INCONSCIEN- TE COLECTIVO. 16. C. G. Jung: FORMACIONES DE LO IN- CONSCIENTE. 17. León Grlnberg y Rebeca Grinberg: IDEN- TIDAD Y CAMBIO. 18. A. Garma: PSICOANALISIS DEL ARTE ORNAMENTAL. 19. L. Grlnberg: CULPA Y DEPRESION. Estu- dio psiooanalltico. 20. A. Garma: PSICOANALISIS DE LOS SUE- ÑOS. 21. O. Fenlohel: TEORIA PSICOANAUTICA DE LA NEUROSIS. 22. Marie Langer: MATERNIDAD Y SEXO. 23. Harry Guntrip: ESTRUCTURA DE LA PERr SONALIDAD E INTERACCION HUMANA. 24. Han na Segal: INTRODUCCION A LA OBRA DE MELANIE KLEIN. 25. W. R. Bion: APRENDIENDO DE LA EXPE- RIENCIA. 26. E. Jones: LA PESADILLA. 27. L. Grinberg, M. Langer y E. Rodrigué: PSICOANALISIS EN LAS AMERICAS. El proceso analítico. Transferencia y contra- transferencia. 28. Carlos A. Paz: ANALIZABILIDAD. 20. C. G. Jung: PSICOLOGIA Y SIMBOLICA DEL ARQUETIPO. 30. A. Garma: NUEVAS APORTACIONES AL PSICOANALISIS DE LOS SUEÑOS. 31. Arminda Aberastury: APORTACIONES AL PSICOANALISIS DE NIÑOS. 32. A. Garma: EL PSICOANALISIS. Teoría, clínica y técnica. 33. R. w. White: EL YO Y LA REALIDAD EN LA TEORIA PSICOANAUTICA. 34. M. Tractenberg: LA CIRCUNCISION. Un estudio psicoanalltico sobre las mutilacio- nes genitales. 35. w. Reich: LA FUNCION DEL ORGASMO. 36. J- Bleger: SIMBIOSIS Y AMBIGÜEDAD. 37. J- Sandler, Ch. Daré y A. Holder: EL PA- CIENTE Y EL ANALISTA. 38. M. Abadi y otros: LA FASCINACION DE LA MUERTE. Panorama, dinamismo y pre- vención del suicidio. 39. S. Rado: PSICOANALISIS DE LA CON- DUCTA.40. Anna Freud: NORMALIDAD Y PATOLOGIA EN LA NIÑEZ. 41. A. Garma: EL DOLOR DE CABEZA. Géne- sis psicosomátlca y tratamiento pslcoana- lítico. 42. S. Leclalre: DESENMASCARAR LO REAL. El objeto en psicoanálisis. 43. D. Liberman y D. Maldavsky: PSICOANA- LISIS Y SEMIOTICA. Sentidos de realidad y categorlzaciones estilísticas. 44. I- Berensteln: FAMILIA Y ENFERMEDAD MENTAL. 45. I. Berenstein: EL COMPLEJO DE EDIPOi ESTRUCTURA Y SIGNIFICACION. ' 46. A. Armando: LA VUELTA A FREUD. Mito y realidad. 47. L. Grinberg: TEORIA DE LA IDENTIFICA- CION. 48. j . Bowlby: EL VINCULO AFECTIVO. 49. J. Bowlby: LA SEPARACION AFECTIVA. 50. j . Bowlby: LA PERDIDA AFECTIVA. Volumen 17 LEON GRINBERG REBECA GRINBERG, IDENTIDAD Y CAMBIO E D I T O R I A L P A I D O S BUENOS AIRES IMPRESO EN LA ARGENTINA (PRINTED IN ARGENTINA) Queda hecho el depósito que previene la Ley N<? 11.728. La reproducción total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea, idéntica o modificada, escrita a máquina, por el sistema "multigraph", mimeògrafo, impreso, etc., no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada. J¡) Copyright tie todas las ediciones en castellano by IUHIOK1AI, CAIDOS N.A. I .O.K Deten»« !>W, lev. |Hm> H í l e n o s Aim A nuestros hijos I N D I C E Introducción, 11 Primera parte y. I. El concepto de identidad y los vínculos de integración espa- cial, temporal y social, 17 Síntesis, 26 Referencias bibliográficas, 26 II. Yo y self. Su delimitación conceptual, 28 Introducción, 28 Historia de los conceptos psicoanalíticos sobre el self, 29 Intento de sistematización, 33 Esquema final, 36 Recomendaciones semánticas, 37 Síntesis, 39 Referencias bibliográficas, 39 ^ III. Vínculo de integración espacial. Cuerpo, esquema corporal e identidad sexual, 41 Identidad sexual, 47 Síntesis, 54 Referencias bibliográficas, 54 X^V. Vínculo de integración temporal. Evolución del sentimiento de identidad y sus crisis, 56 Síntesis, 66 Referencias bibliográficas, 66 )L V. Vínculo de integración social. Importancia de las relaciones objetales y de las identificaciones, 68 Síntesis, 77 Referencias bibliográficas, 78 9 -/-VI. Angustia frente al cambio y duelo por el self, 79 Síntesis, 88 Referencias bibliográficas, 88 VII. Identidad e ideología, 89 Síntesis, 102 Referencias bibliográficas, 103 Segunda parte VIII. Perturbaciones de la identidad, 107 Síntesis, 114 Referencias bibliográficas, 114 IX. Un caso de perturbación transitoria de la identidad: desper- sonalización, 116 Síntesis, 136 Referencias bibliográficas, 137 X. Migración e identidad, 138 Parte A. Dificultades en la adquisición del sentimiento de identidad, 138 Situación familiar, 140 Reconstrucción sintética de su análisis hasta el período premigratorio, 140 Después de su casamiento, 145 La fantasía del hijo, 146 Durante el embarazo, 147 • ¿ Durante la lactancia, 147 ^ El destete, 148 i Referencias bibliográficas, 149 XI. Migración e identidad, 150 Parte B. Efectos del proyecto de migración sobre el sentimiento de identidad, 150 Identidad femenina, 154 La "identidad de vidrio", 156 Sueño de los espejos, 160 ' Síntesis, 163 Referencias bibliográficas, 164 < XTI. Si yo fuera usted, 165 Síntesis, 178 Referencias bibliográficas, 178 XIII, Interpretación psicoanalítica de "Las cabezas trocadas", 179 Algo Nobre el autor, 179 Kl nudo <le !a cuestión, 180 Un "nirconto", 184 l'.l futuro «le los "trocados", 187 NhiletiU, I9H Mt>fet«tii:ÍM» hililiográficiis, l'M) 1 0 I N T R O D U C C I O N El hombre ha dirigido en este siglo su interrogación hacia sí mismo, tanto en el nivel individual como en el social. "El hecho de dominar al mundo sin haber podido ser dueño de sí mismo crearía la peligrosa posibilidad de una orgía destructiva en masa" *. Este puede ser uno de los motivos que llevaron a afirmar que "el estudio de la identidad en nuestra época es tan estratégico como fue en tiempos de Freud el de la sexualidad" **. Muchos son los interrogantes que se suscitan cuando se intenta analizar a fondo el concepto de identidad. ¿Cuál es la naturaleza de lo que llamamos identidad? ¿Es una estructura? ¿Es un símbolo? ¿Es un vínculo? ¿Es una fuerza que mantiene la cohesión del self? ¿Es una relación entre múltiples relaciones? ¿Es un sentimiento? ¿Es la expresión de una fantasía inconsciente específica? ¿Es como uno se ve, o como es visto por los demás? ¿Es una combinación de ambas perspectivas, o algo más, o distinto? ¿Existe desde el cjinienzo de la vida, o se va consolidando paulatinamente en el curso de la evolución? ¿Qué papel desempeña el cuerpo en el sentimiento de identidad? ¿Son conceptos intercambiables individuación, mismidad e identidad? En caso de no serlo, ¿cuáles son sus diferencias? Por otra parte, ¿qué relaciones tiene con el cambio y no-cambio? ¿Cuál es el límite de cambio tolerable sin que la identidad se dañe irreparablemente? ¿Qué ocurre frente a los cambios del ambiente exterior, del cuerpo o de la mente? * Guntrip, H.: Estructura de la personalidad e interacción humana, Buenos Aires, Paidós, 1965. ** Erikson, E.: ''The problem of Ego Identity". J. Arn. Psycho-Anat. Ass., IV, 1956. 11 Y, encarándolo desde otra perspectiva, ¿cuál es el resultado de la presión de estímulos provenientes de instituciones, organizaciones o sociedades que atacan la identidad? Hasta no hace mucho tiempo la mayoría de los individuos parecía aceptar sin cuestionar, o por lo menos sin excesivo análisis, sus respectivas identidades. Algo similar ocurre con el cuerpo y los propios órganos: cuando funcionan en forma estable, parecen no existir. Sólo los niños pequeños, los adolescentes, los filósofos, los artistas y alguna personas enfermas se preocupaban constantemente por los problemas que les planteaba su identidad. Pero en la época actual, y en función de los vertiginosos cambios que se suceden en el ámbito socio-político-económico, la identidad ha pasado a ser preocupación de primera magnitud para todos sin excepción. Cada cual necesita replantearse muchas veces quién real- mente es. Ese mismo cuestionarse es ya una parte importante del proceso de adquisición del sentimiento de identidad. Por nuestra parte, el tema de la identidad despertó nuestro interés hace mucho tiempo y nos hemos ocupado de él tanto en forma separada como conjunta en distintas conferencias, artículos y publicaciones, algunos de los cuales aparecen en este libro. La elaboración de nuestras respectivas ideas desarrolladas en esos trabajos nos llevó, hace unos años, a la presentación de una comunicación ante un Congreso Psicoanalítico Latinoamericano, en la que planteamos por primera vez nuestra concepción acerca de la adquisición del sentimiento de identidad como resultante de un proceso de interrelación continua entre tres vínculos que hemos denominado vínculos de integración espacial, temporal y social res- pectivamente. Esta idea —que nos parece central— se encuentra contenida en forma implícita en la mayor parte del libro, pero la hemos expuesto y desarrollado explícitamente en los capítulos tercero, cuarto, quinto y octavo. El vínculo de integración espacial com- prenderla relación entre Jas distintas partes del self entre sí, inclu- yendo el self corporal, manteniendo su cohesión y permitiendo la comparación y contraste con los objetos; tiende a la diferenciación self-no self: individuación. El vinculo de integración temporal com- prende las relaciones entre las distintas representaciones del self en el tiempo, estableciendo una continuidad entre ellas y otorgando la base del sentimiento de mismidad. El tercero o vínculo, de inte- gración social es el que se refiere a la connotación social de la H I C I I I ¡dad y está dado por la. relación entre aspectos 'del self y HSJM'Í los de los objetos mediante los mecanismos de identificaciónprnyr» Uva <• introyectiva. l'.Hir vínculo de integración social, con todas sus vicisitudes, pimi-nlii en la actualidad una importancia decisiva, dadas las < niiii Ifil«l¡( ;IN específicas que connotan una organización social en »tl»l* <011 la» implicaciones inherentes a las situaciones de cambio ILI« AUN culi ni liimx fundamentales. 1 2 La capacidad de seguir sintiéndose el mismo en la sucesión de cambios forma la base de la experiencia emocional de la identidad. Implica mantener la estabilidad a través de circunstancias diversas y de todas las transformaciones y cambios del vivir. Pero la evolución de cada individuo es una serie ininterrum- pida de cambios, pequeños y grandes, a través de cuya elaboración y asimilación se va estableciendo el sentimiento de identidad, ya que la falta de crecimiento y de cambio es equivalente al estanca- miento psíquico y a la esterilidad emocional: en otras palabras, a una muerte psíquica. Sin embargo, existen circunstancias en que el sujeto puede no tolerar los cambios que ocurren en sí mismo o en la realidad. Esto puede hacer que tambalee su sentimiento acerca de la "iden- tidad" del mundo externo y, concomitantemente, el sentimiento de identidad del self. Eso lleva entonces a una angustia frente al i cambio que determina la necesidad de reasegurarse de que todo ' permanece igual, de que las estructuras no se modifican, ya que eso implica para ese tipo de individuos una amenaza a su sentimiento de identidad. La tendencia o necesidad de evitar cambios puede alcanzar, en ocasiones, un alto grado de patología, llevando a una compulsión a la repetición, a la necesidad de conservar a cualquier costo (a veces la neurosis misma, la enfermedad somática, la psi- cosis) los aspectos y modalidades de la realidad y del self que no se quiere exponer al cambio. La consolidación del sentimiento de identidad depende no solamente del mundo interno del individuo sino también de una serie de factores sociales y económicos que pueden obrar en el sen- tido de facilitarla u obstaculizarla. Acontecimientos que impliquen cambios sociales importantes pueden convertirse en factores desencadenantes de reacciones de extrema angustia, porque son vividos por muchos individuos como pérdidas o amenazas de pérdida de aspectos de la identidad del self. El cambio implica inevitablemente una incursión en lo desco- nocido, comprometerse con hechos futuros que no son previsibles y afrontar sus consecuencias. Inexorablemente esta situación pro- voca dudas, sentimientos de ansiedad y depresión, y la tendencia a aferrarse a lo conocido y familiar para evitar lo nuevo. Un enfoque actual del campo político-social, económico y aun científico, nos muestra un panorama sumamente complejo, confuso y confusionante. El desarrollo tecnológico ha adquirido un impulso que nunca había tenido antes y que la mente humana no puede absorber al mismo ritmo. La terrible velocidad de las comunica- ciones en todo el mundo hace que el individuo esté recibiendo simultáneamente gran cantidad de mensajes desde toda clase de distancias, de distinta calidad y carácter, que no puede metaboli- zar ni sintetizar. Por el contrario, se transforman en mensajes que pueden llegar a ser ambiguos o contradictorios. El "ambiente" se I B hace muy vasto desde una edad muy temprana. La "comunicación masiva" que lleva a la incomunicación, la publicidad de toda clase, el uso estupefaciente de la televisión, la alienación creada por las condiciones de trabajo, la violencia —en todas sus expresiones- como pautas culturales intrusivas, y los sistemas represivos de toda clase son algunos de los muchos factores responsables de la confu- sión alienante del sentimiento de identidad que, por actitud reactiva o defensa desesperada, empuja —a veces— a tina elección compulsiva de una determinada ideología para salir del caos y evitar el peligro del derrumbe de la identidad. De acuerdo con las características de los individuos que las profesan, el uso de las ideologías podrá quedar fijado a mecanismos muy primitivos de la evolución, mostrando idealizaciones y disocia- ciones extremas. Contrariamente a los anteriores, otros individuos se caracterizan por un uso más evolucionado y elaborado de las ideologías: éstas no están saturadas, sino abiertas al desarrollo, con tendencias reparadoras en las que predominan la preocupación y la responsabilidad por la vida y el destino del individuo y de la comu- nidad; luchan contra los sistemas esterilizantes y estimulan el cambio. Asumir en forma madura una identidad basada en una ideo- logía progresiva que tiende al conocimiento, presupone también un duelo, porque implica la ruptura de estructuras establecidas e "identidades" previas para reintegrarse luego de una manera dife- rente. Constituye un verdadero cambio revolucionario porque el individuo tiene que pasar por la experiencia dolorosa de períodos de desorganización de sistemas psíquicos, estructuras establecidas y vínculos objetales, para integrarse en una reorganización que lo lleve a configurar una nueva identidad. Creemos que tales expe- riencias son momentos creativos que rescatan lo auténtico y enri- quecen la condición de "ser uno mismo" para sí y para los demás. 1 4 . PRIMERA PARTE C A P Í T U L O I EL CONCEPTO DE IDENTIDAD Y LOS VINCULOS DE INTEGRACION ESPACIAL, TEMPORAL Y SOCIAL * I "Yo soy yo" es la expresión corrientemente utilizada para rele- rirse al sentimiento de identidad y traduce una experiencia de auto- conocimiento. La noción de identidad es una de las más controvertidas tanto en el terreno filosófico como psicoanalítico. En la literatura psicoanalítica, quien introdujo el término iden- tidad fue Víctor Tausk en su clásico trabajo sobre el origen del \ "aparato de influencia" (16) . En ese artículo, Tausk estudió cómo el niño descubría los objetos y su self, afirmando que el hombre, en su lucha por la supervivencia, debe constantemente encontrarse y experimentarse a sí mismo. , Freudf utilizó el término identidad solamente una vez en toda—1 su obra, y lo hizo en forma incidental y con una connotación psico- social. Fue cuando trató de explicar en un discurso su vínculo con el judaismo y habló de "oscuras fuerzas emocionales que eran tanto más poderosas cuanto menos se las podía expresar con palabras y una clara conciencia de una identidad interior" que no está basada en raza o religión, sino en una aptitud común a un grupo a vivir en oposición y estar libres de prejuicios que coartarían el uso del intelecto (6) (la bastardilla es nuestra). Se refiere, pues, a algo medular del interior del individuo, que tiene relación con un aspecto esencial de la coherencia interna de un grupo. * Las ideas principales de este capítulo aparecieron publicadas en un* trabajo de L. y R. Grinberg con el título de: "La adquisición del sentimiento de identidad en el proceso analítico" (9). 1 7 — Erikson (3), al comentar esta afirmación de Freud, deduce que el término identidad expresa "una relación entre un individuo y su grupo" con la connotación de una persistente mismidad y un persistente compartir cierto carácter esencial con otros. Volveremos sobre este concepto porque lo consideramos esencial para la con- ceptualización de la identidad como un sistema en el que importa establecer la relación solidaria entre todas las partes que lo com- ponen. La formación de la identidad es un proceso que surge de la asimilación mutua y exitosa de todas las identificaciones fragmen- tarias de hi niñez que, a su vez, presuponen un contener exitoso cíe las introyecciones tempranas. Mientras ese éxito depende de la relación satisfactoria con la madre y luego con la familia en su totalidad, la formación de la identidad más madura depende, paira Erikson, del desarrollo del yo, que obtiene apoyo para sus funciones de los recursos de una comunidad más amplia. La gradual selección •de las identificaciones significativas, la anticipaciónde la identidad y la resíntesis al final de la adolescencia, serían trabajo del yo. Es a esa parte del trabajo del yo que Erikson llama "identidad del yo" (3) para diferenciarla de la "identidad ilusoria" que no responde a un sentimiento de la realidad del ser en su realidad social. Sin embargo, la denominación "identidad del yo" parecería implicar que sólo el yo está involucrado en el sentimiento de iden- tidad, y no queda claro que se trata de un logro del yo. Los que objetaron esa limitación propusieron en cambio el término "forma- ción de identidad" en el sentido de que se trata de un desarrollo progresivo, y agregaron que "la captación del self como una entidad organizada y diferenciada, separada y distinta del ambiente que la rodea, que tiene continuidad y capacidad de seguir siendo la misma en la sucesión de cambios, forma la base de la experiencia emocional de la identidacl" (10). Se trataría, pues, de una \ "identidad delj self", criterio al que nos adherimos y que tenemos presente cuando hablamos de "sentimiento de identidad", como preferimos denomi- narlo. Otros autores relacionan la aparición del sentimiento de iden- tidad con el desarrollo psicosexual (7). Destacan especialmente dos aspectos: uno que acentúa las semejanzas consigo mismo, y otro las diferencias específicas entre el self y los otros, que surgen de la com- paración y contraste con los demás. Es decir, tiene identidad un individuo cuyas partes componentes están suficientemente integra- das cu la organización de un todo, de manera que produzcan efecto de unidad, y que al mismo tiempo tiene características únicas que permiten distinguirlo de todos los demás. Greenacre sostiene que r! m'it leo del yo incipiente y posteriormente la imagen del self es la imagen corporal; destaca la relación del niño con los objetos a través tic la piel y la boca, con la cooperación de ojos y manos; gefiahi que el rostro y los genitales son las áreas más significativas 1 8 2 /"para el reconocimiento del cuerpo propio y ajeno. Destaca la im- portancia de la visión de los genitales del sexo opuesto, que se 1 fusiona con la del propio cuerpo, de los seis meses al año y medio ^ L de edad. Después, el incremento de las sensaciones genitales provoca un componente sensorial endógeno que se agrega a las percepcio- nes visuales y táctiles de los genitales. Pero cuando el niño está temprana y frecuentemente expuesto a ver los genitales de los otros, la incorporación primaria de esas percepciones conduce a problemas de identidad, más aún si esta situación ocurre cuando ya es mayor. Las regiones del cuerpo más significativas en la comparación y el contraste para el establecimiento de un reconocimiento indi- vidual del yo corporal, así como del de los demás, son el rostro y los genitales (7). Quienes estudiaron las perturbaciones de la identidad en los cuadros de autismo y simbiosis sostienen que el sentimiento de identidad está determinado por nuestras sensaciones corporales, siendo la imagen corporal la base de dicha identidad (14). Las_ percepciones visuales son importantes en la formación de la identidad. Ocurre también que un ritmo de estimulación y presencia de la madre que alterna con ausencia es necesario para diferenciarse. El sentimiento de la identidad es el conocimiento de la persona /v^de ser una entidad separada y distinta de las otras (11). Todo ^aque l lo que el individuo considera "suyo" está incluido en los ^ "límités'Tluctuantes del self", corresponde" al self con sus pertenen- ^ cias (5). Por su parte, algunos autores entienden por identidad j^.la unidad del individuo en el tiempo, en la comparación consigo mismo, lo que se relaciona con su continuidad y mismidad (13), considerando el logro de la individuación-diferenciación como sus prerrequisitos (15). Uno de nosotros (8) ha estudiado el sentimiento de identidad vinculándolo con los estados de duelo determinados por la pérdida de objetos y de partes del self. En su definición señala que "este sentimiento implica la noción de un self que se apoya esencialmente en la continuidad y semejanza de las fantasías inconscientes referi- das a las sensaciones corporales, a las ansiedades y emociones expe- rimentadas por el yo, a los impulsos y afectos <en relación con el mundo interno y el externo, el superyó, al funcionamiento especí- fico de los mecanismos de defensa y al tipo particular de identifi- caciones asimiladas resultantes de los procesos de introyección y proyección. La dinámica de estas fantasías inconscientes presentará una cierta uniformidad en sus diferentes expresiones, que estará determinada por las series complementarias desarrolladas por Freud; es decir, aquella que comprende los factores constitucionales, repre- sentaciones heredadas, evolución embrionario-fetal, trauma de naci- miento y experiencias post-natales". Agregaríamos ahora que estos mismos elementos que entran en juego para mantener la semejanza 1 9 del individuo (otiNÍgo mismo son los que sirven a los fines de raan- lener la dilcteniiadón de cada individuo con respecto a los demás y le dan el caiáí (er de único. "La interacción específica y continua- da entre lodos estos elementos brindará al self un estado de cohe- sión, stisiento de la identidad, que se mantendrá dentro de ciertos límites que podrán experimentar alteraciones o pérdidas en deter- minadas circunstancias. Esto sucederá inevitablemente a lo largo de la evolución, pero en forma tal (cuando ocurre normalmente) que dará tiempo al yo para elaborar los duelos ocasionados por tales pérdidas, y restablecerse de las transitorias perturbaciones de la identidad que la mayor parte de las veces pasan desapercibidas. En casos patológicos se producirán graves perturbaciones de la identidad (psicosis, estados 'como si', psicopatías, despersonalizacio- nes, etcétera)." II Actualmente pensamos que el sentimiento de identidad es la resultante de un proceso de interacción continua de tres vínculos ele integración que denominamos espacial, temporal y grupa!, * y que desarrollaremos a lo largo de este libro. liemos podido estudiar estos vínculos en nuestro campo espe- cífico de i raba jo: la experiencia de la relación paciente-analista en el u a i . l í m e n l o psicoanalítico. Por lo tanto presentaremos una sín- tesis de las complejas vicisitudes que subyacen a la adquisición del sentiinieiiio de identidad en el proceso analítico. De ahí se podrán extraer inferencias acerca de cómo se configura la identidad, y también de cómo se producen sus perturbaciones, en el desarrollo del individuo y en su relación con la sociedad. Partimos del supuesto de que los pacientes que llegan el aná- lisis tienen su identidad afectada, en mayor o menor grado, por los conflictos que los aquejan. Precisamente, creemos que uno de los motivos conscientes o inconscientes por el que acuden al análisis es la necesidad de consolidar su sentimiento de identidad.* Los cuadros obsesivos y los esquizoides marcarían los extremos de una gama de trastornos de la identidad, configurando la identi- dad rígida y poco plástica por un lado, opuesta a la excesivamente débil y fragmentaria, por el otro. La puesta en marcha del proceso que conduce a la adquisición o maduración del sentimiento de identidad coincide con el comienzo * El sentimiento de identidad expresa en el nivel preconsciente y consciente 1111a serie de fantasías inconscientes que, integradas, constituyen lo que podría- mos llamar la "fantasía inconsciente del self", concepto que será tratado en el capítulo II. En otras palabras, el sentimiento de identidad tiene una parte consciente y otra inconsciente. —— ; 2 0 V mismo del proceso analítico, pues el mismo encuadre ;m;ilíCi<o provee de un "continente" que sirve de contención y línnir pura las proyecciones que vehiculizan "pedazos de identidad". Al mismo tiempo, ese continente será el crisol donde tendrán lugar las com- plejas operaciones que sufrirán esos "pedazos"hasta poder ser integrados. Al hablar de "pedazos de identidad" usamos una metáfora que creemos que describe las fantasías inconscientes de ciertos pacientes, subyacentes a la falta de relación entre distintos niveles de regre- sión yoica, partes disociadas de su yo, determinados roles o bien identificaciones con distintos objetos que funcionan independiente- mente unos de otros, como "islotes", hasta cierto punto desvincu- lados entre sí. Si bien es cierto que con la imagen que acabamos de describir nos referimos más bien a las características de la identidad dispersa, propias de la esquizoidía, creemos que la noción de continente es igualmente válida para los otros tipos de perturbación de la iden- tidad, que afectan a las otras formas clínicas de neurosis y psicosis. Quisiéramos aportar otra imagen plástica que nos parece ilus- trativa para la comprensión del significado de la situación analítica y de su encuadre, como límite y continente: es la que representa al analista como brazos y, más regresivamente, como una piel que contiene todas las partes del bebé-paciente (1). Estamos de acuerdo con M. Mahler (14) cuando señala la im- portancia de la experiencia del contacto corporal placentero con la madre en que se libidiniza la superficie del cuerpo, percibiéndose esta superficie como límite entre el yo y el mundo. Agrega que la madre debe servir de buffer frente a los estímiüos internos y exter- nos difíciles de tolerar, como condición para el establecimiento del sentimiento de identidad. Este concepto se acerca al de la capacidad de rêverie (2) o ensoñación de la madre, que puede hacerse cargo de la intensa an- gustia "de muerte del niño. Podríamos decir que la madre-analista coñtiene, se hace depositaría, del germen de la identidad rudimen- taria del paciente, su memoria, su función sintética: el analista contiene el germen y la argamasa de la identidad del paciente. Creemos que con la garantía del continente-piel-análisis el ana- lizado puede aceptar más fácilmente la regresión que, en estas con- diciones, implica menos riesgos. La regresión es otro de los factores esenciales dentro del pro- ceso de adquisición de identidad en el análisis, ya que lleva al pa- ciente a revivir distintos momentos de su evolución, que determina- ron la patología de su identidad. Tenemos en cuenta los conceptos de Winnicott (17), Kris (12) y Erikson (4) acerca de la regresión que permite la actividad crea- tiva, como aplicables también al problema que estamos estudiando. Sobre todo Winnicott es quien ha acentuado la regresión como un 2 1 If iióiiiriio que lornui parle de la curación, ya que permite volver tiltil» ptiiii deshacer el "lalso self" y reinstalar, en cambio, el selí »un'niii o, luí < Unios casos se producen regresiones extremas en las que lo» ptu ¡entes buscan "tocar fondo", como respondiendo a la fanta- sía IIKonsciente de un nacer de nuevo, con otra identidad. Otra de las características importantes del encuadre de la situa- ción analítica es que determina, además, una dosis de frustración que creemos necesaria y útil, como motor de progreso, en cuanto la ansiedad que determina impulsa a la búsqueda de las capacidades potenciales del propio self. Naturalmente, un exceso de frustración sería contraproducente, ya que anularía una de las garantías básicas que debe ofrecer el encuadre analítico en su función de marco estable y permanente. Por la misma razón, la técnica de apoyo, en ocasiones inducida por requerimiento del paciente angustiado, así como ocurre con las madres sobreprotectoras que coartan la posibi- lidad de independencia de los hijos, dificulta el proceso de diferen- ciación de la identidad propia. Es importante considerar también las relaciones objetales y los mecanismos de identificación que operan en el escenario del proceso analítico, mediante la relación transferencial. Las relaciones objetales son trascendentales en la formación de la identidad, por la necesidad de depositarios que se hagan cargo de las angustias persecutorias y depresivas que el paciente no puede tolerar, y cuya intensidad impide al yo estar en condiciones de organizarse y esta- bilizarse adecuadamente. También son importantes por ser fuentes de elementos de identificaciones, necesarias en la construcción de la identidad. Por otra parte, sirven de puntos de referencia indispensables para la diferenciación. Todas estas funciones, que cumplen las relaciones objetales, se realizan por medio de los mecanismos de identificación proyectiva e introyectiva respectivamente. Debido al déficit de su sentimiento de identidad muchos pa- cientes pueden mostrar gran resistencia al análisis, por la fantasía persecutoria de sentirse invadidos por el analista con la amenaza de que éste les imponga su propia identidad. En otros casos, por el contrario, buscan ser "tragados" o instalarse dentro de la identi- dad del analista para asumir, indiscriminadamente, las cualidades que se le adjudican (identificaciones maníacas) o identificándose totalmente con sus ideologías o teorías.* Nos hemos referido a algunos de los trastornos de identidad que presentan los pacientes que acuden al tratamiento psicoanalí- * Estos mecanismos pueden ser tolerados y, a veces, inducidos por el propio analista que, por problemas narcisistas o contratransferenciales (muchas veces debidos a conflictos de su propia identidad), necesita tener "hijos incondicio- nales" que refuercen y mantengan su identidad en el mundo externo. 2 2 tico, y a los aspectos "continente" del analista y del encuadre que intervienen en la modificación de esos trastornos. Es precisamente esa función "continente", junto con la Inlioi interpretativa, lo que dará lugar"jaique leí proceso de elaborac ión contribuya a la consolidación del sentimiento de idciiiiriari. l'or la acción de este proceso se podrá aceptar la pérdida de las panes infantiles del self, y también el desprendimiento de aquello» ¡ispee- tos regresivos que bloquean el camino para el establecimiento de ios aspectos adultos. Al hablar de la elaboracióri tenemos presente el concepto de duelo involucrado en ella, ya que creemos que se trata de dos proce- sos íntimamente relacionados. Se puede hablar igualmente de un "trabajo de elaboración" y de un "trabajo de duelo", como refe- rencia a la penosa labor que debe realizar el paciente en su enfren- tamiento con las inevitables pérdidas y adquisición de nuevos logros. Una de las renuncias más significativas, con particular gravitación para el desarrollo auténtico del sentimiento de identidad, es la renuncia a la omnipotencia. Estos trabajos de elaboración y duelos son los que permitirán alcanzar el sentimiento de autenticidad dado, a nuestro juicio, por la capacidad de discriminación, producto de sucesivos momentos de insight que implican la toma de conocimiento directo de la realidad interna y externa. I I I Hemos considerado el encuadre analítico y el papel del analista como un frisol "continente" que integra los "pedazos de identidad" del paciente, a través de un proceso que se desarrolla en el tiempo, permitiendo integrar imágenes del self de momentos distintos fun- cionando con vínculos objetales diferentes proyectados en la relación transferencial. Sobre la base de los conceptos expuestos, queremos plantear la idea de que la identidad es la resultante de un proceso de interrelación de tres vínculos de integración: espacial, temporal' y social respectivamente. El primero comprende la relación entre las distintas partes del self entre sí, incluso el self corporal, manteniendo su cohesión y permitiendo la comparación y el contraste con los objetos; tiende a la diferenciación self-no self:/ individuación, (J Lo denominamos vinculo de integración espacial. ¡ El segundo apunta a señalar un vínculo entre las distintas repre- sentaciones del self en el tiempo, estableciendo una continuidad entre ellas y otorgando la base al sentimiento de mismidad. Lode- nominamos vinculo de integración temporal. El tercer vínculo es el que se refiere a la connotación social de la identidad y„„está dado, a nuestro juicio, por la relación entre 2 3 Sftjifi iim (]t*l hcli y .iHprcios (le los objetos, mediante los mecanismos «• idnililH,u¡úi» pioyet(iva e introyectiva. Sería el vinculo de inte- ghit II'III social. ¿(Vmio se (i!»servan y evolucionan estos vínculos en el proceso ¡tnnllliío? Kn lo que se refiere al vínculo de integración espacial, en las primeras etapas del proceso analitico, el paciente.no se siente inte- grado ni es capaz de discriminarse del analista (discriminación sujeto-objeto); por el contrario, las características de este primer período son de extrema dependencia que se intenta neutralizar me- díanle el aumento del acting out y la intensificación de defensas parauoide-esquizoides y maníacas. Ya nos habíamos referido anteriormente a que la vinculación de las distintas partes del self entre sí puede establecerse y conso- lidarse gradualmente mediante la utilización del encuadre y del analista como continente. En cuanto al ¡segundo vínculo, el de integración temporal» mientras el paciente se encuentra en plena fase p a r a n oide-esquizoide. la disociación esquizoide se produce también en el tiempo, con predominio del proceso primario, de modo que la noción de mis- muTací en el tiempo es muy lábil. El paciente suele hablar de su pasado, pero manteniendo su yo anterior disociado de su yo aclual, o sin rapacidad para prever el futuro. Kn es(e seiilido, la continuidad y regularidad de las sesiones es un aspecto del encuadre que fortalece el sentimiento de continuidad j de las distintas representaciones del self en el tiempo. Por la misma razón es útil poder hacer interpretaciones-síntesis que esclarezcan ei sentido o el movimiento de todo un período de análisis. El tercer vínculo, el de integración social, implica la noción i de pertenencia a un grupo que, en la situación analítica, es ei ¡constituido por la pareja paciente-analista que reproduce el primer i vínculo grupal madre-hijo. La ¡incorporación del padre ¡que, en la situación analítica estaría dada por la doble connotación transferencial materno-paterna del analista, amplía los límites grupales. Si bien con un propósito didáctico y de mayor claridad hemos, descripto separadamente cada uno de estos vínculos, debe enten- derse que funcionan simultáneamente e interactuando. Las distin- tas partes del self no podrían integrarse a lo largo del tiempo sin encontrarse integradas espacialmente; sobre la base de estas inte- graciones espaciales y grupales el sujeto podrá vincularse con los. objetos del mundo externo (vínculo social) de una manera real y discriminada. l'or otro lado, la patología incluye también todos los vínculos al mismo tiempo, aunque puedan predominar los trastornos de u n a de ellos mientras los otros vínculos permanecen más preservados. Así por ejemplo, en los estados esquizoides, en la despersonaliza- 2 4 ción y en la confusión, la patología más importante se prcimnM cu el nivel del vínculo espacial; en los estados seniles, ciertas loiim»» de esquizofrenia, lesiones cerebrales, el trastorno mayor se mani- fiesta en el vínculo temporal; en la simbiosis, acting out, psicopa- tías, paranoia, el vínculo más afectado es el social. Estos tres vínculos que se caracterizan al comienzo del análisis por su precariedad y falta de consistencia, se van consolidando pau- latinamente a medida que, con la evolución del proceso analíiico, disminuyen las identificaciones proyectivas y aumentan las identi- ficaciones introyectivas, brindando mayor fuerza y cohesión al yo, con adquisición de insight y mayor capacidad de discriminación entre mundo interno y externo, sujeto y objeto, fantasía y realidad, y con una elaboración de los duelos por aspectos del self y del objeto; es decir, todo lo que lleva a la elaboración de la posición depresiva. IV El, sentimiento de identidad, resultante del proceso de inter- acción de esos tres vínculos, integración espacial del self, integra- ción temporal del self e integración social, pasa por distintas crisis a lo largo de su evolución en el proceso psicoanalítico. Estas crisis comienzan, generalmente, con marcadas característi- cas paranoide-esquizoides y se resuelven por medio de mecanismos depresivos. Claro está que en los primeros períodos predominan los aspectos paranoide-esquizoides de estas crisis, especialmente cuando las seudoidentidades y fachadas empiezan a desmoronarse. Pueden surgir entonces estados de confusión, despersonalización, o pueden manifestarse psicosis latentes, como consecuencia de la rup- tura de las defensas. Las separaciones pueden actuar como factores desencadenantes de estos episodios. Más avanzado el análisis, y sobre todo en sus etapas finales, predominan los aspectos depresivos de estas crisis de identidad, especialmente cuando se produce la elaboración de los duelos. Las distintas crisis descriptas que ocurren duranlr el procedo analítico corresponden a las crisis que surgen desde las pnint:niN épocas del desarrollo. A partir de la primera separación inudt'c-hijo en el momento del nacimiento, seguida de una elapa < onliiNional y un período paranoide-esquizoide, que se resuelve en una primera posición depresiva, estos ciclos se repiten a lo largo de Ja vida. Asi se producen crisis como consecuencia del destete, en la culminación de la situación edípica resuelta en la latencia, en la eclosión puberal resuelta al final de la adolescencia y en el acmé de la edad media de la vida, donde surge por un más cercano enfrentamiento con la fantasía de muerte y se resuelve por una nueva elaboración de la posición depresiva. Un nuevo repunte de ansiedades paranoide- 2 5 esquizoides se produce en la crisis de identidad de la senectud, que debería poder resolverse también en forma depresiva. Esto justifica la utilidad del análisis a cualquier altura de la vida, como una forma de garantizar la adquisición y mantenimiento de un sólido sentimiento de identidad, expresión de salud mental. S I N T E S I S En este primer capítulo pasamos revista a las definiciones del concepto de identidad más aceptadas en la literatura psicoanalítica. Exponemos luego nuestro punto de vista, de acuerdo con el cual el "sentimiento de identidad" es la resultante de un proceso de interacción continua de tres vínculos de integración, que deno- minamos espacial, temporal y grupal. Consideramos como vinculo de integración espacial la relación entre las distintas partes del self entre sí, que permite correlativa- mente la diferenciación self-no self; el vínculo de integración tem- poral es el que establece una continuidad entre las distintas repre- sentaciones del self en el tiempo; el vínculo de integración social es el que relaciona aspectos del self con aspectos de los objetos, me- diante los mecanismos de identificación proyectiva e introyectiva. Describimos luego estos procesos de integración, en el campo de la relación paciente-analista durante el tratamiento psicoanalítico y las funciones que cumplen, en ese sentido, el encuadre, la relación transferencia! y la posibilidad de elaboración de los duelos. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 1) Bick, E.: ''La experiencia de la piel en las relaciones de objeto tempranas". Rev. de Psic., XXVII. 1. 1970. 2) Bion, W. R.: Aprendiendo de la experiencia. Buenos Aires. Paidós, 1966. 3) Erikson, E. H.: "The problem of Ego identity". J. Am. Psycho-Anal. Ass., IV, 1956. 4) Erikson, E. H.: Childhood and society. Nueva York, Norton Co., 1963, edición. 5) Federn, P.: "Panel on child analysis", The Annual Survey of Psychoanalysis. Ed. by J. Frosch and N. Ross. Nueva York, Int. Univ. Press, V, 1959. 6) Freud, S.: "Address to the Society of B'nai B'rith". S.E. XX. 7) Greenacre, Ph.: "Early physical determinants in the development of the sense of identity", J. Am. Psycho-Anal. Ass., VI, 1958. 8)Grinberg. L.: "Sentimiento de identidad y elaboración del duelo por et self" en Culpa y depresión. Estudio psicoanalítico, Buenos Aires, Paidós, 1071, 2' edición. 9) (¡ihibcrg, L. y R.: ''La adquisición del sentimiento de identidad en el pro- <:<•«<> analítico", Rev. Urug. de Psic., VIII, 3, 1966. 1(1) |iu<il)«(in, E.: The self and the object world. Nueva York, Int. Univ. Press» 1009. 2 6 11) Kramer, P.: "Problems of identity". Comunicación ;i l;i ). Am 1'iyi Im /Vmil Ass., VI> 1958. 12) Kris, E.: Psicoanálisis y arte. Buenos Aires, Paidós, 195.1. 13) Lichtenstein, H.: "Identity and sexuality". J. Am. I'syrlw-Anal. /J,v.»„ IX. 2, 1961. 14) Mahler, M.: "Problems of identity". Panel publicado en In ./. Am. I'sytlm- Anal. Ass., VI, 1958). 15) Royer, G.: "Dificultades en el duelo, en relación con los procesos «le (lile renciación e individuación". Presentada en la Asoc. Psicoatial. Av^cnllm», 1963. 16) Tausk, V.: "Sobre el origen del aparato de influencia en la esquizofrenia", Rev. de Psic., II, 3, 1944-45. 17) Winnicott, D.: "Metapsychological and clinical aspects of regression within the psychoanalytical set-up". Int. J. Psycho-Anal.. XXXVI, 1, 1955. 2 7 Capítulo II Y«i V SI.I.I'. SU DELIMITACION CONCEPTUAL* I INTRODUCCION Antes de desarrollar separadamente cada uno de los vínculos consliiolivos de la identidad a los que nos referimos en el capítulo anterior, consideramos conveniente intercalar un capítulo en el que se intenten aclarar las diferencias entre los conceptos de yo y self.** En la literatura analítica los términos yo y self son de uso corriente. Sin embargo, su empleo choca con dos dificultades. Una, conceptual, ya que los términos no están claramente separados entre sí. Otra, semántica, porque no existe un criterio uniforme para definir qué se entiende por self, no obstante tratarse de un con- cepto cuya debida comprensión es realmente operante dentro del estudio del proceso analítico. * Este capitulo es una versión modificada del trabajo del mismo título realizado por León Grinberg y la colaboración de un Grupo de Estudios inte- grado por J. L. de Cvik, N. Cvik, T. Gioia, I;. Guiard, A. Perrota, M. Rabih, R. Raimondi, G. Stein y J. Szpilka, y publicado en la Revista de Psicoanáli- sis. (6) ** Probablemente, la primera cuestión que podría suscitarse es si en inglés "self" significa estrictamente "sí mismo". Por lo tanto, consideramos útil la siguiente nota que aclara brevemente las implicaciones, usos y significados que "self" ha tenido en su idioma original a lo largo del tiempo. La palabra "self" usada como prefijo tiene significado reflexivo con res- pecto al segundo elemento del compuesto; y de los trece compuestos originales del Viejo Inglés, solamente ha llegado hasta nosotros '"selfwill". Como pro- nombre y adjetivo pronominal, tiene el sentido del latín "ipse" (sí mismo) y en relación con un sustantivo o pronombre, indica enfáticamente que la refe- rencia se hace a la persona o cosa nombrada y no a otra. 2 8 Es ventaj&sa la posibilidad de trabajar con conceptos a.wqulblf y manejables al punto de permitir comparaciones, poder csiablc« ci coincidencias y disidencias, y tener así una visión panorámica »leí todo, cotejando al mismo tiempo esquemas tan dispares corno el de M. Klein, el de Hartmann-Jacobson y el de Wisdom. Es desven- tajosa la simplificación a veces excesiva que puede —por lo menos aparentemente— dar una idea ingenua de planteos complejos. I I HISTORIA DE LOS CONCEPTOS PSICOANALITICOS SOBRE EL SELF La problemática en torno al concepto psicoanalítico del self comienza explícitamente con Hartmann (7) cuando hace la distin- ción ej^re el yo - como sistema psíquico— y el self —como concepto referido al "uno mismo"—. Hartmann afirma que "yo", como concepto^psicoanalítico, no es sinónimo de "personalidad" ni de "individuo"; no coincide con "sujeto" como opuesto al "objeto" de la experiencia y es algo más que la concíentización del senti- miento de "sí mismo". Según este autor, en la teoría psicoanalítica, "el yo es un concepto de muy diferente orden, es una subestructura de la personalidad y se define por sus funciones". Agrega que nunca se ha hecho una clara diferenciación entre yo, self y perso- nalidad *, pero que hacerla es esencial si uno desea ver claramente los problemas relativos a la psicología estructural de Freud. "Ac- tualmente —dice— al usar el término 'narcisismo', dos conjuntos opuestos parecen fusionados en una sola cosa. Uno se refiere al self (sí mismo) en contraposición al objeto. Otro se refiere al yo (como sistema psíquico) distinguiéndolo de otras subestructuras de la personalidad" (7). El contraste entre estos conceptos y los expresados por JEL_Hgi- mann (10) en 1942 ilustra los diferentes criterios al respecto, que llevan a la confusión. Por yo, ella entiende "la suma de los senti- mientos, emociones, impulsos, deseos, capacidades, talentos y fanta- sías del individuo, es decir, todas las fuerzas y formaciones psíquicas que una persona identificaría como algo propio, experimentando la sensación: 'ese soy yo'". Freud insistió repetidamente en la importancia del j o corporal en el desarrollo del yo (4): esto se refiere a la influencia de la imagen del cuerpo en la diferenciación del self del mundo de los objetos, pero también al hecho de que las funciones de los órganos que establecen contacto con el mundo exterior, caen gradualmente bajo el control del yo. Esta postulación conduce a Hartmann, para * En nuestro trabajo, empleamos "personalidad" como sinónimo de self. 2 9 «vitar la confusión, a la necesidad de discriminar el self, como sí mismo, en contraposición al yo como sistema orgánico. El mismo problema se lo plantea al definir al yo por sus funciones: debe conceptualizar la interrelación que existe entre las estructuras psí- quicas como sistema (yo, ello, superyó) o como subestructuras (fun- ciones del yo), y la persona total. La palabra "yo" está empleada para denotar "un conjunto de procesos psicológicos tales como pensar, percibir, recordar, sentir, que tienen una función organizativa y de regulación en relación con el self y que son responsables del desarrollo y ejecución de un plan de acción para lograr la satisfacción de los impulsos internos por un lado, y por otro de las exigencias ambientales." La palabra "self" indica "las formas en que el individuo reacciona ante sí mismo, en que se percibe, piensa y valora a sí mismo y cómo, me- diante diversas acciones y actitudes, trata de estimularse o defen- derse". El self es, por lo tanto, un concepto intermedio entre los relacionados con los fenómenos intrapsíquicos y los concernientes a la experiencia interpersonal. Las primitivas ideas de Hartmann (7, 8) dieron a Jacobson (IB) la posibilidad de elaborar más profundamente el concepto de self que engloba —según ella— a la persona total del individuo, incluyendo al cuerpo y sus partes y a la organización psíquica^ sus partes. Esta autora piensa que en la primitiva etapa de indiferen- ciación yo-ello existe lo que denomina el "self psicofisiològico pri- mario" en el cual hay simultáneamente fuerzas libidinosas y fuerzas agresivas que, tomando por objeto a este self psicofisiològico prima- rio, dan nacimiento al narcisismo y al masoquismo primario *. Cuando se inicia el desarrollo del yo, éste incorpora en su acervo mnémico representaciones de los objetos, y a medida que el indivi- duo crece, va diferenciando lo interno de lo externo y, por lo tanto, el self de los objetos. Así se diferencian también las "representa- ciones en el yo" que paulatinamente se separan en "representacio- nes de objetos" y "representaciones del self". El masoquismo y el narcisismo secundarios corresponderían a cargas agresivas y libidino- sas de estas representaciones del self, contenidas en el yo y ya dife- renciadas. Sobre el tema de la representación del self dentro del yo, * Este concepto parece encerrar una contradicción,ya que si hay fuerzas que toman por objeto al self, es necesario también que haya un sujeto (yo) que sea capaz de establecer el vínculo entre estas fuerzas y el self. Se hace imprescin- dible, por lo tanto, la ratificación de la existencia de un yo temprano, tal como lo postula la escuela kleiniana. También se nos ocurre que parece existir cierto par ali li, mire lo que Freud denominó yo corporal y el concepto de Jacobson de srlf |>N¡< oliNiológico primario. Finalmente, le dejamos planteada una pregunta ul lot loi ; cuando Freud decía que el yo es ante todo un yo corporal, ¿se refería » (|tit> t i yo en ;mle lodo un self, puesto que él consideraba a las funciones yoicas mtiii» de ¡ipiuicióM lardía? 3 0 liaremos una, breve digresión. Según Jacobson, esta representación; surge de dos íuentes: * * 1) Por incorporación directa de las sensaciones que emanan de la actividad Tuñcional del organismo, tanto psíquico como físico. 2) Por la percepción indirecta —a la_manera de la percepción sensorial— del self tomado como objeto del yo. En él comienzo de la vida se confunden dentro del yo tanto las fuentes directa e indirecta que dan lugar a la representación del self cuanto las percepciones que dan lugar a las representacio- nes de objeto. Al no estar diferenciadas las representaciones del self de las representaciones de ^íbjétb^ tampoco lo están las nociones de mundo interno y mundo externo que se asientan, naturalmente, en una clara discriminación en el yo de ambos tipos de represen- taciones. Este estado primitivo de indiferenciación es un punto regresivo al cual se vuelve en la enfermedad psíquica, perdiéndose la diferenciación lograda entre self y objetos, entre mundo interno y mundo externo, entre realidad y fantasía. Esto correspondería, dentro de la nomenclatura kleiniana, a una regresión particular por fracaso de los mecanismos disociativos, que lleva a la indiferen- ciación entre realidad-fantasía, sujeto-objeto, mundo interno - mun- do externo, símbolo - objeto simbolizado. La representación del self en el yo contiene: í) Las características, potencialidades, funciones del cuerpo, la apariencia corporal, su anatomía y fisiología. 2) La imagen del yo, de los sentimientos, pensamientos, deseos, impulsos y actitudes —conscientes y preconscientes— y la idea de la propia conducta física y mental, 3) El ideal del .yo y el superyó. Ideales y escalas de valores conscientes y preconscientes. Una estimación del grado de efectivi- dad de lafaútocrítica. 4) La parte del ello que comunica con el yo. 5) Un concepto de la suma total de los aspectos parciales arriba mencionados, que integra al self en una entidad organizada y dife- renciada de su ambiente. De la diferenciación y permanencia de las representaciones del self en el yo depende el sentimiento de la identidad. El indi- f viduo sabe que es ¿1 mismo a través de los cambios, en la medida j en que su yo contiene una clara representación de su self y de los / cambios que éste ha experimentado en el transcurso del tiempo, j con conservación de su unidad. El yo es, al comienzo, ese aspecto del funcionamiento mental encargado de ordenar la realidad en figura y fondo en relación con ** La percepción sensorial externa es excluida como fuente de la repre- sentación del self en el yo. 3 1 loa «tUmuloi del momento y con las experiencias pasadas, lo cual permite diferenciar al selí (figura) del no-self (fondo) (2). Por <iüu pin (r, el lado y el dolor son experiencias que contribuyen al logro <lc esta diferenciación (12). I ,u identidad contiene dos aspectos: uno referido al self y otro referido al yo y vinculado con su función sintética. I.o que se evidencia en el self son las infinitas secuencias de transformaciones corporales y de conducta que ocurren durante la vida del individuo. La percepción del self permite obtener una constante, derivada de esa multitud de transformaciones. Esta cons- tante es una característica de nuestro muñdó interno y una expe- riencia de nuestro self. El self tiene una dimensión temporal "tjue abarca las fases cambiantes de la niñez, la adolescencia y la adultez. La vida futura se incluye en la experiencia de nuestro self, que también engloba todos los "selves" pasados de la vida y los poten- ciales no vividos aún (16). Nos cabe una pregunta: ¿es posible definir al yo como el agente actual del self, como receptor, orga- nizador y efectoir jdéL self en cada momento? Creemos que sí. En la organización psicótica se desarrolla un falso self desti- nado a proteger al verdadero hasta el momento en el cual una situación ambiental más favorable —o la regresión inducida por la situación analítica— permite "descongelar" la situación y que el verdadero self, que había quedado encubierto, sea reconquistado por el yo ('.'. i) . Kn M, Klein (14, 15) aparece mencionado el self, pero es difícil establecer si ella tenía una exacta delimitación del concepto. Con j 11. Segal (l'J) las cosas se aclaran un poco, ya que ella se refiere a la identificación introyectiva como consecuencia de la introyección del objeto en el yo (que adquiere así alguna o todas las características de aquél) y a la identificación proyectiva como el resultado de la proyección de partes del self en un objeto. M. Klein dice al referirse a la identificación proyectiva: "implica expe- ler substancias peligrosas (excrementos) fuera del self y dentro de la madre. Junto con estos peligrosos excrementos, expelidos con odio, partes disociadas del self son también proyectadas en la madre o —como preferiría decirlo— dentro de la madre" (15). - | J . O. Wisdom (22) se ha ocupado del tema que nos interesa y sus"~traBajós nos resultaron particularmente atractivos, porque trató de relacionar sus propias ideas con los conceptos de Hart- mann y Jacobson. De Wisdom transcribimos, en versión simpli- ficada '*, y como memento, el esquema con el cual este autor obje- tiviza sus concepciones. Más adelante, y tomando este esquema como antecedente, nosotros incluiremos el nuestro. Wisdom (23) distingue * La versión completa puede consultarse en Comparación y desarrollo de las teorías psicoanallticas sobre la melancolía, de J. O. Wisdom (23). 3 2 de_jmobjeto al mundo interno: 1) El objeto incorporado puede f5mjr"~parte de lo que él llama la "órbita" y ser visto por el m il m OBJETOS REALES 1. OTbi ta y objetos orb i ta les 2. Relaciones objetales internas 3. Objetos nucleares introyectados como un objeto interno que mantiene con él relaciones objetales internas. A este proceso él autor lo dénomina "identificación o in- troyección orbital". 2) El objeto puede ser incorporado al núcleo, formando parte así de la perspectiva del self, que no tiene relacio- nes objétales con este objeto, sino que por el contrario, unido a él, mira al mundo tanto externo como interno. Aquí se trata de una "icleñtifícación o introyección nuclear". Según Wisdom, la identi- ficación y la identificación introyectiva, tal como se mencionan en la literatura, se refieren probablemente a la introyección nuclear. El concepto de self es empleado por él "en su sentido ordinario" que supone límites elásticos: es a veces equiparado con el núcleo: a veces con el núcleo y la totalidad del mundo interno; a veces incluye, otras excluye al cuerpo. En la introyección nuclear, el self siente "con" el objeto. En la orbital, siente "hacia" el objeto. Tal como se ve en el dibujo, Wisdom considera que su núcleo y su órbita son equivalentes de la representación del self y las repre- sentaciones .de objeto de E. Jacobson, respectivamente. I I I INTENTO DE SISTEMATIZACION Trataremos aquí de dar forma coherente a los múltiples con- ceptos considerados hasta ahora. Esto supone establecer nexos entre puntos distantes; separar, para hacer distintos, conceptos de- masiado cercanos; tener en cuenta críticas propias y ajenas inten- tando obtener un instrumento útil, que sea confiable y permita continuar la investigación,aunque su utilidad sólo sea operante dentro de condiciones limitadas. Creemos posible el siguiente en- sayo o diferenciación: a) XPI- Es la estructura psíquica descripta por Freud, que incluye la fantasía inconsciente del se l fen el yo. Corresponde al núcleo del esquema de Wisdom y contiene la representación del self de E. Jacobson. b) Ji No-Yoj - Está dentro del self y comprende lo orbital de Wis- dom (objetos internos, y. entre ellos uno que tiene características propias: el superyó) y las representaciones de objeto ,de la nomen- clatura de E. Jacobson. Empleamos, como se ve, de una manera distinta a la corriente, la denominación de no-yo. Para nosotros, el no-yo está dentro del self y cuando se extiende más allá del self, se transforma en no-self. Así como el self necesita del no-self como espacio-tiempo, el yo necesita del no-yo para hacer sobre él las proyecciones intrapsíquicas. c) _ S E L F - Incluye al yo Y al no-yo. Es la totalidad de la propia persona. Incluye también al 'cuerpo con todas sus partes. la estruc- tura psíquica con todas sus partes^el vínculo con los objetos exter- nos c internos y al sujeto como opuesto al mundo de los objetos. d) N O - S E I . F - Puesto que nosotros no consideramos al yo como equivalente de persona total, el no-self comprende los objetos ex- ternos y el mundo externo. e) FANTASÍA INCOSCIENTE DEL SELF EN EL YO -,. Si bien la deno- minación "representación del self en el yo" comprende los cinco ítems descriptos por E. Jacobson que transcribimos antes, nosotros consideramos incompleta esta enumeración, porque ella no incluye las fantasías inconscientes. Tampoco nos satisface la expresión "re- presentación del self" porque se refiere a lo consciente y precons- ciente, y nos parece preferible hablar de "fantasía inconsciente del self en el yo" para designar el conjunto de fantasías inconscientes, vinculadas con los elementos constituyentes de la representación del self en el yo. Sobre este último punto, unos párrafos que lo complementan. Normalmente, todos los aspectos del self están integrados en la fantasía inconsciente del self en el yo. Naturalmente, en los cuadros psicopatológicos, esta situación se altera (17) y se produ- cen variaciones cualitativas y cuantitativas que pueden tener distin- tas consecuencias. Uno de nosotros (5) señala que puede ocurrir, por ejemplo, que aspectos del self sean sentidos por el yo como pertenecientes al no-self. Esto se debe a que la fantasía inconsciente del self en el yo, una vez integrada en el curso del desarrollo, 3 4 puede perder cohesión por el funcionamiento patológico »Ir 1» identificación proyectiva. Recalca la importancia de ION inri M U Í » mos obsesivos más evolucionados o "realistas" que permiten el cou trol de las partes del self proyectadas en el objeto y sirven puní mantener un cierto grado de integración y diferenciación del arlf, Cuando, por diferentes motivos, el yo siente una amenaza rom ra el estado de cohesión del self, estos mecanismos de control tienden ti incrementarse. En ocasiones, sin embargo, el estímulo es Hulidcri« temente intenso como para inhibir de manera temporaria o perma- nente el funcionamiento de estos mecanismos. La consecuencia inmediata puede ser una pérdida del control de los aspectos pro- yectados, lo cual desencadena una desorganización en el estado del self, cuyos efectos son los trastornos del sentimiento de identidad, la sensación de extrañamiento y la perturbación de la relación objetal que caracterizan al fenómeno de la despersonalización. Otra consecuencia posible es la vuelta a la utilización del control omnipotente y la caída en estados regresivos psicóticos confusionales. Otra alteración que podemos considerar es la que se produce cuando se sienten como perteneciente^ al self, aspectos que ya no forman parte de él. Esto sucede cuando no se-puede elaborar el duelo por las partes perdida;? del self, y un caso extremo ilustra el "miembro fantasma", cuadro en el cual se sigue percibiendo dolo- rosamente el miembro amputado. Este cuadro confirma las ideas de Hoffer acerca de la importancia del dolor para lograr la discri- minación entre self y no-self. Otro aspecto de la cuestión puede ser la consideración de la to- pografía de la disociación en el yo y en el self y los diferentes jplanos en que puede producirse. Seguimos parcialmente a Thorner (20) al decir que, por ejemplo en la hipocondría, la disociación se hace si- guiendo el límite mente-cuerpo, a los efectos de poder mantener ubi- cados en el cuerpo los objetos internos perturbadores. Podríamos decir que la mente queda en el núcleo y un aspecto del cuerpo en la órbita, funcionando para el núcleo como un objeto con el dial tiene relaciones objetales. En otros casos, cuando se proyectan objetos internos malos, muy unidos al yo, se proyectan mu ellos partes del yo mismo. La disociación atraviesa el centro del yo o, según nuestra particular opinión, el núcleo. Una cita de P. Heimann (11) nos parece ilustrativa. Al iel'e rirse a la combinación de mecanismos de defensa que •< da en ciertos estados paranoides, muestra cómo "el t i p o p a r a n o i d e de introyección internaliza un objeto odiado y temido y la situación intrapsíquica que resulta de esta introyección repite y continúa la relación entre el individuo y su perseguidor externo. El mismo sadismo que el sujeto —el 'yo como totalidad'— dirige hacia el objeto exterior, es vuelto por el yo (como parte sistematizada de la perso- nalidad total) contra su objeto introyectado". Una parte del yo 3 5 aquella que ¡ilberga al objeto introyectado perseguidor— es sacri- ficada, es disociada del resto y puesta aparte de la organización del yo, perdiendo así su calidad yoica. Esta disociación es com- parada por P. Heimann con la técnica de autonomía de los lagartos, los cuales si son aprisionados por la cola, la separan del cuerpo y, aunque mutilados, escapan. Perder la calidad yoica significa que la parte disociada deja de pertenecer a la fantasía inconsciente del self en el yo. Para la fantasía inconsciente esto es tan concreto como la pérdida de una parte del cuerpo para el lagarto. En otras palabras, la parte así disociada deja de estar en el núcleo y no forma ya parte de la identidad. IV ESQUEMA FINAL Nos resultó útil —por eso lo transcribimos— un esquema que derivamos del de Wisdom a los fines de objetivar, aunque sea par- cialmente, la sistematización que acabamos de mencionar. Este gráfico corresponde a la geografía de una fantasía inconsciente que estarla ubicada dentro del yo y desde la cual el yo vería todo el territorio correspondiente a su aparato psíquico. Creemos (pie es suficientemente explicativo de por sí. Estamos lejos de pretender que sea completo ya que —como todo esquema de tipo figurativo bidimensional— tiene limitaciones y restricciones. Es estructural y, por lo tanto, no es posible ubicar dentro de él sino los elementos para situar los cuales fue concebido. Podríamos, por ejemplo, explicar dónde está el ello, pero nos sería imposible dibujarlo, aunque se puede inferir que —al igual que en la concep- ción freudiana— el yo emerge del ello. Quizá sería preferible pres- cindir de estos modelos visuales, pero el presente tiene alguna ventaja: permite cierta ubicación dentro de lo que hasta hace poco era "tierra de nadie". Al mismo tiempo, incluye conceptos como la idea de una membrana permeable entre el núcleo y el resto del self, entre el yo y el no-yo y entre el self y el no-self, que tiene profundas raíces en nosotros, aunque utiliza símiles biológicos. Otro tanto hace Bion con su modelo digestivo, lo mismo hizo Freud con su modelo de la ameba. Con todo, el esquema que presentamos puede ser modificado por el lector y admite múltiples variantes. Puede ser configurado en un modelo tridimensional, en el cual todo el esquema "flote" en el ello indiferenciado, o cualquier otra forma. Lo importante es que vale, si tiene utilidad, aunquesea parcial. 3 6 I ÍSelf (incluye la línea límite) 1. Objetos orbitales (Wisdom) Representaciones de objetos (Jacobson) 2. Núcleo ("Wisdom) Representación del self (Jacobson) 3. Objeto interno 4. Objeto externo V RECOMENDACIONES SEMANTICAS Dos palabras sobre el aspecto semántico de la cuestión. En la literatura analítica en nuestro idioma —especialmente en las tra- ducciones— el self es denominado "yo", "personalidad", "persona", "sí mismo",« "uno mismo", "ser", etcétera. La consecuencia inme- diata es que conceptos originariamente claros se tornan confusos y ambiguos. Por lo tanto, creemos conveniente recomendar la in- corporación definitiva a nuestro idioma del vocablo "self", de la misma manera que se ha hecho con otros términos psicoanalíticos como "insight", "acting out", etcétera. Igualmente sugerimos desistir de cualquier intento de intro- ducir más términos para designar al self y, al mismo tiempo, cuidar en los trabajos y traducciones de emplear bien discriminada la palabra "yo" cuando se refiera a la estructura psicoanalítica clásica- mente descripta por Freud; y "self" cuando se refiera a la persona total. VI * En la misma línea, quisiéramos clarificar los conceptos de "tem- peramento", "carácter" y "personalidad", de acuerdo con el criterio de la mayor parte de los autores que estudiaron esos temas. * Este último apartado no pertenece al artículo original "Yo y self. Su delimitación conceptual". 3 7 Kl Irtlililio leniperainenlo designa los fenómenos característicos de In imHi i i i l tVi i emocional de un individuo, fenómenos entre los < UXLR* NC encuendan su susceptibilidad a la estimulación emocional, mi liileiwídad y velocidad de respuesta habituales, la cualidad de «ti esiado de ánimo predominante y todas las peculiaridades de lluetnación e intensidad de su estado de ánimo. Estos fenómenos son considerados dependientes de su estructura constitucional y, por lo tanto, como de origen principalmelEte hereditario (1). El carácter del hombre estaría determinado por la sociedad. Kl medio impone frustraciones específicas, obstruye ciertos modos de reacción a ellas y facilita otros. Sugiere ciertas actitudes de los otros como modelos, contribuye a formar sistemas de referencia internalizados en la misma medida en que lo hacen las instancias más profundas. Las capas más superficiales del carácter represen- tan, por regla general, las adquisiciones más recientes. Aunque no siempre esto es así. Las regresiones complican el cuadro. El orden en que las diferentes capas van apareciendo en el análisis, puede ser diferente de su orden histórico original, como lo es la profun- didad relativa de las capas geológicas con respecto a su antigüedad histórica. Las actitudes caracterológicas son compromisos entre los im- pulsos instintivos y las fuerzas del yo que tratan de dirigir, orga- nizar, postergar o bloquear tales impulsos. Freud dijo que "los rasgos permanentes de carácter son o bien perpetuaciones intercam- biables de impulsos originales, o bien sublimaciones de éstos, o for- maciones reactivas contra los mismos". Para Wilhelm Reich.. (18) el carácter es, en esencia, un meca- nismo de protección narcisista que se ha hecho crónico y rígido, por lo cual lo denomina "coraza caracterológica". Su desarrollo proviene principalmente del conflicto entre las demandas instinti- vas y el mundo exterior frustrante. Tiende a evitar la angustia y, al mismo tiempo, la absorbe. Por otra parte, satisface indirecta- mente el principio del placer, otorgando gratificaciones libidinosas como en el caso del "carácter genital-narcisista". Se ha señalado frecuentemente que la característica esencial del hombre es su individualidad, o sea el hecho de que el hombre es un resultado único en su género, que no se puede parecer aca- badamente a ningún otro hombre, y se comporta siempre de una manera que le es propia. Generalmente, se ha utilizado el concepto de personalidad para designar esta individualidad psicológica. La definición que propone Filloux es la siguiente: "La personalidad es la configuración única que toma, en el transcurso de la historia del individuo, el conjunto de los sistemas responsables de su conducta" (3). Mientras el carácter es considerado por algunos como un as- pecto de la personalidad (su aspecto expresivo para unos, o su 3 8 aspecto estático para otros), el ronéepto de personalidad se refiere más bien a los factores dinámicos de la conducta, a sus motivaciones, incluyendo el aspecto profundo y menos evidente de la individua- lidad. A nuestro juicio, la personalidad, en la medida en (juc resulta de la individuación-diferenciación, expresa la unicidad del hombre: 110 sólo el ser sino el ser unido. Se nos plantea como interrogante en qué forma podríamos relacionar el sentimiento de identidad, con el concepto .de persona- lidad, ya que este último está referido al individuo tal como es visto por un observador. El sentimiento de identidad, en cambio, es experimentado por ej, sujeto como resultado del proceso de.individuación-diferencia- ción, base del sentimiento de unicidad (ser uno y único) y del sentirse él mismo a través del tiempo, base del sentimiento de mismidad, con su corolario de integración social. Todo ello estaría incluido en la fantasía inconsciente del self que tiene su asiento en el yo, base del sentimiento de identidad; S I N T E S I S Este capítulo tiene por objeto aclarar términos que se utilizan en conexión con el concepto de identidad: básicamente la delimi- tación teórica de los conceptos de yo y self, así como los de "tem-: peramento", "carácter" y "personalidad", de acuerdo con el criterio de autores que estudiaron esos temas, al que agregamos el nuestro.' En relación a "yo" y "self", vocablos de uso corriente en la literatura psicoanalítica, estudiamos la historia y evolución de ese uso, para llegar a un intento de sistematización que relacione coherentemente estos términos y otros a ellos vinculados: yo, no-yo, self, no-self y la fantasía inconsciente del self en el yo. Finalmente, proponemos un esquema, derivado del formulado por Wisdom, a los fines de objetivar esta sistematización. El gráfico propuesto corresponde a la geografía de una fantasía inconsciente que estaría ubicada en el yo, y desde la cual el yo vería todo el territorio correspondiente a su aparato psíquico. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 1) Allport, G. W.: Psicología de la personalidad. Buenos Aires, Paidós, 1961. 2) Bellak, L.: Esquizofrenia. Barcelona, Herder, 1962. 3) Filloux, J. C.: La personalidad. Cuadernos de Eudeba. Buenos Aires, Ed. Univ. de Buenos Aires, 1960. 4) Freud, S.: El Yo y el Ello. S. 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