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Figura 18.1. Hembras adultas (arriba) y machos (abajo) Ascaris lumbricoides. 13-18 cm de largo. Figura 18.2. Áscaris adulto en apéndice. Ascaris lumbricoides El Ascaris lumbricoides es uno de los namátodos más grandes de los que infectan a los seres humanos. El adulto vive en el intes- tino delgado donde puede crecer hasta una longitud de más de 30 cm. Esta infección se encuentra casi dondequiera que haya pobreza en los países en desarrollo. Las estimaciones actuales indican que más de 800 millones de personas están infectadas.1,3 Las consecuen- cias más graves de la infección por áscaris ocurren en niños por estar más predispuestos a sufrir cargas más pesadas de lombrices que los adultos que viven en condiciones simil- ares. Los huevos de áscaris prosperan en suelo cálido y húmedo, y son altamente resistentes a una variedad de condiciones ambientales. Los huevos pueden sobrevivir en las regio- nes subárticas.4 En algunos países en desar- rollo, los huevos de áscaris son ubicuos y se han recuperado en una amplia variedad de superficies ambientales, incluidas las manos mal lavadas. Los huevos de áscaris han sido incluso detectados en el papel moneda.5,6 La capacidad de los huevos de áscaris para sobre- vivir en estos ambientes inclementes explica la transmisión urbana de la ascaridiasis en las grandes ciudades. Es controvertido si los cerdos pueden servir como reservorio animal para A. lum- bricoides, o si el parásito relacionado, Asca- ris suum, también es transmisible a los seres humanos7. Se ha sugerido que la infección humana surgió en asociación con la domesti- cación de los cerdos, posiblemente en China.8 Sin embargo, la evidencia disponible sugiere que los áscaris en humanos y en cerdos com- prenden poblaciones aisladas reproductivas, lo que sugiere que la transmisión zoonótica no es común.8 Información histórica En 1683, Edward Tyson describió la anatomía del A. lumbricoides, entonces cono- cido como Lumbricus teres.9 Carl Linnaeus le dio su nombre actual con base en su notable Parasitic Diseases 6th Ed. Parasites Without Borders wwww.parasiteswithoutborders.com Figura 18.3. Huevo de A. lumbricoides, fertilizado sin embrión. 60 μm x 40 μm semejanza con el gusano de tierra, Lumbricus terrestrias, que él también bautizó. El ciclo de vida del gusano fue descrito con precisión por Brayton Ransom.11 En 1922, Shimesu Koino informó sobre una serie de experimentos en los que se infectó a sí mismo y al igual que a su hermano menor.12 Para su hermano, Koino optó por utilizar huevos de A. suum, en lugar de huevos de A. lumbricoides. El áscaris del cerdo generalmente no termina su ciclo de vida en los seres humanos, ahorrando así al menor de los Koino una infección abruma- dora. Se sabe ahora que en algunos casos el A. suum en seres humanos puede dar lugar al desarrollo de gusanos adultos.12 El mayor de los Koino ingirió 500 huevos de A. lumbricoi- des y demostró que un síndrome de tipo neu- monía se desarrolló durante la primera fase de la infección, causada por larvas L3 migrando a través de los pulmones en su camino hacia el estómago. El mayor de los Koino enfermó gravemente, pero no sufrió una discapacidad permanente. Ciclo de vida Los gusanos adultos (Figuras 18.1, 18.2) ocupan el lumen del intestino delgado supe- rior, donde viven de alimentos pre digeridos, o quimo, así como residuos celulares del huésped. Las lombrices se mantienen en el lumen del intestino delgado asumiendo una configuración en forma de S, presionando sus superficies cuticulares contra el epitelio columnar del intestino y moviéndose continu- amente contra el peristaltismo. Las lombrices están cubiertas con una cutícula dura y gruesa compuesta de colágenos y lípidos extraños, que les permite resistir con éxito la digestión de las hidrolasas. Las lombrices adultas pro- ducen una batería de inhibidores de la pro- teasa, algunas de los cuales también pueden interferir con la digestión del huésped. La producción de huevos de la lombriz adulta es prolífica, produciendo, en prome- dio, 200.000 huevos por día, cada uno de los cuales puede sobrevivir hasta 10 años en condiciones adecuadas.13 Su útero puede con- tener hasta 27 millones de huevos a la vez. Para sintetizar la cantidad de esterol necesaria para la producción masiva de huevos, el ásca- ris posee una vía bioquímica especial para llevar a cabo esta reacción dependiente del oxígeno en los pliegues de bajo oxígeno del intestino delgado. Reúne los componentes de la reacción sobre una hemoglobina especial ávida de oxígeno.14 Como el áscaris es proba- blemente un anaerobio obligatorio, su hemo- globina podría servir realmente para desin- toxicar su ambiente al eliminar el oxígeno a través de un acoplamiento químico único con óxido nítrico.15,16 Los huevos fertilizados (Fig. 18.3) salen del adulto, pero aún no están fecundados. Los huevos se incorporan a la masa fecal y salen del huésped en las heces. La fecundación tiene lugar fuera del huésped en el suelo, y se completa en la semana 2-4 después de haber sido depositados allí. Los huevos que no llegan al suelo inmediatamente (por ejem- plo, los lodos de alcantarillado municipales) pueden sobrevivir en ambientes húmedos hasta por 2 meses.17 Una lipoproteína única, conocida como ascarósido, ocupa una por- ción de la capa interna del óvulo y puede con- ferir una serie de propiedades de resistencia ambiental atribuidas a los huevos de áscaris. Un segundo componente mucopolisacárido en la superficie de los óvulos proporciona Figura 18.5. Larva de A. lumbricoides en el pulmón de un ratón experimentalmente infectado. propiedades adhesivas, permitiéndoles acu- mularse en diversas superficies ambientales. Los huevos embrionados deben ser tragados para que el ciclo de vida continúe. La larva L1 se desarrolla en la larva L2 dentro del huevo, pero la lombriz retiene la cutícula L2 alrededor de su cuerpo. En el huésped, la larva L2 es estimu- lada para eclosionar por una combinación de condiciones alcalinas en el intestino del- gado, y la solubilización de ciertas capas externas de la cáscara del huevo, facilitada por las sales biliares. Estas condiciones pro- ducen una enzima proteolítica específica de las lombrices, facilitando la eclosión. La pro- teasa del huevo es activada por condiciones alcalinas, asegurando que eclosionará en la localización anatómica correcta dentro del huésped. El proceso infeccioso se acompaña con un cambio dramático en el metabolismo de los áscaris de aeróbico a anaerobio.18 El parásito inmaduro, ahora en el lumen intestinal, penetra en la pared intestinal, entra en la lámina propia, penetra en un capilar y es llevado por la circulación portal al hígado. En el hígado, la lombriz se alimenta de tejido parenquimatoso (foie gras d’homme) y crece (Fig. 18.4). A continuación, migra a través del torrente sanguíneo al corazón, y a la circu- lación pulmonar. La larva muda una vez más y crece más grande, tanto en longitud como en diámetro. Se queda atascada en un capilar alveolar, ya que su diámetro es ahora mucho mayor que el del medio de transporte. La lombriz recibe una señal tímotáctica (táctil), iniciando un comportamiento que resulta en su ruptura en los espacios alveolares (Fig. 18.5). Esta es la fase de la infección que hizo que Koino experimentara una neumonía ver- minosa. La larva migra a los bronquios, hacia la tráquea y a través de la epiglotis; es tragada, finalmente llegando al lumen del intestino delgado por segunda vez. Allí, después de dos mudas adicionales, las lombrices crecen pro- digiosamente, madurando hasta la edad adulta en aproximadamente 6 semanas. Los gusanos adultos entonces se aparean. Ocasionalmente, la producción de huevos puede preceder al apareamiento. Cuando esto ocurre, la lombriz libera huevos infértiles. Raramente, se adqui- ere una única lombriz hembra, lo que también resulta en la producción de huevos estériles. Patogenia Celular y MolecularLas reacciones más intensas del huésped ocurren durante la fase migratoria de la infec- ción. Los antígenos de áscaris liberados durante el proceso de muda tienen propie- dades alergénicas que causan inflamación asociada con la infiltración eosinofílica de los tejidos, eosinofilia periférica y una respuesta de anticuerpos que conduce a un aumento de los niveles séricos de inmunoglobulina E Figura 18.4. Larvas de A. lumbricoides en hígado de ratón experimentalmente infectado. (IgE). Al menos uno de estos alergenos se conoce como ABA-1. Se ha sugerido que las respuestas de IgE a ABA-1 y antígenos relacionados confieren resistencia a infec- ciones por áscaris.19 Debido a los vínculos entre los niveles de IgE, eosinofilia y áscaris, se han hecho varias hipótesis para evaluar el impacto de las infecciones por helmin- tos como ascariasis en el estado atópico del huésped. Entre ellos se encuentra la noción que la atopía evolucionó como un mecanismo adaptativo para promover la resistencia a los helmintos.20 A través de los mecanismos anteriores, las larvas de áscaris desencadenan respuestas alérgicas en los pulmones que se asemejan a la patogénesis del asma.21 Ambos procesos pueden estar vinculados a polimor- fismos del gen β 2 adrenoreceptor.22 Además, los áscaris adultos secretan un factor anti- tripsina que les permite ingerir una porción de cualquier comida antes de ser absorbido por el anfitrión. Los estudios proteómicos a fondo de los productos excretores/secretores producidos por A. lumbricoides y A. suum no sólo ayudan a mejorar nuestra comprensión de cómo este helminto influye en el huésped, sino que también pueden servir como objeti- vos para el desarrollo de la vacuna.23 Los niños en edad escolar están predis- puestos a infecciones intensas con áscaris, aunque la razón de esto permanece incierta. Muchos de los mismos niños también alber- gan un gran número de Trichuris trichiura. Estos niños pueden sufrir alteraciones en su crecimiento físico y en su desarrollo cogni- tivo e intelectual.24 Se ha planteado la hipóte- sis que el áscaris interfiere con la nutrición del huésped, posiblemente a través de la compe- tencia por nutrientes, pero esta hipótesis aún no ha sido probada. Otros estudios indican que los niños infectados con áscaris pueden desarrollar malabsorción de grasa, proteínas y vitamina A, intolerancia a la lactosa de la mucosa intestinal dañada, alteración de la permeabilidad intestinal y anorexia.25 Se ha postulado además que la inflamación intes- tinal crónica conduce a anorexia y caquexia, aunque no hay pruebas sólidas de esto. En Asia y África se han realizado varios estudios longitudinales en los que se compara el cre- cimiento de los niños ascarinfectados con el de los niños que recibieron antihelmínticos, y la mayoría de los estudios muestran una mejoría significativa del peso después del tratamiento.26 En algunos de estos estudios, se registra un mayor aumento de la estatura en comparación con los no tratados. Los efec- tos sobre el crecimiento fueron más pronun- ciados en los niños con las infecciones más graves. Estudios adicionales también sugie- ren que el áscaris puede afectar el procesa- miento mental.27 Enfermedad Clínica Fase Migratoria La intensidad de la respuesta sistémica a la larva de áscaris está directamente relacio- nada con el número lombrices que emigran en cualquier momento. Si la infección es leve y sólo unos pocos parásitos atraviesan los tejidos, la respuesta del huésped es insignifi- cante, y los individuos infectados permane- cen asintomáticos. En infecciones intensas, con la ingestión de cientos o miles de huevos, el paciente puede experimentar neumonitis intensa, agrandamiento del hígado y toxici- dad generalizada que puede durar hasta dos semanas. La neumonitis, conocida como síndrome de Löeffler, se presenta con infil- trados eosinofílicos, una IgE elevada y bron- coespasmo que clínicamente se asemeja al asma. Fenómenos similares también se han descrito entre los trabajadores de laboratorio no infectados que desarrollan broncoespasmo después de la sensibilización previa a los alér- genos de áscaris. Fase Intestinal Aunque las lombrices adultas en el intes- tino usualmente causan pocos síntomas, cuando son numerosas, su gran volumen puede causar llenura e incluso obstrucción. Las lombrices adultas migran cuando están irritadas (fiebres altas, fármacos, etc.), lo que puede llevarlas a perforar el intestino, a pen- etrar en el hígado, a obstruir las vías biliares o a causar peritonitis. Los individuos con infecciones leves y moderadas raramente son sintomáticos. Por lo general, estos individuos toman conciencia de la infección a través del examen ocasional de las heces, por otra razón, debido al paso de una lombriz adulta en las heces o por regurgitación de ésta durante un episodio de vómito. Infecciones intensas pueden conducir a la formación de un gran bolo de lombrices adultas que obstruye el lumen intestinal, especialmente el íleon (Fig- uras 18.6, 18.7). En los países en desarrollo a lo largo del trópico, la obstrucción intesti- nal aguda de los áscaris es una de las causas principales de un “abdomen quirúrgico” en los niños, representando hasta el 35% de toda la obstrucción intestinal en estas regiones y 10.000 muertes anuales.27,28 Ascariasis hepatobiliar (HPA) Las lombrices adultas pueden migrar al árbol biliar, causando ascariasis hepatobi- liar y pancreática. Este problema ocurre más comúnmente en niños pequeños que albergan un gran número de lombrices. La migración de lombrices adultas en el árbol hepatobi- liar puede llevar a colecistitis, colangitis, abscesos hepáticos, pancreatitis y muerte.29,30 Una ecografía masiva de la población general de Cachemira, India, determinó que el 0,5% de los adultos en esta región tenían evidencia de ascariasis hepatobiliar.30 Ascariasis neonatal El ascariasis neonatal puede ocurrir cuando las larvas de áscaris entran en la pla- centa.31,32 Aunque la transmisión transplacen- taria es común entre los áscaris animales, la verdadera extensión de este fenómeno entre los humanos no se conoce. Diagnóstico La infección por A. lumbricoides no puede ser específicamente diagnosticada sólo con base en signos o síntomas durante las fases migratoria o intestinal de la infección. El ascariasis hepatobiliar es difícil de diagnos- ticar mediante técnicas radiográficas conven- cionales, ya que los gusanos suelen salir de la bilis o del conducto pancreático después de provocar síntomas. En algunas zonas Figura 18.6. Niño con abdomen distendido debido al gran bolo de lombrices adultas de A. lumbricoides en el intestino delgado. Figura 18.7. Los áscaris adultos recuperados del niño en la Fig. 18.6. Después del tratamiento con mebendazol. endémicas, la ecografía y la colangiopancrea- tografía retrógrada endoscópica (CPRE) se han utilizado de forma diagnóstica.29,30,33 La sospecha clínica de infección con helmintos intestinales es la razón habitual para solicitar un examen de heces. Los huevos de áscaris (Fig. 18.3, Fig. C.39) se reconocen fácilmente en el examen de las heces. Si sólo algunos huevos están presentes, pueden pasar inadvertidos, pero pueden ser identificados si la muestra de heces se con- centra por cualquiera de las técnicas estándar (ver Apéndice C). Dado que muchos huevos son pasados cada día por lombrices femeninas individuales la probabilidad de encontrarlos, incluso en pacientes con infecciones ligeras, es alta. La presencia de huevos infértiles de áscaris es diagnósticamente significativa, ya que la presencia de una sola lombriz hembra puede tener consecuencias clínicas graves si migra. Ocasionalmente, se observan huevos defectuosos que carentes de mamilaciones externas. Existen pruebas serológicas para detectar anticuerpos contra A. lumbricoides, pero generalmente sólo se usan en estudios epidemiológicos y no clínicamente debido a criterios de costo y especificidad.34.36Aunque están disponibles para otros helmintos, no se dispone de pruebas de antígeno para A. lum- bricoides, pero se han desarrollado pruebas moleculares con sensibilidades lo suficiente- mente altas como para detectar un sólo óvulo de áscaris.37 Tratamiento El albendazol y el mebendazol son los tratamientos de elección para la ascaridia- sis.38,39 Para los programas escolares de des- parasitación, usualmente una dosis única de albendazol (400 mg) o mebendazol (500 mg) es efectiva. El pamoato de pirantel más anti- guo es también efectivo. El citrato de pipera- zina puede utilizarse en casos de obstrucción intestinal, ya que paraliza las uniones mioelé- neas del gusano, permitiéndoles ser expulsa- dos por peristaltismo, aunque este fármaco ya no es ampliamente disponible. La fase migra- toria (parenteral) de la infección es transito- ria, rara vez diagnosticada y no se trata típica- mente. Si la infección es aguda, un síndrome similar a la neumonía puede alertar al médico y los pacientes pueden ser tratados sintomáti- camente con corticosteroides. La intervención quirúrgica es a veces necesaria si un gran número de lombrices conduce a una obstrucción intestinal o biliar. Estas condiciones a menudo se presentan como una emergencia médica debido a la necrosis anaeróbica del tejido intestinal. En algunos casos, las lombrices adultas pueden ser extraídas endoscópicamente. Prevención y control El A. lumbricoides está presente en las zonas templadas y subtropicales, pero encuentra en su mayor prevalencia en las zonas tropicales rurales donde el saneamiento es prácticamente ausente. Debido a que los áscaris son resistentes, es común encontrar también casos de ascariasis en barrios margi- nales urbanos. En algunas regiones de África, el 95% de la población está infectada y, en algunas partes de América Central y del Sur, el 45% está infectado. En los Estados Unidos, la infección fue en un tiempo prevalente en las comunidades rurales del sur, pero no se han realizado estudios más recientes.40,41 El sexo o la raza no tiene ninguna consecuencia epi- demiológica en la distribución de la ascaridia. Aunque las personas de todas las edades son susceptibles, la infección predomina entre los niños en edad escolar, que suelen albergar las infecciones de mayor intensidad. Esta obser- vación, junto con los beneficios sanitarios y educativos de la desparasitación, encabeza- dos por la Asamblea Mundial de la Salud de 2001 recomendó el uso de tratamientos de dosis única de niños con albendazol o meben- dazol como piedra angular de un programa mundial de desparasitación. A través de estos 1. DeSilva, N. R.; Brooker, S., Soil-transmitted helminth infections: updating the global picture. Trends Parasitol 2003, 19 547-51. 2. Hotez, P. J.; Brindley, P. J.; Bethony, J. M.; King, C. H.; Pearce, E. J.; Jacobson, J., Helminth infections: the great neglected tropical diseases. J Clin Invest 2008, 118 (4), 1311-21. 3. Global Burden of Disease Study, C., Global, regional, and national incidence, prevalence, and years lived with disability for 301 acute and chronic diseases and injuries in 188 countries, 1990- 2013: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2013. Lancet 2015, 386 (9995), 743-800. 4. Embil, J. A.; Pereira, L. H.; White, F. 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Los huevos son también resistentes a muchos desinfectantes químicos comúnmente utiliza- dos, y pueden prosperar en las aguas residu- ales tratadas durante muchos meses o años. Giovanni Battista Grassi, MD (1854-1925) Grassi era en efecto un parasitólogo “todo terreno”, trabajando diligentemente en una plétora de sistemas biológicos, incluyendo el desarrollo de invertebrados (termitas y abejas), ciclos de vida del parásito (Ascaris lumbricoides, Strongyloides stercoralis, Ancylostoma duodenale, filaria de varias especies, Hymenolepis nana, Plasmodium vivax (co-descubridor junto con R. Feletti), vectores de la malaria humana y patógenos vegetales que afectan la uvas para vino. Grassi fue un investigador minucioso y observador, e hizo contribuciones significativas al avance del conocimiento en cada uno de estos campos. La fama mundial surgió de su investigación, en colaboración con Amico Bignami, Guiseppe Bastienelli y Antonio Dionisi, cuando identificó al mosquito anofeles femenino como el vector de la malaria humana. Grassi también descubrió qué especies de plasmodios causan el patrón de la fiebre dela malaria. anthelminthic. Am Med Hyg 1973, 22 592-595. 40. Blumenthal, D. S.; Schultz, M. G., Incidence of intestinal obstruction in children infected with Ascaris lumbricoides. The American journal of tropical medicine and hygiene 1975, 24 (5), 801-5. 41. Starr, M. C.; Montgomery, S. P., Soil-transmitted Helminthiasis in the United States: a systematic review--1940-2010. Am J Trop Med Hyg 2011, 85 (4), 680-4.
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